Las Bacantes: (Las Báquides)
Por Euripides
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Las bacantes (Βάκχαι) eran mujeres griegas adoradoras del dios Baco, conocido también como Dioniso o Bromio. A veces se las confunde con las ménades, que eran las ninfas que le servían.
El culto al dios Baco, aunque en nuestros días esté simplemente asociado a la embriaguez, en la Antigua Grecia fue muy importante e incluso influyó mucho en el pensamiento filosófico de los griegos. Originalmente, Baco era un dios tracio que fue aglutinando diferentes ritos. El descubrimiento de la cerveza y posteriormente el del vino fue asociado por los agricultores a un dios presa de la «locura divina».
Posteriormente, la unión de Baco con el dios Pan le dio un giro femenino debido a los ritos de fertilidad del culto de este último: las bacantes, o adoradoras del dios Baco, eran quienes llevaban a cabo estos ritos, los misterios báquicos, ceremonias secretas en su mayoría prohibidas a los varones. En Roma las bacanales u orgías se abrieron a todo el mundo, degenerando de tal forma que el Senado las prohibió.
Euripides
Euripides was a tragedian of classical Athens. He was born on Salamis Island around 480 BC to his mother, Cleito, and father, Mnesarchus, a retailer who lived in a village near Athens. He had two disastrous marriages, and both his wives—Melite and Choerine (the latter bearing him three sons)—were unfaithful. He became a recluse, making a home for himself in a cave on Salamis. Along with Aeschylus and Sophocles, he is one of the three ancient Greek tragedians for whom any plays have survived in full. He became, in the Hellenistic Age, a cornerstone of ancient literary education. The details of his death are uncertain.
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Las Bacantes - Euripides
Bacantes
Personajes
EL DIOS DIONISO
(o Baco)
CORO DE MUJERES BACANTES
TIRESIAS
Adivino ciego
CADMO
Viejo rey, abuelo de Penteo
PENTEO
Rey de Tebas
SERVIDOR
MENSAJERO 1.º
MENSAJERO 2.º
AGAVE
Madre de Penteo e hija de Cadmo
Las Bacantes
La escena en Tebas, delante del palacio de Penteo
DIONISO
Vengo yo, hijo de Zeus, a esta tierra de los tebanos, yo, Dioniso, al que antaño parió la hija de Cadmo, Sémele, haciendo de partero el fuego del relámpago; y he cambiado la figura de dios por la mortal estoy junto a las fuentes de Dirce y el río Ismeno.
Veo la tumba de mi madre, la herida por el rayo, aquí junto a su casa, y las ruinas del palacio sofocando del fuego de Zeus la viva llama, crueldad divina de Herá contra mi madre.
Agradezco a Cadmo, que este solar tabú ha dedicado como recinto sagrado de su hija. De viña alrededor hele yo ocultado con la fronda que da racimos.
He dejado las vías de los lidios, ricos en oro, y de los frigios; las mesetas de los persas, azotadas por el sol y los muros de Bactria y la tierra de los medos, de duro invierno he recorrido, y la Arabia feliz y toda el Asia cuanta junto al salado mar se extiende con sus ciudades bien cercadas, llenas de griegos mezclados y de bárbaros junto; y ésta es la primera ciudad griega donde llego, después que allá he bailado y he fundado mis misterios, para que los hombres me tengan por manifiesta divinidad.
Y en Tebas la primera de esta tierra de Grecia he gritado ¡ijujú!, envuelto en una piel de cabrito y puesto en mi mano el tirso, mi dardo de yedra; y porque las hermanas de mi madre, las que menos debían, decían que Dioniso no había nacido de Zeus, y que Sémele, hecha novia de cualquier mortal, echaba a Zeus la culpa de su desliz, mentiras de Cadmo, y se gloriaban de que por eso Zeus la había matado, por inventar unas falsas bodas, por esto yo las he aguijoneado fuera de su casa enloquecidas, y con la mente enajenada habitan en el monte, las he obligado a llevar el atavío de mis orgías, y a toda la ralea femenina de Tebas, cuántas mujeres había, las he arrastrado locas fuera de sus casas. Y revueltas juntamente con las hijas de Cadmo bajo los verdes abetos están sentadas bajo el cielo. Porque tiene que aprender esta ciudad, aunque no quiera, y permanece sin practicar mis ritos, que tengo que salir en defensa de mi madre Sémele y demostrar a los hombres que soy un dios, engendrado por Zeus, Cadmo ha dado la dignidad de rey a Penteo, hijo de su hija, que lucha contra mí, que soy dios, y de sus libaciones me excluye y en sus oraciones ninguna mención de mí hace. Por lo cual me mostraré ante él nacido de dios y ante todos los tebanos. Y a otra tierra, arreglado lo de aquí, dirigiré mi pie, después de haberme mostrado. Y si la ciudad de Tebas, iracunda, traer por las armas a las bacantes desde el monte intenta, me juntaré a las Ménades para ser su general. Por esto he tomado