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[Colección del Nuevo Humanismo] Posición y propuestas del Nuevo Humanismo ante la actual crisis civilizatoria: Conferencias de Salvatore Puledda
[Colección del Nuevo Humanismo] Posición y propuestas del Nuevo Humanismo ante la actual crisis civilizatoria: Conferencias de Salvatore Puledda
[Colección del Nuevo Humanismo] Posición y propuestas del Nuevo Humanismo ante la actual crisis civilizatoria: Conferencias de Salvatore Puledda
Libro electrónico149 páginas2 horas

[Colección del Nuevo Humanismo] Posición y propuestas del Nuevo Humanismo ante la actual crisis civilizatoria: Conferencias de Salvatore Puledda

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Esta es una selección de discursos e intervenciones de Salvatore Puledda en conferencias internacionales, los cuales tienen por objeto aclarar los orígenes y las ideas fundamentales del Nuevo Humanismo. Realizando un recorrido histórico y estudiando las diversas corrientes que se han presentado como “humanistas”, aclara su fundamento, precisando como en su base se encuentran diferentes concepciones y definiciones del ser humano.
Finalmente concluye con la del Nuevo Humanismo Universalista, que la encuadra en la línea del desarrollo del pensamiento del Novecientos alternativa al naturalismo: la línea de la fenomenología y del existencialismo que va de Husserl y Heidegger a Sartre. Define, según palabras del pensador Mario Luis Rodríguez Cobos (Silo, 1938-2010), que: “...la conciencia humana no es un "reflejo" pasivo o deformado del mundo natural, ni un contenedor de "hechos síquicos" existentes en sí mismos. La conciencia humana "trasciende" el mundo natural, es decir, constituye un fenómeno radicalmente diferente de éste. Ella es actividad intencional, actividad incesante de interpretación y reconstrucción del mundo. Por consiguiente, la conciencia es fundamentalmente poder-ser, es futuro, superación de lo que el presente nos entrega como "hecho". En esta reconstrucción del mundo externo y en este salto hacia el futuro reside la libertad constitutiva de la conciencia: libertad entre condicionamientos, sometida sí a la presión del pasado, pero, de todas formas, libertad. En cambio, para la interpretación naturalista, la conciencia humana es esencialmente pasiva y está anclada al pasado: es reflejo del mundo externo y su futuro es actualización determinista del pasado. Esta interpretación, si quiere ser coherente, no deja espacio alguno para la libertad humana”
Las conferencias que acá presentamos ―realizadas entre enero de 1989 y enero del 2.000― fueron dictadas en varias instituciones y universidades, entre las que destacan la Universidad “La Sapienza” de Roma, Italia; la Universidad de Berkeley en California, Estados Unidos; la Universidad Nacional de Costa Rica; la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid, España; la Universidad “La Sorbonne” de París, Francia y la Universidad de Hunter en Nueva York, Estados Unidos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 jul 2023
ISBN9789566164104
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    [Colección del Nuevo Humanismo] Posición y propuestas del Nuevo Humanismo ante la actual crisis civilizatoria - Salvatore Puledda

    HOMENAJE A GALILEO

    Piazza di Santa Croce, Florencia,

    en ocasión del primer congreso de la Internacional Humanista,

    7 de enero de 1989

    "Yo, Galileo Galilei, catedrático de matemáticas en la Universidad de Florencia, públicamente abjuro de mi doctrina que dice que el sol es el centro del universo y que no se mueve, y que la tierra no es el centro del universo y sí se mueve. Con corazón sincero y no fingida fe, abjuro, maldigo y detesto los errores y herejías antes mencionados, y cualquier otro error, herejía o secta contraria a la Santa Iglesia."

    Este es el texto de la abjuración arrancada a Galileo, bajo amenaza de tortura, el 22 de Junio de 1633 por el Tribunal de la Inquisición.

    Galileo abjuró para no sufrir la suerte de Giordano Bruno, conducido a la hoguera con una estaca en la boca para que no hablase, y quemado en Campo de Fiori en Roma, un día de invierno del año 1600.

    Giordano Bruno, el que había proclamado la infinitud del hombre y del universo, la existencia de innumerables mundos...

    Sólo después de tres siglos los descendientes de aquellos que habían obligado a Galileo a abjurar, admitieron su error a regañadientes. Giordano Bruno aún espera que se haga justicia...

    A pesar de todo, ni la tortura ni la hoguera han impedido que hombres y mujeres valientes empuñaran el telescopio y lo apuntaran no sólo hacia las estrellas sino también contra aquellos que los oprimían y los explotaban.

    Pero éstos, los poderosos de la tierra, han comprendido rápidamente que la Nueva Ciencia podía ser utilizada para alimentar su avidez y para ampliar sus privilegios. Así han producido una progenie de gnomos con inventiva —como los llama Bertold Brecht— dispuestos a vender su ciencia para cualquier finalidad y a cualquier precio.

    Estos gnomos inteligentes y ciegos han tratado por todos los medios posibles de doblegar la naturaleza a la voluntad de poder de sus patrones, y han cubierto la tierra con máquinas de muerte.

    Otros han utilizado el propio ingenio para inventar nuevos medios a fin de manipular, acallar, adormentar la conciencia de los pueblos. Medios éstos más sofisticados y limpios pero no menos dolorosos e inhumanos que la estaca en la boca de Giordano Bruno.

    Ciertamente sabemos que tantos otros hombres y mujeres han utilizado la Nueva Ciencia para aliviar la fatiga y el hambre, el dolor y el sufrimiento de la Humanidad, para arrancar la mordaza de la boca de los oprimidos, para darles voz y darles confianza.

    Pero también sabemos que hoy, mientras el segundo milenio de Occidente se curva hacia el ocaso, la sobrevivencia de toda la especie humana está amenazada y sobre la Tierra, nuestra casa común, se cierne la pesadilla de la catástrofe ecológica.

    Es por ello que nosotros, Humanistas llegados desde todos los rincones de la Tierra, pedimos aquí, frente al edificio que guarda la tumba de Galileo, pedimos a todos lo científicos de la Tierra que finalmente la Ciencia se utilice para exclusivo beneficio de la Humanidad.

    Con la voz que se quitó a Giordano Bruno y, como a él, a millones de oprimidos, con esa voz que hoy resuena en esta plaza, lanzamos este llamado: que en todas la universidades, en todos los institutos de investigación, se instituya un juramento, un voto solemne —análogo al de los médicos creado por Hipócrates en los albores de Occidente— de utilizar la Ciencia sólo y exclusivamente para vencer el dolor y el sufrimiento, para humanizar la Tierra.

    EL HUMANISMO EN EL MUNDO DE HOY

    Universidad Nacional de Costa Rica

    Facultad de Filosofía y Letras

    Agosto de 1994

    Agradezco a la Universidad Nacional de Costa Rica por haberme dado la posibilidad de presentar algunas ideas sobre el Humanismo en el momento actual. Considero un honor poder hablar frente a la Facultad de Filosofía y Letras, siendo además que mi formación no es filosófica o histórica sino científica.

    Por la brevedad del tiempo que tuve a mi disposición para preparar esta presentación, ustedes no encontrarán en ella el rigor necesario para el tratamiento de un tema de tal envergadura, sino algunas ideas que necesitarían mayor desarrollo y precisión, pero que a mi parecer pueden de algún modo ilustrar la problemática del humanismo en el mundo de hoy.

    La primera idea es que hoy el concepto de humanismo es confuso, presentando su siginificado numerosas ambiguedades y problemas interpretativos. Por lo tanto, tendrá que ser primeramente clarificado y entendido en sus distintas manifestaciones e interpretaciones históricas.

    El segundo punto se refiere a la descripción de una nueva tendencia de extracción humanista en las ciencias físicas. Esta descripción tiene, a mi parecer, una cierta importancia por la primacía heurística que se atribuye a las ciencias físicas en el mundo de hoy, que es un mundo fundamentalmente tecnológico. Esta nueva tendencia, que se ha manifestado en los años 80, se conoce con el nombre de principio antrópico.

    El tercer punto consiste en perfilar algunas características de un nuevo humanismo que sea adecuado al proceso de mundialización actual.

    Pasemos, pues, al primer punto. La palabra humanismo nos presenta un serio problema semántico. Son dos los significados que comúnmente se atribuyen a la palabra humanismo.

    Se habla de humanismo, en el sentido más amplio y genérico, para indicar cualquier corriente de pensamiento que exalte el valor y la dignidad del hombre y que conduzca a la realización completa de su verdadera naturaleza.

    Con este significado se puede interpretar el humanismo en los modos más diversos y contrastantes, razón por la cual ha sido adoptada por muchas filosofías que se han propuesto como las respresentantes genuinas de las eternas exigencias de la humanidad.

    En su significado más limitado, y colocado en una perspectiva historica precisa, se utiliza el concepto de humanismo para indicar ese gran proceso de transformación de la cultura occidental que tuvo inicio en Italia entre fines del siglo XIV y principios del XV y que, en el siglo siguiente, con el nombre de Renacimiento, dominó toda la vida intelectual de la Europa civilizada.

    Se trató de un movimiento que, reelaborando en forma original antiguos temas de la cultura greco-romana, dio a la civilización occidental una fisonomía radicalmente diferente a la de otras civilizaciones tradicionales (la islámica, la indú, la china), con las cuales —hasta la Edad Media— tenía puntos de contacto y semejanzas sustanciales.

    En otras palabras, muchas de las características específicas de la cultura occidental, sobre todo el desarrollo de la ciencia y la tecnología, pueden ser atribuidas a la revolución humanista. Hablo de revolución porque se trató de un proceso de cambio radical que, a través de un esfuerzo que duró dos siglos, trató de demoler la visión del mundo y la organización social de otra civilización, la correspondiente al Medioevo cristiano.

    Ciertamente, el humanismo renacentista ha sido un fenómeno cultural muy amplio y articulado que además convivió con movimientos de signo opuesto como la Reforma y la Contrarreforma. Por lo tanto, es posible encontrar en el humanismo renacentista aspectos muy distintos y hasta contradictorios. Sin embargo, por lo que se refiere al ser humano, hay algunos aspectos que aparecen ya desde el comienzo y permanecen constantes a través de todo el periodo.

    Yo los resumiria del siguiente modo:

    Exaltacion de la dignidad y libertad del ser humano.

    El reconocimiento de la ausencia de una naturaleza humana estable y definitiva. En otras palabras, el ser humano no tiene una naturaleza fija, siendo un ser libre que se autoconstruye. Este concepto aparece en varios autores, pero está expresado con particular claridad en la oración «Sobre la dignidad del hombre» de Pico de la Mirándola.

    La concepción del hombre como infinito en cuanto microcosmos que es espejo fiel del universo o macrocosmos. Esta concepción deriva del descubrimiento de las obras de Platón, de Plotino y de los neoplatónicos que los humanistas opusieron a Aristóteles, el filósofo más venerado en la Edad Media cristiana.

    Con cierta aproximación, se puede fijar el fin del Renacimiento, como proceso propulsor o creador, con la sentencia a la hoguera de Giordano Bruno y la abjuración de Galileo, a comienzos del siglo XVII.

    Las filosofías mecanicistas y racionalistas que aparecieron luego, colocaron al ser humano en el marco del naturalismo, lo interpretaron como fenómeno natural. En el siglo XIX, con el idealismo y el positivismo, la palabra humanismo desaparece casi totalmente del campo filosófico.

    En el siglo XX, en cambio, se vuelve a hablar de humanismo. Nuevamente importantes corrientes filosóficas se definen humanistas: es el caso del humanismo marxista, cristiano y existencialista. Estas corrientes de pensamiento, aun testimoniando un renovado interés por el humanismo, han dado de él interpretaciones radicalmente distintas. Así es que, en nuestro siglo no nos encontramos con un movimiento humanista sustancialmente homogeneo, como en el renancimiento, sino más bien, con un conflicto entre distintos humanismos.

    Las corrientes de pensamiento mencionadas entienden de manera muy distinta la esencia humana. Marx encuentra tal esencia en la sociedad porque es allí donde se asegura el conjunto de las necesidades naturales del hombre (el nutrirse, el vestirse, el reproducirse, etc.). Es entonces la sociabilidad natural del hombre lo que constituye su especificidad esencial.

    En el humanismo cristiano —o teocéntrico, así como lo formuló Maritain— la humanidad del hombre es considerada a partir de sus límites con respecto a Dios. El hombre es humano en cuanto hijo de Dios e inmerso en la historia de la salvación.

    En el humanismo existencialista —que Sartre formula en 1946— el hombre no tiene una esencia determinada; ésta se construye en la existencia a través de la elección.

    Estas distintas interpretaciones del hombre no quedaron circunscriptas al ámbito filosófico, sino que fueron lanzadas a la arena política a través de la creación de partidos que lucharon entre sí por el poder en numerosos países.

    En efecto, la formulación del humanismo cristiano se encuadra en el movimiento general de apertura de la iglesia católica al mundo moderno, y constituyó la herramienta ideológica para la creación de partidos de inspiración cristiana que contendiesen por el poder contra los partidos marxistas y liberales.

    El intento mismo de Sartre de calificar su existencialismo como humanismo va entendido como un esuferzo de crear en Francia una tercer vía entre el partido comunista y el cristiano, que movilizara a la izquierda francesa.

    Además de luchar entre sí, los humanismos marxista y cristiano, vivieron graves disidencias internas. Las burocracias de los partidos comunistas nunca aceptaron que el marxismo fuera un humanismo, sino más bien una teoría científica de la sociedad y de la historia. La interpretación humanista del cristianismo encontró fuertes resistencias dentro de la Iglesia misma.

    Así como en la torre de Babel, el significado de la palabra humanismo se ha ido perdiendo en una confusión de lenguas e interpretaciones.

    Esta situación fue lúcidamente analizada por Heidegger que, en su famosa Carta acerca del humanismo de 1946, trató de llevar a la luz los presupuestos tácitos de las distintas interpretaciones y denunció sus limitaciones e incongruencias. Heidegger ejerció sobre las concepciones humanistas tradicionales la misma obra de demolición, de nulificación, que había efectuado antes sobre la filosofía. Para él la visión que los humanismos tradicionales tienen del ser humano es insuficiente, mas aun, dañina, por lo cual es necesario desmantelarlas totalmente. Esto no significa que Heidegger invoque aquello que es inhumano: al contrario, esta critica radical tiene, segun él, la tarea de despejar el campo filosófico con el objetivo de

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