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Programación y evaluación aplicadas a la gestión cultural. SSCB0110
Programación y evaluación aplicadas a la gestión cultural. SSCB0110
Programación y evaluación aplicadas a la gestión cultural. SSCB0110
Libro electrónico392 páginas3 horas

Programación y evaluación aplicadas a la gestión cultural. SSCB0110

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Libro especializado que se ajusta al desarrollo de la cualificación profesional y adquisición del certificado de profesionalidad "SSCB0110 - DINAMIZACIÓN, PROGRAMACIÓN Y DESARROLLO DE ACCIONES CULTURALES". Manual imprescindible para la formación y la capacitación, que se basa en los principios de la cualificación y dinamización del conocimiento, como premisas para la mejora de la empleabilidad y eficacia para el desempeño del trabajo.
IdiomaEspañol
EditorialIC Editorial
Fecha de lanzamiento13 jul 2023
ISBN9788411840620
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    Programación y evaluación aplicadas a la gestión cultural. SSCB0110 - José David Luna Bermúdez

    Capítulo 1

    Planificación de las programaciones para la gestión cultural

    Contenido

    1. Introducción

    2. Principios de la programación cultural

    3. Técnicas de valoración de los factores del medio

    4. Resumen

    1. Introducción

    Actuar en un medio tan sensible como es la cultura nunca debe hacerse desde la improvisación. Planificar la intervención que una entidad tendrá en el ámbito cultural debe ser un requisito indispensable cuando se opera bajo postulados profesionales de la gestión cultural.

    En un primer momento, es importante advertir todos los elementos que entran en juego en un proceso de planificación cultural. Así, reconocer el contexto en el que se desenvuelven las programaciones y definir los criterios que se utilizan para su diseño serán tareas principales en el comienzo de la planificación. Por otro lado, establecer un guion lógico y metódico para diseñar las programaciones ayudará a controlar el proceso de trabajo y permitirá la valoración de las actuaciones emprendidas.

    Pero no solamente habrá que asimilar los condicionantes y las técnicas que circundan a la planificación de las programaciones, sino que habrá que profundizar en estas, analizando sus componentes, sus recursos y sus resultados. Por último, el proceso de planificación aconsejará la aproximación a la realidad de las organizaciones culturales, incluida la propia que se encuentra diseñando su programación.

    La gestión cultural se define como un ámbito de estudio interdisciplinar, ya que son muchos los lugares y las funciones que se desempeñan. Existe toda una serie de industrias culturales y creativas como son los sectores del patrimonio, artes escénicas, artes visuales, música y literatura y edición.

    Analizar la gestión cultural como una profesión ha sido algo que ha surgido a lo largo de los años, ya que con la llegada de nuevas políticas culturales y a partir de la instauración de la democracia en España se ha ido demandando una profesionalización del sector, sobre todo a partir de los años 80.

    En la actualidad con la implementación de la agenda 2030 y diversas directrices europeas, el ámbito cultural adquiere un especial interés en el marco del desarrollo sostenible y es transversal a todos los objetivos. Por todo ello, existe la responsabilidad de crear un futuro seguro desde una planificación, concretando programas y desarrollando proyectos y posteriormente evaluándolos para conseguir de una manera eficiente los objetivos y metas a alcanzar.

    2. Principios de la programación cultural

    Gestionar cualquier actividad significa controlar su desarrollo. En el campo de la cultura, establecer vías de control que organicen y estructuren las actuaciones se consigue mediante la planificación de estas, que debe surgir de un proceso de reflexión previo y a propósito de la consecución de unas metas establecidas.

    Un programa cultural persigue incrementar la proyección social de las acciones culturales, estableciendo un orden lógico que las articule en base a los objetivos planteados, con los recursos definidos y en el tiempo estipulado.

    Importante

    La programación en la gestión cultural debe siempre basarse en un proceso previo de interpretación de la realidad que identifique unas metas a conseguir con esa programación.

    Los principios básicos que deben regir una programación cultural son:

    Coherencia. Debe responder a la realidad en la que se va a desarrollar, atendiendo necesidades, demandas y preferencias de los beneficiarios. Esto se consigue basando la programación en un conocimiento exhaustivo del medio en el que se contextualiza.

    Sostenibilidad. Tiene que garantizar su desarrollo y favorecer la continuidad de las actuaciones. Para ello, la programación deberá ajustarse a las características y posibilidades de su marco de actuación.

    Idoneidad. Mejorar la realidad existente es siempre la finalidad de una intervención cultural, por lo que su ejecución debe propiciar cambios positivos y necesarios. Una definición de objetivos deseables, realistas y verificables garantizarán la utilidad de la programación.

    Estas tres reglas de la programación deberán ser atendidas en todo el proceso de planificación, ya que de su cumplimiento depende, en gran parte, el éxito del programa.

    2.1. Contextualización de la programación de acciones culturales

    Intervenir en la cultura conlleva una alteración de la realidad e implica a los sectores de esa realidad que se ven afectados por el desarrollo de actuaciones culturales. Un programa cultural debe contextualizarse en la realidad para la que se proyecta, teniendo presentes las características y circunstancias que la definen. A su vez, este programa cultural es promovido y ejecutado por un agente concreto, por lo que también es necesario contextualizarlo en el ámbito de la entidad que lo lleva a cabo. Por último, es preciso describir la estructura básica que articulará la programación, conectando la realidad con la entidad.

    Contextualización en la realidad

    Los tres conceptos que entran en juego en la contextualización de un programa cultural atendiendo a su entorno sociocultural son:

    El territorio, en cuanto a que el programa se adscribe a un espacio geográfico concreto.

    La sociedad, entendida como colectividad beneficiaria del programa.

    La cultura, como sector específico y materia prima para la aplicación del programa.

    Importante

    El contexto en el que se incluye la programación variará si se trata de un programa de dimensión territorial, o si, por el contrario, la programación se refiere a una entidad y/o infraestructura cultural concreta.

    Actividades

    1. Elija un evento cultural que conozca y realice un esquema reseñando el territorio en el que se inserta, la población a la que se dirige y el sector cultural al que pertenece.

    El territorio

    El programa deberá ajustar sus recursos y esfuerzos a una zona determinada que delimite claramente el contingente de población objeto.

    Los parámetros a tener en cuenta dentro del ámbito territorial son la extensión, las particularidades políticas y económicas y las características medioambientales:

    Extensión. La superficie total del territorio marcará la provisión de recursos y la planificación temporal. Un territorio pequeño será más abarcable, presentando menor número de agentes y beneficiarios y mayor homogeneidad entre ellos. Por el contrario, un territorio amplio requerirá de un gran espacio de tiempo para su análisis, el aumento de la complejidad en la metodología de trabajo, un mayor esfuerzo en la coordinación de los agentes, etc.

    Política. Importan la ordenación y regulación urbana, las políticas programadas para el territorio y las condiciones especiales del mismo, refiriéndonos a situaciones de ocupación, dependencia, conflictos violentos, marginalidad, etc.

    Medioambiente. Los condicionantes medioambientales inciden directamente en la realidad del territorio. Las características climatológicas determinarán en parte la programación de acciones y las determinaciones legales de protección medioambiental deberán tenerse en cuenta para programar.

    Importante

    Las particularidades de un territorio localizado en el medio rural deben ser abordadas siempre desde postulados de conservación y respeto al entorno medioambiental.

    La sociedad

    La implementación de un programa cultural siempre definirá a un contingente humano como beneficiario de las actuaciones. Esta colectividad social puede definirse por el territorio que ocupa (habitantes de un núcleo determinado), por las características que lo dotan de homogeneidad (jóvenes, inmigrantes, desempleados, enfermos) o por la pertenencia a un grupo objeto específico (afectados por alguna circunstancia especial, hábitos sociales comunes).

    Los parámetros a valorar son la historia y evolución, los aspectos demográficos, la organización social existente y las condiciones económicas imperantes:

    Historia y evolución. Los orígenes de un colectivo determinan en parte su estructura social. Ejemplos de ello son las comunidades sociales instaladas en las periferias urbanas, que se formaron por factores como el éxodo rural, el crecimiento de la inmigración, los condicionantes económicos, etc.

    Demografía. Las variables demográficas van a permitir la caracterización de la colectividad ante aspectos como la cantidad de personas que la forman, la predominancia de sexos o edades, el crecimiento o decrecimiento, la procedencia de sus miembros, la capacitación académica o profesional, etc.

    Organización. Las distintas realidades sociales que integran el colectivo forman microgrupos que comparten algunas características definitorias (religión, etnia, profesión, etc.). Además, existen las estructuras como asociaciones (vecinales o de otro tipo), órganos de decisión y participación, colectivos informales, entidades con proyección ciudadana (fundaciones, empresas, servicios públicos), etc.

    Economía. La dimensión económica determina fuertemente el perfil del colectivo, sus necesidades y condicionantes. El rango socioeconómico vendrá marcado por las actividades económicas del territorio, la ocupación laboral de las personas, la renta per cápita y otras variables de ocupación, consumo, etc.

    Ejemplo

    Para el desarrollo de una programación en un municipio concreto se analizará la estructura social de esa población, tratando de radiografiar su realidad a partir de los vectores históricos, demográficos, sociales y económicos.

    La cultura

    Los hábitos de comportamiento, las vías de expresión pública (artísticas o no), los componentes lúdico-festivos, las creencias religiosos o ideológicas y las técnicas y conocimientos (tradicionales o innovadoras) conforman el espectro cultural de un colectivo.

    La realidad cultural se manifiesta en tres dimensiones:

    Patrimonio. Conjunto de bienes histórico-artísticos y manifestaciones culturales tradicionales que sustentan la identidad del colectivo y constituyen su acervo cultural.

    Creación contemporánea. La dinámica cultural se materializa en las infraestructuras y equipamientos en uso y a través de la oferta cultural existente, que será el resultado del trabajo de los agentes culturales del colectivo.

    Hábitos de comportamiento. Desde el punto de vista de la cultura son importantes las costumbres de la vida cotidiana, los hábitos de consumo y el grado de participación de los miembros del colectivo en el desarrollo de la cultura contemporánea.

    Recuerde

    Para contextualizar un programa cultural en la realidad que lo acoge, es necesario valorar aspectos relacionados con el territorio, la sociedad y la cultura.

    Contextualización en la entidad

    Las planificaciones de programas culturales tienen unos responsables: las entidades que las promueven. Para contextualizar un programa cultural es necesario aproximarse a la organización que lo protagoniza, además de identificar la imbricación de estos programas en su actividad habitual.

    La naturaleza de la entidad que promueva el programa va a delimitar su concepción, ya que según el objeto social de las entidades existen acciones en el sector cultural con diversas finalidades y beneficiarios.

    El conjunto de entidades que habitualmente promueven acciones culturales se puede clasificar según su naturaleza jurídica, resultando tres tipos de organizaciones.

    Entidades públicas

    La administración y los organismos dependientes de esta promueven programaciones que toman como referencia a la población que administran. Estos programas pueden ser integrales (abarcando la totalidad del territorio y del sector cultural) o sectoriales (abordando parcelas determinadas de la población y de los sectores culturales).

    Entidades privadas

    Instituciones que programan acciones culturales en base a unos objetivos particulares de la organización. Empresas y entidades del sector no lucrativo, como fundaciones y asociaciones, forman este grupo. Según su público objetivo y ámbito de actuación, las entidades empresariales se regirán por la lógica del mercado cultural, en tanto que las organizaciones no lucrativas lo harán según el objeto social de su constitución.

    Entidades mixtas

    Organismos con participación de la iniciativa pública y privada, como consorcios, fundaciones y plataformas reúnen en una estructura de gestión a empresas, creativos independientes, administraciones públicas, asociaciones culturales, etc. Estas entidades se gestionan y financian también de manera mixta, aunque los porcentajes de control de la organización varían según el acuerdo fundacional. Estas entidades buscarán el equilibrio entre los objetivos públicos y las necesidades sectoriales de los miembros privados que las integran.

    Nota

    La naturaleza jurídica de las entidades no determina el contenido de la programación, sino que serán los objetivos planteados los que rijan el diseño de las acciones.

    Actividades

    2. Realice un listado de las entidades que programan acciones culturales en su territorio y clasifíquelas según su naturaleza jurídica. ¿Qué tipo de entidades protagonizan la oferta cultural?

    Estructura básica

    Al margen de la naturaleza jurídica de la entidad promotora, la contextualización de una programación cultural se adscribe a un esquema de acción, más o menos generalizado, que lo delimita en cuanto a sus metas y procedimientos.

    Una estructura básica reconocida y utilizada frecuentemente por las organizaciones culturales es la que articula las actuaciones a partir de una planificación integral, compuesta por programas de acción (los programas culturales) que a su vez se construyen con proyectos concretos. Así, en un orden descendente, la secuencia programática se resume en: política, plan, programa, proyecto y actividades.

    Política

    Cualquier entidad cultural se reconoce en un modelo de actuación principal que rige todas las acciones que lleva a cabo. En el caso de las entidades públicas, la política cultural vigente será el principal marco de contextualización, traducida en leyes, reglamentos, decisiones y criterios políticos.

    Las entidades privadas, en cambio, estructuran su acción a partir de sus propios criterios. Un centro cultural, un museo o una fundación definirán en su constitución unos principios que darán sentido a su actividad. Estos principios generales marcarán la política de actuación para estas organizaciones.

    Plan

    Es la primera unidad de acción y se define para perseguir una finalidad general. El plan es el instrumento técnico que materializa la acción cultural de una entidad, en tanto que define unos procesos encaminados a intervenir en el contexto que la rodea.

    El plan marcará la finalidad última de su desarrollo, delimitará criterios estratégicos a tomar en cuenta para la programación, establecerá un marco cronológico a largo plazo e identificará los recursos económico-financieros necesarios. Igualmente, el plan contará con un sistema de evaluación que retroalimente a la entidad y ofrezca valoraciones de sus resultados. Por último, un modelo de coordinación y comunicación aplicado al plan cierra el conjunto de elementos presentes en este primer nivel de acción.

    Programa

    Los principales componentes de un plan son sus programas, unidades de acción que deben articular y dar sentido a todas las actuaciones a llevar a cabo en el ámbito de la planificación.

    Si el plan identifica una finalidad general, cada uno de los programas diseñados afrontará la consecución de un objetivo específico y discurrirá por uno o algunos de los criterios estratégicos de la planificación. La consecución de los objetivos específicos de cada programa redundará positivamente en la aproximación a la finalidad definida para el nivel superior, el plan.

    Un programa cuenta con un objetivo específico, un modelo de gestión, un marco temporal a medio plazo, una asignación de recursos, un presupuesto y un sistema de evaluación. A nivel de programa también es recomendable definir un modelo de comunicación concreto.

    Proyecto

    Es la mínima unidad de acción en el marco del plan. Los proyectos se localizan en el seno de los programas, por lo que un conjunto de ellos configuran a un programa determinado. Orientados por el objetivo específico del programa que lo acoge, un proyecto identifica objetivos operativos, muy concretos y fácilmente verificables. La suma de los objetivos de varios proyectos conduce a la consecución del objetivo específico del programa.

    El proyecto presenta objetivos operativos y una planificación de actividades que deben alcanzarlos, un marco cronológico a corto plazo, una serie de recursos y un presupuesto, un modelo de gestión y coordinación y un sistema propio de evaluación.

    Nota

    Un marco cronológico a largo plazo marca un horizonte temporal superior a tres años, el medio plazo entre uno y tres años, y el corto plazo no supera el año de duración.

    2.2. Identificación de criterios para la realización de la programación cultural

    Realizar una programación cultural es una tarea que debe articularse desde unos criterios principales que delimiten su contenido. Para definir cuáles serán los criterios que rijan el diseño del programa, es importante antes valorar el entorno en el que ese programa se inserta.

    Aspectos del entorno de una programación

    Los condicionantes de la entidad promotora, el contexto de la realidad y las características de los agentes externos serán analizados para establecer el escenario en el que se fijarán los criterios programáticos.

    La entidad promotora

    La finalidad principal de la entidad promotora establece el primer punto de partida. Así, una entidad que trabaja por las manifestaciones tradicionales desarrollará acciones relacionadas con el patrimonio histórico, mientras que un centro de arte contemporáneo propondrá programaciones en la vanguardia de las expresiones culturales.

    Los recursos disponibles en la entidad delimitarán fuertemente la definición de criterios en la programación. Los recursos económicos (propios o ajenos), los recursos materiales (infraestructuras y equipamientos) y los recursos humanos (equipo técnico) marcan las posibilidades de actuación para el programa.

    Actividades

    3. Identifique una entidad cultural que programe cultura contemporánea y otra que trabaje en el ámbito del patrimonio. Reflexione sobre las diferencias en formatos, destinatarios y proyectos.

    El contexto de la realidad

    Varias son las circunstancias del contexto sociocultural en el que se insertará la programación a tener en cuenta. El perfil de los beneficiarios, la trayectoria de la programación cultural, los valores culturales existentes y las tendencias del sector cultural deben traerse a análisis antes de establecer los criterios programáticos.

    El perfil de los beneficiarios debe ser la principal dimensión a valorar en este momento anterior a la programación. Los hábitos y preferencias culturales de la comunidad receptora del programa darán sentido, o no, a la programación. En una aproximación más específica, el programa deberá detectar e incorporar las demandas culturales de los beneficiarios, a fin de diseñar una programación que responda a esas necesidades identificadas.

    Es importante valorar la trayectoria de la programación cultural anterior al programa en fase de diseño, ya que esto aportará información concreta sobre los resultados de la gestión realizada. Aspectos como los principios conceptuales, los contenidos artísticos, la respuesta de los destinatarios y otras variables del proceso de desarrollo ofrecerán claridad en cuanto a los procedimientos y fórmulas que consiguen mejor los objetivos planteados.

    Los valores culturales existentes pueden ayudar a establecer criterios programáticos, ya que ofrecen información sobre el sustrato más etéreo de la cultura. Valores como el respeto a la tradición o, por el contrario, la admiración por la innovación, harán que los criterios de programación oscilen según el mensaje que lanzan estos valores.

    Las tendencias del sector cultural son un buen barómetro de las demandas culturales de un colectivo social determinado. Los gustos y preferencias en el ámbito de las manifestaciones culturales son moldeados en un proceso de retroalimentación entre los creativos y operadores que ofertan y los destinatarios que seleccionan según su motivación. Esta dinámica debe ser tenida en cuenta para la programación, ya que aconsejará la elección de

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