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Cuando los días dan que pensar
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Cuando los días dan que pensar

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"Diario remanso: encuentros, acontecimientos, lecturas... Intuiciones. El destello de una anécdota. Una angustia, una esperanza. No la crónica; su decantación. Vino posado. O el instante de una mariposa. O un latido. O Dios pasando, como un golpe de viento, como una brisa. Nuestra historia en sus horas: los kairós que uno detecta. El círculo concéntrico del remanso. Y el borboteo del manantial".
En la presentación de estos textos, José María Díez-Alegría afirma que son memoria "pletórica de sentido, de fuerza, de suavidad, de dolor, de comunicación de vida y de afectuosa identificación con los pobres y oprimidos del Araguaia". Su autor -sigue diciendo- "es uno de los obispos contemporáneos que más ha conseguido hacer realidad la consigna de Jesús a sus discípulos: "Vosotros, no os dejéis llamar rabí, porque uno solo es nuestro Maestro; vosotros sois todos hermanos. No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar instructores, porque uno solo es vuestro Instructor, el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor" (Mt 23,8-11)".
Memoria de sufrimiento y de compromiso. Memoria de fidelidad al evangelio y a los pobres. Memoria preñada de la esperanza del Reino.
IdiomaEspañol
EditorialPPC Editorial
Fecha de lanzamiento1 jun 2013
ISBN9788428825740
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    Cuando los días dan que pensar - Pedro Casaldáliga

    PEDRO CASALDÁLIGA

    CUANDO LOS DÍAS

    DAN QUE PENSAR

    Memoria, ideario, compromiso

    PRÓLOGO

    Don Pedro Casaldáliga, autor de esta «memoria, ideario, compromiso», pletórica de sentido, de fuerza, de suavidad, de dolor, de comunicación de vida y de afectuosa identificación con los pobres y oprimidos del Araguaia, es uno de los obispos contemporáneos que más ha conseguido hacer realidad la consigna de Jesús a sus discípulos: «Vosotros, no os dejéis llamar rabí, porque uno solo es nuestro Maestro; vosotros sois todos hermanos. No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar instructores, porque uno solo es vuestro Instructor, el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor» (Mt 23,8-11).

    Por eso hay que leer su testimonio con enorme respeto y cariño. No es un libro para ser leído de un tirón, como una novela, sino para ser degustado a sorbos, día tras día, con sosiego y con callada reflexión. Como un agua mansa y fecunda que empapa la tierra.

    Son una serie de noticias y reflexiones, agrupadas por meses, desde febrero de 1983 hasta diciembre de 1989. No están los pasajes correspondientes al periodo que va del final de julio hasta el 26 de septiembre de 1985, porque fueron publicados en el libro Nicaragua, combate y profecía. En vez de hacer comentarios a las palabras de Pedro Casaldáliga, quiero anotar un pequeño florilegio de las mismas como introducción a la lectura del memorial íntegro.

    Escribe en agosto de 1984: «Fernando Sebastián, ahora Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, ha estado aquí unos días... Hemos hablado y discutido. Tan cerca siempre Sebastián y otros amigos, a veces surge un mar océano entre nosotros: el Primer Mundo / el Tercer Mundo, la Iglesia aquí / la Iglesia allá, la política real / la política posible o la inevitable... El Vaticano, Juan Pablo II, la teología de la liberación, etc., etc.La fe, insiste Fernando, el bautismo, es un real morir en Cristo para vivir ya escatológicamente muertos y resucitados. Hemos sido lanzados, en Cristo, del lado de allá; en la eternidad del Dios vivo. Pero viviendo aquí todavía ¿no?, replico. Asumiendo, como Jesús, el hoy de la historia humana, el desafío personal y comunitario del tiempo. Por ahora solo podemos vivir el más allá .... acá. Yo le pido a Fernando que no sean asépticos en demasía, y que reconozcan que hay un Primer Mundo a costa de un Tercer Mundo; que la Iglesia en ese Primer Mundo, para no dejarse absorber por el pecado del mundo, ha de ser más evangélicamente escandalosa que la propia Iglesia del Tercer Mundo».

    Escribe en diciembre de 1985: «El Sínodo ha sido una de cal y otra de arena. El Concilio (como era de esperar en la lógica de la fe y hasta de la teología) sigue desafiándonos, luminoso y fecundo; aunque no definitivo. Soñar con un Vaticano III o con un Jerusalén II no tiene nada de menos cristiano, contrariamente a lo que han escrito en estos días algunos quizás menos románticos, quizás más pusilánimes, tal vez demasiado fieles. Don Ivo, que no es un romántico precisamente, ha definido el Vaticano II como una luz, no como un límite. Don Aloisio, que es un convertido por la dramática pobreza del nordeste, ha anunciado categóricamente que la Iglesia del futuro será la Iglesia de los pobres; la que se identifique con ellos como Cristo pobre». Unas líneas después, refiriéndose a un viaje, hace esta anotación: «Para el bus y, cuando subimos de nuevo, el chiquillo que viene a mi lado me ofrece un caramelo. Diálogo infantil-episcopal. No sé bien por qué, pero sé que nos hemos entendido sin palabras».

    En febrero de 1987 hace esta anotación: «El libro del dominico sudafricano Albert Nolan se titula, en el texto original, Jesús antes del cristianismo. Y es un tipo diferente de biografía de Jesús. Busca con fuerza de captación y sobre la base de una buena erudición bíblica, quién es ese hombre, cómo fue, de hecho, el alma, la vida de Jesús. Cuáles sus motivaciones mayores. Uno siente, leyendo este libro vigoroso, que todos los cristianos nos deberíamos preguntar revisando nuestra fe: antes de mi cristianismo, el que yo me he forjado, quizás huyendo de la cruda verdad evangélica, quién fue realmente Jesús; qué vivió ese hombre único; cómo afrontó su tiempo, la historia aquella, la vida humana. Mi cristianismo, el que yo me he fabricado, el que yo he heredado en buena parte también, posiblemente ha deformado mucho a Jesús. El era otro. Otros debemos ser sus seguidores para serle fieles. Los propios evangelios han de ser leídos conjugadamente, confrontados; a la luz de la crítica y a la luz de la fe. Entrar en el misterio personal de Jesús es una inconmensurable aventura, pero sobre todo un don».

    En junio de 1988 anota: «Estoy en Roma desde el día 15... He tenido un encuentro conjunto con los cardenales Gantin y Ratzinger y secretarios suyos: Una hora y media de interrogatorio y diálogo, no sé bien en qué proporción... He estado con el papa, Juan Pablo II, de 15 a 17 minutos... El papa ponderó, sí, el bien de la unidad en la Iglesia; la comunión y la comunicación, no solo con él, sino también con sus colaboradores. Comunión y colaboración que ojalá creciesen, abiertas y libres, de ambos lados, digo yo; para bien de la Iglesia de Roma, de las Iglesias particulares, de toda la Iglesia. Ha apoyado el compromiso social de la Iglesia, ha reconocido repetidas veces la situación de injusticia en que vive Brasil, hemos hablado de la pastoral de la Prelatura. En su bendición, al final del encuentro, ha subrayado sobre todo por los perseguidos».

    En junio de 1989 escribe: «Finalmente, el veterano moralista Bernhard Häring, el mayor moralista católico de este siglo a mi entender, y que tanta luz y tanta paz ha traído a tantos, resuelve publicar sus memorias. Concretamente, su dolorosa experiencia con el ex Santo Oficio. Es una estremecedora confesión de fe y de libertad de un gran teólogo casi moribundo... Häring pide al papa que anule durante un par de años las actividades de la antigua Inquisición, para dar paso a una reestructuración profunda del Dicasterio, y propone una especie de amnistía para la Iglesia... Que Dios se derrame como un río de paz sobre los últimos días, luminosos y enteros, del buen maestro de la caridad».

    Las últimas líneas de la memoria son de diciembre de 1989: «Es Navidad. Es martirio y es invasión de Centroamérica. La paz no acaba de llegar, aun queriéndolo tanto Dios y necesitándolo tanto nosotros. Dios es solo Amor. Nosotros somos amor, egoísmo y miedo... ¡pero también esperanza!».

    En enero de este año 2005, el relevo del catalán Pere Casaldáliga, obispo de São Félix de Araguaia –en el Estado de Mato Grosso–, enfrenta al Vaticano con esta diócesis brasileña y pobre, dice Oriol Domingo en La Vanguardia de Barcelona, el 13 de enero de 2005.

    Transcribe un diálogo telefónico, en que la voz del obispo Casaldáliga sonaba serena e inteligible:

    –¿Hay un pulso entre e Vaticano y la diócesis?

    –No. Se trata de un pulso entre el evangelio y todo lo demás. La Santa Sede, en su día, aceptó mi renuncia, pero me pidió que continuase hasta que llegara mi sucesor. Hace unas semanas, el nuncio Lorenzo Baldisseri envió a un obispo, que estuvo muy cordial y fraternal, para preguntarme adónde me iría, porque, si me quedara en São Félix, causaría –según dijo literalmente– un constreñimiento al nuevo obispo. Después, el equipo pastoral, reunido en asamblea, aprobó el pasado lunes un documento en el que expresan su disconformidad, compartida por millones y millones de católicos, con el modo en que se efectúa el nombramiento de un obispo, sin participación de la Iglesia afectada ni del obispo anterior. El documento también manifiesta su respeto por mi disponibilidad a marchar de la diócesis, pero recalca que no puede aceptar que mi salida sea condición sine qua non para la venida del nuevo obispo. Les suena a expulsión. Y, como se dijo en la asamblea, la comunidad no quiere que expulsen al abuelo viejo y enfermo que soy yo.

    –El Vaticano debe observar estos hechos con preocupación.

    –Nosotros insistimos en que no se trata de drama alguno, que no queremos declarar la guerra a nadie, que queremos llevar las cosas en paz. Pero también decimos que es un derecho y un deber de conciencia manifestar una vez más que estamos en contra de un sistema de nombramientos episcopales que es secretista y autoritario, que no respeta el caminar y la opinión de las Iglesias locales. Nos parece un sistema no solo poco democrático, sino poco evangélico.

    –¿Y qué dice el nuevo obispo?

    –El nuevo obispo ha sido nombrado, pero no sabemos quién es. El equipo pastoral, y creo que su lectura es correcta, supone que no debe ser muy de nuestra línea, porque si lo fuera no tendría inconveniente en encontrarse conmigo. Por nuestra parte –se dice en el documento aprobado el lunes–, recibimos al nuevo obispo con toda amistad fraterna, con espíritu abierto y con la esperanza de que podremos continuar manteniendo la misma opción de nuestra Iglesia, que es la línea renovadora del Concilio Vaticano II, de la teología latinoamericana de la liberación, de la opción preferencial por los pobres.

    –¿Cómo prevé que va a terminar todo esto una vez que el conflicto ha saltado a la prensa internacional?

    –Ja, ja, ja. Yo tengo varias cosas. Tengo edad, y eso significa una cierta experiencia. Sobre todo tengo esperanza y, a pesar de todos los pesares, sé que la historia continúa y que el Reino de Dios continúa. De modo que nos tomamos las cosas con bastante esperanza y hasta con bastante sentido del humor, aunque pueda haber problemas, tensiones y, de hecho, ya ha habido lugares donde se ha desmantelado todo un proceso de liberación cristiana.

    –Y si el Vaticano insiste en que usted tiene que marcharse, ¿qué hará?

    –Yo pensaré no solo individualmente, sino también con el equipo pastoral y con el pueblo. Si veo que causo constreñimiento al nuevo obispo, pues me voy, no hay problema. No quiero que parezca que yo soy dueño de esta Iglesia y que me están arrancando una propiedad. No es eso, de ningún modo. Concluye mi mandato de obispo, y yo acabo, y se acabó.

    –¿Consultará la decisión, entonces, con los miembros de la diócesis de São Félix de Araguaia?

    –Sí, quiero que mi decisión sea adoptada con los agentes de pastoral y con el pueblo. Hace ya tres años que estamos preparando al pueblo para la sucesión y, con toda sinceridad, hemos cuidado mucho evitar tensiones, traumas, comparaciones. Así, juntos lo acabaremos de pensar y rezaremos. Quizás el nuevo obispo sea una persona discreta, sensata y serena con la que se pueda hablar y decirle: «Si usted cree que le puedo ayudar una temporada, me quedo; si usted prefiere que me vaya, me voy ya» ¹.

    El autor de este prólogo se siente identificado con Don Pedro Casaldáliga e invita al lector a adentrarse pausadamente en esta «memoria, ideario, compromiso» en estos días que vivimos, que verdaderamente «dan que pensar».

    JOSÉ MARÍA DÍEZ-ALEGRÍA

    NOTA PRELIMINAR

    Este diario tiene sus antecedentes: Creo en la justicia y en la esperanza (1975), La muerte que da sentido a mi credo (1977) y En rebelde fidelidad (1983), todos editados por Desclée de Brouwer, Bilbao.

    Termina este diario en diciembre de 1989. La vida ha continuado, y los días siguen dando que pensar.

    1983

    FEBRERO

    Diario remanso: encuentros, acontecimientos, lecturas... Intuiciones. El destello de una anécdota. Una angustia, una esperanza. No la crónica; su decantación. Vino posado. O el instante de una mariposa. O un latido. O Dios pasando, como un golpe de viento, como una brisa. Nuestra historia en sus horas: los kairoi que uno detecta. El círculo concéntrico del remanso. Y el borboteo del manantial.

    Lutero decía que las Bienaventuranzas determinan quién se queda del lado de Jesús y quién se queda del otro lado. La palabra de las Bienaventuranzas «determinó» a los discípulos. Por aceptarlas, más o menos, se hicieron tales. En un primer momento, menos; paulatinamente, más; totalmente después.

    El muchacho, con vocación quizás para el sacerdocio y venido de una familia indiferente y de una primera juventud demasiado «natural», reconoce ahora, ya tocado por la llamada, que hay que «asumir la inseguridad como un riesgo que se paga normalmente en el servicio del Reino».

    Yo ensancho el corazón

    en círculos concéntricos.

    Sandino levantó contra los marines yanquis «el ejército de los descalzos». Desde Sandino hasta hoy, la revolución sandinista –liberadora de las mayorías pobres– viene buscando la «redención de los oprimidos».

    «Entre cristianismo y revolución no hay contradicción» es un eslogan de la diaria tensión a que se sienten sometidos los cristianos revolucionarios de Nicaragua por la incomprensión u opción burguesa de cierta jerarquía, de ciertos sectores de las Iglesias.

    Teófilo Cabestrero nos recuerda oportunamente el poder y el maleficio que ejercen sobre esta hora histórica de Centroamérica «las transnacionales de la información y las transnacionales de la catolicidad». Como también otras transnacionales religiosas.

    El hombrecillo deforme –solo tronco y una gran cabeza, una gran cabeza grande– discutía con el chofer y convenció al fiscal de la empresa de autobuses. Cuando se sentó –lo sentaron, en brazos–, se le acercó, avispada y curiosa, la chiquilla de dos años. Lo miró, lo remiró. Callada. Hasta convencerse de que, aun siendo tan pequeño, no era un niño como ella.

    La oración es el momento más feliz de la vida porque en la oración nos encontramos con Aquel a quien amamos más. Sería mejor decir: la oración puede ser muy bien el momento más feliz de la vida cuando en ella sentimos reconocidamente que estamos con Aquel que más nos ama.

    MARZO

    Goiânia, que ya es ciudad imposible con más de 800.000 habitantes, muchos sin morada, sin empleo muchos, hinchada de migrantes del nordeste, del norte, del mismo campo goiano, estaba amaneciendo entre la lluvia y el sol.

    En el banco de piedra de la estación de autobuses, dos hombres aún jóvenes, con la barba mal hecha, enrojecidos los ojos, quizás de no dormir, de alcohol quizás, leían ávidamente el periódico. Las páginas de anuncios, los anuncios de un posible empleo. Eran las únicas páginas que les interesaban vitalmente. La única noticia que deseaban saber. Su única buena nueva. Poder trabajar, poder sobrevivir, ellos y la familia.

    Por la noche, la televisión local nos comunicaba el desespero de más de 10.000 trabajadores del ramo de la construcción desempleados.

    El Gobierno nos ha pedido que compartamos todos la tajada de sacrificio que nos toca, por la crisis económica en que se ha sumergido el país. De acuerdo, siempre que se recuerde en la práctica que las tartas nacionales son dos: la de los lucros y la de los sacrificios. Vamos a comer todos nuestra respectiva tajada de una y otra tarta. El 80% de Brasil con la tarta del desempleo y la miseria, toda para ellos, no. Brasil no es pobre, está empobrecido por la corrupción oficial y por el privilegio acumulado. La crisis internacional no justifica la extrema depauperación, el desespero a que ha sido llevado nuestro pueblo.

    Espinal, el jesuita misionero en Bolivia, mártir de la represión, cumple ahora tres años de sacrificio y de gloria. Es de Manresa, a unos kilómetros de mi Balsareny natal.

    Él huía del martirio por miedo de lo heroico momentáneo. Catalán voluntarioso del diario servicio al pueblo. Pero acabó siendo mártir también. Servidor total en vida, servidor total en muerte. Y Lucho –el Luís Espinal bolivianizado– tenía razón: «Morir por un pueblo puede dar más carta de ciudadanía que el nacer en un pueblo».

    El noticiario de la televisión «O Globo» ha presentado la visita del papa a Nicaragua del modo más insidioso posible. Fiel servidora del sistema, la Rede Globo solo podía ofrecer así la imagen de esa pequeña Nicaragua que tanto incomoda al sistema, incluso dentro de la Iglesia de Jesús.

    Por lo demás, esa visita del papa a Nicaragua no ha sido feliz. Pienso que por causas varias. La primera, quizás, porque cierta Iglesia sigue considerando el marxismo, o su fantasma, como el enemigo número uno de la humanidad. Y esa obsesión, traducida en recelos, advertencias y presiones sobre la Nicaragua sandinista, ha exacerbado los ánimos del gobierno y del pueblo sandinista. Y ha puesto en entredicho la credibilidad evangélica no solo de cierto episcopado nicaragüense y, evidentemente también, del actual CELAM, como del propio papa Juan Pablo II. Para mal de Nicaragua, de Centroamérica, para mal de toda nuestra América, pienso yo.

    El gobierno de El Salvador anuncia elecciones, encima de la visita del papa. ¿Qué elecciones? ¿En qué clima? ¿Para impedir simplemente la posible victoria de la guerrilla popular? En todo caso, el gobierno salvadoreño no tiene el mínimo de credibilidad política necesario para que pueda convocar unas elecciones dignas de ese nombre. Y las últimas gestiones de Reagan para intervenir más brutalmente en El Salvador solo permite pensar mal de esas elecciones.

    A pesar de todas esas credibilidades maltrechas, quiero creer en los pueblos de Centroamérica y en el Salvador Jesús. Creer, quizás, contra toda credibilidad.

    Dial presenta la «Carta a los católicos de Chile», del episcopado de aquel país, con este inciso: «Más allá del lenguaje eclesiástico puede entenderse una seria advertencia que refleja el punto de vista de las clases medias». ¿Por qué no el punto de vista de las clases populares? ¿Y por qué ese lenguaje eclesiástico, más allá del cual es preciso leer?

    Alto, esbelto incluso como un guardia noble o como un chofer seleccionado, el muchacho está rematadamente tuberculoso. Llegó a nuestra casa ayer por la mañana, como doblándose bajo el dolor y la desesperanza. Los médicos ya le dijeron, allá, en Rondônia, que posiblemente habrían de extirparle un pulmón. Pero creyó que estaba recuperado y se vino a São Félix. Siete días de autobús. Las hemoptisis han vuelto, y ahora se siente perdido. Quiere regresar a casa, en Porto Velho, allá, en Rondônia, donde actualmente vive su familia cearense. Allí hay un buen hospital, dice, y estará en casa. Quiere ir de autobús. Siete días. Se ha ido hoy por la mañana, agradecido, con una anhelante voluntad de vivir. «¿Qué habría sido de mí si no hubiese encontrado una casa acogedora?», nos decía emocionado al despedirse.

    Él es un número entre los millones de enfermos dispersos a merced de una acogida, casual, providencial. La salud, que es la vida humana, no puede seguir a merced de una casualidad, ni siquiera de una providencia.

    CETIM –Centre Europe Tiers Monde– quiere suscitar una toma de conciencia crítica tal en torno a las relaciones Europa-Tercer Mundo que se llegue a la convicción de que no hay un mundo desarrollado y otro mundo subdesarrollado, sino un solo mundo mal desarrollado.

    Vila Rica ya tiene su pequeño equipo pastoral. Las hermanas Mercedes y Susana. En Santa Terezinha, Irena, Jeane y el P. Canuto, como sacerdote de toda la región; a caballo de sus entusiasmos gaúchos y de la bicicleta.

    Los colonos –gaúchos, paranaenses, mineros y hasta goianos– han entrado a formar parte de nuestra Prelatura junto a los indios, posseiros y peones. Es otra cultura, otra condición de vida, otras posibilidades. Otros condicionamientos también. Habrá de ser la misma línea pastoral, pero con otro aire.

    Ortega y Gasset habla del «supremo impudor de los poetas líricos». Toda poesía es autobiográfica en realidad. Mostrar el alma, desnuda, por los celajes o por las rejas de las palabras.

    No consigo entender de ningún modo, o lo entiendo demasiado: la fotografía del mártir Mons. Romero con Juan Pablo II, en unos carteles más que normales para la visita del papa, ha sido prohibida por la comisión mixta Gobierno-Iglesia de El Salvador. La imagen del mártir duele. Al Gobierno, perseguidor y asesino; y es natural que le duela. Que duela a cierta Iglesia también es natural, tristemente natural.

    De todos modos, nosotros, aquí, en este rincón del Mato Grosso, y muchos cristianos y no cristianos de América y del mundo celebraremos otra vez, en este mes de marzo, el martirio de san Romero, pastor bueno de América Latina. A nosotros su imagen nos conforta, nos compromete y nos une. Como una versión entrañable del buen Pastor Jesús.

    «Practicar la teología en un mundo dividido» fue el tema del Coloquio Internacional Ecuménico celebrado en Ginebra en el último mes de enero. El pastor Philip Potter, secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias, concluye que el Coloquio ha dejado a los teólogos cristianos el desafío de elaborar una eclesiología que responda abiertamente a esta pregunta: «¿Cómo la Iglesia es una, santa, católica y apostólica, tanto en su fe como en su acción?».

    No sólo en sus dogmas; sobre todo en su vida. No tanto en su constitución estructural cuanto en la actividad de su testimonio, de su servicio, de su amor.

    «La separación entre cristología y soteriología cristaliza en una separación entre la persona y la obra de Cristo y, a través de ella, en una separación entre la vida de Cristo y su muerte». Así González Faus haciendo la crítica de san Anselmo de Canterbury.

    Cristaliza también esta separación en la vida de una Iglesia dualista con facilidad. Cuando se separa a la propia Iglesia del mundo al que ella debe servir en Cristo Salvador. Cuando se disocia la esperanza escatológica de la fe encarnada en la historia de cada día. Cuando no se sabe cómo compaginar la política con la fe.

    Cada uno tiene aquella eclesiología que su cristología exige.

    Contra impaciencia, disponibilidad.

    Contra susceptibilidad, la pobreza de la humildad.

    Contra la agresividad, confianza.

    Contra la angustia, gratuidad.

    Frágil por el hambre y tiritando aún; negro de cuerpo y blancas las patas y blanco el hocico; cría, pero ya capaz de hacerle frente a la gata Gerô, señora de casa; entre vergonzante y terco, consciente de sus derechos a vivienda, comida y sociedad… como un favelado; como un emigrante. Así se nos ha colado en casa el gatito, aún sin nombre. Dispuesto a quedarse, a toda costa. Sin más título y más identidad que la suprema credencial de la voluntad de vivir.

    Puebla no asumió simplemente una «opción preferencial por los pobres». Como suele decirse cuando se teme esa opción; y cuando se hace más hincapié en el tambaleante adjetivo que en los sustantivos realmente comprometedores: «opción» y «pobres».

    El número 1.134 del documento de Puebla define la opción de la Iglesia en América Latina como «una clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres, en vistas a su integral liberación». «Clara», «profética», «solidaria»: esos tres adjetivos, asimilados en la conciencia y en la conducta de nuestra Iglesia, la revolucionarían evangélicamente y sociopolíticamente hasta el escándalo. Hasta el escándalo de la palabra y la vida de Jesús, clara, profética y solidariamente puesto siempre del lado de los pobres.

    El adjetivo «preferencial» debe ser calificado por esos otros tres adjetivos incuestionables. Los cuatro vividos simultáneamente llevan, sin escapatoria posible, a aquella posición «partidista», «tendenciosa», «provocadora» que la cristología tiene que reconocer necesariamente en el Jesús de los evangelios.

    Puebla añade aún la coletilla agravante de la «integral liberación» de los pobres. Que debe ser integral y ha de ser liberación. No una espiritualista quimera. Liberación integral durante toda la histórica humana vida y para más allá de la ya vencida muerte.

    Es Semana Santa. La Pascua de Jesús se hace más próxima y

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