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Guía actual para entender las profecías del Apocalipsis
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Libro electrónico368 páginas13 horas

Guía actual para entender las profecías del Apocalipsis

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Información de este libro electrónico

El mundo está enfrentando algunos problemas extremadamente serios. Millones de personas se preguntan: "¿Qué nos depara el futuro?"
Las profecías de Daniel y del Apocalipsis contienen respuestas para las personas de corazón sincero que buscan comprender las incertidumbres de nuestro tiempo. Aunque el mundo parezca fuera de control, la profecía revela a un Dios que todavía gobierna en la historia. Y este libro de Mark Finley contiene los secretos para desbloquear estas antiguas predicciones.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 feb 2023
ISBN9789877987812
Guía actual para entender las profecías del Apocalipsis

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    Guía actual para entender las profecías del Apocalipsis - Mark Finley

    ¡Nada puede separarnos!

    Apocalipsis 1

    En todo el mundo hoy, hombres y mujeres están interesados en el libro de Apocalipsis. Existe la sensación de que nuestro mundo se está dirigiendo hacia una crisis inminente, y que el último libro de la Biblia aborda eventos que están a punto de desarrollarse en la Tierra. Se han escrito multitud de libros, algunos de ellos best sellers, que intentan explicar las profecías del Apocalipsis. A menudo, desarrollan ideas muy diferentes sobre lo que significan estas profecías. Esa es una de las razones por las que muchas personas sienten que el Apocalipsis es confuso y está demasiado lleno de símbolos extraños para que alguien realmente lo entienda. Hay muchas interpretaciones, muchos puntos de vista e ideas diferentes.

    Apocalipsis significa revelado

    Algunos sugieren que deberíamos centrarnos solo en los evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y leer acerca de Jesús. Que tal vez el libro de Apocalipsis sea tan confuso que ni siquiera deberíamos tratar de entenderlo. Esa es una perspectiva interesante, especialmente si consideramos el mismo nombre de este último libro de la Biblia. Se titula Apocalipsis. ¿Qué significa la palabra apocalipsis? Significa algo que es revelado. Significa todo lo contrario a oculto o secreto. El libro de Apocalipsis se escribió originalmente en griego, y la palabra griega es apokalupsis, que literalmente significa quitar el velo. Cuando leemos este libro, el velo se quita de nuestros ojos para que podamos ver claramente lo que Dios nos está revelando.

    Dios nos dio este libro para revelar algo. Y las primeras palabras nos dicen lo que él está revelando en este libro. La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para manifestar a sus siervos lo que debe suceder pronto (Apoc. 1:1).

    El libro de Apocalipsis nos fue dado específicamente para revelar a Jesucristo y las cosas que sucederán en esta Tierra. Si Dios quiere revelarnos a Jesucristo y las cosas que sucederán sobre la Tierra, ¿crees que lo presentaría tan complicado que no podríamos entenderlo? No lo creo. Creo que él nos daría su revelación de la forma más clara posible.

    Pero –podría decir alguien–, si Dios quería que su revelación fuera tan clara, ¿por qué no expresó simplemente las cosas como son? ¿Por qué usar todos esos símbolos: bestias, dragones, sellos y trompetas, y mujeres que sostienen copas de vino? Si se supone que estos símbolos representan algo, ¿por qué no usó palabras claras y sencillas? Es una buena pregunta.

    ¿Podríamos pensar que una de las razones es que haya una guerra, una guerra entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás? Cuando las naciones están en guerra, ¿comparten sus planes abiertamente con el enemigo? Durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania ¿le contó a Gran Bretaña sus planes de guerra? Estados Unidos ¿compartiría sus secretos militares con las fuerzas enemigas?

    El libro de Apocalipsis identifica a los actores religiosos y políticos clave del Gran Conflicto a lo largo de las edades y en el tiempo del fin. Si hubiera expuesto claramente esos poderes, podrían haber destruido aquellas porciones de la Biblia que los dejaba al descubierto. Durante siglos, antes de que se inventara la imprenta, las Escrituras existían solo en documentos escritos a mano. Las copias de la Biblia no estaban fácilmente disponibles y, de todos modos, muchas personas no sabían leer. Los poderes que expone Apocalipsis podrían haber intentado cambiar o eliminar partes del libro que los identificaban tan claramente. Un Dios omnisapiente protegió su Palabra al escribir en un lenguaje simbólico.

    Otra razón para los símbolos y las imágenes vívidas es que se fijan en nuestra memoria. Probablemente hayas escuchado el dicho: Una imagen vale más que mil palabras. Dios usó símbolos como descripciones gráficas para relatar el auge y la caída de las naciones y los poderes religiosos, como una forma poderosa de transmitir su mensaje de manera sucinta. Y él nos ha dado explicaciones para permitirnos entender estos símbolos y saber lo que representan. Algunos de ellos se explican en el mismo libro de Apocalipsis. Otros se explican en otros libros de la Biblia. Recuerda también que Jesús usó una estrategia similar en el siglo I. Usaba parábolas que los líderes religiosos que buscaban destruirlo no entendían, y luego explicaba su significado a sus discípulos.

    También es importante recordar, mientras estudiamos este libro, que es una revelación de Jesucristo. Debemos buscar lo que nos dice acerca de Jesús. Es vital entender que Jesús se revela en cada capítulo y cada profecía de Apocalipsis. Las profecías sobre bestias y dragones, y un tiempo de angustia futuro, revelan algo sobre el plan eterno de Jesús para la humanidad y su triunfo final sobre las fuerzas del mal. El libro de Apocalipsis revela el conflicto tras bambalinas y el significado de estos símbolos a la luz de los eventos finales que pronto se desatarán sobre nuestro mundo. El primer versículo del primer capítulo del libro nos dice que es una revelación de Jesucristo. Y, en el último capítulo, casi el último versículo, Jesús nos dice: Yo, Jesús, les envié mi ángel con este testimonio para las iglesias (Apoc. 22:16). Él dice: Estoy enviando a mi ángel para aclararles los eventos de los últimos días. Estoy enviando a mi ángel para aclarar la confusión sobre lo que acontecerá en el futuro. El libro de Apocalipsis revela a Jesús, y es enviado a hombres y mujeres que viven en los últimos días de la historia de la Tierra.

    El tema de Apocalipsis

    Dado que Apocalipsis es el último libro de la Biblia y una revelación de Jesús, ¿cuál crees que podría ser su tema principal? El regreso de Cristo a esta Tierra es el evento final de Jesús en lo que respecta a este mundo de pecado. Así que, es plausible que el tema del libro se centre en los últimos días y el regreso de Jesús. Veamos si eso es cierto.

    Apocalipsis 1:7 declara: [Jesucristo] viene con las nubes; y todo ojo lo verá. Además, tres veces en Apocalipsis 22, Jesús mismo repite que viene pronto. Él dice en el versículo 7: Vengo pronto. En el versículo 12, declara: Yo vengo pronto. Finalmente, en el versículo 20, dice: El que testifica de estas cosas dice: ‘Ciertamente, vengo en breve’ . Jesús quiere que sepamos con certeza que él viene pronto. El libro de Apocalipsis es un libro acerca de la venida de Jesús y los últimos días de la historia de la Tierra. Ese es su tema central.

    Desde el cielo hasta Juan: los pasos en el Apocalipsis

    El apóstol Juan es el autor humano, divinamente inspirado, del libro de Apocalipsis. Él es quien recibió visiones y escribió lo que vio, y lo que Dios lo inspiró a escribir. Desde el principio, Apocalipsis nos da una progresión detallada de dónde proviene su contenido y cómo Dios nos lo transmitió.

    La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para manifestar a sus siervos lo que debe suceder pronto; y la declaró mediante su ángel a su siervo Juan. Y Juan testifica de todo lo que vio, de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo (Apoc. 1:1, 2).

    Estos versículos nos dicen que el contenido de Apocalipsis provino de Dios Padre. Se lo dio a Jesucristo. Jesús lo envió por medio de su ángel al apóstol Juan, y Juan lo escribió para nosotros. Juan, recordarás, fue el discípulo que estuvo especialmente cerca de Jesús (Juan 13:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20). Jesús amaba a todos sus discípulos, pero había un vínculo especial entre él y Juan. El corazón de Juan era más receptivo a su amor. El amor de Jesús es infinito, y cuanto mayor sea nuestra capacidad de recibir, más nos impartirá. Juan dice que estaba en la isla de Patmos cuando recibió las visiones que componen el libro de Apocalipsis. Patmos es una pequeña isla en el Mar Egeo, entre las costas de Turquía y Grecia. Tiene casi quince kilómetros de largo. En la época de Juan, era una colonia penal romana, rocosa y estéril, donde se exiliaba a los prisioneros. Allí también había una pequeña comunidad minera; y casi nada más.

    Hoy tiene un magnífico puerto y un hermoso, acogedor e idílico pueblecito llamado Skala. Diminutas capillas salpican la isla. Estas capillas están adosadas a muchas de las casas como lugares privados de adoración.

    Juan era anciano, de noventa años, cuando recibió las visiones del Apocalipsis. Había vivido una larga vida al servicio de su amado Maestro. Probablemente había estado viviendo en Éfeso antes de que lo enviaran al exilio en Patmos. Ahora, estaba separado de amigos y familiares. En la fragilidad de sus años, era dudoso que alguna vez pudiera salir de esa pequeña y remota isla en medio del mar. Pero luego, en un resplandor de gloria, Jesús reveló a Juan la verdad divina que iluminaría y animaría al pueblo de Dios durante siglos. Nuestro Señor le mostró los eventos que pronto sucederían en este mundo y las verdades de los últimos días a fin de preparar al pueblo de Dios para lo que vendrá. A veces, es en medio de las mayores pruebas de nuestra vida cuando Dios nos habla con mayor claridad. Cuando nos sentimos solos y desanimados, Jesús nos visita como lo hizo con Juan y nos llena del calor de su presencia.

    Verás, el libro del Apocalipsis es un libro sobre el Jesús que interviene. No se limita a sentarse en su Trono en el Cielo; interviene en los asuntos de la vida aquí en la Tierra. Él nos ministra en medio del trauma, la angustia y las desilusiones que enfrentamos. Cuando Jesús descendió para hablar con su amado discípulo, iluminó con su gloria la rocosa y árida Patmos. No hay lugar en el que podamos encontrarnos que esté más allá del alcance de Dios. Él te encontrará dondequiera que estés.

    Una bendición especial

    Las profecías del libro de Apocalipsis describen eventos que pronto sobrevendrán sobre nuestro mundo. Apocalipsis dice que Dios nos dio las profecías de este libro para manifestar a sus siervos lo que debe suceder pronto (Apoc. 1:1). Continúa diciendo: ¡Bienaventurado el que lee las palabras de esta profecía, y dichosos los que la oyen y guardan lo que está escrito en ella, porque el tiempo está cerca! (vers. 3).

    El libro de Apocalipsis proviene de la mente del Dios omnisciente. El origen de su mensaje no es terrenal: Dios mismo y Jesucristo nos lo han enviado con amor y compasión con el objeto de prepararnos para la venida de Jesús. Él pronuncia una bendición especial sobre nosotros, si hacemos tres cosas: (1) leer las profecías de este libro; (2) escucharlas; es decir, prestarles atención; y (3) guardar las cosas que están escritas en el libro. Leer, escuchar y guardar. Como ves, el propósito de estas profecías no es solo satisfacer nuestra curiosidad o llenar nuestra mente con información especulativa. Apocalipsis es un libro que busca impactar toda nuestra vida. Su propósito es revelar a Jesucristo. Nos acercará más a él. Exige de nosotros que guardemos —sigamos y obedezcamos— las cosas que encontramos en este libro.

    El Jesús de Apocalipsis

    Cuando Juan comienza a escribir la revelación que Jesús le está dando, la dirige a las siete iglesias que están en Asia (vers. 4). En los capítulos 2 y 3, descubriremos mensajes específicos de Jesús a cada una de estas iglesias. Pero, por ahora, Juan quiere pintar un cuadro de Jesús, aquel que está dando esta revelación a su pueblo. Juan hace varias declaraciones descriptivas acerca de Jesús en estos versículos:

    Es un mensaje del que es, del que era y del que ha de venir (vers. 4). Jesús nunca tuvo un principio; él nunca tendrá un final. Es eterno.

    Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último (vers. 11, RVR 60). Alfa y omega son la primera y la última letra del alfabeto griego, respectivamente. Diríamos: Él lo es todo, de la A a la Z. Él es todo en todos (Col. 3:11).

    El Testigo Fiel (vers. 5). ¿Qué significa esto? Jesús es el Testigo Fiel del amor del Padre. Cuando estudiamos la vida de Jesús, descubrimos cómo es el Padre. Jesús también sabe todo acerca de nosotros. Él conoce nuestras alegrías y nuestras tristezas. Entiende por lo que estamos pasando.

    El primogénito de los muertos (vers. 5, RVR 60). Jesús murió, pero la tumba no pudo retenerlo. Él es el Redentor resucitado. Debido a que es el Primogénito de entre los muertos, no debemos temer a la muerte.

    Soberano de los reyes de la tierra (vers. 5). Como señalamos en el libro de Daniel, los reyes ascienden y caen, pero el Rey Jesús reina sobre todos ellos, y él reina para siempre. Puede haber caos en el mundo y en nuestra vida, pero Jesús todavía está en el Trono. Él hará que las cosas salgan bien al final.

    Aquel que nos ama y que con su sangre nos libró de nuestros pecados (vers. 5). Jesús es aquel que puede quitar todo tu pecado y culpa. La sangre de [...] Jesús nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7).

    Este es, pues, el Jesucristo que se nos revela en el libro del Apocalipsis. Hay una cosa más que Juan quiere señalar acerca de Jesús. Él es el Jesús que regresará a la Tierra como lo prometió. Miren que viene con las nubes; y todo ojo lo verá (Apoc. 1:7). A lo largo del libro de Apocalipsis, volveremos a este tema. Una y otra vez, las profecías del Apocalipsis nos alientan con la esperanza del regreso de Jesús. Nuestro mundo no se reducirá a un globo giratorio de cenizas en una guerra termonuclear. No será destruido en algún desastre natural catastrófico. El calentamiento global no acabará finalmente con la vida en el planeta Tierra. La escasez de alimentos no matará de hambre a la población del planeta Tierra, haciendo que la vida se extinga. Jesús viene. Hay esperanza. Las profecías del Apocalipsis retumban con el mensaje del regreso de Cristo, trayendo alegría a nuestro corazón.

    En el Espíritu en el día del señor

    Juan dice que él estaba en el Espíritu, en el día del Señor (vers. 10). Con frecuencia, las personas entienden que la frase el día del Señor significa domingo. Algunos cristianos señalan este versículo como evidencia de que el día bíblico para la adoración, el sábado del séptimo día, ha sido cambiado al domingo en los tiempos del Nuevo Testamento. Pero el texto no identifica el día del Señor con el domingo o con el sábado del séptimo día. Solo nos dice que el Señor tiene un día que es su día. No nos dice qué día es ese. Los únicos textos de la Biblia que nos dicen de qué día Jesús es Señor son los tres textos relacionados con la historia en que los discípulos de Jesús arrancan espigas mientras caminaban por un campo en sábado. Cuando los líderes religiosos los reprendieron por quebrantar el sábado, Jesús respondió: El Hijo del hombre es Señor del sábado (Luc. 6:5; ver también Mat. 12:8; Mar. 2:28). Según estos textos, el sábado del séptimo día es el día del Señor. Esto es lógico. El sábado es un memorial de la Creación y nos señala a Jesús como el Creador de los cielos y de la Tierra (ver Efe. 3:8, 9; Col. 1:13–16). Como nuestro Creador y Redentor, él es Señor sobre todo.

    El Jesús glorificado

    En tranquila meditación, evidentemente Juan estaba contemplando las cosas de la Eternidad. Sus pensamientos se centraron en las realidades celestiales. Se abrieron las compuertas del Cielo y recibió una visión del Cristo glorificado. Existen sorprendentes similitudes entre la descripción que hace Daniel de Jesucristo en Daniel 10:5 al 9 y esta visión de Jesús que contempló Juan:

    Me volví para ver quién hablaba conmigo. Y una vez vuelto vi siete candelabros de oro, y entre los siete candelabros vi a uno semejante al Hijo del hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies; tenía el pecho ceñido con una cinta de oro. El cabello de su cabeza era blanco como blanca lana, como nieve; sus ojos eran como llama de fuego. Sus pies, semejantes al bronce bruñido, acrisolado en un horno; y su voz, como estruendo de muchas aguas. Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda de dos filos; su rostro era como el sol cuando resplandece en toda su fuerza (Apoc. 1:12–16).

    Este pasaje describe al Jesús glorificado. Juan conoció a Jesús cuando estuvo en la Tierra predicando, enseñando, sanando y obrando milagros. Recordó cómo los niños se habían subido al regazo de Jesús mientras contaba historias. Recordó que Jesús se acercaba a los leprosos y los curaba de su enfermedad. Recordó al Cristo que tocaba los ojos de los ciegos, y se abrían; y los oídos de los sordos, y se desobstruían. Él se acordó del Cristo que partió el pan y alimentó a cinco mil, y que se inclinó para escribir los pecados de los fariseos en la arena mientras perdonaba a una mujer inmoral y temblorosa que había sido atrapada en el mismo acto de adulterio. Recordó al todopoderoso y enérgico Jesús que expulsó a los cambistas del Templo. Recordó las terribles escenas de cuando Jesús murió clavado en una cruz. Podía recordar a Jesús resucitado, quien se apareció a los discípulos en varias ocasiones antes de ascender al Cielo. Pero Juan nunca había visto a Jesús así: en todo su esplendor majestuoso y celestial, pero aún vestido de humanidad. Él es el glorioso Rey del Cielo y, sin embargo, sigue siendo nuestro Compañero, nuestro Hermano y nuestro Amigo.

    Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies. Pero él puso su diestra sobre mí y me dijo: ‘¡No temas! Yo soy el primero y el último. Soy el que vivo. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de siglos; y tengo las llaves de la muerte y del sepulcro. Escribe lo que has visto, lo que ahora es, y lo que ha de suceder después’ (vers. 17–19).

    La llave maestra para interpretar las profecías

    El versículo 19 nos da una clave maestra para interpretar todo el libro de Apocalipsis. Jesús le dice a Juan que escriba (1) lo que has visto, (2) lo que ahora es, (3) y lo que ha de suceder después. Así, las profecías de la Biblia siempre comienzan en los tiempos del profeta, y nos llevan desde ese punto hasta el final de los tiempos. Vimos esa progresión en el libro de Daniel. En Apocalipsis, Jesús dice que algunas profecías se cumplieron en los días de Juan. Algunas se están cumpliendo a medida que avanza el tiempo. Y algunas todavía están por cumplirse. Ese es un principio clave para tener en cuenta al examinar las profecías del Apocalipsis. Hay una secuencia, una progresión. No podemos agrupar todas las profecías del libro en una bolsa y colocarlas al final de los tiempos.

    Por ejemplo, en Apocalipsis, veremos varias series proféticas, como siete iglesias, siete sellos, siete trompetas. Algunas de las verdades relacionadas con las siete iglesias se aplican a los días de Juan. Algunas se aplican a las generaciones venideras. Y algunas son para el tiempo del fin. Ten en cuenta también que, si bien hay un continuo histórico en estas profecías y solo tienen un cumplimiento específico, hay principios eternos de la fidelidad de Dios y una aplicación práctica de verdades universales para cada generación. La Biblia es un libro vivo y relevante para cada época.

    ¡Nada puede separarnos!

    Jesús continúa diciéndole a Juan: El misterio de las siete estrellas que viste en mi mano derecha, y de los siete candelabros de oro es este: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros son las siete iglesias (vers. 20). El capítulo 1 prepara el camino para los capítulos 2 y 3: los mensajes de Jesús a las siete iglesias. Juan vio a Jesús caminando entre siete candelabros de oro. Estos candelabros, se nos dice, representan las siete iglesias. Y, como veremos, estas siete iglesias representan la iglesia cristiana en su totalidad, desde el comienzo del cristianismo hasta que Jesús regrese.

    La imagen es de Jesús caminando entre su pueblo. Jesús está íntimamente familiarizado con cada persona de la Tierra. Está cerca de su iglesia, de su pueblo fiel. Cada iglesia tiene un ángel que está en la mano de Jesús. Esta es otra representación de la estrecha unión entre Jesús y cada uno de nosotros. Él nos sostiene firmemente en sus manos, y nada ni nadie puede arrebatarnos de su mano protectora (Juan 10:27–29). El apóstol Pablo pregunta: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Rom. 8:35). Y responde su propia pregunta, declarando: Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que se halla en Cristo Jesús Señor nuestro. (vers. 38, 39).

    ¡Nada puede separarnos! Ese es el mensaje que Jesús le estaba dando a Juan mientras caminaba entre los siete candelabros de oro, sosteniendo siete estrellas en su mano derecha. A medida que profundicemos en el estudio del libro de Apocalipsis, veremos que Satanás hace todo lo posible para separarnos de Jesús, y utiliza varios poderes y fuerzas que surgirán en los últimos días para cumplir sus órdenes. Sin embargo, Jesús camina entre su pueblo, y nada, ni lo presente ni lo por venir, puede separarnos de su cuidado y su amor.

    En los próximos dos capítulos, Jesús da mensajes a cada una de las siete iglesias. Él está caminando entre ellas, observando, animando, advirtiendo y reprendiendo. Él presenta justo el mensaje que cada iglesia necesita, porque él es el Testigo Fiel, que conoce íntimamente a cada iglesia.

    Capítulo 2

    El primer amor se convierte en oscuridad espiritual

    Apocalipsis 2

    El propósito del libro de Apocalipsis es revelar los planes de Dios y desenmascarar los planes de Satanás. Es demostrar la fidelidad de Dios en cada época para animar, fortalecer, redimir y finalmente liberar a su pueblo. Todo el libro se enfoca en el Cristo viviente que venció las tentaciones del diablo y la manera en que nosotros también, por medio de su gracia y su poder, podemos vencer. En los mensajes a las siete iglesias, nuestro Señor revela los engaños astutos de Satanás y la manera en que podemos ser vencedores hasta el día en que él regrese.

    El capítulo 2 comienza la serie de mensajes a las siete iglesias. En el capítulo 1, a Juan se le dio una visión en que Jesús camina entre siete candelabros, que representan las siete iglesias. Efesios 5:25 nos dice que Jesús amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. En el momento en que Juan lo ve en visión, Jesús ya no está en la Tierra; él está en el Cielo. El Jesús que Juan ve es el Jesús glorificado, cuya apariencia hace que Juan caiga a sus pies como muerto. Pero Jesús sigue siendo el mismo Pastor amoroso que fue cuando estuvo en la Tierra. Todavía ama a su iglesia y se preocupa por ella. Todavía está vitalmente preocupado por su bienestar.

    El capítulo 2 contiene los mensajes de Jesús a las primeras cuatro de las siete iglesias. Encontraremos los mensajes a las últimas tres iglesias en el capítulo 3. Hoy, cuando escuchamos el término iglesia, tendemos a pensar en un edificio, tal vez el edificio de la iglesia donde adoramos cada semana, así como en las personas que adoran en ese edificio. Nuestra imagen mental suele ser una combinación del edificio físico y los fieles que se reúnen allí. Ese no era el caso en los días de Juan. La iglesia cristiana primitiva en los tiempos del Nuevo Testamento no tenía edificios localizados. Los creyentes cristianos se reunían donde podían, generalmente en la casa de alguien o en algún otro lugar temporal (ver Rom. 16:5; 1 Cor. 16:19; Col. 4:15). Cuando Pablo escribió sus cartas a las diversas iglesias en Corinto, Filipos o Tesalónica, estaba pensando en asambleas de personas, no en edificios de iglesias. Y eso es cierto de las siete iglesias a las que Jesús envía mensajes aquí en el Apocalipsis. Eran pequeños grupos de cristianos que se reunían donde podían.

    Las siete iglesias eran grupos reales de creyentes cristianos ubicados en estas siete ciudades de Asia Menor en los días de Juan. Geográficamente, las siete estaban ubicadas en un patrón más o menos circular, siguiendo una ruta comercial establecida que conectaba las ciudades y las áreas más pobladas e influyentes de la provincia.

    También encontraremos que cada una de las cartas o mensajes que Jesús da a estas siete iglesias sigue un patrón similar:

    Un saludo: Escribe el ángel de la iglesia de...

    Una descripción de Jesús que se relaciona con esa iglesia en particular.

    Una declaración: conozco, en la que Jesús señala algo acerca de esa iglesia que él quiere enfatizar.

    Una reprobación o reprimenda con respecto a alguna deficiencia en esa iglesia; en todas las iglesias, menos en dos.

    La advertencia de prestar atención al mensaje.

    La promesa de una bendición o recompensa si la iglesia continúa siendo fiel y se convierte en vencedora.

    Hay otro aspecto de los mensajes a las siete iglesias que debemos tener en cuenta antes de examinar cada uno de los mensajes de manera individual. Cada mensaje estaba destinado al grupo específico de creyentes cristianos que componían la iglesia en esa ciudad. Su contenido se relacionaba con su situación y su experiencia tales como existían en los días de Juan. Cuando los creyentes de Éfeso, por ejemplo, leyeron el mensaje de Jesús, pudieron ver que él les estaba hablando directamente a ellos y a su experiencia. Sin embargo, estos mensajes también tienen un significado más amplio.

    Muchos estudiantes de la Biblia han reconocido en las siete iglesias una representación de la historia de la iglesia cristiana a lo largo de las edades, desde los días de Juan hasta el fin de los tiempos. Las características de cada una de las siete iglesias corresponden a un período particular en el curso de la iglesia, desde el primer siglo hasta el final de la historia de la Tierra.

    Así que, echemos un vistazo más de cerca a los mensajes que Jesús dio a estas siete iglesias. Y, mientras lo hacemos, debemos pensar en la manera en que se aplican a nuestra propia vida. El consejo de Jesús a estas iglesias se aplicó a los creyentes cristianos de Asia Menor hace muchos siglos, pero también se aplica a nosotros hoy. Enfrentamos muchas de las mismas tentaciones y ataques de Satanás que ellos enfrentaron, incluso si vivimos en un mundo muy diferente.

    Éfeso: la iglesia sin amor (31-100 d.C.)

    Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso:

    El que tiene las siete estrellas en su diestra, y anda entre los siete candelabros de oro, dice: "Conozco tus obras, tu trabajo, tu paciencia, y que no puedes tolerar a los malos. Probaste a los que dicen ser apóstoles y no lo son, y los hallaste mentirosos. Has perseverado y soportado pruebas por mi nombre, y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Por tanto, recuerda de dónde has caído. ¡Arrepiéntete!, y haz las primeras obras. Si no te arrepientes, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar. Pero tienes en tu favor que aborreces las prácticas de los nicolaítas, que yo también aborrezco.

    El que tiene oído oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el paraíso de Dios" (Apoc. 2:1–7).

    En el siglo I, después de que Jesús ascendió al cielo, la iglesia cristiana primitiva fue fiel a Jesucristo. Su doctrina era pura, y la gente puso a prueba a los que decían hablar por Jesús, rechazando las falsas enseñanzas. La iglesia primitiva era una iglesia trabajadora. Jesús los elogia por su labor. Los primeros cristianos eran activos en compartir a Jesús con la gente de los pueblos y las ciudades a su alrededor. El registro bíblico en el libro de los Hechos afirma que los miembros de la iglesia primitiva fueron por todo el mundo entonces conocido para predicar el evangelio,

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