Sonetos para la vida
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¿Somos conscientes de lo que decimos?
Expresarnos verbalmente libera y sana.
Cuando comienzas a ser consciente del uso de la voz para expresarnos tanto cotidianamente como artísticamente despertamos ante aspectos a los que de por sí puede que no le hubiéramos prestado atención con anterioridad.
Cuando canto una canción ¿Qué mensaje estoy transmitiendo? ¿Qué frecuencia emitimos a los espectadores y a nosotros mismos?
A modo de conversación reflexiva, se abre este pensamiento que ha surgido sobre mi recorrido en el estudio e interpretación vocal a través del canto y el teatro, de los sonetos recitados, de esos sonidos que inciden en nuestras vidas.
Sé consciente de tu voz.
Tadeo Jesús Mora Benítez (Sevilla, 1993) cantante lírico, escritor, compositor y creativo. Especializado en canto lírico con más de diez años centrado en el estudio de la técnica e interpretación vocal estudiando y actuando en España, Alemania e Italia. Su registro vocal de contratenor contralto (male alto) confieren de una originalidad al no usar falsete en el uso de su registro. Ha realizado repertorio desde el medievo hasta la actualidad, destacando en la música antigua, en la investigación de obras de rescate de patrimonio musical español y en la creación de sus propias composiciones.
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Sonetos para la vida - Tadeo Jesús Mora Benítez
Primera edición: abril de 2021
Copyright © 2021 Tadeo Jesús Mora Benítez
Editado por Editorial Letra Minúscula
www.letraminuscula.com
contacto@letraminuscula.com
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.
Dedicado a quienes siempre creyeron y creen en mí, haciéndomelo saber permaneciendo a mi lado incluso en las noches oscuras.
Índice
Prólogo
Mi primera vez
De la infancia y La Buena Educación
Del Ritmo y el movimiento
Del dolor y los conflictos
Del miedo y la perfección
La voz ¿eso para qué es?
Del Volumen
Del discurso y el arte de ser reconocido
La Teoría del Mimetismo Expresivo Verbal
Estudiar canto. Estudiar la voz
La Cultura del Agudo
Contratenor, ¿y qué?
Sonetos para la Vida
Prólogo
Ante todo, agradecer el tiempo que está dedicando a leer cada palabra que sale en estas páginas. La intención con cada una de las que se haya aquí escrita, es la de compartir como observador y observado, como habitante de la vida, abriendo con ello una reflexión argumentada sobre mi vivencia que, aunque breve, es intensa. Partiendo de la voz, desde la mirada del alumno hasta la profesional.
A lo largo de mi vida he tenido cerca de veinticuatro profesores distintos de interpretación vocal. He transitado por distintos tipos de enseñanzas, por diferentes sistemas de educación, buscando aquello que encajara con lo que yo sentía en mi interior. Tal vez escribir esto pueda parecer precipitado, dado que no poseo un palmarés abultado ni me piden autógrafos por las calles, pero he creído que es la mejor ocasión ya que ni leerá mis letras por adorar mi música, ni por encontrar lecciones del mejor cantante del siglo veintiuno. O quién sabe qué puede ocurrir tras la publicación del mismo.
Mi deseo es compartir mis reflexiones, mi experiencia, guiadas por la visión personal de la voz y cuánto me aportó aprender de ella. Qué mejor que expresarlo a través de la escritura. La palabra escrita posee cierta magia. Es aquella que sin poseer la entonación en la que la exhalamos —pudiendo detectar en dicha melodía la emoción intrínseca y su propósito al ser expresada—, nos brinda la libertad de otorgarle nuestra propia entonación al leerla, resonando en nuestra cabeza. Le damos la entonación que deseamos, abriendo la puerta a nuestra voz interior y a nuestra exuberante imaginación que, como la selva más frondosa, se extenderá para hacer que la vida se abra camino.
Todo mi despertar inició cuando asistí a un recital lírico. Como alumno he tratado de poder asimilar todos los conocimientos posibles al alcance de mi mano, y los recitales líricos son perfectos para observar la técnica de otros cantantes, pudiendo así detectar lo indetectable en una lección de canto —el escenario cambia a las personas—. Tras este recital, el cual era de una persona de prestigio en el mundo de la música clásica, me di cuenta de que no me había logrado emocionar, ni había comprendido ni una sola letra de las que había cantado en mi propio idioma. Parece absurdo decir eso ya que normalmente, prestamos atención a la palabra al estudiar canto. Asimismo, se suelen tomar ciertas licencias de las que no me había percatado hasta ese momento. No me había resultado de suma importancia. Por entonces sólo me había preocupado de la música, de alcanzar el agudo y de la melodía. Es lo que hacía principalmente en mis lecciones de canto: escalas estirando la cuerda
para alcanzar esos agudos, pero al mensaje que lo conecta todo, no le había prestado tanta atención. Mi interés por el mensaje en vez de sólo en el mensajero me llevó a plantearme la importancia del uso de la voz en la vida, y no solo en el canto. Lo que expresamos posee poder. Cuando se canta una canción no se acostumbra a ser consciente de qué se canta, de qué se dice. Puedo estar cantando una canción sobre matar a alguien, maldiciendo la vida o planteándolo todo como una perdición, y no me estoy dando cuenta, porque la música es tan atractiva y rítmica que me limito a seguirla mientras conduzco, bailo en la disco o estoy planchando la ropa. Lo que he observado ha cambiado mi percepción de la vida, de forma que puedo ver que la voz no es solo cantar una secuencia bien ordenada de frecuencias sonoras como sonetos bien medidos en un poema, sino que es algo que nos influencia de manera constante externa e internamente. De qué somos conscientes, y de qué no lo somos. Deseo plantear qué hacemos y a cuenta de qué y para qué expresarnos. Esta historia es parte del libreto teatral de mi existencia, de cómo una persona cambia a medida que aprende, a poco que levante la vista del suelo que no deja de mirar por miedo a caerse, de escuchar su voz interior tanto como saber si la externa está afinada con la frecuencia social. Es mi cambio a través del aprendizaje de la voz.
¿Qué hay más hermoso que la voz de una madre susurrando buenas noches? De la de un padre diciendo: Me siento orgulloso de ti.
Esas frecuencias, esas palabras, esas notas lanzadas con el alma resuenan y quedan en eco en lo más íntimo de tu identidad. Es esencial parar a echar una mirada en este camino en el que muchos van según lo establecido y a paso ligero —no vaya a ser que se distraigan de la ruta marcada—. Aquí está escrita mi parada, o más bien, mi frenazo en seco. Tratando de transmitirlo de un modo cercano y a veces con un toque satírico, para que la receta literaria salga sabrosa y en su punto.
P/D: Es posible que despliegue otros temas a parte del nombrado en el título a medida que vaya desarrollándose el capítulo. No se apure si cree que esté divagando. Es altamente probable que lo haga, pero disfrute con ello, puede que lo que venga no lo espere de un tema como el titulado. A veces los mejores platos que llegan a la mesa no son los que tienen un buen nombre en la carta, sino los que tienen buenos ingredientes que lo componen.
Mi primera vez
Te doy la bienvenida al origen, al Big Bang. Relájate y disfruta:
Leyendo este título habrás pensado en tu primera vez. Es inolvidable, aunque casi nunca nos paramos a recordarla, a pesar de que si la memoramos nos emocionamos. Como toda primera vez puede resultar algo dolorosa, pero al final acaba dejando un final muy feliz, mejor que el de los cuentos de hadas, porque a mí lo de comer perdices, no me encaja como un posible final feliz. Se suele decir que para muestra un botón, así que voy a hacer de botón para compartir mi primera vez contigo. Recuéstate en la cama o el sofá para estar en confort, que te lo voy a contar.
Probablemente estarás pensando en si voy a escribir sobre la primera vez que realicé ya sabes qué, el sexo. Si no lo estabas pensando, tras estas palabras, seguro que tu mente ha rebuscado en el baúl de tus recuerdos tratando de hacerte recordar. Así de curioso es lo que tres palabras como estas pueden hacer reaccionar nuestra mente, ubicándola en un momento distinto al que te voy a sugerir visitar. Otra primera vez…
Nací en la oscuridad de una noche de invierno, en una sala de partos de una clínica de la ciudad de Sevilla. No recuerdo si sentí frío. Ni recuerdo si antes de aquel momento, en el vientre de mi madre, había escuchado su voz. No tengo esa clase de recuerdos, pero sí sé que cuando mi piel vio la luz, mis pulmones se desplegaron por primera vez para realizar mi primera inspiración y su consecutiva exhalación. No esperé a que el doctor golpeara mis preciosas nalgas. Lloré, como muchos otros niños antes que yo, habrían hecho en esa sala.
Ese fue el primer contacto con la voz. Mi voz. Una voz que por primera vez escuchaba entre llantos, intuyo que por el dolor proporcionado por la expansión de los pulmones en mi primera inspiración.
¿Alguna vez te has planteado que ese es el auténtico primer instante en que somos conscientes de que somos un cuerpo?
Me doy cuenta al pensar en mi nacimiento, que muchas veces estamos recordando la primera palabra que ha dicho el niño, o cuando empezó a hablar más de corrido. No obstante, ese no fue el momento primigenio. Lo que frecuentemente más emociona a una madre es cuando oye llorar a su bebé. Por primera vez el diafragma se activa, nuestros pulmones abren paso al oxígeno que penetra entre los alveolos y los bronquios como un río desbocado buscando llenar el vacío que hasta entonces había ocupado. Como el aire brindando energía al bosque. El llanto se puede escuchar incluso dos o tres habitaciones más allá de donde nos encontramos. Haciendo mi primer hincapié sobre lo que he aprendido en materia de técnica vocal, no recuerdo que me concentrara en tener que proyectar el sonido para que las enfermeras, se enterasen de que yo acababa de irrumpir en este escenario donde se desarrolla la vida.
Las cuerdas vocales inician así su andadura por el mundo, en un estruendoso grito. Mi primer impulso fue calmarme, o eso me contaron, intuyo que fue porque no había visto nada igual hasta ese instante. ¿Me preguntaría que eran esos seres que me estaban mirando? ¿Me reconocería como uno de ellos?
Es curioso plantearse si en aquel momento en que estuve en silencio llegaría a preguntarme si esa voz que había escuchado previamente era la mía. La voz es uno de nuestros más identificativos carnets de identidad, aparte de nuestras facciones y huellas. Una voz, incluso a oscuras podemos detectarla si estás concentrado. Si escuchamos la voz de un ser conocido en una multitud, es lógico que la reconozcamos.