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Mary Abad y su Gato Siamés: Proyecto SIAM
Mary Abad y su Gato Siamés: Proyecto SIAM
Mary Abad y su Gato Siamés: Proyecto SIAM
Libro electrónico422 páginas5 horas

Mary Abad y su Gato Siamés: Proyecto SIAM

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Información de este libro electrónico

En "Mary Abad y su Gato Siamés - Proyecto SIAM", Mary descubre oscuros secretos sobre su pasado mientras es preparada para enfrentar nuevas misiones. Viajará a lugares exóticos, conocerá personas maravillosas y mostrará sus nuevas habilidades junto a Federico. Esta divertida y emocionante lectura, llena de humor, suspenso, romance y aventuras, es perfecta para la comunidad diversa y aquellos que buscan explorar las relaciones entre personas diversas más allá del sexo. Si aún no has leído el primer libro, ¡no esperes más! La saga apenas comienza y te llevará a conocer otros rincones del planeta, desde Alaska hasta Jerusalem, y por supuesto, el primer Torneo Triangular de Beisbol en Rainbow.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 jun 2023
ISBN9789801828259
Mary Abad y su Gato Siamés: Proyecto SIAM
Autor

Emilia Marcano Quijada

"Jamás tuve dinero, no sé lo que es tener el 1er. auto, la casa, la pareja o la familia. En mucho, ha sido mi culpa. Pero, en rehabilitación decidí construir una obra poética que quedase como prueba de que pasé por aquí. Mi vida -eso sí- es la vida de una poeta."— Emilia Marcano Quijada.Emilia es una poeta que logró una rehabilitación exitosa de una condición de drogas y calle, ¿Cómo lo logró?, con mucho trabajo y esfuerzo en La Comunidad Terapéutica del Zulia perteneciente a la Fundación José Félix Ribas Zulia, en la ciudad de Maracaibo.Emilia Marcano Quijada nació el 27 de Diciembre de 1960 en Ciudad Ojeda estado Zulia, Venezuela. Se inició en la poesía de la mano de su madre, Hursulina Quijada de Marcano, admiradora del poeta Juan de Dios Peza.En febrero del 2005 llegó a la Fundación José Félix Ribas Zulia a la primera evaluación para dar inicio a su tratamiento de rehabilitación a la adicción a las drogas.Eran tiempos terribles, eran días de profunda confusión y tristeza. Días de sueños extraños y recuerdos que la atormentaban.Ingresó a La Comunidad Terapéutica del Zulia (así la llama siempre) el mes de marzo de ese año, que cambiaría su vida para siempre y le dio un nuevo rumbo a su pasión literaria."Mi estadía en Comunidad me marcó PARA TODA LA VIDA, gracias a ella aprendí a revisarme, a no perder seguimiento, a reportar, a asumir, a colocarme y colocar límites, a disertar, a escuchar, a valorarme, a establecerme propósitos en mi día a día, a colocar todas mis decisiones en una balanza, a construir en mi honestidad las bases que sustentan mi fuerza y mi voluntad de vivir sin drogas"— Emilia Marcano Quijada.Fueron muchos años en la calle, muchos años en los que su familia la dio por perdida...o muerta, y luego de más de 15 años "limpia", viene a contarnos su testimonio.

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    Vista previa del libro

    Mary Abad y su Gato Siamés - Emilia Marcano Quijada

    MARY ABAD

    Y SU

    GATO SIAMÉS

    PROYECTO SIAM

    OEBPS/images/gato2.png

    Emilia Marcano Quijada

    Logo Curucuteo-01 500x200

    Editorial El Curucuteo

    Mary Abad y su Gato Siamés - Proyecto SIAM

    Todos los Derechos Reservados

    Copyright 2022 Emilia Marcano Quijada

    1ª Edición en español: Agosto 2022

    Editorial El Curucuteo

    Queda hecho el depósito que marca la ley

    ISBN: 978-980-18-2825-9.

    Depósito Legal AN2022000020

    978-980-18-2825-9

    Los personajes y eventos mostrados en este libro son ficticios. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es coincidencia y no es la intención del autor.

    Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada en sistema de recuperación de archivos, transmitida de ninguna forma ni por ningún medio electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otro, sin el consentimiento por escrito del propietario de los derechos de autor arriba identificado.

    Diseño de Portada por:

    Claudia Mata Marcano - Editorial El Curucuteo

    OEBPS/images/image0003.png

    "Alabo tu nombre, arribo al espejo

    donde fluye mi amor, sus ojos cielo

    esconden el origen de su estirpe"

    Rachel Ward

    CAPÍTULO 1

    EN ALGÚN LUGAR DE Teheran, 2:30 A.M.

    —Mago, Alfa, Siam. Aquí Mambo 3.

    —Aquí Alfa, estamos en posición.

    —Aquí Mago, en posición.

    —¿Se sabe algo de la ubicación de Siam? No responde.

    —Logró entrar al edificio hace 10 minutos, se reportará en doce.

    —Atentos todos, cuando Siam se ubique, tendremos jaleo.

    —¿Cómo logró pasar sin ser detectada?

    —Se disfrazó de talibán, la veo claramente desde mi posición, es la viva imagen de un terrorista de ISIS.

    —Santo dios… roguemos que nadie la detecte.

    —Aquí Mago, Atención Mambo 3, tengo en la mira a Siam. Piso 5, ventana norte abierta, hay luces en esa área. Comenzó a trasmitir...

    Embajador en el piso 5, atado de pies y manos, Federico en acción. En 30 segundos se activa el explosivo y estaremos a oscuras. Al irse la luz, inicio fase Beta.

    —Siam, aquí Mambo 3, debes esperar. ¿Cuántos objetivos en el área?

    Once, pero han sido eliminados tres en el piso 3 y 1 en el 4, tengo 7 blancos en el piso 5.

    —Muy bien, dentro de 2 minutos quitas la luz del edificio y entraremos a respaldarte, ¿de qué explosivo hablas? Debes sacar al embajador por el frente del… ¿Siam?

    —Siam cerró la comunicación, Mambo 3.

    —Atención Mambo 3, hubo una explosión en planta baja, el edificio está a oscuras, no podemos hacer nada.

    —¿Ha habido disparos dentro del edificio?

    —Negativo, señor. El silencio es total.

    —Mambo 3, aquí Mago. ¡Estoy viendo al embajador! Está en mitad de la calle, ¡en calzoncillos, señor!

    —Aquí Alfa, ya tenemos al embajador, sano y salvo, tiene en brazos a Federico y se niega a soltarlo.

    —¿Qué demonios estás diciendo?

    —Digo lo que está pasando, señor. El pobre hombre está en shock. Nos está contando que un árabe de ojos azules lo desató y comenzó a eliminar a los secuestradores, uno a uno, armado con un palo de escoba y sin hacer ningún ruido. Algo estalló en planta baja y se fue la luz. El árabe le indicó en perfecto inglés que siguiera al gato, que el minino lo sacaría de allí. Mientras iba por las escaleras solo veía los ojos azules del gato que lo llevaron a la salida.

    —Oh, por dios, ¡esa es Siam! ¿Dónde coño está ahora esa demente?

    —Está saliendo del edificio justo ahora, señor, sin un rasguño. ¡Qué bueno! Ya tenemos controlado todo el sector.

    —¡Siam! ¡Repórtate de una condenada vez!

    —Aquí Siam, buenas noches Mambo 3, cordial saludo, misión completada, todo sin novedad.

    —¡Maldita sea, Mary!, ¡Tu primera misión con los marines en Irán y debutas haciendo las cosas por tu cuenta!

    —Sí, señor, lo siento de veras, pero el Señor Presidente está al tanto de mis métodos de trabajo, es por eso que estoy acá, sabe que era necesario actuar sin pérdida de tiempo. Los secuestradores están amordazados y listos para ser interrogados. Espere un segundo… estoy tratando de que el señor embajador me devuelva a mi gato… —Señor, ¿me puede dar a mi mascota?... listo, ya lo tengo. Ahora, póngame en un avión, debo regresar a Washington de inmediato.

    —Por dios… eres una demente, Mary, pero eres única.

    —Lo sé, señor. Ya me marcho, fue un placer haber trabajado con ustedes. Hasta una nueva oportunidad.

    OEBPS/images/gato2.png

    Siempre que Federico y yo entrábamos a la oficina oval, mi gato corría a sus brazos mientras nuestro jefe lo acariciaba con mucho cariño.

    —Mary querida, tu primera misión con los marines fue todo un éxito. Me reporta el Coronel Conrad que rescataron al Embajador Moore sin hacer un solo disparo y con 11 militantes de ISIS capturados vivos, listos para ser interrogados.

    —No esperaban un atacante en solitario, señor. Están acostumbrados a ver las unidades, francotiradores y personal de tropa norteamericano entrando a los edificios y operando del mismo modo en que se ha hecho durante décadas. No admiten la menor probabilidad de que un único agente infiltrado se atreva a entrar a sus guaridas y elimine todo tipo de resistencia armada en el lugar y sin matar a nadie.

    —Excelente labor, aunque el Coronel Conrad está algo molesto contigo, dice que no seguiste los protocolos establecidos para rescatar a Moore, pero ya lo tranquilicé. El embajador está de permiso, descansando en su casa en Pensilvania.

    —Me alegra saberlo, el hombre estaba histérico y quería llevarse a mi gato a vivir a su casa, qué horror.

    —Sí, me contó por teléfono que nunca había visto un gato tan grande e inteligente como este galán. Desde hoy comienzan tus chequeos físicos, estás de permiso. Descansa y diviértete, los chicos del departamento de logística esperan que termines de leer los archivos clasificados de nuestro personal,para que te familiarices con los agentes norteamericanos y personal aliado que trabajan en todo el mundo, debes conocerlos al dedillo, tarde o temprano trabajarás con alguno de ellos. Mientras tanto, tengo a mi gata Cleopatra en la oficina de al lado, una cita que le tengo preparada a este jovencito, se merece un premio por su trabajo.

    —¿Una siamesa?

    —Así es, una de mis amadas gatas. Veremos qué tal se llevan al conocerse, me lo llevo de inmediato. Mary, tú debes ir a chequeo y a terminar de estudiar los archivos clasificados, ¿entendido?

    —Sí, señor. ¿Pero cuándo podré ir a mi casa? Tengo más de 6 meses sin ver a mi familia.

    —El chequeo y los archivos te llevarán menos de 12 horas, Mary, te irás a Rainbow mañana sin falta.

    OEBPS/images/gato2.png

    Desde el primer día en que ingresé a las órdenes del Señor Presidente, hace justo un año, fui entrenada, instruida y supervisada por un equipo de 4 especialistas; ellos eran los únicos autorizados para completar el proceso de capacitación que permitirá, desde este año en que recién debuto en Teheran con los marines, que mi desempeño como agente norteamericana de inteligencia sea el más alto posible.

    En poco menos de 4 horas presenté los exámenes físicos de rigor, bajo la supervisión del Doctor Mason Clerk, que también se ocupaba de revisar y vigilar que mis valores sanguíneos, peso, evolución y condiciones físicas fueran las mejores. Como ya era usual, el doctor me dio el visto bueno después de varias pruebas y pude salir del aburrido chequeo sin problemas.

    Mientras iba camino al departamento de archivos de la CIA, pensaba en mi gatito. Me inquietaba que la cita romántica que planeó mi jefe con su gata —que seguramente es una pesada y malgeniosa víbora— terminara con mi amado gato aruñado, frustrado y sin dar pie con bola, como tantas veces me pasó, antes de conocer a Faia.

    —Mi hermosa novia— dije en voz alta, casi entrando a la sección de archivos.—Cuando llegue a casa no la dejaré salir de la cama en varios días.

    El pelirrojo asistente del Dr. Albert, a quienes cariñosamente llamamos Bubba, se encontraba solo en la oficina del director, estaba en su escritorio. Al verme llegar, se levantó para abrazarme.

    —¡Mary! Qué bueno que has salido con bien de tu primera misión, ¡todos están comentando el rescate del embajador, qué pasada!

    —Para ser la primera vez, salimos con bien Federico y yo.

    —¿Y el michu? Siempre viene detrás de ti.

    —Se quedó con el jefe, quiere que preñe a su gata.

    —Ay dios… ¿A Cleopatra? Esa gata es incogible. Más de 7 gatos le han llevado para que se aparee y nada, la muy antipática no los quiere, odia el sexo.

    —Coño… ya sospechaba que algo así pasaba. Tanta insistencia del jefe no estaba de gratis. Así que esa gata es una arpía.

    —Bueno, Mary… a lo mejor cambia hoy la cosa, Federico es un gato excepcional, superior a lo ya visto. De pronto con él se vira la tortilla y es la gata la que lo viola.

    —No quiero ni imaginarme eso… ¿Dónde está el Doctor Albert? Debo terminar de ver el resto de los archivos del personal en funciones a cargo de la oficina.

    —Tiene un catarro que lo puso en cama desde ayer, no viene hoy a la oficina. Pero yo puedo abrir el sistema para que termines de leer lo que te falta. ¿Cuántos expedientes llevas ya?

    —45.670, me faltan 46.500, según lo que vi en mi última sesión con Albert.

    —No creo que haya problema si te sientas acá, mientras yo abro los archivos que te falta por ver, Espera un minuto, Mary.

    Me serví un café y me senté en el escritorio de Bubba. La pantalla del PC lucía el escudo de la CIA, lo observé con detalle mientras disfrutaba del espresso.

    A los pocos segundos, los logos de la agencia desaparecieron y los archivos clasificados comenzaron a verse en pantalla.

    —¡Listo, Mary! Vas bajando el cursor a medida que leas y te lo grabes en ese PC único que es tu cabeza.

    —Gracias Bubba. ¿Estos son los anexos de todo el personal diplomático extranjero y de oficinas aliadas? Aquí veo una parte, la que sigue es el personal de la ONU, OEA y la OTAN. ¿Correcto?

    —Correcto, Mary. Lo que vas a revisar es el resto de los agentes aliados y personal americano y foráneo en todas las embajadas del exterior, todos encubiertos, por supuesto. También hay una sección con los agentes extranjeros y todo el personal de nuestros aliados a cargo de la agencia, aquí y afuera.

    —Muy bien, Bubba. Puedes volver a tus cosas, yo tardaré unas 5 horas con esto. Encárgame una pizza porque pasaré el resto del día acá. ¿Las fotos de todos los expedientes están actualizadas?

    —Sí, y también el registro de agentes fuera de servicio, retirados o fallecidos, debes tenerlos a todos en tu cabeza. Son casi 100 mil almas que pueden necesitar de tu apoyo en cualquier momento y en cualquier parte del mundo, de allí la importancia de que los conozcas a todos, tu memoria fotográfica es insuperable.

    —Gracias, prepara la cafetera y tráeme la condenada pizza. Por cierto, ¿Qué son estas dos carpetas que veo acá? Están encriptadas, necesito las contraseñas para verlas.

    —Si el jefazo Albert no te ha dado permiso, no podrás verlas por ahora, Mary.

    —¿Y cómo hago? Tengo autorización para verlo todo. Llama al doctor, necesito que me autorice ya.

    —Vale, vale Mary, lo llamaré y encargaré la pizza ¿de acuerdo?. Me voy, comienza a estudiar lo que te falta.

    Bubba cerró la puerta de la oficina. En medio de un agradable silencio, comencé a revisar cada archivo con detalle.

    —Dios… —me dije, suspirando— hagamos esto rápido. Recogeré a mi gato y tomaré un avión que me lleve con mis viejas y mi novia hermosa. No veo la hora de volver a estar en casa.

    OEBPS/images/gato2.png

    Después de una hora de examinar archivos, llegué al número 75.700. Había terminado la sección de agentes, destacados en Holanda. El último agente de ese grupo me hizo reír con ganas.

    —ANICETO SEINFELD... ¿Aniceto?, vaya nombre. Bueno, ya falta poco. El número de registro es H—65529400… vamos al siguiente. ¿Quiénes son estos? Ah, son los agentes de Londres. Estos son los británicos, veamos.

    La sección de súbditos de su graciosa majestad la reina es de 2.880 funcionarios, el aporte que dio nuestro aliado Londres a la CIA para reforzar las labores de inteligencia en todo el mundo.

    Comencé a detallarlos con atención. Miré mi reloj y levanté la vista, Bubba no llegaba.

    —Y con el hambre que tengo, seguiré tomando café, qué remedio me queda.

    Rápidamente, cerré el grupo de nuestros amigos ingleses, pero mi cerebro inmediatamente detectó algo que no encajaba.

    —Son 2.880 casacas rojas… aquí solo hay 2.879.

    Miré de nuevo al grupo, verificando los registros encontré otro error. El registro número L-99345 saltaba directo al registro L-99347, y esto no podía ser un error cualquiera.

    —¿Dónde está el archivo 346?, esto no tiene sentido. En fin, seguiré con el grupo de americanos que están en el país… veamos.

    Para mi sorpresa, del total de 16.550, también había faltantes, 3 archivos que no aparecían por ningún lado.

    —¿Qué está pasando acá?, deberían estar en el sistema, pero fueron sacados.

    Me fui a la sección de jubilados, retirados y fallecidos, nada, no estaban. Pero en esta sección también faltaba un archivo.

    —Vaya, aquí también. Hay un muerto o jubilado que no aparece. Van 4 archivos que no aparecen en el sistema.

    Miré las dos carpetas encriptadas. El instinto me dijo que alguna información tendrían sobre los archivos desaparecidos, pero no podía resolver eso acá.

    —Muy bien, les volaré las contraseñas en casa, no puedo perder más tiempo.

    Saqué de la chaqueta mi pendrive y los copié. Me los llevaré para ver si contienen a los agentes que faltan, son solo cuatro. No habrá problema para abrirlos, he terminado el entrenamiento para desencriptar contraseñas, entrar a sitios protegidos por complicados sistemas de seguridad y demás hazañas propias de un hacker, no me será difícil verlos con más calma en la tranquilidad de mi casa.

    —¡Mary, por fin pude llegar! —Bubba llegó como una exhalación justo cuando me metía al bolsillo el pendrive— tuve que salir a buscar la condenada pizza y quedé atrapado en un tráfico bestial al volver acá. ¿Cómo vas con eso?

    —Ya casi termino, Bubba. Dame esa pizza que muero de hambre.

    Devoré la pizza mientras terminaba de leer el resto de los archivos, como si nada. No mencioné a Bubba lo de los archivos faltantes, ya lo averiguaría en Rainbow.

    La pizza estaba de escándalo. Jamón y queso con mucho maíz tierno y salami, tal como me gustaba. Tomé un último café mientras Bubba proseguía con su trabajo. Una hora después, ya tenía todo en mi cabeza.

    Cerré el sistema y me levanté, Bubba me miró desde su silla.

    —¿Ya tienes todo, Mary? Debo informar al jefe.

    —¿Lo llamaste?

    —En efecto, lo hice. Él dice que esas carpetas no forman parte de la revisión que debes hacer, déjalos y concéntrate a cargar el chip de ese cerebro de genia que tienes.

    —Ya lo hice, está todo en mi cabeza. Me voy a la oficina del mega jefe a recoger a mi gato, estoy loca por regresar a casa.

    OEBPS/images/gato2.png

    Los pasillos de la Casa Blanca siempre han sido un hervidero de actividad, el personal va de un lado a otro, como una suerte de centro comercial lleno de gente bien vestida. —Desde la primera vez que conocí todo el lugar lo vi de esa forma— pero cuando llegué para recoger a Federico y largarme a Rainbow, las carreras y jaleo en las áreas eran de pronóstico reservado.

    —Hola Mary. —Gaylord Priest, el jefe de prensa de la oficina presidencial me recibió con ansias— es mejor que te apresures y rescates a tu gato, estamos a punto de llamar a los bomberos.

    —Ay dios… ¿Qué pasó con mi gatito?

    —Nada malo, el minino está bien, pero hay que bajarlo de la biblioteca, corrió a refugiarse allí y nadie puede agarrarlo.

    A toda prisa entré a la oficina presidencial. Mi jefe, sentado en su escritorio, acariciaba a su demoníaca mascota, ambos miraban hacia la parte superior de la biblioteca; y allí, agazapado entre las biografías de Jefersson y Hamilton, mi pobre gato maullaba pidiendo auxilio.

    —¡Mary querida, éxito total! Federico logró montar a mi querida Cleopatra, solo que esta hermosa princesa no quedó conforme y quiere más —la sádica gata se lamía las patas—. El pobre terminó trepado allí, creo que te está esperando.

    —Mi pobre gato… ven acá, campeón, —y hablando bajito, para que mi jefe no me oyera— apresúrate, coño, es hora de regresar a casa. Te espera un rico plato de pescado fresco y las gatitas mansas de nuestro hogar, más amables que esa arpía que te acosa.

    Solo fue cosa de que Federico me viera. De un salto estuvo en mis brazos, recogí mi mochila, le dije hasta pronto a mi jefe, a su desagradable gata y nos fuimos al área de helicópteros.

    —Hola Mary —el Capitán Peter Grant, un buen amigo y excelente piloto a cargo del helicóptero presidencial, me saludó— ¿Cuánto tiempo sin ir a casa?

    —Seis meses Pete, menos mal que ya terminé con mis obligaciones, al menos por ahora.

    —Descansa y mantente alerta, Mary, en este tipo de trabajo hay que aprovechar al máximo el poco tiempo libre que tenemos. Por cierto, escuché que tu trabajo en Teheran fue perfecto, felicidades.

    —Gracias, Pete —me ajusté el cinturón y mantuve a Federico en mi regazo— ojalá sea siempre así.

    Despegamos sin novedad. En cosa de 10 minutos ya estábamos en el avión de las empresas Sommers, encargado de llevarme a casa.

    Para mi sorpresa, Erick De La Serra y Tom Sommers estaban esperándome. Ambos me abrazaron con afecto cuando subí al avión.

    —¡Ringo!, —Tom estaba sinceramente emocionado de verme— Qué alegría de tenerte de vuelta, mi amiga, tanto tiempo sin saber de ti, ¿Cómo ha ido todo?, ¿Están bien tú y ese gato espía?

    —Estamos bien Tom, impacientes por regresar a casa. Erick, como siempre, no me desamparas ni a sol ni sombra.

    —Es mi trabajo, Mary, pero también estoy feliz de verte sana y salva, tu gato se ve más grande y fuerte, de hecho, tú te ves más atlética, evolucionas positivamente.

    —Esperamos seguir así, ¿me acompañarán a Rainbow?

    —Te dejaremos en Pennbleton como siempre, luego nos vamos a Nueva York, debo dejar unos papeles en las oficinas de Kimberly y dejo a Erick, de allí salgo a San Francisco con mi mujer y mi hermoso hijo. —Tom tomó su celular y me mostró los mensajes— tus viejas y Faia ya están al tanto, te esperan con ansiedad.

    —Estoy loca por abrazarlas. Imagino que tengo Código Azul, Erick.

    —Es correcto, Mary, estás de permiso, dale mis saludos a toda tu familia. Permanecemos en contacto, —De La Serra sacó un celular de su chaqueta— este es tu nuevo celular, no lo pierdas ni lo compartas con nadie. Te llamaré en una semana, para chequeo rutinario, ¿correcto?

    —Entendido. No lo perderé ni lo compartiré con nadie.

    —Abróchense los cinturones, vamos a despegar —Tom se acomodó en su asiento— ¡En poco menos de una hora estarás en casa!

    CAPÍTULO 2

    SOMEWHERE OVER THE RAINBOW

    Justo en 47 minutos, el avión de Tom tocó la pista de aterrizaje de Pennbleton, eran las 7 y 55 de la noche.

    Me despedí de mis amigos y comencé a bajar las escalerillas del avión. Tom se asomó por unos segundos, tratando de distinguir algo en el solitario paraje.

    —Ringo, no veo nada en esta oscuridad. ¿Quién viene a recogerte?

    —¿Quién crees tú que puede venir a recoger a su novia y a su gato precioso? Faia emergió como una visión en la penumbra, acercándose al avión —Hola guapos, imagino que ya tienen que despegar, ¡Saludos a Amanda y a Junior!

    —¡Sherezhade! Con gusto le daré tus saludos a mi mujer. ¡Abrazos a las dos! Debemos irnos. ¡Las llamaremos mañana!

    Mientras veía despegar el avión, Federico se lanzó en su típica carrera hacia los brazos de su dueña. Solté mi mochila y la abracé con fuerza, sus besos eran los mismos que recordaba, tibios, húmedos, llenos de morbo y pasión.

    —Cielo… no tienes idea de cuánto te he extrañado, a ti y a mi precioso gatito, ¡Qué grande y bello está! Tus viejas están desesperadas por verte, ya te prepararon tu comida favorita y… —Faia me miró directo a los ojos, extrañada—Cariño, tus ojos brillan en la oscuridad. Por Allah… son más azules ahora, más intensos.

    —Los de Federico también, amor. Según me ha explicado el Doctor Clerk, ambos hemos desarrollado visión nocturna.

    —Federico es un gato, un felino que ya tiene visión nocturna, pero tú… en fin, creo que hay más habilidades que siguen surgiendo en ti de forma espontánea, qué pasada.

    La seguía besando mientras me hablaba, Federico se fue a toda velocidad, desapareciendo en la oscuridad.

    —Mi vida, espera, no vamos a hacer el amor en este terreno desolado, mira que luego se entera todo el pueblo.

    —Ya todos deben saber que acabo de llegar —Faia se veía absolutamente hermosa— no es mala idea echar un polvo aquí mismo, con las ganas que tengo.

    —No, no… qué locura, vamos que se hace tarde. Tus viejas están impacientes, ya tendremos tiempo para el postre que te tengo reservado.

    —¿Ah, sí? —Seguí abrazándola mientras comenzamos a caminar— Ya veo la camioneta, está tal como la dejé, pulida y como nueva.

    —Doria la mantiene como el primer día que te la trajeron, el trasto viejo lo sigue usando para sus trabajos de pintura —Faia encendió la camioneta y arrancamos. Mientras ella me contaba cómo estaban las cosas en Rainbow, que seguían exactamente igual desde que me fui, yo la besaba en el cuello, desabotonando la linda blusa de seda que traía puesta.

    —¡Qué haces, no! Déjame manejar tranquila —Faia se reía mirando el retrovisor— Federico reconoce el camino y sabe que está en casa. Que bello está mi gatito.

    —En Teheran se portó a las mil maravillas, pero en Washington pasó las de Caín, el mega jefe le concertó una cita erótica con una de sus gatas, de nombre Cleopatra, así que te imaginarás como es, una gata ninfómana de lo más odiosa.

    —¿Teheran, dices? —Faia me miró, sorprendida— ¿Ya te enviaron a Irán? Por Allah, es demasiado pronto para que cumplas misiones en Oriente Medio.

    —Todo salió bien… en realidad, no debí decirte en donde estuvimos Federico y yo, se me escapó sin querer. De La Serra me mata si se entera.

    —No pienso repetir una sola palabra de lo que has dicho, amor —Ya estábamos llegando a la casa de mis viejas— pero ponte lista y no hables de tus actividades afuera con nadie, es lo que tienes que hacer. —Apagó la camioneta y me besó con dulzura— míralas, están esperándote.

    Bajamos de la camioneta. Federico entró a toda velocidad a la casa. Mis dos madres me acunaban en sus brazos —como siempre— llorando como niñas.

    Faia se reclinó contra la camioneta, sonriendo. Mis viejas y yo, que comencé a llorar igual que ellas, no parábamos de abrazarnos en el jardín.

    —Bueno Ma, basta de lloriqueos, ya estoy en casa. Faia me comentó que tienen una deliciosa cena de bienvenida.

    —Oh sí —Mami Carmen se enjugaba las lágrimas— no hemos probado bocado en todo el santo día esperando tu llegada. Ay hija, qué guapa te has puesto.

    —Guapísima —Faia me miraba de arriba a abajo— ya lo notaste, Carmen.

    —No solo está más guapa esta chica —Mamá Doria llevó mi mochila mientras entrabamos a la casa— yo la veo hasta más alta.

    —Con 35 años... no creo. Me midieron en el examen físico que me hicieron temprano, pero no pregunté nada, supongo que estoy igual.

    —Sí… es cierto, te ves más alta, cielo —Faia comenzó a poner la mesa. Si Doria no lo menciona, no me percato.

    —¿Qué exámenes fueron esos, hija mía? —Mami Carmen empezó a servir la comida— ¿Estás bien de salud?

    —Claro que estoy bien, Ma. El pollo se ve y huele divino.

    Federico tenía un generoso plato de pollo, comía despreocupadamente mientras mis dos madres escuchaban con viva curiosidad algunos detalles tontos sobre los 6 meses que estuve fuera de casa.

    —Esos exámenes médicos ¿quién te los hizo? —Preguntó Mamá Doria, con la boca llena de pollo frito, mirándome con atención— Deben haberte examinado hasta el cerebro, digo yo.

    —Un equipo de médicos se encarga de mis chequeos, me revisaron toda de pies a cabeza. Los dirige el Doctor Clerk, un tipo de lo más raro y aburrido.

    —Mason Clerk —acotó Faia— Es una eminencia en genética.

    Repentinamente, Faia se levantó de la mesa, regresando con una jarra de agua fría.

    —¿Qué decías de Clerk, cielo? Le pregunté justo cuando volvió a sentarse a la mesa. Mis viejas comían con ganas, Federico ya dormía en el sofá.

    Faia sirvió agua para todas mientras me respondía.

    —Nada, es que debe ser el mismo Mason Clerk que conocí, fue mi profesor en la universidad y supe que estaba trabajando en el país desde hace años. Tiene muchísimos libros, todo médico sabe que es el mejor investigador en su área en todo el mundo —Me miró, sonriendo— ¿Es el mismo, cierto?.

    —No sabría decirte, amor— seguí comiendo mi pechuga de pollo sin inmutarme.— Para serte sincera, nunca le pregunté su nombre.

    —Tiene que ser el mismo. Creo recordar que Erick lo mencionó cuando vino a buscarte para el inicio de tu entrenamiento.

    —Sí… en efecto, De La Serra mencionó al Doctor Clerk el día que me fui. Seguramente es

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