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Diamante y Diadema: Vida y Felicidad
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Diamante y Diadema: Vida y Felicidad
Libro electrónico146 páginas1 hora

Diamante y Diadema: Vida y Felicidad

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Si no te has encontrado con la belleza de tu breve vida, este libro te hará sentir como en un pedazo de cielo aquí en la tierra. El ritmo es admirable y las palabras son como el fluido de un viento apacible que acaricia tu alma y te susurra al oído todo lo que te queda por hacer y de que manera puedes adquirir la paz sin desearla, sino descubriendola. 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 oct 2021
ISBN9798201929725
Diamante y Diadema: Vida y Felicidad

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    Diamante y Diadema - D. S. Drwinland

    Prefacio

    El enorme conflicto humano es este: todo se basa en algún tipo de filosofía hoy día. Cada persona tiene su verdad, aunque la misma sea una mentira. Vivimos sometidos a los efectos del pensamiento violento, impulsivo, obsesivo, frustrado, desesperado, amargado, sufrido, enajenado, volátil y apegado. En todos estos pensamientos habita la acción que desencadena el modo en que vivimos y pensamos.

    Para atravesar nuestro modo de vida y crear una sola sociedad, hace falta la mística del pensamiento, una elevación de la consciencia hacia el grado más supremo de ella. Conectar todos los puntos y completar el cuadro para ver con alegría el resultado. Todos formamos parte de una sola misión. Entender esto es sencillo y puede ser más simple a la vez.

    Con este libro en manos, espero conseguir liberarte de un pensamiento mortal que te ata a esta vida pasajera de manera irracional e iracunda.

    No tienes nada más por lo que sentirte abatido, ni destrozado, mucho menos confundido.

    Despertarás a una sola verdad y un solo amor que todo lo supera y alcanza: El ser hijo de la creación.

    Encuentra la mística de tu vida y experimenta tu nacimiento una vez más. Tu eres la respuesta a todo. Tu eres la solución y la acción que dará un giro a la existencia que ahora te ha tocado. Todo lo puedes en Cristo que te fortalece.

    Para explicar a Dios, San Juan de la Cruz usaba poemas que el espíritu le inspiraba. Santo Tomás de Aquino usó la teología. San Agustín de Hipona (obispo), explicó a Dios a través de hechos e ideas que todavía hoy manifiestan una forma de Dios ser y hacer. Santa Mónica (madre de San Agustín), explica a Dios desde el silencio y la perseverancia. San Martín de Porres habla de Dios a través de los milagros y la humildad. San Francisco de Asís por igual. San Juan Bosco desde la alegría, Albert Einstein desde la ciencia, famosos filósofos y pensadores modernos lo hacen a través de ideas y creaciones de leyes.

    Cada santo y cada persona descubre una manera particular de la manifestación gloriosa de Dios en sus vidas.

    Este libro es mi modo de entender y hablar de Dios en nuestras vidas a través de una acción concreta y determinada de lo que significa la consciencia.

    De la eternidad

    Caminé hacia la luz que atravesaba la puerta entreabierta dejándome cegado ante su potencia. Era tan brillante, que me vi obligado a cerrar un poco los ojos hasta cruzarla.

    Al saber que estaba del otro lado, los abrí y pude hacer silencio. El impactante espectáculo, la maravilla que se impregnaba en mi corazón y por la que fui sobrecogido, era de tal admiración que, sentía como todo el vacío interior se llenaba por completo.

    La copa estaba rebosante de aquel gozo que, apenas tenía por segundos en la vida anterior y, ahora, era eterna.

    Porque, aquel que pierda su vida por mí la salvará. Aquel que sepa perderse de este mundo, habrá encontrado la vida.

    Índice

    ¿Quién soy?

    ¿Por qué?

    ¿Fácil o difícil?

    ¿Buenos y malos?

    Naciendo de nuevo

    Cortejando al Rey

    El reino del altruista

    La pureza del pacto

    Océano de árboles verdes

    El diamante escondido

    La diadema sagrada

    El brillo de la soberbia

    El reino de la bondad

    La voz que me llama

    La aventura del olvido

    Ojos de misericordia

    La belleza del riesgo

    El reino del equilibrio

    De las cenizas a la vida

    La fe produce

    Los elementos del Espíritu

    Por su gracia

    De dónde vengo, es la vida

    El reino de los valientes

    ¿Quién eres tú consciencia?

    El diamante manchado

    La diadema sin causa

    El brillo perfecto

    La danza de las luces

    Soñando despierto

    La trascendencia del ser

    Epílogo:

    Yo soy Roca (humanidad)

    Yo soy Fuego (espíritu)

    Yo soy Cielo (eternidad)

    ¿Quién Soy?

    Soy el recorrido de una aventura amorosa. Una que tiene dramas, momentos oscuros y turbulentos, espantosos, con discusiones molestas, pero también, momentos de eterna dicha, historias de endebles recuerdos que jamás terminarán, presentes llenos de grandes retos.

    Esto hace que despierte y rompa de una vez el cascarón, que puja contra las fuerzas que osan arroparme para arrebatar toda la esencia y pureza de la que estoy hecho.

    He nacido con el fin de adquirir una destreza más allá de los límites establecidos. Voy de ser roca a ser un fuego espiritual de voluntad férrea, que no se rompa jamás, que exclame en voz alta a la justicia y la verdad, sin el conocimiento del miedo o el sufrimiento; sin el conocimiento del dolor o la muerte, porque tanta vida tengo y disfruto, que, por amor, me he vuelto eterno.

    No convivo con la ignorancia ni la hipocresía. No sostengo la doble moral ni la insuficiencia del bien en nuestros días. No consiento la maldad ni los insultos hechos con aparente bondad. No cotejo las palabras cuando del amor vienen. No decoro las acciones cuando del cielo caen como inspiración misma a través de hechos y palabras.

    Soy un caminante que no vuelve por el mismo camino. Sólo los cobardes regresan sobre sus huellas, porque las dudas bañan con temor su naturaleza insípida y limitada. Voy hacia adelante, entre surcos de incómodas charlas, resistiendo los embates de incomprensibles mentalidades que desde sus oscuros rincones sólo saben herir y juzgar. Han marchitado la bella flor de la consciencia, aquella que, a su vez, engalana la victoria del único amor indisoluble.

    Han pisoteado la pureza, con el indebido acto de la vergüenza; con el impensable torpe juicio que a sus mentes ha calado como un terremoto que se levanta desde el centro de la tierra y trae caos en todo su alrededor.

    Oh, pobre cuerpo, hecho para una vida de pulcras acciones, dotado de un mecanismo más allá del conocimiento, admirable, misterioso, milagroso y fundido por las manos de un Dios que en su más esplendoroso acto de amor quiso así crearnos.

    ¿Me preguntas de nuevo quién soy?

    Sé muy bien lo que no soy, porque lo que soy, eso sigue en su proceso hasta el detonante último de cada expresión de mis emociones, pensamientos y acciones en el corazón que nace y vive aquí en el presente. Ese que se abre a su antigua naturaleza de ser puro queriendo despertar a la memoria de un niño aún siendo un adulto.

    Ese mismo que toma como vara la responsabilidad, que yergue su respiro al cantar de los días, entre suaves melodías, a veces de tonalidades altas, deformadas, relajadas, profundas. Tal es la creatividad que conmigo vuela. Donde quiera que piso, allí ella se hace notar.

    Soy el hacedor de mi destino, eso y algo más, junto a las oraciones que soplo al cielo, unido a todas aquellas que se elevan por mi bienestar. No estoy solo. Nunca. Soy compañía, ayuda, necesitado, bienaventurado, fuerte y vulnerable.

    No soy una etiqueta de limitado prejuicio que sondea en las lenguas sin amor. No soy odio, violencia, rencor, tampoco un chisme que alguien sin identidad quiso darme. No soy enfado, ni tristeza. No soy miedo, ni torpeza, mucho menos un cobarde.

    Vengo a la vida en completa desnudez del alma, no sólo del cuerpo. Todo lo que traigo tiene un propósito que traspasa las más profundas cuestiones de nuestra humanidad. No soy limitado, soy un ser hecho para la vida y después de la vida.

    Soy una consciencia que se remece en la hamaca del espíritu. Soy triunfo y valentía; inspiración y sosiego. Soy la causa de que todos en mi entorno puedan sentirse llenos de amabilidad, cortesía, decencia, respeto y bondad.

    Soy el ala que sopla fuerte buscando dar lo mejor de sí mismo. Soy la mañana que despierta sus ojos, el sol que deslumbra la piel, sino que al alma también. Soy canto y júbilo, sonrisas de niños que en la sencillez de sus juegos saltan como ciervos en el bosque. Soy la yerba verde que en su colorida esperanza abraza la tierra como pensamiento optimista mientras vive. Soy la semilla que se esfuerza en romper la tierra para decorarla de fulminantes virtudes: belleza, esplendor, aire, agua y luz.

    Voy naciendo a medida que voy descubriendo la razón de lo que soy. Si descubro mi identidad en los acontecimientos del entorno, entonces, muy cerca estaré de conocerme a plenitud. Pues quien se conoce, sabe lo que es el cielo de donde vino. Pues quien se conoce, descubre con alegría el diamante fino que lo hace ser hijo del Rey.

    ¿Por qué?

    Lanzo miradas al venturoso paisaje que desde mi sueño contemplo como oscuras escenas de vientos tenebrosos. Niños sin sonrisas, traumados por los vacíos corazones de aquellos infames demonios que se dejaron atrapar por un infierno distante de sus memorias. Y la escuela de la isla maldita que abunda por descontrol infame en el bendito hoy, acaricia las enseñanzas de cementerios que irán creando tumbas tras tumbas, monstruos diversos, en el amplio terreno que se extiende por toda la cordillera del mediterráneo, bajo la tenue luz del amanecer en una metáfora insípida conocida como culpable y a la que hoy se le llama sociedad.

    Canciones con rituales de oscuro tono crecen en las sensibles entrañas de aquellos inocentes. Y los persiguen hasta dejarlos como adultos sin esperanzas, sin fe. Se embalsaman de las otoñales temporadas de escasez y los gritos sin piedad comienzan. Se unen a viva voz dentro de sus consciencias y buscan en el miedo las respuestas, porque eso han aprendido.

    Van creciendo marchitos, sin el más mínimo escrúpulo por la decencia y la bondad. No trabajan por hacer crecer sus virtudes de pétalos rojizos. No. Prefieren desmayar por una muerte que les arrebata con sufrimiento el amor de cada día, el alimento vivo de poder abrirse a la eternidad de un paraíso que está próximo.

    ¿Por qué? Surge de nuevo la inteligente pregunta. Muchos no lo saben, pero yo sí.

    El agotamiento resuena internamente bajo

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