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5 claves para dominar a un hombre
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5 claves para dominar a un hombre
Libro electrónico48 páginas42 minutos

5 claves para dominar a un hombre

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Información de este libro electrónico

Mila, la protagonista de esta historia, conoce a Pablo en un momento en el que no quiere saber nada de los hombres por sus experiencias negativas previas. Este encuentro le hace probar un experimento de dominación. Para su sorpresa, Pablo acepta las reglas del juego, lo que en un principio sorprende a Mila, pero con el tiempo le lleva a profundizar en el mundo de la dominación.
5 claves para dominar a un hombre es un libro divertido y práctico, dedicado con mucho amor a las mujeres buenas, para que no se olviden de que el poder de la mujer es increíble, fuerte, abundante y que hace que esté mundo sea más cariñoso y bondadoso.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 ene 2024
ISBN9788411819732
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    5 claves para dominar a un hombre - Nuria Martínez

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    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Nuria Martínez

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

    Diseño de cubierta: Rubén García

    Supervisión de corrección: Celia Jiménez

    ISBN: 978-84-1181-973-2

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    Era el siete de abril, la primera vez que Mila salía para tomar algo después del levantamiento de la pandemia. «Que gusto por fin quitarnos la mascarilla y respirar el aíre fresco de primavera, lleno de los aromas de los narcisos y jazminitos», pensó ella, disfrutando del momento.

    Enseguida noto una mirada de un chico alto que le incomodaba, parecía que la pasaba por los rayos X. Al terminar el café, Mila se levantó enseguida para ir a pagar porque la terraza estaba llena de gente y los camareros estaban muy ocupados tomando notas. Se acercó a la barra y al sacar el monedero se le cayeron las tarjetas, esparciéndose por todo el suelo. Cuando fue a coger una de ellas, vio una mano masculina muy bien cuidada entregándoselas a ella. Al levantar la cabeza se cruzaron las miradas, era aquel chico de la terraza que le atravesaba con sus ojos. Un escalofrío recorrió toda su espalada.

    —¿Puedo ayudarle, señorita? —le pregunto él.

    «Que voz tan magnetizante», pensó ella en un segundo.

    —Gracias, no se preocupe, me las recogeré yo —le contestó Mila con la voz temblando, cogiendo la última tarjeta y saliendo con la velocidad de una bala.

    Al cruzar la esquina de la manzana, lo encontró justo enfrente de ella, tan tranquilo y confiado. Ya no había escapatoria. Le cogió de la mano y, esta vez, una ola de calor recorrió todo su cuerpo, el también se dió cuenta de lo que le acababa de pasar a Mila, sin haber podido esconder su sonrisa.

    —La acompaño hasta su casa, perdona no me he presentado, me llamo Pablo.

    Otra ola de calor paso por el cuerpo de Mila. «¿Por qué me está persiguiendo?», pensó ella. Pero quiso seguir el juego.

    —¿Por qué un chico elegante que debería estar a esta hora trabajando en la oficina —eran las once de la mañana— me está siguiendo?

    —Has provocado un gran interés en mí y quiero conocerte —le contesto él.

    —Pues ya hemos llegado —le dijo Mila cuando cruzaron la esquina de la calle. —Te dejo mi número de móvil, espero que me contactes cuanto antes— expresó él mientras le tendía una tarjeta.

    Mila la cogió despacio y la guardó en el bolsillo de su gabardina, luego miro detenidamente los ojos de Pablo, eran muy bonitos: azules y con unas pestañas largas, le sonrió y diciendo «Hasta pronto» se dio la vuelta y siguió su camino hasta la puerta de su casa, moviendo despacio las caderas.

    Al llegar a casa sacó la tarjeta del bolsillo y la dejó encima de mueble de la entrada. Pasaron los días y Mila advertía que en los ratos libres seguía pensando en Pablo, no

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