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Bendita Seas Entre Todas las Mujeres
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Libro electrónico319 páginas5 horas

Bendita Seas Entre Todas las Mujeres

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Bendita seas entre todas las mujeres (2020). Novela basada en una historia real. El asesinato de la protagonista da inicio a una investigación que parece no dar buenos resultados y al final desenmascara una red de tráfico de órganos y trata de blancas. +18
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 ago 2022
ISBN9791221393200
Bendita Seas Entre Todas las Mujeres

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    Bendita Seas Entre Todas las Mujeres - Luis Fernando Narvaez Cazares

    Bendita seas entre todas las mujeres

    Luis Fernando Narváez Cázares

    P Á G I N A  L E G A L

    Bendita Seas Entre Todas las Mujeres

    Luis Fernando Narváez Cázares

    © 2022 Luis Fernando Narváez Cázares

    Todos los derechos reservados.

    Luis Fernando Narváez Cázares

    luisnarvaeziib@gmail.com

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    Luis Fernando Narváez Cázares

    Presentación

    Con fecha de nacimiento de 13 de agosto, en Monterrey, Nuevo León. De nacionalidad Mexicana.

    Semblanza

    A la fecha ha publicado más de 100 libros destacándose en diversas áreas: Derecho (Diccionario Jurídico Básico, Manual de Derecho Laboral, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Introducción al Derecho Civil y Constitucional); Educación (Terminología pedagógica, Recursos Didácticos para Secundaria y Bachillerato); en Poesía, con títulos como De la ciudad en Noche, Ceremonias a Tu Cuerpo, Verde menta, Llegaste tarde; así como en Historia Líneas Mexicanas – Personajes Históricos Curiosidades sobre los líderes mundiales Los 100 mejores libros de la historia; Relato, Novela y Enseñanza del idioma extranjero.

    Cuenta con diversos reconocimientos a nivel nacional e internacional y sus textos han sido publicados en México, Estados Unidos, Argentina y España.

    Es Fundador y Presidente de Conocimiento E Innovación Intercultural Armando Hart Dávalos, A. C. que en la actualidad trabaja impartiendo cursos, talleres y conferencias de temas relativos a la inclusión y participación social, promoción de valores y desarrollo intelectual jurídico y pedagógico, entre otras actividades de carácter comunitario y social.

    - Así es como termina, ¿No es cierto?- En el tono de voz de Mónica se dejaba entrever una especie de decepción.- Sin culpables, nadie a quién apresar...- La frustración estaba en el aire; sin embargo, aceptarlo sería ridículo, ese momento era el punto culminante y por más que trataran de buscar entre los montones de papeles que reunieron durante las últimas semanas, no encontrarían ya nada.

    - Parece que sí.- Santiago decretaba lo que los demás, a excepción de Fausto esperaban.

    Durante toda esa tarde dieron mil vueltas a las diferentes hipótesis. Repasaban los textos de las declaraciones que se asignaron para con una furia propia de quien sabe que todo está perdido y no puede aceptar el hecho, tratar de obtener algo, aunque fuera una mínima pista para seguir con aquello. El esfuerzo se hacía por los miembros del grupo sin éxito. Quien los tuviera de frente y no supiera a lo que se dedicaron en los días previos, pudieran pensar que se trataba de un grupo de personas que asistían a un funeral, y en realidad no era tan alejado de esa realidad.

    Aunque podían presentir, los cinco compañeros restantes deseaban que aquello se detuviera ahí. Al fin de cuentas hicieron todo cuanto estuvo en sus manos para lograr llegar a la resolución del caso, contaron con los medios necesarios y cada vez que solicitaban el apoyo oficial se lo brindaron; es cierto que pudieron ocupar más tiempo en su trabajo pero era imposible sumarle minutos al día. Y vaya que en ocasiones alguno llegó a creer que el tiempo se estiraba y no se dieron cuenta al caer la noche pues encerrados en aquellas paredes daba lo mismo que fueran las siete de la tarde o las dos de la mañana. El único en la sala que no se iba a rendir era Fausto.

    -Vamos, vamos. Creo que aún podemos rescatar algo, ¿Verdad?- El enamorado silencioso veía a los demás uno por uno mientras pasaba sus manos con rapidez por encima del escritorio frente al que estaban. Sus manos revoloteaban y los documentos cambiaran de lugar descontrolados. Desesperado, los llevaba y traía con la punta de los dedos como si con ello fuese a brincar una chispa que les diera la energía que le faltaba a todos.- ¿Verdad, Alberto? ¿Ángeles?- Suplicante clavaba su vista en ambos, que fueron los últimos en bajar la mirada al verlo ahí desesperado. - No me hagan esto, por favor...

    - Debemos resignarnos, Fausto...- En un último intento, Rocío le colocó la palma de su mano en el hombro izquierdo como para tratar de calmarlo.- El caso se lo toma la Fiscalía. Debemos entender que será mejor así... ¿Recuerdas lo que dijiste aquella ocasión frente al Secretario?...- La colega se refería a que ellos usaron todo lo que estaba a su alcance, dándole fuerza al dicho de los demás, y comparándose con la otra corporación que sí o sí tendría a sus manos mejores técnicas.

    - Es que pensé que podríamos llegar a algo...- Comenzaba a resignarse y se notaba en el volumen con el que hablaba.

    Todos callaron. Estaban decepcionados de sí mismos y a la vez temerosos por el futuro. No quedaba duda de que las amenazas se cumplirían pues dejaron bien en claro que al fallar en el intento los echarían a la calle. Por supuesto no todo estaba perdido. El trabajo realizado los ayudó a encontrar alguna que otra pista sobre un caso de tráfico de órganos y trata de blancas que hace tiempo se estaba investigando. Se adelantaron también a la llegada a la ciudad de un grupo criminal que sin duda pondría en jaque a todo el departamento si no se hubieran logrado recopilar datos importantes y eso en definitiva debería tener un ápice de ventaja sobre las malas noticias laborales.

    Dos días atrás, cuando con mayoría llevaban a cabo su reunión diaria, Santiago y Ángeles llegaron tarde pero no con las manos vacías. Recibieron algunas llamadas durante la semana y después de la insistencia que llegaba de diferentes fuentes, iniciaron una rápida revisión de los datos que marcaban tendencias delictivas. El reporte en mayor medida era sobre casas de seguridad que comenzaban a operar en diferentes zonas residenciales y en donde se realizaban extracciones de órganos a personas secuestradas, como poco a poco descubrieron. En un rápido recorrido y sin procurar las formas adecuadas para ello, se introdujeron en al menos ocho domicilios para darse cuenta que estaban repletas de desechos humanos inservibles para la venta en el mercado negro y en algunas incluso charcos de sangre fresca. Las herramientas médicas daban a entender que los procedimientos se realizaban en esos lugares y algunos otros elementos como artículos para la mejora del hogar o de las habituales para secuestro confirmaban lo que escucharon. Los reportes iban haciéndose de inmediato, uno tras otro mientras cruzaban las puertas de las propiedades o daban un vistazo rápido al deslizar a un lado las cortinas de las ventanas. Después de una breve llamada de atención por parte del Secretario que entendían debían recibir aunque sea por mantener las formas, esperaban a la llegada del equipo forense y se dirigían al siguiente destino. El tiempo de la mañana y tarde les dio para casi todas las zonas, aún quedaban siete viviendas más en la lista de las que pasaron dirección y señas particulares.

    Todos quedaron sorprendidos al escuchar de viva voz el testimonio de los colegas pero cayeron derrotados al ver imágenes de una de las casas y que incluían datos  sobre lo que se encontraba ahí.

    Todas las miradas se enfocaron en la pared que utilizaban para proyectar. El estómago se les revolvía e incluso algunas lágrimas se asomaron al repasar el contenido de la memoria USB. En la primera fotografía tomada hacia el piso, distribuidas sin orden, diversas prendas entre la que resaltaba una pequeña falda de mezclilla azul con el estampado de un sonriente oso. En la segunda, sola en una esquina, una especie de pelota formada con una blusa blanca plegada. La tercera foto fue la peor. Presentaba varias credenciales de identificación, eran nueve acomodadas en líneas de tres para facilitar la captura. Justo en medio de todas estaba la de Lizeth.

    Como reflejo cada uno volteó a ver a Fausto. Ni siquiera terminaron de revisar el total de las fotografías con otras posibles víctimas porque querían cerciorarse de que el compañero estuviera aún de pie. Y cierto que lo estaba, pero también en sus ojos nublados ya por las ganas de llorar encontraron un dolor indescriptible. Algo de lo que quizá creyeron observar alguna vez pero no estaban seguros.

    Hacía dos días que el tiempo se alargó. El destino decidió concederles un plazo adicional y ahí lo tenían. Era cuestión de horas para que terminara. Ahora tendrían que iniciar el trabajo burocrático.

    Sin embargo, otra repasada a la misma imagen lo hizo rebotar de la silla y sin decir algo salió por la puerta como de rayo.

    Capítulo 1

    - El problema es aún más complejo de lo que parece... Incluso, estoy seguro que ni siquiera les pasa por la cabeza la montaña de quejas y denuncias que se nos vienen encima...- Gritaba el hombre frente a todos los que estaban en la sala. Los de la primera hilera llevaban la peor parte pues además del profundo regaño les alcanzaban en el rostro las gotas de saliva que brincaban desde la comisura de los labios de aquel sujeto alto y actitud imponente, lo que les provocaba un asco terrible que debían ocultar al bajar de vez en cuando la cabeza para hacer una mueca sin ser vistos o pasarse la mano por las partes húmedas como si ejecutaran el acto a modo de reflexión.- Más de una vez, más de diez veces, ya perdí la cuenta de las ocasiones en que les he ordenado que no dejen pasar este tipo de cosas pero ahora me entero de que ustedes lo que buscan es que me echen, burlarse de mí y del trabajo que he llevado a cabo en este lugar con tanto empeño. Dígame alguien que no es así, carajo.- Continuaba exacerbado ante la mirada perpleja de unos, asustada de otros e indiferente, incluso burlona, de los menos.

    - Se equivoca, Secretario.- Al fin una voz se animaba a responder, aunque por el inicio de su comentario no parecía que le fuera a caer tan bien al interpelado y se reflejó en sus ojos que se abrieron como platos ante ello.- Esto no se trata de perjudicarle ni mucho menos buscar que lo corran de acá, estoy seguro que ninguno de nosotros en lo individual ni como grupo tenemos la potestad suficiente para lograrlo...- Calló un momento como si pensara que se equivocó de palabras y continuó para arreglarlo.- Quiero decir que por supuesto no lo hemos intentado pero tampoco somos tan estúpidos como para hacerlo.- Todo mundo quedó en silencio.

    - Bien.- El que parecía ser el jefe volvió a tomar la palabra ya sin el gesto de sorpresa.- Entonces dígame... Oficial... Cuénteme por favor cómo es que llegamos a esto para conocer y entender las razones...- Ahora señalaba la pantalla de su teléfono celular que a la vez era proyectada sobre la pared con la ayuda de su computadora y que mostraba una nota de un medio de comunicación local que asegura el fracaso a causa de la falta de acción e ineptitud del cuerpo policial en el que formaban parte, declarando que ellos fueron los causantes de la muerte de una jovencita y cuya hija de dos años aún no había sido localizada, lo que sí era algo de qué hablar y sobre todo recriminarse.

    - Pues no tengo mucho qué decir sobre eso, en verdad, pero también quiero que quede en claro que si estuviéramos en mejores condiciones de equipo y esas cosas no estaríamos aquí.- Al decir esto se dio cuenta desde su lugar recargado en el marco de la puerta que algunos de sus compañeros se atrevieron a asentir con la cabeza, medio tímidos, lo que no fue del agrado de su interlocutor, aunque no pudo evitar sentir como debajo de su grueso uniforme se le enchinaba la piel, como si su mente supiera que de alguna forma fue en absoluto inoportuno.

    - Dígame, oficial. ¿Cuánto tiempo lleva en su puesto?- La sonrisa que empezaba a aparecer en su rostro revelaba la intención de cambiarle el juego para incluso dejarlo en ridículo y vaya que era capaz de eso y más, demostrándolo todos los días y en cada ocasión que se podía. Todos lo sabían.

    - Catorce meses, Secretario.- Respondió sin titubear pero dentro de sí tuvo la sensación de que era ridículo desear imponerse con tal condición.

    - ¿Y usted cree que ese tiempo es suficiente para notar lo que se atreve a decir?- El tono era aún más cargado de burla que de molestia y lo disfrutaba.

    - Tenga usted la seguridad de que desde el primer día uno confirma lo que todo el mundo dice allá afuera...- Comenzaba a responder sin temor y preparado para lo que vendría.

    - Bueno, usted es un caso... - El líder lo interrumpió porque además de saber hacia dónde iba y que tenía la razón, no dejaría que la expusiera para evitar contaminar a los demás, novatos y veteranos, estos últimos incluso conocedores de tal circunstancia pero desinteresados.- Lo digo con sinceridad, me es difícil entender que una persona que no cree que tengamos las credenciales como grupo de policía arriesgue su vida al ingresar... A menos que por supuesto se trate de un asunto político y me es necesario recordarles a todos que aquí está prohibido en lo absoluto mezclar ese tema con el de seguridad. No voy a permitir que nadie busque salidas fáciles al  lanzar culpas propias a quien se atraviese pero si alguien quiere agregar algo más a lo que su compañero expone que sea en este instante y no perdamos más el tiempo.

    La sala enmudeció de nuevo y al retomar la palabra aquél oficial, el Secretario volvió a hablar para evitarlo, dejándolo con una boca medio abierta que poco a poco fue cubierta por los labios fruncidos.

    - Quiero que vean estas fotografías.- desde su celular controlaba lo que todos tenían frente y una tras otra las imágenes perturbadoras, incluso para ellos que estaban acostumbrados a este tipo de cosas, pasaban para hacerlos sentir tan poca cosa, inofensivos ante la crueldad del mundo e insatisfechos en la labor que realizaban, quizá de esa forma lograría lo que deseaba, o al menos la esperanza quedaba.-

    Quiero que todos volteen a ver esta imagen y tengan bien presente que los culpables de ello son ustedes. Espero que de esa forma su consciencia los haga trabajar con verdadera presencia y responsabilidad. Ahora los quiero a todos fuera de aquí y más vale que pronto tengamos a quienes hicieron esto. ¡Fuera!.- Ordenó con rudeza.

    Mientras todos dejaban el lugar, en la pared seguía la cruenta fotografía en donde Lizeth Costa yacía muerta. En el recuadro que guardaba para siempre la evidencia de lo que ocurrió se podía observar una parte del cauce de un rio casi seco, un hilo que se componía de escasa agua sucia proveniente de las coladeras de todas las casas que se encontraban a los alrededores y por toda la línea que dibujaba aquel elemento natural que cruzaba toda el área metropolitana del estado, compuesta por nueve municipios. Ahí, rodeada de plastas de lodo que le daba dirección también a los desechos humanos empujados por el escaso líquido vital, una cabeza envuelta en una bolsa de plástico parecidas a las que se entregan con la comida rápida en un restaurante, casualidad o no, el mismo en donde trabajaba la chica de la que podía observarse parte del rostro a través de una abertura que hizo el indigente que la encontró. Su cara revelaba paz, complacencia y por el estado del cuerpo, las laceraciones y marcas que presentaba, podía adivinarse que de eso se trataba, la tranquilidad de saber que había terminado la tortura. Arriba a la derecha, distanciada dos metros de acuerdo al reporte escrito y que resultaba evidente a la vista, una mano cercenada descansaba con la palma hacia el cielo, cubierta de una gran mancha morada con orillas negras que se confundían con la tierra en donde se encontraba.

    - Quiero felicitarlo, Oficial. - El Secretario de Seguridad Pública se adelantó a hablar con la intención de darle un giro al ambiente provocado entre él y su subordinado.- Es usted valiente y créame si le digo que lo entendí y tiene razón.- Ahora le extendía la mano para estrecharla al mismo tiempo que lo miraba a los ojos, frío y con una rígida formalidad. Ninguno de los dos bajó la vista, como hubiera querido.

    - No entiendo...- Respondió en verdad confundido el oficial que incluso dudó sobre tomar aquel saludo, pues tal vez sería un artilugio para acercarlo y colocarle un golpe en la boca del estómago como suele hacerse en ese instante cuando el agresor aprovecha el descuido. Al ver que ya casi todos abandonaron aquel reducido espacio era una posibilidad, además conocía los métodos poco legales que procuraba aquel sujeto, pero se liberó de la idea al ver que hablaría más.

    - Lo que escucha. - Retomó el Secretario.- Lo felicito. Quiero que sepa que en este lugar todos tienen el derecho y claro está, la obligación de expresar cualquier situación relativa a nuestro trabajo, todo por el bien de los ciudadanos... ¿Ahora entiende?

    - Creo que sí...- Era mentira pero no lo diría. Aunque sabía que en su rostro podía observarse la desconfianza, nunca fue demasiado bueno para ocultar los signos que al paso de los años cada vez se impregnaban más en la piel, provocándole algunas marcas permanentes de esas que llaman arrugas y que él desdeñaba solo como evidencias de su falta de control de emociones. Por ejemplo, el ceño fruncido ya tomaba lugar por encima de su nariz y entre las cejas. En más de una ocasión le preguntaron si estaba enojado a lo que respondía que no desconcertado.

    - Pues bien, solo déjeme hacerle una recomendación.- Esto tomaba forma y el oficial ahora sí tuvo una idea de lo que venía, sobretodo en el momento en que sintió la fuerza con que el brazo de aquel le cayó sobre los hombros como para hacerlo más pequeño y clavarlo en la tierra para no tener que volver a verlo.- Hay cosas que no se ventilan sino que se llevan en forma discreta. Por favor, si en otro momento tiene algo que decir o proponer, vaya a mi despacho.

    El Secretario bajó su brazo al cruzar la puerta y sin despedirse giró a la derecha con dirección a su oficina. Fausto Contreras, oficial de reciente ingreso quedaba con el pensamiento perforado. Aquella mujer no era una chica más, otra víctima, sino la mujer que desde hace un año le daba luz a sus mañanas.

    Ahora que se ordenó formar una Comisión para tratar el caso de la chica asesinada las cosas deberían ir con mayor cuidado y mejores resultados o al menos así lo aseguró el Alcalde en una reunión con su Secretario de Seguridad Pública, alentado por el par a nivel estatal y su Ejecutivo, jefe directo y responsable político de cualquier tragedia. Se esperaba desde diferentes plataformas que la situación tuviera un fin legal y justo, capturar al o los delincuentes y darles su condena, eso deseaba y claro que merecía ya no solo la familia sino todas las personas que seguían con el consumo de información confiable o no de los medios de comunicación y en definitiva las redes sociales, desde donde se podía confundir a todo el mundo, como lo era bien sabido.

    Al paso de los días la cosa no cambiaba. A cualquier lado a donde se presentaran, los oficiales eran abucheados e insultados, varios de ellos se preguntaban a sí mismos en qué momento cambió aquello, mirándose con discreción por la rejilla de su cubrerostros mostraban una complicidad que les dolía. La mayoría había sido partícipe en delitos de menor envergadura y no pocos conocían a algún delincuente de medio pelo con el que estaban acostumbrados a hacer trato pero también no muchos, quisiera decir que casi ninguno, hubieran aceptado formar parte en algo como lo que vivían. Es cierto que nunca han sido los más queridos, incluso con dificultad se les reconocía en su labor mientras patrullaban por las calles o se apersonaban en alguna necesidad, pero en definitiva era preferible la indiferencia en lugar del odio al que ahora estaban casi expuestos. Así que la tarea era doble ya que por una parte estaban obligados a resolver un caso complicado por la falta de detalles concretos y el alto número de implicados que pronto crecería y por la otra lograr calmar los ánimos de la población que ya muchas razones contaban para desligarse de ellos y desatender indicaciones importantes. Sin contar que en el plano personal, las familia de ciertos elementos decidieron encerrarse bien en su casa con doble llave en las puertas y las cortinas de ventanas aparejadas, esto desde el momento en que se difundió la noticia de que algunos policías eran cómplices en el delito. Cierto o no, todos estaban ahora expuestos y mientras no se solucionara el asunto era mejor prevenir.

    La Comisión por lo tanto iba a realizar todo cuanto fuera necesario para lograr el objetivo y tenían carta abierta para emplear cualquier método, siempre adecuado a la ley porque estarían bajo lupa, e incluso contaban con un fuerte presupuesto para no escatimar en gastos. Para formarla fue necesario que el Secretario de Seguridad, dos mandos subordinados pero con experiencia castrense, algunos de los miembros del cabildo e incluso el Alcalde se reunieran para examinar los expedientes de algunos oficiales. Iban a dejar fuera, claro está, a aquellos a quienes se había señalado en concreto mediante una publicación en internet de haber participado y qué estaban siendo interrogados con dureza.

    - Propongo que en este proyecto se encuentren los hombres de mayor antigüedad en el cuerpo. De esta manera aseguramos que hayan tenido un buen número de capacitaciones y presuman nervios fríos en los momentos difíciles.- El Secretario disfrutaba de hacer comentarios que más bien parecían órdenes tendientes a ahorrar tiempo, esfuerzo y dar por concluido algo.

    - No es sencillo. Quiero decir que sería fácil de ese modo; sin embargo le recuerdo, ya que apenas tiene poco más del año con nosotros, que en esta administración que avanza en su quinto, el cambio de elementos es una constante.- Respondía uno de los regidores que era el responsable administrativo del área de Seguridad Pública.- El Licenciado puede dar fe de ello.- Complementó mientras volteaba a ver al Alcalde que desde un extremo corto de aquella mesa en la sala improvisada escuchaba atento y sólo se limitó a afirmar con la cabeza. Mientras se celebraba la reunión, en su mente corrían fotogramas de otros temas que consideraba en verdad benéficos a su causa personal.

    - Entonces, ¿Qué propone usted?- Uno de los oficiales preguntó y parecía más una defensa para reforzar lo dicho por su jefe, que sonrió sin poder evitarlo ante el cuestionamiento sobre una duda honesta.

    - Podríamos intentar revisar uno por uno los perfiles de los elementos destacados y seleccionar a los de experiencia más completa en lo teórico y práctico.- Otra voz se unió, era la de la Síndico tercero cuya actividad principal no estaba relacionada al tema de la reunión pero que gustaba de siempre estar en todos lados. Nunca faltaba a ninguna reunión y al ser la principal miembro del partido opositor, trataba de desvelar cualquier mínimo error para dejar al descubierto a su líder indeseado. Gracias a su presencia fue imposible lograr un clima de confianza entre los demás asistentes.

    - Primero debemos definir qué buscamos...- Dijo atropelladamente uno de los invitados que pertenecía a una asociación en defensa de la mujer, como observador ciudadano y todos voltearon a verla extrañados. Al igual que la Síndico no era raro verla ahí aunque sus fines no eran en concreto políticos.

    - Es cierto...- La apoyó la Síndico Tercero que trataba de hacer migas con cualquiera que mostrara resistencia a la autoridad ahí representada.

    - Pues claro... Aprovechemos que tenemos todo el tiempo del mundo para esto. ¿Alguien quiere un té?- El Secretario lanzó su comentario mordaz y sobre la mesa se sintió cómo el silencio incomodaba a todos sobretodo porque sabía que su ironía estaba cargada más de verdad que de burla.

    - Vamos a dejarnos de pendejadas y que se haga ya.- Dijo al levantarse de su silla el Alcalde para tomar la perilla de la puerta, mientras bajaba la velocidad con la que avanzaba pero sin detenerse. No iba a perder más tiempo, sobre todo porque después de esto tenía un reloj que corría con las manecillas en contrario y le señalaba el tiempo para que su partido eligiera al próximo candidato para esa ciudad y él aún podría competir para su tercer y último periodo.

    Quedaron en la sala todos los demás con un ambiente de incomodidad que se revelaba en sus rostros, el movimiento de las manos y aquellos sonidos que provoca el calzado al moverse rápido mientras golpea el suelo al momento de la desesperación. Alguien tosió en falso como para llamar la atención y todos voltearon a verlo.

    - ¿Sera acaso un premio a tus comentarios?- Mientras se reía Lucio por la burla que merecía su colega, Fausto lo volteaba a ver con cara de enojo, aquella que se comparte en la cómplice camaradería. Se conocían de hace muchos años así que no tenían problema con jugar duro de vez en cuando.

    - Supongo que así lo es.- Respondió acomodándose a la circunstancia y mirándolo de arriba a abajo en señal de poca modestia.- Uno de nosotros debería ser el bueno.- Su compañero hizo una mueca como de dolor y le lanzó un puñetazo en el hombro izquierdo.

    - Pues entonces ya te tocará más trabajo pero está perfecto para que te luzcas, ¿No crees?- Esta vez la pregunta era seria.

    - También supondré que sí, aunque te confieso que ese no sería el motivo principal. Me interesa más reconocer lo que sucedió en este asunto por lo que ya sabes...- Se le cortó la voz al llegar a ese punto de su comentario al mismo tiempo que le venían a la mente y con religiosidad las imágenes de Lizeth.

    - Sí... Espero que lo puedas lograr.

    A Fausto lo seleccionó directo el Secretario. Sería la oportunidad para construir uno de los dos escenarios que buscaba. En el primero lograban el cometido y Fausto junto a sus demás compañeros sería galardonado detrás de las paredes de la Institución a la que representaban. En el segundo, fracasaban por completo y los oficiales,

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