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Arishia
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Libro electrónico202 páginas2 horas

Arishia

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¿Lo conseguirán?

En el siglo XXVI la Tierra vive una época muy dura. Los demonios la invaden y asesinan a la humanidad a su paso. Por suerte, los guerreros del bien y los ángeles protegen a los humanos del mal que los ataca desde hace siglos.

Esta es la historia de Arishia, la cazadora más poderosa de Imonium. Ella y sus amigos tienen un destino que cumplir para salvar a la humanidad del mal.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento14 nov 2018
ISBN9788417587413
Arishia
Autor

Ana Miguel Sauvalle

Nació en Menorca en 1986, donde actualmente reside. Ha crecido con sus padres y tres hermanos varones mayores que ella. Vive consu pareja en el campo, con el que lleva diecisiete años, y sus tres perros a los que adora. Es una amante nata de los animales, de la lectura y le encanta ver series con su tablet. Le gusta casi todo tipo de lectura: thriller, fantasía, amor, ciencia ficción... Para ella es difícil elegir un autor favorito.

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    Arishia - Ana Miguel Sauvalle

    Arishia

    Primera edición: noviembre 2018

    ISBN: 9788417533250

    ISBN eBook: 9788417587413

    © del texto:

    Ana Miguel Sauvalle

    © de esta edición:

    , 2018

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com

    Impreso en España – Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    Te lo dedico a ti, Andrea, mi primi, mi mejor amiga, mi hermana. Estoy orgullosa de ti.

    Nota del autor

    Quiero aclarar que la historia narrada en este libro es totalmente inventada y cualquier parentesco con la realidad es pura casualidad.

    Me inventé este mundo fantástico a medida que lo iba escribiendo. Tenía información en la cabeza buscada de Internet, pero la fui amoldando a mi manera para crear la historia de Arishia y sus amigos. Unos personajes a los que a medida que he ido desarrollando les he cogido mucho cariño.

    Espero que a ti, querido lector, esta historia te entretenga y deje un buen sabor de boca.

    Prólogo

    Hace billones de años se creó el universo y con él a los dioses. En un principio había miles de ellos, pero con el tiempo la cifra se fue reduciendo porque se mataban entre ellos. Todos querían el poder del universo en vez de compartirlo y matando a otro dios se quedaban con todo su poder.

    Al final solo quedaron diez, entre ellos los cuatro sabios, Elim, Nolan, Otos y Eco, que son los cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego.

    Los diez dioses llegaron a un acuerdo y se dividieron el universo en partes iguales. Ninguno puso pegas al trato, el universo era infinitamente grande y tenían poder de sobra para todos.

    A partir de ahí los sabios crearon a los ángeles para mantener la vida en los mundos creados por ellos, como la Tierra. La paz duró miles de años, cada dios disfrutaba de su vida y sus creaciones sin molestarse los unos a los otros. Solo había dos dioses que convivían juntos y se amaban. Ara, diosa de la verdad, justicia y armonía y Ethos, dios de la creación, sabiduría y orden.

    Al final la paz la rompieron cuatro dioses. El de la rabia, el miedo, la muerte y la envidia. Aburridos con sus vidas, decidieron acabar con sus propias creaciones y mundos creando criaturas malignas con su sangre, llamadas demonios. La mayoría no son poderosos, pero sí lo suficiente para aniquilar todo lo que se ponga en su camino.

    Cuando acabaron con toda su creación, todavía aburridos, se unieron para atacar y aniquilar los mundos de los demás dioses.

    A pesar de sus esfuerzos, Ethos y Ara no pudieron hacer nada para salvar ninguno de sus mundos. Nadie sabe qué fue de estos dos dioses desde hace mucho tiempo.

    Los sabios y ángeles se dieron cuenta de que si no hacían algo toda su creación sería destruida. Solo quedaba la Tierra en pie. Así que Elim, Nolan, Otos y Eco ayudaron a que algunos de los humanos de la Tierra evolucionaran más rápido. Les otorgaron la reencarnación, para así completar su verdadera esencia. Una vez completada se convertirían en guerreros del bien y solo los más poderosos tendrían un ángel que los guiara en su camino. Un ángel de la guarda.

    Así ha sido desde hace miles de años. La humanidad no es perfecta y está corrompida por el mal desde antes de que llegaran los demonios y casi acabaran con la Tierra. Pero las tres guerras mundiales que sufrió sí fueron gran obra de los demonios. La última casi acabó con toda la humanidad, apenas queda algo de la era tecnológica, pero todavía tiene una posibilidad de salvarse. Existen miles de guerreros y ángeles que luchan para que así sea. Juntos cazan a los demonios que viven en la Tierra, aterrorizando y asesinando a la humanidad.

    Los demonios se han ido multiplicando a lo largo de milenios y seguirá siendo así durante mucho más tiempo. Solo estos héroes pueden salvarnos.

    Año 2533 d. C.

    Hacía ya quince años que Gaspar había muerto y cinco que los elegidos habían matado al Rey, uno de los demonios más poderosos que quería hacerse con la Tierra. Durante la guerra muchos ángeles y guerreros habían caído, pero lograron vencerle. Aun así, la Tierra seguía llena de demonios, y Arishia, Peter, Kolet, Kevin y Essis seguían con su trabajo, cazarlos y matarlos.

    Arishia acababa de llegar a casa después de estar tres días en África con Peter y Essis exterminando un nido de demonios. Fue duro y estaban heridos. Ella tenía el poder de curar a los demás, pero no a sí misma.

    Se fue al baño para darse una ducha. Se desvistió delante del espejo para poder ver las heridas de su pequeño cuerpo. A pesar de su estatura era la guerrera más fuerte de Imonium. Era letal y tenía poderes que hasta ahora solo les había pertenecido a los ángeles. No estaba claro porqué era distinta al resto, pero se decía que su poder era un regalo del universo. Ella no pensaba lo mismo.

    Tenía cardenales por todas partes, la peor era la del costado, una mancha roja y morada le cubría todo el abdomen, pero nada que no hubiera sufrido ya. Por suerte en unas horas se curaría, era una de las ventajas de ser una guerrera del bien, aunque a ella le gustaba más llamarse cazadora. Después de una larga ducha se metió en la cama y tuvo un sueño que ya había tenido de niña.

    Estaba en una playa en la orilla del mar, reconoció ese lugar enseguida. Gaspar, su ángel, y ella pasaron tiempo en esa isla hacía ya mucho tiempo. Delante de ella estaba el mar y el cielo azul. Miró sus pies al sentir el agua fría acariciándola. Al verlos tan pequeños vio que era una niña, su yo niña, y llevaba un vestido largo blanco. Oyó voces a su espalda y se dio la vuelta, era una pareja sentada en la arena y se acercó para verlos mejor. El hombre era Gaspar y la mujer era ella, la ella de ahora. Cuando lo soñó de niña no se había reconocido.

    De repente los árboles que había tras ellos comenzaron a balancearse y se oyó el llanto de un bebé, pero nadie parecía haberlo oído excepto Arishia, la niña. Miró a Gaspar, y sobre él un demonio se abalanzaba con sus garras apuñalándolo en el pecho. Se despertó de un salto de la cama. «Esa parte del sueño es nueva», pensó. Su corazón latía a mil por hora y empezó a notar algo, una sensación extraña pero familiar que cada vez se hizo más fuerte y entonces se dio cuenta. Salió corriendo en busca de sus amigos.

    —¿Estás segura de que lo sientes? Porque nosotros, no.

    «Genial, ahora no, Kevin, no estoy loca».

    —¡Segurísima! —respondió Arishia—. Vamos a buscarle.

    Peter sabía que estaba emocionada, llevaba mucho tiempo esperando esto. Pero solo ella era capaz de notar esa energía.

    —Pero ¿cómo? Solo tú lo sientes, solo tú puedes llevarnos.

    —Cierto, no tengo una ubicación.

    Kolet la sentó en una silla y le dijo que se concentrara. Cerró los ojos, buscó algo que tuviera energía cerca de lo que estaba buscando, tardó un poco. Notó la vegetación del lugar, había árboles, muchos árboles.

    —¡Lo encontré! —gritó Arishia.

    Se sobresaltaron cuando saltó de la silla. Se cogieron de la mano y los llevó hasta allí.

    Era de noche, la luna llena iluminaba con su luz todos los huecos de los árboles. Lo sintió más fuerte que antes.

    —¿Seguro que es aquí? —Kevin seguía pensando que estaba loca.

    —Sí, está cerca.

    —¿Oís eso?

    Miraron a Kolet, era el llanto de un bebé, como en el sueño. Siguieron el sonido durante unos minutos hasta que encontraron una cabaña. Había luz en el interior, el llanto dejó de oírse y se acercaron sigilosamente a las ventanas para mirar en el interior. Essis los vio primero.

    Una mujer estaba sentada sobre un colchón en el suelo, apoyada en la pared con un bebé en brazos envuelto en una manta, este comenzó a llorar de nuevo.

    —Es él. —No se lo podía creer.

    —Hay mucha sangre.

    Estaba tan absorta mirando al bebé que no se había dado cuenta de eso.

    —La sangre atraerá a los demonios que haya cerca, hay que sacarlos de aquí.

    Essis miró el cielo y los demás hicieron lo mismo, ya se acercaban, eran de la misma especie que el sueño de Arishia. Essis empuñó sus gigantes hachas y atacó. Arishia entró en la casa, corriendo. Al acercarse a la mujer vio que estaba muerta, había perdido demasiada sangre. Cogió al bebé y se teletransportó fuera con los demás. Peter hacía guardia.

    —¿Y la madre? —preguntó.

    —Muerta. ¿Han acabado con ellos?

    —Sí, pero vienen más.

    Sombras se acercaban a ellos y no podía hacer nada con un bebé en brazos. Se teletransportaron al Monte Fuji, Japón. En Toyatsuka para ser exactos. Era una aldea que se había creado después de la Tercera Guerra Mundial, hacía ya casi quinientos años. También construyeron un templo donde los huérfanos vivían y eran cuidados por gente buena y humilde. Arishia llegó a aquel lugar hacía ya más de veinte años cuando tan solo tenía doce, antes de convertirse en guerrera.

    Cuando llegaron a los alrededores del templo se miraron los unos a los otros, nerviosos, mientras ella sostenía al bebé en brazos, este hizo un ruidito y lo miraron. Tenía los ojos cerrados, pero movía la boca buscando alimento, le cayó una gota de agua en la frente y ella miró el cielo.

    —¿Llueve?

    —No. —Kolet se acercó a ellos—. Eres tú, Shia, son tus lágrimas —dijo, utilizando el diminutivo de su nombre.

    Ella seguía mirando al bebé sin dejar de llorar. Era feliz, pero tenía miedo, mucho miedo, era tan pequeño y tan frágil, que el único lugar que se le ocurrió para que estuviera a salvo era el lugar donde ella misma creció.

    —Aquí estará bien —dijo—, yo fui feliz aquí. Lo dejaré en la puerta del templo, llamaré a la puerta y esperaré escondida hasta que abran y lo recojan.

    Estaba histérica, el cerebro le iba a cien por hora, solo quería mantenerlo a salvo.

    Kevin se acercó a ella.

    —Arishia, Shia, mírame. —Ella obedeció—. Tienes razón, este sitio es seguro, el más seguro del planeta, no te preocupes. Vamos al templo.

    Por primera vez en mucho tiempo Kevin no la miraba como si estuviera loca, juntos fueron al templo con Essis, Peter y Kolet tras ellos.

    Todo seguía igual, el templo, las calles y las casas. No había nadie y faltaban un par de horas para que amaneciera. Dejaron al bebé en la puerta trasera del templo y tocaron el timbre, Arishia sabía que allí siempre había gente. Se hicieron invisibles a los humanos y esperaron hasta que una mujer abrió y lo recogió con ternura. Pidió a los chicos que se fueran, quería estar sola.

    Cuando se fueron fue a su antigua casa. Entró en el jardín, no sin antes averiguar si había alguien en casa. Nadie.

    Estaba casi todo igual, el pequeño jardín seguía teniendo rosales y buganvilias y el bonsái que Renji siempre cuidaba con esmero. Dentro de la casa, los muebles eran distintos, pero estaba casi todo igual. Sonrió al recordar el día que encontraron la cama que aún seguía ahí, aquella noche durmieron muy poco. Siguió cotilleando y le llamó la atención un libro que había en el escritorio, era grande y negro con dibujos dorados formando una cenefa. En el centro había dibujada la estrella que simbolizaba lo sobrenatural. El título estaba escrito en latín, pero entendía lo que ponía. El mundo que no conocemos. Lo abrió y vio dibujos muy bien ilustrados de demonios muy familiares para ella.

    —¿Arishia? —Se dio la vuelta sobresaltada y vio a Renji, mirándola.

    1

    Año 2554 d. C. Veintiún años después.

    En la actualidad

    Kyle estaba comprando comida en un supermercado de Tokio. Estaba muy lejos de su casa, Toyatsuka. Pero volar tenía unas ventajas estupendas. Tenía ese poder desde los doce años, nadie sabía de su existencia, solo él.

    Pasó por el pasillo de bebidas alcohólicas y se paró para comprar alguna. Acababa de cumplir veintiún años, la edad legal para consumir alcohol en todo el país. Eligió una botella de vino tinto para su padre y para él.

    Salió del supermercado con dos bolsas llenas de comida y se dirigió al callejón donde había aterrizado al llegar, desde ahí nadie lo vería.

    Estaba distraído mirando un envase de tallarines vegetales y no se dio cuenta de que había una mujer frente a él y se chocaron.

    —Disculpe, no la había visto. —Kyle se agachó para recoger sus cosas y sintió algo sobre él, como una energía extraña, que le oprimía el pecho y le costaba respirar.

    Cuando miró hacia arriba vio cualquier cosa menos una mujer. Tenía la boca llena de dientes afilados y una sonrisa enorme. Salió corriendo como pudo, pero el demonio lo agarró del cuello con su cola larga como un látigo. Kyle estaba a punto de ser asfixiado por esa cosa cuando de pronto se oyó una explosión y el demonio lo soltó. Cayó al suelo y cuando recuperó el aliento, miró hacia atrás, a la pared del callejón, y vio que se había derrumbado sobre ese ser. Kyle se levantó del suelo sin dejar de mirar la escena que tenía delante, quería saber qué iba a pasar. Una mujer pelirroja estaba sobre los restos de la pared con una guadaña enorme en la mano. El aspecto de esa mujer era letal. El demonio salió de los escombros y fue a por ella con rapidez, pero la mujer era más rápida y se defendió sin problemas. El demonio sacó sus alas para saltar y atacar con más fuerza, Kyle pensaba que la mujer no lo lograría, era muy pequeña para poder con esa cosa. Lucharon cuerpo a cuerpo, no se sabía quién iba a ganar, parecía que la lucha estaba igualada. Arishia podría haber matado al demonio con un golpe, pero quería que Kyle viera el espectáculo. En un momento de la lucha Kyle pudo ver que la mujer a pesar de parecer

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