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Universidad de los Bulldogs: Universidad de los Bulldogs, #1
Universidad de los Bulldogs: Universidad de los Bulldogs, #1
Universidad de los Bulldogs: Universidad de los Bulldogs, #1
Libro electrónico367 páginas3 horas

Universidad de los Bulldogs: Universidad de los Bulldogs, #1

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Información de este libro electrónico

"Buenas noches Universidad de Yale, como cada noche, les habla Pixy, suban el volumen, vamos a reventar los altavoces de sus habitaciones. Escuchad ese sonido tan auténtico de Simple Plan y no dudéis en responder a nuestro correo electrónico o teléfono, os estoy esperando."

Haley es la voz que todos los habitantes del campus de Yale escuchan cada noche en la radio. Apodada Pixy, mantiene su identidad en secreto y es la anfitriona de las fiestas de los estudiantes. Fría, inaccesible, se encierra en su pequeño mundo para protegerse y deja entrar a poca gente.

Hasta el día en que, por una desafortunada combinación de circunstancias, Adam, quarterback de los Bulldogs, el equipo de fútbol americano de la universidad, interfiere en su ordenada vida.

Haley odia a los jugadores de fútbol americano, especialmente a Adam, que la vuelve loca...

Pero como dice el refrán: el amor siempre empieza con una discusión...

IdiomaEspañol
EditorialNoemie H.R
Fecha de lanzamiento10 may 2023
ISBN9781667456713
Universidad de los Bulldogs: Universidad de los Bulldogs, #1
Autor

Noemie H.R

Née dans les Ardennes, Noémie H.R a grandi en dévorant livre après livre. Elle a ensuite déménagé en Meurthe-et-Moselle où en 2015, elle a commencé à coucher ses propres histoires sur le papier, faisant prendre vie à de nombreux personnages, souvent inspirés de son entourage. Ce n'est que quelques années plus tard, en 2018, qu'à été publié son premier roman. Noémie aime voyager d'univers en univers pour se perdre dans la fiction et trouver l'inspiration. Elle y arrive grâce aux séries télévisées qu'elle regarde, particulièrement friande de frissons et de comédies. En tant que grande festivalière, elle s'intéresse également beaucoup à la musique, qui trouve toujours sa place dans ses romans. Les jours où l'angoisse de la page blanche se fait sentir, elle fait de longues promenas avec ses deux chiens pour retrouver son souffle créatif.

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    Universidad de los Bulldogs - Noemie H.R

    Radio

    Heart

    Universidad de los Bulldogs

    Noemie H.R

    Traducción : Samantha Rossiñol Copyright © 2023 Noemie H.R

    Todos los derechos reservados.

    1

    Haley

    - Buenas noches Universidad de Yale, como cada noche, es Pixy quien os habla, así que subid el volumen, vamos a reventar los altavoces de vuestras habitaciones. Escuchad que bien suena Simple Plan y no dudéis en reaccionar en nuestro buzón o por teléfono, os espero.

    Pulso el botón rojo para silenciar mi micrófono y transmitir la música.

    Desde hace un año soy la presentadora del programa nocturno de la radio del campus.

    Bajo mi apodo «Pixy», la gente se pelea por conseguir un reportaje en la radio para que todo el mundo pueda participar. Al principio, recuerdo que invitaba a las chicas de mi residencia a que llamaran y contaran alguna tontería. Luego, poco a poco, la gente empezó a soltarse y a llamar por su cuenta, dando rienda suelta a su imaginación: «¿Tienes un problema con tu compañero de clase? ¡Ven a hablar de ello! ¿Tu novio se ha portado mal contigo? ¡Ven y difunde un sucio rumor sobre él!» Lo que

    empezó como una simple apuesta con mi profesora de música se ha convertido en uno de los programas más escuchados de la universidad.

    Somos tres los que dirigimos la emisora de radio. Está Marty, el desagradecido que le hace la pelota a nuestra profesora y pone RnB y otros derivados casi todas las tardes. Luego está Kim, la chica liberal que pone lo último en música electrónica por la mañana, y yo, la profesional del rock y el pop-rock por la noche.

    Con más de diez mil estudiantes en el campus, hay para todos los gustos. Estamos aquí de lunes a viernes. Los sábados suele haber reposiciones o música ininterrumpida. Aún así, necesitamos dos días libres entre semana, porque no estamos aquí solo por este trabajito, tenemos que estudiar.

    Una de las llamadas de esta noche es sobre unos estudiantes. Al menos, eso creo. No escuché todo lo que dijo la persona al otro lado de la línea, seguía concentrada en la música que estaba sonando.

    - Tenemos un nuevo oyente esta noche. ¿Puede repetir la pregunta, por favor? Está en directo.

    La risa estridente del estudiante perfora mis tímpanos. A veces olvido que algunas personas

    pueden dejarte sorda en un santiamén.

    Espero unos segundos antes de que vuelva a abrir la boca.

    - Quería saber si es posible conocer a tu alma gemela aquí en el campus y, lo que es más importante, ¿te importa el tamaño del pene?

    Para mí es muy importante.

    Con un gesto teatral, vuelvo a caer en mi silla y en el abismo al mismo tiempo. Había olvidado que la noche del jueves era la peor de la semana. Los estudiantes que no han tenido la oportunidad de ir a las fiestas de las fraternidades están en la calle. Así que, a partir de las nueve, la gente achispada llama sin parar. Normalmente filtro las llamadas, pero no había escuchado lo que decía antes de emitirlo. Error de novata.

    Eso me enseñará. La próxima vez escucharé a la gente cuando hable, intentaré no ignorarla porque esté buscando la próxima música que poner.

    - Bueno escucha, espero que algún alumno pueda ayudarte con tu interesantísima pregunta.

    O no.

    - ¡Mientras tanto, os pondré uno de los temas más populares de Panic! At the Disco.

    Esto es lo mío. Hago scroll musical cuando no me interesa la pregunta que me hacen, si es que me interesa.

    Por suerte para mí, la chica colgó tras diez minutos de espera sin respuesta.

    A veces no ocurre así. La gente insiste, está desesperada por recibir ayuda. Y la mayoría de las veces se olvidan de que no soy psicóloga y mucho menos me pagan por ello. Así que cuelgo, diciéndoles que se ha cortado la línea o que tenemos problemas con el teléfono. Esto es totalmente falso, porque sin Internet no hay posibilidad de emitir mi programa.

    La gente a veces es tan ingenua...

    Después de unas horas en la radio, salgo del estudio. Odio dejar este lugar. Es mi pequeño refugio, mi pequeño hogar, donde mejor me siento, sobre todo cuando necesito estar sola.

    Mi refugio favorito. Pero luego, tengo que volver a mi residencia, no puedo pasar las noches aquí, aunque el deseo esté muy presente.

    ***

    - Haley, ¿has hecho los deberes de economía?

    En cuanto atravieso la puerta de mi residencia, las chicas se me echan encima.

    - ¿Y el trabajo de literatura?, - dice su compañera de habitación.

    - ¿Y la tesis sobre la música del siglo XVI?, -

    retoma la primera.

    ¡Qué dolor de cabeza!

    Todos los días lo mismo, quieren mis deberes, pero no cuela y lo saben. Si no tuvieran el culo sentado

    en

    los

    banquillos

    de

    los

    entrenamientos

    del

    equipo

    de

    fútbol

    americano, no estarían así.

    - Espera, ¿había deberes de economía, literatura y una tesis? Mierda, me olvidé por completo, voy a hacerlos y vosotras también deberíais hacerlo - dije mientras salíamos del pasillo que conducía a nuestras habitaciones.

    Nuestra residencia es la más poblada del campus. Sin embargo, no es más que un gran edificio de ladrillo rojo con un montón de habitaciones para estudiantes. Por no hablar de

    que hay un cuarto de baño por cada dos habitaciones: un lavabo, una ducha y un espejo para cuatro chicas.

    Es un lujo.

    Tess, mi gran compañera de habitación y única amiga, y yo compramos un gran espejo para poder tener intimidad con la habitación de al lado. El único problema que quedaba era la ducha. No podemos ir todas a la vez, así que hicimos un horario con horas a respetar.

    Después, si alguna de las chicas llega tarde, tampoco le prohibiremos el acceso, al fin y al cabo somos humanas, aunque a veces aún tenga dudas.

    En un par de minutos, Tess saldrá del baño y dejará sitio a la morenita de al lado. No, no me sé todos los nombres, es totalmente imposible, somos demasiadas.

    - Hola, Pixy - dice Tess, cerrando de un portazo la puerta del baño compartido.

    - Deja de llamarme así. Se supone que es un secreto, el misterio que nadie quiere resolver.

    Mi compañera de habitación tiene la manía de querer contarle al mundo que soy la presentadora del programa de radio nocturno, cuando está claro que a tres cuartas partes de

    los estudiantes les importa una mierda.

    Tess es la mejor estudiante, trabaja mucho más que la media, pero también es una de las mayores fans de los Bulldogs, nuestro equipo de fútbol americano. Nunca he entendido su pasión por este deporte, es un aburrimiento...

    Pero no para ella. Si tienes la desgracia de criticar a los jugadores, cuidado chicas, puede volverse contra ti y romperte la rótula a una velocidad impresionante.

    El maquillaje azul siempre está presente en su pequeño escritorio, así como un guante que levanta el dedo índice. Personalmente, habría preferido que fuera el dedo corazón.

    Al ver que le observo, su sonrisa aparece y deja ver sus pequeños hoyuelos.

    - ¿Vienes conmigo mañana por la noche?

    - ¿Adónde?

    La pregunta me viene sola, pero sé muy bien adonde quiere llevarme Tess.

    - Al estadio. Los Bulldogs juegan contra un equipo pequeño, seguro que ganan.

    - No, gracias, tengo mi programa mañana por la noche.

    La rubia que tengo delante pone los ojos en blanco.

    - Es una excusa muy poco convincente.

    ¿Cuántas veces has repetido la emisión para salir de allí?

    - Dos veces, porque tuve citas que no acabaron bien.

    - Así pues, por favor, hazlo una tercera vez por mí...

    Sus ojitos marrones siempre me hacen reír.

    Tiene la habilidad de conseguir siempre lo que quiere. Es molesto.

    - Está bien, iré contigo. Pero te advierto que de ninguna manera cantaré contigo.

    Un pequeño mohín aparece en su cara.

    - ¿Ni siquiera por un donut?

    ¡Qué zorra! Mi placer culpable. Cualquiera puede comprarme, solo con donuts, pero Tess es la única que lo sabe.

    - Por dos o nada.

    Con los brazos en alto, Tess exclama su alegría, cuyo alcance no siempre puede controlar.

    Los golpes se estrellan contra la pared cercana.

    Que estaba diciendo... Las chicas de al lado tienen la molesta costumbre de ver siempre lo negativo en todas partes.

    2

    Adam

    Me duelen mucho las piernas, pero no me detengo, corro tan rápido como puedo. La respiración me quema los pulmones, mis brazos se balancean demasiado rápido. Miro rápidamente a lo lejos, Kyle está haciendo un pase alto a Scott, Scott me ve correr como una liebre. Su movimiento de cabeza me indica claramente que los puntos de la victoria son para mí. El tiempo corre a una velocidad de vértigo en el marcador, pero no pierdo de vista mi objetivo. Sigo yendo a por ello. Scott me lanza el maldito balón y me lanzo de cabeza.

    ¡¡¡¡Y es un touchdown !!!!

    El público enloquece, llegan gritos de todas partes, mis compañeros se lanzan sobre mí, yo permanezco con el cuerpo en el suelo. Para nosotros es una costumbre ganar partidos, pero para mí no lo es marcar siempre. Marco a menudo, pero nunca grandes goles. Mientras me levanto con los brazos en alto, observo a las animadoras haciendo lo suyo y a la banda de la universidad tocando nuestro famoso himno de

    los Bulldogs. Me encanta este ambiente. Mi corazón late como loco.

    Suelto un grito de alegría antes de volverme hacia el entrenador, Buddy. Su cara no es nada agradable. Como de costumbre, pone mala cara y me lanza una última pulla antes de volver a los vestuarios. Cuando estoy a punto de entrar en las gradas, Ashley se aferra a mí, con el pecho apoyado en mi brazo. Me quito el casco para mirarla.

    - Has estado genial, - canta.

    - Gracias.

    La aparto con suavidad. Me encanta Ashley, hemos tenido sexo tres veces, pero en ningún momento lo he disfrutado de verdad. La famosa simulación masculina, una verdadera tortura, pero cuando no tienes elección, haces lo que puedes. Desde entonces, ella sigue esperando que algún día estemos juntos, pero nunca ocurrirá y le cuesta entenderlo.

    - Adam, ¿me llamarás?

    - Sí, claro, - digo lo más distante posible.

    En los vestuarios, los chicos caminan con sus toallas, listos para ir a las duchas. Excepto Scott. Con la toalla entre las piernas, imita un

    acto sexual para celebrar su pequeña victoria personal.

    - ¿Y quién hizo ese sublime pase decisivo?

    Estoy a punto de estallar en carcajadas.

    - Oh sí nena, ¡lo hice! ¿Y dónde están las chicas, Sr. Quarterback?

    - No en el extremo de tu polla, - responde Kyle.

    Me parto de risa.

    Estos dos granujas han sido mis mejores amigos durante mucho tiempo. Somos compañeros de equipo desde hace varios años y somos el trío perfecto para tener en un equipo.

    Somos

    los

    protagonistas.

    Vale,

    estoy

    presumiendo un poco, pero si no fuera por todos los puntos que hemos conseguido en lo que va de temporada, está claro que el equipo no estaría entre los tres primeros.

    Todos los chicos discuten sobre que animadora acabará en su cama esta noche, todos son adictos a esas chicas que se contonean durante el partido. Personalmente, no necesito elegir.

    Solo tengo que chasquear los dedos y quien quiera vendrá a mí. Pero no esta noche. Esta noche, le prometí a Marcus que le ayudaría con un proyecto bastante delicado.

    Marcus es un chico de la fraternidad, que a menudo nos abre las puertas de las fiestas, pero también es un excelente grafitero. Está planeando tapar una de las paredes de nuestra residencia y no voy a desaprovechar una oportunidad así.

    Mis pies hacen ruido en las piedrecitas azules del aparcamiento. Mi coche está a pocos metros cuando oigo una voz demasiado femenina que me llama. No tengo que girarme para saber de quien se trata: Ashley... Así nunca me dejará ir.

    - Espérame, Adam, voy contigo.

    Me doy la vuelta rápidamente para mirarla.

    - Otro día, no estoy de humor.

    Las chicas siempre ponen excusas como dolor de estómago, de cabeza, la regla... A cada uno lo suyo.

    Con la mano en el corazón, finge estar triste. Si lo supiera... Nada de lo que haga o diga me hará cambiar de opinión. No quiero una novia.

    - Espera un momento.

    No, no estoy esperando nada. Abro la puerta de mi coche y arranco el motor. Hago chirriar los neumáticos sobre la grava antes de salir del

    aparcamiento del estadio.

    No quiero que una chica tome el control de mi corazón, de mi alma, de mis pensamientos.

    Quiero seguir siendo el único dueño de mi vida.

    Poder hacer lo que quiera, no estar siempre atado a alguien. Ser libre.

    Los dos kilómetros que separan el estadio de mi casa son rapidísimos. Aparco el coche en el sitio de siempre y me dirijo a la parte trasera del edificio de al lado. Marcus está allí, vestido con una sudadera negra con capucha, un bote de pintura en cada mano, esperando pacientemente.

    Toso para indicar mi presencia. Sus labios se estiran en una leve sonrisa de simpatía.

    - Creía que no ibas a venir, - refunfuña.

    - ¿Por que iba a perderme la oportunidad de verte desarrollar tu alma de artista urbano?

    Marcus se ríe.

    - Deja de hablar como un intelectual, Crawford, y ven a echarme una mano.

    Me lanza un bote de spray morado y empieza su grafiti. Nunca he entendido el propósito de todos sus dibujos, pero si le hace feliz, le

    acompaño encantado.

    Marcus y yo somos casi amigos desde el principio de nuestro primer año. ¿Por qué casi amigos? Porque no salimos juntos. Una vez, después de nuestro apoyo de literatura, se me acercó y me pidió que lo llevara a un lugar un poco oscuro y espeluznante, debo admitir, y acepté. Tengo que hacer mi BA (Buena Acción) de vez en cuando. Y fue entonces cuando vi sus sublimes obras en las paredes. Marcus tiene mucho talento, sabe como usar las bombas, como la pintura. Es pintor, pero no quiere admitirlo ante sí mismo. Prefiere al artista urbano, quien sabe porque.

    Tras unas horas dibujando lo que parece una gran radio, una vieja radio de los años 90, por fin se detiene para tomarse un descanso. De su mochila saca dos latas de cerveza.

    - ¿Qué tal el partido?

    Marcus odia los deportes. Bebo un sorbo antes de contestarle.

    - Ganamos.

    Se ríe ligeramente.

    - Ni siquiera sé porque he hecho la pregunta.

    Me encojo de hombros y me río con él.

    A lo lejos oigo un coche que se acerca.

    Probablemente uno de mis compañeros de equipo volviendo a casa. Todavía es pronto.

    Normalmente vuelven después de medianoche.

    Ahora apenas son las diez y media. Doy otro trago a la cerveza.

    Se acercan pasos. Marcus me da una palmada en el hombro para informarme de que debemos irnos. Lentamente recogemos nuestras cosas, listos para irnos. Mi corazón se acelera, un escalofrío recorre mi cuerpo, la adrenalina me recorre. Mi compañero de la noche se tapa la cabeza con la capucha.

    Las linternas brillan en nuestra dirección.

    Marcus ya ha despegado y está lejos de la escena. No he tenido tiempo de huir. La luz de mis ojos me ciega.

    - Seguridad, deje de hacer lo que está haciendo.

    ¡Joder!

    ¡Me van a expulsar sin haber ganado ni una final

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