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Cuentos sufies para la vida diaria.
Cuentos sufies para la vida diaria.
Cuentos sufies para la vida diaria.
Libro electrónico161 páginas3 horas

Cuentos sufies para la vida diaria.

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La presente obra contiene cuentos sufies que fueron narrados durante lo que dura el mes del ayuno (ramadán). Estas historias y cuentos que además generan otros cuentos e historias, sirvieron para explicar temas de reflexión y meditación. Los cuentos combinados con un sohbat (discurso inspirado) dan como resultado un esclarecedor y luminoso mensaje
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2021
ISBN9786079848873
Cuentos sufies para la vida diaria.
Autor

Abdul Rauf Felpete

Sheij Abdul Rauf, Raúl Felpete Papa • Hace 30 años inició su recorrido espiritual al lado del Gran Maestro Sufi Mawlana Sheij Nazim. Líder mundial de la muy noble Orden Sufi Naqshbandi. • Ahora funge como representante de la Orden Naqshbandi para América Latina • Fundó una mezquita, la más austral del mundo, donde reside. Es un sitio que funciona para la reflexión, oración, y retiro. Las personas de cualquier religión, camino interior o simples buscadores, reciben alojamiento y comida en forma gratuita, así como guía y entrenamiento espiritual. • Coordina, supervisa y dirige grupos y derghas sufis en todas las principales ciudades de América Latina.

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    Cuentos sufies para la vida diaria. - Abdul Rauf Felpete

    28-09-18-PortadaCuentos-2.jpg3-53-52

    1a. edición 2019

    © Sheij Abdul Rauf Felpete

    © NEWTON, Edición y Tecnología Educativa

    Antillas 1010 int. 302 col Portales, C.P. 03300, Benito Juárez, CDMX,

    tel. (55) 65831189, vickycasavaz@gmail.com

    www.newtonedicionytecnologia.com.mx

    Reservados todos los derechos.

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Los argumentos, ideas y opiniones presentados en cada uno de los capítulos que integran esta obra, son responsabilidad de cada uno de los autores.

    ISBN: 978-607-98488-7-3

    Transcripción:

    Andrea Navarro Aguilar

    Corrección ortográfica y de estilo:

    Adriana Guerrero Tinoco

    Diseño y formación de portada e interiores:

    Aarón González Cabrera

    Hecho en México

    Made in Mexico

    Contenido

    Prólogo

    ¿A quién le crees?

    Contrabando de…

    El adab con el sultán

    El ayuno y la tentación

    El león en el jardín

    El sabio y el simple

    El sirviente y el amo

    El tatuaje 81

    Enseñando a volar

    Historias de sultanes

    Huevos y pollos

    La esclava turca

    La fuerza de Allah

    La historia de Nofal

    Lo que vale un reino

    Mejor higos que zapallos (calabazas)

    Nasrudín y el zorro

    Nasrudín y el juez

    Nasrudín y su burro

    Patos turcos

    Un regalo adecuado

    Una enseñanza eficaz

    Prólogo

    Bismillahi ar-rahmani ar-rahim

    En el nombre de Dios el más misericordioso,

    el dispensador de Gracia.

    Los cuentos han sido una forma de enseñanza en todas las culturas y civilizaciones de la tierra, en todos los países hay tradiciones y dichos que se remontan siempre a experiencias de vida que han generado distintas historias cortas que, por lo regular, son tomados como ejemplos prácticos de vida.

    Los cuentos sufies son historias verídicas que nos llevan a reflexionar sobre las cosas absurdas de este Dunia (el acontecer cotidiano) que vivimos.

    En la tradición sufi existen varios personajes que han alimentado esta forma de enseñanza, el más conocido dentro de la tradición es Nasrudín, un personaje que existió en el siglo xiii, sin olvidar a cantidad de maestros sufies de todas las tariqah (órdenes espirituales sufies) que siempre han usado los cuentos como un método de enseñanza no sólo en la vida diaria, sino también para asuntos de crecimiento espiritual. Las interpretaciones y niveles de conocimiento que tienen los cuentos son muy variados, se encontrarán con situaciones a las que un cuento sufi da respuesta, cuya guía siempre está vigente.

    La muy noble y gloriosa Tariqah Sufi Naqshbandi, con más de 1 440 años de existencia, ha seguido la tradición de enseñar a sus integrantes a través de cuentos, historia y transmisiones de conocimiento que han ido de maestro en maestro para beneficio de sus murids.

    Sheij Abdul Rauf, siguiendo esta tradición, combina el cuento con el sohbat (discurso inspirado) y nos ofrece lecciones para reflexionar y trabajar nuestros nafs (egos), nos invita a poner en práctica las distintas técnicas de entrenamiento sufi para trabajar en el interior de nuestro ser.

    El lector encontrará, a través de varias de las historias que narra Sheij Abdul Rauf, respuestas luminosas y esperanzadoras para los avatares que se nos presentan en esta vida.

    Abdul Kabir

    Muharram de 1441

    Septiembre de 2019

    ¿A quién le crees?

    Alhamdulillah

    Masha Allah. Subhan Allah.

    El otro día, Sheij Bahauddin decía que el ramadán es como un cuerpo y ramadán tiene un espíritu, un sheij del ramadán, tiene alguien que se hace cargo de manejar todo el ramadán. En ramadán, las bendiciones por hacer cosas para los hermanos musulmanes, por Allah Subhana wa ta’ala, trae muchas bendiciones más que en otro tiempo –Umar toma su fin de semana libre y hace 900 km para venir a arreglar las cosas eléctricas. Masha Allah. Subhan Allah. Bendiciones para él y para su familia.

    No reclamen nada en el mundo espiritual, Dunya requiere títulos, cargos y posiciones. Dunya es Dunya, ¿somos políticos? No. ¿Somos empresarios? ¿Somo directores de futbol? No. ¿Somos artistas de un grupo de TV? ¿Somos productores? No. Dunya es el mundo material tenga los cargos que tengan, en el mundo mas no del mundo. En el mundo sepan que esos cargos tienen vencimiento. Ni siquiera tienen que esperar a morir para perderlos, el envejecimiento, la lentitud, se harán cargo de esto.

    Una vez, Nasrudín fue al médico. El médico le pregunta: –¿Qué pasa, Hodja Nasrudín?

    –Me duele mucho la rodilla, dice. –Cuando tengo que hacer las rakats. No puedo ablucionarme con agua fría. Me duele todo.

    –Hodja, es la edad –le dice el médico.

    –Toso mucho por las mañanas, me cuesta muchísimo enderezarme…

    –Hodja, es la edad.

    –Me acuesto con mucho cansancio, con muchas ganas de dormir, duermo un ratito y ya estoy incómodo en la cama. Me levanto y estoy cansado, vuelvo a tener sueño…

    –¡Hodja, es la edad!

    –Pero ¿qué clase de doctor es usted que solamente me dice que es la edad?

    –Hodja, eso también es la edad. Se ponen de mal humor cuando envejecen.

    Alhamdulillah.

    Entonces, ni siquiera tienen que esperar la fecha de vencimiento definitiva. Todos esos títulos, esos cargos: es Dunya. Los necesitan para Dunya, tómenlos, móntense ustedes arriba de ellos. No dejen que el cargo se monte en ustedes, no dejen que la posición se monte en ustedes. Súbanse ustedes arriba del cargo. En Argentina se usa una frase: chapear, chapeen, Dunya. Lo necesitan para el Dunya, bien. Pero recuerden que nuestro camino es hacia el Akhirah, la vía del corazón. Nosotros no necesitamos nada de eso.

    Mawlana, Alhamdulillah, Allah santifique su secreto y haga de su tumba un poder lumínico tan fuerte que barra con la oscuridad de este mundo, proteja a su familia y a su hijo y sultán. Mawlana llegó a Londres en el año 75 con un domicilio anotado en un papel. Piensen un poco, esto empezó así. Fue a ese lugar y habló con Mustafa, que era el nombre que traía anotado. Y dijo: –Yo soy discípulo del gran sheij Abdulá, vengo a abrir occidente. No dijo: Acá está mi título de sheij, acá esta mi título de doctor en química…. Se puso a hacer lo que hay que hacer: trabajar. Cuando mi hijo empezó a jugar futbol, yo le pregunté: –¿Quién es tu director técnico? Me respondió: –No sé. –¿Cómo que no sabes? Y me dijo: –No, pero sé quién es mi entrenador, ¿en qué trabaja?, no lo sé.

    El que trabaja es el que se conoce, el otro está bien, el otro será el maestro, pero trabajen. Mawlana nunca reclamó ningún cargo ni ningún título, nunca. Él hizo lo que tenía que hacer, como había que hacer: trabajando. Pobres los que necesitan reclamar títulos y cargos para que la gente los justifique. Hagan lo que tienen que hacer y listo.

    ¿Quién va a un taller mecánico impecable, brillante, lleno de títulos colgados en la pared? Nadie. Ni siquiera para un taller de Mercedes Benz.

    Entonces, hagan lo que hay que hacer. Si tienen que estar en el Dunya y necesitan los cargos, úsenlos, sepan que ustedes no son los cargos, están usando un cargo para obtener un resultado, que ese resultado por más que sea Dunya, siempre acompañe los designios de Allah Subhana wa ta’ala de ayuda a la gente. Mawlana nos enseñó que ante cualquier cosa si nos ofrecen ser diputados, intendentes, gerentes, cargos… Mawlana dijo: Piensen primero tres cosas: si es bueno para mi camino espiritual, si es bueno para la gente, si no trae perjuicios a mí y a los demás. Con estas tres cosas, ¿quieren ser comandante en jefes de ejército? Séanlo, pero tienen que valorar estas tres cosas. El Dunya tiene tarjeta de vencimiento, es corto, muy corto. Nunca pongan un cargo para decir quiénes son. Ustedes son el camino del corazón y ésta es la época del sendero del corazón, porque ésta es la época del Mahdi, donde todo se va a abrir y todo va a ser muy claro. Los dos bandos van a ser como esas ­películas ­históricas, con toda una caballada aquí, toda una caballada enfrente, esperando enfrentarse. Así va a ser, pero en todo momento. Entonces no confundan, Dunya es Dunya, Akhirah es Akhirah.

    ¿Dónde quieren reposar? ¿Dónde quieren estar? ¿Quieren que su cuerpo se pudra en la tierra y ustedes quedarse en estado terrible? Trabajen sólo por el Dunya. ¿Quieren otra cosa? Trabajen por la otra cosa. No hay historia de esto, nadie les dice que no pueden tener una cosa o la otra. Nosotros no somos monjes célibes, de retiro, derviches de voto de pobreza. Si el voto de pobreza es para nosotros interior, promovemos el mundo, en el mundo mas no del mundo. Alhamdulillah. Masha Allah. Subhan Allah.

    Un vecino que Nasrudín conocía de toda la vida, un día le dice:

    –Hodja Nasrudín, necesito que me prestes tu burro.

    –¡Hum! No lo tengo. Se lo presté a alguien y no me lo ha devuelto.

    Y en eso el burro empieza a rebuznar en el corral y el amigo le dice:

    –Hodja, ahí está tu burro hablando. Ahí esta rebuznando. ¿Cómo me dices que no lo tienes?

    –Contigo no hablo más. Alguien que le cree más a un burro que a mi palabra, no tengo nada más que hablar con él.

    Masha Allah. Subhan Allah.

    Fatiha.

    As Salamu Alaykum, que tengan un buen día de ramadán, una buena noche de ramadán. Alhamdulillah. Que Allah abra los corazones de todos los interesados en que su corazón se abra. Nos permita, Alhamdulillah. Nunca tomar los papeles del mundo y confundirlos. Este camino es un camino espiritual, uno hace lo que tiene que hacer, el único cargo que podemos tener es el camino que nos da Allah Subhana wa ta’ala y ese tiene un solo nombre: Abdalah, Abdulá, servidor. Si Allah nos dice abdulás, Alhamdulillah. Y es el único cargo que debemos buscar, el ser servidores, no aspiren a nada más. Pero como servidores hagan todo lo que tengan que hacer, levántense una hora antes que el amo y acuéstense una hora después que el amo, eso es servicio. Que estén siempre al pendiente de eso y entonces el amo los coloca en el único titulo eterno y que nadie les puede quitar: Abdulá. No lo toques, que haces servicio para mí. Masha Allah. Subhan Allah.

    Aspiren por eso, pidan por eso, sueñen con eso, deseen eso, rueguen por eso, trabajen para eso y despreocúpense por todo lo demás. Hoy el mundo tiene un tinte distinto, nuestro maestro no está, se perdió un santo de alto calibre en esta tierra, pero ¿saben qué? La vía del corazón está abierta, como nunca antes, como nunca jamás. Piensen ustedes: 500 años antes los maestros hablaban de sus bondades, lean libros: Shams de Tabriz, Mawlana Rumi, quien quiera todos, les decían a sus discípulos lo que eran, las luces que tenían, a dónde los podían llevar. ¿Qué pasó? ¿Cómo se perdió eso? No, no se perdió. Cambió el mundo, en ese momento cualquiera iba a una tekyya o una dergah y sabía que el que estaba allí, era un santo. Y ese santo podía decirle lo que quisiera. Hoy en día, nadie cree nada, todo el mundo duda de todo, por eso se necesitan los títulos y los oropeles para decir soy alguien. Dejen eso de lado, sean no alguien, sean el más alguien. Sean abdulás, servidores. Y eso es a lo único que debemos aspirar. Allah nos abra a

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