Los viajes del desconocedor

Por Gerardo Moreira Alfonso

Los viajes del desconocedor es un subyugante relato donde amor, ciencia y filosofía se imbrican para resaltar la importancia de la amistad, el amor y el conocimiento.

De la mano de Fobo, su protagonista, el autor nos conduce por un singular entramado, verdadero viaje desde la soledad del miedo hasta el amparo del amor, a través del cuál de

• Idioma: Español
• Editorial: ibukku, LLC
• Fecha de lanzamiento: 30 sept 2020
• ISBN: 9781640866850

Vista previa del libro

Los_viajes_del_desconocedor_port_ebook.jpg

Los viajes

del

desconocedor

Relato para jóvenes

GERARDO MOREIRA ALFONSO

Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todos los textos fueron proporcionadas por el autor, quien es el único responsable sobre los derechos de los mismos.

Publicado por Ibukku

www.ibukku.com

Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico

Copyright © 2020 Gerardo Moreira Alfonso

ISBN Paperback: 978-1-64086-684-3

ISBN eBook: 978-1-64086-685-0

¿La ciencia ha prometido la felicidad? No lo creo. Ha prometido la verdad y la cuestión es saber si con la verdad se conseguirá algún día la felicidad.

Émile Zola

I

DE ALTAMIRA A DELFOS

Fobo es un chico de once años. Tiene grandes ojos negros y es listo, despierto. En casa y en la escuela es admirado y querido por su educación e interés por el conocimiento. Pero él tiene un problema, le cuesta mucho quedarse dormido. Cuando ya está arropado, listo para dormir, lo asalta la inexplicable sensación de que hay alguien debajo de su cama. Entonces intenta sobreponerse a ese miedo, pero pocas veces lo consigue y termina con algún mal sueño. Esta noche es diferente. Va a conocer a alguien que lo ayudará a vencer ese sobresalto que lo visita todas las noches.

La noche es especialmente oscura. Fobo parece presentirlo. Él es de los niños que no le ve la gracia a eso de curiosear en la oscuridad. Está cansado, le pesan los párpados. Tuvo un intenso día de juegos. Pero su mente lo engaña y lo lleva una y otra vez a debajo de la cama. Es un mundo escalofriante —piensa Fobo. Más que pensar lo siente en cada uno de sus vellos corporales.

Allí la penumbra cobra vida como si fuera un espantoso animal o estuviera poblada de amenazantes seres insospechados. De repente siente que el colchón de su cama cede a su lado empujado por un peso, como si alguien estuviera sentándose. Él se extraña porque ahora no siente miedo, por el contrario, nunca se había sentido tan relajado a la hora de dormir.

Abre sus ojos despacio —como cuando despierta a los primeros rayos mañaneros— y a su lado ve una hermosa joven que no había visto jamás.

—¿Quién es usted y qué hace en mi cuarto? —pregunta el chico.

—Mi nombre es Sofía, aunque algunos me llaman Sabiduría, y estoy aquí porque tú has pedido mi auxilio.

—No recuerdo haber hablado con usted antes.

—Fobo —dijo Sofía—, has estado preguntándote sobre ese mundo tenebroso de debajo de tu cama que por las noches no te deja dormir, y yo he venido a acompañarte a conocer ese mundo. ¿Sabías que casi todos los miedos nacen de la ignorancia? La ignorancia y el desconocimiento impiden que sepamos ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo? y ¿dónde? hacer algo por nuestro bienestar. Esa es la razón por la que yo ayudo a los niños a que conozcan sus supuestos miedos para que los puedan dominar. Desde luego, no a cualquier niño. Se trata solo de aquellos que son capaces de hacerse a sí mismos las más inquietantes preguntas sobre la naturaleza, la sociedad y el pensamiento.

El chico escuchaba a Sofía como alguien cercano, comprensivo, diríase familiar. Su voz era dulce, melodiosa; sus palabras exactas y seductoras. La escuchaba con toda su atención. Por un momento pensó en llamar a su mamá ante la presencia de la extraña pero, curiosamente, la joven no parecía ajena ni amenazante.

—Dime, Sofía, ¿por qué siento que te conozco desde hace mucho tiempo?

Esa es una pregunta interesante, Fobo. Es que yo acompaño a la mente de los seres humanos desde tiempos inmemoriales. Desde mucho antes de que conquistaran el fuego. Yo estuve en sus mentes durante la caza, la recolección, cuando pintaban las paredes de las cavernas, cuando fabricaron los primeros instrumentos para perfeccionar la caza y recipientes de barro y cerámica para almacenar bebidas y granos. En cada ejercicio de aprendizaje en cualquier tiempo, cualquier espacio, allí he estado, estoy y estaré, como fuego que se prende en la mente de los hombres alumbrando las mejores ideas. Claro, también estoy en tu mente. Siempre te acompaño.

—Está bien, Sofía, sabes cómo ser convincente, y me gustaría que me explicaras en qué consiste conocer ese mundo que hay debajo de mi cama y cómo viajaremos por él. No sabía que bajo las camas hubiese mundos.

—Te explico, Fobo: para mí el mundo es la realidad que rodea a los humanos como seres pensantes y se refleja en sus mentes. El carácter de ese reflejo depende también, en cierta medida, de las características específicas de cada ser. Cada persona tiene su manera de ver, escuchar, sentir. Esto se debe al cerebro. El órgano con el que contamos para relacionarnos con el mundo exterior no es uno solo. Aunque en apariencia parecemos iguales, hay tantos cerebros como humanos hay. Pero esto se está haciendo un poco aburrido, y no acabo de responder tu pregunta. Lo que sucede es que las explicaciones son menos divertidas que la experiencia. Cuando vivimos las cosas, aprendemos mejor y más rápido. En la experiencia hay mucho de juego, ¿no te parece?

—Sí, comprendo, Sofía, pero tengo mis dudas acerca de si lograrás quitarme ese miedo que me perturba por las noches. Te garantizo que es un miedo muy grande que me paraliza y me hace tener pesadillas.

—No, no me he explicado lo suficiente. Disculpa mi distracción. No seré yo quien te sane ese miedo. Serás tú mismo. Yo te acompañaré en un viaje por la línea del tiempo del conocimiento, seré tu guía, algo parecido a lo que hizo Virgilio con Dante cuando visitó el infierno. Te llevaré a conocer a viejos amigos. Ellos dialogarán contigo. Cada experiencia te