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Oxtankah: una ciudad prehispánica en las tierras bajas del área maya: Volumen I. El medio ambiente
Oxtankah: una ciudad prehispánica en las tierras bajas del área maya: Volumen I. El medio ambiente
Oxtankah: una ciudad prehispánica en las tierras bajas del área maya: Volumen I. El medio ambiente
Libro electrónico459 páginas4 horas

Oxtankah: una ciudad prehispánica en las tierras bajas del área maya: Volumen I. El medio ambiente

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El INAH, a través del Proyecto de Investigación y Conservación del sitio arqueológico Oxtankah, dirigido por la arqueóloga Hortensia de Vega Nova, realizó investigaciones arqueológicas al sur del estado de Quintana Roo durante dos décadas. Valga la publicación de estos tres volúmenes para difundir los resultados obtenidos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 jul 2023
ISBN9786075397993
Oxtankah: una ciudad prehispánica en las tierras bajas del área maya: Volumen I. El medio ambiente

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    Oxtankah - Hortensia Patricia Alberto Silke Lourdes Irene Aurora U Lorenzo Juan Pablo Alberto Norma Emilia Luis F Sergio I Juan Jacobo Roberto Luis Benjamín Ileana Ligia Romel René Leticia Margarita Óscar Albert

    Agradecimientos

    ———•———

    A la doctora Ana Mendoza Ochoa, por el apoyo incondicional que me brindó durante el largo trayecto que llevó la edición de esta obra y por su valiosa ayuda en su coordinación.

    Al doctor Enrique Nalda Hernández (†), por haber orientado mis caminos académicos, haber sabido escucharme con paciencia, corregir tantos errores y darme la oportunidad de trabajar en el área maya; por su confianza, gracias.

    Al doctor Ricardo Ferré D’Amaré (†), que en los últimos años de su vida me dio la oportunidad de compartir su sabiduría ofreciéndome consejos, propuestas y siempre geniales comentarios que ayudaron a la realización de estas publicaciones.

    A la arquitecta Teresa Ontiveros Ortiz, amiga y compañera de trabajo durante las últimas décadas, gracias por su prudencia, paciencia, lealtad, extraordinaria memoria visual e intelectual; por su apoyo en las labores de campo, en la elaboración de planos, dibujos de cortes, alzados, acuarelas y maquetas, amén de su valiosa colaboración en la coordinación de la obra.

    A Cristina Antúnez Moreno, por su enorme paciencia, constancia y disciplina para realizar una minuciosa revisión y corrección de los textos que integran los volúmenes. Por sus atinadas sugerencias le doy las gracias, pues sin duda su esfuerzo permitió ayudarnos a alcanzar los objetivos para lograr la calidad editorial requerida.

    Y a todos los investigadores que con gran responsabilidad, prontitud y de manera por demás eficiente y amable aceptaron participar con sus trabajos en los primeros dos volúmenes de esta publicación, les ofrezco mi más amplio reconocimiento y agradezco su confianza.

    Hortensia de Vega Nova

    Colaboradores del volumen I

    ———•———

    Capítulo I, Una aproximación a la geografía física del sur de Quintana Roo, doctora Patricia Fragoso Servón (<pfragoso@uqroo.edu.mx>) y doctor Alberto Pereira Corona (), División de Ciencias e Ingeniería, Universidad de Quintana Roo, campus Chetumal.

    Capítulo II, Suelos, doctora Silke Cram Heydrich (), Instituto de Geografía de la unam; doctora María de Lourdes Flores Delgadillo (<flordel@unam.mx>), Laboratorio de Física de Suelos del Instituto de Geología de la unam, y maestra en Ciencias Irene Sommer Cervantes (), Instituto de Geografía de la unam, México.

    Capítulo III, Descripción del sistema arrecifal del Caribe mexicano, bióloga Aurora U. Beltrán Torres (<abeltran@ecosur.mx>), Jardín Botánico Doctor Alfredo Barrera Marín, Ecosur, Puerto Morelos; doctor Lorenzo Álvarez Filip () y doctor Juan Pablo Carricart Ganivet (), Unidad Académica de Sistemas Arrecifales, Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la unam, Puerto Morelos.

    Capítulo IV, Huracán, dador y tomador de vidas. Impacto de los huracanes en las costas de Quintana Roo, doctor Alberto Pereira Corona (<apereira@uqroo.edu.mx>), División de Ciencias e Ingeniería de la Universidad de Quintana Roo, campus Chetumal.

    Capítulo V, Estructura del bentos litoral de la bahía de Chetumal, doctora Norma Emilia González Vallejo (<negonzale@ecosur.mx>), doctor Luis F. Carrera Parra () y doctor Sergio I. Salazar Vallejo (), Laboratorio de Poliquetos y Colección de Referencia, Departamento de Sistemática y Ecología Acuática, Ecosur, Chetumal.

    Capítulo VI, Peces marinos del sur de Quintana Roo, doctor Juan Jacobo Schmitter-Soto (<juan.schmitter-soto@fulbrightmail.org>, ) e ingeniero Roberto L. Herrera-Pavón (), Departamento de Sistemática y Ecología Acuática, Ecosur, Chetumal (tel. 983-8350440, exts. 4302 y 4328, fax 983-8350454).

    Capítulo VII, Bahía de Chetumal, refugio natural del manatí en Quintana Roo, doctor Benjamín Morales Vela, Departamento de Sistemática y Ecología Acuática, Ecosur.

    Capítulo VIII, La flora marina en la bahía de Chetumal y la región sur del Caribe mexicano, doctora Ileana Ortegón Aznar (<oaznar@correo.uady.mx>, tel. 999-9423200), Departamento de Biología Marina de la uady, campus de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, Mérida, y doctora Ligia Collado Vides (), Center of Coastal and Ocean Research within InWe, Marine Macroalgae Research Lab., Department of Biological Sciences, Florida International University, Miami.

    Capítulo IX, Anfibios (ranas, sapos y salamandras) de la zona arqueológica de Oxtankah. Una visión de la cultura maya, doctor Romel René Calderón Mandujano tel: +52 962-6245359), Ingeniería en Sistemas Costeros, uach, campus IV, Puerto Madero, Tapachula; doctora Leticia Margarita Ochoa Ochoa (<leticia.ochoa@ciencias.unam.mx>, tel. +52 55-5622-4800, ext. 44724) y doctor Óscar Alberto Flores Villela (, ), Departamento de Biología Evolutiva, Facultad de Ciencias de la unam, México.

    Capítulo X, El jaguar. Historia natural y cultural, doctor Carlos Galindo Leal (<cgalindo@conabio.gob.mx>, tels. 55 5004 4996 y 55 5004 4973), director general de Comunicación de la Ciencia, Conabio, México.

    Capítulo XI, La fauna de Oxtankah. El entorno natural de los mayas, maestra en ciencias Osiris Gaona Pineda (), Laboratorio de Ecología Molecular y Epigenética, Instituto de Ecología de la unam, y licenciada Carla Ximena Neri Barrios (<carlaxneri@gmail.com>), Soluciones Ambientales Itzeni, México.

    Capítulo XII, Los reptiles de la zona sur de Quintana Roo (zona arqueológica de Oxtankah) y su relación con la cultura maya, doctor Romel René Calderón Mandujano (tel: +52 962-6245359), Ingeniería en Sistemas Costeros, uach, campus IV, Puerto Madero, Tapachula, Chiapas; doctora Leticia Margarita Ochoa Ochoa (<leticia.ochoa@ciencias.unam.mx>, tel. +52 55-5622-4800, ext. 44724) y doctor Óscar Alberto Flores Villela (, ), Departamento de Biología Evolutiva, Facultad de Ciencias de la unam, México.

    Capítulo XIII, Las aves del sur de Quintana Roo, doctora María del Coro Arizmendi Arriaga () y doctora Laura Nuñez Rosas (laura_nr@unam.mx), Laboratorio de Ecología, fes Iztacala de la unam, Tlalnepantla, Estado de México.

    Capítulo XIV, Los colibríes de Quintana Roo y la península de Yucatán, doctor Eduardo Corona Martínez (), Centro inah Morelos.

    Capítulo XV, El cacao, la planta que unió a dos mundos, doctora Marlene de la Cruz (<marlene@uci.edu>), Irvine School of Biological Sciences, Universidad de California, Irvine.

    Capítulo XVI, La vegetación de Oxtankah, biólogo Esteban Martínez Salas (<ems@ib.unam.mx>), Herbario de Plantas Vasculares del Instituto de Biología de la unam, y bióloga Clara Hilda Ramos Álvarez (), Instituto de Biología de la unam, México.

    Capítulo XVII, Las palmeras de la región de Oxtankah, doctor Roger Orellana Lanza (<rogeraaol@gmail.com>), doctora Celene Espadas Manrique () y bióloga Lilia Carrillo Sánchez (), Unidad de Recursos Naturales, Centro de Investigación Científica de Yucatán, Mérida, Yucatán.

    Introducción

    ———•———

    Hortensia de Vega Nova

    LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA DE OXTANKAH

    La etapa más productiva de la historia de la arqueología ha sido la lograda bajo la perspectiva de los estudios de las grandes áreas, de las investigaciones que se han planteado la necesidad de acceder al entendimiento del vínculo que las comunidades antiguas mantuvieron con el medio ambiente en el que se desarrollaron. El entorno ecológico es el factor que determina la forma de vida del grupo social, el escenario que permite o limita el desarrollo de las actividades económicas de un pueblo. Un territorio que es pobre en recursos naturales impone limitantes difíciles de salvar, obliga a adoptar estrategias de subsistencia que permitan acceder a los abastos que son indispensables para cubrir las necesidades básicas de la vida cotidiana y hace que sus habitantes consuman un alto porcentaje de su tiempo en esas actividades. Un territorio rico en biodiversidad facilita la variedad de la producción, propicia la generación de excedentes y la creación de redes comerciales, estimula la manufactura de artesanías, permite acceder al bienestar común y, en consecuencia, favorece el surgimiento de estructuras políticas y formas de organización social complejas. De tal forma, la estabilidad y permanencia de un grupo social en un territorio determinado dependen, entre otros factores, de las estrategias que establezca para dominar el ecosistema. Cuando se alcanza el equilibrio armónico y racional entre el hombre y la naturaleza es posible mantener, a través del tiempo, el desarrollo integral de la sociedad y ofrecer a sus miembros una gama de posibilidades para el abasto de lo necesario sin llegar a agotar los recursos del ecosistema: el alimento cotidiano; las materias primas para manufacturar tanto los objetos útiles para el procesamiento de los alimentos como los instrumentos para el descuartizamiento de los animales que forman parte de la dieta; los minerales para construir los edificios, para tallar y pulir esculturas y estelas o para elaborar los objetos suntuarios que portan los gobernantes, sacerdotes y guerreros a fin de fortalecer visualmente su rango social frente a la comunidad; los pigmentos vegetales y animales que utilizan para embellecer su cuerpo con colores; las plantas medicinales con las que curan sus enfermedades, etc. En muchas ocasiones las materias primas no se pueden obtener dentro del territorio. Jade, oro, turquesa, obsidiana y ciertas conchas a veces se encuentran en comarcas lejanas, y para acceder a ellas algunos grupos mayas debieron remontar caminos entre la selva, navegar largas distancias a través de canales y bahías para penetrar en el mar Caribe y sus zonas arrecifales. En esas comarcas lejanas habitaban otras comunidades. Se hacía necesario establecer sistemas de intercambio comercial de productos entre los pueblos, y con ello se introdujeron nuevas ideas y costumbres en las sociedades. El individuo, además de enfrentar los esfuerzos habituales para mantener su estatus en la comunidad —de artesano, agricultor, comerciante o navegante—, creó estrategias de defensa grupal para proteger su propio espacio geográfico frente a otros pueblos que tenían las mismas necesidades.

    El ecosistema tropical de las tierras bajas del área maya sigue siendo un lugar ecológicamente privilegiado por su diversidad biológica. Nuestras investigaciones han demostrado que los habitantes de Oxtankah lograron mantener, hacer permanecer y desarrollar su cultura por más de mil quinientos años y, en algunos momentos del tiempo prehispánico, alcanzar un poder político y económico relevante derivado principalmente del control absoluto de sus costas, lo que hace suponer —al igual que en el caso de otras ciudades mayas asentadas en las inmediaciones de cuerpos de agua— que pudieron haber logrado un alto grado de sustentabilidad ecológica que les permitió diversificar su economía local, basada en la explotación de recursos marinos, costeros y lacustres, así como en la agricultura, la recolección y la cacería. La salinidad de las aguas de la región pudo haber dado lugar a su aprovechamiento para la producción de sal, de la cual debieron de obtener excedentes que intercambiaron por productos foráneos a través de rutas comerciales bien definidas, que recorrían constantemente para acceder a los mercados de pueblos costeros y del interior. Con la intención de corroborar estos supuestos fue necesario profundizar en el conocimiento del medio ambiente y de la biodiversidad de la región en estudio, así como en las estrategias que aplican actualmente los grupos mayas para aprovechar el ecosistema tropical que los rodea.

    A la etapa de alta producción en la investigación arqueológica pertenecen los múltiples trabajos de análisis del patrón de asentamiento, que ha constituido la base del desarrollo del conocimiento de los pueblos antiguos de México en varias regiones, fundamentalmente en el centro del país. La escasez de este tipo de proyectos en el área maya es notoria, quizá por las dificultades que ofrece el terreno pero fundamentalmente por una ausencia de tradición que ha impedido el enfoque de área, tan necesario para avanzar en el análisis de casos particulares. Otra dimensión frecuentemente olvidada en los estudios arqueológicos es la del paisaje construido, es decir, la interpre­tación simbólica que los pueblos hacen de su entorno y el reflejo de ésta en la organización social, la ideología y la arquitectura.

    El proyecto de investigación en Oxtankah fue planteado bajo esa óptica —muy en boga hoy en día, después de años en que se subrayó el trabajo de sitios particulares y de componentes aislados de la historia de este sitio— con una perspectiva que permitiera acceder, asociar, comprender, integrar e interpretar los factores que interactuaron en los procesos sociales de las comunidades mayas que asentaron su residencia en el extremo sur del actual estado de Quintana Roo. Para ello se seleccionó un espacio geográfico en el interior de los más de cuatro millones de hectáreas de esta región que fueron ocupadas por los grupos mayas —con una compleja topografía que incluye montañas que alcanzan hasta 3 000 m de altura, grandes planicies y colinas bajas—. En esta amplia zona la investigación se enfocó exclusivamente en el área que confluye con nuestro país vecino, Belice. Los límites fueron definidos seleccionando los canales que comunican a la laguna Guerrero con la bahía de Chetumal por el norte; al poniente los litorales de la laguna de Bacalar; hacia el sur las márgenes del río Hondo, y rumbo al oriente, las costas de la bahía de Chetumal, incluyendo la isla Tamalcab. En su totalidad, la región en estudio cubre aproximadamente una extensión de 200 km² (figs. 1 a 3).

    Figura 1. Península de Yucatán. Ubicación del área investigada por el proyecto (SeaWiFS Project, nasa / Goddard Space Flight Center / Orbimage).

    Figura 2. Ubicación en relación con la bahía de Chetumal (nasa Visibleearth / Herat Sciences and Image Analisis Laboratory at Johnson Space Center).

    Figura 3. Región en estudio con la ubicación de 12 asentamientos mayas registrados por el inah antes de nuestra llegada (inegi, carta topográfica; escala 1:50 000).

    El proceso de investigación siguió tres vertientes:

    1. Para acceder al conocimiento del medio ambiente de la región nos apoyamos en las investigaciones llevadas a cabo por especialistas en este tema, cuyos resultados nos ayudaron a comprender su geodiversidad, como los relieves, depresiones, clima, riqueza hidrológica y zonas de inundación; la ubicación de los suelos con eficiencia productiva y aquellos con deficiencias en la conducción de agua; la descripción del sistema arrecifal del Caribe mexicano; los agentes naturales que modifican el comportamiento humano o transforman el entorno natural; las especies marinas que habitan en la bahía de Chetumal —que forman parte de la dieta humana— y en los arrecifes coralinos, de donde además los mayas pudieron obtener materias primas para la elaboración de objetos suntuarios; los ecosistemas fundamentales para el desarrollo de la vida silvestre; la flora acuática de la bahía de Chetumal y su incidencia en la formación y estabilización de las playas, como barreras para soportar tormentas y como fuente de alimento y refugio de diversos organismos; los animales que pueden ser aprovechados como alimento, para curar enfermedades o para usar sus pieles en la confección de ropa; las aves cuyo plumaje pudo haber sido utilizado para engalanar los atuendos; los tipos de vegetación que sirven para obtener satisfactores, como fuentes de alimento, condimento o medicinales, para la manufactura de mobiliario, la construcción de casas habitación y de utensilios, etcétera.

    2. Con la intención de analizar las estrategias que pudieron haber aplicado los antiguos mayas que ocuparon la región en estudio para dominar su entorno natural, nos aproximamos a los grupos mayas que continúan viviendo en esos territorios que habitaron sus ancestros, apoyándonos igualmente en las investigaciones realizadas por los especialistas en este tema. Ellas nos ayudan a comprender, a partir de la resiliencia socio-ambiental, las estrategias de uso múltiple que aplican en su entorno natural, su con­cepto sagrado de salud, que implica un equilibrio entre cuerpo humano, casa, huerto, comunidad, parcela y el universo en su conjunto, donde la naturaleza, las divinidades y los seres humanos trabajan en equipo en la eterna producción y reproducción de la vida; las estrategias para la cacería del venado cola blanca; el aprovechamiento de la meliponicultura y de las mariposas y otros insectos comestibles; la recolección de recursos fitogenéticos, palmas silvestres, raíces y tubérculos que forman parte de su dieta, y el uso actual de una serie de términos mayas que conllevan diversas características, como el nombre que se da a un suelo, que incluye muchos atributos —textura, consistencia, grado de retención de humedad, fertilidad y salinidad— informando al agricultor si es apto para el cultivo o para su uso como abono, al igual que sucede con los términos aplicados en la pesca, recolección, producción artesanal, etc., lo que podría demostrar la vigencia del conocimiento y del profundo acercamiento alcanzado con el entorno natural, heredado igualmente de los ancestros.

    La publicación de los dos primeros volúmenes de esta obra responde precisamente a la necesidad de obtener el marco de referencia ecológico de la región, de su diversidad biológica y de las estrategias que son aplicadas actualmente por los mayas para relacionarse simbióticamente con ella, dominio que —entre otros factores— pudo haber permitido la permanencia y el desarrollo cultural de los habitantes mayas de Oxtankah por más de mil quinientos años.

    3. Los trabajos arqueológicos —de campo y gabinete— realizados en la región en estudio por nuestro proyecto implicaron las siguientes acciones:

    • Revisión y análisis de los documentos escritos entre los siglos xvi y xviii, así como de las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo antes de nuestra llegada.

    • Reconocimiento de la superficie del área, analizando con estereoscopía las fotografías aéreas que la abarcan, a fin de obtener una imagen aproximada de la distribución de la población indígena.

    • Verificación de la existencia, dimensión y características de los asentamientos mayas que aquí se localizaron, recorriendo la superficie de los terrenos identificados en el análisis de fotointerpretación.

    • Obtención de cronologías relativas a los vestigios arquitectónicos —cuya existencia fue verificada en los recorridos— a partir del análisis de los materialesarqueológicos recolectados en campo.

    • Realización de excavaciones arqueológicas de sondeo en algunos de los sitioscuya relevancia arquitectónica fue corroborada en los trabajos de prospección arqueológica.

    • Realización de excavaciones de sondeo en 6 de los 12 sitios arqueológicos registrados por el inah en el área antes de nuestra llegada, los que destacan porla complejidad de su arquitectura.

    • Realización de excavaciones arqueológicas intensivas en Oxtankah.

    Estos trabajos permitieron conocer las cronologías relativas tanto de las variables de los patrones de asentamiento de los habitantes de la región a través del tiempo como de los momentos de ocupación de Oxtankah, de las etapas constructivas de los edi­ficios intervenidos y sus características arquitectónicas. Todo ello nos acercó al entendimiento del entramado social establecido por los habitantes mayas de la región en estudio a través de la época prehispánica.

    Al inicio del volumen tres de esta obra se describen los procesos de la investigación arqueológica de campo y los resultados obtenidos. Posteriormente, con la intención de acercarnos a una perspectiva que permita comprender, integrar e interpretar los factores que interactuaron en los procesos sociales de las comunidades mayas que asentaron su residencia en el área en estudio, se maneja, como marco de referencia, la información vertida en los dos primeros volúmenes y se la asocia con los datos recuperados en contextos arqueológicos de la región, presentando finalmente los resultados alcanzados.

    OXTANKAH, PUEBLO DE NAVEGANTES

    En la primera mitad del siglo xvi, cuando se iniciaron las incursiones españolas en el área, algunos de los integrantes de las expediciones y los evangelizadores que los acompañaron describieron sus contactos con los pueblos mayas que habitaban las costas. No obstante que en los escritos se mencionan muchos de los pueblos de la región en estudio —en ese momento conocida como Uaymil-Chetumal—, no se ha logrado conocer el nombre que originalmente dieron los mayas a Oxtankah. Las descripciones de los itinerarios imposibilitan identificar su ubicación por ser vagas, ambiguas y someras (Nalda, 2000); además, como lo demuestran nuestras investigaciones, para esa época la ciudad llevaba varios siglos abandonada. El nombre de Oxtankah, como en el caso de otros asentamientos contiguos, le fue dado por Alberto Escalona Ramos en 1943, cuando recorrió la región (Escalona, 1946).

    Los mayas construyeron el área nuclear de Oxtankah a escasos mil metros de la ribera de la bahía de Chetumal, aprovechando una amplia plataforma natural en tierra firme ubicada exactamente frente a la isla denominada Tamalcab. Al oeste se localiza un gran sistema lacustre enlazado por estrechos canales y en el que destacan las lagunas de Bacalar y Guerrero.

    Esa red de canales fue utilizada por sus habitantes para pescar y para transportar en canoa las mercancías que intercambiaban con otras comunidades asentadas en tierra firme o en las riberas de la bahía. En las relaciones escritas por los expedicionarios españoles se menciona que, alrededor del año 1533, las canoas tenían diferentes tamaños de acuerdo con su función; algunas eran individuales, otras podían trasladar hasta diez individuos y las canoas mercantes, que eran propias para navegar en alta mar, hasta veinticuatro personas (Chamberlain, 1974: 131). Para acceder con más prontitud al mar Caribe, los habitantes de la región acondicionaron un estrecho canal que sale de la bahía de Chetumal, que actualmente pertenece al territorio de Belice y es conocido con el nombre de Boca Bacalar Chica. Ya en mar abierto, acostumbraban desplazarse navegando hábilmente en canoas por los litorales de la península de Yucatán. Además, los textos mencionan que los nativos comerciaban frecuentemente con pueblos tan lejanos como los asentados en la región del Río de Ulúa —que desemboca en el golfo de Honduras—, donde solían abastecerse de cacao, que en ese lugar se cultivaba en amplios huertos. Las semillas de cacao eran intercambiadas por textiles, mantas y otros productos (Chamberlain, 1974: 129-130).

    Los conocimientos logrados en las artes de la navegación por los mayas datan de tiempos tan tempranos como el llamado por los arqueólogos Preclásico Superior (hacia 300 a.C.), cuando ya se había constituido el comercio costero a larga distancia y la base de la economía se encontraba en las costas, donde rápidamente se establecieron amplios complejos habitacionales, muchos de ellos aprovechando caletas que eran excelentes abrigos naturales. En varios de los asentamientos aledaños a los litorales todavía es posible observar vestigios de los muelles que funcionaron como embarcaderos, de donde los comerciantes zarpaban hacia lugares muy lejanos para conseguir las materias primas que no podían obtener en las inmediaciones, como sílex, jade, obsidiana, basalto y ciertas conchas que, como dijimos, eran pulidas y transformadas en suntuosos objetos que formaron parte del atuendo de sus gobernantes (figura 4).

    Figura 4. Oxtankah y la isla Tamalcab. La navegación fue una actividad común de los habitantes (reconstrucción hipotética de T. Ontiveros Ortiz).

    Reseña de las investigaciones arqueológicas

    A partir de la fotointerpretación de la región se detectó una infinita cantidad de montículos en los distintos niveles de los límites de inundación de lagunas, esteros y canales, así como asentamientos con estructuras arquitectónicas que formaban plazas, con caminos y plataformas aisladas.

    Los trabajos de prospección arqueológica realizados en el norte de la región permitieron verificar la existencia de más de cincuenta zonas habitacionales, un gran número de estructuras aisladas, pozos, chultunes y cenotes; corroborar que, en las 12 zonas arqueológicas que corresponden a los centros cívico-religiosos registrados por el inah antes de nuestra llegada, los montículos mayores están dispuestos alrededor de plazas y patios hundidos; comprobar la presencia de gran número de cámaras subterráneas al poniente de la ciudad prehispánica de Ichpaatún, reportadas por Escalona (1946); en sus inmediaciones descubrir un abrigo rocoso con restos de pintura rupestre, así como definir la existencia de seis distintos niveles de los límites de los cuerpos de agua —a los que se les establecieron fechas relativas— y, alineados a sus costas, más de mil montículos producto de la acumulación de desechos depositados por los habitantes dedicados a la producción de sal (De Vega, 1996).

    El análisis de los materiales arqueológicos recolectados durante los recorridos de superficie permitió saber que entre 300 a.C. y la llegada de los españoles la región fue continuamente habitada, y en cuanto a Oxtankah concretamente, donde se realizaron excavaciones intensivas ya que se pensaba que era la antigua Chetumal que mencionan los textos del siglo xvi, conocer las fechas de su ocupación y de su abandono, ocurrido siglos antes de la entrada de los europeos.

    El levantamiento topográfico realizado en un sector del área nuclear de Oxtankah reveló la composición arquitectónica de los edificios que la constituyen: 12 espacios abiertos delimitados por edificios —plazas— forman su trazo maestro; entre ellos se encuentran dos patios hundidos, un cenote, tres chultunes y más de diez edificios aislados. En este complejo arquitectónico sobresalen, por sus dimensiones, las denominadas Plaza Abejas y Plaza Columnas (figura 5).

    Figura 5. Plano topográfico de un sector del área nuclear de Oxtankah (elaborado por Juan Chagolla Saldaña y Alejandro González y Escárcega; actualizado por T. Ontiveros Ortiz).

    Las excavaciones arqueológicas realizadas en Oxtankah por nuestro proyecto de investigación tuvieron una duración efectiva de seis años y medio (entre 1997 y 2016) y permitieron definir las características arquitectónicas de la Estructura I de la Plaza Serpientes; las estructuras I, III, IV y el altar central de la Plaza Abejas; la Estructura I de la Plaza Tortugas y las estructuras VI, IX y X de la Plaza Columnas. Los pozos de sondeo excavados en el interior de la Estructura I de la Plaza Abejas y en la Estructura VI de la Plaza Columnas precisaron su función funeraria.

    Apoyados en los datos arquitectónicos obtenidos de las etapas constructivas de los edificios fue posible visualizar la apariencia que tuvo la ciudad en varios momentos de su ocupación, entre ellos el periodo Clásico Tardío (De Vega et al., 1999) (figs. 6 y 7).

    Figura 6. Plaza Abejas, perspectiva hipotética durante el Clásico Tardío (600-800 d.C.) (dibujo: T. Ontiveros Ortiz; recreación: Tempo Nuovo).

    Figura 7. Plaza Columnas, perspectiva hipotética durante el Clásico Tardío (600-800 d.C.) (dibujo: T. Ontiveros Ortiz; recreación: Tempo Nuovo).

    El estudio de los materiales arqueológicos obtenidos en las excavaciones demuestra que entre los años 900 y 600 a.C. llegaron los primeros grupos humanos a

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