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Nosotros en el Tiempo (vol. 1): El Calendario Judío y Sus Días Especiales
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Nosotros en el Tiempo (vol. 1): El Calendario Judío y Sus Días Especiales
Libro electrónico747 páginas7 horas

Nosotros en el Tiempo (vol. 1): El Calendario Judío y Sus Días Especiales

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Todo lo que tienes que saber acerca de las festividades. "Nosotros En El Tiempo" pone a nuestro alcance la historia de los acontecimientos, así como los detalles de sus leyes y tradiciones, brindando generosamente sus orígenes y enseñanzas. Una excelente guía para todos!
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento14 sept 2020
ISBN9789874060075
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    Nosotros en el Tiempo (vol. 1) - Eliahu Kitov

    judías.

    TISHREI

    ROSH HASHANÁ

    EL MES DE TISHREI

    El mes de Tishrei tiene tres nombres: hajodesh hashevií [el séptimo mes (Levítico 23:24)], iéraj haetaním [el mes de los fuertes (I Reyes 8:2)] y Tishrei, el nombre que comenzó a utilizarse luego del exilio babilónico. La Torá se refiere al mes de Tishrei como el séptimo mes, ya que es el séptimo basándose en la cuenta que comienza a partir del mes de Nisán.

    La tradición judía atribuye un significado y valor especial al hecho de ocupar el séptimo lugar. Nuestros Sabios escriben: Todos los séptimos son preciados en el Cielo.

    En la cuenta de las generaciones, la séptima a partir de Adám fue la más preciada, ya que fue la generación de Janoj sobre quien expresa el versículo (Génesis 5:22): Y Janoj caminó con Di-s.

    Entre nuestros antepasados, el séptimo fue el más agraciado, ya que Moshé fue la séptima generación a partir de Avraham, y acerca de él declara el versículo (Éxodo 19:20): Y Moshé ascendió a Di-s.

    Entre los hijos de Ishái, David, el séptimo hijo, fue el más favorecido.

    Entre los reyes, Asa –quien gobernó después de Shaúl, Mefiboshet, David, Shlomó, Rejavám y Aviá– fue el más preciado, como declara el versículo (II Crónicas 14:10): Y Asa llamó a Di-s, su Señor (y obtuvo respuesta mucho más rápido que sus predecesores).

    También el tiempo es santificado en grupos de siete, como encontramos (Génesis 2:3): Y Di-s bendijo el séptimo día; el séptimo año – shemitá – es santificado; y siete ciclos de siete años son coronados por un año de jubileo (Iovél). Y entre los meses, el séptimo mes, el mes de Tishrei, es el más preciado (Ialkut Shimoní, Itró 276).

    Este mes ha sido dotado de más mitzvot (preceptos) que cualquier otro, y no existe ninguno que esté colmado con una abundancia semejante de días festivos y ceremonias. En la Tierra de Israel, Tishrei también corresponde a la estación de la cosecha, la época en la que el pueblo judío es testigo de la gracia material con la cual Di-s lo bendice. Nuestros Sabios señalan que se hace referencia a estas características del mes de Tishrei, el séptimo mes, por la similitud que existe entre la palabra shéva [siete] y sóva [saciedad y abundancia].

    En los escritos de los Profetas se hace alusión al mes de Tishrei como iéraj haetaním –el mes de los fuertes–, como expresa el versículo (I Reyes 8:2): Y todos los hombres del pueblo de Israel se congregaron ante el Rey Shlomó en la Festividad de iéraj haetaním, que es el séptimo mes. Nuestros Sabios explicaron que el mes recibió el nombre de iéraj haetaním porque Avraham, Itzjak y Iaacov, pilares de la fortaleza del mundo, nacieron durante el mes de Tishrei.

    EL PRIMERO DE TISHREI

    A pesar de que Tishrei es el séptimo mes, hoy en día es contado como el primer mes en el calendario judío. Leemos en la Mishná (Rosh HaShaná 1:1):

    El primero de Tishrei es el comienzo del año en lo que se refiere a [el cálculo de] los años, el ciclo de shemitá, el ciclo de Iovél, la plantación [de árboles], y los productos agrícolas.

    [El cálculo de] el ciclo de shemitá y el ciclo de Iovél: Con el comienzo del mes de Tishrei en un año de shemitá (el Séptimo Año Sabático) o Iovél (el quincuagésimo Año de Jubileo), la Torá prohíbe arar o sembrar y plantar [en la Tierra de Israel].

    Para la plantación [de árboles]: El producto de los árboles frutales está prohibido durante los tres primeros años posteriores a la plantación del mismo, y se denomina orlá. El fruto que crece en el cuarto año se denomina néta revái, y en la época del Beit HaMikdash (el Gran Templo de Jerusalén), debía ser consumido dentro de la ciudad de Jerusalén o intercambiado por dinero que se utilizaba para comprar alimento para comer allí. En nuestros días, el fruto es rescatado con dinero, ya que se rige por las mismas leyes que el maasér shení (segundo diezmo). Si un árbol fue plantado más de 44 días antes del 1 de Tishrei, ese día marca el comienzo del segundo año de vida del árbol para el cálculo de orlá y néta revái. Pero si fue plantado menos de 44 días antes del primero de Tishrei, el período hasta Tishrei no se considera un año. Treinta días de un año, y no menos, se consideran un año a estos efectos; luego se necesitan 14 días más para que el árbol eche raíces y se arraigue bien en la tierra (ver el Volumen 2, El 15 de Av).

    Para los productos agrícolas: el 1 de Tishrei es considerado el comienzo del año en lo que se refiere a la separación de la trumá (la ofrenda para el sacerdote) y el maasér (el diezmo) dela producción agrícola. No se puede separar el diezmo de la producción obtenida en un año con la intención de cumplir la obligación correspondiente a la producción de un año anterior o posterior. Por lo tanto, se debe separar la trumá y el maasér de la producción cosechada antes del primero de Tishrei por separado, y no junto con la cosechada luego del primero de Tishrei.

    DÍA DE OCULTACIÓN

    Rosh HaShaná –el primer día de Tishrei– es llamado en las Escrituras día de ocultación, como expresa el versículo (Salmos 81:4): Haced sonar el shofar en el [nuevo} mes, el momento de ocultación de nuestro día festivo.

    Todo lo vinculado a Rosh HaShaná tiene un elemento de ocultación. El Talmud (Betzá 16b) dice: Haced sonar el shofar en el [nuevo] mes, el momento de ocultación. ¿Qué Festividad tiene lugar cuando la luna nueva todavía está oculta? Rosh HaShaná. Todas las otras Festividades judías ocurren cerca o durante el período de luna llena (a mediados del mes hebreo), mientras que Rosh HaShaná lo hace cuando la luna está oculta. [¿Cuál es el significado de esto?] El pueblo judío se compara a la luna y ésta está radiante en las Festividades... pero en Rosh HaShaná disminuye su esplendor y oculta su grandeza ante el estremecimiento del Día del Juicio. Del mismo modo, Di-s oculta los pecados del pueblo judío y le concede Su perdón (Pesiktá Rabatí 40).

    El carácter mismo de Día de Juicio del primero de Tishrei está asimismo oculto y no es mencionado explícitamente en la Torá. La razón de ello es enseñar que el hombre debe preocuparse por sus pecados durante todo el año y no postergar su arrepentimiento hasta Rosh HaShaná.

    Este elemento de ocultación encuentra expresión también en nuestra costumbre de no recitar la bendición del nuevo mes el Shabat anterior al primero de Tishrei. De ese modo ocultamos al Satán la inminencia del Día del Juicio a fin de que no pueda venir y acusar al pueblo de Israel por sus pecados.

    DÍA DE COMIENZOS

    El primero de Tishrei completó Di-s toda la obra de Su Creación, pues en éste creó al hombre según la opinión de Rabí Eliezer (Rosh HaShaná 11a), quien sostiene que el mundo fue creado en el mes de Tishrei.

    Según Rabí Eliezer, fue éste el día en que Nóaj abrió la cubierta del arca y vio un nuevo mundo.

    Según Rabí Eliezer, todos los Patriarcas –que representan el comienzo del mundo luego de los pecados de las generaciones precedentes– nacieron durante el mes de Tishrei.

    En Rosh HaShaná fueron recordadas por Di-s, con la promesa de hijos, Sará, Rajel y Janá, pues hasta entonces eran estériles.

    Iosef fue liberado en Rosh HaShaná de la prisión egipcia, donde había permanecido durante doce años, y a partir de entonces su luz comenzó a brillar.

    En Rosh HaShaná cesó la esclavitud de nuestros antepasados en Egipto y comenzó la redención.

    En Rosh HaShaná se congregaron en Jerusalén los retornantes del exilio babilónico para traer ofrendas sobre el Altar, y comenzaron sus donativos para la construcción del Segundo Gran Templo.

    En Rosh HaShaná fue creado Adám. En la primera hora del día, Di-s pensó en crear al hombre. En la segunda, lo consultó con los ángeles servidores. En la tercera, juntó el polvo a partir del cual formaría al hombre. En la cuarta, lo preparó. En la quinta, lo formó. En la sexta, puso al hombre de pie. En la séptima, le insufló el alma. En la octava, lo introdujo en el Paraíso ( Gan Edén ) . En la novena, Di-s le ordenó no comer del Árbol del Conocimiento. En la hora décima, el hombre desobedeció este mandamiento. En la hora once, fue juzgado. En la hora doce, Di-s lo perdonó. Le dijo: Tú eres una señal para tus hijos. Así como tú fuiste traído ante Mí para ser juzgado y resultaste perdonado, del mismo modo tus hijos estarán destinados a presentarse ante Mí en este día para ser juzgados, y también serán perdonados ( Pesiktá deRav Kahaná ).

    LOS DOS DÍAS DE ROSH HASHANÁ

    Rosh HaShaná es observado como una Festividad de dos días, el primero y segundo de Tishrei, aunque la Torá ordena sólo un día, como dice el versículo (Levítico 23:24): Y en el séptimo mes, el primer día del mes, lo guardarás y suspenderás toda clase de trabajo en este día un día de recuerdo del sonido del shofar. El primer día de Rosh HaShaná sólo puede coincidir con lunes, martes, jueves o sábado. Esta norma es una ordenanza de nuestros Sabios, para que Iom Kipur no caiga viernes o domingo, ni Hoshaná Rabá en Shabat.

    El Talmud Ierushalmí (Eruvín 3:9) señala que la celebración de Rosh HaShaná durante dos días fue instituida por los primeros Profetas por la siguiente razón: durante su época, la consagración de los meses dependía del testimonio de testigos que hubieran visto la luna nueva. En la noche siguiente al día 29 del mes de Elul, el tribunal consagraba el día como primero de Tishrei, basándose en la posibilidad de que los testigos podrían venir ese día y testificar que habían visto la luna nueva, estableciendo así retroactivamente Rosh HaShaná en ese día. Si los testigos en efecto aparecían, se santificaba ese día, y el siguiente era un día normal, el. 2 de Tishrei. Pero si no aparecían, el día siguiente era Rosh HaShaná y, retroactivamente, el día anterior –que el tribunal había consagrado– pasaba a ser un día laborable. Ahora bien, para evitar que el pueblo tratara al primer día sin demasiada importancia –ya que la condición de santidad o de jornada laborable dependía de la aparición de testigos durante el curso del día– los Profetas decretaron que la celebración de Rosh HaShaná se extendiera durante dos días, con la prohibición de trabajar, la obligación de hacer sonar el shofar y el recitado de plegarias festivas en ambos días.

    Los dos días de celebración de Rosh HaShaná son denominados iomá arijtá, un día largo; es decir, las 48 horas de observancia de Rosh HaShaná son consideradas como un único día prolongado. Ambos días son definitivamente santificados [a diferencia del segundo día de las Festividades celebrado en la Diáspora, cuya santidad está fundada en la duda]. En cuanto a la preparación de cosas de un día para el otro, sin embargo, se consideran como dos días separados y es por eso que no se puede preparar comida durante el primer día para el segundo.

    Maimónides (Hiljot Kidush HaJodesh 5:7-8) escribe:

    La Festividad de Rosh HaShaná –en la época en que [el calendario] se fijaba según el testimonio– era celebrada durante dos días por la mayoría de los residentes en la Tierra de Israel, porque dudaban [cuándo comenzaba la Festividad] al no saber cuándo había fijado el tribunal el nuevo mes, ya que los agentes del tribunal no salían en un día festivo. [Es decir, dado que Rosh HaShaná es la única Festividad que se celebra el primer día del mes, no existían los medios para informar a aquellos que vivían fuera de Jerusalén que el tribunal había aceptado el testimonio que establecía que se había visto la luna nueva de Tishrei. Una vez que se fijaba el mes comenzaba Rosh HaShaná, y los agentes del tribunal quedaban imposibilitados de informar al pueblo al no poder viajar en un día festivo].

    Además, incluso en Jerusalén, sede del tribunal, se celebraban en general dos días de Rosh HaShaná. Aunque los testigos no hicieran su aparición en ningún momento durante el curso del día 30 [es decir, 30 días después de la luna nueva de Elul, cuando ya se debería haber visto la luna nueva de Tishrei], consagraban [como Rosh HaShaná} ese día en el cual se esperaba a los testigos. [Si los testigos aparecían durante el día, el tribunal tenía que establecerlo retroactivamente como Rosh HaShaná. Debido a que no era improbable que los testigos aparecieran efectivamente durante el día, dado que era el día treinta luego de la luna nueva de Elul, el tribunal lo consagraba como Rosh HaShaná, incluso antes de que aparecieran. Si el tribunal no hacía así y esperaba la aparición de los testigos, si estos aparecían a últimas horas de la mañana del día 30, Rosh HaShaná habría quedado fijado como teniendo lugar ese mismo día y el pueblo habría estado violando retroactivamente la santidad del día]. También se santificaba el día siguiente [si los testigos no habían aparecido hasta entonces]. Por lo tanto, debido a que se celebraban dos días de Rosh HaShaná incluso durante la época en que los meses eran consagrados en base al testimonio de los testigos, se decretó que todos los judíos –incluso aquellos que residen en la Tierra de Israel– celebraran dos días de Rosh HaShaná ahora que el calendario se basa en cálculos precisos [y no en el testimonio de testigos y su consagración por parte del tribunal]. Vemos, pues, que la celebración del segundo día de Rosh HaShaná hoy en día también es una norma establecida por nuestros Sabios [similar al segundo día de las Festividades que se celebra en la Diáspora].

    ¿Cuál es, entonces, la diferencia entre el segundo día de Rosh HaShaná que se celebraba cuando el cálculo de los meses se hacía en base al testimonio, y el segundo día que se celebra hoy en día? En la primera época, si no aparecían los testigos, el primer día celebrado como Rosh HaShaná resultaba retroactivamente una obligación Rabínica y el segundo una obligación de la Torá. Hoy en día, cuando el calendario se basa en cálculos fijos, el primer día de Rosh HaShaná es una obligación de la Torá y el segundo es un decreto Rabínico.

    DÍA DEL JUICIO

    Rosh HaShaná es el día del juicio para toda la humanidad. En este día, el hombre es juzgado por todas sus acciones, y lo que habrá de suceder en el año venidero queda registrado. El Talmud (Rosh HaShaná 8a) infiere esto del versículo (Deuteronomio 11:12) que declara: Los ojos del Señor, tu Di-s, están sobre ella [sobre la Tierra de Israel] desde el comienzo del año hasta el final del año; es decir, desde Rosh HaShaná el mundo es juzgado respecto de lo que sucederá a lo largo del año.

    Dijeron nuestros Sabios:

    En Rosh HaShaná, toda la humanidad pasa ante Él como un rebaño de ovejas. Pasan a Su lado uno a uno, uno tras otro, y no obstante ello Él los escudriña a todos con una sola mirada. Así, el versículo expresa: El creó los corazones de todos ellos juntos y comprende todas sus acciones (Salmos 33:15); Di-s, quien es el Creador, ve todos los corazones de la humanidad juntos [con una sola mirada] y comprende todas sus acciones.

    Rabí Cruspedái dijo en nombre de Rabí Iojanán: Tres libros de cuentas se abren en Rosh HaShaná: uno para aquellos que son completamente malvados, uno para aquellos que son completamente justos, y uno para aquellos que están en la mitad. Los totalmente justos son inmediatamente inscriptos y sellados para la vida. Los totalmente malvados son inmediatamente inscriptos y sellados para la muerte. El destino de aquellos que están en la mitad se mantiene pendiente desde Rosh HaShaná hasta Iom Kipur. Si hacen méritos [es decir, se arrepienten] son inscriptos para la vida. Si no hacen méritos [es decir, no se arrepienten] son inscriptos para la muerte (ibíd. 16a-b).

    Rosh HaShaná fue decretado como día de juicio por dos razones: La primera es que en este día se completó la creación del mundo y la intención Divina era que el mundo fuera gobernado por el rasgo de rigurosa justicia. Por lo tanto, el comienzo del año fue instituido como día de juicio.

    La segunda razón es que, como vimos anteriormente, en este día Adám fue juzgado, se arrepintió, y fue perdonado.

    Estos dos motivos están insinuados en el servicio de Musaf (las plegarias adicionales) de Rosh HaShaná, donde recitamos: Porque Tú has decretado un estatuto de recordación para juzgar todo espíritu y alma, para considerar las numerosas acciones y criaturas sin límite. Desde el principio lo has dado a conocer y desde el comienzo Tú lo revelaste. Este es el día del comienzo de Tus obras, una conmemoración del primer día – una conmemoración del primer día del mundo completamente creado y del primer día de juicio.

    Nuestros Sabios dijeron: Ven y observa cómo difieren los caminos de Di-s de los caminos del hombre. El hombre juzga a un amigo preciado con buena voluntad para tratarlo con misericordia; y juzga a un enemigo con ira para exigir justicia rigurosa. Pero Di-s no. Juzga a todo el mundo, incluyendo a quienes violan Sus mandamientos, sólo con buena voluntad, en el mes de Tishrei. Y las numerosas Festividades y mitzvot (preceptos) del mes de Tishrei renuevan la afinidad que existe entre Él y Sus criaturas. Durante este mes de conciliación, Di-s recibe la plegaria del hombre y su arrepentimiento, y lo juzga con compasión.

    EQUILIBRIO ENTRE EL PECADO Y EL MÉRITO

    Maimónides nos enseña (Leyes de Teshuvá 3:1-3): Cada persona tiene méritos y pecados. Si sus méritos superan a sus transgresiones, el hombre es considerado totalmente justo, un tzadík. Si sus transgresiones son mayores, el hombre es considerado totalmente malvado, un rashá. Y si posee el mismo número de pecados y méritos, se dice que es una persona intermedia, un beinoní. Lo mismo es válido en cuanto a un país entero: Si los méritos colectivos de todos los residentes de una nación superan los pecados, los individuos son considerados tzadikím. Si sus pecados colectivos son mayoría, son considerados reshaím. Y lo mismo se aplica para el mundo entero.

    Si los pecados de una persona son más numerosos que sus méritos, esa persona deja de existir inmediatamente por su perversidad, como declara el versículo (Jeremías 30:14): Por la magnitud de tus pecados. Del mismo modo, si los pecados de una nación son más numerosos, es destruida de inmediato, como expresa el versículo (Génesis 18:20): Pues el clamor de Sedom y Amorá es grande. Y lo mismo se aplica al mundo entero: Si las transgresiones son mayores que los méritos, el mundo es llevado inmediatamente a la ruina, como declara el versículo (ibíd. 6:5): Y Di-s vio que la maldad del hombre era inmensa.

    Sin embargo, este juicio no es cuantitativo sino cualitativo. Existen acciones individuales meritorias que tienen más peso que varios pecados, como el versículo (I Reyes 14:13) expresa: Quizás encontremos algo bueno. Del mismo modo, existen pecados que pueden pesar más que numerosos méritos, como declara el versículo (Eclesiastés 9:18): Y un pecador puede ocasionar que se pierda mucho bien. La determinación depende solamente del juicio de Di-s, Cuyo conocimiento lo abarca todo, ya que sólo Él puede evaluar méritos y pecados.

    Por lo tanto, cada individuo debe verse a sí mismo, a lo largo de todo el año, como si fuera mitad meritorio y mitad culpable. Igualmente debe considerar al mundo entero. Así, si comete un solo pecado, puede inclinar la balanza de la transgresión para sí y para el mundo entero, causando la destrucción del mundo y la propia. Igualmente, si realiza una mitzvá, puede inclinar la balanza del mérito para sí y para el mundo entero, logrando la salvación y la redención del mundo como así también la suya propia, como declara el versículo (Proverbios 10:25): Y el tzadík es el fundamento del mundo; es decir, por ser un tzadík, inclina la balanza del mundo hacia el lado del mérito y lo salva de la destrucción.

    ¿QUÉ ES EL DÍA DEL JUICIO?

    La enseñanza de los Sabios acerca de que cada persona es juzgada en Rosh HaShaná no se refiere a si la persona merecerá el Paraíso y el Mundo Venidero si es meritoria, o el Guehinóm (infierno) y la destrucción eterna si es indigna. Más bien, el hombre es juzgado en Rosh HaShaná sólo respecto de este mundo: si es merecedor de vida y paz, o de lo contrario. Nuestros Sabios enseñaron: [El versículo (Salmos 81:5) declara:] Este es el día en el cual comenzaron Tus obras, un recuerdo del primer día. Es un estatuto para Israel, juicio para el Di-s de Iaacov. [En la plegaria de Musaf, continuamos:] Y respecto de las naciones, será dicho entonces: Quiénes para la espada, y quiénes para la paz; quiénes para el hambre, y quiénes para la abundancia. Y en ese día se hará un recuento de todos los seres vivientes para ser recordados para la vida o la muerte.

    Esta es, entonces, la modalidad del juicio: en Rosh HaShaná se miden las acciones del hombre y éste es inscripto y confirmado, ya sea en forma favorable o desfavorable, con relación a este mundo, de acuerdo a lo que merece por sus acciones realizadas. Y cuando el hombre parte hacia su lugar de descanso póstumo, sus acciones son medidas y se le destina una porción en el mundo de las almas según sus méritos (Maimónides, citado por Abudraham).

    Aunque una persona peque durante el año, no debe perder la confianza en su capacidad para arrepentirse. Más bien, debe retornar al sendero de los justos antes de la llegada del juicio. La persona siempre debe confiar en que cuenta con la capacidad de poder inclinar su propia balanza, y la del mundo entero, hacia el lado de los méritos. Es por este motivo que es costumbre ser generosos en cuanto a dar caridad, realizar buenas acciones y cumplir mitzvot (preceptos), en el período entre Rosh HaShaná y Iom Kipur.

    El hombre es juzgado sólo en función de sus acciones presentes (Rosh HaShaná 16a). Aunque esté completamente sumergido en pecados durante todo el año, Di-s Mismo testifica que el pueblo de Israel desea cumplir con Su Voluntad. Así, si se arrepiente cuando se aproxima el Día del Juicio y cumple la voluntad de Di-s, será juzgado por lo que es y no por lo que fue.

    DÍA DE FIESTA – SIN HALEL

    Debido a que Rosh HaShaná es el Día del Juicio, toda persona debe sobrecogerse de temor y reverencia ante su juicio inminente. Debe ser cuidadosa y evitar cualquier cosa que la pueda conducir a la frivolidad o la distraiga de la importancia de este día.

    Tan grande es el temor al juicio que el pueblo de Israel siente en Rosh HaShaná, que no recita el Halel [Salmos 113-118, canciones de alabanza que se recitan en las Festividades y comienzos de mes], a pesar de que Rosh HaShaná es una Festividad. El pueblo de Israel recita el Halel ante Di-s sólo cuando su corazón está colmado de alegría, pero en los días del juicio, los corazones judíos sienten más temor y estremecimiento que regocijo.

    Los ángeles ministeriales preguntaron a Di-s: Amo del universo: ¿Por qué razón Israel no recita Canciones de Alabanza (Halel) en Rosh HaShaná y en Iom Kipur?. Di-s contestó: Cuando el Rey se sienta a juzgar, con los libros de la vida y de la muerte abiertos delante de Sí, ¿puede Israel entonar alabanzas? (Rosh HaShaná 32a).

    Sin embargo, no debemos entristecernos por miedo al juicio. Por el contrario, uno debe cortarse el cabello, asearse en honor a la Festividad y lucir ropas de fiesta, mostrando así que confía en que Di-s lo juzgará favorablemente. Por esta misma razón, no se debe llorar en Rosh HaShaná. Sin embargo, durante la plegaria no está prohibido hacerlo, y es así que encontramos personas piadosas que lloran como niños durante sus plegarias de Rosh HaShaná y Iom Kipur, para despertar la misericordia de nuestro Padre Celestial hacia Sus hijos. Aunque seamos maduros y sabios, ante Di-s cada uno de nosotros es como un niño que llora sin vergüenza frente a su padre por los anhelos de su corazón.

    Vemos que éste fue el caso cuando Ezrá, el Escriba, leyó la Torá ante la nación que se había reunido el primer día del séptimo mes (o sea, en Rosh HaShaná). La gente lloraba mientras escuchaba la lectura de las palabras de la Torá, y Ezrá y Nejemiá les dijeron (Nehemías 8:10): No se lamenten ni lloren. Coman exquisiteces, beban bebidas dulces y envíen comida a quien le falte, porque santo es el día para nuestro Señor. No sientan aflicción, porque la alegría de Di-s es vuestra fortaleza.

    ¿Acaso existe alguna otra nación tan maravillosa, que tenga estatutos y leyes tan justas como toda esta Torá? (Deuteronomio 4:7). ¿Qué nación es como ésta? Comúnmente, la persona que sabe que está enfrentando un juicio se viste sobriamente con ropas oscuras y deja crecer su cabello, insegura acerca de su futuro. Pero Israel no es así: se viste de blanco y se envuelve en vestimentas blancas, come y bebe con alegría, porque sabe que el Santo, bendito sea, realiza milagros en su favor (Talmud Ierushalmí, Rosh HaShaná 1).

    LA PRIMERA NOCHE DE ROSH HASHANÁ

    En la primera noche de Rosh HaShaná, luego del servicio vespertino de Maariv, es costumbre que las personas se deseen mutuamente: Leshaná tová tikatev vetejatem lealter lejaím tovím, Que seas inscripto y sellado para un buen año, para una buena vida de inmediato. En algunas comunidades, el saludo es únicamente con las palabras: Leshaná tová tikatev vetejatem, Que seas inscripto y sellado para un buen año.

    Luego de la primera noche no se acostumbra expresar este deseo, porque se dice que ya para ese momento las personas completamente justas han sido inscriptas para una buena vida, y uno no quiere dar a entender que sus amigos no se encuentran entre los justos. Además, cada persona debe considerar a su compañero como alguien completamente justo, aunque pueda parecer lo contrario, ya que el hombre sólo juzga a sus semejantes por las apariencias, mientras que Di-s observa el corazón. Tal vez esa persona se haya arrepentido en el pensamiento y haya sido juzgada [por Di-s] como completamente justa.

    En las comunidades sefardíes, sin embargo, también es habitual expresar este deseo luego del servicio matutino (Shajarit) de Rosh HaShaná.

    En el encendido de las velas, la mujer dice: Bendito eres Tú... Quien nos ha ordenado encender la luminaria de la Festividad [y algunas dicen del Día de Recordación], y también la bendición de Shehejeianu (...que nos dio vida...), donde sea costumbre. La bendición de Shehejeianu se incluye en el Kidush (santificación sobre el vino) que recita el hombre. (Para más información sobre el encendido de las velas, vea la sección Víspera de Sucot).

    Nuestros Sabios enseñaron: Los símbolos tienen un significado real. Es por eso que en Rosh HaShaná servimos alimentos simbólicos que representan nuestro deseo de ser merecedores de un buen año. Estos alimentos simbólicos y las plegarias que los acompañan ‘dan comienzo’ a la comida festiva en la primera noche de Rosh HaShaná. En las comunidades sefardíes se vuelven a repetir la segunda noche.

    Sumergimos en miel el trozo de jalá (pan) utilizado para Hamotzí. Si uno no tiene miel, utiliza azúcar. Algunos lo hacen tanto en sal como en miel. Luego de comer de la jalá, se toma una rodaja de manzana dulce y se la remoja en miel. Se recita la bendición Boré Prí HaEtz (Bendito... que crea el fruto del árbol), se come de la manzana, y luego se dice la siguiente plegaria: Sea Tu voluntad renovar para nosotros un año bueno y dulce. En algunas comunidades, la costumbre es recitar esta plegaria antes de comer de la manzana.

    También se acostumbra comer distintos vegetales sobre los cuales se recitan las plegarias correspondientes, incorporando los sonidos de sus nombres en arameo. Algunos de ellos son:

    silki [acelga]: que sugiere el significado de la palabra alejar ( lesalék ) . Que nuestros enemigos se alejen de nosotros.

    kartí [puerro]: que sugiere el significado de la palabra exterminar ( lijrot ) . Que sean extinguidos nuestros enemigos.

    kará [calabaza]: que sugiere el significado de la palabra leer ( likró ) . Que nuestros méritos sean leídos ante Ti.

    tamri [dátiles]: que sugiere el significado de la palabra acabar ( itamú ) . Que se acaben nuestros enemigos.

    Es obvio que estas comidas deben ser sabrosas y no amargas o agrias.

    También es costumbre comer granada y decir: Que nuestros méritos se multipliquen como las semillas de la granada.

    Algunos siguen la costumbre de comer cabeza de pescado o la carne de la cabeza del cordero, y dicen: Sea Tu Voluntad que estemos a la cabeza y no a la cola. Algunos comen específicamente pescado como símbolo de bendición, dada la forma abundante en que se reproducen los peces.

    Todas estas comidas sirven para recordar al hombre que está siendo juzgado, y conducirlo al arrepentimiento. Es sumamente importante evitar enojarse en este día. Aunque los Sabios enfatizaron que la persona no debe enojarse durante todo el año, es especialmente importante evitarlo en Rosh HaShaná. Por el contrario, uno debe investirse en la alegría de Di-s y llenar su corazón de buena voluntad y amor para que también su comportamiento sea un signo favorable.

    Se acostumbra a no comer en Rosh HaShaná nueces o alimentos similares que aumentan la flema y pueden interferir en la concentración cuando se está rezando. Algunos sostienen que la costumbre de no comer nueces se basa en el hecho que la guematriá [el valor numérico de las letras en hebreo] de egoz –nuez– equivale a la de jet –pecado–, y nosotros hacemos todo lo posible para evitar cualquier alusión al pecado en Rosh HaShaná.

    Los comentaristas posteriores explicaron que hacemos uso de estos alimentos simbólicos en la noche de Rosh HaShaná ya que durante el día no nos preocupamos por pedir cosas materiales, y las plegarias que recitamos tienen como objetivo expresar nuestro reconocimiento de la soberanía de Di-s. Sin embargo, aunque rezamos para que el dominio de Di-s sea reconocido por todos, la satisfacción de nuestras necesidades materiales también juega un papel importante, ya que nos permite ocuparnos de todo lo concerniente a los asuntos celestiales. Por lo tanto, es apropiado que hagamos alusión a estas necesidades físicas a través del uso de símbolos.

    LECTURA DE LA TORÁ EN ROSH HASHANÁ

    En Rosh HaShaná se extraen del Arca dos Rollos de la Torá. La sección que se lee en el primer día corresponde a Génesis 21, que trata del nacimiento de Itzjak, ya que fue en Rosh HaShaná que Sará, su madre, fue recordada por Di-s con la promesa de su nacimiento. Cinco personas son convocadas para que suban a la Torá. El maftir (última sección de la Torá que se lee previa a la sección de los Profetas) es leído del segundo Rollo y habla del sacrificio especial de ese día, como se describe en parshat Pinjás. La haftará (sección de los Profetas que se recita luego de la lectura de la Torá) es tomada de la plegaria de Janá (I Shmuel 2:1-10), ya que también ella fue recordada por Di-s en Rosh HaShaná. Además, su plegaria forma la base de las nueve bendiciones que se recitan en el servicio de Musaf de Rosh HaShaná.

    En el segundo día, la lectura de la Torá narra la Akedá, la prueba a la cual fue sometido Avraham con la ordenanza de sacrificar a su hijo Itzjak (Génesis 22); y nuevamente hay cinco aliot, cinco personas convocadas. La lectura del maftir, en el segundo Rollo, es la misma que la del primer día. La haftará, de Jeremías, habla de la futura redención de Israel, inspirando en la congregación la esperanza de que los futuros méritos que tendrá el pueblo de Israel, como fue prometido, le permitirá soportar el Día del Juicio y ser merecedor de la Misericordia Divina. Además, la haftará también incluye el relato del dolor inconsolable de nuestra madre Rajel por el exilio de sus hijos, y la promesa de Di-s de que sus súplicas por la redención de estos serán satisfechas. El hecho de que también Rajel fue recordada por Di-s en Rosh HaShaná es otra de las razones por la cual este pasaje fue seleccionado como haftará para este día.

    HACER SONAR EL SHOFAR

    Hacer sonar el shofar en Rosh HaShaná es un mandamiento de la Torá, como declara el versículo (Números 29:1): Y en el séptimo mes, el primer día del mes, será declarado día festivo para vosotros, un día de teruá para vosotros.

    Maimónides (Leyes de Teshuvá 3) escribe:

    Aunque hacer sonar el shofar en Rosh HaShaná es un decreto Divino [que es aceptado sin que necesitemos entender su motivo], podemos, sin embargo, distinguir un propósito en ello. Es como si nos estuviera diciendo: ¡Durmientes, despertad de vuestro sueño; vosotros que dormitáis, salid de vuestro letargo; reflexionad sobre vuestras acciones, retornad y recordad a vuestro Creador! Aquellos que olvidan la verdad con el paso del tiempo y quienes desperdician sus años persiguiendo vanidad y tonterías carentes de valor y que no brindan salvación, ¡fijaos en vuestras almas! ¡Mejorad vuestras acciones! Que cada uno de vosotros abandone su mal camino y pensamiento que no conducen al bien.

    Saadiá Gaón escribe que el hecho de hacer sonar el shofar en Rosh HaShaná representa diez elementos simbólicos:

    Rosh HaShaná marca el comienzo de la Creación, el día en que Di-s creó al mundo y se convirtió en su Rey. Así como es costumbre tocar trompetas para glorificar al rey y proclamar nuestra sumisión ante él, del mismo modo mostramos nuestra aceptación del reinado de Di-s a través de hacer sonar el shofar.

    Rosh HaShaná marca el primero de los Diez Días de Arrepentimiento. Por lo tanto, hacemos sonar el shofar para anunciar y advertir que ha comenzado dicho período. Es como si anunciáramos: Aquellos que quieran arrepentirse, deben hacerlo ahora, y si no quieren, no se les permitirá venir luego para protestar contra su destino. Esta es también la manera en que los reyes ejercen su poder, anunciando sus decretos con el acompañamiento de trompetas.

    El sonido del shofar nos recuerda la revelación en el Monte Sinaí, que también fue acompañada por sonidos de shofar. Así, al escuchar el shofar y recordar ese acontecimiento, una vez más aceptamos sobre nosotros aquello que nuestros padres asumieron sobre sí.

    Sirve para recordarnos las advertencias de nuestros Profetas, comparadas al sonido del shofar, como declara el versículo (Ezequiel 33:4-5): Y todo aquel que escuchare el sonido del shofar y no fuese cuidadoso, entonces vendrá la espada y se lo llevará. Pero aquel que se cuide, habrá salvado su alma.

    Sirve para recordarnos la destrucción del Beit HaMikdash y el sonar de las trompetas del ejército de nuestros enemigos. Así, cuando escuchamos el shofar, debemos rezar por la reconstrucción de nuestro sagrado Templo.

    Sirve como recordatorio del cuerno del carnero en la Atadura de Itzjak ( Akedat Itzjak ) , quien ofreció su vida a Di-s pero en cuyo lugar fue sacrificado el carnero. De la misma manera, todos nosotros debemos estar dispuestos a entregar nuestras vidas en aras de la santificación del Nombre del Eterno, y rezamos para que esto nos sirva de mérito y seamos recordados para bien.

    Despierta en nosotros una sensación de estremecimiento y temor que nos conduce a acercarnos a Di-s con humildad, como expresa el versículo (Amós 3:8): ¿Acaso es posible hacer sonar el shofar en la ciudad y que el pueblo no se estremezca?

    Sirve para recordarnos la proximidad del gran Día del Juicio, como declara el versículo (Tzefania 1:14,16): El gran día de Di-s está próximo, cercano y pronto [en llegar]... es el día [del sonido] del shofar y de la teruá.

    Sirve para recordarnos la futura convocatoria de todos los exiliados del pueblo judío y para despertar nuestro anhelo de que ello suceda, como declara el versículo (Isaías 27:13): Y será en aquel día que se hará sonar el gran shofar y retornarán los extraviados desde la tierra de Asiria...

    Sirve para recordarnos la resurrección de los difuntos, como declara el versículo (ibíd. 18:3): Todos los habitantes del mundo y los que descansan en la tierra verán cómo es alzado un estandarte en el monte, y escucharán el retumbar del shofar al hacerse sonar.

    ESCUCHAR EL SONIDO DEL SHOFAR

    ¿Cuántas veces se debe escuchar el sonido del shofar en Rosh HaShaná? Es necesario escucharlo nueve veces, ya que la Torá utiliza la palabra teruá [uno de los sonidos del shofar] tres veces en relación a Rosh HaShaná, y cada teruá es precedida y seguida por un Sonido de tekiá.

    Ahora bien, con respecto a la teruá a que la Torá hace referencia, se han suscitado dudas a lo largo del tiempo, en cuanto al sonido que trata de imitarse: si debe ser como un quejido, semejante al llanto de las mujeres cuando se lamentan, o una especie de suspiro, como el que suele emitirse repetidas veces en situaciones de profunda pena, o una combinación de ambos, un suspiro y un sollozo. Porque esa es la manera en que actúa alguien que siente gran pena y angustia: primero suspira y luego se lamenta.

    Por lo tanto, hacemos sonar todos estos tres sonidos y, para diferenciarlos, denominamos teruá al sonido del quejido, shevarím al sonido del suspiro; y a la combinación de ambos, shevarím-teruá. Para eliminar las dudas respecto del sonido de teruá original; hacemos sonar las tres posibilidades, cada una de ellas precedida y seguida por el sonido uniforme e ininterrumpido de la tekiá.

    El orden de los sonidos del shofar es, entonces, el siguiente:

    Luego de recitar las bendiciones correspondientes, se toca una tekiá, seguida de shevarím, una teruá y luego otra tekiá (o sea: tekiá, shevarím-teruá, tekiá). Este orden se repite tres veces y los sonidos suman doce en total [seis tekiot, tres shevarím y tres teruot]. Luego se toca otra tekiá, seguida de un shevarím y luego otra tekiá (tekiá, shevarím, tekiá). Este orden también se repite tres veces, con un total de nueve sonidos. Luego, se toca otra tekiá seguida de una teruá, y luego otra tekiá (tekiá, teruá, tekiá). Se vuelve a repetir este orden tres veces, obteniendo un total de nueve sonidos. En total, los sonidos suman treinta. Este orden de los sonidos del shofar se conoce como tekiot demeiushav, las tekiot que se tocan cuando la congregación puede permanecer tanto de pie como sentada. Aunque la persona que hace sonar el shofar debe estar parada, la congregación puede permanecer sentada, ya que aún no se dio comienzo al oficio de Musaf. Sin embargo, es costumbre ponerse de pie cuando se hace sonar el shofar.

    Durante Musaf, existe un requerimiento adicional de hacer sonar el shofar cuando se recitan las bendiciones de maljuiot –nuestro reconocimiento de la soberanía de Di-s–, zijronot –cuando evocamos la Providencia Divina–, y shofarot –cuando nos referimos al sonido del shofar–. Todas ellas reciben el nombre de tekiot demeumad –el toque del shofar mientras se está de pie–, ya que es tocado durante la plegaria de Amidá, que se recita mientras la congregación está de pie. Es costumbre de algunas comunidades hacer sonar el shofar durante la oración silenciosa de la Amidá, mientras que otras lo hacen solamente durante la repetición del Jazán (oficiante).

    CIEN SONIDOS

    Hacer sonar el shofar cien veces en Rosh HaShaná (incluyendo tekiot, shevarím y teruot) se ha convertido en una costumbre generalizada. Estos cien sonidos simbolizan las 101 letras contenidas en el lamento de la madre de Siserá que esperaba el regreso de su hijo del campo de batalla, y que figura en la Canción de Devorá [ver Jueces 5].

    La relación existente entre el sonido del shofar en Rosh HaShaná y el lamento de la madre de Siserá requiere de una mayor explicación. Además, si éste es el origen de la costumbre de hacer sonar el shofar más veces de lo requerido, ¿por qué no lo hacemos sonar 101 veces?

    El propósito de hacer sonar el shofar es despertar la compasión de Di-s hacia los descendientes de Itzjak, quien fue presentado como sacrificio en el altar, mientras que el lamento de la madre de Siserá fue una expresión de aflicción revestida de hostilidad y odio. Mientras esperaba que su hijo regresara del campo de batalla, se lo imaginaba ocupado con la masacre y la recolección del botín de guerra, y era con estos pensamientos que procuraba su consuelo. ¿Es posible mayor crueldad? Por esta razón, imploramos: Que los cien sonidos de compasión y misericordia del shofar anulen cada una de esas otras expresiones de dolor – excepto una: la de una madre por su hijo, pues hasta las madres más crueles merecen compasión cuando claman por sus hijos. Es por este motivo que hacemos sonar solamente cien sonidos.

    Entre las comunidades sefardíes se hace sonar una tekiá adicional antes de recitar Aleinu al final del servicio de Musaf, por lo que suman un total de 101 sonidos. Este número corresponde al valor numérico de las letras del nombre Mijael, el ángel guardián de Israel que procura misericordia en favor del pueblo.

    Es costumbre hacer sonar una tekiá guedolá [un sonido largo] como sonido final del shofar para confundir al Satán y evitar que acuse a Israel por falta de temor al Día del Juicio Divino, ya que luego de los servicios comen comidas festivas. Cuando d Satán escucha que el shofar se hace sonar más veces que lo que la Torá ordena, se confunde y teme que los sonidos adicionales correspondan al shofar del Mashíaj.

    ¿Pero es posible que el Satán, el intrépido acusador del pueblo de Israel, capaz de colocarle trampas ingeniosas a toda la humanidad, sea tan tonto como para temerle a un sonido que hasta un niño se da cuenta que no corresponde al shofar del Mashíaj?

    Sabemos que cuando el pueblo de Israel escucha el shofar en Rosh HaShaná, es elevado a un nivel tal que es capaz de causar la redención final. Cuando hacen sonar el shofar cumpliendo con los preceptos correspondientes a ese día, sus corazones cerrados se abren, lamentan los pecados cometidos y sus pensamientos se transforman en arrepentimiento. El Satán conoce el poder de los sonidos del shofar. Aunque se originen en los labios del hombre, pueden muy bien culminar con la llegada del Mashíaj ben David.

    CÓMO SE ENGAÑÓ UNA VEZ AL SATÁN

    Un acontecimiento extraordinario tuvo lugar en España durante el período posterior a la expulsión. Muchos judíos de la comunidad habían aceptado convertirse al cristianismo, ya que al haber alcanzado posiciones destacadas y de gran responsabilidad dentro del gobierno, consideraron terrible la posibilidad de abandonar sus hogares y riquezas para peregrinar en busca de un lugar donde rehacer sus vidas. Es por ello que abandonaron su fe sólo públicamente, mientras que mantenían en secreto su lealtad hacia el Di-s de sus padres, procurando cumplir los preceptos de Su Torá en la medida que les fuera posible.

    Entre ellos se encontraba Don Fernando de Aguilar, director de la orquesta real de Barcelona. Llegó el mes de Elul, y ante la proximidad de los Días Temibles el alma de Don Fernando anhelaba oír los sonidos del shofar en Rosh HaShaná. Su deseo era compartido por varios de sus hermanos.

    Así, anunció que en una determinada fecha muy próxima –la fecha correspondiente al primer día de Rosh HaShaná– dirigiría su orquesta en un concierto, interpretando melodías de diferentes naciones. En la audiencia se encontraban, entre los dirigentes más importantes de la Iglesia y de la Inquisición, varios de los compañeros conversos de Don Aguilar, judíos que habían aceptado exteriormente el cristianismo pero que en secreto permanecían fíeles a las creencias y prácticas judías, que habían venido a escuchar los sonidos del shofar... ¡Y así fue! La orquesta interpretó varios temas, entre ellos los tan preciados sonidos del shofar –tekiá, shevarím y teruá– según la orden prescripta por la mitzvá, bajo la dirección del mismo Don Aguilar. Se dijo que nunca hubo alguien tan exitoso en confundir al Satán en Rosh HaShaná como él. El Gran Acusador estuvo representado en aquella ocasión por sus principales agentes –la jerarquía de la Iglesia y su Inquisición– ¡quienes escucharon el shofar pero no se enteraron de nada!

    EL SHOFAR – ÚLTIMO RECURSO DE DEFENSA

    El Maguíd de Dubno relató la siguiente parábola para explicar el significado del shofar como arma de defensa para el pueblo judío:

    Había una vez un hombre que perdió su rumbo y se encontraba vagabundeando en una selva plagada de animales salvajes. Tenía un arco y flechas para protegerse de los depredadores que acechaban entre los árboles. Mientras caminaba por la selva, su imaginación se apoderó de sus sentidos y todo lo que veía tenía la forma de un oso salvaje, de un lobo o de un león. Así fue que lanzó varias flechas, sólo para descubrir que las imágenes a las que temía no eran más que árboles en proceso de descomposición. Finalmente, como sólo le quedaba una flecha, decidió ser sumamente cauteloso antes de volver a usar su arco, ya que esa última flecha era lo único que podría salvarlo de la muerte.

    Igualmente nosotros, cuando residíamos en la tierra de Di-s y podíamos acceder a la montaña del Eterno y contábamos con varios instrumentos de salvación –el Beit HaMikdash (Gran Templo), el altar, los sacrificios y el Kohén Gadol (Sumo Sacerdote) que los ofrendaba–, sentíamos suficiente fortaleza como para enfrentar cualquier amenaza. No así hoy, cuando lo único que nos queda de las armas de salvación es apenas el shofar. Por eso, amigos, abran sus ojos y vean, dispongan sus corazones y actúen de acuerdo a lo que dicta la sabiduría.

    BENDICIONES AL HACER SONAR EL SHOFAR

    Por cada mitzvá (precepto) entre el hombre y Di-s prescripta tanto por la Torá como por nuestros Sabios, debemos recitar una bendición –berajá– de agradecimiento y alabanza a Di-s por habernos santificado y ordenado cumplirla. Los Sabios encontraron en las Sagradas Escrituras fundamentos que respaldan esta obligación, pero también la razón humana sugiere recitar una bendición antes de realizar cualquier mitzvá.

    Cuando la persona come una fruta, bebe agua o huele una fragancia agradable, recita una bendición por los placeres pasajeros de este mundo, ¡Cuánto más entonces debe el hombre recitar una bendición sobre las mitzvot, que le aseguran vida tanto en este mundo como en el Mundo Venidero!

    La frase que los Sabios establecieron para estas bendiciones es la siguiente: Bendito eres Tú, Di-s nuestro Señor, Rey del universo, Quien nos ha santificado con Sus mitzvot... Se debe observar que la bendición comienza con el pronombre en segunda persona [Tú] y luego continúa en tercera persona [Sus], ya que cuando uno comienza a recitar la berajá, experimenta la benevolencia de Di-s directamente. Dondequiera busque, sentirá que Di-s está cerca de él y Lo alabará. Pero cuando comienza a expresar sus alabanzas, siente cierto temor y se asombra de cómo pudo tener la osadía de siquiera pararse frente al Rey de los reyes, el Santo, bendito sea, y mucho más aún dirigirse a Él en segunda persona. Es por esto que la parte final de la berajá es una especie de apología –Quien nos ha santificado con Sus mitzvot y nos ordenó–, como si estuviera diciendo: ‘a pesar de que soy demasiado pequeño para hablar, no puedo dejar de bendecirte por lo que has hecho por mí’.

    En cuanto a la mitzvá de hacer sonar el shofar, se recitan dos bendiciones: La primera se refiere a la mitzvá misma, y la segunda, Shehejeianu, es la que se recita sobre mitzvot que son obligatorias en determinadas épocas del año.

    La mitzvá de escuchar el shofar es deber de cada persona individualmente y no depende de que haya una congregación presente. Es decir, se deben recitar las berajot y escuchar el shofar independientemente de si uno reza o no junto con una congregación. Sin embargo, es preferible embellecer esta mitzvá escuchando el shofar junto a un gran número de

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