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Sueño de los Guardianes I-1: Ascenso: Sueño de los Guardianes, #1
Sueño de los Guardianes I-1: Ascenso: Sueño de los Guardianes, #1
Sueño de los Guardianes I-1: Ascenso: Sueño de los Guardianes, #1
Libro electrónico492 páginas7 horas

Sueño de los Guardianes I-1: Ascenso: Sueño de los Guardianes, #1

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Información de este libro electrónico

En un mundo dividido por humanos y adeptos, Chris emprende un viaje para conquistar la cima del Monte del Rey, la prueba definitiva de fuerza y habilidad. Mientras viaja, se enfrentará a sus propios miedos y debilidades, formará verdaderas amistades y descubrirá quién es realmente.

Pero mientras navega por un mundo lleno de peligros e intrigas, Chris se verá obligado a enfrentarse a la verdad sobre el mundo y sobre sí mismo. Tendrá que lidiar con la política de las naciones adeptos y los poderosos adeptos conocidos como los Seis Lords, que gobiernan sus respectivos territorios.

Sigue a Chris en un emocionante viaje de autodescubrimiento en un mundo donde el equilibrio de poder cambia constantemente.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 jun 2022
ISBN9798201477530
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    Sueño de los Guardianes I-1 - Ch. E. Gallardo

    Introducción

    Hace mucho tiempo, cuando los humanos apenas empezaban a formar comunidades, dos seres de gran poder colisionaron, trayendo destrucción a la tierra. Para los mortales, la tierra llena de vida fue pisoteada por capricho de seres fuera de su mundo, fuera de sus vidas. Con gran ira hacia los seres y avivando las llamas de sus corazones con el amor a la tierra que los vio nacer, los seres fueron expulsados del mundo.

    Con el poder que despertaron, los humanos construyeron grandes civilizaciones, expandieron sus dominios a lo largo y ancho del mundo. Nada estaba fuera de su alcance, ningún monstruo era capaz de hacerles frente...hasta que el mundo se volvió aburrido y sin sentido. Celosos de sus semejantes, cada civilización empezó a añorar el poder de sus hermanos, quienes podían construir añoraban destruir y quienes podían destruir añoraban construir.

    En poco tiempo, todo lo que construyeron tras eones de prueba y error, apoyo mutuo y lazos más allá de las eras, desapareció en menos de un parpadeo. El propio poder que usaron para proteger el mundo donde vivían los terminó consumiendo hasta que no quedó rastro alguno de ellos.

    El tiempo pasó, las nuevas civilizaciones se erigieron sobre las cenizas del viejo mundo y, aunque nadie sabía lo que había sucedido, la historia se repitió una y otra vez en un ciclo inevitable. La interminable carrera del humano de construir un camino hacia la grandeza, alcanzar los cielos y solo terminar cayendo al abismo solo para repetir el proceso.

    A lo largo del camino, los humanos con poder tomaron las riendas del rumbo de la civilización, cualquiera con poder puede tomar las riendas, sí, pero no cualquiera con poder tomará el camino hacia la grandeza. De este modo, los humanos sin poder se hartaron del ciclo interminable de la impotencia.

    Haciendo uso del único poder que tenían, su ingenio, los humanos sin poder empezaron a prosperar y alcanzaron alturas nunca imaginadas por los humanos con poder. Se voltearon los papeles, ahora ellos tenían el poder y las riendas. Los humanos con poder fueron repudiados y se vieron obligados a ocultarse en las sombras, donde nadie los encontrara, donde pudieran vivir en paz.

    Hace 400 años, un hombre reunió a los humanos con poder y los unificó en un solo movimiento, con un solo objetivo, sobrevivir bajo la luz del mundo. Poder gritar a los cuatro vientos que está vivo en el mundo, sentir la libertad que toda su vida añoró, ese hombre realmente llegó a la grandeza y su nombre quedó grabado en los anales del tiempo.

    Poco sabrían todos que terminaría traicionando a todo el mundo, a humanos con y sin poderes, con tal de llegar a la cima y traería una gran oscuridad al mundo entero. La cicatriz que dejó, la misma que se ha repetido infinitas veces en el mundo, daría pie a la historia de un joven con la ambición de alcanzar esa misma cima.

    Capítulo 1 – El primer paso

    En una aldea falta de vida, donde la cotidianidad es buscar algo que hacer con sus vidas, los aldeanos hablan preocupados por la reciente subida de tráfico de personas que ha habido los últimos años. Recientemente pasan más forasteros por el pueblo, aunque sea bueno para los negocios no pueden bajar la guardia por la posibilidad de que les quiten lo poco que tienen.

    Alguien empieza a hablar sobre una caja sobre los recientes ataques de monstruos en la zona, los habitantes se ven más preocupados por lo activo que se ha convertido el mundo. Un joven en harapos y cubierto de suciedad cargando una espada un poco grande y un costal en cada mano se adentra al pueblo en busca de un sastre.

    La gente le da las indicaciones correctas, y mientras el joven recorre su camino todos le echan miradas y hablan a sus espaldas. Después de un recorrido corto llega a su destino y en el interior se encuentra con un señor con cabello canoso tan blanco que los ojos del joven los entrecierra al intentar mirarlo directamente.

    El viejo sastre suelta una risilla, señal de estar acostumbrado a dar exactamente la misma primera impresión por mucho tiempo. A diferencia del resto de personas, él ignora la apariencia del joven, y al señalarlo el sastre responde:

    —En esta línea de trabajo lo primero que ves en una persona es en lo que se puede convertir un cliente. Cada persona es una obra de arte aún por esculpir.

    El joven aprecia su sabiduría y mantienen conversación mientras se le toma sus medidas:

    —¿Qué clase de atuendo va a querer? ¿Colores preferidos? ¿Posturas habituales? —el sastre es muy metódico sobre los detalles de su trabajo.

    El joven se queda callado tratando de responder lo suficientemente claro a cada pregunta, la conversación es más un interrogatorio.

    —Quiero un atuendo para viajar, que cubra lo más esencial, para resistir el frío, caminar mucho, poder llevar objetos fácilmente. Supongo que azul y negro. Estoy más habituado a tener las piernas un tanto abiertas y mover los brazos, así que tome en cuenta la zona de la espalda alta, las rodillas y la entrepierna. —El esfuerzo mental de recordar cada pregunta y formular una respuesta clara y concisa a cada una de ellas deja una buena impresión en el sastre.

    —«Peticiones específicas, él ha de tener un objetivo claro» —pensó el sastre —¿Cuál es su objetivo? Si es que puede contarme. —dice el sastre mientras toma las medidas del cuerpo ejercitado del joven.

    —Eventualmente tomaré el Reto del Monte del Rey y llegaré a la cima del mundo, entonces podré cumplir mis objetivos. —contesta el joven con una expresión muy seria, pero llena de motivación, un fuego que el viejo sastre ha visto más veces que días que ha vivido.

    El sastre afirma que es un suicidio, incluso sus amigos de toda la vida se fueron del pueblo en busca de aventuras cuando jóvenes y jamás volvió a saberse de ellos. Él es el único que ha vivido tanto por tener los pies en la tierra y le pide que sea realista.

    —De nada sirve vivir si no intentas por lo menos cumplir con tus objetivos, ya sean sueños o ambiciones. —dice el joven con completa honestidad que sus palabras llegan al corazón del sastre, hasta lo hicieron sentir joven una vez más —Aunque usted diga que es un suicidio, no hay otra cosa que quiera hacer con mi vida, es de lo único que estoy completamente seguro. Además, no es solo por mí, ya no es solo mi sueño.

    El joven agradece la preocupación del anciano y le asegura que no es una persona cualquiera.

    —«Esa mirada, este joven está decidido.» —deduce el sastre al ver de cerca el rostro de su cliente inusual, hasta que vio más de cerca —«Esas ojeras, ¿cuánto has llorado en tu corta vida?»

    —«Usted me recuerda a una vieja amiga, pero es precisamente ese aspecto lo que me llevó a este camino.» —piensa el joven al notar que el sastre está dejando la profesionalidad de lado.

    Retomando el negocio, además del atuendo, el joven ordena unas cuantas prendas para estar mejor vestido y la ropa es surtida al toque. Del costal que carga con él, el joven le paga al sastre con un pedazo de oro poco más grande que su puño.

    —«¿Acaso este chico está loco? Con esto podría comprarme una docena de trajes lujosos.» —piensa el sastre dado que el pueblo no ha pasado por buenos tiempos en muchos años —¿De dónde sacaste un pedazo tan grande? —pregunta el sastre y deja un tanto desconcertado al joven.

    —No sé, me lo entregó mi maestro por completar mi entrenamiento y para empezar mi viaje. Él mencionó que me ayudaría a mantenerme en forma. —contesta el joven mientras abre el saco y muestra que hay muchos más pedazos de tamaño similar ocupando todo el espacio de su costal. —Nunca he manejado dinero, siendo huérfano solo recibía lo necesario para vivir si cumplía con mis deberes en el templo. Con o sin dinero, viviré como me plazca.

    Mientras el pago y el costal son contemplados con ojos saltones reflejando semejante tesoro el joven pregunta sobre el pedazo de tela que está enmarcado en la pared.

    —Es mi mayor tesoro, un pedazo de túnica élfica, muy resistente y ligero y tiene una gran historia por detrás. —contesta el sastre con mucho orgullo y nostalgia, lo cual fue suficiente para que el joven pidiera entusiasmado escuchar la historia y el sastre se emociona al tener la oportunidad de desempolvar su relato.

    "Cuando era joven, tan joven como usted, era aprendiz del negocio familiar, mi padre era un excelente sastre, tanto que le llegaban encargos de familias adineradas de sitios lejanos. Un día nos visitó un miembro de la realeza y pidió un atuendo en específico, pero mi padre se negó, pues era imposible conseguir el material más importante.

    La reputación de la familia cayó por los rumores que empezaron a rondar, por lo que yo decidí agarrar la bolsa e ir al bosque a conseguir aquello que causó tantos problemas. Fácilmente lo encontré, pero entonces descubrí la razón por la que era imposible conseguirlo, el bosque estaba infestado de monstruos y yo estaba muy adentrado como para salir enseguida.

    Estaba a merced de un monstruo muy grande y justo cuando estaba por ser devorado el monstruo cae al suelo, completamente tieso y pude ver que había recibido flechazos. De entre los árboles salió un sujeto cargando un arco y me dijo que corriera por mi vida, pero mientras lo decía el monstruo volvió a moverse y grité a todo pulmón ¡Detrás de ti! y terminó siendo herido por mi culpa.

    Después de rematar con facilidad al esperpento, pude ver claramente que se trataba de un elfo, con las orejas largas, piel muy blanca y de apariencia muy joven. Él se retiró a lo más profundo del bosque y todo lo que pude recoger como recuerdo fue aquel pedazo de tela de su túnica. Nunca llegué a agradecerle por salvar mi vida, pero gracias a eso logré vivir lo suficiente para reivindicar a mi familia."

    El joven escuchó cada palabra con suma atención, le agradeció y preguntó cuánto tiempo tardará su encargo. Un día, por lo que tiene suficiente tiempo para descansar en la posada, asearse y comenzar su viaje con el pie derecho.

    Con un pago igual de exagerado, le dan un festín para él solo y la habitación más lujosa, para un pueblo pequeño. En la noche, el joven se la pasa descubriendo lo que es un espejo y hace su mejor intento en quitarse todo vello facial.

    El joven se ve en el espejo con el torso desnudo, viendo cómo su cuerpo está tonificado, cubierto de cicatrices y recuerda cómo las consiguió todas y cada una. Suena un tintineo y ve el pendiente de cristal que cuelga de su cuello, contemplándolo profundamente en un silencio ensordecedor.

    —«Sólo mírate, después de tanto entrenamiento, seguro que ellas dos no te reconocerían. ¿Acaso importa? Cada uno tomamos nuestro propio rumbo, así que no hay nada más que pensar, solo queda seguir adelante.» —piensa el joven que claramente no ha tenido mucha interacción con personas en un largo tiempo.

    Después de pasar horas conversando consigo mismo y desconcertar al personal y a los huéspedes con los ruidos de la ducha y el desastre de los utensilios de baño, el joven cayó dormido como roca en el mejor invento de la historia, la cama, algo que nunca tuvo en su vida.

    Al día siguiente el joven no tarda en empezar a portar su atuendo de viaje, botas de suela dura, pantalones, túnica, chaqueta, guantes largos de medio dedo, además de una alforja en la cintura y hasta le incluyó una correa para cargar la espada en su espalda. Que el sastre tomara en cuenta que el joven utiliza la espada fue un gran gesto.

    Mientras el joven habla un poco más con el sastre se escucha un escándalo en las cercanías además de las voces de la gente. Al salir notan que el pueblo está bajo ataque de hombres oso, bestias enormes de 5 metros de altura, y son por lo menos diez de ellos.

    El joven se dirige hacia ellos, pero de la nada sale fuego y las bestias son derrotadas de uno en uno, unos cuantos huyen mientras de entre el fuego sale un joven con cabellos rojizos y sus puños envueltos en flamas. El manos de fuego se jacta de su victoria, pero uno de los osos se levanta para atacarle por detrás, y súbitamente es azotado al suelo por un puñetazo del joven con espada.

    —Oh, gracias por cubrirme. Eres una buena persona. —el manos de fuego dice muy despreocupado, pero el sastre se acerca a la escena y pregunta si ellos dos son adeptos. Ambos responden afirmativamente y reciben la noticia de que en el pueblo hay repudio hacia los adeptos, por lo que deben retirarse, lejos.

    Ellos salen corriendo una vez que empieza a reunirse la gente con horcas y gritando ¡Adeptos! ¡Adeptos! y el joven no puede evitar grabarse en la mente la imagen del odio que sienten hacia él sin conocerle.

    Después de alejarse lo suficiente, los dos adeptos descansan para recuperar un poco el aliento, el manos de fuego se presenta como Guilian, un trotamundos que lleva un tiempo recorriendo los alrededores. La espada es recostada en el suelo y Guilian es correspondido.

    —Me llamo Chris, recién empiezo mi viaje. —a pesar de la presentación Guilian solo recibió un nombre y vaga información, pero es lo mejor que pudo sacar Chris —¿Qué más quieres que te diga? No hay muchas cosas relevantes en mi vida.

    Guilian le pregunta si realmente es ‘uno de los suyos’, pues no cree que Chris sea un adepto, solo dio un golpe al hombre oso, pero Chris de inmediato le demuestra que se equivoca. Él es un adepto de Tierra, simplemente que no mueve tierra, usa sus poderes para aumentar su propia fuerza.

    —No se trata del poder que tengas, sino cómo lo utilizas. —Chris explica mientras manipula la tierra para preparar una hoguera —¿Acaso crees que es posible que un humano sin poderes podría noquear a semejante bestia con fuerza bruta?

    Guilian queda un poco intrigado por cómo el poder de la Tierra se vuelve fuerza bruta, pero Chris decide no responder, no es como que se conozcan lo suficiente. Por ello, él invita a Chris a viajar juntos, los dos derrotando monstruos mientras se abren paso al mundo le parece una grandiosa idea.

    —Bien, ¿y a dónde sugieres que viajemos? ¿Tienes algo en mente? —pregunta Chris pues siendo Guilian quien propuso semejante idea, es seguro que tenga algo planeado.

    —Ni idea, soy un trotamundos, solo viajo sin planear con antelación. Suelo aprovechar las oportunidades que se me presentan. —dice Guilian con una despreocupación muy descarada que hace suspirar a Chris.

    Chris menciona que quiere ir al bosque que mencionó el viejo sastre, él quiere hacer algo al respecto sobre el agradecimiento pendiente del anciano.

    —Espera, ¿por qué quieres ir ahí? —pregunta Guilian un poco desconcertado —Es solo un anciano que viste un par de veces, ¿no?

    —¿Tiene algo de malo? Tal vez nadie lo notó, pero escuché lo que decían los aldeanos a mis espaldas, cuando llegué al pueblo, cuando cenaba en la posada, incluso mientras estaba en el baño. —responde Chris contundentemente —Ese sastre fue el único decente en todo el sitio, quiero recompensar su buen corazón. La vida es solo una y para él es imposible cerrar ese asunto, no quiero rendirme con él, no puedo dejarlo inconcluso.

    —«¿Es en serio? Habla con total claridad, no miente, no oculta nada. Sus intenciones son claras como el agua.» —piensa Guilian mientras contempla la mirada determinada de Chris

    Guilian se ríe a carcajadas, le parece refrescante las palabras de Chris, le dice que es el primer sujeto que conoce que se atrevería a algo así. A Guilian le parece una gran idea adentrarse al bosque infestado de monstruos para encontrar la aldea de elfos que nadie ha confirmado su existencia por más tiempo del que existen los pueblos y aldeas de los alrededores.

    —¿Lo dices en serio o solo estás siendo sarcástico? —pregunta Chris mientras se da cuenta que su propia idea suena alocada una vez que lo dice otra persona.

    —¿Entonces, puedo ir contigo? Ya recorrí los pueblos de toda esta región y no te pierdes de mucho. —pregunta Guilian ignorando el debate con Chris —«Eres un bicho raro, pero al escuchar tus razones, no puedo dejarte ir solo, odiaría que murieras tan pronto tras haberte conocido.»

    —Haz lo que quieras. —responde Chris después de dar un gran suspiro.

    —«¿Quién de nosotros es más tonto? ¿Yo por querer ir o Guilian por seguirme? De todas formas, no puedo permitir que ese sastre se quede con un asunto pendiente de ese tipo.» —Chris debate en su mente sobre su propia inteligencia y la influencia de su primer compañero.

    —Oye Guilian, quería preguntarte, ¿cómo fue que terminaron llegando los hombres oso al pueblo? Ayer uno de los aldeanos solo mencionó que los ataques eran en los alrededores. —pregunta Chris con curiosidad, le pareció muy repentino el ataque.

    —Ah eso, no sé, simplemente llegaron repentinamente, son muy maleducados, estuve comiendo carne de orco fuera de la aldea y me arruinaron la comida. —responde Guilian con gran indignación —Ojalá pudiéramos volver a la aldea para devorar sus carnes como venganza.

    —«Entonces fue tu culpa, cabeza de brasa.» —concluyó Chris sin mucho esfuerzo.

    Después de medio día de caminar, los dos llegan al famoso bosque y entran sin considerar que está a punto de anochecer. Mientras Guilian usa sus puños flameantes para iluminar sus alrededores, Chris guía la incursión percibiendo los alrededores con sus poderes de tierra.

    Una vez más, Guilian intenta saber cómo usa Chris sus poderes, por lo que Chris cede en esta ocasión. Al intentar controlar la tierra de los alrededores, esa zona es como una parte de su cuerpo, puedes reconocer la forma, posición y todo lo que esté en contacto.

    De entre los árboles, una figura femenina está descansando tranquilamente hasta que algo le perturba. Un olor que solo da mal augurio, por lo que empieza a saltar entre el follaje. Chris detiene súbitamente a Guilian, asegura que algo los está vigilando, pero de un momento a otro, Chris le advierte que una criatura se aproxima a atacarlos. Él sujeta a Guilian y lo jala para esquivar la embestida del monstruo, revelando su verdadera figura.

    Un ciempiés de 10 metros de longitud, completamente acorazado, se postra frente a ellos dos mientras Guilian prepara su fuego para contraatacar, pero Chris lo detiene en el acto, advirtiéndole que su fuego podría incendiar el bosque entero, causando muchos estragos.

    —Confía en mí, yo pelearé en esta ocasión. —dice Chris mientras desenfunda su espada y toma postura.

    —«Impresionante, tan solo su pose demuestra cuánta concentración obtiene en un instante. ¿Cuántos años se ha preparado para tener este nivel?» —piensa Guilian al contemplar a Chris mientras confía su vida en un sujeto que conoció ese mismo día.

    A pesar de lo grande que es su arma, la sostiene con un solo brazo y Chris sale corriendo directo al ciempiés en una aproximación mutua. Chris se desliza por debajo de la criatura y le brinda un espadazo lo bastante fuerte como para levantar al ciempiés y caer tendido.

    Chris no puede relajarse todavía, su espada lo golpeó, no lo cortó, debe encontrar un mejor ángulo para asestarle un ataque crítico. De inmediato el monstruo se levanta y ataca por segunda vez, Chris lo golpea con su puño izquierdo, volcándolo y descubriendo su mandíbula.

    Él se abalanza para atacar al mismo sitio, calma su respiración, concentra sus fuerzas en un solo punto, la coraza fue debilitada por el primer ataque, un ataque más fuerte debe terminar el trabajo. Con un espadazo más rápido que la vista, el ciempiés empieza a derramar sus fluidos mientras se retuerce del sufrimiento, atacando a ambos adeptos con su enorme cuerpo.

    Chris detiene el ataque, cubriendo a Guilian, con su fuerza aumentada, aunque es difícil resistir por lo resbaloso que está su cuerpo por los fluidos. Mientras Chris aguanta lo más que puede, un proyectil vuela directo a la herida del ciempiés, dejándole un agujero enorme atravesando su cabeza, y cayendo al suelo.

    La batalla fue intensa a pesar de durar menos de un minuto, pero Chris no puede dejar de respirar por la falta de aliento, entonces su vista empieza a desvanecerse y cae de cara al suelo. Mientras pierde la conciencia logra ver unos pies aproximarse a la zona iluminada a medida que la voz de Guilian se pierde.

    A medida que todo se nubla, un recuerdo muy profundo en su ser sale a flote:

    —¿Cómo te llamas? —pregunta temblorosamente una niña de voz dulce.

    —Chris. —responde cortantemente un niño de mirada falta de brillo.

    —No tienes muchos amigos, ¿verdad? —responde la niña un poco molesta.

    —No tienes que estar conmigo. Nadie te obliga a hacerlo. —Chris mantiene su barrera de indiferencia.

    —Eso no es cierto, nadie debe estar solo, al menos...no quiero estar sola. —dice la niña mientras baja la mirada empezando a hablar cada vez más decaída.

    —Haz lo que quieras. —dice Chris resignado a la compañía.

    —Me llamo Karen. —se presenta la niña con una sonrisa.

    —...

    —¿Puedes siquiera contestarme? —pregunta Karen irritada por la falta de modales de Chris.

    —¿Para qué? Tú quieres compañía, yo no, conversar no es necesario. —intentando cortar la posibilidad de cortar la conversación.

    —Tú mismo dijiste que hiciera lo que quisiera, quiero hablar. —responde Karen con mucho anhelo en sus ojos.

    —Hablas tú, yo no. —Chris intenta librarse de ella.

    —Aunque no te guste, ahora estamos hablando, ja, ja. —la estrategia de Karen rindió frutos.

    —«Ahora que lo pienso, ahí empecé a sentir de nuevo, mi corazón empezó a latir y empecé a sentirme con vida. No hay un solo día que no me arrepiente de cómo terminaron las cosas.» —reflexiona Chris al soñar nítidamente uno de los momentos más especiales en su vida.

    Capítulo 2 – Flechazo

    Chris abre los ojos , despertó en una cabaña extraña, y mientras Guilian da un gran suspiro de alivio, las primeras palabras que suelta Chris son para preguntar dónde está su espada. Guilian le dice que está enfundada y en la casa del jefe de la aldea, Chris conecta los puntos, alguien le dio el golpe final al ciempiés, y lo llevaron a una aldea dentro del bosque.

    Entran a la habitación unas cuantas personas y los rasgos son evidentes, largas orejas, tez blanca, complexión delgada, gran altura y cabello largo y sedoso, ojos brillantes, ellos están en la aldea de elfos. Le dan una muy resumida explicación, le salvaron del veneno de los fluidos del ciempiés comehombres con herbolaria y lo trajeron a la aldea, pero confiscaron su espada debido a la naturaleza de la intrusión.

    Han pasado dos días desde aquella noche, Chris les da la misma explicación que Guilian, solo son viajeros que tenían curiosidad sobre la legendaria aldea de elfos y que no tienen malas intenciones. Una vez que Chris puede levantarse y andar sin ayuda, pasea por la aldea para ver lo que ninguno.

    Los elfos son seres muy pulcros, modales impecables, aire de superioridad intelectual, aunque eso es solo una opinión, pero tienen grandes señales de vivir de la naturaleza, por ningún lugar se ven señales de que traten con carne, son vegetarianos. El recorrido de la aldea de ameno se vuelve monótono, y Chris se aleja a los extremos, antes de adentrarse al bosque.

    —¿Cuánto más vas a seguir vigilándome? — Chris ha estado en alerta por un rato por una mirada penetrante que lo ha acosado desde que salió de la cabaña.

    —Me sorprende que me percibieras. —una voz se escucha desde varios ángulos.

    Aparece de entre los árboles una chica de cabello verde esmeralda largo y trenzado. Chris ahora está seguro, ella es quien remató al ciempiés. La chica pregunta en qué se basa para tal afirmación y la respuesta es clara, Chris notó que su cabello está peinado de tal manera que no obstruya su tiro con arco, además de tener claros hábitos de andar por las ramas, literalmente, se mezcla perfectamente con el ambiente boscoso, y por si no fuera lo suficientemente evidente, ella da exactamente la misma presencia de poder elemental de Aire que en aquella noche.

    —Lo que más me llamó la atención es que no compartas ni un solo rasgo élfico, te ves demasiado humana como para ser uno de ellos. —las palabras de Chris la ofenden sin tener tal intención.

    —¿Acaso tienes un problema con ello? —la arquera pregunta con mucha irritación en su expresión, al parecer Chris encontró un complejo muy sensible.

    —Verás, arriesgamos nuestras vidas para encontrar la aldea de elfos y lo más extraño es encontrar a una humana aquí, y más que eso, una adepta. ¿Qué puedo hacer sino encontrarlo fascinante?

    —Pues disculpa, me llamo Tsubaki y perdóname por no ser un elfo como el resto de los aldeanos. —despotrica la arquera que al menos mantiene los modales como para presentarse primero antes de hacer cualquier otra cosa.

    —Me llamo Chris, un simple viajero que casi muere en su primer día de viaje. —se presenta con un poco de vergüenza y decepción hacia sí mismo.

    —Mucho gusto, Chris. —contesta Tsubaki sarcásticamente —Además, ¿poder elemental? ¿adepta? ¿De qué estás hablando? ¿Es algo del mundo exterior? —pregunta con una cara llena de inocencia e ignorancia, comiendo un bocadillo que sacó de un bolsillo.

    —Espera, ¿de dónde sacaste eso? —pregunta Chris un tanto desconcertado.

    —Oh, lo robé de las provisiones de la aldea, como siempre tengo que buscar mi comida suelo robarles la comida antes que ellos se la coman. —responde Tsubaki mientras disfruta de la comida —Aunque debo admitir que esta vez se lucieron, nunca lo habían preparado.

    —«Esas eran mis provisiones, ¿ahora cómo le explico que está comiendo pierna de res ahumada?»

    Retomando el hilo de la conversación y para evitar que Tsubaki vomite la comida que acaba de gozar, Chris le explica con completa honestidad mientras los dos se sientan detrás de la cabaña, ella usó poder elemental para pelear con su arquería, un adepto reconoce a otro si presencia sus habilidades en uso. Aunque sean de elementos diferentes e incluso opuestos, los elementos reaccionan los unos con los otros.

    —Yo detecté tu presencia hoy igual que tú nos localizaste esa noche. Me sucedía mucho con mis amigas en el templo donde crecimos y entrenamos. —menciona Chris para generar confianza con Tsubaki, aunque realmente funcionó por la expresión que ella ve en su cara, mucha nostalgia.

    —«Él me dice la verdad, es la misma expresión que usan los aldeanos al recordar a sus hijos cuando eran unos niños pequeños hace siglos.» —Tsubaki reflexiona unos segundos para procesar la verdad que Chris le reveló —«Además, su aroma me resulta peculiar, no está mintiendo, de eso estoy segura.»

    Tsubaki se disculpa con Chris, su temperamento es muy volátil por el ambiente en el que creció. No ha habido niños en la aldea por siglos, por lo que ella es literalmente la aldeana más joven y algunos incluso la discriminan por ser humana. Estar en guardia toda su vida en una aldea de la que no puede irse y no tener una familia con la cual resguardarse es muy duro para cualquiera y eso lo entiende Chris.

    Desde que tenía memoria, Chris estuvo viviendo en las calles, veía a las personas ir y venir mientras estaba sentado y muy quieto. Él siempre llegó a preguntarse a dónde iban, cómo les había ido en su día, cómo sabe la comida que llevan, por qué ríen los niños que son llevados de la mano o son cargados en brazos por adultos. El único momento donde no estaba solo era cuando dos niños más grandes que él lo recogían y le daban comida, dormían y viajaban juntos.

    Para él, ellos eran su mundo, uno muy pequeño, pero era todo lo que él tenía y no importaba nada más. Algunos recuerdos que tenía de esa época eran muy difusos, dentro de cajas, oculto en la mercancía de carruajes y embarcaciones. El recuerdo más vívido en su mente es su llegada al templo.

    Un día estaba muy enfermo, su cabeza daba vueltas y los dos niños estaban desesperados por llevarlo a un lugar. Como tenía una fiebre muy alta, Chris no podía caminar, por lo que los dos niños se turnaban para cargarlo. Justo en medio del bosque los dos niños lo dejaron recostado junto al camino en medio del bosque frondoso.

    Los dos niños jadeaban de cansancio y le preguntaron qué quería de comer, que era su día especial, la cuarta vez que se celebraba. Chris solamente pidió una cosa, comida deliciosa, no importaba qué, solamente que lo comieran juntos los tres. Los dos niños salieron en busca de comida y Chris se quedó dormido, y para cuando despertó ya estaba en el templo.

    Chris preguntó sobre el paradero de los dos niños, pero los monjes que lo atendieron declararon que no había nadie en los alrededores. Por preocupación, Chris pidió que los buscaran, que eventualmente aparecerían porque aún tienen que comer juntos y los monjes aceptaron buscar y estar en alerta por si encuentran alguna pista de su paradero.

    Él estuvo esperando en la puerta del templo días sí y días también, viendo ir y venir a los monjes en busca de los dos niños cuya existencia solo consiste en las palabras de Chris. Los días se volvieron semanas y las semanas en meses, bajo la luz del sol, bajo la lluvia torrencial, Chris estuvo esperando para comer juntos, pero nunca aparecieron. Ese fue su cuarto cumpleaños.

    Los monjes le dijeron todo el tiempo que no había señales de esos dos niños, y en cada ocasión se negaba a dejar el sitio. Pero con el paso del tiempo su corazón se fue debilitando, cada día su flama se fue apagando hasta que eventualmente...dejó de esperar.

    Chris no se levantó de la puerta, ya no esperaba, pero dejó de vivir, cuando los monjes lo inspeccionaban notaban su mirada vacía. Lo único con vida era su pequeño cuerpo infantil, los monjes no se atrevían a tocarlo, no sabían qué hacer al respecto, todos ellos habían entrado en el camino hacia la iluminación, por lo que no sabían cómo tratar con un niño que quedó completamente solo.

    Cuando uno de los monjes intento hablar con él, no recibió respuesta alguna, intentó animarlo diciéndole algunas reflexiones filosóficas, pero no recibió reacción alguna. Fue entonces que Yamamoto, el gran sacerdote del templo, no dijo una sola palabra, solo se quedó sentado junto a él, para pasar el tiempo estuvo meditando. Pasó tanto tiempo que los animalitos del bosque estaban encima del anciano, pero Chris seguía sin responder, hasta que recibió un pequeño roce.

    Un pequeño pájaro estaba postrado sobre el dorso de su mano, fue esa pequeña interacción externa lo que lo hizo responder por fin. Yamamoto no pudo consolarlo por su propia filosofía de desapego al mundo mortal, al igual que sus alumnos, por lo que le advirtió que estar tanto tiempo sin comer ni beber lo llevaría a una inevitable muerte.

    Cuando Chris volteó la mirada directamente a los ojos de Yamamoto, el anciano pudo notar algo en el pequeño, el camino de Mu, pues en el tiempo que el niño estuvo completamente inmóvil estuvo sufriendo un infierno en su mente. Estuvo pensando por qué no han aparecido los dos niños, por qué lo dejaron solo, si hizo algo malo para que lo hayan abandonado. Él mismo fue cavando su propia tumba dentro de su mente para ahogarse en sus propios pensamientos. Eventualmente algo se quebró dentro de él y se desconectó de esa parte de su mente, quedando completamente vacío, sin pensamiento alguno, habiendo llegado al mundo de Mu.

    Durante los siguientes 3 años, Chris estuvo sirviendo en el templo, no como un discípulo, sino como un simple sirviente con tal de merecer algo de comida y alojamiento. Como todo templo, recibían huérfanos para criarlos y posiblemente entrenarlos, todos ellos eran niños abandonados, refugiados, pero ninguno pudo romper la barrera de Chris. Entre todos, llegaron a despreciarle por raro, solo confirmándole a Chris la naturaleza de los humanos.

    En el transcurso del tiempo, terminó aprendiendo herbolaria, cocina y algunos consejos de meditación al escuchar las enseñanzas que recibían los estudiantes que recibían los rigurosos entrenamientos. La rutina era metódica, levantarse al amanecer, preparar el desayuno, regar las plantas y los huertos, limpiar las numerosas salas, habitaciones y artilugios. Más que el estilo de vida tranquilo de los monjes, la vida de Chris fue insípida, sin color, simplemente seguía con vida, sin apego a nada ni nadie, incluso las enseñanzas de Yamamoto no eran más que conocimiento sin utilidad para él. Él mismo sabía cómo vivía, pero no había nada que hacer al respecto.

    De vuelta en el presente, después de recordar el pasado, Chris solamente puede simpatizar con la chica que tiene a lado:

    —No te preocupes, todos tenemos pesares y entre más pesados sean, más fuerte se puede volver una persona. —las palabras de Chris son sabias, pero no merece ningún crédito —«Espero sus palabras la ayuden tanto como a mí, maestro.»

    Tsubaki suelta un suspiro de alivio, como si se hubiera liberado de una gran carga y una brisa fresca y agradable recorre la aldea. Tras ver esa reacción en el ambiente, Chris le propone a ella enseñarle sobre el poder elemental como agradecimiento por la ayuda con el ciempiés.

    —Una de mis amigas me explicó que el elemento Aire se manifiesta por la libertad de una persona. Este viento tan agradable, ¿así es como te sientes ahora? —pregunta Chris mientras cierra los ojos y disfruta del viento como no lo hacía desde hace años.

    —No estoy segura de a qué te refieres, siempre he tenido buen olfato y oído. Puedo escuchar a los aldeanos hablar sobre mí, por eso prefiero estar a solas, aunque me pase todo el día sola. —explica Tsubaki mientras empieza a abrazarse de las rodillas.

    —«Ella todavía no es consciente de ello, su poder elemental se ha arraigado a sus sentidos, su potencial es peligroso si no lo domina pronto.» —deduce Chris mientras la conversación sigue un curso casual.

    —¿Sabes? Es por eso por lo que estuve esa noche en el bosque, cuando me siento más tranquila es lejos de la aldea, entre los árboles. Su aroma y la tranquilidad de la distancia me dan sosiego. —Tsubaki se ve llena de anhelo al expresar sus sentimientos solitarios —Claro, eso fue hasta que ustedes llegaron, je, je.

    —Pues disculpa, solo quería encontrar a cierto elfo que le salvó la vida a un humano hace décadas. —Chris suelta su propósito al bajar la guardia por la charla amena.

    —No tienes que disculparte, son los primeros humanos que conozco en mi vida, así que me siento mejor que nunca. Ya no puedo sentirme sola ahora. —la sonrisa de Tsubaki deja algo incómodo a Chris.

    —«No pongas esa sonrisa, no quiero que se repita lo mismo que hace cuatro años.» —la expresión de Chris deja a Tsubaki algo confusa y preocupada.

    —Un elfo que le salvó la vida a un humano hace décadas, ¿no te referirás a...? —Tsubaki intenta conectar cabos, pero la luz del atardecer los interrumpe.

    La charla fue más larga de lo que previeron, pero Tsubaki está segura de poder hablar de nuevo otro día. Antes de regresar a sus deberes como cazadora nocturna, ella le agradece a Chris la charla, pero primero debe sacar información al jefe de la aldea sobre su poder elemental mientras tenga tiempo. El jefe se encargó de criarla, pues tiene cierto apego hacia los humanos a diferencia del resto de elfos, le tiene sumo respeto puesto que le enseñó a ser una cazadora.

    Ambos entran a la casa del jefe, Tsubaki está nerviosa por hablar de algo tan delicado, pero Chris se encuentra detrás de ella para brindarle apoyo moral y apoyarla si la situación se sale de control. Pero el jefe de inmediato los señala y explica que la aldea se encuentra en grave peligro debido a ellos dos.

    Derrotaron al depredador alfa del bosque y, aunque sea motivo de celebración, la consecuencia más grave es el cambio del ecosistema. Sin la presencia del ciempiés comehombres la cadena alimenticia ha perdido el equilibrio, el frenesí podría no solo destruir la aldea de elfos, sino expandirse a los pueblos aledaños.

    —¿Cómo es que pueden vivir en un bosque infestado de monstruos sin ser devorados? —pregunta Chris, intentando comprender la situación a mayor escala.

    —Los árboles que rodean a la aldea son especiales ya que ahuyentan con su aroma a los monstruos, pero con tanto caos algunos de ellos encontrarán la forma de atravesar la barrera que nos protege. Los que vuelan seguramente llegarán primero. —explica el jefe de los elfos —Tsubaki, primero acosas a la manada de hombres oso solo para demostrar tu valía y ahora terminas matando al gran depredador de la zona. Arréglalo de una buena vez. —las palabras del jefe de los elfos son severas, pero justas.

    El resto de los elfos descargan su enojo sobre Tsubaki, lo que la deja tensa por la metida de pata. Ella sigue recibiendo el odio de los aldeanos y el jefe no hace nada al respecto,

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