BERLÍN, 1936 EL AMIGO ARIO DE JESSE OWENS
Hitler fue reticente a organizar los Juegos de Berlín hasta que Goebbels, su ministro de Propaganda, lo persuadió de aprovecharlos para exhibir al mundo la superioridad de su régimen. Medios técnicos sin precedentes, perfección organizativa e infraestructuras fastuosas hicieron de la cita olímpica de 1936 un éxito rotundo para el Führer. Pero, a pesar de que Ale mania desbancó a Estados Unidos en el primer puesto del medallero, la estrella de los juegos fue Jesse Owens, el atleta negro que, con sus cuatro oros, puso en entredicho la supremacía racial aria.
Desde que el equipo norteamericano se instala en Berlín, periodistas y fotógrafos centran su atención en Owens. Nadie ha olvidado su proeza del año anterior en Míchigan, cuando en una tarde pulverizó tres récords mundiales. De las muchasfotografías de Owens en aquellos juegos, tres son de interés para esta historia, y todas corresponden a la competición de salto de longitud. En ellas comparte protagonismo con el saltador alemán Ludwig Long, conocido como Luz Long.
Poco tienen en común, aparte de la edad, veintitrés años, y la pasión por el atletismo. El norteamericano es nieto de esclavos y el décimo hijo de una familia de aparceros que dejó Alabama por Cle-veland, huyendo de la miseria.
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