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MENTIRAS
MENTIRAS
MENTIRAS
Libro electrónico142 páginas1 hora

MENTIRAS

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La vida de Lana era común hasta un día en particular, ese en el que la mayoría de las chicas que poseían un nombre similar al suyo, empezaron a desaparecer sin dejar rastros.

La gran parte del alumnado vio eso muy extraño, incluso los profesores. Pero que Lana se apuntará en la lista para aspirantes a Delegados de salón fue la gota que hizo derramar el vaso, los chismes se corrieron casi tan rápido como el viento y eso hizo que la desplazaran sin pedir explicación alguna y así, lograron que ella tuviera la peor de las suertes descubriendo "la verdad" en su mundo de mentiras.

Todos los Derechos Reservados©

IdiomaEspañol
EditorialJhoiPáez
Fecha de lanzamiento4 ene 2024
ISBN9798223730996
MENTIRAS

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    MENTIRAS - JhoiPáez

    Jhoilyn Páez

    Todos los Derechos Reservados. Código de registro: 1803196275776 Safe Creative.

    Prólogo

    Tenía por fin un sueño profundo. Uno de esos que no tenía en meses desde que iniciaron las fuertes jaquecas.

    Sentía la brisa helada colarse por bajo de la manta, enfriando mis pies, entumeciéndolos.

    Un silbido por lo bajo se escuchaba al fondo. Y entonces, cuando estaba en mi mejor momento, sucedió.

    La lámpara que acostumbro a colocar cerca de la mesita de noche que está a escasos centímetros de la ventana, sonó. Pero no como de costumbre, esta noche no.

    Se quebró.

    Abrí los ojos espantada, no era de las personas que al despertar tras un sonido extraño se desperezaba y luego pensaba... No, yo nunca fui así.

    No más al escuchar el ruido abrí mis ojos asustada, el corazón lo tenía latiendo a millón y me tapé tanto como pude con la manta purpura. Espere minutos con el miedo intacto hasta que luego de un rato al darme cuenta que no había nadie, saqué la cabeza del escondite y mire alrededor.

    Había tanta oscuridad que temía que en cualquier momento saliera algo de entre las sombras, pero no fue así.

    Saqué un pie, luego el otro y temblando camine alrededor de la cama. La brisa azotaba con fuerza la ventana, entre fruncí el ceño y me acerque a ella dando grandes zancadas. Al estar a solo un paso y maldecir por lo bajo el haber dejado el pestillo flojo, lo vi.

    Una sombra pasó rápido entre los arbusto hasta perderse en el callejón de la otra acera.

    Di un paso atrás. Luego otro. Y otro. ¡Corrí!

    — ¡Mamá!

    Grité con los vellos de la piel de punta por el terror, mi voz sonó más fina de lo normal y casi no podía pronunciar bien la palabra.

    Azote la puerta y salté sobre su cama, estaba cubierta hasta arriba con las mantas de color azul marino y roncaba cada que respiraba. Caí sobre ella, causándole tanto terror que me golpeo con la palma de su mano, al caer en la cuenta de quién era se disculpó de inmediato y sobo mi mejilla.

    — ¡Había alguien entre los arbustos!

    Horrorizada me echó a un lado y se dirigió al armario, tomó la escopeta que siempre acostumbra a mantener cargada pero bien escondida y salió corriendo. — ¡Lo vi desde la ventana!— informé.

    Me cubrí con las mantas temblando y espere... Espere...

    Pero nada sucedió. Mamá volvió con la mirada cansada y leves ojeras bajos sus ojos.

    —Hoy duermes conmigo, mañana reviso.

    Dijo colocando seguro a la puerta y colocando el arma sobre la mesa de noche que está a un lado de su cama— Gracias a Dios no encontré nada, sino, no podría ni pegar un ojo.

    Se echó las mantas encima y me abrazo.

    —Duerme un poco pequeña.

    De pequeña no tenía nada. Dieciséis años bien cumplidos el primer mes del año y mal transitados por el colegio.

    Luego de eso, no pasó nada más y al apenas cerrar los ojos caí en un profundo sueño.

    Sangre.

    Gritos.

    Lamentos.

    El fondo de la habitación en la que estaba era de color blanco, parecido al de un manicomio. Por todos lados se escuchaban gritos y llantos de mujeres, parecía una masacre y yo estaba en medio, corrí sin rumbo fijo hasta caer de boca contra el suelo... Mire lo causante y ahogué un grito.

    El cadáver de una rubia yacía inerte bajo mis pies. Un charco de sangre cubría el cabello sobre su rostro, el cual tapaba la mayor parte del mismo, tenía una especie de bata blanca y un enorme hoyo en su estómago.

    —Dios mío...

    Me levante tan rápido como pude y salí disparada a quien sabe dónde, porque la escena cambió de forma radical. Ahora me encontraba en una especie de lago con un pequeño puente guindando, hincado y con capucha se encontraba alguien quien cada dos minutos murmura palabras en otro idioma.

    —Falta poco, muy poco. — Murmuró a la nada y cuando estaba por ver su rostro.

    Desperté.

    Capítulo I

    — ¡Lana vas a llegar tarde!

    Lana Odette Roswell Vanstick, ese es mi nombre.

    Chica promedio. Malas calificaciones, una sola amiga de la cual tengo semanas sin saber por ir de viaje con su familia al extranjero, de cabello color negro y ojo café ¿Más común?, no; no pude ser.

    Corrí por la pequeña sala de mi casa hasta llegar a la cocina, mi madre cuyo nombre es Louisa de cabello color marrón claro y ojos verdes me espera con su mirada fulminante y entrecejo fruncido.

    — ¿Que te he dicho sobre la primera impresión? — dice al apenas verme tomar el primer bocado del pan tostado que cocinó para el desayuno.

    —Que lo son todo, porqué por ella nos definimos ante los demás. — Trago grueso y bebo lo más rápido que puedo el jugo de naranja.

    —Correcto. Debes llegar temprano para que los profesores no digan lo mismo que el año pasado "Su hija siempre llega tarde y no presta atención en clases..." Haz el favor de si quiera fingir que escuchas algo de lo que dicen. — Comenta haciendo una mala versión del tono que usa el director Máximo, alias el Ex novio del colegio de mamá.

    — ¡Sí!— emití feliz de empezar un nuevo y último año escolar. — ¡Me voy, viene el bus!

    Doy un beso sonoro a su mejilla y corro, últimamente mi vida se basa en correr de un lugar a otro rápido para no llegar tarde y perderme de alguna cosa importante. Lo bueno de todo es que mantengo el físico, lo malo es que igual llego tarde, justo como ahora.

    Por despertar tarde, desayune tarde y tomé el último bus. Ese que está lleno de personas a las que les importa un bledo lo que pase a su alrededor, como el año pasado y el antepasado el montón de metal de color amarillo y franjas negras se detiene en la parada de la esquina y como siempre yo, subo saludando a Fredd el chófer que con un asentimiento se pone en marcha.

    La fila del lado izquierdo está repleta, los góticos, punks y las fresas se sentaron de ese lado. Así que me siento en uno de los puestos libres del lado derecho, donde solo está Jenna una morena de ojos negros que siempre está perdida en su mundo de fantasía donde dice que es la reina y esas niñerías.

    Antes, mucho antes de empezar el instituto fuimos muy buenas amigas, pero luego llegó lo que llaman madurar y eso hice. Lo malo es que ella no y cada que hacía o decía algo le molestaba, fueron tantas discusiones sin sentidos que al final dejamos nuestra amistad.

    El bus se detuvo justo al frente, cinco minutos antes de que cerraran la puerta del instituto. Con pasos apresurados baje y entre, mientras más apresurada estaba más sonoras eran mis pisadas puesto que hoy me decidí por llevar unas lindas botas de tacos altos que encontré en el armario.

    Primer pasillo, nada.

    Segundo pasillo, vacío.

    Mierda, ya habían comenzado las clases y de nuevo sería la burla.

    Tercer pasillo, mi primera clase y estaba repleta.

    Solo una banca vacía y estaba justo al frente de la profesora Sonia, a un lado de Kyle el rubio que no sabe pronunciar bien nuestro idioma y al otro la pared.

    Genial, sumamente genial.

    Debía solo esperar a que la profesora explicara de que trataría la clase y listo, podría entrar sin ser descubierta. Y así fue, o al menos intente que sucediera así.

    La profesora se volteó y me arrojó el borrador que tenía en la mano.

    —Cuando no, Lana. — Murmuró molesta y las carcajadas estallaron alrededor.

    Con mis brazos me cubrí sobre el asiento en espera de que cesaran los murmullos y comentarios burlescos sobre mí, para buena fortuna no duraron tanto por primera vez en olvidar y es que, había algo mejor que una tonta llegando tarde y siendo atrapada.

    —Dicen que es la número diez, que han habido más desapariciones... —Murmuro Sol a su amiga Alice quien fingía no importarle nada.

    — ¡Silencio!— Sonia se había volteado y todos quedaron mudos. — Si vuelvo a escuchar de nuevo sobre las noticias de esta mañana mientras explicó, cada uno de ustedes ira a detención como regalo de bienvenida.

    Como mi intuición me decía que debía ser algo importante y también que mi lado curioso salía a la luz, no dude en preguntar a Kyle con señas de que tanto hablaban, pero claro como no tenía una inteligencia tan aguda no repare en que el chico no entendía nada de lo que decía o eso creí...

    Volteé cuando me hizo una seña con su dedo índice al aire, no perdería tiempo con alguien que no sabe ni pronunciar un hola bien.

    Una bola de papel que usaron de proyectil pegó en mi ojo, aguanté las ganas de pegar un grito y tomé la bala entre mis dedos. Busqué a mí alrededor el responsable y entonces con un perfecto lo siento susurrado, Kyle hizo señas para que abriera la bola de papel.

    En efecto, eso hice porqué mi curiosidad podía más que cualquier otra cosa.

    Tara. Hanna. Sara. Carla. Bianca.

    Alana. Amanda. Alexa. Alissa. Alicia.

    De la clase A-4

    Todas desaparecidas en un laxo de setenta y dos horas, aún no dan con ellas o en el peor de los casos, con los cuerpos.

    Me helé de inmediato, una brisa fría subió por mis piernas y pude sentir una respiración agitada a un lado de mi nuca. Pero, la mala dicha es que.... Ahí no estaba sentado nadie por ser la pared.

    Capítulo II

    En mi vida nunca había caminado tan rápido como esta mañana, y es que, no era para menos si quería quitarme de encima aquel chico de ojos

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