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Medjugorje - Los primeros siete días
Medjugorje - Los primeros siete días
Medjugorje - Los primeros siete días
Libro electrónico569 páginas8 horas

Medjugorje - Los primeros siete días

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Es una reconstrucción periodístico-investigativa imparcial, a través de materiales nunca publicados y entrevistas de testigos, que arroja luz sobre los acontecimientos de los primeros días de las apariciones de Medjugorje entre el 24 de junio y el 3 de juliode 1981, cuya autenticidad por el Vaticano ha sido evaluada como aprobada.

 

Medjugorje situada en Bosnia y Herzegovina, es el único lugar del mundo donde la Virgen María sigue apareciendo todos los días. ¡Las apariciones diarias siguen ocurriendo desde hace 41 años!

 

El libro "Medjugorje - Los primeros siete días" se inspiró en los resultados no oficiales de la Comisión Internacional de Investigación de la Santa Sede para Medjugorje, que el Papa Benedicto XVI encomendó al Cardenal Camillo Ruini, que dio una opinión positiva sobre la autenticidad de estos "primeros siete días" o, mejor dicho, de diez días de apariciones desde el 24 de junio hasta el 3 de julio de 1981.

 

El autor habló con los testigos del tiempo: los seis videntes, el párroco franciscano Jozo Zovko, los padres de los videntes, sus vecinos y amigos, y con todas las personas más cercanas a ellos en esos primeros días. También utilizó toda la literatura de esa época y el material único: grabaciones de audio de la conversación del párroco Jozo Zovko con los videntes de esos primeros días, que el párroco Zovko grabó.

 

De todo esto, ha sido creado un libro que tiene una dinámica especial y una fuerte autenticidad, describiendo en detalle todos los acontecimientos de aquel tiempo, que, como se supone, podría ser la base para el reconocimiento oficial de las apariciones.

 

El libro es ideal para escépticos y para todos aquellos que se encuentran con el fenómeno de Medjugorje por primera vez, y también contiene muchísimos detalles que no fueron publicados, incluso desconocidos para los los entusiastas de Medjugorje.

IdiomaEspañol
EditorialDARKO PAVICIC
Fecha de lanzamiento15 dic 2023
ISBN9798223891000
Medjugorje - Los primeros siete días

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    Medjugorje - Los primeros siete días - DARKO PAVICIC

    Introducción:

    Los primeros siete días

    Después de que el respetado vaticanista Andrea Tornielli revelara en su blog The Vatican Insider (mayo de 2017), los resultados de la investigación sobre los fenómenos ocurridos en Medjugorje, (llevados a cabo por la comisión especializada, dirigida por el Cardenal Camillo Ruini como cabeza, persona escogida especialmente para ello por el Papa Emérito Benedicto XVI), comencé a investigar por mi cuenta lo que sucedió durante los primeros siete días de las apariciones. Tal y como Tornielli publicó, fueron aquellos siete primeros días los que, con probabilidad, podrían servir como base oficial de reconocimiento del fenómeno Medjugorje. La pregunta del millón para todo el mundo fue: ¿y por qué considerar solo los siete primeros días importantes y no todos los demás? ¿Se trataría solo de barajar el simbolismo de perfección bíblica que se atribuye al nº 7? No olvidemos que fueron siete los días que empleó Dios Padre para crear el mundo según el Génesis…

    La Comisión, (tal y como lo expresó Tornielli), concluyó positivamente sobre la autenticidad de las apariciones sucedidas entre el 24 de junio y el 3 de Julio de 1981. La votación obtenida fue la siguiente: 13 votos favorables de la Comisión con respecto a la sobrenaturalidad de los hechos de los primeros siete días, frente a un voto en contra, más un voto neutro. La Comisión vaticana, tal y como él especificó, determinó que los muchachos eran psicológicamente sanos, que las apariciones les pillaron totalmente de sorpresa, y que nada de lo que experimentaron fue producto de alguna supuesta malsana influencia de los franciscanos que dirigían la parroquia en ese momento; como tampoco nada ni nadie relacionado con su pequeño mundo, les pudo influenciar de alguna u otra manera. Lo que sorprende aún más, es que muy a pesar de las detenciones e interrogaciones de la policía, los chicos no cejaron en afirmar en aquello que decían ver, incluso bajo amenazas de muerte. La Comisión también rechazó la hipótesis de que los hechos pudieran ser provocados por influencia demoníaca, (según todo lo afirmado por Andrea Tornielli).

    Al final del 2013 o al comienzo del 2014, recibí los resultados del Cardenal Ruini. La Comisión estaba formada por teólogos prestigiosos, -obispos y cardenales-, buena gente, extraordinariamente coherente y correcta. El estudio Ruini, en conclusión, era francamente bueno. Fue entonces cuando algunas dudas surgieron en el departamento de La Congregación para la Doctrina de la Fe, por lo que se decidió enviar a cada miembro de la Feria quarta (en latín significa miércoles y se trata de una reunión mensual de los miembros de la Congregación), la documentación completa del estudio, incluyendo hasta detalles que parecían contrarios a la conclusión primaria de la investigación Ruini. Recuerdo que fui informado un sábado al anochecer… Fue entonces cuando algo en mi interior me susurró que aquello no era del todo correcto… Sentí que ese documento, que tan bien había sido elaborado, de pronto se ponía como… en duda, o como en subasta" … Me disculpo por la burda comparación, pero es lo único que se me ocurre para describir mis sentimientos al respecto. Consideraba que la investigación había sido llevada a cabo con tiento y extrema corrección, entonces… ¿por qué este actuar inesperado? Fue durante el Domingo por la mañana cuando el Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, recibió una carta de mi puño y letra, en la que le pedía que, en vez de enviar sus opiniones a la Feria quarta, deberían enviármelas a mí personalmente", dijo el Papa Francisco en un vuelo de vuelta desde Fátima en Mayo de 2017.

    La Comisión dividió sus conclusiones en dos partes. Así que Tornielli se expresó denominando como "la segunda fase", a aquellos acontecimientos sucedidos más allá del 3 de Julio, que eran los que levantaban suspicacia y algún que otro sarpullido entre los entendidos. De hecho, la Comisión situaba las dudas en un contexto de conflicto entre el Obispo local y los Franciscanos, así como el hecho de que las apariciones eran pre-anunciadas y recolocadas para cada supuesto vidente.

    Estas visiones continúan a pesar de que los muchachos dijeron que acabarían, cosa que no ha sucedido. También está el tema de los secretos", con tintes apocalípticos, que los videntes insisten que les fueron revelados", escribió Tornielli, añadiendo que, en un segundo momento, la Comisión votó en dos fases diferentes. En primer lugar, tuvieron en mente los inmensos frutos de Medjugorje, separando los mismos de la conducta particular de cada vidente en concreto. En este específico punto, tres miembros y tres expertos afirmaron que sus conclusiones eran positivas; cuatro miembros y tres expertos concluyeron que había trazos positivos, y el resto de los expertos (tres), expresaron su preocupación al encontrar pinceladas positivas mezclados con ciertos efectos negativos.

    Para la segunda fase, los miembros de la Comisión tomaron en consideración las conductas particulares de los videntes, y por ello, doce miembros declinaron dar una opinión, mientras que dos miembros decidieron opinar contrariamente a la veracidad de las apariciones. Así mismo, la Comisión señaló que los videntes de Medjugorje no habían recibido un acompañamiento espiritual intenso, y que, durante mucho tiempo, no habían estado actuando como un grupo unido, sino de forma individualizada y muy personal.

    Tornielli, entonces, manifestó que la Comisión Ruini parecía concluir que quizá fuera positivo sugerir al Santo Padre que levantara la prohibición de organizar peregrinaciones a Medjugorje, cosa que hasta ese momento se regía bajo la norma de que no era apropiado que sacerdotes peregrinaran a Medjugorje, siendo sin embargo admitido que lo hicieran solo en caso de ejecutar un simple acompañamiento pastoral-espiritual junto a sus "feligreses peregrinos".

    Al mismo tiempo, la Comisión vio oportuno que la parroquia de Medjugorje se sometiera, desde ese momento, a un control directo de la Santa Sede, para reorganizar su situación pastoral hacia una definición más concreta, (en este caso, para definir la parroquia de Medjugorje como Santuario Pontificio).

    Semejante proposición se apoyaba en motivos estrictamente pastorales. Lo que realmente se perseguía era cuidar con delicado cuidado, lleno de cariño, el acompañamiento a millones de peregrinos, con propósito de evitar la posibilidad de formación de pequeñas iglesias paralelas y problemas semejantes. Así mismo, se vio como algo esencial el proyectar un enfoque cuya transparencia financiera en la parroquia de Medjugorje, fuera correcta. "Obviamente estas medidas no implican el reconocimiento de la naturaleza sobrenatural de las apariciones", aclaró Tornielli.

    Fue en la Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, el 11 de febrero de 2017, cuando el Santo Padre Francisco, nombró al Sr. arzobispo polaco de Varsovia-Praga (Monseñor Henryk Hoser), como su enviado a Medjugorje. Un año después lo nombró Visitador apostólico de Medjugorje, con el específico propósito de mejorar la atención pastoral, ya de por sí, difícil y complicada, a causa del altísimo número de peregrinos.

    Es por ello que el presente escrito se titula Medjugorje: los primeros siete días,( con el subtítulo Toda la verdad desde el 24 de Junio, hasta el 3 de Julio de 1981). La intención del mismo es, por tanto, cubrir todos los hechos posibles que sucedieron durante aquellos impactantes primeros días, incluyendo las entrevistas realizadas a los principales protagonistas de tal período crítico, las conversaciones grabadas con el párroco del momento (Padre Jozo Zovko), y por supuesto, con los videntes.

    Hemos intentado unir en nuestro escrito y por primera vez, todo lo acaecido, la sorprendente sucesión de hechos con su trepidante expectación llena de sobrenaturalidad, incluyendo los temores lógicos del momento, las dudas, la extraordinaria determinación de los videntes y de las gentes del pueblo… En definitiva, deseamos analizar el contenido dramático y celestial que ha marcado con fortaleza el tiempo vivido.

    ¿Cómo?

    El presente escrito nace como resultado de concienzudas investigaciones, de conversaciones con los videntes y de mucha colaboración por parte de quienes participaron en esta extraordinaria aventura sobrenatural que fue la de "los primeros días". Para su elaboración se han tenido en cuenta documentos esenciales de tales momentos primarios, intentando reconstruir de forma seria y cabal los acontecimientos, con tintes de clásico estilo periodístico. Se han transcrito declaraciones, reflexiones y recuerdos de grupos que atestiguaron los acontecimientos de esos primeros y sorprendentes días, teniendo en cuenta a un grupo inicial compuesto por los mismos videntes, seis extraordinarios hombres y mujeres, a los que he podido acceder.

    Comencemos pues, con la presentación de cada uno de ellos:

    En primer lugar, he de mencionar a Iván Dragičević. Hijo de Zlata y Sanko, Iván nació el 25 de mayo de 1965 en Bijakovici, una de las cinco aldeas que pertenecen a la parroquia de Medjugorje. Tras pasar por la Escuela secundaria, trabajó en servicios de cáterin. Es uno de los videntes que aún experimentan apariciones diarias y fue escogido por Nuestra Madre para guardar en su corazón nueve secretos (hasta ahora). Así mismo, la Virgen le ha pedido orar por dos intenciones muy importantes para Ella: por los jóvenes y los sacerdotes. También le pidió que formara un grupo de oración, a lo que Iván ha respondido con fidelidad. Iván vivió momentos de cierta incertidumbre cuando, en su juventud, nació en él una preciosa vocación sacerdotal que le llevo a ingresar en dos seminarios teológicos (en el de Visoko, y en el de Dubrovnik). No obstante, vivió durante sus estudios teologales circunstancias adversas que le inquietaron, tuvo dudas y decidió con calma dejar ese camino. La vida le llevó a que en 1989 conociera en Medjugorje a una peregrina estadounidense, (Laureen Murphy), con quien, tras cuatro años de noviazgo, convirtió en su esposa (1994). Han formado una familia de cuatro hijos: Kristina Marija (1995), Mikela (2000), Daniel (2001) y Mathew (2008). Actualmente viven en Boston (USA) aunque pasan largas temporadas en Medjugorje.

    La segunda vidente es Vicka Ivánkovic-Mijatovic. Hija de Zlata y Pero, nació en Bijakovici, el 3 de Septiembre de 1964, siendo la cuarta de ocho hermanos (tiene cuatro hermanas y tres hermanos). De jovencita se preparó para trabajar en labores de fabricación textil. La Santísima Virgen le ha confiado hasta el momento nueve secretos y le ha pedido que ore por los enfermos. Vicka experimenta aún hoy apariciones diarias y tiene la dicha de haber recibido de Nuestra Madre el pedido de escribir su vida, tarea que ha cumplido, transcribiendo el dictado de la Virgen en tres cuadernos completos que un día serán editados y publicados, en la fecha que dictamine el cielo. Está casada con Mario, con quien contrajo matrimonio en enero del 2002, y con quien tiene dos hijos: Marija-Sofia (nacida en 2003), y Ante (2005). Ella y su pequeña familia viven en Krehin Gradac, una pequeña aldea cercana a Medjugorje.

    La tercera vidente es Marija Pavlovic-Lunetti, hija de Iva y Filip. Nació el 1 de abril de 1965 en Bijakovici. Estudió en la escuelita de Medjugorje y finalizó su formación como peluquera en Mostar. Al igual que Iván y Vicka, Marija aún tiene apariciones diarias, y Nuestra Madre le transmite un mensaje para la parroquia y para el mundo cada día 25 de cada mes. Recibió de la Virgen la misión de orar por los religiosos consagrados y por las almas del purgatorio. Está casada con Paolo Lunetti, un italiano que la llevó a vivir a Monza, (cerca de Milán). Fue en Milán donde contrajeron, en el año 1993, matrimonio, y son hoy padres de cuatro hijos: Michele Maria (1994), Francesco Maria (1994), Marco María (1998), y Giovanni Maria (2202). Maria y Paolo pasan largas temporadas en Medjugorje.

    Cuarta vidente: Mirjana Dragičević-Soldo. Es hija de Milena y Jozo, y nació el 18 de marzo de 1965 en Sarajevo, en donde también finalizó el bachillerato, y en donde realizó estudios sobre agricultura. Mirjana tuvo apariciones diarias hasta el día 25 de diciembre de 1982, fecha en la que Nuestra Madre le confió el décimo y último secreto. Tras el estupor inicial, fue informada por la Virgen que seguiría viéndola tan solo un día al año (cada 18 de marzo). Desde el 2 de agosto de 1987, hasta el 2 de marzo de 2020, ha tenido la dicha de recibir apariciones cada día 2 de cada mes. La Madre del Señor le encomendó orar por los "que aún no han conocido el amor de Dios" (los no creyentes). Mirjana está casada con Marko Soldo desde 1989, con quien tiene dos hijas: Marija (1990) y Veronika (1994). Vive con su pequeña familia en Bijakovici.

    Jakov Colo es el quinto vidente. Hijo de Jaka y Ante, nació en Sarajevo el 6 de marzo de 1971, aunque ha vivido desde su infancia en Bijakovici. Aprendió el oficio de cerrajero y tras su escolarización secundaria, ayudó a los franciscanos en la parroquia de Medjugorje en labores de oficina. Jakov sintió un llamado precioso para dirigir la organización benéfica conocida como "Las Manos de María". Experimenta apariciones de la Virgen solo cada 25 de diciembre en Navidad, pero hasta el 12 de septiembre de 1998 tuvo la dicha de verla a diario. Fue en esa fecha (su última aparición diaria), cuando recibió el último secreto. En esa ocasión, Nuestra Madre le prometió que la vería el resto de su vida (una vez al año, tal como hemos dicho, en Navidad). Así mismo, recibió el pedido de la Virgen de rezar siempre por los enfermos. En 1993, tras dos años de noviazgo, contrajo matrimonio con Annalisa Barozzi, una joven italiana de Asola (cerca de Mantova), a quien conoció mientras trabajó temporalmente en Italia. Ambos han formado una familia de tres hijos: Arijanna Maria, David Emmanuel y Myriam, con quienes vive en Bijakovici, aunque pasa largas temporadas en Italia.

    Y por último, está Ivanka Ivánkovic-Elez , sexta vidente del grupo. Hija de Jagoda e Iván, nació en 21 de junio de 1966 en Bijakovici. Tiene un hermano mayor y una hermana. Cuando se produjeron las primeras apariciones, Ivanka realizaba estudios secundarios centrados en temas económicos, estudios que abandonó poco tiempo después. Ivanka experimentó un gran privilegio al ser escogida por la Virgen para ser la primera vidente, pues fue ella la primera persona en verla. Tuvo apariciones diarias hasta el 7 de mayo de 1985, fecha en la que la Virgen le confió el décimo y último secreto. Nuestra Madre del cielo le aseguró que recibiría apariciones una vez al año, (cada 25 de junio), fecha fundamental en la historia de Medjugorje por ser el aniversario del comienzo de éstas. Recibió la misión de manos de la Virgen de orar por las familias. Contrajo matrimonio en diciembre de 1986 con Rajki Elez y son padres de tres hijos: Kristina (1987) y los jóvenes Josip (1990), e Iván (1994). Vive junto a su familia en la pequeña aldea de Miletina, cuya parroquia es Medjugorje.

    El segundo grupo de testigos está formado por personas cercanas a los videntes. Son gentes muy conocidas por ellos, personas que vivieron apegadas a los chicos casi a diario durante esos primeros y cruciales días, meses y primeros años. Fueron testigos que vivieron muy de cerca los acontecimientos y compartieron avatares similares a los de los videntes. Además de sus familiares y parientes, en este grupo debemos incluir también a un pequeño grupo de sacerdotes: el padre Jozo Zovko, quien era el párroco de Medjugorje y quien fue sentenciado injustamente por los militares y las autoridades comunistas del momento, a tres años y medio de prisión. No podemos olvidar a su capellán, (el padre Zrinko Cuvalo), como tampoco a vecinos, como Marinko Ivánkovic y su esposa Dragica, o Iván Ivánkovic, quienes estaban muy apegados a los videntes y que, tal como ellos, sufrieron la persecución de la policía militar. El caso de Iván Ivánkovic, -vecino de los chicos-, fue preocupante: fue condenado a tres meses de prisión por tan solo compartir abiertamente con sus compañeros (en la fábrica donde trabajaba), una curiosa anécdota: había visto con sus propios ojos girar la gran cruz de cemento instalada sobre el pico del monte Kricevak de Medjugorjge, fenómeno también vivido por un gran número de aldeanos.

    El tercer grupo de testigos está formado por personas que conocían a los videntes y que ocasionalmente estaban junto a ellos. Estos testigos vivieron muy directamente también los hechos sobrenaturales de esos primeros días tan cruciales. Sobresale entre ellos Grgo Kozina, un entusiasta trabajador radiofónico que logró realizar las grabaciones a los chicos durante las primeras apariciones. Se situaba a diario junto a ellos en la colina, observando a los videntes con gran cautela e interés, y haciendo uso de su grabadora en todo momento.

    Para la preparación del presente libro he hablado con la mayoría de aquellos testigos que aún viven y he utilizado fuentes y escritos esenciales, (como el del inspector de policía Iván Turudic, y el de la doctora Darinka Glamuzina, ambos muy interesantes.)

    También he hecho un trabajo de compilación de las grabaciones de audio que incluyen las primeras conversaciones con el párroco del momento (Jozo Zovko), con los videntes. He hecho un esfuerzo para transcribir tales conversaciones de forma literal, siendo meticuloso a la hora de no cambiar siquiera pequeños detalles gramaticales. Los niños hablan en ellas en su dialecto local llenos de excitación, expresando con inocencia aquello que estaban experimentando.

    Este último detalle aporta una especial dinámica y da pinceladas de extraordinaria autenticidad al relato que procuran transmitir los videntes.

    ¿DÓNDE?

    Cuando estuvimos en Nazaret durante nuestro viaje a Israel, en el transcurso de un paseo nocturno, dije a mi esposa: por favor, levanta la cabeza y mira el cielo…

    ¿Por qué?, preguntó observando un cielo estrellado.

    Mira… Maria observaba este mismo cielo sobre Nazaret cada noche. Todo a nuestro alrededor ha cambiado, pero solo esa vista permanece imperturbable.

    Esa noche observamos, presos del arrobamiento, ese mismo cielo que, tanto tiempo atrás fue vislumbrado por María, José y Jesús…

    Mucho ha cambiado en Medjugorje desde esos primeros días en la Colina de la Apariciones, hasta el momento de la creación del presente escrito. En primera instancia, este lugar ha sufrido una enorme transformación: ya no están las pequeñas granjas que fueron típicas de la aldea, habiendo sido sustituidas primero por pensioncitas que hubo de improvisar para poder acomodar a aquellos primitivos peregrinos, que hoy han dado paso a hoteles.

    También hemos vivido el cambio en las gentes. Los videntes, que eran muchachos muy jovencitos en el año 1981, son hoy adultos que han formado sus propias familias, con nuevas y muy serias responsabilidades familiares. Sin embargo, el cielo de Medjugorje permanece igual… Es el mismo: está alumbrado por las mismas constelaciones cuyos destellos rasgaban la noche del 24 de junio de 1981… Fue durante esa tarde cuando los primeros videntes pudieron ver, con absoluto asombro, a una muy hermosa mujer joven vestida de blanco. Los miraba posando sus pies sobre una colina desde la que se puede ver la parte superior de Bijakovici. Esa noche, el amor inmenso que sentían sus corazones, se había transformado en miedo; la gracia sobreabundaba y sus vidas se habían convertido, de un plumazo, en testimonios de importancia mundial.

    Medjugorje ha sido durante todos estos años, -incluyendo el tiempo de elaboración del presente escrito, como el tiempo que usted va a emplear para leerlo-, el único lugar del mundo en donde "el cielo se mezcla con la tierra", se une al hombre, y donde sigue sucediendo exactamente eso día a día. En este ungido lugar, el Cielo se ha rasgado, ha abierto sus venas y ha descendido, como un manto suave, sobre la tierra. Cielo y tierra se han fusionado aquí en un punto transcendente del modo más extraordinariamente místico. Hoy en día seguimos luchando por comprender lo sucedido, por racionalizarlo y lograr sacar conclusiones que nos ayuden a entender la importancia de estos abismales y sobrenaturales hechos. Uno puede creer o escoger no hacerlo, tal y como sucedió bajo el anteriormente mencionado cielo de Nazaret, en donde aún penden las mismas estrellas que sobre Jesús, María y José brillaron hace milenios, y que también fulgían sobre los que decidieron creer o no creer…

    Mientras este libro se desgrana, debemos entender también que esto no es lo crucial. Para mí, como periodista y publicista que ha escrito exclusivamente sobre religión y sobre tópicos religiosos durante los últimos 30 años, el desafío que tenía delante era el de ser capaz de recolectar, procesar y documentar, material como el que la Comisión dirigida por el cardenal Ruini consideró de valía sobre los primeros días de las apariciones. Deseo que sirva al menos para aportar información crucial a la Iglesia. Desde la perspectiva del cielo que cubre Medjugorje, no tiene importancia el cuándo sucederán los hechos desconocidos presagiados; yo diría que incluso la duda de si pasarán o no algún día. ¿Por qué digo esto?: simplemente porque la visible y tangible Iglesia, que sana al mundo a través del poder de los Sacramentos, vive ya en Medjugorje.

    De todas formas, se vea como se vea, esos primeros días son importantes para entender todo lo que ha venido sucediendo después. En primer lugar, hay que analizar que cada día era cargado con el simbolismo de tiempos y eventos que condensaban importantes acontecimientos, que, a lo largo de los años, se han ido descifrando poco a poco. Son muchos los misterios escondidos e incomprensibles que se han ido sucediendo. (Para entenderlo, debe usted seguir leyendo…) Los primeros días fueron, por tanto, vitales. En ellos se revelan las cosas asombrosas que sucedieron en un momento de encontronazo entre el cielo y la tierra. Y ahí se sucedieron acontecimiento de inmenso poder e importancia: desde la inédita y misteriosa elección de los videntes, o la ausencia, ese preciso día, del párroco local por motivos pastorales. O como la exclusiva transmisión oral de todo lo que iba sucediendo durante esos primeros días (dado que un rayo había desparramado todo su poder sobre la oficina de correos y decidió achicharrar las líneas telefónicas de todo el pueblo).Y como esto, muchas cosas más.

    A pesar de todo estos sucesos, desde esos primeros días, miles de personas se sintieron atraídas hacia el lugar, hacia los acontecimientos, (¡y eso a pesar de la grave persecución militar y policial!) Las autoridades comunistas no estaban contentas… Eran muchos los obstáculos, pero la verdad es que las apariciones continúan hoy; siguen su misterioso curso y probablemente seguirán cuando usted finalice usted de leer este libro.

    Los primeros días de las apariciones nos afirman que, cada vez que venimos a visitar Medjugorje (incluso si es la primera vez que lo hacemos), aún debemos mirar hacia ese cielo estrellado que cubre el Podbrdo (la Colina de las Apariciones), no olvidando nunca que ese cielo de Medjugorje, es el mismo cielo ayer, hoy y mañana.

    Es el cielo bajo el cual el tiempo, la historia, las personas y los destinos, el hombre y su fe, han cambiado.

    Darko Pavicic

    Prólogo de María Vallejo-Nágera para el lector de lengua castellana

    Mi padre fue un extraordinario psiquiatra español a quien quise muchísimo. Y como intelectual que era, (también fue autor de muchos libros, tratados de medicina y cientos de artículos médicos que le procuraron enorme popularidad), su mente se regía por una capacidad de raciocinio y de cabezonería por probar todas las cosas, contra la que era mejor no luchar.

    No fueron pocas las veces que, siendo muy niña, le preguntaba por las cosas de Dios, de Jesús y de su Madre, pero quiso la vida alejarle de estas cosas divinas que, con el paso del tiempo y el crecimiento de los éxitos profesionales como médico y escritor, dejó de lado. Y pasó el tiempo, llovió mucho, y llegaron nubarrones a nuestras vidas, arrebatándomelo a la temprana edad de 64 años tras recibir el mazazo de un cáncer de páncreas monumental, que se lo llevó al cielo con premura. El pobre, ya muy deteriorado, atiborrado de quimioterapia y grandes dolores, lloró al darse cuenta de que nunca me había hablado de Dios, ni había luchado por que cuidáramos ese precioso regalo que es la fe católica.

    Cierto es que siempre fuimos los domingos a misa e intentábamos cuidar las celebraciones navideñas, atendíamos a las Primeras Comuniones y Confirmaciones varias; pero también tengo que decir que nunca le vi confesar, ni acudir a un retiro espiritual, ni como decía, jamás me habló de Dios. Pero ese cáncer, que en un principio tildé de maldito, resultó ser, (increíble pero cierto), un verdadero regalo de Dios para su alma y su salvación. Porque gracias a ese páncreas dañado, mi padre se convirtió, se arrepintió de los defectos o pecados que pudo cometer, y murió con todos los regalos que ofrece la Iglesia católica a los moribundos. Yo, ignorante, pensé que el pobre los pedía a causa de la morfina que le aplicaron durante los últimos días de su vida con el fin de adormecer su sufrimiento fisico.

    No te olvides nunca de Dios, me dijo antes de perder la conciencia. Te he hablado muy poco de Él… ¡Cuánto tiempo perdido, hija!

    Pero papá, le contesté con esa soberbia que acompaña al ignorante espiritual. ¿Cómo te puedes preocupar tú de esas cosas ahora? Duerme hoy tranquilo y no te agites con ese tipo de pensamientos. ¿Qué iba a decirle, si yo ya no pisaba una iglesia? ¡Pero si solo la pisaba para bodas y bautizos! Y el pobre marchó hacia el cielo, convencido de que nos había educado espiritualmente poco y mal.

    Pasaron los años… Me convertí en madre y la vida me llevó a vivir a Londres, en donde una amiga anglicana (¡tuvo que ser una persona no católica!), me habló por primera vez de Medjugorje. Corría el año 2000 y una muy cruenta guerra había asolado los Balcanes. Yo quedé perpleja con el relato sobre el fenómeno Medjugorje que me relató mi amiga… ¡Me enumeró los fascinantes y a la vez disparatados (para una mente racional), los sucesos ocurridos ese bendito lugar! Sobra decir que no creí un solo átomo de su peculiar historia, a la que describí como "interesante pero probablemente falsa". No obstante, tras despedirnos esa tarde, todo lo que me había relatado me quedó como tintineando por el cerebro… La campanita de la Virgen había comenzado a agitarse en mi corazón…

    Llegué a casa algo aturdida, bañé a los niños y los di de cenar. Mi marido me observó silencioso. ¿Qué te pasa?, me dijo. Nada, contesté. Cosas mías… Él es un hombre muy bueno, ¡y era mucho más creyente y cumplidor que yo con las cosas de la fe! Nos habíamos casado por la Iglesia católica, pero poca diferencia hubiera sido para mí casarme en el Ayuntamiento. No obstante, por seguir el "flow" social y religioso de mi entorno, decidí pasar por el altar y dejar contento a todo el mundo.

    Llegó el momento de ir a dormir y, envidiando a mi marido, vi como caía en un profundo sueño a mi lado. Sin embargo, yo no podía dormir… No atinaba a pillar los motivos reales de mi incómodo insomnio, y entonces comencé a dar vueltas… Las palabras de mi amiga Kristina sobre Medjugorje me pululaban por dentro. Por aquel entonces yo no rezaba (no sabía ni lo que era la oración del Santo Rosario), y tampoco me comunicaba con Dios. Digamos que, simplemente, le ignoraba…

    Y entonces sucedió algo que nunca he contado, que jamás he querido compartir con nadie y que, a raíz del maravilloso libro que sostiene entre sus manos, me he visto obligada a arrancar del escondite de mis secretos. Serían las 2 de la madrugada cuando, de golpe y porrazo, y sin explicación alguna, regresó de mis olvidos de niña, una escena que tenía enterrada y que hacía referencia a mi padre.

    Y ahí brotó, como de la nada, la imagen una niña inocente de 8 años. Esa niña era yo. Niña inocente en cuyo colegio no lo pasaba demasiado bien, (había compañeros de clase que no me procuraron una vida agradable). Sin embargo, una compañerita con la que hablaba en los recreos me habló de que "su mamá le había contado que, en un país pegado a España, tres pastorcitos habían visto y habían hablado con la Virgen María. Aquello me dejó perpleja… Yo, por aquel entonces acababa de hacer mi Primera Comunión, pero nadie me había hablado jamás de los sucesos de Fátima, ni de Lourdes, ni de ningún otro lugar. Y así, con el corazón encendido y lleno de preguntas, llegué a casa tras la estancia en el colegio, en donde esperé impaciente a la llegada de mi padre, ese gran médico al que yo adoraba y admiraba hasta el infinito. En mi inocencia pensé: como papá todo lo sabe, me contará si es verdad lo que me ha dicho mi amiga del recreo." Pero mi padre, (que llegaba tarde y cansado a casa a causa de los muchos pacientes a los que atendía en su consulta), no tenía ganas de compartir conmigo información sobre las cosas sobrenaturales.

    No digas tonterías, niña, me espetó de golpe.

    Pero papá…, insistí. ¿Y si es verdad lo que dice mi amiga? ¿Y si esos niños han visto de verdad a la Virgen y nosotros no visitamos el lugar? Nos vamos a perder una historia tan bonita…

    Mi padre echó una carcajada al aire, me dijo que me quería mucho, y me explicó que él nunca había visitado Fátima y que no le había pasado nada por ello. Fue la primera vez que oí mencionar ese nombre. También me dijo que no tenía tiempo ni ganas de perder días de trabajo andando por ahí.

    Tengo demasiados enfermos que cuidar, contestó. Tú, mientras tanto, preocúpate de las matemáticas y estudia. Me encogí de hombros y bastante decepcionada, regresé a mi cuarto.

    Nada me atreví a decir de Fátima nunca más por los recovecos de mi casa. Ni siquiera con una persona que trabajaba con nosotros como empleada de hogar, que me quería con locura, y que sé que era creyente. Simplemente, mi padre había retirado de sopetón mi incipiente interés y mis ganas de conocer ese espléndido lugar lleno de la gracia de Dios.

    Transcurrieron más y más años…

    Entonces un día, rayando ya los 15 años y mientras veía la televisión junto a mi padre, (¡en pleno telediario de las 3 de la tarde! Qué tiempos aquellos…), salió una noticia que me sumió en el más profundo de los asombros. La imagen televisada mostraba a un grupo de niños en un pequeño pueblo perdido de Bosnia, en donde una de las niñas (sé que era la vidente Mirjana porque su rostro jamás se me ha borrado de la memoria desde entonces), jugaba al corre y pilla con sus amigas. Aquello me dejó boquiabierta... El comentarista decía que, "unos supuestos videntes habían comenzado a proclamar en ese pueblecito perdido entre montañas, que veían a la Santísima Virgen, y que les estaba transmitiendo unos secretos importantes para la humanidad". El nombre de la aldea fue pronunciado, pero lo olvidé a los dos segundos debido a su complejidad fonética.

    Papá…, susurré señalando la pantalla en blanco y negro. Mira, esto es como aquello que te mencioné de pequeña… El comentarista dice que…

    Papá me interrumpió de forma brusca. Menudas memeces. De haber estado yo ahí, hubiera hecho de inmediato los estudios psiquiátricos pertinentes y hubiera dictaminado que se trata de histeria colectiva entre un pequeño grupo de adolescentes turbados por las hormonas.

    Sonreí y puse los ojos en blanco… Ahí estaba mi astuto progenitor y su raciocinio psiquiátrico… Sin embargo, y a pesar de que jamás volví a mencionar el tema, (como tampoco lo hizo ningún telediario más en España), aquella escena se me había quedado grabada y plasmada, como una cicatriz permanente, en el corazón.

    Esa niña rubia que saltaba a la comba me había parecido guapísima. Tenía ojos verdeazulados preciosos, y su rostro irradiaba una felicidad que no se podía describir con palabras. Me pareció entender que era, a todas luces, una niña absolutamente normal. Reía a carcajadas con sus amigas, corría al pillapilla con ellas, y también saltaba a la comba. ¿Y si esto es verdad?, pensé. De serlo, desearía hablar algún día con ella. Sé que intuí, en lo más profundo de mi corazón, que aquello duraría, que Dios tenía algo que ver en el asunto y que se descubriría la verdad. Lo que no pude imaginar fue que, tal como se me había grabado tal escena en el corazón, se borró de mi mente en muy pocos días para regresar en un futuro desconocido y en el momento menos esperado de mi vida.

    ¡Y pasaron los años otra vez! Ya he relatado el arrepentimiento sincero que mostró mi pobre padre en la enfermedad final de su vida, las veces que me rogó que le perdonara por no haberme hablado de Dios. Fui testigo de cómo recuperó su fe de niño, una fe preciosa que, a través de tantísimo estudio y tal cantidad de oposiciones en medicina, habían ido nublando sus entendimientos sobre Dios.

    Viviendo en el Londres de 1999, ya casada, con tres hijos pequeños, hice amistades nuevas. Y una amiga anglicana, de la forma más inaudita, me nombró el lugar. Quiso Dios que así fuera, y que el recuerdo de aquella noticia televisada regresara a mi corazón a lo largo de una extraña noche de insomnio. Me pregunté muchas veces, entre vuelta y enredos de sábanas, si mi amiga Kristina se estaba refiriendo al mismo lugar que antaño despertó de aquella manera mi curiosidad… No tardé en preguntarle en qué país había sucedido aquello. Su respuesta me dejó perpleja: en la antigua Yugoslavia, dijo.

    No había remedio… Tenía que ir, ¡pero me revelé! Y ahí entraron todas las dudas, toda la batalla espiritual que el maldito demonio despliega para machacar una cabeza pensante, para llenarla de todo tipo de dudas, de soberbia racionalista y de quejas contra lo "improbable según un laboratorio". No me valían los argumentos de Kristina y sin embargo…, ese recuerdo, esos ojos verdeazulados, regresaron esa noche de insomnio a mi alma.

    Si es usted conocedor de la lengua castellana, el resto de le mi historia ya la sabe. ¡He dado tantas conferencias sobre mi conversión, que ya he perdido la cuenta! Muchos de mis testimonios están subidos a youtube, y por ello sabe que Krisitina Rogge ganó una gran batalla a mi favor: me arrastró con su dulzura a Medjugorje, en donde Dios desparramó su amor de Padre sobe mí como una cascada de bendiciones que aun me tienen temblando…

    Yo sólo puedo decirle una cosa, querido lector: llegué al lugar en un mayo soleado del 2000 refunfuñando, con cara de malas pulgas, y palabras molestas y desagradables saliéndome por la boca. ¡Fui una peregrina española precoz y petarda! No me dejaba de quejar por todo: "que si no quepo en la cama, que si no duermo porque la almohada es dura, que si no me gusta este lugar, que si lo que aquí se cuenta es mentira, que si esto se trata de un timo absurdo…" Piense y critíqueme lo que quiera, porque todo se lo acepto y por todo le pido perdón con toda la fuerza de mi corazón.

    Es mucha la gente que me pregunta si vi algo sobrenatural por mi paso por Medjugorje y la respuesta es: NO. Nada vi fuera de lo normal; nada que mis sentidos no hubieran captado con anterioridad por las sendas de mi vida material y física. No obstante, mi alma se pegó el susto de su vida, porque despertó a la realidad de mi pecado, mi soberbia y mis dificultades para alcanzar el cielo. ¿Qué hubiera sido de mi alma de haber fallecido entonces? Mi destino no hubiera sido el cielo… ¿Un purgatorio bien feo, quizá? Sí… Quizá, sí.

    No despiste el destino de su eternidad, querido lector. La vida es corta, pero la eternidad es infinita. No podemos ya perder tiempo: apremia nuestra salvación; apremian los regalos infinitos que nos caen de golpe en los Sacramentos. Ame a su iglesia, aprovéchese de la inconmensurable belleza de lo que verdaderamente es el Sacramento de la Confesión…

    Y hablando de la Confesión: ¿sabe que Medjugorje es considerado el pulmón de la Confesión en el mundo? ¡Ah!, ¿Qué aun no lo sabe? ¿A qué espera entonces…?

    Visite el lugar y déjese mimar por la Santísima Virgen. Ella, tal como me pasó a mí, le está esperando impaciente en ese lugar escogido desde el cielo con pinzas. Ella le está llamando con su dulce y tierna voz de Madre para enseñarle las cosas maravillosas de su Hijo Jesús. Con la llegada de la pandemia del Covid 19, piense que el tiempo apremia. Dese prisa para enamorarse de Dios y no pierda más el tiempo. Déjese amar por Ella en Medjugorje.

    Con todo mi cariño, siempre,

    MARÍA VALLEJO-NÁGERA ZOBEL

    (Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, Escritora y profesora de Estudios Bíblicos en el Museo del Prado de Madrid)

    Madrid, a 19 de Julio de 2021

    EL PRIMER DÍA: 24 DE JUNIO, 1981

    Hemos visto a la Virgen

    En esa tarde de octubre, en Medjugorje aún perduraba la suave caricia de calor que arrastra los últimos retazos del verano. Acompañado por la brisa, salí a pie desde el corazón del pueblo hacia la casa de Marinko Ivánkovic. Ya había sido avisado de que le reconocería si me detenía a los pies del Podbrdo, en donde aún perdura la vieja casa de la familia de Vicka. "Una vez ante la puerta de esa casa, si miras hacia la derecha y sigues el camino que conduce a la Cruz Azul, verás una casa en donde un cartel lleva escrito -Draga y Marinko-", me dijeron. Es ahí precisamente en donde reside el matrimonio, en una casa en la que ofrecen acomodamiento a los peregrinos.

    El monte Podbrdo, está situado en la aldea de Bijakovici, pegada a la parte norte de Medjugorje. Sólo 2 kilómetros separan esa pequeña aldea de la Iglesia de Santiago, situada a su vez en el corazón de Medjugorje, lo que hace que se necesite aproximadamente media hora para alcanzar la falda del monte a pie. En ese camino me cruzo hoy con grandes o pequeños grupos de peregrinos, siempre andando con expectación hacia la colina conocida como "La Colina de las Apariciones; algunos van de camino y otros están de regreso, pero curiosamente casi todos portan un rosario en la mano. Este hecho es extraordinariamente inusual para el resto del mundo. Sin embargo, en Medjguorje es una costumbre, un hábito general que no avergüenza a nadie…. Digamos que es un acto natural", y no es por ello extraño ver a gente entrando en las tiendas con rosario en la mano o colgando del cuello, o simplemente pasando sus bolitas entre los dedos de una mano mientras oran ensimismados en su paseo.

    No había en ese momento tan primario en Medjugorje, casas de huéspedes ni hoteles. Hoy suelo recordar esa imagen cuando camino por Medjugorje: las casitas humildes que salpicaban cada calle en aquellos años, con sus patios y jardines, llenos de enredaderas y plantas de tabaco. Añoro aquellos rostros de buenas gentes que jamás soñaron vivir algo tan inusual como lo que les tocó vivir, tanto a ellos como a sus familias y a su pequeña aldea; un lugar remoto de Herzegovina en el que no se sospechaba que algo así cambiaría, de un plumazo, el humilde lugar, hasta convertirlo en el centro espiritual más importante del mundo. Porque Medjugorje, desde ese extraordinario día, sufriría un antes y un después en la vida de millones de personas provenientes de los más recónditos rincones del globo.

    Camino hacia la casa de Marinko Ivánkovic, -el vecino tan cercano a los videntes-, y no puedo evitar pensar en las preguntas que me pululan por el corazón. Él vivió muy de cerca los acontecimientos de esos primeros días de las apariciones, tan llenos de asombrosas e increíbles incógnitas. ¿Cómo es posible que la Santísima Virgen María, Madre de Nuestro Señor, ¿se haya aparecido precisamente en este lugar y en ese momento histórico? ¡Ni más ni menos que a un grupo de niños sencillo y común! No me cabe en la cabeza… ¿Qué fue lo que sucedió mientras trepaban las piedras punzantes de un monte rocoso? ¿Y dónde se puede entender la razón por la que la Virgen les escogió precisamente a ellos, cuando pudo ser a otros más y mejor preparados espiritualmente? Me preguntaba si todo se pudiera tratar de la imaginación de unos muchachos soñadores… Pero ¿y si no fuera así? ¿Quizá fue verdad que Nuestra Madre se les apareció? Me moría por saber lo que pudo pensar en esos momentos cruciales un hombre adulto como Marinko Ivánkovic.

    ¿Qué pensaría sobre lo que los chiquillos aseguraban estar viviendo? ¡Pero si eran tan solo unos niños de cuyas bocas brotaba una historia fascinante!

    Marinko no cree a Vicka ni a Marija

    Marinko Ivánkovic es sin duda una de las personas esenciales en aquellos primeros días de las apariciones en Medjugorje. Estuvo con los chicos sin descanso, acompañándolos cada día en la subida del Podbrdo y también en cada bajada. Les ayudó a trepar por las afiladas y resbalosas rocas, los protegió y fue capaz de conversar sobre todo lo acontecido con cada uno de ellos. Tuvo una cercanía muy parecida a la que tuvieron un pequeño grupo de adultos, que vivieron la dicha de estar muy cerca de los videntes, (incluso tanto como los padres de los chiquillos). Los niños, a todo esto, no descansaban… Cada día, desde aquel inolvidable 24 de junio de 1981, se reunían con Nuestra Madre en Bijakovici, esa pequeña quinta aldea que pertenece a la parroquia de Medjugorje en tierras Herzegovinas.

    - "Dado, pregunté al hijo menor de Draga y Marinko. Dónde está tu padre?" Yo conocía a Dado desde hacía tiempo. Sabía que trabajaba como destilador de un tipo de brandy exprimido de uva madura, una afición que le llevaba su tiempo en el patio posterior de su casa. Estaba en ese momento utilizando una motosierra que producía gran estruendo al serrar madera vieja, cuyos troncos luego colocaba bajo la rejilla del fuego en donde calentaba, con lenta y delicada destreza, el nuevo brandy.

    - "Está dentro de casa. Ahora lo llamo…", me dijo al subir hacia la terraza que conducía a la entrada de la casa. Ahí me tope con Draga, su madre impedida, sentada en su silla de ruedas. ¡Pásate luego por nuestra barbacoa!, exclamó.

    "Recuerda que nuestra costumbre es invitar a una barbacoa cuando se ha destilado el brandy… ¡Y hoy estás de suerte!", añadió Dado mientras me veía fundirme en un cálido abrazo con su madre.

    Marinko Ivánkovic me dio un fuerte apretón de manos. Hombre de complexión firme y piel tostada, porta una mirada franca y clara, capaz de iluminar su rostro endurecido por sus largos 70 años.

    - "Recuerdo todo como si fuera ayer", dijo invitándome con un gesto de la mano a sentarme en una de las sillas del comedor. El ruido de la motosierra comenzó a tronar de nuevo desde el fondo del patio…

    Marinko trabajaba en un garaje de reparación de choches en Móstar, cuando los acontecimientos sobrenaturales invadieron la pequeña aldea en el verano del 81. Su día consistía en acudir temprano en su coche al garaje de reparaciones de Móstar, pequeña ciudad medieval de gran hermosura situada a 20 kilómetros de su aldea. Solía llevar en su coche a vecinos que, por motivos laborales, necesitaban transporte, o a niños que debían acudir a Móstar para atender la escuela, no teniendo otro medio para llegar a destino. En la mañana del segundo día de las apariciones, (el 25 de junio del 81), Marinko había ido a Móstar con su esposa Draga, acompañados por Vicka Ivánkovic y Marija Pavlovic, muchachitas que vivían en las calles vecinas a

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