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Enredados por su culpa
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Enredados por su culpa
Libro electrónico202 páginas2 horas

Enredados por su culpa

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Cinco jóvenes se verán envueltos en relaciones sentimentales que los llevarán a cuestionar todo lo relacionado al tema tabú del sexo. Usarán el sentido común para definir qué es exactamente lo que buscan y cómo lo harán. 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 jun 2023
ISBN9798223738152
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    Enredados por su culpa - D. S. Drwinland

    Cinco hombres comparten sus experiencias acerca de sus íntimas aventuras y terminan con una visión distinta de la que tenían.  

    D. S. Drwinland

    ––––––––

    Enredados

    por su culpa

    ––––––––

    Una novela

    Nota

    Este libro no pretende causar perjuicios o daños a la consciencia ajena (si es que así se le puede llamar ahora), ni mucho menos a la cultura de algunos países señalados, ni a las Iglesias mencionadas, ni a las personas de las que hago mención.

    Es imprescindible concebir una actitud hacia la sexualidad de forma tal que, pueda ser reconocida como es, que se libere de su encasillada concepción sustentada hasta ahora: discreta, confidencial, secreta, enfermiza, dañina, trágica, desde la visión sostenida por miles de culturas.  

    El pueblo debe reconocer la sexualidad como parte de sí, como algo que está ahí y de lo que no se puede avergonzar. Debe asumir un compromiso, un rol, una oportunidad en nuestras vidas de no sentirnos amenazados por ella, sino responsables.  

    El sexo es de lo único que podemos decir, siempre nos acompaña hasta la muerte. De seguirlo manteniendo oculto ante aquellos que vienen en camino y, no sabiendo explicarlo de manera modesta y apropiada (noble, sana, firme, científica y real), no aprendiendo a reconocerlo como parte de nosotros, continuaremos manteniendo la misma actitud ignorante de siempre. 

    Nos daremos cuenta de que la realidad es otra, de que sólo estamos avergonzados en el fondo y buscamos la ayuda a escondida: padres que no controlan a sus hijos y recurren a sus amigos más sanos posibles para pedirles ayuda, personas que cuentan con incapacitados para dar una respuesta satisfactoria a los males sexuales que son una verdad indisoluble en la sociedad. En pocas palabras, no podemos evitar lo inevitable.  

    La sexualidad nos acompaña durante toda nuestra vida y nada puede refrenarla: ni el silencio, ni el misterio, ni la discreción, ni el morbo, ni el desenfreno, ni los mensajes subliminales, ni ninguna moral existente. Todo esto corroe el significado más exacto de la sexualidad y vuelve más convincente la ignorancia con que se está transmitiendo.  

    La única alternativa que ahora les presento por medio de este libro es, aceptar y educar la sexualidad, no negarla o evitarla.

    Con este proceso formativo, instructivo y práctico para cualquier persona con una edad comprensible a su sexualidad, deberemos corregir aquellas escenas dramáticas, reproducidas a escondidas por actores que no fingen una pelea, sino que padecen las duras penas de sus realidades.  

    Entendernos dentro de los contextos claves del sexo, debe establecerse como primicia inaudita a toda persona que se pone a la defensiva y ante aquellos secretos que, hasta ahora, nadie ha querido dilucidar con franqueza, como son: las ironías a las que la han llevado las opiniones religiosas, culturales, tradicionales, de pueblo y de toda comunidad que emplea un ritmo inapropiado, asqueroso, perturbador de la personalidad que es el punto primordial al que debe llegar todo ser humano consciente, para poder corregir y elevar su sexualidad hacia los niveles más exaltados del alma, clímax final compensatorio al que aspiramos. 

    Pues, ¿Qué es la sexualidad si no un rio que no cesa su corriente y al cual sólo debemos saber encausar para no afectar la vida en ninguna manera? ¿Qué es la sexualidad sin un propósito espiritual?  

    Si los lugares, escenas, monumentos y paisajes de esta historia te parecen similar a otra, es pura coincidencia.

    Me presento

    Somos un grupo de amigos, criados en el mismo pueblo y con diferentes tipos de enseñanzas. A cada uno nos marca la tradición y las creencias llenas de conclusiones producto de lo que hemos interpretado como nuestros propios puntos de vista, aunque al final sean definiciones alteradas a causa del trato que hayamos tenido en el núcleo familiar. Arkus, Endy, Fill, Angus y yo, Derek, el escritor de artículos en un periódico de poca fama.

    Siempre estoy escribiendo pensamientos basados en la realidad de las personas. Un día de esos en los que la gente parece tener añoranzas e ideas de más, Arkus, insinuó por cosas del destino que, por qué yo no escribía algo que estimulara las sensaciones de las personas. Algo como el sexo.

    En gran parte de mis artículos, abundaba el tema cotidiano acerca de la vida, los buenos principios, la moral, los talentos, cómo desarrollar cada don que has recibido, pero jamás había escrito sobre tales asuntos del sexo.

    Era muy probable que no me gustara referirme al tema debido a su lenguaje mal sonante y descuidado con que muchos lo trataban, pero era sin duda un tema que siempre estaba en boca de cada persona.

    Si no para criticar sus actividades, para realizarlas. El hecho es que, gracias al sexo estábamos aquí, existiendo a causa del amor de dos personas o, a causa del capricho de dos personas irresponsables.

    Bueno, como sea, decidí que era hora. Me sujeté bien los pantalones y quise tocar fondo con ese infalible monstruo escondido y amedrentado del público al que pocos querían llegar.

    Observé al salir de la Iglesia aquel domingo de ramos que, pocos allí deseaban hablar de sexo. Cierto, con lo mucho que se hablaba en la biblia en contra de tal cosa, no era para menos.

    Quise sugerirle al sacerdote encargado que podía darle una charla sobre dicho tema a las personas o, los feligreses, como les llaman. Me dijo alborotado: Ha de estar usted loco como para que yo le permita una cosa semejante.

    La palabra sexo en las iglesias era un asunto cerrado. Representaba el lado bueno y malo de muchas actividades delictivas en el mundo real. Por eso, las iglesias no querían ninguna relación con esos temas, aparte de que lo evitaban para encubrir otras acciones desagradables de las que hablaría tarde o temprano.

    Continué con mi investigación y acudí a la entrevista de muchas mujeres jóvenes en la universidad acerca de lo mismo. Algunas me delataban sus más íntimas historias y, otras, actuaban igual que en la iglesia, con el fanatismo que les precedía. O solo se cuidaban debido al tema tan privado.

    En serio, Arkus, tenía razón en que yo hablara de esto debido a su poca consciencia en el mundo. Debía haber una manera de hacer conocer este tema sin escandalizar a la multitud, pero no era posible. Si de la biblia debemos sacar lo bueno y no lo malo, entonces, lo mismo ocurre con el sexo. 

    Hasta que se me ocurrió estudiar los comportamientos e historias de mis compañeros. Les pedí toda la información posible y creaba los contenidos más estrafalarios jamás oídos hasta entonces en el periódico en el que trabajaba. Eso hizo que subiera de posición. El editor estaba muy contento conmigo. Incluso, si el material no era acaparado por los niños debido a su candente realidad apasionante.

    Mi editor, un sabio erudito de materiales contemporáneos, incluyendo la serie de sexo en la ciudad, que tuvo mucha fama en su momento, resultaba similar dicha travesía a la mía. Solo que, por ser con hombres, se aplicaba como una versión original de nuestra era. Y así fue como empecé mi primer artículo.

    El diario de las penas 

    Hombres y mujeres se afincan en una diversidad de planes y metas muy controversiales. Nadie quiere estar solo/a, pero algunos se ven obligados a la soledad. Vaya problema social.    

    De esa forma, nos vamos conectando con el gran universo biopsicosocial que tenemos frente a nosotros, retándonos cada día y diciéndonos, respectivamente, que no hay nada de malo en ser virgen o casto. Aunque, eso signifique la extinción del ser humano. (Cosa que me está preocupando mucho).  

    Pues mi pene, para este futuro donde vivo, es una mercancía y, las vaginas, sólo monólogos frecuentes de palabrerías traviesas en conversaciones de fanfarrones que habitan a una esquina de mi casa demostrando quién es el mejor en la cama con su mujer por medio de las palabras como única evidencia.  

    Ahí es donde yo, nunca iría. Es para novatos. ¿Por qué mejor los hombres no andan mostrando los pantis de sus mujeres para presumir por la calle la causa por la que están con ellos? ¿tamaño del pene, buen sexo? ¿quién es el hombre?  

    Fuera de eso, la fabulosa idea de que las erecciones provienen de furtivas imágenes creadas como un método de incentivo y placer que favorece los estrógenos y canaliza una sexualidad saludable y bien satisfactoria. Una especie de alteración regular de la testosterona y de las hormonas femeninas. ¡Mentiras de cabezas huecas!

    Las erecciones provienen de una sobrecarga sexual que se estimula por imágenes provenientes del exterior hasta el cerebro y que es enviada a través de los nervios y órganos capaces de monitorear las áreas motoras de nuestro pene. Es más sencillo creer esta versión aun cuando las imágenes estén retenidas en la mente por perversos sexuales.  

    Creo con fe en todas las religiones que profesan sus credos sobre circuncisiones, abstinencias y sobre los desenfrenos o, lo que ellos llaman: Pensamientos Impuros. Es un gran desafío discutir abiertamente sobre estos temas tabú escandalosos, en especial cuando tienes que diferenciar los términos fantasías sexuales de los pensamientos impuros condenados por la Biblia.  

    La sociedad bien los escenifica con su modo de vida: "El tamaño me importa mucho, a mí sólo me vale que lo haga bien, que lo mantenga higiénico, si estoy enamorada, no me importará cómo lo tenga, cada uno dirá lo que le parezca, yo bien soporto mi pene, aunque lo engañe con otro, no creo que sea bueno ver el pene de tu pareja antes de casarte". Y así transcurre otro día en penelandia.

    Con esto, nos adentramos al mundo mitológico del falo, la verga animal que se erecta ante los estímulos sexuales provocados por chispas incandescentes que se disparan ante la condensada sensación de la atracción y la sensualidad.  

    Ese miembro gigantesco y, a veces, no pequeño, sino decepcionante para algunas mujeres, que aterriza sobre los ojos de sus ansiedades y que atraviesa los pantalones modernos y ajustados que subyace en este futuro presente.  

    Ese miembro quejumbroso, con diferentes tamaños, algunos doblan a la derecha y otros a la izquierda (se cree que es por causa de la masturbación, sin embargo, se trata de un fenómeno normal), algunos son decaídos y otros fuertes, largos y flojos, cortos y ásperos. Y no, no estoy hablando de la voluntad masculina.  

    Esa es su naturaleza y cada hombre debe ver cómo acepta esa realidad y la mujer debe ser clara con lo que desea de su hombre.  

    Entiendo que es delicado el asunto si en algunos países se les pregunta a las mujeres sobre si llegaran a descubrir que sus novios son impotentes en el primer momento en que tengan relaciones, ellas responderían en su mayoría que no discutirían sobre eso, puesto que la respuesta es obvia: Lo dejarían y se acabó.  

    Algunas salen adelante ayudando al hombre con este conflicto de penes y, otras, sólo saben echarle la culpa de cosas de la que él mismo se quisiera ver liberado y no haber nacido con ese percance tan socialmente discutido. Aunque, puede optar por la castidad como alternativa.

    Una gran parte de esas impotencias son causadas por inconvenientes fisiológicos, de nacimientos, por enfermedades como la diabetes, extenuados efectos de estrés y de depresión que influyen de forma psicológica.  

    Y eso, sin mencionar los que están castrados a escondidas de la sociedad por temor a ser evaluados por las críticas burlonas, así como los que tienen problemas de erección crónica. ¿Es esta la resultante de una condicionante extremista para el tema del amor? ¿Se puede considerar a un rechazado sin pene, sin una personalidad digno de esta represalia causada por cuestiones fisiológicas? ¿Es cierto que miles de hombres se someten a terapias para poder controlar la adicción al sexo y mantener tranquilo al pene debajo de sus pantalones porque se sienten sensibles antes circunstancias en las que son infieles y no porque ellos lo quieran así?  

    ¿Cómo se separa la decisión de nuestra consciencia con respecto a dejar pensar a un miembro por nosotros? ¿Justificamos nuestros actos por razones naturales o por razones sádicas? ¿Hasta qué punto las mujeres consienten esta realidad humana del hombre?

    ¿Hasta el punto de permitirlo? ¿Estarían las mujeres apoyando el machismo desde esta óptica? ¿Están de acuerdo las mujeres con que los hombres sigan manteniendo relaciones diversas porque esa es la supuesta supremacía natural? 

    ¿No será demasiado absurdo creer que un hombre quiera amar y no pueda por un impulso que lo somete a la voluntad de un instinto sexual desenfrenado? ¿Cómo sabemos que no lo está inventando para que le tengan compasión cada vez que engaña a su pareja? ¿Son sólo dichos o frases que ocultan una resuelta discriminación contra los impotentes?  

    ¿Sabían que con sólo tres pulgadas del pene se le puede lograr satisfacer a una mujer sin importar el tamaño de su vagina? ¿Sabían que el enojo de un hombre puede ser una forma de escapar de su complejo de pene lisiado (si es que tiene su pene pequeño) y por eso se ve obligado a crear barreras de defensas emocionales para no permitirse un suicidio? ¿Sabían que el dios de la fertilidad es la representación gráfica y artística de los machotes natos y de semen productivo y no estéril? ¿Es cierto que hay elementos como una piedra extraña, algunas yerbas que se untan (entre algunos rituales practicados) para endurecer el glande y mantener viva la reputación del pene? ¿Sabían que lo que muchos hombres sienten frente a su pene al considerarlo pequeño, limitado o sin fuerzas, es más un complejo de inferioridad, baja autoestima y poca aceptación de sus cualidades como ser humano?  

    ¿Tan sólo importan los movimientos adecuados, el ritmo seductor y los juegos preliminares cómo los maneje o cómo los improvise, lo demás, es asunto sencillo?  

    Al menos que el sujeto tenga dos pulgadas. Estaríamos hablando de una deformación con cura médica (los neurólogos ya hacen operaciones al miembro). Controlar la mente no le aumentará esa sola pulgada restante. Pero, con frecuencia el sexólogo-psicólogo conoce de algunos aparatos, métodos y formas que no son tan dolorosos.  

    Es sólo cuestión de voluntad y apertura a las recomendaciones contundentes, coherentes y con base médicas, científicas y reales. 

    Por lo que les recomiendo lo profesional científico y psicológico: Un aparato que le alarga su pene en tan sólo tres meses. Se sufren los mismos tres meses de abstinencia que en una circuncisión, pero los tres o cuatro centímetros que puedes obtener en tamaño, son motivadores y auténticos. También problemáticos, si fue por una página de internet que los adquiriste.  

    Aunque, sólo te lo alarga, no te lo ancha.  

    Debes visitar a un profesional antes de un acto del cual te puedas arrepentir. Es como no poder aceptar que alguien te llegue a querer de esa manera.  

    De todas formas, la felicidad sigue siendo relativa. Mientras más buscas, más insatisfacción sigues sintiendo. La felicidad es sólo la aceptación consciente de aquello que eres y que te rodea, no es haber encontrado todos los lujos que tu mente ambiciosa deseaba. El dinero es un buen paso para disfrutar la vida, no precisamente para ser feliz.  

    La felicidad es la liberación de todo deseo ambicioso. Intentar masturbarte constantemente no hará que tu pene se ponga más grande de lo que se pondrá en algún momento, ni hará que las personas a tu alrededor dejen de ofenderte o tildarte de la manera más cruel, tal y como ellos se sienten. 

    Hay quienes creen que los hombres se masturban como una manera de eludir los problemas que no pueden enfrentar, más que por complacencia. 

    Creer que meter tu pene en una vagina continuamente tampoco te lo pondrá más grande. Realmente, la idea de que un hombre tenga un pene pequeño dependerá en gran medida de la mujer con la que esté: si es chiquita, entonces, la entrada de su vagina es pequeña. Es relativo. ¿Dónde puede un hombre descubrir que tiene su miembro pequeño si no es frente a una mujer? ¿Cómo sé que

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