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Libertad financiera: Principios bíblicos de administración, fidelidad y generosidad
Libertad financiera: Principios bíblicos de administración, fidelidad y generosidad
Libertad financiera: Principios bíblicos de administración, fidelidad y generosidad
Libro electrónico309 páginas4 horas

Libertad financiera: Principios bíblicos de administración, fidelidad y generosidad

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Información de este libro electrónico

Quieras o no, eres un administrador. Diariamente tomas decisines en relación con la administración de tu vida: tu tiempo, tus talentos, tu cuerpo y tus recursos financieros. La Biblia presenta principios que nos pueden dar libertad financiera. Al comprenderlos mejor, ejemplificados con historias contemporáneas de personas y familias que fueron fieles a ellos, encontrarás la puerta a la libertad financiera y a la felicidad que el Señor Jesús quiere darte.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 jul 2019
ISBN9789877019612
Libertad financiera: Principios bíblicos de administración, fidelidad y generosidad

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    Libertad financiera - Guillermo E. Biaggi

    Dedicatoria

    Guillermo: Dedico esta obra a mi querida esposa, Nita, Sybel E. Luz; a mis cuatro hijos: Carlos, Daniel, Gisela y Cecilia; a mis queridas nueras: Silvana y Mónica; y a nuestros nietitos: Giuliana Andrea, Giovanni Ernesto y Lala Isabella. ¡Con Nita nos maravillamos en comprobar los frutos del esfuerzo en la educación de los hijos que el Señor nos concedió en su gracia, y de ver en la vida de nuestra familia el cum­plimiento de las maravillosas promesas divinas; ¡pues todo lo que somos y tenemos lo hemos recibido de su mano generosa, para el cumplimiento de la misión encomendada!

    Carlos: Dedico este libro a mi esposa, Silvana de la Rosa, porque juntos hemos probado al Señor y disfrutado de sus bendiciones, tal como él prometió.

    Prólogo

    Muchos de nosotros amamos el dinero más que a Dios. Hemos transformado el dinero en el dios en quien fijamos todas nuestras esperanzas y anhelos. ¿Cómo podemos salir de esta trampa satánica?

    Otros luchamos cada mes, cada semana y cada día para subsistir. Al no lograr alcanzar estabilidad financiera, sufrimos frustraciones, chascos y hasta peleas familiares. ¿Cómo podemos revertir esta situación?

    ¿Existe una relación entre nuestra vida espiritual –nuestra comunión con Dios– y nuestra demostración personal y familiar de libertad financiera para ser fieles, generosos, sistemáticos, regulares y alegres, devolviéndole al Señor lo que nos ha indicado que le pertenece? Este libro tratará de explicar la importancia que todo esto tiene para su vida.

    Dios quiere que lo pongamos en primer lugar en todas las áreas de nuestra vida, incluyendo en la administración del dinero. Su promesa es que él suplirá todas nuestras necesidades. ¿Cómo podemos poner a Dios en el primer lugar en nuestras finanzas personales y familiares?

    El apóstol Pablo, en 1 Tesalonicenses 5:18, dice que debemos dar gracias a Dios en todo. ¿Has experimentado en tu vida esta enseñanza bíblica? ¿Has comprobado el efecto multiplicador de bendiciones para con tu familia y quienes te rodean? En estas páginas, encontrarás experiencias reales de cómo, siendo fieles a estos principios y enseñanzas, sus promesas y bendiciones son reales, y cómo Dios tiene un plan especial para tu vida.

    En estos últimos días de la historia del mundo, el Señor desea contar con fieles y generosos discípulos que den testimonio de su amor. ¿Conoces los consejos divinos que te permiten ser fiel a Dios y generoso con los demás?

    Quizás te preguntes: ¿Cómo enseñar a nuestros pequeños hijitos los principios sencillos de administración de recursos financieros? ¿Hasta qué punto involucrar a los miembros de nuestra familia en el presupuesto financiero familiar? A través de ilustraciones y principios sencillos, este libro podrá explicártelo. ¡Luego, cuéntanos cuál ha sido tu experiencia!

    Tú puedes ser un niño, adolescente, adulto o anciano. Puedes estar soltero/a, de novio/a o casado/a hace años. Puedes ser un excelente estudiante, trabajador o profesional. Pero quizá no recuerdes haber estudiado principios bíblicos y enseñanzas del Espíritu de Profecía respecto de la administración de los recursos financieros y familiares. ¿Es mejor comprar a crédito o ahorrar para comprar más adelante? ¿Cómo puedo planificar compras a largo plazo? ¿Cómo cancelar mis deudas? ¿Debería ahorrar para la educación de mis hijos? ¿Qué criterios debería utilizar para tomar decisiones adecuadas con relación a seguros? ¿Qué inversiones debería tener? ¿Es necesario hacer una provisión para la edad de jubilación? ¿Cómo puedo ser fiel al Señor con los diezmos que le pertenecen y las ofrendas que decido pactar para él?

    Si estás buscando la respuesta a alguna de estas preguntas, este libro es para ti. Si quieres tomar una decisión de amoldar tu vida a los principios y las enseñanzas de administración financiera que Dios nos ha revelado, este libro es para ti. Ilustrado con testimonios de nuestra vida y de la vida de amigos, estas páginas te ayudarán a visualizar la manera en que podrás aplicar esos principios y enseñanzas a tu propia experiencia.

    Es nuestro sincero deseo y ferviente oración que este pequeño libro te ayude a rendir tu vida por completo a la dirección del Espíritu de Dios, y puedas disfrutar de las bendiciones espirituales como resultado de una entrega definitiva y total de tu vida a Dios.

    Agradecemos a…

    ...nuestro querido Padre celestial, Fuente de vida y Rey de nuestras vidas. A su Hijo Jesucristo, nuestro Señor y Redentor, quien colma nuestras vidas con el cumplimiento de sus maravillosas promesas. Y al Espíritu Santo, quien nos impulsa y fortalece para ser fieles administradores de las providencias divinas, y quien ha motivado los pensamientos que compartimos en esta sencilla obra.

    ...Marcos Blanco (gerente de Redacción de la ACES), por creer en nosotros y animarnos a escribir este libro. Agradecemos a los editores de la ACES, por transformar nuestra humilde escritura y contribución en un texto que pueda ser entendible.

    ...los amigos y los líderes que leyeron el primer manuscrito y sugirieron cómo mejorarlo: Sebastián Rodriguez, Carlos Giménez, Roberto Gullón, Juan Prestol-Puesan, Marcos F. Bomfim y J. Gustavo Massaro.

    ...los amigos y los familiares que compartieron sus testimonios de vida para ilustrar distintos capítulos: Marta, Maxi, Hernán, Diego, Sergio, Denzil, Cynthia, y J. Gustavo Massaro.

    ...nuestra familia, que nos apoyó en todo momento y disimuló nuestra ausencia durante el tiempo de reclusión para escribir: Nita; Silvana y Carlos; Mónica y Daniel; Gisela y Cecilia; y los pequeños: Giuliana, Giovanni y Lala Isabella.

    SECCIÓN I

    Enseñanzas y principios bíblicos

    Un mensaje de Dios para ti

    Hay muchas personas en la iglesia que viven para sí mismas. Piensan en sus necesidades, en su familia. Pero son cortos de vista. No piensan en mí ni en los demás. Yo no puedo bendecirlos de la manera que deseo. ¡Yo quiero abrir las ventanas de los cielos y derramar sobre ellos amor, gozo, paz, fe, esperanza, humildad, valor y poder! Pero ellos no me buscan de todo corazón. Evalúate a ti mismo. ¿Soy la prioridad en tu vida? ¿Deseas, más que cualquier otra cosa, seguirme? ¿Estás dispuesto a sacrificar algo por estar en mi presencia? Querido, no necesito tu dinero, deseo tu corazón. ¡Deseo pasar tiempo contigo hoy, como anticipo de la eternidad que pasaremos juntos! Te invito a hacer un pacto conmigo. Utiliza la excusa de ponerme en primer lugar en tus finanzas como cuña de entrada para ponerme en primer lugar en todas las áreas de tu vida. ¡Pruébame! ¡Sé fiel y generoso en los diezmos y las ofrendas, glorifica mi nombre con la manera en que administras el resto que queda en tus manos, y derramaré sobre ti la bendición que necesitas hasta que sobreabunde! Es mi deseo que este libro te motive a buscarme con todo tu corazón, que abra tus ojos a la realidad de que estoy esperando con los brazos abiertos que vengas a mí. ¿Te gustaría hacer un pacto conmigo?

    CAPÍTULO 1

    Administración integral de nuestra vida: Los maravillosos regalos que Dios nos da generosamente

    Guillermo E. Biaggi

    Era una hermosa mañana soleada de fines de noviembre cuando, junto a nuestros compañeros, estábamos teniendo los últimos días de clases de ese año académico. El clima en la Rep. Argentina era cálido e indicaba que la primavera estaba a punto de dar lugar al verano tan ansiado. Para nuestros queridos profesores del Colegio Adventista del Plata, en Entre Ríos, dar clases en esos últimos días de clase era de verdad un desafío, especialmente cuando los alumnos ya queríamos gozar de las vacaciones. Por esta razón, tenían que hacer tremendos esfuerzos para lograr la atención de este grupo de alumnos de entre 16 y 18 años.

    A mí me gustaban todas las clases y las disfrutaba y, en especial, me atraían las clases de Biblia, que teníamos al comenzar cada día porque el profesor no solo era nuestro vecino, sino también el padre de nuestros amigos y un excelente amigo, mentor y misionero proveniente de los Estados Unidos. Primordialmente, daba clases en el Seminario Teológico, y él fue el instrumento escogido por Dios para tocar los corazones de este grupo de jóvenes que conformaba nuestra clase.

    Fue esa mañana cuando el pastor Edward Norton nos dijo:

    "Queridos alumnos (su acento al hablar castellano era notorio), nos queda solo una semana de clases. Bien sé que ustedes ya quieren comenzar con las vacaciones y ya no quieren tener clases ni tomar apuntes. ¿Qué les parece si estos últimos días los dedicamos a tener charlas sinceras y de corazón, sin necesidad de tomar notas, y conversamos acerca de su relación personal con Dios? Sí, yo sé que algunos de ustedes no son creyentes o no han tomado una decisión respecto de Jesús como su Salvador personal, pero igual los invito a que reflexionen en las enseñanzas espirituales que han escuchado durante todo el año académico en estas clases de Biblia, y que me digan, con sinceridad, en qué medida ustedes sienten que el Espíritu del Señor está hablando a sus corazones. Y finalmente, quiero que ‘graben’ lo que les voy a decir a continuación: Si ustedes se olvidan de todo lo que hemos estudiado durante el año, por favor recuerden y memoricen estas dos frases inspiradas que Elena de White escribió: ‘Conocer a Dios es amarle’ (El Deseado de todas las gentes, p. 13), y ‘La vida es modelada por la fe’ (Mente, carácter y personalidad, t. 2, p. 543)".

    ¡Varias décadas pasaron rápidamente! Esos alumnos llegamos a ser profesionales, y muchos nos preparamos para ser misioneros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, sirviendo en distintos países del mundo. Las hermosas enseñanzas del maestro de Biblia me acompañaron siempre y fueron de estímulo espiritual en mi vida personal y mi relación con Dios, como también al formar mi familia y en el servicio que hemos podido brindar sirviendo en la iglesia.

    Esas preciosas y fundamentales verdades, basadas en las Sagradas Escrituras, son de tal valor que nos ayudan en nuestra experiencia diaria cristiana. La cosmovisión cristiana y el desarrollo espiritual de nuestras vidas comienzan al comprender la importancia de nuestra relación personal con el Creador, fuente de toda bendición y gracia. Y el Señor Jesús nos ha dejado un extraordinario ejemplo de su relación con el Padre celestial. Además, comprenderemos el cumplimiento de sus asombrosas promesas en nuestra experiencia diaria, y entenderemos más claramente sus planes para nuestra vida y nuestra familia.

    ¡Al escudriñar temprano cada mañana la Palabra de Dios, entenderemos nuestros orígenes y conoceremos nuestro futuro, con alegría y optimismo! La Biblia es una carta de amor, como la de un padre que desea lo mejor para sus hijos. En ella, encontramos los valores y las enseñanzas que guían nuestra vida, como los principios de libertad financiera que veremos en el capítulo siguiente. Es decir, estos valores y enseñanzas son aquellos maravillosos regalos que Dios nos otorga generosamente, los cuales compartiremos contigo, querido lector, a través de los capítulos de este libro.

    La Biblia comienza con la obra creadora de Dios: En el principio creó Dios los cielos y la tierra (Gén. 1:1).1 Dios es el Creador y por su palabra todo lo que existe llegó a la existencia. El apóstol Juan, por inspiración, lo corrobora:

    "En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (Juan 1:1-4).

    Es decir, nuestro Dios es también nuestro Creador y Fuente de vida universal. Nuestra vida proviene de él y es un regalo de su mano generosa.

    Sin embargo, la vida tiene cierta complejidad, y lo que poseemos y somos nos ha sido confiado para que lo administremos con fidelidad. Si somos administradores de lo que Dios nos otorga somos, entonces, responsables frente a él de dicha administración, de acuerdo con lo que él espera de nosotros. Para establecer un marco de referencia acerca del tema especifico de este libro, presentamos el conocido el resumen de lo que tenemos que administrar en nuestra vida en, por lo menos, cuatro áreas (también tipificadas con las cuatro T): nuestro cuerpo, o templo de la presencia del Espíritu de Dios; nuestros dones, o talentos; nuestro tiempo; y nuestras posesiones, o tesoros.

    T1: Templo

    Con relación a nuestro cuerpo como templo, recordemos las palabras del apóstol Pablo: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es (1 Cor. 3:16, 17; énfasis añadido). Así que tenemos la delicada responsabilidad de administrar" (cuidadosa toma de decisiones) nuestro cuerpo, de tal manera que gocemos de plena salud. Esto implica tomar decisiones diarias respecto de las mejores condiciones que contribuyen a la salud: lo que comemos y bebemos, el ejercicio y el descanso adecuados, la pureza del aire que respiramos y la adecuada exposición al sol, una sabia temperancia, y un reposado espíritu de confianza en nuestro Dios.

    Pero ¿cuál es el propósito de esta administración de nuestro cuerpo?

    a. Es una manera de adorar a nuestro Dios. Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional (Rom. 12:1).

    b. Es una manera de experimentar renovación de nuestra capacidad de comprender la voluntad de Dios. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Rom. 12:2).

    c. Es una manera de dar gloria a Dios. Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios (1 Cor. 10:31). El primer mensaje del triple mensaje angélico nos invita, también, "diciendo a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas" (Apoc. 14:7; énfasis añadido).

    Por inspiración del Espíritu del Señor, la hermana White escribió acerca de ocho remedios naturales:

    El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimentario conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los remedios verdaderos. Todos debieran conocer los agentes que la naturaleza provee como remedios y saber aplicarlos. Es de suma importancia darse cuenta exacta de los principios implicados en el tratamiento de los enfermos, y recibir una instrucción práctica que lo habilite a uno para hacer un uso correcto de esos conocimientos (El ministerio de curación, p. 89).

    Una síntesis de los ocho remedios naturales sería esta:2

    1. Alimentación sana. Una alimentación sana involucra dos aspectos: evitar los alimentos que perjudican al organismo y usar con moderación los alimentos que son beneficiosos, haciendo énfasis en una alimentación vegetariana rica en fibras y nutrientes encontrados en los alimentos integrales.

    2. Ingesta regular de agua. El agua es esencial para transportar alimentos, oxígeno y sales minerales, además de estar presente en lo que se elimina, como el sudor y las lágrimas; en el plasma sanguíneo; en las articulaciones; en los sistemas respiratorio, digestivo y nervioso; en la orina; y en la piel.

    3. Respirar aire puro. Es fundamental buscar lugares donde haya ventilación y que el aire para respirar sea puro.

    4. Exposición a la luz solar. Una de las principales orientaciones es que las casas tengan lugares con iluminación solar. A veces, es necesario remover cortinas, abrir las ventanas o subir las persianas para que los rayos del sol entren en los ambientes.

    5. Práctica de ejercicio físico. Los adventistas sugieren que las actividades físicas se hagan diariamente, durante por lo menos treinta minutos.

    6. Hacer reposo. Además de dormir el número correcto de horas diarias, es importante reservar un día de la semana para un proceso de restauración de las relaciones sociales y familiares, descanso de las actividades físicas y mentales cotidianas, y mayor conexión espiritual con Dios.

    7. Ejercer la temperancia. Temperancia es algo más que la abstinencia de ciertos tipos de drogas lícitas o ilícitas; implica el uso de los remedios naturales de Dios, además de una vida equilibrada en el trabajo, la recreación y las relaciones interpersonales.

    8. Confianza en Dios. Es imprescindible, para una salud integral de calidad, vivir una religión práctica y no apenas una fe nominal. Confiar en Dios es más que saber que él existe: es tener una relación de amor con él.

    Cristo mismo, cuando estuvo en esta tierra, manifestó en una frase maravillosa sus intenciones para con nuestra vida: He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Juan 10:10, u.p.).

    T2: Talentos

    Con relación a nuestros dones o talentos, recordemos que también son regalos que el Señor nos otorga. En las Sagradas Escrituras, encontramos listas de estos dones, que son habilidades que el Señor permite que tengamos y desarrollemos. Desarrollarlas significa ponerlas al servicio del Señor y de nuestros prójimos. Implica tomar la decisión de permitir que la Providencia utilice nuestra vida y nuestros talentos, dondequiera que estemos y cualesquiera que sean las circunstancias de nuestra vida.

    Al considerar el contexto del gran conflicto entre el bien y el mal (entre Dios y Satanás), muchas veces nos abruma el pensamiento negativo de que no tenemos ningún talento, porque nos seduce la idea de compararnos con otros, que sí nos parece que son muy talentosos; entonces, perdemos de vista la verdad de que es Dios quien nos ha ofrecido, generosamente, uno o más talentos, y que esos dones son entregados a fin de que los utilicemos para su gloria y para beneficio de quienes nos rodean.

    Todos recordamos la parábola de los talentos (Mat. 25:14-30; Luc. 19:12-28): aquel que recibieron dos y cinco talentos hicieron bien en trabajar con ellos y desarrollarlos al punto de duplicarlos. El Señor, al momento de evaluarlos, les dijo: Bien, buen siervo y fiel; [...] entra en el gozo de tu Señor (Mat. 25:23). ¡Ambos, aunque con distintos números o cantidades, recibieron la misma y positiva evaluación de parte del Señor! ¡Fueron hallados fieles administradores porque los utilizaron de acuerdo con la voluntad de su Señor! Sin embargo, quien recibió un talento no fue recriminado por la escasez de este, sino por no haberlo desarrollado ni utilizado para servir a otros. ¡Si hubiera logrado otro más, habría recibido la misma recompensa de parte de su Señor!

    Es decir, la pregunta más importante que debemos hacernos no está relacionada con cuánto tengo, sino con qué estoy haciendo con lo que tengo. ¿A quién estoy sirviendo con los talentos que el Señor me ha otorgado? ¿Soy un hijo fiel? ¿Estoy representando dignamente al Señor que me lo ha dado, para que otros también le den gloria, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mat. 5:16)?

    Muchos han encontrado felicidad al dedicar sus talentos, de manera integral, a servir al Señor y a su Iglesia (misioneros). Sin embargo, es de gran valor que todos desarrollemos y utilicemos los dones y los talentos que el Señor nos ha otorgado, brindando a los demás un servicio acorde con esas habilidades y talentos, sin importar cuál es nuestro oficio o profesión. El Señor se deleita en el espíritu con el cual servimos y las intenciones de nuestro corazón. Aun ese deseo de servir es también un regalo del Altísimo, pues las Escrituras dicen que es él el que produce en nosotros el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Fil. 2:13). ¡Extraordinario pensamiento! Solo debemos estar dispuestos a aceptar tales regalos, y nuestra vida se transformará en una gran bendición para todas las personas con las que nos relacionemos, de modo tal que ellas, al ver nuestras buenas obras, puedan glorificar al Padre que está en los cielos. (Mat. 5:16).

    En relación con esto, el Espíritu de Profecía nos aconseja lo siguiente:

    "La iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el evangelio al mundo. Desde el principio, fue el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y suficiencia. Los miembros de iglesia, los que han sido llamados de las tinieblas a su luz admirable, han de revelar su gloria.Los hechos de los apóstoles, p. 9" (Servicio cristiano, p. 21; énfasis añadido).

    T3: Tiempo

    Con relación a nuestro tiempo, o sea, nuestra misma existencia, es importante que recordemos que cada uno de nosotros no vino de la casualidad, ¡sino que Dios tenía escrito en sus libros el plan para nuestra vida! Dice el salmista: "Tú sabes todo de mí [...] tú viste formarse cada parte de mi cuerpo; todo ya estaba escrito en tu libro" (Sal. 139:16, PDT;3 énfasis añadido). ¡Qué notable que Dios esté pendiente de nosotros desde antes de que comience nuestra existencia, desde la concepción hasta

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