Son 237 hectáreas de un ecosistema insólito en medio de una megalópolis: de ese tamaño es la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA) en resguardo de la UNAM.
Pero igualmente grandes son sus amenazas y sus retos. El principal de éstos, incorporar a la reserva 68 hectáreas más.
Habitan en este “pulmón verde” al sur de la Ciudad de México, que se divide entre la Ciudad Universitaria y El Pedregal de San Ángel, alrededor de 300 plantas nativas, unas 800 especies de artrópodos --arácnidos, insectos, crustáceos— y 30 de mamíferos —entre los vertebrados.
Hoy ya ese patrimonio mexicano —único en el mundo— empieza a ser valorado internacionalmente, pues en marzo pasado el Espacio Escultórico y la REPSA de Ciudad Universitaria se hicieron acreedores al Premio Internacional para el Paisaje “Carlo Scarpa”, de Italia, aunque los medios nacionales no le dieron amplia cobertura. El jurado internacional se asombró de este “lugar poético y sugestivo, que emerge de la aparente desolación de un terreno de piedra volcánica”.
La REPSA no es visitable en un 90%, pues el ecosistema está cerrado al públicolómetros a la redonda. De acuerdo a los especialistas de la UNAM, al momento de la erupción la cultura cuicuilca ya estaba en decadencia, y el evento geológico borró sus vestigios.