Los tiempos en que las empresas latinoamericanas esperaban a que sus pares europeas, norteamericanas o asiáticas probaran las nuevas tecnologías y obtuvieran resultados para recién después intentar implementarlas en la región parecen hoy por hoy prehistóricos. En efecto, las organizaciones con sede en nuestros países se vuelven cada vez más proclives a experimentar nuevas alternativas, al tiempo que la infraestructura digital de Latinoamérica se vuelve más robusta.
Esto ocurre en un contexto en que la aceleración de la