LA MUERTE DE LA MUERTE
El ser humano ha perseguido los sueños de la eternidad y la resurrección durante gran parte de su existencia sobre el planeta. Unas veces lo ha hecho a través de la religión, como en el cristianismo, que sostiene la creencia en una vida eterna tras la muerte y en la resurrección de los muertos durante la segunda venida de Cristo. Otras, ha utilizado las herramientas que la técnica proponía: Robert Ettinger, investigador y popularizador de la criónica durante la década de los 60, fue un firme defensor de las posibilidades que la ciencia futura ofrecería para resucitar a los muertos criogenizados.
Pocas veces en la historia, fe y tecnología se han abrazado para dar forma a una utopía orgánica en la que lo espiritual y lo material se refuerzan mutuamente para construir un estado capaz de beneficiar al conjunto de la humanidad. El cosmismo ruso representa ese abrazo ideal, la utopía definitiva pensada para unir en un destino común a los vivos y a los muertos.
En los territorios soviéticos, revolucionarios, escritores y científicos vieron en la Negra Señora la causa última de las desigualdades y se propusieron no solo vencerla a través de la filosofía, la ciencia y la investigación tecnológica, sino también extender los principios de esta revolución a todo el universo. Como consecuencia de esta propuesta de transhumanismo avant la lettre, se desarrollaron teorías sobre la resurrección de los muertos, se aplicaron técnicas como la transfusión de sangre y la ionización del aire, y se diseñaron programas para la conquista del cosmos que debían ayudar a superar los problemas de espacio causados por el regreso masivo a la vida de los que habían fallecido.
EL CIELO NO PUEDE ESPERAR
El cosmismo ruso constituye una propuesta heterodoxa y multidisciplinar, conformada por la fusión de ideales éticos y religiosos, por los impulsos creativos de las artes y por las posibilidades de mejora que ofrecía la tecnología. Desde
