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El desarrollo arquitectónico de Totometla en el marco del sistema urbano de Teotihuacan
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El desarrollo arquitectónico de Totometla en el marco del sistema urbano de Teotihuacan

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Urbanismo y la arquitectura de los conjuntos apartamentales en Teotihuacán
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 ago 2019
El desarrollo arquitectónico de Totometla en el marco del sistema urbano de Teotihuacan

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    El desarrollo arquitectónico de Totometla en el marco del sistema urbano de Teotihuacan - Alberto Juárez Osnaya

    Totometla.

    TOTOMETLA PROYECTO ESPECIAL TEOTIHUACAN

    Se ha considerado que los conjuntos apartamentales (apartment compounds), definidos así por Millon (1976: 215-221), marcaron un cambio trascendental en el patrón de asentamiento de la ciudad, estableciéndose así la planificación urbana de Teotihuacan. Se ha demostrado, con base en diferentes estudios (arquitectónicos, cerámicos, pintura mural, entre otros), que éstos tuvieron un gran desarrollo a partir de la fase IIA-III o Tlamimilolpa (250-400 d.C.). Las excavaciones en conjuntos apartamentales han sido mínimas (tomando en consideración su presencia en toda la ciudad) y las conclusiones e interpretaciones diversas y, en algunos casos, contradictorias, sobre todo por utilizar diferentes referentes empíricos para su contrastación y por emplear una definición general.

    A la fecha no se tiene una argumentación clara sobre los diferentes conjuntos apartamentales en Teotihuacan. Es evidente que existen notables disimilitudes entre éstos, independientemente del patrón existente, hecho que obedece a la distinta función de los conjuntos. Se encuentran por toda la ciudad, pero sólo se han explorado algunos.

    Es necesario, si pretendemos explicar e interpretar la complejidad social, política y económica de la sociedad teotihuacana, definir conceptos y proponer un modelo sobre el origen y desarrollo de estos conjuntos utilizando un marco teórico concreto; por lo tanto, el presente trabajo tiene como objetivos:

    1. Proponer un modelo sobre el origen y desarrollo de los conjuntos apartamentales dentro del marco del urbanismo en Teotihuacan, tomando a Totometla como un caso particular. Para contrastar el modelo se discutieron los conceptos que utilizamos como categorías de análisis, así como los referentes empíricos registrados durante el proceso de excavación, los cuales me permitieron:

    a) Determinar la periodización de las diferentes etapas constructivas de la sección del conjunto excavado por medio del análisis de los materiales recuperados —la cerámica, la lítica (tallada y pulida), figurillas y entierros— en las unidades de excavación I, II y III.

    b) Analizar el desarrollo arquitectónico.

    Esto nos permitió, además de conocer la secuencia constructiva estudiada a través del sistema de superposición arquitectónica y de la estratigrafía, conocer las características formales de este conjunto, las dimensiones y la distribución de los espacios, permitiéndome plantear cómo se desarrolló y se modificaron las secciones.

    Para el estudio de la secuencia constructiva la realizamos tomando en consideración: La estratigrafía, los materiales y los sistemas constructivos, así como el sistema de superposición arquitectónica.

    La superposición arquitectónica se debe a varios factores, como son las mismas necesidades de modificación urbana, debidas seguramente a las posibilidades económicas, la función y el número de habitantes o a motivos ideológicos y religiosos (los motivos pictóricos cambian también en las siguientes etapas constructivas). El sistema de superposición arquitectónica —detectado a través de la excavación y la estratigrafía— es un proceso de construcción muy complejo y amplio, afecta a estructuras y habitaciones y a los conjuntos completos, dándose un crecimiento no sólo vertical sino horizontal. Esta superposición de estructuras se manifiesta en los cortes, perfiles, alzados y plantas realizados; a partir de ellos se hace una descripción detallada e interpretaciones y reconstrucciones de los espacios arquitectónicos excavados.

    Las semejanzas y las diferencias con otros conjuntos apartamentales.

    c) El análisis iconográfico de los fragmentos de la pintura mural. Esto permitió la identificación e interpretación de los mensajes simbólicos del grupo que habitó este conjunto residencial y la integración de la pintura mural a la arquitectura, posibilitando, además, fundamentar de manera sólida la continuidad simbólica de dioses e iconos en la religión mesoamericana. Este estudio facilitó también integrar las nuevas representaciones plásticas al extenso corpus de la pintura mural teotihuacana.

    2. Proponer con base en los análisis anteriores la función que desempeñó este conjunto residencial, aplicando el modelo al conjunto parcialmente excavado mediante la interpretación de la evidencia arqueológica.

    METODOLOGÍA DE TRABAJO DE CAMPO

    Los trabajos arqueológicos llevados a cabo por el Proyecto Especial Teotihuacan 1992-1994, bajo la dirección del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, abordaron varios objetivos, entre ellos los relacionados con la exploración de nuevas áreas, tanto en el núcleo central de la antigua ciudad prehispánica como en la periferia de la misma, así como trabajos de restauración y mantenimiento. Es importante señalar que algunos de estos trabajos se iniciaron como excavaciones de rescate debido a la construcción de varios edificios como parte de programas de adecuación y servicios turísticos; sirvan de ejemplos La Ventilla y el presente, debido a una construcción ajena a los intereses de la zona arqueológica.

    El Proyecto Especial Teotihuacan se planteó como integral y multidisciplinario en función de los diversos objetivos diseñados, para lo cual se contó con la participación de varios especialistas: arqueólogos, biólogos, arquitectos, antropólogos físicos y restauradores.

    Los trabajos de este proyecto tenían dos propósitos fundamentales:

    a) Aportar nueva información que permitiera acrecentar nuestro conocimiento sobre la cultura teotihuacana en sus múltiples aspectos, para lo cual se hizo una cuidadosa selección de las nuevas áreas por explorar.

    b) La protección de la zona de ampliación de monumentos arqueológicos.

    Se realizaron investigaciones en diversas áreas de la zona arqueológica, como en la Pirámide del Sol; el Templo de Quetzalcóatl; el área del Corzo; La Ventilla; y en algunas cuevas próximas al edificio que alberga el Centro de Estudios Teotihuacanos, para construir un desnivel. A la vez, el proyecto abordó la problemática del salvamento arqueológico en la zona periférica que comprende los municipios de San Juan Teotihuacan y de San Martín de las Pirámides, que ya se ha realizado con anterioridad a causa del crecimiento demográfico que trae como consecuencia la destrucción de monumentos arqueológicos, muebles e inmuebles, que existen en toda el área.

    Por estudios realizados en superficie y excavaciones arqueológicas se conoce que la extensión de la antigua ciudad en su máximo esplendor alcanzó una superficie de 22 km cuadrados (véase plano 1), lo cual implica que las construcciones actuales se encuentran sobre el antiguo asentamiento. La falta de aplicación de los programas de desarrollo urbano que provocan el desenfrenado crecimiento demográfico y, por consiguiente, las edificaciones clandestinas difíciles de controlar, así como la construcción de obras de infraestructura necesarias para la producción de bienes y servicios, desarrollos turísticos, etc., propician la destrucción, alteración y pérdida de datos y objetos durante su proceso de construcción; esto obliga a una mejor aplicación de la ley que existe sobre la protección del patrimonio cultural y del decreto presidencial vigente: la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos de 1972 y el Decreto Presidencial publicado el 30 de agosto de 1988. En este último se definen tres tipos de áreas con vestigios patrimoniales: a) área central de monumentos arqueológicos, b) área ampliada de monumentos arqueológicos y de restricción total y c) área de protección general.

    Este decreto prohíbe y restringe la remodelación, destrucción o la modificación de las construcciones existentes, por lo que se tiene que consultar a la zona arqueológica para que se realice un salvamento o un rescate arqueológico, según el área de afectación, los cuales deben ser solicitados y exigidos por los municipios encargados de otorgar la licencia de construcción. Con la Ley Federal toda persona física o moral que realice una obra que transforme, destruya o ponga en peligro el patrimonio cultural está obligada a notificarlo al INAH.

    Así, ambas disposiciones, la Ley Federal y el Decreto Presidencial, permiten controlar y en algunos casos frenar el crecimiento urbano. Fue así como paralelamente al Proyecto Teotihuacan 1992-1994 se realizaron investigaciones de rescate y salvamento.¹

    Los objetivos primordiales de dichos trabajos fueron: a) La conservación y protección de las Zonas A, B y C.

    La Zona A es el área federal, el núcleo central de la zona arqueológica, y en ella no se permite ningún tipo de construcción. Las zonas de ampliación de monumentos arqueológicos son Zona B, y el área de protección general, Zona C; en esta última está permitida la construcción siempre y cuando se realice un rescate arqueológico. Estas zonas se encuentran en grave riesgo de alteración y destrucción por los diferentes usos del suelo vigentes, como el agrícola y, principalmente, el habitacional.

    a) Realizar dictámenes de afectación y presentar las denuncias de destrucción de vestigios arqueológicos ante la Zona Arqueológica de Teotihuacan y ante el poder judicial federal.

    b) Enfatizar prioridades de protección, conservación y restauración de áreas o monumentos dentro de estas dos zonas.

    c) Desarrollar proyectos de investigación (arquitectura, cerámica, urbanismo, etc.) con base en los resultados obtenidos de los diferentes trabajos de rescate y salvamento arqueológico, llevados a cabo tanto en el interior de la Zona Arqueológica como en su periferia y área rural.

    Aun cuando los trabajos de salvamento y rescate parecen en apariencia ser estudios dispersos y desligados de un proyecto académico, son en realidad trabajos científicos y necesarios. Esto obliga a que los trabajos sean atendidos con el mayor rigor por parte de los investigadores; ello implica una labor de difusión, comunicación y coordinación con las empresas constructoras y la sociedad en general para dar aviso de la iniciación de las obras con anticipación. Como se mencionó anteriormente, los trabajos arqueológicos se realizan en áreas que serán destruidas y/o alteradas por alguna obra y donde es necesario recuperar y registrar la información del contexto arqueológico, así como el resguardo y análisis los objetos y materiales recuperados.

    Es pertinente mencionar que el rescate y salvamento son dos modalidades del trabajo arqueológico distintas. El rescate —como su nombre lo indica— se aboca a rescatar el mayor número de información posible en un corto periodo de tiempo. Implica una intervención rápida y urgente donde los vestigios arqueológicos (muebles e inmuebles) están siendo alterados o destruidos en forma inmediata. La rapidez y las limitaciones de tiempo impiden la formulación de hipótesis y objetivos concretos propios de un proyecto definido, por lo que estos trabajos se supeditan más que nada a las características de la obra.

    Plano 1. Mapa arqueológico de la ciudad antigua de Teotihuacan. Fuente: Millon, 1973.

    El caso de los salvamentos es diferente, ya que se sabe con anticipación el lugar, las condiciones, la duración de las obras y demás. Generalmente son obras de mayor amplitud por tratarse de construcciones que se requieren para posibilitar la explotación de recursos, la comunicación, la producción de bienes y servicios, etc. Todo esto posibilita el diseño de un proyecto de investigación en el que se plantean hipótesis y objetivos, así como la organización de las diferentes etapas de la investigación.

    Las áreas en peligro de ser destruidas son afectadas tanto por las obras de construcción como por la labor arqueológica, pero en sentido y grado distinto, por lo que este tipo de investigación será la única información que quedará de los contextos arqueológicos que serán destruidos. Esto hace necesario un registro riguroso y exhaustivo de los diferentes materiales arqueológicos para su posterior contrastación. Es importante mencionar que un trabajo de rescate se puede convertir en un salvamento si las características del hallazgo así lo ameritan, como en este caso sucedió.

    TOTOMETLA

    Los trabajos arqueológicos de rescate y salvamento se realizaron en las inmediaciones del núcleo central de la Zona Arqueológica de Teotihuacan, en un predio que se localiza en el barrio de Purificación, calle Pirámides s/n, municipio de San Juan Teotihuacan, Estado de México, durante los meses de febrero a septiembre de 1994. El predio se ubica en el cuadrante NIW2 y en él se localizan las estructuras 30E, 27C y 31SE (plano 2).

    La sección del conjunto excavado (Totometla) corresponde a la estructura 27C (véanse los planos 2 y 3). Es importante mencionar que fueron los participantes del seminario La pintura mural prehispánica en México quienes dieron el nombre náhuatl de Totometla a este sitio, ya que el significado del término lugar de pájaros hace alusión a tres de los temas representados.²

    El área afectada reviste gran importancia por su cercanía con los conjuntos apartamentales de Tetitla, Zacuala, Yayahuala y Atetelco. La realización de estos trabajos arqueológicos se hizo necesaria debido a la edificación de un balneario, por lo que se llevó a cabo una inspección el 21 de enero de 1994 con el fin de calcular el monto de la destrucción por recientes construcciones en el predio citado, ubicado en Zona B, que se considera como área de ampliación de monumentos arqueológicos y por lo tanto no está permitido llevar a cabo obra alguna.

    El peritaje realizado reportó que en la superficie se observaban varias construcciones, entre las que destacan dos albercas de planta mixta (cada una mide 18 m de largo por 12 m de ancho, con una profundidad de 1.20 m), así como una sucesión de varios cuartos pensados como vestidores. Aunque en la inspección realizada por quien esto escribe, no se observó a nivel de superficie ningún vestigio arquitectónico de época prehispánica, dado que el terreno fue nivelado por maquinaria pesada, se supuso que en este lugar, por su cercanía al núcleo central y a otros conjuntos importantes, debió contar con varias concentraciones de edificaciones prehispánicas de suma importancia. Por lo demás, durante la inspección realizada se pudo observar gran cantidad de otros restos arqueológicos —fragmentos de cerámica teotihuacana, figurillas, candeleros, artefactos líticos de obsidiana y basalto, además de restos óseos humanos removidos cuando se niveló el terreno—, materiales que indicaban que el sitio contaba con importantes vestigios arqueológicos y que parte de éstos fueron destruidos. Para comprobar la presencia en este lugar de construcciones prehispánicas fue necesario llevar a cabo excavaciones profundas en diferentes puntos del terreno, para lo cual se suspendió la obra y se comisionó al que esto escribe para realizar los trabajos de rescate arqueológico (fotos 1, 2, 3 y 4).

    Plano 2. Mapa arqueológico de los cuadrantes N1W2 y N2W2 y ubicación de las estructuras 30E, 27C y 31SE. En el gráfico se pueden observar los conjuntos de Atetelco, Tetitla y Zacuala. Fuente: Millon, 1973.

    Plano 3. Ubicación de Totometla en la zona central de la ciudad.

    Fuente: Millon, 1973.

    Foto 1. Alberca situada al sur del balneario.

    Foto 2. Nivelación del terreno llevada a cabo con maquinaria pesada. Margen oeste.

    Foto 3. Nivelación de terreno en el área donde se ubica la Unidad de Excavación I.

    Foto 4. Nivelación de terreno y ubicación de pozos de sondeo en la parte sur del predio.

    LAS EXCAVACIONES, OBJETIVOS Y TÉCNICAS BÁSICAS

    Es oportuno señalar que la metodología adoptada dependió en gran medida de dos factores: la complejidad y el carácter de la evidencia arqueológica y los tiempos y las necesidades de los proyectos de infraestructura (centro recreativo) que motivaron la afectación. Los trabajos se iniciaron como una excavación de rescate, de cuyo aspecto legal era imprescindible demostrar la destrucción llevada a cabo en el predio por medio de unidades intensivas de exploración (pozos). Posteriormente, dada la relevancia de los hallazgos y al adoptar el carácter de una excavación de grandes ampliaciones, se reestructuró el planteamiento de la investigación en la que se contemplaron objetivos específicos como fueron definir las características físicas de los elementos arqueológicos, sus relaciones espaciales, la funcionalidad probable y las modificaciones a lo largo del tiempo, identificando las fases ocupacionales.³

    Las clases de unidades de excavación utilizadas fueron: a) unidades de carácter extensivo dedicadas a la exploración de contextos arqueológicos (arquitectónicos y entierros, entre otros) y b) unidades de carácter intensivo para el registro de las variaciones estratigráficas (pozos de sondeo), útiles sobre todo en situaciones de rescate arqueológico. Estas unidades fueron muy importantes porque se pudieron identificar secuencias ocupacionales, periodizaciones relativas y alteraciones posdeposicionales.

    La técnica de exploración de los depósitos se realizó por medio del sistema de capa y cuadro, es decir, la liberación controlada y secuencial de cada capa en el orden inverso a la deposición original. La capa o estrato no solamente considera criterios físicos (composición, textura, color, etc.), sino también culturales (pisos, rellenos, apisonados, basureros, etc.) que pueden ser considerados como estratos dentro de una secuencia dada.

    REGISTRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

    Se apoyó en un registro basado en un sistema de coordenadas cartesianas definido a partir de la retícula de las unidades de excavación. El sistema consiste en la ubicación de un punto a partir de su posición respecto a dos ejes transversales en el plano horizontal y su posición dentro de la secuencia estratigráfica (profundidad) a partir de un nivel arbitrario o un banco de nivel, ambos con una altura conocida. Los materiales arqueológicos (cerámica, lítico, entre otros), mediante excavaciones controladas, constituyeron nuestro referente empírico para poder contrastar nuestros supuestos, referidos en los objetivos de este trabajo.

    Por las dimensiones del terreno (248.00 por 44.50 m) y como una primera fase de exploración, se excavaron 24 pozos estratigráficos de sondeo y una cala. Éstos me permitieron abarcar una gran parte del área afectada. Para la ubicación de los pozos se reticularon tres zonas del terreno localizadas hacia sus extremos y en su parte media. La medida de los pozos reticulados para ser excavados fue de 1.00 por 2.00 m, con una distancia de 10.00 m entre pozo y pozo. De esta manera en la parte más baja —en el lado sur del predio— se ubicaron los primeros 12 pozos y en la parte media los restantes, que corresponden respectivamente a las estructuras 30E y 27C del cuadrante N1W2. La excavación de estos pozos de sondeo nos mostró el grado de alteración y destrucción en todo el terreno, además de conocer la profundidad del depósito arqueológico, la estratigrafía y el rango temporal de los materiales (véase el plano 4).

    En los casos en que fue necesaria una ampliación se seleccionaron las áreas más convenientes por la información que podrían proporcionar; para ello se estableció el siguiente sistema de registro: a las ampliaciones de cada pozo se les asignó rumbo y número dependiendo de su orientación, por ejemplo: pozo 8, ampliación N-1. Tomando en consideración que se trataba de un rescate y que los cambios de elevación del terreno eran mínimos debido a la nivelación del mismo, el levantamiento topográfico no se pudo llevar a cabo con precisión, pero las áreas excavadas se ubicaron automáticamente con el sistema de retícula. En la mayoría de los pozos se encontró evidencia arquitectónica y la presencia de varios niveles de ocupación; la ampliación de algunos de éstos dio como resultado la liberación parcial de varios espacios arquitectónicos, tanto interiores como exteriores, principalmente en los pozos 10, 11, 12, 19, 20 y 23.

    Plano 4. Dibujo de planta del balneario, las unidades de excavación y los pozos excavados.

    En los pozos 19, 20 y 23 se detectaron tres muros en talud que por su disposición parecen delimitar un conjunto apartamental de otro. Asociados a éstos se localizaron empedrados que se identificaron como calles y drenajes que vertían sobre un colector principal con una dirección norte-sur y con un desnivel hacia el sur para su desagüe en el río San Juan. Dado que en los pozos 10 y 12 se detectaron construcciones con pintura mural, fue necesario modificar el diseño de excavación llevado a cabo hasta ese momento. Con el fin de mantener un riguroso control sobre los materiales localizados durante la exploración, se trazó en cada uno de ellos una retícula basada en la realizada por Millon, que propone la división del terreno en sectores de 500 m², retomando la propuesta de Cabrera (1987b: 493-496) de subdividirlos a su vez en otros de 100 m², espacios que a su vez se subdividen en unidades de 10 m² y finalmente en rectángulos de 1.00 m por 2.00 m que corresponden a nuestra unidad mínima de excavación, por lo que de esta manera se dio inicio a una excavación de grandes ampliaciones, liberando las estructuras y registrando por capa y cuadro los materiales.

    De esta manera se trazaron dos áreas de 10.00 por 10.00 m para ser excavadas, además de una ampliación a escala menor del pozo 11; el área de exploración fue delimitada por la información que arrojaron estos pozos, por lo que estos trabajos de rescate se convirtieron en un salvamento arqueológico que se organizó en tres unidades de excavación: unidad de excavación I, que corresponde a la ampliación del pozo 10; unidad de excavación II, referida a la del pozo11, y unidad de excavación III, a la del pozo 12. La ampliación de la excavación tuvo como objetivo determinar el grado de conservación y deterioro de las pinturas murales; la identificación e interpretación de los motivos pictóricos; la probable localización de otros fragmentos; el diseño y la distribución de los restos arquitectónicos y su secuencia constructiva; la asociación y el registro de otros materiales arqueológicos (cerámico, lítico, óseo, entre otros), y la periodización de toda la información arqueológica recuperada.

    Para el control y registro de los materiales se utilizaron números y letras, teniendo así, por ejemplo, que lo que fue inicialmente el pozo 10 se localiza en el cuadro 4-G, retícula I, unidad de excavación I. Debido a que se amplió aún más la excavación en la unidad I (pozo 10), se fijaron tres nuevas retículas con las mismas dimensiones con base en la metodología aplicada y el criterio adoptado.

    Con la detección de los fragmentos murales en los pozos 10 y 12 y por los problemas inherentes a su restauración y conservación, así como por la necesidad de conocer la distribución de estos espacios, sus dimensiones, su forma y demás, se suspendió la excavación de los niveles más profundos de los demás pozos, dándose prioridad a las tres unidades de excavación, por lo que no se conocieron las etapas más antiguas de construcción en aquéllos. Durante el proceso de excavación se lograron recuperar y registrar, además del material cerámico, gran cantidad de materiales diversos: óseo (humanos y otros vertebrados), lítico (piedra pulida y tallada), figurillas, textil, conchas, etcétera.

    UBICACIÓN GEOGRÁFICA DE TEOTIHUACAN

    Han sido ya muchos los trabajos que han hecho referencia a las características fisiográficas de la Cuenca de México en general y del Valle de Teotihuacan en particular, por lo que sólo haré un breve resumen del panorama geográfico. La Cuenca de México se localiza en el extremo sur de la Meseta Central, la cual esta formada por volcanes y sus depósitos de lava y ceniza. La cuenca está rodeada en tres de sus lados por cadenas montañosas (Sierra Nevada al este, al oeste por la Sierra de las Cruces y al sur por la Sierra del Ajusco); drena sus escurrimientos pluviales hacia el sur.

    El Valle de Teotihuacan se localiza a 45 km al NE de la ciudad de México, entre las coordenadas 19º 81’ y 19º 45’ latitud N y los 98º 49’ y 98º 56’ longitud W, y es prácticamente una continuación de la Cuenca de México. El Valle de Teotihuacan es delimitado por el Cerro Gordo, el de Cuauhtlazingo y Otumba, teniendo una longitud (este-oeste) de 7 km y cerca de 15 km de norte a sur.

    Estas cordilleras, que abarcan otros cerros importantes como el Patlachique, producen numerosos escurrimientos que son canalizados a través de un sistema de arroyos y ríos pequeños,

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