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Rosa, la mula caprichosa
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Libro electrónico49 páginas22 minutos

Rosa, la mula caprichosa

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Información de este libro electrónico

Rosa es una mula que pasa de amo en amo, pues parece que es demasiado testaruda y caprichosa como para obedecerle a uno solo por mucho tiempo. ¿Pero y si de verdad lo que ella quisiera es ayudarles a resolver sus problemas? Este relato habla sobre la importancia de escuchar, de la empatía y de valorar lo que otros tienen para aportarnos, ahora en una nueva edición en tapa dura con ilustraciones de Julian Ariza
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 ene 2024
ISBN9789583067839
Rosa, la mula caprichosa

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    Rosa, la mula caprichosa - Albeiro Echavarría

    Capítulo

    1

    Una noche de truenos y relámpagos, tan espantosa que parecía la llegada del Juicio Final, la estilizada yegua Clarisa escapó del corral, saltando tres cercas y una peligrosa cañada. Los rayos caían tan cerca de ella, que uno de ellos alcanzó a chamuscarle la cola. Muerta de terror, deambuló por las praderas y los bosques vecinos hasta que dio con un potrero pelado y escabroso, donde a duras penas podrían sobrevivir unos cuantos chivos. Clarisa detuvo su alocada carrera al ver una extraña sombra debajo de un almendro.

    No era un refinado ejemplar como los que ella acostumbraba encontrar en la caballeriza. Era simplemente Poncho, un burro más empapado que un pingüino. Poncho era tan escuálido que cualquiera que se lo encontrara en el camino podía pensar que era un espanto o, en el peor de los casos, la misma muerte andante. La luz de los relámpagos hacía que sus orejas se proyectaran sobre el campo, creando un efecto fantasmagórico en el horizonte. Ni siquiera tenía dueño, pero su mirada era dulce y llena de melancolía. Tal vez por eso, o por la tribulación compartida, el hechizo fue instantáneo: Poncho y Clarisa pasaron el resto de la noche en muy buenos términos, olvidándose por completo de la tempestad.

    Clarisa, una yegua muy fina, solo era emparentada con los mejores caballos pura sangre del país. Todos los hijos de Clarisa se paseaban orgullosos en exposiciones, torneos y competencias. Sus dueños, los hermanos Restrepo, la mantenían en una caballeriza, vigilada y protegida como una auténtica joya de la corona. Por eso, cuando la esbelta Clarisa dio a luz, los hermanos Restrepo pusieron el grito en el cielo. No era para menos: en vez de un potrillo de fina estampa, ante sus ojos tenían una pequeña mula babosa. Toda una deshonra para unos de los más famosos criaderos de

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