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La belleza. La Iglesia: Prólogo de Etsuro Sotoo
La belleza. La Iglesia: Prólogo de Etsuro Sotoo
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Libro electrónico48 páginas41 minutos

La belleza. La Iglesia: Prólogo de Etsuro Sotoo

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"Benedicto XVI nos dice dos palabras sustanciales para comprender el Misterio de la salvación cristiana. la primera es la palabra belleza. Ésta revela la inexorable nostalgia del hombre por la verdad, la justicia y el bien, es decir, la nostalgia de Dios (...) La segunda es la palabra Iglesia. La Iglesia es el lugar a través del cual cada hombre encuentra el acceso al Padre y se hace hijo de Dios en Su pueblo" (de la Introducción).
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jul 2012
ISBN9788499207674
La belleza. La Iglesia: Prólogo de Etsuro Sotoo

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    La belleza. La Iglesia - Joseph Ratzinger (Benedicto XVI)

    Libros de bolsillo

    71

    Joseph Ratzinger

    La belleza

    La Iglesia

    Prólogo

    Etsuro Sotoo

    ISBN DIGITAL: 978-84-9920-767-4

    Título original

    La bellezza. La Chiesa

    © 2005

    Itacalibri, Castel Bolognese, Italia

    © 2006

    Ediciones Encuentro, S. A., Madrid

    Traducción

    Carmen Salgado

    Diseño de cubierta: o3, s. l. - www.o3com.com

    Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos vela por el respeto de los citados derechos.

    Para cualquier información sobre las obras publicadas o en programa y para propuestas de nuevas publicaciones, dirigirse a:

    Redacción de Ediciones Encuentro

    Ramírez de Arellano, 17-10.ª - 28043 Madrid - Tel. 902 999 689

    www.ediciones-encuentro.es

    PRÓLOGO

    «En el principio era el Verbo». Así comienza el Evangelio según San Juan. El Verbo es la Palabra. Nosotros, los hombres y mujeres de todos los tiempos, nos enriquecemos por la Palabra. Sobre esta idea he tratado de estudiar la obra de Gaudí, en la que me he integrado con mi trabajo profesional como escultor en el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona desde el año 1978.

    Antoni Gaudí ideó, para esta obra arquitectónica, la ventanal de la nave central que en su parte exterior presenta frutos, en la zona superior del edificio, y hojas, en la zona inferior. Habría que pensar qué llevó al genio a actuar de esta forma para saber qué buscaba expresar. En su profundo estudio de la naturaleza, en su observación de la Creación, una vez más, había encontrado en los frutos y en las hojas una vía de catequesis y a la vez de expresión estética para hablarnos del valor de la Palabra de Dios y de cómo ésta acompaña la Historia de los hombres. Los frutos reciben el alimento gracias a la luz del sol que llega a las hojas de cada planta. Sin las hojas y su función, nunca una planta llegaría a producir sus frutos. Todas las plantas necesitan la luz para alcanzar el fruto maduro. Así ocurre con nosotros, los hombres. Necesitamos la Palabra de Dios para madurar. Para nuestro desarrollo auténtico como personas, nos es imprescindible el alimento de la Palabra.

    El simbolismo de Gaudí, a la hora de colocar los frutos en la parte superior de la nave, y las hojas en la parte inferior, creo que da para una reflexión más. Nuestro mundo tiene frutos y hojas. Cuando el alma humana madura, sube, asciende hacia Dios y ya no necesita las hojas. Por eso los frutos ocupan el nivel superior. Las hojas, los instrumentos que le han servido en la tierra para alimentarse en lo espiritual, quedan en el suelo, en la parte inferior del edificio, porque una vez que

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