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Estudios de un barrio de la antigua ciudad de Teotihuacan: Memorias del Proyecto La Ventilla 1992-2004 Volumen I
Estudios de un barrio de la antigua ciudad de Teotihuacan: Memorias del Proyecto La Ventilla 1992-2004 Volumen I
Estudios de un barrio de la antigua ciudad de Teotihuacan: Memorias del Proyecto La Ventilla 1992-2004 Volumen I
Libro electrónico922 páginas10 horas

Estudios de un barrio de la antigua ciudad de Teotihuacan: Memorias del Proyecto La Ventilla 1992-2004 Volumen I

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La exploración sistemática y el estudio de varios conjuntos arquitectónicos y algunos de los materiales recuperados muestran aspectos hasta ahora desconocidos sobre la forma de organización espacial y social de una de las sociedades más complejas que existieron en la antigua Mesoamérica. Este volumen compila los resultados de treinta años de invest
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 sept 2022
ISBN9786075396903
Estudios de un barrio de la antigua ciudad de Teotihuacan: Memorias del Proyecto La Ventilla 1992-2004 Volumen I

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    Estudios de un barrio de la antigua ciudad de Teotihuacan - Julie Gazzola

    Agradecimientos

    ———•———

    La publicación de este libro ha sido posible gracias al apoyo e interés de muchas personas. En primer lugar, agradecemos al Director General del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el antropólogo Diego Prieto. Al Dr. José Luis Perea, Secretario Técnico del inah y al Dr. Pedro Francisco Sánchez Nava (†) quien, como Coordinador Nacional de Arqueología, siempre nos apoyó para poder culminar esta obra. Al maestro Jaime Jaramillo, Encargado de la Dirección de Publicaciones, así como al maestro César Arturo Lozano, Director de Planeación y Evaluación Técnica de la Secretaría Técnica del inah, ya que sin su ayuda no habría sido posible esta publicación.

    Agradecemos especialmente al Lic. Óscar del Cueto Cuevas, Presidente y Gerente General de Kansas City Southern de México por el apoyo recibido, y su siempre generosa disposición para la difusión del trabajo arqueológico que realizamos en Teotihuacan.

    Agradecemos a la arqueóloga Erika Morales, y a Mateo Miguel y María Banda, quienes nos apoyaron en la revisión y corrección del texto en sus múltiples versiones. Arnol García, Guillermo Mendía y Ramiro Medina hicieron planos, dibujos y algunas tomas fotográficas.

    I. Introducción

    ———•———

    Proyecto arqueológico La Ventilla, Teotihuacan

    1992-2004

    .

    Planteamientos generales

    ———•———

    Rubén Cabrera Castro

    INTRODUCCIÓN

    Las excavaciones del Proyecto Arqueológico La Ventilla, financiadas con recursos del Fondo Nacional Arqueológico, se llevaron a cabo en el marco del Proyecto Especial Teotihuacan 1992-1994, coordinado por el arqueólogo Eduardo Matos (1994). Los trabajos iniciaron el 6 de octubre de 1992, como una excavación de salvamento en un terreno de propiedad particular, un lugar donde se había proyectado construir un centro comercial y estacionamientos como parte del mejoramiento de la infraestructura que debía tener la Zona Arqueológica de Teotihuacan. El área de excavación se ubica hacia el sureste del Gran Conjunto, al exterior del anillo periférico, dentro de los sectores N1W1, N1W2, S1W1 y S1W2 del plano de la antigua ciudad de Teotihuacan elaborado por Millon et al. (1973) (Véase foto 1; figura 1).

    Foto 1. Vista de las excavaciones del Proyecto La Ventilla. (Foto: Rubén Cabrera Castro.)

    El espacio seleccionado para construir el centro comercial y demás servicios para la zona arqueológica formaba parte, originalmente, de los terrenos del rancho La Ventilla; en su elección como el lugar idóneo para construir la obra referida se consideró el hecho de que, en años anteriores, el terreno había sido nivelado por sus dueños para utilizarlo en el cultivo y, por tanto, el espacio tendría escasas probabilidades de contar con vestigios arqueológicos que pudieran ser afectados.

    Figura 1. Localización de las excavaciones de La Ventilla. (Redibujado de Millon et al., 1973.)

    La superficie del terreno presentaba, en efecto, una superficie horizontal, como consecuencia de haberse preparado para la siembra; además, se había implementado un sistema de riego mediante canales y tubería. Al sur del terreno se exponen en superficie restos de un canal construido de mampostería que traía el agua desde el este, el cual conectaba con un grueso tubo de albañal que fue colocado en el subsuelo, destruyendo a lo largo de su trayectoria parte de algunos edificios teotihuacanos.

    En el plano que Millon et al. (1973) elaboraron de este espacio se señala como un área nivelada con la presencia de una elevación que existía hasta 1952. De igual manera, en el límite sur se localizaron algunas estructuras arquitectónicas alineadas de este a oeste, junto a la orilla norte de un arroyo. Estas estructuras fueron identificadas como A, B, C, D y E en el mismo plano del sector S1W2, mismas que, todavía en 1992, se distinguían por presentar una ligera elevación respecto al resto de terreno (figura 2).

    Según Millon et al. (1973), la nivelación de este terreno ocurrió a mediados del siglo pasado, antes de que llevaran a cabo el proyecto para el mapeo de la ciudad. Cuando los propietarios del terreno lo nivelaron para el cultivo, cortaron la parte superior de los montículos que ahí se encontraban, arrasando cuartos y aposentos correspondientes a los últimos niveles de ocupación teotihuacana. La alteración de los contextos superficiales se comprobó después con nuestras excavaciones, cuando pusimos al descubierto algunos pisos en los que quedaron marcadas las huellas del arado. Sin embargo, a pesar de que el daño fue intenso, por fortuna se encontró gran parte de los desplantes de las plataformas y basamentos piramidales, lo que indica que, antes de esta destrucción, el paisaje y la topografía del terreno eran diferentes; debió contar con numerosos montículos, como lo atestiguan los vestigios detectados en estas excavaciones de salvamento.

    Millon et al. (1973) reportan en su publicación que en el recorrido que realizaron en por este lugar encontraron escasa evidencia de vestigios arquitectónicos, a causa de haberse allanado dicho terreno. Por ello, el Proyecto Especial Teotihuacan de 1992-1994 consideró que este sería el lugar más adecuado para construir parte de la infraestructura de la zona arqueológica y de esta manera reubicar los locales comerciales y estacionamientos que en ese momento funcionaban dentro de la zona de monumentos. Con el propósito de rescatar los pocos datos que se suponía aún podrían conservarse en este lugar, varios arqueólogos fuimos comisionados por el director de la zona arqueológica para tal efecto. Las excavaciones de rescate iniciaron la primera semana de octubre de 1992 trazando y excavando algunos pozos de sondeo.

    Desde los primeros días de nuestra intervención, en los pozos de sondeo nos percatamos de que, contrario a lo que se pensaba, en el lugar existía una fuerte concentración de vestigios arquitectónicos asociados con cerámica, obsidiana, enterramientos humanos y otros materiales arqueológicos. Conforme avanzaron las excavaciones, los vestigios arqueológicos localizados fueron aumentando hasta volverse muy numerosos, constatándose que muchos vestigios se hallaban en mucho mejor estado de conservación de lo que se suponía. La abundancia y buena conservación de los vestigios hallados en el área obligó a modificar el proyecto de construcción de la obra, así como sus programas de trabajo, pues para esas fechas ya había iniciado la construcción de los nuevos edificios. Posteriormente, debido a la importancia y magnitud de los vestigios arqueológicos descubiertos por el equipo comisionado para realizar las excavaciones de rescate, así como las fuertes críticas de la sociedad civil hacia el proyecto del centro comercial, la obra de infraestructura, que se había iniciado a mediados de 1993, se suspendió por completo.

    Este artículo tiene el propósito de ofrecer una contextualización de los trabajos iniciados en La Ventilla en octubre de 1992, una presentación general del proyecto —que incluye un recorrido por los diversos periodos de exploración de vestigios arqueológicos en La Ventilla— y una introducción a los textos que tratan sobre los trabajos de excavación y del estudio de diversos materiales, que conforman el cuerpo de esta Memoria. Los primeros cuatro artículos tratan de las excavaciones realizadas de 1992 a 1994, incluyendo información obtenida de exploraciones efectuadas hasta 2004. Es importante señalar que los trabajos en campo continuaron por varias temporadas hasta 2018, obteniéndose mucha más información que se presentará en otro volumen, proyectado a futuro. Por razones de espacio, no se abordan todos los trabajos de gabinete dedicados al estudio de los cuantiosos materiales recuperados.

    Figura 2. Ubicación del área excavada del Proyecto La Ventilla en los cuadrantes N1W1, N1W2, S1W1 y S1W2. (Modificado de Millon et al., 1973.)

    EXCAVACIONES EN EL RANCHO LA VENTILLA

    Proyecto Teotihuacan 1962-1964

    En el área que ocupa el rancho La Ventilla, se habían llevado con anterioridad otras excavaciones arqueológicas. Durante el Proyecto Teotihuacan 1962-1964 dirigido por el Dr. Ignacio Bernal, se excavaron los conjuntos referidos como La Ventilla A, B y C (figura 2).

    La Ventilla A. Al sur de las excavaciones de rescate realizadas durante l992-1994, se ubica La Ventilla A, en el sector S1W2. En aquel proyecto dirigido por J. Acosta e I. Bernal entre 1962 y 1964 (Bernal, 1963) se encontró de manera accidental la magnífica escultura conocida como Estela de La Ventilla, la cual fue interpretada como un marcador portátil para el juego de pelota (Aveleyra, 1963). Con el fin de tratar de determinar el lugar exacto donde pudo haber estado la escultura, Piña Chán realizó excavaciones en tres lugares de La Ventilla, referidos como sistemas I, II y III de La Ventilla A. En estos espacios se detectaron restos de habitaciones, basamentos, altares y plataformas, construcciones asociadas con entierros y ofrendas. Entre los materiales se incluían numerosos objetos elaborados en diversas materias primas. Con esta evidencia Piña Chán consideró que Teotihuacan pudo haber tenido relaciones culturales con la costa del Golfo de México, señalando que aquí estaba asentado un grupo artesanal que debió haber tenido fuertes contactos comerciales con las costas del Golfo, durante el apogeo de Teotihuacan, y que funcionaba como un barrio donde se manufacturaban determinados artículos para el consumo del centro (Piña Chán, 1963: 52). Tres décadas después, nuestras excavaciones permitían corroborar que, en efecto en ese lugar, como lo había supuesto el Dr. Román Piña Chán, se encontraba un barrio dedicado a la producción artesanal.

    La Ventilla B. La excavación del conjunto conocido como La Ventilla B, ubicado en el sector S1W3, fue dirigida por el arqueólogo Juan Vidarte como parte de los trabajos realizados por el Proyecto Teotihuacan 1962-1964 (Vidarte, 1964). Se trató de una excavación extensiva de salvamento, llevada a cabo con motivo de la construcción de la carretera que hoy llega a la Zona Arqueológica desde la Ciudad de México. Vidarte exploró parte de un complejo arquitectónico formado por habitaciones, altares, patios y plataformas, algunas con restos de pintura mural. Lamentablemente la información recuperada no fue estudiada en su totalidad, por lo que no se cuenta con información precisa de la ocupación de este conjunto. En las excavaciones efectuadas por Vidarte se encontraron numerosos entierros contenidos en fosas bajo los pisos de los diferentes espacios. Los depósitos y los esqueletos fueron explorados y estudiados por los antropólogos físicos Carlos Serrano y Zaíd Lagunas, quienes años más tarde publicaron información acerca de las características antropofísicas de estos individuos y del sistema funerario del grupo que ocupó este conjunto (Serrano y Lagunas, 1974: 105; 1999: 35-70).

    Varios de estos entierros contenían objetos que formaban parte de la indumentaria de los individuos e incluían orejeras, objetos de concha, cuentas de piedra verde, discos de pirita; los depósitos incluían además de cerámica, otros materiales como ofrenda. La cerámica y demás materiales encontrados en La Ventilla B fueron descritos por Vidarte de manera general y fueron estudiados con posterioridad por Rattray y Ruiz, quienes reportaron la presencia de cerámica foránea, proveniente del Golfo de México. Se consideró que algunos de los materiales recuperados fueron importados de El Tajín (Rattray y Ruiz, l980: 109). En un estudio posterior realizado por Sempowsky y Spence (1994), se conjuntó la información del sistema funerario con la de las ofrendas, indicando además la presencia de patologías que, según estos autores, se identificaron sobre todo en esqueletos femeninos.

    La Ventilla C. De La Ventilla C no se cuenta con ninguna información acerca de cuándo se excavó, con excepción de los pocos datos que Millon reporta en el mapa de la ciudad, donde presenta un croquis de la parte del conjunto (Millon et al., 1973).

    Rescate arqueológico en el rancho El Hórreo

    En 1982, en terrenos del rancho El Hórreo, hacia el sur del espacio excavado por nosotros diez años después, se realizó otra excavación por el arqueólogo Octavio Corona Paredes. En su labor de rescate, Corona detectó restos de construcciones superpuestas en tres niveles de ocupación, asociados con entierros, cerámica y otros materiales; sin embargo, el estudio de los materiales quedó pendiente (Corona, 1982).

    Proyecto Especial La Ventilla 1992-1994

    Por último, llegamos a las excavaciones del Proyecto La Ventilla 1992-1994 que, como ya se dijo, fueron llevadas a cabo en el marco del Proyecto Especial Teotihuacan. Se iniciaron en octubre de 1992 y continuaron sin interrupción hasta julio de 1994. Este proyecto fue integrado sobre todo por arqueólogos, y contó además con la participación de otros especialistas: antropólogos físicos, biólogos, restauradores, fotógrafos y un topógrafo.

    Poco tiempo después de iniciadas las excavaciones, programadas para unas pocas semanas y planeadas solo como de supervisión, la magnitud y buen estado de conservación de los vestigios arqueológicos que se detectaron desde los primeros sondeos hizo necesaria la modificación de la estrategia de trabajo. Los restos de edificios localizados en los primeros pozos y calas, más la información proporcionada por las excavaciones de La Ventilla A, B y C reforzaron la idea de Piña Chán quien, como mencionamos ya, planteó que este lugar podría corresponder a un barrio que formaba parte del conjunto urbano. Las labores de rescate iniciadas en las primeras semanas, con carácter urgente debido al apremio de las obras de construcción, se convirtieron en un proyecto formal de investigación, con planteamientos, objetivos académicos y una metodología propia que han permitido continuar las excavaciones por más de dos décadas , que han arrojado valiosa información, genero muchos datos y ha tenido buenos resultados.

    LA VENTILLA 1992-1994. PLANTEAMIENTOS Y OBJETIVOS DEL PROYECTO

    De salvamento de emergencia a proyecto formal de investigación

    La abundante y variada información obtenida desde el inicio de nuestras excavaciones, dio la pauta para reconocer que La Ventilla conformaba un complejo arquitectónico y urbano de enorme importancia para el conocimiento de la ciudad y, en general, para la comprensión del modo de vida de la sociedad teotihuacana. Por esta razón se propuso modificar la estrategia de los trabajos que habían sido adoptados en un principio como una excavación de salvamento, sustituyéndola por un proyecto formal de investigación arqueológica. Bajo esta nueva perspectiva debía dedicarse al proyecto más tiempo y mayores recursos económicos y humanos que permitieran superar las limitaciones de una excavación de salvamento o rescate, que por lo general cuenta con un tiempo limitado y se desarrolla bajo la presión de las empresas constructoras.

    El nuevo planteamiento consideraba que el proyecto debería contar con una metodología apropiada que hiciera posible el cumplimiento de objetivos diferentes a los originalmente propuestos al iniciar los trabajos. Era necesario adoptar nuevas estrategias de investigación en las que la metodología a seguir fuese acorde con los objetivos académicos del proyecto, pues, como se mencionó, esta investigación no se originó para la solución de problemas relacionados con el conocimiento de la sociedad teotihuacana, sino por las circunstancias y la idea original de construcción de un gran centro de comercio y servicios.

    Fue de esta manera que los investigadores integrados al proyecto nos propusimos dar solución a varios problemas relacionados con el complejo arquitectónico y urbano que empezaba a mostrarse en las excavaciones. Desde el inicio quedó establecido como objetivo central de la investigación definir las características de un barrio, en el contexto del complejo urbano de Teotihuacan.

    La complejidad urbana de Teotihuacan se manifiesta en la magnitud del asentamiento, en el riguroso trazo de sus espacios, la disposición y orientación que tienen los edificios monumentales, los conjuntos, las grandes avenidas y las calles, características únicas que han sido referidas por varios autores, entre ellos Millon et al. (1973; 1981); Sanders (2008) y Manzanilla (1993). En los estudios previos de La Ventilla, se había obtenido información que hacía suponer que se trataba de un barrio. Piña Chán (1963) por ejemplo, detectó en sus excavaciones de La Ventilla A, abundantes desechos de diversos materiales, por lo que consideró que este lugar pudo haber formado parte de un barrio de artesanos de la antigua urbe. Características similares mostraron las excavaciones de La Ventilla B, donde había sido detectada parte de otro conjunto arquitectónico.

    A) Caracterizar un barrio teotihuacano

    Los datos aportados por La Ventilla A, B y C, más los hallazgos que empezaban a mostrarse en las excavaciones de La Ventilla 1992-1994, fueron la base para establecer una serie de objetivos, algunos de los cuales se expresan a continuación.

    Se propuso definir los componentes y la estructura de un barrio teotihuacano a través del reconocimiento de las diferencias arquitectónicas de los conjuntos que venían siendo explorados, así como identificar las características del sistema urbano que los integraba y vinculaba. Desde los inicios de la excavación, se detectaron calles, accesos y muros delimitantes de los conjuntos que forman manzanas. En principio, el reconocimiento de diferencias entre conjuntos y la identificación de funciones y actividades particulares desarrolladas en cada uno, permitiría definir las características específicas de los barrios de la antigua ciudad.

    Por su gran extensión, la metrópoli teotihuacana debió contar con numerosos barrios como puede observarse en el plano de la ciudad elaborado por Millon. En el área de la ciudad se distribuyen varias concentraciones de estructuras arquitectónicas que pudieran tratarse de barrios. Sin embargo, el complejo urbano no ha sido estudiado al nivel del análisis que comprende y constituye los barrios, los cuales debieron contar con características propias, según sus elementos físicos y componentes sociales. Son varios los autores quienes al referir la distribución de los espacios urbanos y arquitectónicos de la ciudad han mencionado la existencia de barrios. Sin embargo, los únicos barrios que se han analizado, de manera parcial, son dos enclaves extranjeros: el llamado barrio Zapoteca y el de Los Mercaderes (Millon, 1967; Rattray, 1986, y 1993; Spence, 1989).

    La información acerca de la existencia y estructura de los barrios foráneos ha aumentado recientemente, con el hallazgo y la exploración de otro grupo étnico proveniente del occidente de México, que residía en las inmediaciones del barrio zapoteca y con el cual mantenía estrechos vínculos (Gómez y Gazzola, 2004; 2007). Aunque los barrios identificados cuentan con algunas características propias, el arreglo urbano, arquitectónico y las características que definen a los grupos étnicos que los ocuparon, tienen elementos comunes con las construcciones teotihuacanas.

    En el caso de las excavaciones de La Ventilla 1992-1994, desde el inicio nos percatamos que la información que estaba siendo registrada representaba un interés especial para el estudio de aspectos sociales y económicos complejos. Poco a poco, conforme avanzaban las excavaciones, surgía a la luz lo que era inminente: se trataba de un barrio de la antigua ciudad. Al irse definiendo los conjuntos de diferentes categorías, formando manzanas muy delimitadas por calles, se intuyó, desde el principio, que se trataba de un barrio teotihuacano que debió tener estrechos vínculos con grupos foráneos como ocurre con otros lugares de la ciudad.

    Como después se pudo comprobar, este espacio estaba ocupado por diferentes conjuntos arquitectónicos interrelacionados entre sí, en tanto que sus ocupantes estaban vinculados por un sistema político, económico e ideológico a través de un conjunto de carácter cívico-religioso que desempeñaba la función de Templo de Barrio. La presencia en el área de otros conjuntos con características específicas, tal vez con funciones administrativas, que debieron ser ocupados por grupos de una posición social elevada, quizá encargados de realizar actividades religiosas, administrativas y económicas importantes para la vida del barrio. Por lo tanto, planteamos que estos conjuntos desempeñaban funciones de carácter público. Asimismo, se fueron descubriendo conjuntos arquitectónicos que debieron funcionar como residencia de los grupos de la élite, así como otros que denotaban una menor calidad en cuanto a sus acabados y con espacios más reducidos, ocupados por grupos domésticos y artesanos, dedicados a la producción de bienes. Este enfoque nos brindaba la oportunidad de conocer aspectos de la vida cotidiana desarrollada en un barrio de la antigua metrópoli.

    Además, las exploraciones descubrieron la existencia de un gran espacio en apariencia sin arquitectura, interrelacionado con todo el sistema urbano del barrio, mismo que quedó planteado como el lugar donde se congregaba la población para realizar actividades religiosas, políticas y económicas.

    B) Estudiar la vida cotidiana en la gran urbe

    El estudio de estos conjuntos arquitectónicos, incluyendo sus asociaciones, es uno de los aspectos más importantes que este proyecto planteó investigar. Se propuso que, al conocer la forma en que los conjuntos y los grupos que los ocupaban se vinculaban entre sí, sería factible ampliar el conocimiento de la manera en que se integraban al sistema urbano.

    Desde el principio se observó que los conjuntos presentaban características que los hacían muy diferentes. Las marcadas diferencias se manifestaban tanto en la composición y diseño de los espacios y volúmenes, en las calidades arquitectónicas, como por los diferentes elementos que conformaban sus contextos. Se detectaron conjuntos que debieron estar estrechamente vinculados entre sí, tanto por la cercanía existente entre ellos (separados solo por las calles y por los muros que los delimitan), como por la estrecha relación que con seguridad mantenían con los ocupantes de conjuntos vecinos.

    Con el descubrimiento de varios talleres artesanales en un conjunto habitacional con acabados menos ostentosos y espacios más reducidos, se buscó la relación entre este conjunto con los que ya se habían comenzado a explorar en el Frente 2. Se planteó entonces la necesidad de realizar excavaciones en conjuntos vecinos para constatar que había una estrecha relación entre diferentes categorías de conjuntos. Mediante esta estrategia sería posible reconocer y contrastar las diferencias entre los conjuntos arquitectónicos de tipo residencial, habitados por grupos que gozaron de una posición elevada en la escala social del barrio, y las unidades domésticas y de artesanos que contaban con viviendas cuya arquitectura era menos ostentosa.

    Por esta razón, se procuró también entender la relación que debió existir entre los conjuntos de tipo habitacional o residencial, con aquellos conjuntos que desde un principio se les identificó con un carácter cívico-religioso (Cabrera, 1996b), como el denominado Templo de Barrio (Gómez, 2000; Cabrera y Gómez, 2008), así como con otros conjuntos que fueron ocupados por grupos de élite para diferentes actividades de tipo institucional o administrativo.

    C) Infraestructura urbana y organización económica y social de los barrios

    Sobre la base del descubrimiento de numerosos drenajes, canales, depósitos de agua y la detección de pozos artesianos, nos planteamos investigar y definir las características del sistema hidráulico de La Ventilla, como parte de la infraestructura urbana. Se observó que los drenajes llevaban el agua del interior de los conjuntos habitacionales hacia las calles, donde esta se vertía a otros drenajes de mayor capacidad, los que, a su vez, conducían el agua hacia los arroyos cercanos. Al tomar en cuenta la importancia los datos descritos, como parte de la infraestructura urbana del barrio, se consideró que este estudio ayudaría a entender mejor la complejidad urbana de Teotihuacan.

    Otro aspecto destacado del trabajo de investigación fue la búsqueda de información que permitiera conocer el significado del amplio espacio detectado, aparentemente, libre de construcciones arquitectónicas. Dicho espacio se sitúa en la parte central del área de investigación, considerado de manera hipotética desde ese momento, como una posible laguna, un área ajardinada, o bien como el lugar donde se realizaban las actividades económicas y algunas prácticas religiosas de este barrio. Luego de analizar las características de este gran espacio carente de vestigios arquitectónicos, se planteó la hipótesis de que podría usarse para instalar el mercado temporal o tianguis del barrio y que funcionaba como la plaza pública del barrio (Gómez, 2000).

    También se planteó la necesidad de definir la manera como operaban los talleres artesanales detectados en uno de los conjuntos de este lugar, a partir de las evidencias referidas por Piña Chán en La Ventilla A. La existencia de talleres artesanales se manifestó por la gran cantidad de diversos materiales de desecho, sobre todo de obsidiana, concha, pizarra y piedras verdes, junto con objetos y piezas en proceso de elaboración, así como algunas herramientas de trabajo asociadas a ciertos tipos de unidades domésticas que muestran características diferentes a otros conjuntos, que suelen llamarse de tipo Palacio. Se planteó que el estudio de esta información permitiría aumentar nuestro conocimiento referente a la organización social, la producción, el sistema de intercambio y la distribución de los bienes materiales que tenían lugar en estos talleres, problemas que han sido en parte resueltos mediante un minucioso y amplio estudio realizado por el arqueólogo responsable de explorar este conjunto arquitectónico (ídem).

    D) Ritos funerarios y otras prácticas culturales

    Otro de los problemas que este proyecto abordó fue la búsqueda de información acerca de las costumbres funerarias de los antiguos habitantes del barrio. Desde los inicios de las excavaciones en La Ventilla, pudimos notar la presencia de numerosos entierros de diferentes clases y tipos, cuyo estudio, gran parte en proceso, ha dado valiosa información acerca de las prácticas rituales y funerarias de los habitantes de este barrio, incrementando el conocimiento del sistema funerario que se tenía de la antigua ciudad.

    El estudio de los materiales óseos humanos ampliaría el conocimiento de las características antropofísicas de sus habitantes, la presencia de extranjeros en el barrio, aspectos de la dieta, las enfermedades y otras prácticas culturales como la deformación craneal practicada entre los antiguos habitantes del barrio. Estos fueron algunos de los aspectos de estudio que se propuso llevar a cabo mediante la participación de los diferentes especialistas que integraron el proyecto; los resultados de los trabajos de campo y los avances en el análisis de los materiales realizados, se presentan en esta Memoria.

    Equipo de trabajo y metodología

    A) Enfoque multidisciplinario y docencia

    Concebido ya como una investigación con objetivos y problemas a resolver muy bien definidos, el Proyecto La Ventilla 1992-1994 adquirió un carácter interdisciplinario al contar con un equipo de investigadores de diferentes especialidades. En las excavaciones participaron principalmente arqueólogos apoyados por antropólogos físicos para la exploración y el estudio de los entierros, y por biólogos, quienes se dedicaron a la obtención de numerosas muestras de tierra y de los suelos, con la finalidad de llevar a cabo la identificación de los restos vegetales y de los restos óseos de animales. Los restauradores contribuyeron en todo momento en la conservación de los vestigios arquitectónicos y la pintura mural. Se contó con la colaboración de fotógrafos y un topógrafo que apoyaron en las tareas de los demás investigadores. Y, por supuesto, fue fundamental la participación de numerosos trabajadores manuales.

    Un aspecto relevante del proyecto lo constituye la estrecha relación con la docencia. Desde los inicios, el Proyecto La Ventilla ha contribuido a la formación de varias generaciones de estudiantes, proporcionando enseñanza y experiencia en campo. Entre otras actividades docentes, se realizaron excavaciones con estudiantes de la especialidad de arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia como parte de sus prácticas de campo; con alumnos de esta escuela se trabajó en la excavación de veintidós pozos estratigráficos, en los lugares donde se colocaron los soportes de una cubierta que protege los murales en el conjunto de Los Glifos. En otras temporadas participaron realizando excavaciones extensivas. Se han establecido vínculos académicos con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la Universidad Autónoma del Estado de México, la Universidad Veracruzana y la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del inah. También tuvieron oportunidad de colaborar en las excavaciones estudiantes de varias univer­sidades ex­tranjeras.

    B) La distribución del área en cuatro frentes de excavación

    Con el personal y equipo de trabajo mencionado, en la primera temporada se integraron cuatro frentes de excavación. En la medida en que se avanzaba en nuestros trabajos de campo (enfrentados con los problemas que iban surgiendo por la construcción de las obras referidas), las excavaciones se adaptaron a las diversas circunstancias que fueron surgiendo, conservando en todo momento el carácter de una investigación arqueológica formal y teniendo en mente el cumplimiento de los objetivos planteados.

    Los programas de los trabajos de campo se ajustaron en poco tiempo a las circunstancias (siempre bajo la presión del equipo encargado de construir el centro comercial), y sin contar con un tiempo definido para concluir las excavaciones, el área excavada fue enorme. El área de investigación ocupa una extensión de 23 000 m², aunque en la parte excavada solo cubrió un espacio cercano a los 14 000 m². Durante más de dos décadas, se ha logrado obtener una gran cantidad de materiales e información, la cual ha sido de enorme interés por la carga de información que contiene. El estudio de todos los materiales contribuirá sin duda al conocimiento de los barrios y la historia de Teotihuacan.

    La organización del trabajo en cuatro frentes tuvo como objetivo mantener el control de las excavaciones y los registros. En cada uno de los frentes (figura 3) se adoptaron diferentes estrategias de acuerdo con las circunstancias y los problemas que se presentaron. Se decidió utilizar una nomenclatura general para el área de excavación, con variantes para cada frente de trabajo. Se normaron las técnicas de excavación a seguir y se establecieron formas apropiadas de registro acorde a la metodología adoptada. Dos arqueólogos bajo mi coordinación dirigieron los trabajos en cada frente de excavación. En todo momento fueron apoyados por el equipo de antropólogos físicos abocados a la exploración y el registro de los entierros, y el equipo de restauración en atender problemas referentes a la conservación.

    Figura 3. Ubicación de los frentes de excavación. (Dibujo: Rubén Cabrera Castro.)

    En el Frente 1 la excavación se inició bajo mi dirección el 6 de octubre de 1992; con la participación de los pasantes de arqueología José Luis Mercado y Jorge Luis Martínez, quienes permanecieron hasta la conclusión de las excavaciones en agosto de 1994.

    La excavación del Frente 2, iniciada en noviembre de 1992 y concluida en junio de 1994, fue llevada a cabo por los pasantes de arqueología Román Padilla y Julio Zúñiga, supervisada también por quien esto escribe. Los trabajos continuaron hasta la conclusión del proyecto en 1994. En este frente se exploró casi en su totalidad el llamado conjunto de Los Glifos, la calle Norte en su extremo oeste, la calle Oeste y partes de dos conjuntos arquitectónicos localizadas al otro lado de la calle Oeste, donde se continuaron las excavaciones hasta 2018.

    El Frente 3 inició sus excavaciones en la primera semana de enero de 1993, fue llevada a cabo por Sergio Gómez y Eduardo Ramos, quienes continuaron hasta la terminación del proyecto en agosto de 1994. Estos arqueólogos exploraron varios conjuntos arquitectónicos: el denominado conjunto arquitectónico A, el cual se halla delimitado por calles en sus lados norte, este y sur, siendo este conjunto donde se encontraron los talleres artesanales asociados a unidades domésticas. Las unidades arquitectónicas son por demás interesantes, tanto por su distribución como por contar cada uno con accesos directos desde las calles.

    Otro conjunto detectado y explorado en este frente es referido como conjunto arquitectónico B, que por sus características arquitectónicas se considera que tuvo un carácter residencial. En algunas de las paredes se hallaron restos de murales con la representación de felinos en posición sedente. También exploraron partes de los límites de otros conjuntos que denominaron C, D y E, donde se abocaron a la exploración de la Sección Oeste del denominado Gran Espacio Abierto mediante pozos de sondeo estratigráficos.

    El Frente 4 inició sus trabajos en enero de 1993, y se encargó de los salvamentos en los espacios donde continuaban las obras de construcción del complejo comercial. Se formó de cuatro áreas atendidas por varios arqueólogos que colaboraron en tiempos diferentes. Debido a la importancia de los hallazgos, en algunos de estos espacios se realizaron excavaciones extensivas, sobre todo en los lugares donde había mayor concentración de vestigios arquitectónicos con presencia de pintura mural. Los hallazgos en este frente permitieron, en algún momento, suspender en forma temporal la construcción de los edificios del centro comercial y fue posible ampliar las excavaciones. Los arqueólogos que intervinieron en dicho frente fueron los entonces pasantes de arqueología Tomás Villa, Felipe Nava, Andrés Gutiérrez, Raúl Barrera y Néstor Paredes, este último hizo el estudio de parte de los materiales de la Sección 4A, cuyos resultados presentó como tesis para titularse en la enah. En el presente volumen Paredes presenta una síntesis de los resultados alcanzados.

    Para la exploración de los entierros detectados en las excavaciones de estos cuatro frentes de excavación, el proyecto contó con la participación de las pasantes de antropología física Elizabeth Zamora y Francisca Pérez. Más tarde, el cuantioso material óseo humano obtenido en estas excavaciones fue estudiado por otros antropólogos físicos bajo la dirección del Dr. Carlos Serrano, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la unam.

    Los biólogos Aurora Montúfar, Margarito Casales y Josefina Casales llevaron a cabo un amplio muestreo para obtener información botánica. Más adelante, en gabinete se encargaron de la identificación de especies botánicas, datos que apoyan el estudio de la dieta de los antiguos habitantes del barrio y el uso de algunas especies para fines rituales.

    El equipo de restauración dedicado a brindar atención inmediata a ciertos materiales especiales, como los murales detectados y la fijación de estucos, fue coordinado por dos pasantes de la carrera de restauración: Zinna Rudman y Catalina Figueroa. Ambas restauradoras tuvieron el apoyo de un numeroso grupo de técnicos en restauración que fueron entrenados y capacitados para atender los problemas de conservación.

    También, aunque no de manera continua, se contó con el apoyo de un topógrafo de la zona arqueológica, Fernando Sarabia, quien llevó a cabo la ubicación general del sitio y estableció la conexión entre las cuadrículas de cada frente de excavación con los sectores que Millon et al. (1973) señalan en el mapa de la ciudad prehispánica. El mismo topógrafo estableció varios bancos de nivel, trasladando la cota desde el banco de nivel más cercano, ubicado sobre la Calzada de los Muertos; estos bancos de nivel, colocados en las intersecciones de las cuadrículas trazadas en los espacios excavados, fueron los puntos de referencia que sirvieron a los arqueólogos para el registro de sus hallazgos.

    El fotógrafo oficial de la zona arqueológica de Teotihuacan, Miguel Morales, fue quien llevó a cabo el registro de toda la excavación; la pasante de antropología Olivia Monterrubio se encargó de hacer la toma de video de los hallazgos más significativos.

    C) Sistema de registro

    Una vez que el proyecto fue reestructurado, adoptamos una nomenclatura basada en un sistema de coordenadas cartesianas para el registro de la información y de los materiales recuperados. Se reticuló el terreno a excavar en cada uno de los frentes de excavación. Sin embargo, debido a que los trabajos se iniciaron como una excavación de salvamento y aún no se contaba con el apoyo del topógrafo, solo en algunos frentes de excavación fue posible establecer esta retícula antes de iniciarse la excavación, refiriendo su traza al plano de Millon et al. (1973).

    El empleo del sistema de coordenadas, aunque tuvo cambios, permitió llevar un control preciso de los hallazgos. En todas las excavaciones hubo la instrucción de realizar un registro por capas naturales y culturales. Los materiales arqueológicos se guardaron en bolsas etiquetadas con la información suficiente para su ubicación en la unidad mínima de registro, además de indicar la profundidad, la capa de donde provenía y su referencia con respecto al banco de nivel correspondiente. Para el registro, en cada frente de excavación, se llevó un control por separado de los datos y materiales obtenidos, con excepción de los entierros a los cuales se les dio un número progresivo para toda el área dentro del proyecto.

    Referente al control de los entierros, se empleó un número progresivo para todo el proyecto, utilizando las cédulas respectivas diseñadas para dicho propósito. En cuanto a los contextos especiales referidos como Elementos, se utilizaron cédulas donde el registro de cada uno lleva un número progresivo para cada frente. También se dispuso que las construcciones arquitectónicas delimitadas por calles formando manzanas completas se registraran como conjuntos arquitectónicos, ello sin tomar en cuenta su tamaño o forma, los que, a su vez (para facilitar su estudio y descripción), al tomar en cuenta su distribución y características espaciales, podían subdividirse en secciones y unidades arquitectónicas según los casos que se presentaran.

    Debido a que en los Frentes 1 y 2 la excavación estuvo supeditada al avance de las obras de construcción del centro comercial, la retícula establecida no fue referida al plano de la ciudad, así que la utilizada en ambos frentes se mantuvo como una continuación; es decir, la cuadrícula iniciada en el Frente 1 se prolongó hacia el Frente 2, procurando que ambas excavaciones se encontraran alineadas y mantuvieran la misma secuencia en la nomenclatura de registro (figura 4).

    El reticulado en el Frente 1 se estableció a partir del punto de origen situado en el lugar donde se programó que daría inicio la excavación. En una línea de 50 m orientada de sur a norte, se trazaron unidades de 10 m por lado, con la denominación de calas I, II, III, IV y V, dirigidas hacia el oeste y ordenadas de sur a norte a partir del punto de origen de la cala I. Cada una de estas unidades fueron divididas en diez partes, subdivididas a la vez en unidades mínimas de registro de un metro por lado, las cuales fueron referidas con números progresivos y una letra mayúscula. La numeración va de este a oeste a partir del 1 en tanto que la designación con letras lleva una dirección hacia el norte a partir del origen de cada cala. Debido a la necesidad de ampliar dos calas hacia el sur donde se detectaron importantes vestigios arqueológicos, se les dio la denominación de Cala-I y Cala-II.

    Figura 4. Nomenclatura y retícula del Frente 1. (Dibujo: Rubén Cabrera Castro.)

    El reticulado empleado para el Frente 2 de excavación fue una continuación de la establecida en el del Frente 1, continuando hasta el número 80.

    En el Frente 3 y en algunas secciones del Frente 4, el terreno se cuadriculó antes de iniciar la excavación, haciéndola coincidir con la re­tícula de la ciudad referida por el Mapping Project, Millon et al. (1973). En este plano, se señalan las unidades mayores de registro de 500 m por lado, las cuales se dividen en secciones de 100 m por lado, unidades de 10 m por lado, estableciendo como unidad mínima de registro unidades de 1 m². Cabe señalar que hay diferencias en el registro y la nomenclatura usada en los Frentes 3 y 4, debido a que en el 3 la excavación se concentró en una sola área, a diferencia de la excavación del Frente 4, que fue consecuencia de la modificación que tuvo la construcción de la obra de infraestructura referida. Esta fue la razón por la que en algunos casos la excavación se limitó solo al espacio donde habrían de colocarse las zapatas de cimentación. En otros pozos fue posible ampliar la excavación para investigar la presencia de vestigios mayores o de los que representaban mayor interés.

    RESULTADOS GENERALES Y CONTENIDO

    DE LA MEMORIA DEL PROYECTO

    Durante un periodo de cerca de dos años de trabajos continuos, la excavación en La Ventilla comprendió un área cercana a los 14 000 m² Aunque en años sucesivos, después de la primera temporada de 1992 a 1994, continuamos excavando hasta 2018 a menor escala, aumentando la superficie trabajada.

    Debe señalarse que varias secciones del terreno excavado fueron vueltas a cubrir con tierra para, de esta manera, asegurar su preservación. Tal es el caso del conjunto arquitectónico B del Frente 3, donde los vestigios arquitectónicos bien conservados y con pinturas murales que representan felinos en posición sedente, fueron cubiertos para que pudieran conservarse. En otros casos los vestigios se encontraron en muy mal estado y resultaban confusos para su exhibición al público, debido a las modificaciones o la destrucción ocasionada cuando se niveló el terreno y a los saqueos efectuados antes de nuestra intervención, por lo que se decidió volver a cubrirlos.

    La excavación de La Ventilla proporcionó información valiosa relacionada con el sistema urbano de la antigua Teotihuacan. Destacan, por el interés que representan, varios conjuntos arquitectónicos con diferentes dimensiones, características constructivas, edificios y espacios que lo integraban que permite identificarles en diferentes categorías. Cada conjunto se halla limitado por altos y gruesos muros y separado por calles o callejones formando manzanas bien definidas (figura 5).

    El acceso a cada conjunto se realizaba desde las calles. El número de accesos es variable y son de diferentes tamaños y formas, de acuerdo a la categoría y función de los conjuntos. En algunos conjuntos los accesos están a nivel de la calle, en otros se realiza por medio de escalones o como en el caso del Templo de Barrio, a través de grandes plataformas con amplias escalinatas.

    Las diferencias que existen entre conjuntos están dadas por sus dimensiones, por su ubicación dentro del barrio, la calidad de sus construcciones, así como por la disposición y arreglo de los volúmenes y espacios. Mediante el análisis de las características arquitectónicas y la distribución espacial que presenta cada conjunto, han sido subdivididos en secciones y unidades arquitectónicas, diferenciadas entre sí por sus espacios internos, sus características constructivas y por la asociación que mantienen los espacios entre sí. La disposición y distribución de los espacios arquitectónicos, indica el alto grado de conocimiento de los antiguos arquitectos teotihuacanos, pues en su proyección, dieron una solución eficiente para el uso funcional de los espacios cerrados y de las áreas comunicantes como los pasillos, que permiten la circulación y vinculación entre secciones y diferentes unidades arquitectónicas.

    Desde el momento en que empezaban a definirse las diferencias entre conjuntos, nos percatamos de la importancia del lugar percibiendo que la disposición espacial y arquitectónica, y su integración urbana, correspondían a una porción de un barrio de la antigua ciudad. Contamos ahora con información que corrobora la existencia y características de un barrio en el área de La Ventilla, lugar donde además se producían artesanías a gran escala como lo atestiguan las grandes cantidades de desechos de talla detectadas en algunas unidades arquitectónicas en el conjunto arquitectónico A del Frente 3. Estas unidades fueron ocupadas por grupos domésticos y artesanos, quienes producían objetos suntuarios para el consumo de otros grupos, aquellos que gozaban de una elevada posición social, como explica en un artículo de esta publicación el arqueólogo Sergio Gómez, quien llevó a cabo el estudio de los cuantiosos materiales recuperados en este frente. El resultado de sus investigaciones fue presentado como tesis en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (Gómez, 2000).

    Gracias a las excavaciones profundas efectuadas observamos que los conjuntos arquitectónicos detectados contaban con una larga secuencia ocupacional. Dicha secuencia se observa en la superposición de varios niveles constructivos, que van de la Fase Miccaotli hasta el final de Teotihuacan; inclusive, en el área de La Ventilla, se han detectado evidencias de ocupaciones anteriores (Patlachique) y posteotihuacanas identificadas por enterramientos y cerámica Coyotlatelco y Mazapa.

    Como se expone en otros artículos de este volumen, varios de los espacios arquitectónicos de los conjuntos residenciales y religiosos conservan restos de pintura mural en los que se representan motivos diferentes. Su estudio por especialistas reviste gran importancia, pues como en el caso de los glifos, aportan información nunca antes reportada.

    Figura 5. Ubicación de los conjuntos arquitectónicos explorados. (Dibujo: Rubén Cabrera Castro.)

    Se encontró, además, como era de esperarse, una compleja infraestructura hidráulica representada por restos de canales, drenajes y depósitos de agua.

    En total se detectaron quince conjuntos arquitectónicos de características y tamaños diferentes, además de un amplio espacio, carente al parecer, de una concentración significativa de estructuras arquitectónicas. Este gran espacio que ocupa un área de más de 19 000 m² tiene en planta la forma de una T (figura 5). De los conjuntos explorados, tres fueron liberados casi en su totalidad, lo que permitió conocer las dimensiones, su forma en planta, la distribución interna de sus espacios y sus límites (al menos en tres de sus lados).

    Por sus dimensiones, dos de estos conjuntos se acercan a las que Millon et al. (1973) proponen para determinados conjuntos explorados en Teotihuacan, con un promedio de 60 m por lado. Por falta de tiempo, los demás conjuntos arquitectónicos detectados en estas excavaciones solo fueron parcialmente despejados, por lo que no se conocen sus medidas. No obstante, con los datos obtenidos, sobre todo por la intercesión de las calles que los delimitan, se infiere que algunas manzanas detectadas en parte deben ser mucho más pequeñas y es posible que tengan formas diferentes.

    A la mayoría de los conjuntos arquitectónicos detectados, solo se les conocen sus esquinas, en las partes donde las calles se introducen en los terrenos sin excavar, dato que facilitará en el futuro que estas calles sean exploradas, con lo cual tendremos una idea más precisa de las dimensiones de los conjuntos en el momento que puedan ser excavados y liberados los límites de los conjuntos que detectamos; lo cual, sin duda, incrementará el conocimiento del sistema urbano en este barrio y de la diná­mica de desarrollo que tuvo la antigua metrópoli teotihuacana.

    Por ahora, de acuerdo con las características formales, espaciales y arquitectónicas, de los conjuntos explorados en La Ventilla tenemos: un conjunto cívico-religioso (explorado por el Frente 1), formado casi en su totalidad por edificios religiosos, motivo por el cual se le ha dado el nombre de Templo de Barrio. Como lo explico en otro artículo de la presente Memoria, fue explorado casi en su totalidad, y solo faltó despejar su límite sur, del que se conoce la esquina suroeste, pero ha sido suficiente para inferir las dimensiones en su último momento: 60 m de norte a sur y 74 m de este a oeste (figura 5: 1).

    Otro conjunto explorado es el de Los Glifos (exploración del Frente 2). Mantiene algunas similitudes con otros conjuntos conocidos como Tetitla, Zacuala y Yayahuala, que han sido referidos como palacios. Por la amplitud de sus espacios y volúmenes, así como el buen acabado de su arquitectura y varios espacios con pintura mural, se ha sugerido que fue ocupado por grupos que gozaban de una elevada posición social que desempeñaban funciones administrativas en el barrio. En este conjunto hay elementos que lo caracterizan como un posible centro de enseñanza ligado a la escritura o como un lugar de reuniones para discutir asuntos del barrio ya que, sobre el piso de una de sus plazas centrales, se encuentran pintadas numerosas figuras glíficas. El análisis general de su diseño espacial y arquitectónico, lo presento en otro ar­tículo de este volumen (figura 5: 2).

    En el Frente 3 de exploración se localizaron varios conjuntos arquitectónicos (figura 5: 7, 8 y 9), pero fue explorado casi en su totalidad solo uno de ellos, denominado conjunto arquitectónico A. Dicho conjunto se integra por una serie de unidades arquitectónicas independientes que fueron ocupadas por grupos domésticos dedicados a la producción artesanal. Forma este conjunto una manzana delimitada por calles al oeste y norte. El lado sur colinda con el Gran Espacio Abierto, que fue explorado mediante pozos, de sondeo estratigráfico. No se pudo definir su límite este, debido a que la excavación se suspendió en esta parte.

    Los arqueólogos de este frente exploraron, además, parte de otro conjunto denominado conjunto arquitectónico B ubicado al otro lado de la calle Oeste (figura 5: 8). Por mostrar restos de pintura mural en algunas de sus paredes puede tratarse de un conjunto del tipo residencial, supuesto que podrá comprobarse cuando continúe su exploración, ya que la parte explorada de este conjunto fue bastante pequeña y tuvo que ser cubierta para conservar sus murales. Al llevar a cabo la exploración de las calles al norte y al sur se detectaron otros conjuntos, de los que solo se conocen sus esquinas (figura 5).

    Los arqueólogos del Frente 4 se dedicaron a los trabajos de rescate en las obras que avanzaban para la construcción del centro comercial. Las áreas excavadas se localizan en lugares diferentes que fueron designados como 4A, 4B, 4C y 4D (figura 5: 10, 11, 12 y 13).

    Al explorarse las calles que delimitan el conjunto cívico ceremonial se detectó un grupo de construcciones quizá habitacionales (figura 5, números 1 y 2). Lo mismo ocurrió con la exploración de la calle que se encuentra al norte del conjunto de Los Glifos, donde se detectaron los límites de otras construcciones (figura 5, número 6). Al otro lado de la calle que delimita el mismo conjunto por el oeste, se descubrió la existencia de dos conjuntos que fueron explorados en forma parcial. Uno es el conjunto 5, del cual se exploraron las unidades 2A y 2B (figura 5, número 4) y otro es el conjunto 6 separado por un pequeño callejón entre los dos (figura 5, número 5).

    Como veremos a lo largo de este volumen, durante las excavaciones se recuperó gran cantidad de material arqueológico que incluye enormes cantidades de cerámica y lítica. El estudio de la cerámica ha sido de gran utilidad, pues ha permitido, entre otras cosas, establecer una cronología relativa de contextos específicos, niveles estratigráficos y constructivos.

    También se recuperó concha, hueso, pizarra y otros materiales orgánicos. La mayor parte de este material se encuentra en proceso de análisis y solo una parte mínima de los estudios ha sido concluida; algunos resultados obtenidos se incluyen en el presente volumen. El hallazgo de numerosos enterramientos constituye la colección osteológica más grande que se haya registrado en Teotihuacan. El estudio de los esqueletos y material óseo humano y de animales ha sido objeto de múltiples estudios.

    Resultados preliminares de algunos estudios efectuados se han dado a conocer en conferencias, artículos publicados en diversas revistas científicas, numerosas ponencias presentadas en diferentes eventos académicos, además de varias tesis profesionales, presentadas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y en la unam para optar por el grado de maestría o doctorado.

    En síntesis, lo relatado en este texto introductorio se refiere al origen de este proyecto y su transformación en un proyecto formal de investigación; describe la metodología, la manera en que se llevaron a cabo los trabajos de campo iniciales y cómo los primeros hallazgos dieron la pauta para estructurar los objetivos del Proyecto La Ventilla. En dos artículos siguientes haré el relato de los resultados más relevantes obtenidos en las excavaciones de los Frentes 1 y 2, principalmente en lo que se refiere a la arquitectura y el aspecto urbano de los conjuntos denominados Templo de Barrio y el conjunto de Los Glifos.

    Los resultados de las excavaciones de los Frentes 3 y 4, son presentados por los arqueólogos que dirigieron esas exploraciones. En cuanto a los demás artículos contenidos en esta Memoria, exponen algunos de los resultados más relevantes sobre los estudios de diversos materiales. Se presenta también un resumen de los trabajos de restauración por parte de las responsables del área. Asimismo, se incluyen varios artículos que son ya avances interpretativos en los que se plantean propuestas explicativas. El penúltimo artículo de este volumen, en colaboración con Sergio Gómez, presenta una evaluación general de la metodología implementada, la información obtenida y el alcance de los resultados del proyecto. Ignacio Rodríguez cierra el volumen haciendo una evaluación de condiciones coyunturales y el aporte del Proyecto La Ventilla al conocimiento de Teotihuacan y a la protección del patrimonio arqueológico.

    Debo señalar que, como director de este proyecto, he tenido la responsabilidad de coordinar las excavaciones, los trabajos de gabinete y el compromiso de publicar esta Memoria, que contiene los resultados alcanzados. Conforme fueron terminándose los estudios, propuse a los autores de las diferentes colaboraciones, plasmar sus resultados. Sin embargo, por diversas circunstancias la publicación de este primer volumen se fue retrasando. Entre las causas de la demora en la publicación, ha estado la enorme carga de trabajo que hemos tenido, pues durante casi tres décadas hemos continuado las excavaciones, el estudio de los materiales y la catalogación de los objetos completos. Además, hemos dedicado nuestra atención a tratar los problemas de conservación de los conjuntos que fueron liberados y quedaron en espera de que el visitante pueda apreciarlos.

    El lector podrá juzgar muchos aspectos de los trabajos que conforman la estructura del presente volumen, la metodología y los resultados, incluso cuestionar y rebatir las interpretaciones que expresan los diferentes autores. Debo hacer notar que los artículos fueron entregados hace más de una década, de tal manera que los planteamientos y las ideas expuestas podrían ser cuestionados a la luz de nuevos datos, inclusive sus autores tener otros puntos de vista. Porque cualquier revisión de las investigaciones sobre Teotihuacan puede generar agitación y provocar cambios importantes, en términos académicos, sobre las concepciones de esta ciudad y, con ello, sobre todas las culturas de Mesoamérica. En este sentido y para finalizar, quiero expresar que, como director del proyecto, pretendo que este volumen sea visto no como un compendio de datos, sino que sea entendido en un contexto más amplio y vinculado con los procesos históricos que dieron lugar a las expresiones materiales de una sociedad tan compleja como fue la teotihuacana.

    REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

    Aveleyra Arroyo de Anda, Luis (1963). La Estela teotihuacana de La Ventilla. (Cuadernos del Museo Nacional de Antropología, No. 1). México: Instituto Nacional de Antropología e Historia.

    Bernal, Ignacio (Ed.) (1963). Teotihuacan. Descubrimientos. Reconstru­cciones. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia.

    Cabrera Castro, Rubén (1996b). Figurillas glíficas de La Ventilla, Teotihuacán. En Arqueología (Revista de la Coordinación Nacional de Arqueología, No. 15, Segunda época, pp. 27-40). México: Instituto Nacional de Antropología e Historia.

    Cabrera Castro, Rubén y Sergio Gómez Chávez (2008). La Ventilla, un modelo de barrio en la estructura urbana de Teotihuacán. En El urbanismo en Mesoamérica. Alba Guadalupe Mastache, Robert H. Cobean, Ángel García Cook y Kenneth G. Hirth (Eds.). (Vol. 2, pp. 38-83). México: Instituto Nacional de Antropología e Historia / Universidad Estatal de Pensilvania.

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