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La sabiduría de la luz: Historia de la vida de los profetas según antiguas fuentes tradicionales
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La sabiduría de la luz: Historia de la vida de los profetas según antiguas fuentes tradicionales
Libro electrónico201 páginas2 horas

La sabiduría de la luz: Historia de la vida de los profetas según antiguas fuentes tradicionales

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La sabiduría de la luz para niños es una versión resumida de los 4 volúmenes de la obra de Hajja Amina Adil traducidos al español como La sabiduría de la luz. Este libro está pensado para ser leído en voz alta a los niños pequeños y que empiecen a conocer a sus profetas, fomentar la reflexión y animar a comentar en familia las enseñanzas de eterna sabiduría plasmadas en estas historias.
IdiomaEspañol
EditorialEDP SUD
Fecha de lanzamiento21 jul 2023
ISBN9789566230090
La sabiduría de la luz: Historia de la vida de los profetas según antiguas fuentes tradicionales

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    La sabiduría de la luz - Hajjah Amina Adil

    Adam

    1 (Allah) he de establecer en la tierra a alguien que pueda gobernar en Mi Nombre (2:30)

    1.

    Y la Luz pasó a

    Adam (Adán)

    Cuando creó a Adam , Allah lo presentó ante los ángeles, y éstos quedaron deslumbrados por su belleza. Luego, Allah pidió a Adam que dijera el nombre de cada ángel y de cada maravilla creada. Los ángeles se asombraron de tanta sabiduría. Y Allah ordenó a los habitantes del cielo postrarse ante Adam , y así lo hicieron, inclinándose bajo el haz de luz de Muhammad que emanaba de la frente del primer hombre.

    Todos lo reverenciaron salvo uno que se llamaba Iblis que no quería inclinarse ante una criatura de barro, siendo él de fuego. Tenía envidia de Adam . Desobedeció a su Creador y por ese motivo fue enviado lejos de las compañías celestiales. La rabia lo poseyó, y juró vengarse de Adam y de sus descendientes, y no parar hasta destruirlos. Los perseguiría eternamente para tentarlos y empujarlos a desobedecer. Le demostraría a su Señor que había acertado al no reverenciar a un ser de barro. Allah le dio permiso para poner a Adam a prueba. Era en realidad parte de su plan, porque la luz solo puede ser apreciada de verdad cuando llega y transforma la oscuridad. Iblis es esa oscuridad, a quien llamamos Satán o el Diablo.

    Allah llevó a Adam a vivir en el Jardín del Paraíso celestial donde vivió adorando a Allah felizmente y en paz durante mucho tiempo.

    Pero al cabo del tiempo Adam empezó a sentirse solo y pidió a Allah compañía. El Creador lo escuchó, y mientras Adam dormía, sacó una costilla de su pecho y creó, a partir de la misma, una hermosa mujer. Cuando Adam despertó, la reconoció de inmediato porque Allah ya le había enseñado los nombres de todo lo creado. Ella era Hawwa (Eva), su mujer. Se casaron en el Jardín y empezaron su vida en común llenos de alegría. Allah les concedió disfrutar de todo el Jardín salvo la planta del trigo, que debían dejar en paz y nunca deberían tocar.

    Iblis aprovechó la oportunidad. Se puso a llorar a las puertas del Paraíso hasta que llegó el pavo y le preguntó qué pasaba. Iblis le habló de la muerte, y le dijo que ésta debe llegar inexorablemente a toda criatura viviente. La única cura para la muerte, le dijo Iblis al pavo, era comer el fruto de la planta prohibida. El pavo se lo contó a la serpiente. Y la serpiente se lo dijo a Hawwa , quien, temerosa de la muerte, comió de la planta y convenció a Adam para que hiciera lo mismo.

    Así, Hawwa y Adam habían hecho lo único que se les había prohibido. Habían desobedecido a Allah por miedo y se sintieron profundamente arrepentidos. Le pidieron entonces perdón a su Creador, pero no era el momento más oportuno y Allah los expulsó del Paraíso como había hecho antes con Iblis. A partir de ese día, solo podrían vivir en la tierra. Adam descendió sobre una montaña de Sri Lanka y Hawwa sobre el desierto de Arabia. Los dos se sentían terriblemente solos y muy tristes. Pedían perdón a gritos y se buscaban el uno al otro sin cesar.

    Todo ocurría de acuerdo con la Voluntad de Allah que había nombrado a Adam guardián de la tierra, lo que no podría hacer si siguiera viviendo en el Paraíso. En su infinita Misericordia, Allah concedió este pesar a Adam y Hawwa , y se lo concedió también a todos sus descendientes. Por ello todos sentimos un profundo vacío dentro de nosotros, el anhelo, difícil de describir, de la paz y la seguridad del Paraíso. Ese fue el regalo de despedida de Allah al ser humano, una dolorosa nostalgia que le protegería de las tentaciones de Satán y le impediría sentirse nunca del todo en casa excepto cerca de Dios, excepto en el Paraíso.

    Tras muchos años de penar y de implorar clemencia, Allah perdonó por fin a Adam y a Hawwa , y Adam consiguió llegar a Arabia para reencontrarse con su mujer.

    Entonces empezaron a tener hijos. Los primeros eran todos gemelos fraternos, nacían en parejas de chico y chica. Como no había nadie más en la tierra, les ordenaron que se casaran unos con las gemelas de los otros para formar sus propias familias.

    Uno de los chicos, Qabil (Caín), empezó a sentir celos de su hermano Habil (Abel). Inspirado por el envidioso Iblis, quería quedarse con la esposa que correspondía a su hermano, pero sobre todo ambicionaba la luz que emanaba de la frente de Habil. Decidió deshacerse de él. Lo golpeó con una piedra y retrocedió, horrorizado. Hasta entonces nunca había habido muerte ni violencia. Qabil se arrepintió mucho de lo que había hecho. Tomó el cuerpo sin vida de su hermano en brazos y lo llevó de un lugar a otro durante mucho tiempo, sin saber qué hacer con él. Finalmente, un cuervo, apiadándose de él, le enseñó a cavar la tierra para enterrar a su hermano. Pero no podía enterrar su dolor. Dejó a sus padres y se marchó lejos, con su familia. Fue errando por el mundo buscando paz en todos los sitios equivocados.

    Adam y Hawwa estaban muy tristes por la pérdida de sus dos hijos, pero lo que más les dolía era haber perdido la luz de Muhammad y le pidieron a Allah que les concediera otro hijo que pudiera portar esa luz.

    Tuvieron muchos, muchos hijos. Todos nacieron en parejas de gemelos salvo un chico que nació solo. Era el elegido por Allah para sustituir al asesinado Habil, y era tan bueno y obediente que sería capaz de portar esa luz hacia el futuro.

    Quiera Allah bendecir a Adam y darle paz.

    Seth

    Acaso no tomaron un compromiso conmigo, Oh hijos de Adam? (36:60)

    2.

    Y la Luz pasó a

    Seth (Set)

    El hijo de Adam que heredó de él la luz de Muhammad fue Seth . Su nombre significa Regalo de Dios. Era santo y profeta. Además, era muy hermoso, y se parecía a su hermano muerto, Habil, en casi todo. A Adam y Hawwa les llenaba de alegría ver la luz brillar en su frente, como la luz de un faro.

    Adam le hizo prometer a Seth que se casaría con una mujer buena, que viviría de acuerdo a los designios de Allah y que educaría a sus hijos para que fueran rectos como él. Muchos ángeles descendieron para ser testigos de la promesa y trajeron un regalo de su Señor. Allah envió a Seth un cofre que contenía la promesa de Seth y la descripción de todos los grandes Profetas y mensajeros que aparecerían tras él entre sus descendientes, para que las personas sabias pudieran reconocerlos. A este cofre lo llamarían luego el Arca (cofre) de la Alianza (promesa). Era muy valioso y sagrado. Pasaría de un Profeta a otro Profeta junto con la luz. Mientras se mantuviera en manos de los Profetas, los creyentes estarían a salvo.

    En los primeros tiempos, la gente vivía muchos años. Seth enterró a su padre cuando contaba 400 años. Adam alcanzó los 1000 años de edad. Seth tuvo muchos hijos y vivió con ellos en las montañas de Damasco. Vivieron pacíficamente en sus tierras, trabajando como granjeros y pastores.

    Sin embargo, otros hijos de Adam no fueron tan obedientes. Escogieron valles fluviales para asentarse, se volvieron perezosos y dieron problemas a los demás.

    Seth murió con 720 años, habiendo cumplido su promesa y habiendo pasado la luz y el Arca a su hijo Enush (Enós).

    Enush pasó la luz a Kan’aan (Cainán), de Kan’aan pasó a Mahalalel (Malael) y de Mahalalel a Yerad (Jared).

    Quiera Allah bendecir a Seth y darle paz.

    Idris

    Él era un hombre veráz, un Profeta, y lo elevamos a un lugar sublime (19:56,57)

    3.

    Y la Luz pasó a

    Idris (Enoc)

    Yerad (Jared) se quedó preocupado cuando los ángeles le anunciaron el nacimiento de su hijo. ¿Sería capaz de educarlo para mantener pura la luz y preservar la promesa? ¡Había tantos jóvenes descarriados que no paraban de hacer cosas prohibidas y se olvidaban de su Señor! ¿Sería posible, se preguntaba a sí mismo, criar a un niño de corazón puro en medio de todo el mal del mundo? Fue un inmenso alivio para él comprobar que en la frente de su hijo recién nacido brillaba, como un sol, la luz de Muhammad .

    Yerad llamó a su hijo Idris (Enoc), que quiere decir el que sabe mucho. Llegaría a ser un gran profeta y un mensajero para su pueblo. Dios quiso que les enseñara muchas cosas que hoy damos por sentadas. Sería difícil imaginar un mundo sin los conocimientos que Idris aportó.

    Idris aprendió cómo encender fuego para calentarse y cocinar.

    Aprendió de la araña a tejer la lana de las ovejas que pastoreaba y a confeccionar paños que luego cortaba entre dos rocas afiladas para hacer telas. Idris sirvió como sastre a su pueblo.

    Aprendió a escribir la palabra de Dios y a leer, y aprendió a enlazar las palabras para componer un libro. Fue profesor para los suyos.

    Aprendió a contar y a llevar un registro de cuentas, con sumas y restas.

    Estudió las estrellas, comprendió sus movimientos y aprendió cómo orientarse por ellas. Se convirtió en el primer astrónomo y fue así un guía para su pueblo.

    También observó las plantas y aprendió cuáles eran curativas. Se convirtió en médico para los suyos.

    Pero, por encima de todo, Idris enseñó la ley de Dios, la Religión de Adam . Y por eso fue un profeta para su pueblo.

    Transcurridos 250 años, los incrédulos que vivían en los valles empezaron a sentir envidia y reunieron un ejército para invadir al pueblo de Idris y llevarse todas las maravillas que habían fabricado.

    Para proteger a los suyos, Idris inventó entonces el arco y la flecha, inspirándose en la rama de un manzano que, al curvarse, hacía que sus frutos salieran

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