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Tejedoras de cultura: las mujeres judías en México
Tejedoras de cultura: las mujeres judías en México
Tejedoras de cultura: las mujeres judías en México
Libro electrónico501 páginas7 horas

Tejedoras de cultura: las mujeres judías en México

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Voces de mujeres judías que claman por una mirada y una forma distinta de ser escuchadas. Un segundo intento por continuar escribiendo las experiencias de la comunidad judía en México desde la perspectiva de sus mujeres. 
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 may 2022
ISBN9786074178579
Tejedoras de cultura: las mujeres judías en México
Autor

Natalia Gurvich Peretzman

Natalia Gurvich Peretzman es maestra y doctora en Historia por la Universidad Iberoamericana. Es autora de La memoria rescatada. La izquierda judía en México: “Fraiwelt” y la Liga Popular Israelita 1942-1946, UIA, 2004 y En Idish suena mejor. El idish en la vida cotidiana de los judíos mexicanos, UIA, 2006. Linda Hanono Askenazi es doctora en Antropología de las organizaciones por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Ha sido profesora en la Universidad Hebraica, en la Universidad Iberoamericana y en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa, donde además fue coordinadora del Cuerpo académico Planeación y Desarrollo Regional.

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    Tejedoras de cultura - Natalia Gurvich Peretzman

    Imagen de portada

    Tejedoras de cultura

    Las mujeres judías en México

    Tejedoras de cultura

    Las mujeres judías en México

    Natalia Gurvich Peretzman

    Linda Hanono Askenazi

    Coordinadoras

    Universidad Iberoamericana

    Departamento de Historia

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    D.R. © 2022 Universidad Iberoamericana, A.C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Versión electrónica: abril 2022

    ISBN: 978-607-417-857-9

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    Índice

    Introducción

    PRIMERA PARTE

    Nidje Israel en Justo Sierra 71: la recuperación de un espacio - Mónica Unikel

    El espejo de la vida: el teatro idish en México y sus actrices, 1927-1946 - Natalia Gurvich Peretzman

    La camarada infalible: Mollie Steimer, la lucha anarquista de cara al exilio - Tamara Gleason Freidberg y Brenda López Martínez

    SEGUNDA PARTE

    Mujeres judías en la prensa mexicana - Esther Shabot Askenazi

    Perspectivas identitarias: escritoras judeomexicanas - Herlinda Dabbah

    México-Israel: seis historias de mujeres - Ety Popper

    Mujeres galeristas judías en México - Paloma Cung Sulkin, Gina Zabludovsky y Alan Grabinsky

    Revolución por ósmosis. Un recuerdo de los 60 - Guita Schyfter

    TERCERA PARTE

    El Museo Memoria y Tolerancia y las mujeres judías: una interpretación - Linda Hanono Askenazi

    Yad Rajamim: un modelo innovador de intervención familiar - Linda Hanono Askenazi

    A la memoria de mi mamá, Jaya Peretzman Gurvich, mujer judía, madre, abuela y maestra de corazón.

    Por su ejemplar amor a la vida y a su familia, a la memoria de mi querida mamá, Raquel Askenazi de Hanono.

    Introducción

    El presente libro es un segundo intento para continuar escribiendo las experiencias de las mujeres judías en México y satisfacer el interés que despertó el tema.

    Como mencionamos en Tejidos culturales. Las mujeres judías en México, obra publicada en 2016, la historia de las mujeres judeomexicanas, hasta el presente siglo, se encontraba subsumida en la historia general de la comunidad judía en este país. Con la publicación de Tejedoras de cultura. Las mujeres judías en México, nuestro propósito es abundar en el conocimiento de la historia de las mujeres, ya que se mantiene el principio rector de dejar hablar y escuchar las voces de quienes, dentro y fuera de la comunidad, su activa participación ha sido, como la de tantas, relevante.

    En Tejidos culturales. Las mujeres judías en México, consideramos que

    [...] las mujeres, en los complejos entramados sociales en los que se ubican, tienen sus propias historias que valen la pena ser contadas, pues en ellas confluyen acervos culturales diversos y cosmovisiones. Narraciones cargadas de experiencias que atraviesan cuestiones de género, de etnia, de religión, de tradición, pero también de innovaciones que generan respuestas creativas y modalidades de adaptación [...] que van dibujando perfiles singulares encontrando sentido en la trama social de significados compartidos hacia dentro y hacia fuera de las fronteras simbólicas de la comunidad judía mexicana. (1)

    ¿Hay que escribir una historia de mujeres?, se preguntan Georges Duby y Michelle Perrot en el prólogo a su Historia de las mujeres, y agregan que esa interrogante careció de sentido o no se planteó siquiera durante mucho tiempo puesto que, destinadas al silencio de la reproducción maternal y casera, en la sombra de lo doméstico que no merece tenerse en cuenta ni citarse, ¿tienen acaso las mujeres una historia?, o actúan como testigos mudos y fieles de los hombres, que sí escriben su propia historia, así como la de ellas. (2) Para entender lo que estaba detrás de la escritura de la historia de las mujeres e interpretar la supuesta invisibilidad de sus vidas sumidas en el olvido, como señala Perrot, es necesario entender cómo se percibía esa historia, su dificultad para desentrañar el sojuzgamiento, la misoginia del discurso decimonónico paternalista o religioso.

    En las últimas décadas, el interés y los estudios de la historia de las mujeres nos han alertado sobre la importancia de su papel no sólo dentro de la familia, sino también en el trabajo y su participación comunitaria, artística y política. Los estudios de género ocupan ya un lugar en las investigaciones sobre clase social, así como aquellas que engloban lo étnico-religioso-cultural de ellas. (3)

    En los capítulos que integran esta obra, se ha privilegiado el estudio de género por ser un elemento constitutivo de las relaciones sociales sustentado en las diferencias entre ambos sexos, ya que es una forma primaria para resignificar las relaciones de poder; es la preocupación por una historia o posición en la sociedad que surgió de la autoconciencia femenina y del compromiso político generado por el movimiento de liberación femenina. Poco a poco, el estudio a partir del género —como de clase o etnia-religión— tomó su lugar como una categoría autónoma digna de ser estudiada; (4) éste se define como la construcción de aspectos sociales y culturales de la división de los sexos, categoría que nos permite precisar el desarrollo histórico de la experiencia de poco más de la mitad de la población mundial.

    Joan Scott criticaba que la historia de género escrita hasta los años ochenta del siglo XX no había podido transformar la Historia, escrita con mayúscula, y proponía buscar dónde encontrar sus huellas. Para continuar con el relato de esta Historia de mujeres, nos proponemos modificar algunas formas con las que otros estudios comunitarios se han aproximado a la experiencia de sus mujeres; identificar y destacar ciertos aspectos que hasta ahora no han sido tomados en cuenta.

    Consideramos que las mujeres judías mexicanas, quienes arribaron al país desde comienzos del siglo XX, y sus herederas, las generaciones posteriores, constituyen una comunidad emocional que se amplía con el encuentro con otras mujeres de la comunidad y aquellas que provienen de distintas esferas. Unidas, forman un grupo con intereses, valores y metas en común que emplean el mismo discurso, internalizan normas que determinan cómo piensan y actúan, difieren de otros grupos y tienen representaciones colectivas que incluyen vocabulario, símbolos y códigos semejantes; son recipientes de emociones encontradas. La asociación entre estas mujeres puede al mismo tiempo ser creada para reforzar ideologías, enseñanzas y conceptos sobre el mundo comunes a todas. (5)

    En relación con las migrantes que arribaron a México a partir de los comienzos del siglo XX, es relevante el papel de sus experiencias de género, cultura y pertenencia étnica para su inserción en la vida social y cultural de su comunidad, e influir en su propia familia y conseguir una mejor adaptación al nuevo entorno. La vida de las mujeres difiere de la de los hombres porque son vulnerables y están sujetas a mayor discriminación y marginación: además de ser migrantes, su condición de género, etnia o clase social las marca; sus voces no son escuchadas y no son entendidas, porque se desconoce la forma en que interpretan la realidad. En la comunidad judía, las mujeres tenían su situación definida y limitada primeramente por su género y clase, mientras que en la sociedad que les rodeaba confrontaban la incapacidad conferida a su etnicidad y religión. (6) Pertenecen a una generación en transición entre lo moderno y lo tradicional.

    En años recientes, el debate sobre el estatus de la mujer en el judaísmo contemporáneo ha crecido. Debido a que las condiciones de la vida secular judía en la modernidad les permitieron la oportunidad de elegir acerca de su educación y vida futura, una mayor conciencia de género les posibilitó abrirse caminos para acceder a terrenos antes vedados. Las nuevas generaciones de judías mexicanas están en constante diálogo con aquellas que les preceden, pues comparten un mismo espacio histórico definido por esta interacción. Gracias a sus habilidades, es innegable el crecimiento personal y el aumento de la autoestima en las nuevas generaciones, lo que las proveyó de un sentido de libertad y adaptación a circunstancias muy diversas: transitaron por un proceso de intercambio entre nuevas y viejas formas sociales de relación.

    Los estudios que aquí se presentan refrendan lo dicho en Tejidos culturales. Las mujeres judías en México: buscan contribuir al conocimiento de la relación entre género, etnicidad, clase y religión a través de la experiencia de mujeres judías mexicanas cuyas trayectorias —en la familia, escuela, universidad, empresa, organizaciones de voluntariado, instituciones, política, literatura y otras arenas sociales— reflejen no sólo la singularidad de sus vidas, sino las características de la cultura donde se desenvuelven. Al interpretar el sentido de las relaciones sociales de cada generación, es posible apreciar las transformaciones que han experimentado. Nuestras participantes produjeron discursos y narraciones ligados a sus historias de vida que no sólo hablan de ellas mismas, sino de la realidad social y los paradigmas que legitiman y cuestionan las relaciones de poder en los entornos comunitarios y nacionales. (7)

    Tejedoras de cultura. Las mujeres judías en México abarca una amplia gama de experiencias de mujeres migrantes, integrantes de la segunda y tercera generación nacidas en México: madres, esposas, profesionistas, empresarias, activistas, artistas, todas marcadas por su condición de género, pertenencia étnica y religiosa, así como nivel socioeconómico y acceso a modelos de modernidad más participativos.

    Cada una de las manifestaciones femeninas organizativas, sociales y culturales en la colectividad judía es importante, pues refleja variadas posturas e ideologías que, de alguna manera, ha trascendido e influido en quienes hoy formamos parte de ella. Los ensayos de este trabajo despiertan un doble interés: la comunidad judía mexicana encontrará en ellos una parte importante de sus raíces que le permitirá saber más sobre sí misma y explicar su presente; igualmente, compartiremos con otros estudiosos aspectos historiográficos de la conformación de diferentes expresiones políticas y sociales que dieron carácter y especificidad a la sociedad judía mexicana durante el siglo XX y lo que va del siglo XXI. En los capítulos siguientes, se abordará la función que han jugado la política, la religión y la cultura judía como elementos fundamentales de interacción de los judíos mexicanos con la sociedad circundante y las organizaciones nacionales paralelas. Se trata de estudiar las diferencias, entender las discrepancias y buscar las aproximaciones que han hecho a esta comunidad una parte constitutiva del Estado mexicano y de su sociedad.

    Es importante reiterar los escasos estudios sobre la historia de las mujeres judías en México, ya que ha sido poco el interés de la comunidad investigadora por recuperar su memoria histórica, de ahí nuestro empeño. Nos proponemos contribuir al conocimiento de un grupo singular y su participación en la vida cultural, económica y social del país, así como de su propia comunidad, a sabiendas de que éste no es homogéneo, pues se aprecian diferencias, pero en su conjunto se identifican lazos históricos, culturales y religiosos comunes. Si bien las mujeres comparten una herencia común, un espacio de vida, instituciones, valores y aspiraciones con los hombres en su familia y comunidad, han creado una cultura distinta a la de ellos. Las mujeres judías, debido a su género, desempeñaron papeles diferentes, otro tipo de actividades productivas, entretenimientos y responsabilidades que las hace merecedoras de un estudio especial, motivo de este trabajo. La historia de mujeres que se pretende hacer aquí, como refieren los postestructuralistas, (8) se realizará con textos, discursos y lenguaje, que son los que construyen el sentido, y la labor es entender la lógica de emisión para poder interpretar esos hechos, discursos o silencios.

    Michelle Rosaldo sostiene que debemos perseguir no la causalidad universal y general, sino la explicación significativa: [...] me parece entonces que el lugar de la mujer en la vida social humana no es producto, en el sentido directo, de las cosas que hace, sino del significado que adquieren sus actividades a través de la interacción social concreta. (9) Para alcanzar el significado, es necesario considerar tanto los sujetos individuales como la organización social y descubrir la naturaleza de sus interrelaciones, porque todo ello es crucial para entender cómo actúa el género y tiene lugar el cambio.

    Además de tomar en cuenta los sentimientos, es importante encontrar el nexo intergeneracional. Las mujeres que estudiamos pertenecen a las generaciones que caracterizan la transición entre lo tradicional y lo moderno. En las primeras décadas del siglo XX, las mujeres migrantes entraban poco a poco a la modernidad, formando parte de una generación que rompía con y se enfrentaba a viejos patrones patriarcales y religiosos de estructuras anquilosadas impuestos durante muchas generaciones; encararon un gran desafío que se refleja en las generaciones contemporáneas. Julio Aróstegui señala que Cada generación tiene su presente propio, que no queda definido [...] sino en interacción constante con las otras generaciones. (10)

    Finalmente, es importante señalar que nuestro objetivo, como se expresó en Tejidos culturales. Las mujeres judías en México, no es inscribir este trabajo en alguna de las corrientes feministas que sostienen posturas ideológicas diversas, aunque hubiera sido interesante reflexionar sobre el tema de las mujeres judías y el feminismo en México. (11) No nos adentramos en el debate teórico del feminismo, machismo o la misoginia, como tampoco profundizamos en el análisis transversal de la relación particular de estas mujeres con otras mujeres mexicanas. Nuestra línea de análisis gira alrededor de otras respuestas de mujeres de la comunidad judía no abordadas en Tejidos culturales, pero que, por igual, cuestionan los roles tradicionales de la mujer; muestran los dilemas a que hicieron frente y su participación en los acontecimientos y derroteros de la vida comunitaria, sionista, nacional e internacional a lo largo de los últimos ochenta años. El propósito de esta obra es mostrar el rico abanico de sus experiencias para así rescatar las huellas de otras protagonistas de esa Historia y mostrar los otros horizontes de acción donde han dejado huellas. El significado de sus experiencias como mujeres tiene una doble dimensión porque sus acciones tejen y destejen: transforman la cultura de los entornos donde participan, al tiempo que lo hacen con la propia.

    En suma, la relación entre la condición femenina, la cultura, la comunidad y la mexicanidad se expone aquí en cada una de las luchas singulares peleadas por estas mujeres judías para abrirse paso y tomar decisiones en contextos difíciles, lejanos, cerrados o adversos, y que, sin duda, las conminaron a experimentar dilemas y discordancias en sus creencias y valores.

    La mirada femenina aporta una perspectiva crítica a la versión oficial de la historia, su percepción revela otra manera de ver, de hablar, de valorar los hechos y de dar sentido a la experiencia, en ese ejercicio se construyen significados compartidos y en las interacciones se refrendan, o no, representaciones parciales del mundo. La adaptación, la transgresión, la resistencia o la rebeldía han sido respuestas ante las constricciones sociales en que tienen lugar sus experiencias. (12)

    El libro está dividido en tres partes. En la primera, se presenta un texto sobre el rescate, realizado por una mujer, de una sinagoga emblemática ubicada en el centro histórico de la Ciudad de México. Otros dos estudios recogen las experiencias y representaciones de mujeres judeomexicanas que migraron a este país en la primera mitad del siglo XX, a través de una variedad de historias de actrices del teatro en idish, así como de la vida de una activa militante dentro de las filas del anarquismo internacional. En la segunda parte, se abordan diversas expresiones de desarrollo de mujeres judías mexicanas en los ámbitos del periodismo, la literatura, la promoción cultural y artística, de aquellas que migraron a Israel, y la memoria de una testigo del movimiento estudiantil de 1968. La tercera, y última parte, se centra en la creación e historia de dos instituciones que reflejan un nuevo tipo de activismo social desarrollado por la generación contemporánea de mujeres, receptora de buena parte de los cambios en los roles femeninos que trajo el siglo XX.

    Así, en el primer texto de la primera parte, Mónica Unikel escribe Nidje Israel en Justo Sierra 71: la recuperación de un espacio, en donde la pregunta guía es: ¿por qué era importante rescatar un recinto cultural, sede en su tiempo de la primera sinagoga de los judíos ashkenazitas de México? La autora indaga los antecedentes de este lugar, quién lo ideó, construyó y preservó, con qué fin, y finalmente por qué suspendió sus actividades comunitarias y religiosas. Entre otras, nos explica el significado profundo de la palabra sinagoga y su importancia en la vida de la comunidad judía: su funcionalidad, afirma, va más allá del sólo rezo; en el caso judío es de vital importancia contar con espacios de reunión, dado que afuera de Israel, sólo desde hace 71 años, los judíos son minoría en todas partes. Estos lugares de reunión se multiplican en cada parada del exilio, en donde los judíos reproducen sus ritos ancestrales para asegurar su permanencia como pueblo y transmitir sus costumbres.

    Nidje Israel, en la calle Justo Sierra, fue el primer centro comunitario ashkenazí en México, la casa de los hablantes de idish que, aunque ya llevaban unos quince años en el país, estaban lejos de sentirse integrados a la cultura mexicana. Se podría decir que, desde este espacio, los judíos se hicieron parte de México, el cual entró en desuso cuando esta comunidad abandonó el centro histórico para establecerse en otras colonias de la Ciudad de México, en donde construyeron nuevas sinagogas y extendieron el comercio.

    ¿Para qué recuperar un lugar y promover su restauración? Mónica Unikel, directora del centro, se propone sea un espacio vivo y vibrante donde la actividad se centre en expresiones de la cultura judía dirigidas a personas de todas las edades, sin distinción de credo, nacionalidad, profesión, actividad o estrato social. El texto rescata la historia del recinto, sustentado en que ahora es fundamental que se proyecte al futuro de manera institucional, con el fin de asegurar su continuidad y de que las próximas generaciones también lo encuentren significativo y su mirada y energía se posen en el recinto donde todo comenzó.

    En el siguiente capítulo de esta primera parte, El espejo de la vida: la mujer judía en el teatro idish, Natalia Gurvich estudia la trayectoria de las actrices que emigraron a México en los años treinta y cuarenta del siglo XX, así como el importante papel desempeñado por esta disciplina artística en México, su peculiaridad y valor como transmisora de la cultura y el idioma idish. Se pregunta si el teatro idish fue diferente al que se hacía en otros lugares, si existieron puntos de encuentro con el teatro no judío mexicano y, de forma especial, busca esclarecer el papel de las actrices judías en este teatro: qué lugar se les asignaba en la compañía teatral israelita, cómo lograron compaginar su trabajo con la función que como mujeres tenían en la sociedad judía para enfrentar el machismo de la sociedad mexicana a la cual se integraban.

    Las preguntas de la investigación indagan si las actrices que emigraron a México en el periodo formativo de la comunidad representan un ejemplo de la transición entre el viejo mundo judío y la modernidad; si se mantuvieron en la conducta de sus ancestros femeninos, sometidas a marcos patriarcales de sumisión y respeto al hombre, o decidieron mostrar resistencia a ciertos rituales y costumbres dentro de los estándares femeninos impuestos por el judaísmo, sobre todo en sus relaciones con los poderes patriarcales tanto en lo individual como en lo colectivo.

    En las artes escénicas, a partir del siglo XIX es notoria la mayor participación de la mujer, quien adquiere un papel protagónico con historias propias a su sensibilidad. La postura de las actrices judías en México es la de una mujer liberada de ciertos prejuicios patriarcales propios de la religión judía. Actúan frente a públicos en obras serias y burlescas, se maquillan y visten de manera llamativa, pero continúan sometidas al rol de género que la sociedad les imponía.

    Las actrices no siempre eran bien vistas en su comunidad ni en sus propios hogares, incluso, eran repudiadas. Su rol en el escenario —la infiel, la prostituta, la abnegada, la madre, la señora de la casa— gira alrededor de un hombre que la apoya o fustiga. Hay, como siempre, una tensión entre géneros.

    En el capítulo La camarada infalible: Mollie Steimer, la lucha anarquista de cara al exilio, de Tamara Gleason Freidberg y Brenda López Martínez, se documenta y analiza la labor de salvamento de una de las anarquistas más importantes del siglo XX, quien nació en Dunaevtsi (entonces parte del Imperio zarista) en 1897 y falleció el 23 de julio de 1980 en Cuernavaca, Morelos. En su huida del fascismo, México fue el único país que la recibió y fue su patria y hogar por más de cuarenta años. Su historia es una imagen de los avatares de los exiliados políticos europeos en el país.

    Las preguntas que orientan este capítulo giran sobre su militancia y participación en el movimiento anarquista mundial, así como en la reconstrucción de su vida, los grupos que creó y sus redes de apoyo, así como su integración a la intelectualidad mexicana. Así también, se analiza cómo operaron en México los activistas que buscaban salvar a sus camaradas en la Europa no ocupada. Inestable económicamente y recién llegada a México, Mollie procuró visas a sus compañeros en Europa y enviaba dinero con regularidad para la subsistencia de la familia. Su historia nos ayuda a ahondar en las vicisitudes de los exiliados anarquistas de diferente origen y denominación y sobre cómo esta ideología tuvo su capítulo mexicano.

    En el primer texto de la segunda parte del libro, Mujeres judías en la prensa mexicana, Esther Shabot enfoca su pregunta de investigación en cómo se ha dado la participación de las mujeres judías en el periodismo mexicano. De esta forma, hace evidente que la condición femenina de marginación respecto a la mayoría de las actividades laborales y profesiones, reservadas a lo largo de siglos para los hombres, incluyó también al periodismo. No fue sino hasta la década de los sesenta cuando se empezó a incorporar a un mayor número de mujeres, primero en las páginas de sociales, estilo de vida o noticias ligeras, y más tarde en columnas de análisis, crónicas y reportajes de largo aliento. Las luchas feministas por el derecho al voto y una mayor participación en la vida pública nacional, lo mismo que la aparición de la píldora anticonceptiva, fueron factores clave en el avance de la participación femenina en todos los espacios, lo cual se reflejó de manera natural en el ámbito de las mujeres judías en México.

    El texto habla primeramente de las pioneras. Antes de que existiera una comunidad judía plenamente asentada en México, Anita Brenner, nacida en 1905 en Aguascalientes, de padres estadounidenses, fue prolífica en escritos literarios y periodísticos sobre México, además de manejar un amplio abanico de temas. Después de ella fueron Malkah Rabel (1918-2002), Raquel Tibol (1924-2015) y Helen Krauze (1927), quienes colaboraron de manera asidua con diversas publicaciones de géneros periodísticos como la entrevista, crítica teatral y cinematográfica, así como de arte en general.

    Enseguida, el ensayo se enfoca a las mujeres periodistas a partir de los años sesenta —donde también se inscribe la autora— y se describe la labor de Sara Sefchovich, Malke Tartakovsky, Perla Schwartz, Golde Cukier, Annabelle Hoffs, Silvia Cherem y Adina Chelminsky; se analiza su trabajo y cómo abordaron la gran variedad de temas del quehacer de la prensa. Este recuento da fe de la manera en que la presencia de mujeres judías en este oficio ha formado parte de la creciente participación femenina en todas las áreas de la vida nacional, no obstante los obstáculos que persisten.

    El capítulo Perspectivas identitarias: escritoras judeomexicanas, de Herlinda Dabbah, presenta a un grupo representativo de autoras cuyo quehacer se ha centrado principalmente en la poesía y la narrativa. Se hace un recuento de los diversos temas de su elección y se advierte que, aunque una mayoría ha confluido de manera directa en lo judío, otras han incidido de forma transversal. Se destaca el carácter e índole multicultural de su formación, así como la inclusión del humor en sus escritos, la memoria ancestral, el conflicto de identidad o el tema del exilio, insoslayables en su producción. Asimismo, en sus temas hay aportes a la cultura mexicana y judía, que al tiempo que une ambas vertientes conserva una particularidad que establece un reconocimiento dual y crea una síntesis.

    Por su parte, en México-Israel: seis historias de mujeres, Ety Popper estudia las historias de migración a Israel de mujeres judías nacidas en México. En la mayoría de los testimonios hay coincidencias, por lo que la pregunta guía es: ¿qué las hace únicas?, pues tratan de la integración a una forma de vida nueva y muy diferente en Israel, después de vivir y crecer en México.

    Las historias son de Irene Baron Ashkenazi de Kalina, Rina, Java (Punsky) Turniansky, Jane Burak de Portnoy, Gabi Lasky, Rivka y la autora de este trabajo, Ety Buchbaum Popper. La lucha por integrarse al nuevo país fue ardua y, en algunos casos, más una cuestión de tiempo y costumbres. Hay, sin embargo, historias más complejas en donde emigrar parecía algo incomprensible. En todos los casos, el proceso de adaptación y adopción del nuevo país, con todo lo que implica, es conmovedor, y es que adaptarse a Israel es, sin duda, muy particular, como nación en construcción que plantea desafíos en la vida cotidiana, en donde también se dan pasos hacia adelante, logros muy definidos. Quienes aquí cuentan su historia han vivido momentos complejos de ese país.

    En estos relatos hay presencias oscuras, ya que vivir en Israel es hacerlo bajo la sombra de la guerra, saber que los hijos a la edad de dieciocho años irán al ejército, una idea casi imposible de entender para una madre o un padre, pero vigente y presente entre sus ciudadanos. Se trata de una guerra marcada por el conflicto de los territorios ocupados y la división del país, además de las diferencias entre las personas religiosas y los ciudadanos laicos, lo cual es complejo debido a la fuerza de la religión en distintos ámbitos sociales. Este universo se refleja de alguna manera en cómo las mujeres han participado en la construcción de Israel a partir de su integración.

    Cabe destacar que la emigración mexicana se distingue de la de países latinoamericanos como Argentina, Chile, Uruguay y Brasil, en donde la opresión y situación militar la definieron en muchos casos: mientras la emigración a Israel fue una decisión tomada con toda libertad en la mayoría de los casos que aquí se presentan, hay también fuertes razones para mantener un vínculo de cariño, gratitud y, aún más esencial, de sabores, colores, formas de vida y recuerdos entrañables de México.

    Mujeres galeristas judías en México es el siguiente capítulo del libro, autoría de Paloma Cung Sulkin, Gina Zabludovsky y Alan Grabinsky. En la medida en que se sabe muy poco de la importante contribución de las mujeres judeomexicanas como empresarias culturales e intermediarias en el mundo del arte, se documentan algunas de sus contribuciones como propietarias y directoras de galerías, es decir, empresas establecidas dedicadas al intercambio, la promoción, la adquisición y el desarrollo de las artes plásticas y otras tareas importantes para el mundo de la cultura. En México, las primeras galerías de arte dirigidas por mujeres judías se fundaron a partir de los años sesenta del siglo pasado, periodo que se caracterizó por el surgimiento de diversos movimientos sociales y una ruptura cultural que otorgó a las mujeres nuevas posibilidades de actuar dentro y fuera de la comunidad.

    Con el afán de cubrir distintas generaciones, en virtud de los límites de espacio, el análisis se concentra en tres galerías fundadas y dirigidas por mujeres en las décadas de los años sesenta y setenta: Mer Kup (1962), Del Círculo (1973) y Estela Shapiro (1978). Estas galerías tienen diversos orígenes, ya que mientras Mer-Kup nació de las acciones filantrópicas en el ámbito de la comunidad judía, la de Estela Shapiro comenzó como una escuela de arte y Del Círculo como un taller gráfico. En todos los casos, las directoras se entregaron a sus empresas, fueron responsables de su creación y continuidad y desarrollaron diversas habilidades de administración, relaciones públicas y difusión para asegurar la promoción de las obras de sus artistas.

    Por otra parte, Revolución por ósmosis. Un recuerdo de los años sesenta, escrito por Guita Schyfter, es un relato de las experiencias de Guita, testigo presencial del movimiento estudiantil de 1968, quien se guía por la pregunta: ¿qué provocó el movimiento estudiantil de 1968? No se puede afirmar que éste fue simple resultado de las ambiciones y provocaciones gubernamentales, afirma, sino que la mayoría de jóvenes que participaron ambicionaban una mayor democracia y libertad de expresión.

    La autora pasa revista a las condiciones en el país, así como el contexto internacional del momento: la Guerra Fría, la obsesión anticomunista estadounidense y el movimiento estudiantil en el mundo.

    En su condición de aún extranjera y por miedo a su extradición, Guita participó en actividades de bajo perfil, pero estuvo presente ese trágico 2 de octubre de 1968, del que nos cuenta cómo esos acontecimientos marcaron su tránsito a la edad adulta. Cómo transformaron mi visión del mundo y de mi mundo judío. Pienso que todo testimonio es interesante y, como allí estuve, lo cuento como lo vi.

    En la tercera parte del libro se ubica el capítulo El Museo Memoria y Tolerancia y las mujeres judías: una interpretación, de Linda Hanono, el cual describe un nuevo tipo de activismo social presente en la segunda generación de mujeres judías nacidas en México: muestra el derrotero de dos mujeres judías que consiguieron articular un activo grupo de su sector comunitario, al que después se sumaron mujeres de otros sectores, con el propósito de construir este museo. La autora parte de y responde las siguientes preguntas: ¿cómo logró un grupo de jóvenes mujeres judías crear una institución de semejante trascendencia? ¿Cuál es el nuevo significado que cobra la mujer judía de segunda generación al conseguir trascender las fronteras comunitarias para comunicar un mensaje a la sociedad mexicana a través de un museo? ¿Cuáles fueron las motivaciones y características de sus acciones como agentes de un mensaje de tolerancia? y ¿cómo logran articular las redes de relaciones sociales y coordinar todas las actividades para construir una obra que es hoy emblemática en la Ciudad de México?

    A través de la historia de la construcción del Museo Memoria y Tolerancia, se escuchan las voces de las mujeres y sus esfuerzos para cumplir su propósito; es posible seguir y entender los desafíos, obstáculos, las estrategias, acciones y resultados. Los complejos temas sobre la necesidad de resguardar la memoria histórica, cultivar la tolerancia y educar por el respeto a los derechos humanos y la diversidad, así como la supresión de los prejuicios y estereotipos, aparecen en este texto, mostrando sus aristas en la difícil tarea que tuvieron que librar para construir un museo que es hoy referente de las difíciles y más dolorosas causas sociales que aquejan a México y el mundo. El parteaguas que representa la construcción de este museo está sellado en este capítulo con el tinte imborrable del género.

    El texto que cierra el libro es Yad Rajamim: un modelo innovador de intervención familiar, elaborado también por Linda Hanono, quien aborda el surgimiento y desarrollo de una joven organización surgida en 2012 por iniciativa de una judeomexicana con el fin de realizar una intervención a favor de niños y adolescentes de familias vulnerables de su comunidad. En breve tiempo, se congregó a un equipo de mujeres dedicadas a su causa a partir de un modelo de intervención sistémica con una participación efectiva para atacar los serios problemas psicosociales.

    Las preguntas que guiaron este trabajo fueron: ¿qué es la vulnerabilidad y cuáles son las causas que la provocan en las comunidades judías latinoamericanas, en particular la mexicana? ¿A qué son vulnerables las familias de la comunidad judía en este país? ¿Cuáles fueron los procesos que permiten a estas mujeres identificar esta necesidad y problemática comunitaria? ¿Cómo consiguen organizar una institución autónoma dirigida y atendida sólo por mujeres? ¿Qué hace diferente a esta organización de ayuda comunitaria de otras con vocación de ayuda social? En el capítulo se describe la historia de su fundación, desarrollo y consolidación, haciendo presente su visión, sus acciones y programas. En tanto la organización es encabezada, liderada, administrada y atendida fundamentalmente por mujeres, se muestra cómo, desde su sensibilidad y sentido de protección, llegaron a estrategias de trabajo acertadas donde la orientación familiar, detección temprana para la reducción de las conductas de riesgo y el cuidado integral de los niños se convirtieron en el objetivo principal para obtener resultados y cambios positivos en los niños y sus familias. Así, el balance de este trabajo muestra una modalidad importante y novedosa de activismo comunitario de mujeres ortodoxas de la segunda generación nacida en México.

    Tejedoras de cultura. Las mujeres judías en México aspira provocar en nuestros lectores un redoblado interés por descubrir las voces de las mujeres que claman por una mirada y forma diferente de escucharlas, que abra paso a los cambios en las relaciones sociales, familiares y de pareja que las generaciones de las niñas y adolescentes de hoy requieren más que nunca para asegurar el pie de igualdad frente al otro y el reconocimiento de sus singularidades por las que sus antecesoras han luchado por décadas, sencillamente tejiendo cultura.

    Natalia Gurvich Peretzman y Linda Hanono Askenazi

    Bibliografía

    Aróstegui, Julio. La historia vivida, Madrid, Alianza, 2004.

    Duby, Georges, Michelle Perrot. Historia de las mujeres 5: El siglo XX, Madrid, Taurus, 2000.

    Gurvich, Natalia. La memoria rescatada. La izquierda judía en México: Fraiwelt y la Liga Popular Israelita, 1942-1946, México, Universidad Iberoamericana, 2004.

    Gurvich, Natalia, Liz Hamui, Linda Hanono (coords.). Tejidos culturales. Las mujeres judías en México, México, Universidad Iberoamericana-Departamento de Historia, 2016.

    Heiman, Paula. Gender and the Immigrant Jewish Experience in the United States, en Judith R. Baskin (ed.), Jewish Women, Historical Perspective, Detroit, Wayne State University, 2012.

    Núñez, Fernanda B. Reseña de Género e historia, de Joan W. Scott, Estudios Sociológicos, vol. XXIX, núm. 86, mayo-agosto, pp. 740-744, México, El Colegio de México, 2011.

    1. Natalia Gurvich, Liz Hamui y Linda Hanono (coords.), Tejidos culturales. Las mujeres judías en México, p. 9.

    2. Georges Duby y Michelle Perrot, Historia de las mujeres 5: El siglo XX, p. 19.

    3. Paula Heiman, Gender and the Immigrant Jewish Experience in the United States, en Judith R. Baskin, Jewish Women. Historical Perspective, p. 223.

    4. Duby y Perrot, Historia de las mujeres..., op. cit., p. 85.

    5. Ibidem, pp. 24-25.

    6. Natalia Gurvich, La memoria rescatada. La izquierda judía en México: Fraiwelt y la Liga Popular Israelita, 1942-1946, p.155.

    7. Gurvich, Hamui y Hanono, Tejidos culturales..., op. cit., pp. 11,12 y 13.

    8. Fernanda B. Núñez, Reseña de Género e historia de Joan W. Scott, pp. 740-744.

    9. Michelle Rosaldo en Joan W. Scott, op. cit., p. 17.

    10. Julio Aróstegui, La historia vivida, p. 110.

    11. Gurvich, Hamui y Hanono, Tejidos culturales..., op. cit., pp. 11 y12.

    12. Ibidem, p. 13.

    PRIMERA PARTE

    Nidje Israel en Justo Sierra 71: la recuperación de un espacio

    Mónica Unikel (13)


    Hace un siglo comenzó la migración ashkenazí de judíos de Polonia, Lituania, Rusia y otros países de Europa Oriental, a tierras mexicanas.

    Su salida no fue por gusto: pogromos, guerras, antisemitismo y miseria los obligaron a salir en busca de libertad y oportunidades.

    Los inmigrantes llegaron con muchas carencias y se toparon con una realidad muy distinta a la que conocían. Su encuentro con México fue un choque entre costumbres, sonidos, lenguas, comidas, clima, atuendos y códigos diferentes en todos aspectos.

    Con pocas pertenencias y dinero, llegaban con una mano adelante y otra atrás, a decir de muchos. Si tenían alguna profesión, no podían ejercerla en México al no tener el conocimiento del idioma y las facilidades para trabajar. Sus dificultades eran de todo tipo.

    En ese sentido, contar con espacios de reunión fue algo fundamental para que los recién llegados encontraran a su gente, sentirse tranquilos en un ambiente de hermanos, afines, donde poder hablar la misma lengua, saborear comidas familiares, compartir las cartas y las preocupaciones, así como la posibilidad de intercambiar información práctica en esta nueva casa de la que nada o poco conocían: renta de cuartos, trabajos disponibles, sustitución de ingredientes básicos para recetas tradicionales, etcétera. Uno de estos espacios fue el palacio de mármol en Tacuba 15, pero hubo otros más, como las casas de los mismos inmigrantes, las fondas que se organizaban en vecindades y las tiendas que

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