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La cápsula mundialista
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Libro electrónico103 páginas1 hora

La cápsula mundialista

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La obra trata sobre el ejercicio de la memoria (recuerdos), los años del colegio, la importancia de la familia y de los verdaderos amigos; acompañado por el furor hacia el álbum del Mundial Qatar 2022. 
El libro dirigido para niños nos habla de deporte, pero también de valores universales que sin duda son esenciales y debemos procurar promover en la sociedad actual. Recordándonos a todos (grandes y pequeños) el verdadero espíritu deportivo: el trabajo en equipo, la solidaridad, el compromiso, el esfuerzo, la perseverancia, el respeto al rival, la superación personal, la honestidad, unión e integridad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 nov 2022
ISBN9789942428264
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    La cápsula mundialista - Verónica Coello Game

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    Prólogo

    Epílogo

    Glosario

    Agradecimientos

    Biografías

    Para María Delia, quien me enseñó sobre

    la fortaleza de los árboles y de la amistad eterna.

    Verónica Coello Game

    Para Victoria y Sienna, mis nuevos refuerzos

    del mejor equipo que pude tener.

    Andrés Guschmer Tamariz

    Prólogo

    Como aún no existen los viajes en el tiempo, la mejor manera de viajar al pasado y volver a vivir un determinado momento de nuestras vidas sigue siendo a través de los recuerdos guardados en nuestra memoria.

    En mi caso, el fútbol siempre ha marcado las coordenadas de mi vida. Cada momento, importante o no, lo puedo asociar con facilidad al fútbol.

    Es así como puedo referir que el nacimiento de mi hermana Nicole fue a los pocos meses del inicio del Mundial de Italia 90, o que el inicio de mis estudios universitarios tuvo lugar unas semanas antes del triunfo de Ecuador 2 a 0 ante Argentina en Quito en 1996, o que el nacimiento de mi hija Luciana fue en plena previa del encuentro de eliminatorias de Ecuador-Paraguay en 2001; o cómo olvidar que el choque de mi primer auto se dio durante la jornada inaugural de la Copa América 2004, o la triste partida de mi abuela Mary un día antes de la final del Mundial de Sudáfrica 2010. Como pueden ver, el tiempo y lugar de muchos de mis recuerdos están vinculados con el fútbol.

    Sin embargo, jamás podré negar que una de mis más grandes ilusiones de ciencia ficción seguirá siendo viajar en el tiempo. Quizás por eso Volver al futuro es una de mis películas favoritas, que continuaré viendo una y otra vez, sin aburrirme, aunque ya conozca el final.

    En estas páginas, la cosa es distinta. No solo porque no existe el Delorean que nos lleve a través del tiempo, sino que además no será fácil saber lo que sucederá con los estudiantes del colegio Camilo José Cela y la magnífica historia futbolera de sus protagonistas.

    Para quienes guardamos recuerdos futboleros —físicos y emocionales— este libro traerá muchas sensaciones que seguramente aparecerán a flor de piel cuando evoquemos nuestros años estudiantiles, que en lo personal también se desarrollaban entre el colegio, el fútbol, los amigos, el bullying y una que otra amiga.

    Precisamente dos niñas serán parte fundamental de esta historia: una mostrándonos la cara más tierna y amorosa que una hija de padres con una problemática actual pueda tener, y la otra comprobando su profundo amor por el fútbol (algo que ya no sorprende en las chicas de hoy), puesto en escena con la garra y tenacidad con la que se debe disputar una pelota dentro del área.

    Lo curioso es que en estas páginas, en la esencia de la historia —escrita por Verónica, como solo ella lo sabe hacer—, ese recuento de recuerdos será descubierto gracias a una cápsula mundialista que nos permitirá revivir el pasado en el presente del futuro. ¿Me entienden? Mejor dejémoslo aquí, pasen a la siguiente página y que empiece el partido.

    Andrés Guschmer T. / 2022

    Lo único que nos llevamos de esta vida

    es la semilla que sembramos en los demás.

    Andrés Guschmer T.

    Era un martes lluvioso por la mañana. El fin de la construcción de un complejo de viviendas se acercaba. Pablo estaba preparando la impresora 3D que levantaría una casa nueva del suelo en pocas horas. No sabía que se llevaría una sorpresa tan temprano (¿le gustará? Quién sabe). El jefe de los obreros apareció en la entrada del campamento y lo llamó con urgencia diciéndole:

    —¡Ingeniero, venga a ver lo que hemos encontrado debajo de los cimientos!

    —Vamos a ver de qué se trata. No puedo creer que no hayan retirado todos los escombros de aquella última oficina que quedaba en pie. ¡Si hasta vamos con retraso! —comentó Pablo con el ceño fruncido.

    Pablo se acercó a una pared en ruinas y, detrás de un muro, pudo observar la cabeza de un cilindro metálico. Los obreros trataban de desenterrar aquel tesoro escondido que estaba enganchado entre las raíces de un árbol mutilado. Pablo pidió una pala para que se hiciera más fácil el trabajo, pero tardaron un poco porque no la tenían a la mano.

    El jefe de los obreros llegó corriendo con un par de palas. Pablo procedió a excavar alrededor de aquel objeto plateado, mientras los obreros lo halaban desde donde estaba trabado. Finalmente, luego de algún esfuerzo, Pablo pudo tener en sus manos lo que había estado guardado durante años ahí.

    En la parte superior del objeto había una pequeña cerradura que, al ser girada, provocó que se abriera una tapa. Hubo tal silencio que durante unos segundos solo se escuchaba la lluvia. Al poco rato el jefe de los obreros murmuró:

    —Ingeniero, por gusto lo abrió. ¿Y si le pertenecía a un muerto que dejó una maldición para quien lo abriera?

    —Qué cosas dices, Jiménez. Has visto tantas películas de misterio que tienes la cabeza llena de fantasmas. Aquí lo que veo son unas fotografías y un poco de cachivaches. Mire esta foto, ¿le parece la de una momia? Qué va, Jiménez, solo es un coro de niños uniformados. Otra es de unas niñas corriendo en postas. En esta de acá aparece una señora detrás de un grupo de chiquillos a los que, de paso, se ve muy contentos —comentó Pablo con ironía.

    —Fíjese, ingeniero, que al reverso de la que tiene en la mano está escrito algo —dijo uno de los obreros.

    Siguiendo un impulso de curiosidad, Pablo giró inmediatamente la foto y se encontró con una nota que decía:

    —¡Qué fuerte, Jiménez, esto fue antes un

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