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99 cuentos y enseñanzas sufíes
99 cuentos y enseñanzas sufíes
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Libro electrónico224 páginas2 horas

99 cuentos y enseñanzas sufíes

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Cuentan que, en cierta ocasión, mientras mi maestro, Djalal al Din Rumi, sumergido en un éxtasis de Amor Divino, recitaba poemas cargados de pasión, un extranjero que se sentaba entre nosotros no pudo contenerse y empezó a llorar y a gemir, arrobado por la belleza de lo que estaba escuchando. De esa manera, cuando mi maestro terminó y abrió los ojos, el extranjero le preguntó: "Oh señor, ¿dónde ha encontrado la inspiración para escribir esos versos". A lo que mi maestro contestó: "Del mismo sitio donde tú has encontrado tus lágrimas". La Taberna del Derviche.

En esta obra encontrarán cuentos sacados de las arenas del desierto, escondidos bajo los turbantes de sus moradores, que mil veces los narraron junto al calor de sus hogueras, iluminados por el fulgor de las estrellas y de la media luna, mientras el café se iba tostando, invitándonos a degustar también el sabor de la sabiduría más refinada y sutil. Otros, sin embargo, están basados en mis numerosas experiencias a la vera de este camino de perfección. E, incluso algunos hay que pertenecen al legado místico de las cofradías más añejas, que han ido pasando como testamento de generación en generación para que todo el que tenga sed pueda beber de nuestro río y vivir. Aunque, como las dunas, han ido cambiando por el influjo de los vientos del tiempo, sin embargo siguen perteneciendo a los oasis donde las caravanas se detienen a descansar en su paso por la vida, conociendo que es un lugar seguro donde la sombra de la palmera anuncia una buena provisión de dátiles prestos a calmar el apetito de los peregrinos que consiguieron llegar hasta aquí.
IdiomaEspañol
EditorialLid Editorial
Fecha de lanzamiento27 nov 2016
ISBN9788416776641
99 cuentos y enseñanzas sufíes

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    99 cuentos y enseñanzas sufíes - Manuel Fernández Muñoz

    Introducción

    La palabra derviche nos hace soñar con las arenas de Samarcanda y Estambul, con grandes mezquitas de cúpulas verdes y minaretes como agujas que se elevan hasta el cielo. Con hombres y mujeres girando sobre sí mismos hasta alcanzar el éxtasis del Amor Divino mientras el muecín canta la llamada a la oración de los hijos del Islam.

    El manto de los derviches evoca sueños de otros tiempos donde, los que buscaban la comunión con su Hacedor, se reunían en lugares secretos y tenebrosos para cantar su pena y su dolor… porque el mundo de la mística es siempre perseguido por los sacerdotes, escribas y fariseos de la ignorancia.

    La mirada de los Locos de Dios irradia nostalgia y tristeza por la separación con el Bienamado. Una enfermedad que sólo puede curarse con el Recuerdo, la melodía que acerca lo finito hasta lo Infinito. Una danza que únicamente se puede explicar danzando o escuchando el lamento del ney, que se queja porque ha sido separado del cañaveral y llora, junto al laúd y el timbal, anhelando el regreso a su hogar.

    Cuentan que, en cierta ocasión, mientras mi maestro, Djalal al Din Rumi, sumergido en un éxtasis de Amor Divino, recitaba poemas cargados de pasión, un extranjero que se sentaba entre nosotros no pudo contenerse y empezó a llorar y a gemir, arrobado por la belleza de lo que estaba escuchando. De esa manera, cuando mi maestro terminó y abrió los ojos, el extranjero le preguntó: «Oh señor, ¿dónde ha encontrado la inspiración para escribir esos versos?». A lo que mi maestro contestó: «Del mismo sitio donde tú has encontrado tus lágrimas».

    La Taberna del Derviche

    Los sufíes son santos errantes que han renunciado a este mundo y al otro en pos de alcanzar un breve instante de abstracción mística frente a las Puertas de la Realidad Divina. Ese momento que los hará desaparecer para siempre entre los benditos brazos de Laila (nombre místico que otorgan a Dios). Mientras tanto, esperan en los límites de la Taberna que Ella les deje entrar, pero antes deben haberse entregado por completo, pues sólo el verdadero amante podrá conquistar el corazón de Laila… y el único requisito para entrar en la Taberna es venir ebrio.

    Deja ya tu egoísmo, no temas la pobreza. No persigas el oro y bebe, pues una vida tan llena de pesares hay que pasarla toda en un sueño profundo o embriagado con el Vino del Amor.

    Omar Khayyam

    En esta obra encontrarán los cuentos que he podido compilar, sacándolos de las arenas del desierto, estando escondidos bajo los turbantes de sus moradores, que mil veces los narraron junto al calor de sus hogueras, iluminados por el fulgor de las estrellas y de la media luna, mientras el café se iba tostando, invitándonos a degustar también el sabor de la sabiduría más refinada y sutil. Otros, sin embargo, están basados en mis numerosas experiencias a la vera de este camino de perfección. E incluso, algunos hay que pertenecen al legado místico de las cofradías más añejas, que han ido pasando como testamento de generación en generación para que todo el que tenga sed pueda beber de nuestro río y vivir. Aunque, como las dunas, han ido cambiando por el influjo de los vientos del tiempo, sin embargo siguen perteneciendo a los oasis donde las caravanas se detienen a descansar en su paso por la vida, conociendo que es un lugar seguro donde la sombra de la palmera anuncia una buena provisión de dátiles prestos a calmar el apetito de los peregrinos que consiguieron llegar hasta aquí.

    Quien quiera que seas ¡ven! ¡Ven! Quien quiera que seas… El Alma gira alrededor del Secreto del Amor. Musulmán o cristiano, judío o adorador del fuego, ven. Blanco o negro, pobre o rico, alto o bajo, si estás enfermo, ven. Si estás triste, ven a llorar con nosotros. Nuestra Taberna es antigua, se erigió antes de la creación. En ella se sirve el Vino Añejo. Ven y bebe despacio, trago a trago. Deléitate con el néctar de la pasión. En el Espíritu todos somos uno. En el interior únicamente existe el secreto del Amor. Puede que el ego te domine. Abandona el ego y ven. La Auténtica Realidad se alcanza por la experiencia directa. La experiencia directa por abandonar el ego y venir. ¡Ven con nosotros y enloquece! Déjate llevar y ven. Remueve todo tu mundo, aligera de su peso al corazón. Gira con el cosmos, danza como un junco, postra tu frente ante la alquibla del Señor. Olvida todo lo que sabes. Ante su trono no puede haber dos. El dueño de la Taberna ha dicho: «Existe un Paraíso en el que no hay palacios, ni jardines, ni ríos de leche y miel. Si te sientes afligido ven. Si te sientes solo, ven. Si estás en un desierto, ven y enamórate. Si quieres conocer el secreto de nuestra Taberna espera junto a la puerta. Cruza despacio el puente entre el ser y el no ser. —Solo hay un Dios— es la llave, la locura viene después… Los ángeles cantan sus Benditos Nombres, el ruiseñor subió tan alto que ya no se puede ver. Ven con nosotros y canta que Dios es Bueno. No hay dios sino Él».

    Adaptación de un verso de

    Mevlana Djalal al Din Rumi

    * * *

    En la casa de Mevlana no se mueve una hoja sin que sea mecida por el Amor Divino. Los lirios y las rosas dan vueltas entonando la canción por el Amigo. En la casa de Mevlana nada se mueve si no es movido por el Anhelo Divino. El que vino pensando que sabía, descubre que no sabe nada. El que vino creyendo que era, se da cuenta de que no es nada. El que vino diciendo «yo soy» salió diciendo «Tú eres». Quien ha llegado hasta aquí, se queda, porque no puede partir, porque más allá no hay camino que seguir. Pero quien se quiere quedar, tiene que morir antes de morir. Lo de fuera es una cosa, y lo de dentro es otra. En casa de Mevlana todo cambia y permanece estático. Todo cambia excepto Allah…

    La Taberna del Derviche

    Konya o La Tumba del Ego

    Tras dos días de viaje cruzando Europa y después de entrar en Asia, puedo respirar por fin el aire de Anatolia, la cuna del sufismo. Rezar aquí, en Konya, en la última morada de Mevlana Djalal al Din Rumi, era un sueño que rondaba mi alma desde que por primera vez pude ver a sus giróvagos dar vueltas alrededor de sus corazones en la otrora mística ciudad de Alepo, arruinada hoy por la locura humana.

    La palabra sufismo, o derviche, comprende mucho más que una corriente o escuela de pensamiento islámica. El Tasawwuf, la más alta expectativa del ser humano, no es una religión ni una moda, sino más bien un modo de afrontar la vida en todas sus facetas, una incertidumbre que debe de ser desvelada y un rumor en el alma que nos lleva a buscar el agua de la vida y más aún, su Fuente.

    Un sufí es una persona normal que guarda un secreto. Ha descubierto que, allá donde mire, puede ver el Rostro Dios y mantiene con Él una relación que las palabras no pueden describir. Todo es Dios pero Dios es Uno. Sabiendo esto, ya no necesita de religiones, ni de credos, ni normas. Todo eso son caminos, pero él ha llegado allá donde los caminos desaparecen.

    Las religiones imponen, pero el derviche se impone a las religiones. Su práctica es inaguantable para el religioso e increíble para el mundano. Por fuera nadie puede reconocerlos, y dentro, solo Dios sabe lo que hay en sus corazones.

    Un derviche no es quien dice serlo, sino quien ha trascendido incluso el querer serlo. Por eso es tan difícil encontrar a alguien con un secreto, pero es tan fácil encontrar a muchos que dicen tenerlo.

    El sufismo es el corazón del islam y más aún, un sentimiento, una idea, un suspiro en el viento, una lágrima en la lluvia y un grito en la oración. Si el sufismo es la esencia, la copa que la recoge es la premisa de la Unicidad Divina que no puede ser rota ni siquiera con la fantasía de nuestra propia existencia.

    Cuando le preguntaron al viejo maestro sobre la esencia del sufismo, él respondió: «En el gorro de los derviches se oculta el secreto de la paradoja donde la Nada y el Todo se funden en el Uno. Y bajo su manto guardan el secreto de un Amor tan desgarrador por ese Uno que pueden llegar a convertirse ellos mismos en aquella paradoja. La esencia del sufismo no puede ser descrita. Sólo nos llegan rumores de llantos, lamentos, cantos, bailes y poesía mística. Este es resultado de la estación del alma que el ser humano ha alcanzado y que se la conoce como sufismo».

    La Taberna del Derviche

    Beber de este vino secreto es la meta para el que sigue la doctrina del desapego al mundo de los deseos terrenales, guardando con celo las palabras del profeta Muhammad: «Sé en esta vida como un extranjero o alguien que está de paso».

    Sin embargo, el sufismo ha roto cualquier barrera y traspasado los límites de su propio origen, extendiéndose más allá de las religiones, porque, si a los santos de cualquier culto o filosofía le quitas todo lo milagroso, aún quedará en su alma un enorme anhelo por Dios, y ese Amor, esa pasión que no se consume, es lo que hemos venido llamando sufismo. Por tanto, los derviches no son musulmanes, ni judíos, ni cristianos, ni budistas… sino solo amantes, por lo que son a la vez judíos, cristianos, musulmanes y budistas ya que han comprendido qué es la Unicidad.

    Cada cofradía sufí guarda un método secreto para alcanzar la extinción con el Creador, que incluye una determinada forma de invocación que va pasando de maestro a discípulo generación tras generación. En la cofradía de Djalal al Din Rumi, además del giro, los neófitos debían aprender a salmodiar diversos versos especiales del sagrado Corán junto a las loas compuestas por el maestro, además de tocar el ney, el timbal, practicar la renuncia al propio ego así como de todo aquello que pudiera apartarles de sus obligaciones para con Dios.

    Mevlana, como se llamaría al maestro Rumi, significa sencillamente eso, maestro. Por tanto, todos aquellos que decidían seguirle, eran conocidos como Mevlevis. Sus poesías, cargadas de infinita pasión, y su gran apertura espiritual, la cual no hacía distinción entre religiones, fue lo que le otorgó la supremacía ante cualquier otro maestro, y más si tenemos en cuenta que también introdujo por primera vez la música dentro de las ceremonias espirituales en el mundo islámico como medio para alcanzar el éxtasis. Así, al compás del giro, la música tenía la capacidad de elevar al neófito a estados antes desconocidos incluso para los propios sufíes.

    Ya no tengo leyes ni reglamentos, no tengo corazón ni religión que me ate. Solo Tú y yo permanecemos, sentados en la esquina de la riqueza en la pobreza. ¿Qué diferencia hay si termino rezando en una iglesia o en La Mecca? Una vez que me he abandonado a mí mismo, ¿qué diferencia puede haber entre Unión y Separación?

    Fakhr al-din ‘Iraqi

    Desde la mezquita de Aladdin, en el centro

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