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Nací para esto: Todos necesitamos creer en algo
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Libro electrónico432 páginas4 horas

Nací para esto: Todos necesitamos creer en algo

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Información de este libro electrónico

El trío adolescente de pop-rock, The Ark, está sacudiendo el mundo, y a Angel Rahimi ser parte de su fandom le ha dado todo: sus amigos, sus sueños más grandes, su lugar en la Tierra. Jimmy Kaga-Ricci también le debe todo a The Ark, ya que ser el vocalista de una banda fue siempre su mayor sueño. Es una pena que últimamente en su vida todo se haya vuelto una pesadilla. Cuando Angel y Jimmy crucen sin querer sus caminos, descubrirán lo extraña y fascinante que puede ser la vida.
IdiomaEspañol
EditorialVRYA
Fecha de lanzamiento3 abr 2024
ISBN9786313001569
Nací para esto: Todos necesitamos creer en algo
Autor

Alice Oseman

Alice Oseman was born in 1994 in Kent, England. She completed a degree in English at Durham University in 2016 and is currently a full-time writer and illustrator. Alice can usually be found staring aimlessly at computer screens, questioning the meaninglessness of existence, or doing anything and everything to avoid getting an office job. Alice's first book, SOLITAIRE, was published when she was nineteen.

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    Nací para esto - Alice Oseman

    Los niños dicen que a veces las personas son ahorcadas por decir la verdad.

    —Juana de Arco

    LUNES

    Yo tenía trece años cuando escuché una voz de Dios.

    —Juana de Arco

    ANGEL RAHIMI

    –Me muero –dije, llevándome una mano al corazón–. Eres real.

    Juliet, recién libre de mi abrazo, sonríe tanto que pareciera que su cara se va a partir a la mitad.

    –¡Tú también! –exclama y hace un gesto en dirección a mi cuerpo–. Es tan raro. Pero en buen sentido.

    En teoría, no debería ser incómodo. Llevo hablando con Juliet Schwartz desde hace dos años. Está bien, sí, solo por internet, pero las amistades de internet no son tan diferentes a las de la realidad estos días, y Juliet sabe más de mí que mis amigos más cercanos de la escuela.

    –Eres un ser real –señalo–. No solo píxeles en una pantalla.

    Sé casi todo sobre Juliet. Sé que nunca se duerme antes de las dos de la mañana y que su tropo de fanfic favorito es enemigos-a-amantes y que es fanática de Ariana Grande en secreto. Sé que cuando sea grande es probable que se convierta en la clase de mujer de mediana edad que toma vino y llama a todos querido y siempre parece que te está juzgando con la mirada. Pero más allá de todo eso, no estaba preparada para su voz (más refinada y profunda que en Skype) y su cabello (pelirrojo de verdad, como siempre dijo, aunque en cámara parecía castaño) y su altura (le saco una cabeza entera. De todos modos, mido como veinte metros, así que debería haber estado preparada para esto).

    Se acomoda el flequillo, yo me ajusto el hiyab y empezamos a salir de la estación de St. Pancras. Nos quedamos en silencio por un momento y siento una repentina ola de nervios, lo cual es un poco irracional, dado que con Juliet somos prácticamente almas gemelas, dos seres que se encontraron en las profundidades de internet contra todo pronóstico y, así sin más, terminaron siendo un dúo inseparable.

    Ella es la romántica ocurrente. Yo soy la conspiranoica extravagante. Y las dos damos la vida por The Ark, la mejor banda de toda la historia del mundo.

    –Me vas a tener que decir a dónde estamos yendo –digo, sonriendo–. Soy muy mala para guiarme. A veces me pierdo camino a la escuela.

    Juliet ríe. Otro sonido nuevo. Es mucho más claro y nítido que por Skype.

    –Bueno, tú me estás visitando a , así que creo que yo tengo que estar a cargo de las direcciones.

    –Okey, es verdad. –Dejo salir un suspiro exagerado–. De verdad creo que será la mejor semana de toda mi vida.

    –Ay, por Dios, , ¿verdad? No puedo dejar de contar los días –asegura, tomando su teléfono y tocando la pantalla para mostrarme una cuenta regresiva que dice: Faltan 3 días.

    Empiezo a balbucear.

    –No aguantaba más. Ni siquiera sé qué me voy a poner. Ni siquiera sé qué les voy a decir.

    Juliet se acomoda el flequillo una vez más. Me hace sentir como si ella supiera con exactitud lo que está haciendo.

    –No te preocupes, tenemos hoy, mañana y el miércoles para armar un plan. Yo voy a hacer una lista.

    –Ay, amiga, obvio que lo harás.

    Ninguna de las dos tiene amigos en la vida real que les guste The Ark, pero no importa, porque nos tenemos a nosotras. Estoy acostumbrada a intentar que la gente hable conmigo sobre The Ark (mis amigos de la escuela, mis padres, mi hermano mayor), pero a nadie le importa. Casi siempre me ven como una molestia, porque una vez que empiezo a hablar sobre The Ark, o cualquier otra cosa la verdad, me cuesta mucho parar.

    Pero Juliet no. Hemos pasado horas y horas hablando sobre The Ark y ninguna de las dos se cansó o se molestó o se aburrió.

    Y esta es la primera vez que nos vemos en persona.

    Salimos de la estación. Llueve a cántaros. Hay cientos de personas. Nunca estuve en Londres antes.

    –Esta lluvia es tan horrible –dice Juliet, frunciendo la nariz. Me suelta el brazo para sacar su paraguas, uno de esos de plástico que están de moda.

    –Sí –respondo, pero es mentira, porque no me molesta la lluvia. Ni siquiera las tormentas como esta en pleno agosto.

    Ella sigue caminando sola. Me quedo parada, una mano en mi bolso, otra en mi bolsillo. Hay gente fumando fuera de la estación e inhalo con fuerza. Me encanta el olor a cigarrillo. ¿Está mal?

    Esta semana será la mejor semana de mi vida.

    Porque voy a conocer a The Ark.

    Y ellos sabrán quién soy.

    Y entonces valdré algo.

    –¿Angel? –me llama Juliet desde unos metros más adelante–. ¿Estás bien?

    Volteo en su dirección, confundida, pero luego entiendo que ha usado mi nombre de internet, en lugar de mi nombre real, que es Fereshteh. Uso este alias en internet desde que tengo trece. Me parecía genial en aquel entonces y, no, no lo elegí por el personaje de Buffy, la cazavampiros. Fereshteh significa ángel en farsi.

    Me encanta mi nombre real, pero ahora Angel se siente como una parte de mí. Es solo que no estoy acostumbrada a escucharlo en la vida real.

    Extiendo los brazos y sonrió antes de agregar:

    –Amiga, esto es increíble.

    ***

    A pesar de los nervios de nuestro primer encuentro, resulta que la vida real no es tan distinta a internet. Juliet sigue siendo la más buena onda, calma y serena de las dos y yo sigo siendo la persona más ruidosa y molesta del mundo. Pasamos todo el camino desde la estación del metro hablando sobre lo entusiasmadas que estamos por conocer a The Ark.

    –Mi mamá se volvió loca –le cuento mientras estamos sentadas en un vagón del metro–. Sabe que la banda me encanta, pero se negó rotundamente cuando le conté que vendría aquí.

    –¿Qué? ¿Por qué?

    Bueno… Digamos que me estoy perdiendo la graduación.

    Es más complicado que eso, pero no quiero aburrir a Juliet con los detalles. La semana pasada recibí los resultados del examen de Nivel A y apenas logré alcanzar la nota mínima que necesitaba para postularme a mi primera opción de universidad. Mamá y papá me felicitaron, por supuesto, pero sé que están bastante molestos porque no me fue mejor, como a mi hermano mayor, Rostam, que se saca, como mínimo, una A en cada examen que toma.

    Y luego mi madre tuvo la cruel idea de exigirme que no asista al concierto de The Ark, solo para que pueda ir a una ceremonia de graduación sin sentido, estrecharle la mano al director y despedirme incómodamente de compañeros de clase a los que es probable que nunca vuelva a ver en toda mi vida.

    –Es el jueves por la mañana –continúo–. El mismo día del concierto. Mi mamá y mi papá iban a ir a verme. –Me encojo de hombros–. Es estúpido. O sea, no estamos en Estados Unidos, no tenemos esas cosas de graduación. Nuestra escuela solo hace una ceremonia pequeña que no tiene sentido.

    Juliet frunce el ceño.

    –Suena horrible.

    –Sí, pero bueno, le dije a mi mamá que de ninguna manera iría a esa cosa en lugar de ir a ver a The Ark, pero siguió repitiendo que no y discutimos a los gritos, lo cual fue raro, porque, ya sabes, nunca discutimos. Siguió poniendo un montón de excusas para que asista como Ay, Londres no es segura, Ni siquiera conozco a esa amiga tuya, ¿Por qué no puedes ir en otro momento? y bla, bla, bla. Al final, tuve que irme, porque obviamente no iba a aceptar un no por respuesta.

    –Cielos –dice Juliet, pero suena como si no lo entendiera–. ¿Ahora estás bien?

    –Sí, estoy bien. Es solo que mi madre no lo entiende. Ya sabes, lo único que vamos a hacer esta semana es quedarnos en casa, mirar películas, ir a una reunión del fandom, y luego al meet-and-greet y al concierto el jueves. No es exactamente peligroso. Y esta cosa de la escuela es innecesaria por completo.

    Mi amiga me apoya una mano de forma dramática sobre el hombro.

    –The Ark apreciará tu sacrificio.

    –Gracias por el apoyo, camarada –digo con un tono igual de dramático.

    ***

    Una vez que salimos a la calle en la estación Notting Hill Gate, mi teléfono empieza a vibrar en mi bolsillo, así que lo saco y miro la pantalla.

    Ah. Papá al fin me respondió.

    Papá

    Tu mamá lo entenderá. Solo escríbenos para saber cómo estás cuando puedas. Ya sé que este evento de la escuela no es muy importante. A tu mamá solo le preocupa si estás tomando las decisiones correctas o no. Pero entendemos que quieres independencia y sabemos que solo te haces amiga de gente buena. Tienes dieciocho y eres una muchacha fuerte y sensible. Ya sé que el mundo no está tan mal, más allá de lo que tu mamá piense. Sabes que a ella la criaron con valores diferentes a los míos; ella respeta la tradición y el éxito académico. Pero yo tuve mi buena cuota de travesuras cuando era joven. Tienes que poder vivir tu vida, ¡inshallah! ¡¡Y tienes que darme un poco de material para escribir!! Te amo xx

    Bueno, al menos papá está de mi lado. Casi siempre lo está. Creo que siempre está esperando que termine en una situación desafortunada para poder escribir sobre eso en una de sus novelas autopublicadas.

    Le muestro el mensaje a Juliet. Suspira.

    El mundo no está tan mal. Qué extremadamente optimista.

    –Lo sé, ¿verdad?

    ***

    Pasaremos la semana en la casa de la abuela de Juliet. Mi amiga vive en las afueras de Londres, pero señaló que sería más fácil para nosotras ir a la reunión del fandom y el concierto si nos quedábamos en Londres por esta semana. No tuve ninguna objeción.

    La casa está en Notting Hill y la familia de Juliet es rica. Me percaté de eso al poco tiempo de iniciada nuestra amistad cuando compró más de quinientas libras de merchandising de The Ark para intentar ganar un sorteo y ni siquiera pestañeó cuando perdió. Después de tantos años de ser parte del fandom de The Ark, apenas pude ahorrar suficiente dinero para comprarme una sudadera de la banda y un afiche.

    Y, por supuesto, un boleto para el meet-and-greet para verlos este jueves en el estadio O2.

    –Amiga, esto es elegante –exclamo mientras entramos al vestíbulo de la casa. Tiene azulejos. Todo es blanco y hay pinturas reales en las paredes.

    –¿Gracias? –El modo en que lo dice sugiere que no tiene idea cómo responder. La mayor parte del tiempo intento no mencionar que tiene más dinero que yo, porque sería incómodo para las dos.

    Me quito los zapatos y Juliet me acompaña a dejar mis cosas en la habitación en la que dormiremos. Hay varias habitaciones en las que podría dormir (un cuarto vacío y una oficina), pero la mitad de la diversión de quedarse en la casa de una amiga son esas charlas profundas de medianoche cuando están metidas en la cama con una mascarilla, comiendo Pringles y con una comedia romántica horrible en la televisión de fondo. ¿Verdad?

    Luego de eso, me presenta a su abuela, que se llama Dorothy. Es de baja estatura, como Juliet, y se ve mucho más joven de lo que probablemente es, tiene el cabello teñido de un rubio arenoso y lo lleva largo. Tiene puestas unas botas de lluvia de diseñador mientras está sentada en la mesa de la cocina escribiendo algo en su computadora portátil, con unas gafas sobre la punta de la nariz.

    –Hola –saluda con una cálida sonrisa–. Tú debes ser Angel, ¿no?

    –¡Sip! ¡Hola!

    Okey, sí, que la gente me llame Angel en la vida real se siente raro.

    –¿Entusiasmada por el concierto del jueves? –pregunta Dorothy.

    Muy entusiasmada.

    –¡Me imagino! –Cierra la computadora y se pone de pie–. Bueno, intentaré no molestarlas tanto. ¡Estoy segura de que tú y Ju tienen mucho de qué hablar!

    Le aseguro que no nos molestará, pero sale de la habitación de todos modos, lo que me hace sentir un poco culpable. Nunca sé cómo comportarme con la gente mayor, ya que mis abuelos están muertos o viven en otro país. Otra cosa que nunca le menciono a nadie.

    –¡Bueno! –exclamo, frotando las manos–. ¿Qué comeremos?

    Juliet se corre el cabello hacia atrás con un movimiento y golpea ambas manos sobre la encimera de la cocina.

    –No estás lista –dice, levantando una ceja.

    Me muestra toda la comida y bebida que compró para esta semana (pizzas y aguas saborizadas en su mayoría) y me pregunta qué quiero ahora. Me decido por la clásica agua saborizada de naranja y maracuyá, porque siento que necesito tener algo en las manos. Odio tener las manos vacías cuando no estoy hablando. ¿Qué se supone que debes hacer con ellas?

    Y entonces Juliet dice algo más.

    –Bueno, si salimos otra vez a eso de las seis, creo que eso nos dará tiempo suficiente para llegar.

    Raspo la etiqueta de la botella con la uña del pulgar.

    –Eh… ¿A dóóóónde vamos?

    Se queda inmóvil, parada al otro lado de la isla de la cocina.

    –A buscar a… Espera… ¿No te lo conté? –pregunta y me encojo de hombros de manera exagerada–. Mi amigo Mac también viene. Se quedará aquí. Para ver a The Ark.

    De inmediato, empiezo a entrar en pánico.

    No sé quién es Mac. Nunca escuché nada sobre Mac. No quiero pasar tiempo con alguien que no conozco. No quiero hacer nuevos amigos cuando esta semana se suponía que estaría dedicada a Juliet y The Ark. Hacer amigos requiere esfuerzo, hacerme amiga de Mac requerirá esfuerzo, porque él no me conoce, no está acostumbrado a mí, mi verborragia incesante y mi profunda pasión por una banda de chicos adolescente. Y esta semana no tiene que ser sobre Mac. Esta semana tiene que ser para mí y Juliet y nuestros chicos: The Ark.

    –¿De verdad no te lo dije? –pregunta mi amiga, pasándose una mano por el cabello.

    Suena como si se sintiera bastante mal por eso.

    –No… –comienzo. Sueno enojada. Okey. Cálmate. Está bien. Mac está bien–. Pero… ¡está bien! ¡Más amigos! ¡Soy buena haciendo nuevos amigos!

    Juliet se lleva las manos a la cara.

    –Cielos, lo siento mucho. Estaba segura de que te lo había dicho. Te prometo que es muy, muy agradable. Hablamos por Tumblr todos los días.

    –¡Sí! –digo, asintiendo con entusiasmo, aunque me siento culpable. Quiero decirle que no me parece bien esta situación, que no esperaba esto y que, para ser honesta, es probable que no habría venido si hubiera sabido que tendría que pasar la semana socializando con alguien que no conozco. Pero no quiero hacer que todo sea incómodo cuando solo llevo aquí diez minutos.

    Solo tendré que mentir.

    Solo por esta semana.

    Con suerte, Dios me perdonará. Él sabe que necesito estar aquí. Por The Ark.

    –Bueno, salimos a las seis, volvemos para comer unas pizzas, vemos una película y luego la entrega de premios, que empieza a las dos, ¿no? –pregunto, las palabras trastabillándose en mi boca.

    Son las cinco y diecisiete de la tarde. Nos quedaremos despiertas toda la noche para ver los West Coast Music Awards, que empiezan a las dos de la mañana en el Reino Unido. Nuestros muchachos, The Ark, por supuesto, tocarán ahí. Es la primera vez que se presentarán en una entrega de premios en los Estados Unidos.

    –Sí –responde Juliet, asintiendo con decisión. Asentir está empezando a perder sentido. Volteo y empiezo a deambular por la cocina cuando ella toma su teléfono.

    –¡Parece que los chicos ya llegaron al hotel! –dice, mirando la pantalla. Probablemente a @ArkNoticias en Twitter, nuestra fuente de información para todo lo relacionado con la banda. Es increíble que yo no la haya revisado en la última hora.

    –¿Alguna foto?

    –Solo una muy borrosa de ellos saliendo de su vehículo.

    Me asomo sobre su hombro para mirar la foto. Ahí están. Nuestros chicos. The Ark. Manchas borrosas y pixeladas. La mitad de la imagen está tapada por sus guardaespaldas enormes con trajes oscuros. Rowan va adelante, Jimmy en el medio y Lister por detrás. Parecen conectados. Como los Beatles en Abbey Road o un grupo de niños de kinder tomados de las manos en un viaje al parque.

    JIMMY KAGA-RICCI

    –Despierta, Jimjam –dice Rowan, pateándome en la pantorrilla. Rowan, Lister y yo viajamos en el mismo vehículo, un cambio bastante agradable. Por lo general, solemos llegar a estas entregas de premios por separado y tengo que soportar el viaje con un guardaespaldas que no deja de mirarme como si fuera una carta Pokémon muy preciada.

    –Estoy despierto –aseguro.

    –Claro que no –me contradice y mueve los dedos sobre la cabeza–. Estás aquí arriba.

    Rowan Omondi está sentado frente a mí en la parte trasera de nuestra Hummer. Se ve ardiente. Como siempre. Desde hace meses, lleva el cabello en trenzas cortas y sus gafas nuevas son estilo aviador. Su traje es rojo y blanco con flores doradas; fuego sobre su tez oscura. Sus zapatos son Christian Louboutin.

    Entrelaza los dedos sobre una de sus rodillas. Sus anillos tintinean.

    –No es nada nuevo. Ya lo hemos hecho antes. ¿Qué te enrosca? –Se da algunos golpecitos en la sien y me mira. Qué me enrosca. Amo a Rowan. Es ocurrente con las palabras. Quizás por eso está a cargo de las letras.

    –Ansiedad –respondo–. Estoy ansioso.

    –¿Por qué?

    Rio y niego con la cabeza.

    –No funciona así. Ya pasamos por esto.

    –Sí, pero, ya sabes, todo tiene una causa y un efecto.

    –La ansiedad es la causa y el efecto. Un dos por uno.

    –Ah.

    Esto de la ansiedad no es nada nuevo. A estas alturas, ya es el cuarto miembro de la banda. Estuve intentando superarla yendo a terapia, pero no tuve mucho tiempo para mantener las sesiones este año con la gira por Europa y el álbum nuevo, además de que todavía no me he acostumbrado a mi nueva psicóloga. Ni siquiera le conté sobre el ataque de pánico colosal que tuve en el concierto de Children in need el año pasado. Igual pude cantar. Está en YouTube. Y si miras con atención, puedes ver las marcas de las lágrimas en mi rostro.

    Nos quedamos en silencio. Puedo oír los gritos en la distancia. Suena un poco como una marea. Debemos estar cerca.

    Es probable que mi incomodidad extraña sea mitad ansiedad y mitad nervios genuinos por esta noche, sumado a todas las otras cosas que sufro de forma constante. Tiendo a sufrir bastante las cosas, incluso cuando esas cosas no son tan sufribles. Ahora en la cima de la Lista de cosas por las que sufro están: firmar un nuevo contrato y volver a casa luego de la gira, junto con la presentación de esta noche en los West Coast Music Awards, también conocida como la primera presentación en vivo en los Estados Unidos. No será distinta a ninguno de nuestros conciertos, salvo que esta vez el público estará repleto de los mejores músicos del mundo y de gente que nunca nos escuchó en vez de adolescentes que se saben todas nuestras letras de memoria.

    Todo está cambiando y pasando muy rápido, y estoy tan entusiasmado y asustado que mi cerebro no sabe cómo lidiar con todo esto.

    –No entiendo cómo puedes estar ansioso cuando estamos por tocar en el Dolby –dice Lister, quien literalmente está saltando en su asiento con una sonrisa salvaje en su rostro–. O sea, siento que me voy a cagar encima. Creo que lo haré, de hecho. Los mantendré informados.

    Rowan frunce la nariz.

    –¿Podemos no hablar de caca mientras llevo puesto un Burberry, por favor?

    –Si podemos hablar de ansiedad, podemos hablar de caca. Son básicamente lo mismo.

    Allister Bird. Me resulta fácil darme cuenta de que no ha bebido ni fumado nada desde ayer; aunque parezca estar a punto de estallar de entusiasmo, presiona los dientes de manera inconsciente y tiene unas ojeras enormes bajo los ojos. Cecily, nuestra mánager, le impuso una regla de cero alcohol cinco horas antes de los eventos luego del incidente en The X Factor del que no hablamos más, y tampoco puede fumar cuando va a cantar, aunque por lo general lo hace igual.

    Nadie más puede darse cuenta de eso. Para todos, él es hermoso, perfecto, impecable, etc. Tiene un estilo a lo James Dean, a lo modelo de Calvin Klein y a Me acabo de levantar de la cama. Esta noche, lleva una chaqueta Louis Vuitton y unos pantalones negros ajustados con algunas rasgaduras.

    Lister me da una palmada bastante fuerte en la espalda.

    –Al menos estás un poco entusiasmado, ¿verdad? –pregunta, sonriendo amplio.

    Es difícil no devolverle la sonrisa.

    –Sí, un poco.

    –Bien. Ahora, a lo importante: ¿qué chances hay de que me cruce a Beyoncé y qué chances hay de que sepa quién soy?

    Miró por la ventanilla con los ojos entrecerrados. Está polarizada y Hollywood se ve más oscuro de lo que debería, pero los latidos acelerados de mi corazón son una mezcla indiscernible de ansiedad y entusiasmo, junto a un repentino aluvión de No puedo creer que estoy aquí. En este último tiempo, pasa cada vez menos, pero a veces recuerdo lo extraña que es mi vida.

    Lo buena que es. Lo afortunado que soy.

    Miro a Rowan. Me está mirando con una leve sonrisa en sus labios.

    –Estás sonriendo –señala.

    –Cállate –digo, pero tiene razón.

    –Chicos, tienen que intentar disfrutar –interviene Cecily. Se cruza de piernas y no levanta la mirada de su teléfono mientras habla–. Cuando termine esta semana, las cosas van a ser un quinientos por ciento más agitadas para ustedes.

    La mujer, que está sentada frente a Lister, es la única de nosotros que se ve como una persona normal: tiene un vestido azul, los rizos negros peinados hacia un lado y una credencial colgada del cuello. Lo único en apariencia caro que lleva es el teléfono móvil inmenso que tiene en la mano.

    Cecily Wills es nuestra mánager. Es solo diez años más grande que nosotros, pero nos acompaña a todas partes y nos dice qué hacer, a dónde ir, dónde pararnos, con quién hablar. Si no la tuviéramos a ella, literalmente no tendríamos idea de qué estamos haciendo, para nada.

    Rowan pone los ojos en blanco.

    –Qué dramática.

    –Solo les digo la verdad, querido. El nuevo contrato es muy diferente al que tienen ahora. Además de que estarán acostumbrándose a la vida posgira.

    El nuevo contrato. Firmaremos un nuevo contrato con nuestra discográfica, Fort Records, una vez que regresemos a casa de nuestra gira europea que termina esta semana.

    Tendremos giras más largas. Más entrevistas. Auspiciantes más grandes, merchandising más llamativo y, por sobre todo, significará que al fin podremos conquistar los Estados Unidos. Hace poco tuvimos una canción que llegó al top diez aquí, pero el plan es conseguir un público sólido, una gira por todo el país y, quizás, la fama mundial.

    Que es lo que queremos, por supuesto. Nuestra música por todo el mundo y nuestro nombre en los libros de historia. Pero no puedo decir que la parte de más entrevistas, más apariciones públicas, más giras, más todo me haga sentir particularmente entusiasmado por mi futuro.

    –¿Tenemos que hablar de eso ahora? –murmuro.

    Cecily sigue tocando la pantalla de su teléfono.

    –No, querido. Sigamos con la caca y la ansiedad.

    –Bien.

    Rowan suspira.

    –Mira lo que hiciste. Hiciste que Jimmy se pusiera de malhumor.

    –No estoy de malhumor…

    Lister abre la boca, horrorizado.

    –¿Por qué es mi culpa?

    –Son ustedes dos –dice Rowan, señalando a Lister y Cecily.

    –No es ninguno de ellos –aseguro–. Solo me siento raro.

    –Pero entusiasmado, ¿verdad? –insiste Lister.

    –¡Sí! Prometo que sí. –Y hablo en serio. Estoy entusiasmado. Solo nervioso, asustado y ansioso. Los tres me miran fijo–. O sea, ¡tocaremos en el Dolby! –exclamo y sonrió otra vez.

    Rowan levanta un poco las cejas y se cruza de brazos, pero asiente. Lister suelta un gritito de festejo y empieza a bajar la ventanilla, pero Cecily le da una bofetada en la mano y la sube otra vez.

    Los gritos que vienen del otro lado son ensordecedores ahora y el coche se detiene. Me siento un poco mal. No sé por qué todo esto me molesta tanto hoy. Por lo general, me suelo sentir bien. Cauteloso, siempre cauteloso, pero bien. Los gritos ya no suenan como una marea. Para mí, suenan con el chirrido metálico de una maquinaria pesada.

    Estoy seguro de que lo disfrutaré una vez que estemos ahí.

    Froto los dedos sobre mis clavículas, buscando la pequeña cruz que llevo en un collar. Le pido a Dios que me calme. Espero que me esté escuchando.

    Estoy todo vestido de negro, como de costumbre. Unos pantalones rectos por encima de los talones, botas Chelsea que me sacan ampollas, una chaqueta grande de mezclilla y una camiseta que sigo estirando porque siento que me ahorca. Y el broche con la bandera del orgullo trans que siempre llevo a los eventos.

    Rowan se quita el cinturón, me da una suave palmada en la mejilla, pellizca la nariz de

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