Shangó mitopoema del fuego
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Shangó mitopoema del fuego - Armando Ferrer Castro
Edición: Bertha Hernández López
Corrección: Jacqueline Carbó Abreu
Diseño de cubierta: Suney Noriega Ruiz
Foto de cubierta: Armando Ferrer Arce
Realización: Yuliett Marín Vidian
Diagramación e-book: Rafael Lago Sarichev
© Herederos de Armando Ferrer Castro, 2021
© Sobre la presente edición:
Ediciones Cubanas ARTEX, 2021
Primera edición, Editorial José Martí, 2006
ISBN 9789593141413
ISBN Ebook formato ePub: 9789593141581
Sin la autorización de la editorial Ediciones Cubanas
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Telef. (53) 7204-5492, 7204-0625, 7204-4132
Tabla de contenidos
Índice
Sinopsis
Al lector
Introducción
El fuego
El rayo
La piedra
El tambor
El caballo
El gallo
La jicotea
El carnero y el toro
Las plantas
La espada
La corona
El trono
Palabras finales
CANCIONES A SHANGÓ
Bibliografía
Sobre el autor
Landmarks
Cover
Table of Contents
Índice
Sinopsis / 5
Al lector / 7
Introducción / 10
El fuego / 17
El rayo / 32
La piedra / 36
El tambor / 41
El caballo / 46
El gallo / 50
La jicotea / 53
El carnero y el toro / 55
Las plantas / 60
La espada / 65
La corona / 68
El trono / 70
Palabras finales / 73
CANCIONES A SHANGÓ / 76
Bibliografía / 102
Sobre el autor / 106
Sinopsis
La tradición oral (…) nos presenta al orisha Shangó, como la divinidad del fuego; dueño del rayo y del tambor; creador del asheré (maraca); adivino por excelencia; dueño del oshé (hacha bipenne); el que arroja piedras sobre la Tierra, poseedor del odó, pilón de madera que usa como trono; y, además, esta misma tradición nos refiere las complicadas relaciones familiares.
Intentar una aproximación a los múltiples símbolos que se correlacionan con las deidades del fuego no es un propósito ocioso. El fuego es un símbolo reiterativo en toda la cultura universal, tanto en las letras, las artes plásticas, como en la música. Entenderlo es prepararse para una mejor aproximación a la cultura, lo que vale decir, a nosotros mismos.
Para Armando, allá donde estés,
esta edición de tu libro,
como tú la deseaste,
con cariño eterno,
Arisel y Armandito
Al lector
Armando H. Ferrer Castro, La Habana, 25 de marzo de 1942-13 de junio de 2013, dedicó la mayor parte de su vida a los libros; licenciado en Filología, se desempeñó en diversas funciones en editoriales cubanas y como director de la editorial Casa de las Américas.
En la última etapa de su vida se dedicó a investigar, recopilar y transmitir la riqueza cultural de las religiones cubanas de origen africano, tanto en relación con su literatura, como con sus deidades, uno de los frutos de esta etapa es Shangó mitopoema del fuego, que vio la luz por primera vez en 2006, a través de la Editorial José Martí.
Años después Armando tuvo la aspiración de publicar una nueva edición, donde incluiría canciones en yorubá dedicadas al orisha Shangó acompañadas por una versión poética en español realizada por él; a su fallecimiento en junio de 2013, no había podido cumplir su sueño, pero había dejado todos los materiales preparados para ello, es por eso, que gracias a la gentileza de Ediciones Cubanas, de cuyo catálogo formamos parte, nuestro hijo Armando Ferrer Arce y yo, tenemos el honor de presentar a ustedes esta nueva edición, deseando que disfruten el placer de su lectura.
Armando, tu sueño se hizo realidad.
Arisel Arce Burguera y Armando Ferrer Arce
A la memoria de José Luciano Franco, Roberto
Molina, Obabí; Gabino Marrero Vicente,
Obaña; Elena Molina, Shangó Larí.
A Rogelio Martínez Furé, cómplice de
este proyecto; a mis entrañables amigos
Olga Fernández y Agenor Martí; a Amparo
Sánchez; a Sinikka Tarvainen; a Arisel
que, como siempre, estuvo conmigo
en los momentos difíciles.
A los tantos y tantos hijos de Shangó que
conozco y a los que no conozco, para todos
ellos he construido un castillo plateado
en mi corazón.
El Autor
El fuego puede ser comparado
al brillo de la inteligencia pues ella comparte
sus virtudes, sus mecánicas y sus peligros.
Mirko Lauer
...el fuego sugiere el deseo de cambiar,
de atropellar el tiempo, de empujar la vida
hasta su término, hasta su más allá.
Gaston Bachelard
...la invención del fuego, piedra angular
de todo el edificio de la cultura...
Schlegel
Introducción
Shangó, divinidad del fuego, señor del rayo, el de la voz de trueno, es un orisha muy venerado en Nigeria, Brasil, Cuba y otros muchos lugares de África y América.
La presencia de una gran variedad de culturas africanas en nuestras tierras, se debió directamente al fenómeno de la esclavitud, que durante más de cuatro siglos azotó ese continente y que costara veinte millones de vidas humanas como mínimo.¹ A finales del siglo xviii y principios del xix, llegó a Cuba la etnia correspondiente al conglomerado yorubá² y, en especial, la de los yorubá de Oyo.
El gentilicio «yorubá» no fue conocido en Europa hasta mediados del siglo xix y no fue hasta finales de ese siglo que comenzó a ser utilizado en Nigeria. Los yorubá fueron llamados olokumí (mi amigo) por algunos de sus vecinos en África, anagó por los dahomeyanos, akú y okú en Sierra Leona, en Brasil se les conocería como nagó, en las Antillas de lengua francesa como ayoi y en Cuba como lucumí.
Se ha dicho que la ciudad de Oyo se fundó a finales del siglo xiv o a principios del xv y que su fundador fue Oranyán. Shangó fue el cuarto alafín (rey, dueño del palacio) de Oyo. La figura histórica del alafín Shangó se entreteje con las leyendas de forma tal que es muy difícil conocer la verdad. Veamos una de estas leyendas:
Shangó es un rey que se convirtió en orisha. Reinaba en Oyo, capital de Yorubá. Pero se mostraba tan cruel que los jefes le enviaron una calabaza llena de ojos de cotorra, con la misiva de que el gobierno los había fatigado y que debía descansar. El rey convocó a sus partidarios, y debió buscar su seguridad marchándose. Abandonó el poblado durante la noche, acompañado solamente de una mujer y de un esclavo, con el fin de llegar a Tapa, sobre el Níger, donde residía su madre. Durante la noche, la mujer deploró haberlo seguido y lo abandonó. Él erró con su esclavo por el monte buscando una salida. Después hizo alejarse al esclavo diciéndole: «Espérame aquí. Cuando regrese intentaremos encontrar una salida». El esclavo esperó a Shangó en vano. Entonces fue a buscarlo y lo encontró colgado. Salió del monte y regresó a Oyo, donde dio la noticia.
Un gran temor se apoderó de