El mundo maya, a más de mil años del final de su apogeo, sigue escondiendo tantos secretos! Muchos de ellos aún yacen bajo las extensas selvas que, desde tiempos ancestrales, comenzaron a devorar sus templos, plazas, y, lo que hoy son, ruinas de una de las civilizaciones americanas de la antigüedad.
Buena parte de lo que hoy sabemos de esa épica población es gracias a los descubrimientos arqueológicos que se ubican, sobre todo, en el sureste mexicano (además de Belice, Guatemala y Nicaragua), principalmente en la península de Yucatán, y, para ser más específicos, en la zona costera. Pero, ¿y qué sucede con la parte central de la península? La información que tenemos sobre esa zona es que se pobló relativamente tarde –a diferencia de otras áreas–, que nunca fue una ubicación demasiado atractiva –debido a las duras condiciones de suelo, la falta de vías fluviales no subterráneas, y lo agreste de la superficie para la creación de caminos–, y que debajo de las inmensas extensiones de selva que hoy cubren el horizonte se encuentran incontables enigmas. ¿Cómo vivían los mayas del área central?, ¿cómo eran sus ciudades