Hendidura

Por Carmen Arduña Domingo

Hendidura recoge en sonetos una trayectoria vital jalonada de quietud, lamento, amores que se mueren en un día y la búsqueda incansable del yo y el nosotros.

• Idioma: Español
• Editorial: Universo de Letras
• Fecha de lanzamiento: 18 jun 2021
• ISBN: 9788418676789

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Hendidura

Carmen Arduña Domingo

Hendidura

Carmen Arduña Domingo

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© Carmen Arduña Domingo, 2021

Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras

Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com

www.universodeletras.com

Primera edición: 2021

ISBN: 9788418675065

ISBN eBook: 9788418676789

A Albert, con quien siempre me encuentro

La ausencia tiene un peso. No sé si puede haber un lastre más pesado que la ausencia.

Carlos Castán, Museo de la soledad

Apenas entornada la hendidura

de mi cuerpo rompiéndose allá abajo

aún espero placer, suave relajo

o una extraña pasión de negra hondura.

Busco cómo encontrar entre la hartura

cualquier sucio destino o un atajo

que para siempre arranque desde abajo

tu huracán que se abrió sin cerradura.

Por un desierto de imposible ausencia

paso de otro perdón al desafío,

a mi propia oquedad y a una emboscada

donde anegar en un mar de impaciencia

ese vivir que me arrastró en tu río

para después quedarse solo en nada.

Desando poco a poco cada paso

con que até mi destino, no hay más vuelo

que el que queda caído por el suelo

mientras busco mi afán en otro vaso.

Soy, lo sabes muy bien y viene al caso,

la clase de mujer que entre su duelo

nunca buscó para encontrar consuelo

la luz en la esperanza del ocaso:

no sentiré ya más pasión esclava,

ni aguantaré otra vez tu negro envite,

que muero por vivir, me da la gana

dejar tal como está mi calma brava,

que no quiero saber de ese escondite

donde siempre el amor se me desgana.

Se quiebra hasta el ayer entre las manos

como rasgó una noche la amarilla

sombra que se clavó como una horquilla

sobre aquel secarral de otros veranos.

Resurge entre oropeles soberanos

la zafia podredumbre y la semilla

que un presente sin nombre ahora engavilla

a un tiempo donde abrasan los secanos.

Hay que siempre apostar por lo perdido:

preferible la luz de lo nocturno,

mejor el porvenir que árbol sin nido,

la noche por llegar a lo diurno

y saber que el