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Derretir el Hueso en la Marea Sanadora: Cómo Reanimar el Tejido Óseo Inercial Mediante el Contacto Terapéutico
Derretir el Hueso en la Marea Sanadora: Cómo Reanimar el Tejido Óseo Inercial Mediante el Contacto Terapéutico
Derretir el Hueso en la Marea Sanadora: Cómo Reanimar el Tejido Óseo Inercial Mediante el Contacto Terapéutico
Libro electrónico207 páginas2 horas

Derretir el Hueso en la Marea Sanadora: Cómo Reanimar el Tejido Óseo Inercial Mediante el Contacto Terapéutico

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Información de este libro electrónico

"El mejor libro de instrucciones que he leído desde El Power of Now". - Joshua Brown, D.O.

"Una lectura increíble para todos los terapeutas manuales". - Heidi Garellek, B.Sc., Ph.T.

"Excelente lectura para osteópatas y terapeutas manuales". - Byron Hardie D.O.

"Un libro que marca un antes y un después". - Andrea DeMont, CST

La primera publicación del osteópata y profesor canadiense Scott Sternthal, D.O., "Derretir el Hueso, Sanar la Marea" nos muestra cómo reanimar el tejido óseo inercial a través del tacto terapéutico. Este libro presenta un tratamiento sencillo llamado Terapia Biodinámica Esquelética (TBE). La TBE integra la sabiduría de la biodinámica craneosacral y la terapia manual en las mismas maniobras, y puede aplicarse en cualquier parte del esqueleto. Los fundamentos de la TBE surgieron de la inquebrantable creencia del autor en la capacidad terapéutica inherente en el cuerpo humano, y en la profunda inteligencia del mundo natural. Estas ideas tienen el potencial de llevarnos a niveles apasionantes e inexplorados del diálogo terapéutico y ayudar a que otras modalidades de trabajo corporal sean aún más eficaces. "Derretir el Hueso, Sanar la Marea" esboza, en términos accesibles y descriptivos, los protocolos de evaluación y tratamiento de la TBE, incluyendo una forma eficaz de evaluar el esqueleto llamado Test táctil, y un completo plan de tratamiento en 6 pasos. La TBE puede ser practicada por todos los trabajadores corporales, incluyendo masajistas, fisioterapeutas, terapeutas deportivos, terapeutas craneosacrales, osteópatas, y quiroprácticos.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento14 ago 2023
ISBN9798350909661
Derretir el Hueso en la Marea Sanadora: Cómo Reanimar el Tejido Óseo Inercial Mediante el Contacto Terapéutico
Autor

Scott Sternthal D.O.

Scott Sternthal, D.O. is an osteopath based in Montreal, Quebec.

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    Derretir el Hueso en la Marea Sanadora - Scott Sternthal D.O.

    P

    refacio

    A pesar de todo lo que creía saber, ignoraba que los huesos pudieran derretirse. En 2012, cuando cursaba el tercer año de osteopatía en el Collège d’Études Ostéopathiques (CEO) de Montreal, nuestro profesor, Yves Boisvert, D.O., nos describió cómo era sentir un hueso derretirse en sus manos, y cómo eso alteró para siempre el prisma a través del cual veía el cuerpo humano.

    Fue una conferencia fascinante. Curioso y entusiasmado (y con una buena dosis de escepticismo), empecé a incorporar los principios de tratamiento que Boisvert describió en clase aquel día y, muy pronto, ¡yo también percibí extraños movimientos en el tejido óseo! Sorprendentemente, estas estructuras rígidas empezaron a desplazarse y a cambiar, doblándose y retorciéndose en mis manos. Surgieron patrones repetitivos de mareas que pulsaban a distintos ritmos y velocidades, expandiendo y contrayendo el hueso. Y había más. A menudo, durante mis tratamientos, percibía una especie de cambio debajo de mis manos y dentro de mí simultáneamente, como un suspiro colectivo de alivio que me atravesaba de cliente a terapeuta. ¿Qué significaba todo esto? En mi búsqueda de una comprensión más profunda de los huesos que se derriten, me quedaban preguntas importantes.

    En primer lugar, me apoyé en mi formación en busca de respuestas. Reconocí los movimientos de rotación que surgían de los huesos como el impulso rítmico craneal (IRC), que había aprendido que era sinónimo del llamado mecanismo respiratorio primario (MRP), bien conocido dentro de las artes curativas craneosacrales. Pero no podía explicar las demás sensaciones. Por ejemplo, además de las rotaciones, existía un patrón del tipo subir y bajar, que expandía y contraía el tejido óseo. En la escuela de osteopatía, a esto lo llamábamos vitalidad ósea, pero ¿estaba esta supuesta vitalidad relacionada con el IRC y el MRP? Imaginaba que sí, pero anhelaba saber cómo.

    Cuando empecé a profundizar en el mundo de la biodinámica craneosacral, leyendo las obras de William Garner Sutherland, D.O., Rollin Becker, D.O., James Jealous, D.O, y Franklyn Sills, las lagunas en mi comprensión comenzaron a llenarse. Sills, por ejemplo, describió las sensaciones de surgimiento y retroceso como la Marea Media, una interacción entre el tejido y la motilidad de los fluidos (Sills 2011, 384). También según Sills, la Marea Larga, un tercer ritmo biodinámico, vive tanto en el exterior del cuerpo físico como en el interior, animando nuestros fluidos y tejidos desde una radiante presencia de marea que se extiende desde la línea media de nuestros cuerpos, hacia el horizonte, y luego de vuelta. El cambio de tipo suspiro de alivio que estaba percibiendo se parecía mucho al cambio holístico de Becker, que Becker, citado por Sills, describe como un momento en el que los ritmos dentro y alrededor de los tejidos se perciben como suspendidos unos en otros, señalando una forma de integridad de los tejidos (Sills 2011, 383). Empecé a darme cuenta de que, si bien la descripción original de Sutherland del MRP era innovadora, no abarcaba plenamente la totalidad del ecosistema biodinámico humano tal y como lo formularon en última instancia sus alumnos y discípulos. Tras los descubrimientos originales de Sutherland, fueron necesarias décadas de exploración y contemplación por parte de otras mentes y manos curiosas para mejorar la resolución de sus ideas y su visión.

    La descripción que Boisvert hizo aquel día en clase de los huesos que se derretían fue justo la chispa que necesitaba para unirme a estos exploradores en su búsqueda por saber más. Ahora, combinadas con mi experiencia personal y mis conocimientos, las observaciones e investigaciones de mis predecesores me han inspirado para desarrollar mi propio enfoque del tratamiento del esqueleto, que yo llamo Terapia Biodinámica Esquelética (TBE). Tras una década de práctica clínica y cierto éxito y reconocimiento como osteópata, me entusiasma poder contribuir por fin al debate.

    Creo que sentí por primera vez una versión del MRP dentro de mí y a mi alrededor hace mucho tiempo, lejos de cualquier mesa de tratamiento y mucho antes de saber lo que significaban la osteopatía, la biodinámica craneosacral y la terapia manual. Cuando era joven, quizá tenía cinco años, mi padre me llevaba de excursión a los Laurentinos. Los montes Laurentinos de Quebec son algunas de las estribaciones más antiguas del mundo, que se remontan a la era precámbrica. En el horizonte, son relativamente pequeñas porque son muy antiguas, redondeadas y desgastadas por los elementos y el tiempo. Algunos de mis primeros recuerdos proceden de estas excursiones. Papá y yo cruzábamos la carretera y subíamos por un terraplén que pasaba de la arena blanda y seca al musgo verde, en transición a hierbas más altas y árboles pequeños, como si camináramos del desierto a la selva en unos pocos pasos. Las transiciones del suelo y el terreno me recordaban a un cuadro, con texturas que se mezclaban entre sí, colores que se combinaban y volvían a separarse para volver a ser cada uno el suyo propio. Al observar el suelo con más detenimiento, me fijé en los diminutos brotes musgosos, casi idénticos a las coníferas más altas que se alzaban en lo alto. Réplicas perfectas en miniatura, como los muebles de una casa de muñecas. Las corrientes de aire estivales mezclaban los aromas de las flores silvestres que crecían cerca con los vapores salobres del lago que había al otro lado de la carretera. Cerraba los ojos y me deleitaba en esos momentos de esplendor, sintiendo cómo el sol me calentaba la cara. En esos paseos, la vida era lo más parecido a la perfección que mi joven mente podía imaginar. Incluso cuando era pequeño, me sentía profundamente conectado a una presencia mucho mayor, como si mi propia existencia estuviera sostenida, apoyada, por un resplandor estabilizador dentro de mí y a mi alrededor. Me sentía en casa y completamente completo.

    Aquellas primeras experiencias sentaron las bases de una creencia que siempre me ha acompañado en mi vida y en mi trabajo, y me han servido como recordatorio constante de que existe una fuerza tranquilizadora y equilibradora en la naturaleza que no sólo nos rodea, sino que nos impregna. Hoy en día, confío en esta sabiduría para guiar mis tratamientos y ayudarme a conectar más profundamente con los pacientes. Confiar en la terapéutica interna del organismo humano, confiar en el vínculo inquebrantable que compartimos con las fuerzas del universo, creer que el cuerpo siempre busca un equilibrio y honrar la refinada artesanía que comenzó hace cientos de millones de años, me han ayudado a comprender que el ser humano es un proceso interminable de evolución y refinamiento. Esta antigua inteligencia, expresada a través del tejido humano, me recuerda cada día que todo se desarrolla como debe. Al igual que las montañas precámbricas laurentinas, estamos inextricablemente unidos al horizonte y al universo más allá.

    Reconocer estas fuerzas compartidas dentro y fuera del cuerpo, lo que se puede ver y lo que sólo se puede sentir, me llevó a concebir el enfoque TBE. Estoy orgulloso de haber ayudado a miles de pacientes a sentirse mejor, a menudo cuando se habían agotado otras vías terapéuticas y médicas. He salvado a personas de operaciones innecesarias. Incluso me han dicho que tengo las manos de Jesús y que poseo poderes mágicos o que soy un regalo de Dios. Por supuesto, me siento agradecido y humilde por estos testimonios. No los menciono para autopromocionarme, sino para dar fe del poder de la TBE.

    El enfoque de la TBE está diseñado para complementar otras formas de terapia manual y, de hecho, funciona mejor como aplicación inicial, una primera capa destinada a preparar el esqueleto para el tratamiento posterior. Es importante para mí subrayar que las ideas que dieron origen a la TBE no son nuevas. Quizá lo único que he hecho en este libro ha sido ensamblar fragmentos de conocimientos adquiridos en un sistema algo más cohesionado para encontrar y tratar huesos que necesitan ayuda.

    Empecé a utilizar la TBE poco después de graduarme en la escuela de osteopatía, y los resultados y las referencias no tardaron en llegar. De repente tuve una consulta privada en auge. Ahora tengo y dirijo una bulliciosa clínica de osteopatía con un equipo dedicado de colegas con talento. Trato a atletas olímpicos, madres y padres, adolescentes y recién nacidos, personas de todas las edades, formas y tamaños. Independientemente de quién esté en mi mesa, mi enfoque terapéutico sigue basándose en la confianza en la inteligencia natural de los tejidos, todo ello bajo los principios rectores de la TBE.

    Algunos pueden considerar que sus experiencias, observaciones o interpretaciones difieren de las mías. ¡Qué fantástico es que nuestras evaluaciones y las decisiones clínicas resultantes sean a menudo maravillosamente subjetivas! Algunos sugieren que esta subjetividad es un obstáculo para la aceptación de nuestro oficio por parte de la comunidad médica en general, ya que provoca incoherencia y demasiada variabilidad entre los terapeutas. Yo discrepo respetuosamente. Cuando tratamos a las personas, escuchamos sus historias tácitas con nuestras manos y, sin palabras, combinamos nuestras propias historias con las suyas. Son las historias de nuestros cuerpos físicos, de nuestras células, de nuestra evolución colectiva, y es en esta unión de dos personas, de dos historias, donde reside la magia de la terapia manual, y de la TBE en particular.

    Así pues, la TBE se parece más a una conversación respetuosa y sin palabras que a una intervención. Escuchamos y apoyamos a nuestros clientes con las herramientas que poseemos en un momento dado y, como los copos de nieve que caen al sol en primavera, cada conversación, terapéutica o no, es única y temporal, y no menos radiante que otra. Hasta la fecha, en lo que respecta a la osteopatía craneal y algunas otras modalidades de trabajo corporal, ha resultado difícil captar toda la magnitud de este resplandor a través del proceso científico, pero eso no hace que nuestros enfoques, filosofías o resultados sean menos importantes o profundos. Al contrario, el poder de cada interacción terapéutica se deriva de su naturaleza única y efímera. Quizá lo mejor que podemos hacer como terapeutas manuales es mantener la mente y el corazón abiertos mientras hacemos todo lo posible por ayudar a las personas.

    Para algunos de ustedes más familiarizados con la terapia craneosacral y el tratamiento de las compactaciones óseas, este libro puede servir más como una revisión, o incluso una síntesis de la información que puede haber recibido en partes. Para otras personas con diferentes antecedentes en el trabajo corporal, es de esperar que les proporcione una visión nueva, interesante y accesible sobre el tratamiento del cuerpo humano. La TBE ha transformado mi práctica de la terapia manual y estoy seguro de que hará lo mismo con la suya, ya sea usted

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