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Hacia un mercado humanista: Reflexiones y aprendizajes con líderes empresariales
Hacia un mercado humanista: Reflexiones y aprendizajes con líderes empresariales
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Libro electrónico256 páginas5 horas

Hacia un mercado humanista: Reflexiones y aprendizajes con líderes empresariales

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Hacia un libre mercado humanista: reflexiones y aprendizajes con líderes empresariales surge de las conversaciones entre Alejandro Moreno Salamanca, director general de INALDE Business School, con líderes de diversos sectores, entre los que se destacan el empresarial y el científico. Estos diálogos se desarrollaron de manera virtual en los Live Sessions, un formato creado por INALDE en 2020, en el contexto de la pandemia de la covid-19. A raíz de los profundos cambios que vivieron las organizaciones, los Live Sessions se convirtieron en un espacio de profunda reflexión acerca del papel y la responsabilidad que tienen las empresas y sus líderes frente a una sociedad que demanda, con urgencia, instituciones, empresarios y directivos íntegros que trabajen con un propósito común: el cuidado y la promoción de la dignidad humana.A partir de estas conversaciones, Alejandro plantea sus propias reflexiones que enriquecen el concepto de liderazgo humanista que, a su vez, sustenta la importancia de los empresarios, directivos y sus organizaciones para construir un orden social más justo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 sept 2022
ISBN9789581206223
Hacia un mercado humanista: Reflexiones y aprendizajes con líderes empresariales

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    Hacia un mercado humanista - Alejandro Moreno Salamanca

    1. ORGANIZACIONES CON PROPÓSITO

    Mi intención en este capítulo es mostrar cómo, a partir de los momentos de crisis, como el del covid-19 en la salud y sus impactos económicos y sociales, las grandes empresas y organizaciones colombianas se han visto abocadas a romper paradigmas para armonizar su sistema, atendiendo a las demandas y expectativas de las nuevas generaciones y diferentes visiones de mundo, sin sacrificar la existencia de un eficaz tejido empresarial e institucional que costó largos años de esfuerzos de varias generaciones para constituirse; estas organizaciones, presionadas por la coyuntura y los vientos de cambio, y otras, que eran conscientes de la necesidad de cambio, con la opinión pública y, en efecto, empezado a recorrer el camino hacia un capitalismo más consciente y hacia una economía de libre mercado más humanista.

    La primera condición para avanzar en este camino renovador es definir el propósito superior y lograr que esté presente en el ADN de todos los aspectos de la organización. Se trata de plantear un propósito que condense la narrativa del compromiso social y ambiental; y si ya mencioné cómo se identifica el propósito personal, ahora quiero invitarlos a revisar el propósito ético y humanista presente en toda la actuación empresarial. Se parte de tener consciencia de que el objetivo de una empresa es producir ganancias, pero, sobre todo, generar valor, entendiendo que la ganancia es uno de los valores que se pueden originar por medio de los negocios. Las empresas que consiguen identificar y enunciar claramente su propósito superior (hasta convertirlo en su cultura empresarial) tienen un potencial mucho más amplio de enganchar a los mejores talentos, a los mejores proveedores y a los mejores clientes, eso como primer paso. Por ello, resulta enriquecedor mirar, a través de las respuestas recogidas en el curso de mis conversaciones con estos grandes líderes, cómo consiguieron descubrir o traer a la vida un propósito superior en su organización en consonancia con la realidad social que estamos viviendo.

    Estoy seguro de que la mayoría de los lectores conocen tanto a las empresas como a los líderes con quienes tuve la fortuna de conversar mientras este planeta estuvo sumido en un tiempo de incertidumbre que pasará a la historia; sin embargo, aspiro a que otras generaciones lleguen a estas reflexiones; por eso, me he permitido hacer una breve reseña, o bien de la empresa, o bien de mi invitado, para darles contexto a sus opiniones y aportes. Además, debo precisar que no he ordenado y agrupado las empresas por orden alfabético o de importancia, y aunque incluir unas u otras en cada capítulo sí obedece a una estructura editorial, su orden de aparición en los capítulos responde a la oportunidad con la que aparecían en mi recuerdo en el momento de pensar en uno u otro tema sobre el que quería reflexionar.

    Más allá de la rentabilidad y del crecimiento

    El Éxito, con su emblemático color amarillo sobre el que brilla un punto rojo, aunque es solo una de las exitosas marcas de supermercados del conglomerado, logra mantener en nuestro top of mind al Grupo Éxito. Su semilla fue plantada en Colombia en 1904 y, desde entonces, ha sido cultivada de forma que se mantiene vigente, y ha conseguido trascender fronteras con otras marcas a Uruguay y Argentina. Y, para referirme a los beneficios que conlleva tener un propósito empresarial, también vale la pena citar que, en 2020, el ranking del Monitor Empresarial de Reputación Corporativa (MERCO) destacó al Grupo Éxito como una de las tres organizaciones más responsables durante la pandemia y también como una de las diez empresas en Colombia con mejores prácticas de responsabilidad social y gobierno corporativo, pero ¿qué más hay detrás de estos reconocimientos?

    Para explicarlo, elegí una de las opiniones del abogado Carlos Mario Giraldo, quien realizó estudios de dirección estratégica y planeación de retail en Babson College y de actualización en gerencia y mercadeo en Kellogg y Stanford, y que, además, tiene veinticinco años de experiencia en consumo masivo, de ellos trece han sido en Nutresa y trece en el Grupo Éxito como CEO (por sus siglas en inglés). Cuando conversamos, Carlos Mario se refirió al propósito que respira esta empresa colombiana, pero, además, me confirmó que el propósito empresarial va más allá de la rentabilidad y del crecimiento, y que, aunque son condiciones necesarias, no son suficientes, lo que me hace sentir optimista porque siento, observo y, además, leo informes que indican que hoy más que nunca la sociedad civil, los jóvenes informados y cada vez más personas de todos los ámbitos reclaman a las empresas bienes y servicios útiles y realmente necesarios, producidos mediante prácticas dignas y humanizantes y, por supuesto, pensando en el impacto para el planeta que dejaremos a las futuras generaciones.

    En el Grupo Éxito, lo que está detrás es una cultura de mucha gente trabajando con un propósito superior de dejar una huella en nuestro país. Parto de un principio y es que en el mundo moderno no basta la utilidad financiera. Para una empresa es importante hacer crecer sus ventas, tener buenos márgenes, generar utilidad neta, contar con una caja importante, controlar el nivel de endeudamiento, todo esto es fundamental, así como sostener una participación de mercado, innovar permanentemente, pero no basta. Creo que hoy hay que tener una utilidad social, es decir, generar un beneficio de crecimiento para las comunidades en las que vivimos y, finalmente, una utilidad ambiental, esto es, impactar positivamente el planeta. La sumatoria de las tres es lo que hace a una empresa sostenible en el tiempo y parte de que somos una generación consciente, y hoy esa es la única manera de poseer negocios sostenibles.

    Y como si su explicación necesitara quedar sembrada, y para asegurarse de que el mensaje enviado es el mensaje que él pretende que sea recibido, Carlos Mario nos invita a pensar en un círculo, conformado por tres círculos a la vez, para visualizar lo que desde su punto de vista es el propósito superior.

    El primero, es decir, su propio círculo, son sus proveedores, clientes y empleados. El segundo, que está por fuera, se llama el círculo de la sociedad, de la comunidad, esto es, la sociedad en la que interactúa y la que no puede olvidar, y en la que, además, cada uno tiene que impactar a su nivel y dentro de sus capacidades. Y, finalmente, un círculo exterior que está por encima de la sociedad que es el planeta y ese es el de todos, ese va mucho más allá de las comunidades en las que interactuamos. Y creo que formamos parte de esa generación consciente junto con todas esas compañías que entienden esa responsabilidad e invierten en los tres círculos.

    Al igual que Carlos Mario del Grupo Éxito, líderes, pensadores y académicos han coincidido en que es necesaria una visión de libre mercado humanista: ¡el capitalismo consciente!

    El capitalismo ha demostrado sus bondades a través de la historia, pero no podemos, como afirma el reconocido emprendedor social filipino Tony Meloto, dejar al pobre atrás ni en el olvido.

    La utilidad social y el servicio genuino es un propósito más alto que el resultado financiero; debe ser la razón de existir de cualquier organización.

    Todos somos responsables de sembrar humanismo

    Vivimos un momento histórico: la empresa es la institución que, en gran medida, dirige el rumbo de la sociedad, tal como hace cientos de años la Iglesia y la universidad eran la voz y el referente. La empresa es hoy día la institución social de mayor poder de influencia y transformación. Quienes las dirigimos tenemos una gran responsabilidad.

    En ese sentido, sembrar equidad no solo significa pagar salarios justos y respetar los horarios para fomentar el equilibrio del ámbito laboral con la vida personal y familiar; esos son, tal vez, los mínimos éticos. Una visión magnánima de nuestras organizaciones y de nosotros mismos nos debe llevar a entender que el liderazgo debe enfocarse en el desarrollo humano integral, el cual cubra todas las dimensiones de la persona.

    Una de las dimensiones de la persona tiene que ver con el entorno social que habita, y preocuparse por temas tan complejos como este me recuerdan que en la búsqueda del propósito de una persona o una empresa los principios deben ser la fuente de las acciones que tomemos para actuar; por tanto, sí es pertinente preguntarnos como directivos o empresarios ¿cuánta responsabilidad tenemos los líderes sobre los entornos que habitamos como empresa?, ¿por qué debemos llevar más allá de las fronteras de nuestra empresa el humanismo que estamos sembrando en ella?

    Para responder a esta pregunta, recordé que cuando dialogué con Pedro Felipe Carvajal, presidente de la Organización Carvajal, para indagar el propósito de esta empresa, su historia familiar y la historia de cómo ha evolucionado, encontré la respuesta.

    Primero, resulta interesante saber que Carvajal S. A. es producto del sueño de los hermanos Carvajal, quienes, en 1904, con la idea de alentar tres campañas de beneficio para su región, como la culminación del ferrocarril del Pacífico, la creación del departamento del Valle del Cauca y el nacimiento de la Diócesis de Cali, dieron vida al semanario El Día y a una imprenta que, en 1907, se empezaría a llamar Carvajal y Compañía. Hoy, tras sortear los desafíos, las crisis y las coyunturas propias de un siglo de transformaciones planetarias, como lo fue el siglo XX, la compañía está en tres sectores: papel, empaques y tecnología, y es una reconocida empresa multilatina con presencia en 12 países.

    Sobre el propósito de una empresa hemos empezado a hablar ya avanzado este siglo, pero en Carvajal existe desde hace más de cien años; por eso, mi primera pregunta se enfocó en conocer su propósito.

    "Desde noviembre de 2020 venimos trabajando en nuestro propósito superior. Tuve la oportunidad de estar en un curso, invitado por Bancolombia, sobre capitalismo consciente, con el padre fundador Rajendra Sisodia. El curso duró ocho semanas. Posteriormente, con el acompañamiento del mismo consultor organizacional Ricardo Matamala, iniciamos un trabajo en nuestra organización. El input, la esencia de la que partimos, fue el sentimiento y lo que significa ser familia, pues, por una parte, es la impresión que perciben muchos de nuestros colaboradores y, por otra, los valores familiares son el pilar fundamental para perpetuar el legado de nuestros fundadores. Por eso, desde ahí definimos nuestro credo de familia y, con ese insumo, empezamos a trabajar. Hasta el momento han participado más de 2000 colaboradores que hoy tienen su propósito personal alineado con el propósito superior de Carvajal, que es impulsar el desarrollo social y económico haciendo las cosas bien".

    Cuando Pedro Felipe mencionó impulsar el desarrollo social quise saber más y le pregunté lo siguiente: ¿Cuál es tu visión sobre el rol y la responsabilidad del empresario y directivo en la construcción del futuro de Colombia, donde estamos viendo polarización, distancia y poco diálogo? ¿Será que no somos capaces de captar la realidad o será que nos hace falta comunicar la realidad que estamos ayudando a construir desde el mundo de la empresa?.

    Me devuelvo a la década de los sesenta, cuando Manuel Carvajal decía que una empresa sana no podía prosperar en un entorno enfermo, y creo que cincuenta años después eso se puede entender si nos detenemos a ver las situaciones sociales difíciles que vive el país en este momento; por eso, vale la pena que cada vez seamos más los empresarios comprometidos.

    En particular, lo del entorno enfermo detectado a principios de los sesenta por los Carvajal estimuló que a partir de 1961, por iniciativa de la familia, se crearan diferentes programas sociales que, en 1977, y con un porcentaje de su patrimonio, se consolidaran en lo que hoy es la Fundación Carvajal, cuyo propósito es promover el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades más necesitadas de Cali y Buenaventura.

    Entonces, si conectamos el capitalismo consciente, por ejemplo, con la labor que la Fundación desempeña actualmente en la sociedad, los frentes en los que trabaja, las zonas vulnerables en las que despliega su impacto, su esfuerzo por educar para la vida, de asistir a la gente a ayudarse a sí misma y de cómo aprender haciendo, vemos que se construyó un modelo de intervención social integral. Creo que las empresas tenemos que ser capaces de propagar este tipo de modelos y, por medio de la inteligencia colectiva, imitar aquellos que hacen trabajos extraordinarios y juntarlos para que se multipliquen.

    El humanismo trasciende fronteras, no las conoce. El humanismo sembrado en una empresa trasciende a la sociedad que la rodea. El humanismo que trasciende a la familia de nuestros colaboradores por las acciones que tomamos con respecto a él o ella es el mismo humanismo que se va a sentir en su comunidad, en su colegio, en su familia extendida.

    De manera incansable, hemos trabajado por un modelo que ha sido estudiado con especial énfasis recientemente y frente al cual todos tenemos un enorme grado de responsabilidad: construir organizaciones con propósito. Este noble y trascendente fin no debe confundirse con la estrategia o con los objetivos que nos hemos trazado. Su esencia se fundamenta en el bien que deseamos ofrecer a través de nuestra actividad empresarial y en el legado positivo que dejaremos a nuestros clientes, a todos los stakeholders y a la sociedad en general.

    Una empresa sana no puede prosperar en un entorno enfermo. Es su deber impactarlo positivamente.

    Soluciones humanas a problemas reales

    La sociedad clama para superar un panorama generalizado de injusticia e inequidad en medio de un sistema que, con sus limitaciones y defectos, ha demostrado ser un generador de enorme bienestar social: el capitalismo. Si bien las personas, las familias y las organizaciones se han beneficiado de un modelo económico de libre mercado que promueve y respeta la libertad, base de la dignidad humana, y que ha generado riqueza y prosperidad, una muy alta proporción de esa riqueza se ha concentrado en pocos actores. Los mismos plutócratas son conscientes de esta realidad. Nick Hanauer, en 2014, advertía que, si no se implementaban acciones correctivas, vendrían las masas como en tiempo de María Antonieta a sacarnos con horcas de nuestros palacios.

    El problema es económico y también social. Algunos estudios evidencian que a muchas familias les tomará el paso de nueve generaciones salir de la pobreza que hoy enfrentan. Y si quienes estamos en cargos directivos no llevamos nuestra mirada humana a las necesidades colectivas, estaremos faltando a la construcción de un futuro promisorio para la sociedad y para nosotros mismos.

    Pero, ¿de qué se trata dirigir la mirada a la injusticia y hacer justicia desde la empresa? ¿De qué se trata aplicar el humanismo desde la empresa para contribuir a la justicia social y para operar desde una economía de libre mercado humanista que nos propone prosperidad colectiva?

    Las respuestas son múltiples. Encontré una historia conmovedora al conversar con Gregorio Mejía Solano, Executive MBA de INALDE Business School, economista de la Universidad de San Buenaventura, contador público de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali y presidente de Mibanco.

    A comienzos de la segunda década del siglo XXI, los especialistas señalaron a Mibanco como la entidad líder de las microfinanzas en América Latina. A Colombia llegó en 2020 para apoyar el desarrollo social. Gregorio nos explicó durante la conversación: Liderazgo y microfinanzas para la reactivación, que para conseguirlo atienden y acompañan a la base de la población que se halla en los estratos económicos 1 y 2 a dar un paso desde la informalidad en la que se encuentran hacia la formalidad. De esa forma, más mujeres, hombres y familias que dependen del sustento diario que les da el emprendimiento popular, tanto en la ciudad como en el campo, puedan sentirse independientes, desarrollarse, progresar y mejorar su calidad de vida.

    Muchos opinarán que todo esto suena muy bien, pero se preguntan si puede ser posible en comunidades en las que, por ejemplo, el sistema gota a gota está arraigado. Difícilmente alcanzamos a dimensionar lo que significa entregar y obtener un crédito que apenas llega a la cuarta parte de un salario mínimo, mientras a muchos otros la banca les parece un sector en el que no cabe el propósito trascendente y

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