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A lo largo de las lejanas costas
A lo largo de las lejanas costas
A lo largo de las lejanas costas
Libro electrónico378 páginas5 horas

A lo largo de las lejanas costas

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Información de este libro electrónico

Una irlandesa del siglo XII emprende el legendario viaje a América del príncipe Madog de Gales.

Aisling, a pesar de sus mejores esfuerzos, ha fallado en convertirse la vidente que su madre deseaba, así que cuando su madre muere dejándola sola, sale de Irlanda hacia Gales para estar con su hermano, Cormac, en la corte real de Gwynedd. Allí encuentra que él se está uniendo al viaje del príncipe Madog a las tierras occidentales para escapar de la amenazadora guerra. Después de que Madog se rehuse a dejarla ir con ellos, ella se esconde en el barco, desesperada por permanecer con su hermano. Una terrible tormenta se levanta, ella es arrojada por la borda por un resentido galés y ella llega a la costa del golfo. Caxna, un mercader Tlingit y antiguo chamán, la encuentra y reluctantemente acuerda permitirle a ella que se una a él en su viaje de mercadeo hacia la ciudad maya de Xicallanca, y luego Etowah (hoy en día Georgia) con la esperanza de encontrar a Madog y a su hermano. Caxna debe ser exitoso en su viaje de mercadeo para liberar a su clan, pero con Aisling en el camino, todo cambia. 

….Gleeson nos deja con una memorable y conmovedora historia de amor y una visión de la maravillosa cultura, única en mi experiencia de la literatura.

Karen Charlton, autora de La heredera de Linn Hagh y la captura del águila.

La tensión sexual subyacente es tanto más poderosa por la escritura bellamente contenida, que hace eléctrico el más mínimo toque: un masaje medicinal se convierte en un momento de física comunión... Esto es lo que Kristin Gleeson hace mejor; retratar diferentes culturas y mostrar cómo la humanidad puede cruzarlas.

Jean Gill, autor canción al amanecer y Bladesong.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento26 mar 2021
ISBN9781071594575
A lo largo de las lejanas costas
Autor

Kristin Gleeson

Originally from Philadelphia, Kristin Gleeson lives in Ireland, in the West Cork Gaeltacht, where she teaches art classes, plays harp, sings in an Irish choir and runs two book clubs for the village library.   She holds a Masters in Library Science and a Ph.D. in history, and for a time was an administrator of a national denominational archives, library and museum in America.  She also served as a public librarian in America and in Ireland.

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    A lo largo de las lejanas costas - Kristin Gleeson

    A LO LARGO

    DE LAS LEJANAS COSTAS

    KRISTIN GLEESON

    Publicado por An Tig Beag Press

    Texto Copyright 2014 © Kristin Gleeson

    Todos los derechos reservados. Esta es una obra de ficción. Ninguna parte de esta puede ser reproducida, almacenada o introducida en un sistema de recuperación, o transmitido de ninguna manera, o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación u otro tipo) sin el previo permiso escrito del editor.

    OTROS LIBROS DE KRISTIN GLEESON

    Alabanza de las abejas

    SERIES CELTAS

    Sueños de Selkie

    A lo largo de las costas lejanas

    El cuervo que trajo la luz

    Un tesoro más allá del valor (Novela)

    SERIES RENACIMIENTO SOJOURNER

    Un truco del destino (Novela)

    El diablillo del ojo

    La búsqueda de la esperanza

    SERIES CANCIONES MONTAÑESAS

    El rehén de Glenorchy

    Las nieblas de Glenstrae

    Las colinas de Huntly

    NO FICCIÓN

    Anahareo, un espíritu salvaje

    Recibe una GRATIS una precuela, Un tesoro más allá del valor cuando te suscribas a mi lista de correos: www.kristingleeson.com

    Escucha la música mientras lees – ve a www.kristingleeson.com/music y descarga los archivos.

    TABLA DE CONTENIDO

    PARTE UNO

    Reino de Gwynedd, Gales, 1169

    CAPITULO UNO

    CAPITULO DOS

    CAPITULO TRES

    PARTE II

    Las tierras occidentales

    CAPITULO UNO

    CAPITULO DOS

    CAPITULO TRES

    CAPITULO CUATRO

    CAPÍTULO CINCO

    CAPÍTULO SEIS

    CAPÍTULO SIETE

    CAPÍTULO OCHO

    PARTE III

    Xicallanca

    CAPÍTULO UNO

    CAPÍTULO DOS

    CAPÍTULO TRES

    CAPÍTULO CUATRO

    CAPÍTULO CINCO

    CAPÍTULO SEIS

    CAPÍTULO SIETE

    PARTE IV

    Etowah

    CAPÍTULO UNO

    CAPÍTULO DOS

    CAPÍTULO TRES

    CAPÍTULO CUATRO

    CAPÍTULO CINCO

    CAPÍTULO SEIS

    CAPÍTULO SIETE

    CAPÍTULO OCHO

    PARTE V

    Reencuentro

    CAPÍTULO UNO

    CAPÍTULO DOS

    CAPÍTULO TRES

    CAPÍTULO CUATRO

    CAPÍTULO CINCO

    CAPÍTULO SEIS

    NOTA HISTÓRICA

    SOBRE EL AUTOR

    PARTE UNO

    Reino de Gwynedd, Gales, 1169

    CAPITULO UNO

    Tá brón orm. Las palabras de luto en su lengua irlandesa colgaban pesadas sobre Aisling. Ellas la seguirían mientras viajaba junto a su sirviente a lo largo de los campos y a través de los bosques sobre su viejo caballo y luego cruzando el mar hacia el reino de Gwynedd. Ahora se quedaron alrededor del vestíbulo del castillo, se mezclaron con el humo del fuego y se volvieron fuertes, uniéndose a la pena de la muerte del rey de Gwynedd.

    ¿Fue esta la plaga que se llevó a tu madre, nuestra pariente? El príncipe Hwyel, uno de los hijos del rey muerto, se dirigió a ella en latín, porque ella sabía poco galés.

    Podía oír la fuerte respiración de quienes la rodeaban. Algunos ensimismados, mientras otros visiblemente más en pánico, ponían sus manos sobre sus bocas y narices. Con un breve destello de ira, pensó en los comentarios que podría hacer sobre los intensos olores que venían de sus ricas túnicas y sus vestidos elegantemente atados.

    Alcanzó a ver la mirada llena de temor de su hermano Cormac al otro lado del vestíbulo, desde donde él estaba parado. Estaban a cierta distancia de Hwyel, quien se sentó en una pequeña mesa con algunos de sus hermanos y otros relacionados a discutir sobre la sucesión. Fue su madre quien proveyó la conexión años antes para que su hermano Cormac pudiera ser educado aquí, lejos de su hogar en Leinster. Ella esperaba escapar de la atención de Hwyel por un poco más de tiempo, sintiendo que él no tendría interés en la recién llegada hermana de su pobre y distante pariente. Pero sus oscuros, porcinos ojos no se habían perdido de nada y ella sintió su periódico escrutinio por algún tiempo, hasta que después de la investigación le dijeron quién era ella.

    Los ojos de todos estaban sobre ella, esperando por una respuesta. Resistió la tentación de peinarse su cabello, sostenido en su lugar sólo por una plana banda alrededor de su cabeza, o tirar de la manga de su vestido de algodón, que, aunque finamente tejido, fue confeccionado en el simple y suelto estilo de su hogar y no era rival para las mujeres aquí.

    Mi señor... Primo dijo ella, insegura de qué título debía darle. Es cierto que mi madre murió de fiebre, pero no fue una plaga. Respondió en latín, feliz por un momento de que su hermano le hubiera hecho aprenderlo, así pudo ella dejarle saber a todo el mundo, que no tenía ningún contagio.

    Sintió cesar algo de la tensión mientras las falsas sonrisas y nerviosas charlas brotaban cuando Hwyel, evidentemente satisfecho, reanudó la conversación con su vecino. Aisling sintió algo de alivio porque la atención se hubiera alejado de ella, pero no pudo dejar de lado su asombro de que Hwyel no hubiera siquiera pretendido observar la costumbre de ofrecer condolencias por su duelo. Ella miró sobre Cormac para ver si él encontró las palabras de Hywel tan faltantes de sensibilidad como ella.

    Él le sonrió, su cara llena de determinada seguridad, y se hizo camino hacia ella. Él era justo, así como lo era ella, sin embargo, él con sus crespos color miel y su cara sin barba parecía casi angelical. Notó que sus manos aún poseían la esbelta gracia que ella recordaba. A pesar de que habían sido más de tres años desde que ellos estuvieran juntos, aún descubrió que su corazón se hinchaba al verlo. Su queridísimo hermano menor. Él era todo lo que ella tenía ahora.

    Vamos a ir la capilla más tarde a orar por nuestra madre, dijo Cormac cuando alcanzó su lado.

    Perpleja estudió a su hermano un momento. Sí, por supuesto. ¿Por qué sugeriría Cormac algo así? Ella sólo había tenido algunos momentos con él desde su llegada. Justo el tiempo suficiente para abrazarlo y transmitirle la terrible noticia, antes de que le fuera dicho que tenía que ir al vestíbulo delante de Hwyel y sus hermanos. Pero seguramente Cormac recordaba que a su madre no le gustaría que ellos oraran en una capilla. Ella mantuvo las costumbres antiguas y sólo había prestado atención a las creencias cristianas para complacer a su padre. Quizás era la única forma en la que él podría hablarle privadamente.

    Se quedó de pie, inquieta, esperando a que los príncipes se fueran para poder hablar a solas con su hermano, compartir con él todo lo que su madre y ella habían soportado durante tantos meses. Y allí había mucho por hacer. No debía perder de vista eso. Todo el tiempo que su madre le hizo prometer refrenarse de escribirle a Cormac había sido precioso tiempo perdido.

    Finalmente, Hwyel y sus hermanos se levantaron y salieron del vestíbulo, perros apiñados a sus pies. Algunas de las mujeres los siguieron, mientras que otras se amontonaron, formando pequeños, susurrantes grupos. Cormac se movió más cerca y tomó sus manos.

    Ven, te llevaré a la capilla.

    Ella asintió y lo siguió a través del vestíbulo, cruzando el jardín hacia un pequeño edificio. El castillo Aberffraw la había asombrado cuando por primera vez lo vio después de la escabrosa travesía en el mar. El gran torreón de piedra se encontraba en lo alto de un afloramiento rodeado por un pozo y también incluía una pequeña capilla de piedra, una cocina y algunas construcciones exteriores en madera.

    Ella entró a la capilla y se estremeció por el frío. El largo, oscuro invierno parecía haberse alojado en las piedras, y ni las muchas velas de misa encajadas en el improvisado estante, ni el débil fuego en el pequeño brasero al lado del altar lo aliviaba. Las cortas filas de bancos de madera se veían poco atractivas. Ella vio a Cormac acercarse al altar, arrodillarse y santiguarse a sí mismo. Ella suspiró, a pesar de saber que era imposible pensar que Cormac podía haber dejado a un lado sus profundas creencias cristianas en los años que no habían estado juntos, aún tenía la esperanza. Había sido una fuente de diferencia entre ellos y una que sabía había decepcionado secretamente a su madre. Tomó asiento en una de las bancas y esperó a que Cormac se uniera a ella.

    ¿Debería ella tratar de orar? ¿Orar por su madre, orar por su padre brutalmente asesinado? ¿Orar por la tierra que les fue robada, conquistada por despiadados nobles en guerra con el rey de Leinster? ¿A quién debería orar en cualquier caso? ¿El Dios cristiano o los antiguos dioses de su madre?

    Aisling

    Ella se sobresaltó y miró a Cormac, se dio cuenta de que había sido atrapada una vez más mirando ausentemente donde ningún pensamiento venía a ella, donde nada la podía tocar — no ira, no desespero, no lamento. Tomó la mano de Cormac.

    "Ah, mo chroí, cómo he deseado volver a verte"

    Lágrimas llenaron los ojos de él, aquellos amados ojos azul mar que ella recordaba. Y así te he extrañado yo a ti, y ahora verte una vez más sólo para que me digan que nuestra madre está muerta.

    Ella asintió y palmeó su mano, tratando de darle algún consuelo.

    Voy a preguntar a Madog si podemos tener una misa hecha para su alma

    Ella le dio una mirada curiosa. Tú sabes que ella nunca hubiera querido eso. Ella murió sin confesarse.

    Los ojos de Cormac se oscurecieron. Voy a orar por ella entonces Él le apretó la mano y la miró atentamente Y tú también. Ella pudo detectar una nota de súplica en su tono, así que se contuvo de añadir nada más y simplemente asintió. Se dijo a sí misma que no le importaban las oraciones o a quién se las pudiera decir.

    Gracias dijo él, su cara se suavizó. Sé que madre te ha engañado con sus propias creencias, pero ahora podemos empezar a redirigir eso.

    A pesar de sus esfuerzos, la irritación la penetró. "¿Redirigir mis creencias? ¿Te has convertido en una parte tan importante de esta corte de Bretnais que te has olvidado de quién es tu gente?"

    La alarma brilló en la cara de Cormac. No, no, no debes pensar que estoy orgulloso de ser Uí Bairriche de Leinster, hijo de Eoghan. Pero deberías poner a parte las viejas maneras, olvidar que nuestra madre quería que fueras vidente. Él la miró cuidadosamente por un momento. ¿Aún no has tenido visiones, o sí?

    Entonces aún crees que es posible, ¿no? Entonces no te has dado enteramente a las creencias cristianas

    Sí, quiero decir, no. Él se enrojeció fuertemente. Yo he adoptado la fe cristiana profundamente en mi corazón y dejado de lado todas las viejas creencias. Pero te advierto que debes mantener cualquier conversación acerca de visiones y videntes para ti misma.

    Ella lo miró por un momento, y luego cedió. ¿Por qué debería a ella importarle eso después de todo? Ella no ha tenido visiones, no era un vidente, a pesar de todas las esperanzas de su madre y los esfuerzos para serlo.

    No peleemos, ... dijo Cormac.

    Ella le sonrió. Tienes razón, por supuesto. En lugar de eso, debemos hacer planes. No hay tiempo para perder. Los rumores ya abundan de que van a haber más batallas en Leinster. Macmurrough piensa recuperar su realeza. Podemos usar esta oportunidad para tener nuestras tierras de regreso. Tú tienes la edad, puedes pelear – ofrecer tus servicios

    La incomodidad llenó su rostro. Sé que parece urgente para ti que deberíamos regresar, pero no es tan simple. No podemos sólo irnos. Tú dices que no tenemos nada. Todo se ha ido. No dinero, no tierras, no ganado, no hogar. Sólo las pocas posesiones que trajiste contigo. Así que dependemos del favor de esta corte y ahora está en confusión. El rey dejó once hijos y muchos de ellos se sienten aptos para el trono. Se reúnen como cuervos alrededor de la carroña, algunos sobrevolando desde lejos, esperando su oportunidad, mientras que otros intentan empujarse y picotearse fuera del camino. Hay una batalla en camino. Las alianzas se están formando.

    ¿Y de qué lado estás tú?

    Cormac le dio una sonrisa incómoda. No estoy de lado de nadie. Estoy del lado de la paz, como Madog

    Ella observó a su hermano, intentando encajar el chico que ella conocía dentro de este joven que estaba delante de ella. Él tenía quince, había alcanzado su altura y estaba lleno con algo del discernimiento que la vida entre los nacidos en la nobleza requería, aún aquí él estaba proclamándose del lado de la paz. ¿Era este el completo florecer del chico poeta que ella recordaba? Sin embargo, ella estaba necesitando más a un guerrero, no a un fili.

    Antes de que pudiera decir algo más, la puerta se abrió y permitió que una ráfaga de viento pasara. Un oscuro, delgado hombre cruzó el umbral, sus pisadas silenciosas y reverentes. Se movió hacia adelante, y como Cormac antes que él, se arrodilló delante del altar sobre una rodilla y se santiguo. Sus movimientos eran deliberados y hablaban de una gran calma, su cortado castaño cabello, atrapaba la luz de las velas de misa sobre su cabeza inclinada, de forma que parecía aureolarse.

    Tomó asiento en una banca al frente, cerca del altar e inclinó su cabeza. Con las manos juntas, empezó a pronunciar una oración. Sus labios se movían silenciosos, formando palabras cuidadosamente, su ceño fruncido, delataba su intensidad. Aquí había un hombre, que quería desesperadamente lo que oraba. Aisling se encontró a sí misma sonriendo a su seriedad. Había algo puro e inmaculado acerca de ese hombre y eso le gustaba.

    A su lado, Cormac juntó sus manos y tomó una postura similar a la del hombre. Era claro, él sintió que no podía hablar con ese hombre presente, así que ella giró su atención al frente y siguió observándolo.

    La oración tomó más de lo que ella habría pensado y su seria calidad nunca flaqueó. Cuando él finalmente terminó, se levantó, se giró hacia ellos y fijo los más transparentes ojos azules sobre ella.

    Mi señor Madog dijo Cormac. Se sonrojó cuando Madog cambió la mirada hacia él.

    Me encantaría presentarle a mi hermana, Aisling.

    Madog hizo una pequeña reverencia, la cual ella devolvió. Ella no tenía noción acerca de las costumbres de esta isla, pero se sorprendió al escuchar a Cormac decir su presentación en irlandés.

    ¿Habla nuestro lenguaje, mi señor? preguntó Aisling.

    Él le dio una cálida sonrisa. Un poco. Tu hermano me ha enseñado.

    Aisling lo miró con aprecio, notando su rico pero sobrio atuendo. Este era el Madog, del cual Cormac había hablado antes. El hombre que organizaría la misa para su madre. El hombre que hablaba de paz.

    ¿Es usted religioso de algún tipo?

    No, no, dijo Cormac rápidamente. Él es hijo del Rey Owain.

    Uno de sus muchos hijos. Madog dio una sonrisa irónica. No podría aspirar nunca a la pureza de un hombre santo.

    Oh, pero mi señor, usted es tan santo como cualquier otro sacerdote. Dijo Cormac.

    No, yo no entretendría nunca semejantes pensamientos blasfemos.

    Por supuesto que no... Sólo quería decir que —

    Yo sé mi querido niño, y aprecio la amable intención del comentario.

    Aisling vio este intercambio con maravilla. Ella no recordaba a este hombre como uno de los hermanos identificados en la mesa del vestíbulo, pero no había duda de su porte principesco. Claramente Cormac había encontrado un mentor que podría admirar y visitar, pero escuchar su intercambio la puso un poco incómoda. ¿Existía alguien tan perfecto?

    Estoy feliz de conocerlo, mi señor, en cualquier caso. Mi hermano claramente lo tiene en alta estima y eso solo es suficiente recomendación.

    Y yo estoy solo muy contento de conocer finalmente a su apreciada hermana, aunque lamento que sea la pérdida de su madre lo que lo haga posible.

    Sus ojos estaban llenos de compasión y parpadeó para contener las lágrimas que de repente aparecieron. Ella podía soportar la rudeza, los descuidos; era la amabilidad lo que era difícil. Mientras cuidaba de su madre en la esquina de una escuálida choza en el límite de una granja perteneciente a un familiar lejano, pudo manejar cada levedad o dificultad con ecuanimidad en apariencia. Ahora ante la verdadera simpatía, casi se deshace.

    Dejando a un lado las lágrimas, se forzó a sonreír.  Gracias por sus palabras. Es una triste ocasión la que causa esta reunión con mi hermano.

    Él asintió y miró a Cormac. Voy a añadir a tu madre a mis oraciones.

    Es muy amable de su parte, dijo Cormac. Y yo voy a orar por paz, como usted hace.

    Madog sonrió. Ora por paz y el éxito de nuestra empresa

    El rostro de Cormac se iluminó. ¿Nuestra empresa? ¿Está acordado?

    Madog asintió. Puedo empezar a cargar el barco tan pronto como quiera.

    La inquietud se agito en Aisling. ¿Qué empresa es esta?

    Cormac le dio una mirada culpable. "El príncipe Madog ha leído sobre la travesía del bendecido St Brendan. Hace un tiempo, cuando estábamos hablando sobre largos viajes a extraños y exóticos lugares, le conté el cuento de la travesía del St Brendan. Bueno, lo que pude recordar de lo que Padre y lo poco que el Obispo Aidan me contaron sobre sus visitas. Madog lo encontró tan interesante que quiso saber más, así que escribió a varios religiosos aquí y en el extranjero y reunió todos los detalles que pudo. Eventualmente obtuvo la copia del Navigatio Sancti Brendani Abbatis. Lo leímos juntos."

    Una vez más, recordó lo diferente que fue la educación de Cormac a la de ella.

    Visitas regulares al sacerdote le habían dado su educación y fundamentos para la vida dirigido por su padre y abuela, mientras ella tomó un camino completamente diferente guiada por su madre.

    Ella dio una dolorosa sonrisa. Me alegra que ambos lo hayan encontrado de su agrado.

    Cormac bañó a Madog con una mirada de admiración. El príncipe Madog ha sido un muy buen amigo y más. Me ha guiado bien estos años y formó mis habilidades con las palabras y la espada. Y ahora me ha pedido que le ayude a que su sueño se haga realidad. Él miró a Aisling, su rostro brillando con propósito y fe. Quisiera que me una a su travesía

    ¿Travesía?

    Volver a trazar el viaje del St Brendan. Él desea ir a las tierras occidentales.

    Ella estaba demasiado aturdida para decir una palabra al principio. ¿Las tierras occidentales? ¿Por qué?

    Madog puso una mano en su brazo brevemente. Yo sé que es duro para ti apreciar cuán importante es esto para tu hermano y para mí. Hemos estudiado su texto todos estos meses y hemos captado la maravilla de su hazaña. He orado mucho por esto y siento el deseo de Dios que busque esas tierras. Tierras que no están marcadas por las guerras, la codicia y la lucha por el poder que acechan a este reino y a los que nos rodean. Sus ojos se tornaron en un fuego que ella no había visto antes. Allá podemos establecer una nueva vida, llena de armonía.

    Ella dio un pequeño asentamiento, insegura de cómo responder a algo tan drástico como lo que él proponía. ¿Van a haber muchos de ustedes en esta travesía? ¿Y será lejos? Mientras esperaba por la respuesta, la historia volvió a ella, una vaga impresión de un largo viaje por el mar encontrando criaturas fantásticas. Miró a Cormac y vio su entusiasmo.

    Hay por lo menos veinte hombres dispuestos a acompañarme, y ahora tengo el barco y los medios para equiparlo. Acerca de la duración del viaje, no estoy seguro. Puede tomar meses, quizás más, antes de que lleguemos allí.

    ¿Meses? Eso significa muchos meses yendo y muchos regresando. Algo de lo que él dijo volvió de nuevo a ella. Usted quiere volver, ¿cierto?

    Por supuesto. Una vez nos hayamos establecido a nosotros mismos. Volveremos por cualquiera que desee establecerse en ese lugar de paz.

    Podrían ser años antes de que regresen, si regresan. ¿Qué le pasaría a ella si Cormac lo acompaña en este viaje? Su mente se tambaleó. Esto no era lo que ella esperaba. Esperaba que una vez que Cormac hubiera escuchado sobre su verdadera situación en casa en Leinster, él haría todo lo que él pudiera para tener algunas o todas las tierras de regreso. No se había dado cuenta que sus años aquí habían aflojado tanto su conexión con el hogar.

    ¿Y dice que se le ha otorgado la aprobación? ¿De sus hermanos?

    Hwyel y mis hermanos que lo apoyan a él – Morgan, Llewellyn, Rhys. Supongo que los otros tampoco se pelearían por eso. Dio una sonrisa triste. Es un hermano menos en el camino mientras se decide la realeza.

    Ella entendió más su deseo y urgencia. Pero no afectó su situación, o el dolor que ella sintió de que Cormac quisiera separarse de ella una vez más.

    Y mientras tanto, mientras se va con mi hermano a buscar esa tierra, ¿debo permanecer aquí en medio de la guerra, la codicia y la lucha por el poder? Luchó por mantener su voz en control. Eso si sus hermanos lo permiten, tener piedad de una pariente lejana que no tiene a donde ir, porque como le acabo de decir a mi hermano, nuestras tierras están perdidas y deben ser reclamadas. Yo no puedo hacer eso por mi cuenta.

    Madog puso una mano sobre el hombro de Cormac. No tenía noción de que tus circunstancias hubieran llegado a tal punto.

    Cormac se puso rígido. Por supuesto, no pensé por un momento, perdóname, Aisling. No era mi intención poner tu bienestar a un lado. Por supuesto que me quedaré atrás, contigo bajo mi protección, esto, si me es permitido.

    Madog le apretó el hombro. Estoy seguro de Hwyel te permitirá permanecer con tu hermana tanto como quieras. Hablaré con él.

    Aisling escuchó el intercambio e intento poner a un lado la consternación de que Cormac recordara su posición sólo después de que ella se lo nombrara y Madog expresara su pena por eso. Ella pesó las opciones de Cormac permaneciendo atrás en sufrimiento y encontró que aún prefería eso a la separación y el peligro de que él nunca regresara.

    Gracias, dijo Aisling. Aprecio su ayuda en esto. Ella notó la decepción apenas disimulada en el rostro de Cormac. Suspiró, con la esperanza de encontrar alguna forma de compensarlo. Amaba tanto a su hermano como para desear lo contrario.

    CAPITULO DOS

    Aisling alisó su vestido, intentando remover las arrugas evidentes bajo el fuerte rayo de sol del castillo solar que también funcionaba como dormitorios. El desgraciado estado del vestido era debido, en parte, a su viaje a través del mar en el pequeño saco que contenía sus pertenencias. El viejo caballo que la llevó a través del país apenas había podido llevarlos a los dos, mucho menos el saco. Y ahora el caballo y Tomás estaban haciendo su camino de regreso a Irlanda.

    Pensando en esto, una pequeña lagrima salió de su ojo. Quizás era mejor que se pusiera el vestido tinturado con sal que había usado los últimos días desde su llegada. Echó un vistazo a las mujeres que estaban tejiendo a lo largo de las bancas rodeando el ardiente fuego en el brasero que quitó el escozor del frío de la mañana. Las mujeres la miraron con curiosidad, aunque pudo detectar algo de sospecha en algunas de ellas.

    ¿Te gustaría pedir un vestido prestado? Estoy segura de que Glennys te prestaría uno. Era la hija del difunto Rey, Lady Blodwen, quien había preguntado, sus ojos verdes apretados en una forma inapropiada. Sus delgados labios entrecerrados mientras trataban de endulzar la áspera pregunta con una sonrisa. Quizás quieras también una camisa para remendar, para pasar el tiempo."

    Aisling rechazó ambas ofertas, imaginando qué tipo de vestido podría poseer la mujer de gran contextura que atendía a Lady Blodwen. Incluso si fuera adecuado para ella, no podría decidirse a vestir algo como esas mujeres vestían, tan ajustado al cuerpo, revelando todas sus curvas. Qué extrañas se veían, tan diferentes de las mujeres en su hogar. Parecía, sin embargo, que deseaban desnudarlo todo a los hombres. Esa era la última cosa que ella deseaba, dar alguna pista de las curvas de su cuerpo para que alguno tuviera un capricho desagradable sobre ella y aceptara hacerse cargo de ella.

    Las mujeres, tan ansiosas por chismorrear mientras repasaban sus agujas o en el caso de las mujeres nobles, confeccionando colchas, tapices y otros lujos bordados, revelaron más acerca de los eventos que pesaban sobre ellos de lo que Cormac o Madog habían hecho. Hwyel era uno de los mayores contendientes al trono, nada que ella no hubiera imaginado, pero las mujeres parecían seguras de que él tenía la posición más fuerte junto a su hermano Davydd, el único otro serio contrincante. Y Davydd estaba en ese momento reuniendo a sus hombres, preparando el camino aquí y retando a su hermano por el derecho al trono. Ella reunió todo esto en latín mezclado con sólo una pizca del galés que ellas hablaron, en deferencia a su presencia.

    ¿Qué piensas acerca de los planes de Madog de visitar esas tierras occidentales? La pregunta vino de otra de las hijas del Rey, Gwendolyn, cuyos suaves ojos cafés reflejaban la natural gentileza que poseía.

    Él parece haber trabajado duro para asegurar su éxito, dijo Aisling. No era la respuesta que la otra mujer parecía estar esperando, ella sabía, pero nunca revelaría la angustia que el tema le causaba. Aunque Cormac se había aferrado resueltamente a su determinación de quedarse atrás, al pasar las semanas notó un ligero debilitamiento. Cuando Madog hablaba acerca de sus planes, pensando en incluirlo a él, Cormac no se sentiría demasiado excluido. Madog también le aseguró a ella privadamente que había hablado con su hermano acerca de ellos dos permaneciendo allí y se sorprendió de que Hwyel sólo hubiera dicho que lo consideraría. ¿Tenía Hwyel otros planes en mente?

    Pero no encuentras espantosa la idea de navegar en busca de esas tierras? ¿Qué pasa si navegan hacia el fin del mundo y caen dentro de un gran abismo?

    Yo creo que es emocionante, dijo Glennys.

    No seas tonta. ¿Cómo podría algo tan peligroso ser emocionante?

    Aisling no conocía la mujer de mejillas redondas que había hablado. La cubierta en la cabeza de la mujer oscurecía todo trazo de cabello, mentón y cuello, pero la fina calidad de su vestido indicaba que era tan noble como Blodwen.

    No sé, es sólo el pensamiento de navegar, viendo nuevas tierras, nueva gente. Una aventura.

    Cielos, niña, lo siguiente que nos dirás es que te quieres ir, dijo la mujer de mejillas redondeadas.

    Glennys se sonrojó. Oh no, jamás desearía eso. Sólo quisiera escuchar acerca del tema. Piensa en las historias que ellos tendrán para contar cuando regresen.

    Si regresan, dijo Lady Blodwen.

    Unas cuantas mujeres miraron de reojo a Aisling.

    El Señor los protegerá, dijo Gwendolyn.

    Lady Blodwen puso abajo su tejido por un momento, su rostro con un semblante de bondad. Esto te debe causar alguna preocupación, mi querida. El pensamiento de que tu hermano no pueda regresar. ¿Y qué será de ti? Se le acercó y le dio unas palmadas en la mano. No debes temer, sin embargo, mi hermano está en el proceso de organizar un encuentro para ti con un buen hombre, Ivo rap Llewellyn, un terrateniente cerca de aquí.

    Las otras mujeres le lanzaron miradas de lástima. Aisling enrojeció, sus pensamientos eran confusos. E-Estoy segura de que hay algún error. Mi hermano se quedará aquí, ahora, así no habrá necesidad de matrimonio.

    Creo que el príncipe Hwyel consideró oportuno hacer otros arreglos, dijo Lady Blodwen. tu hermano se irá con Madog, como originalmente estaba planeado, y tú serás puesta bajo el cuidado de tu nuevo esposo.

    ¿Fue Ivor realmente el mejor que Hwyel pudo encontrar? preguntó Gwendolyn.

    Hermana, tú sabes que Hwyel necesita de todos menos a los más débiles de sus seguidores en el campo de batalla. Ivor es una buena elección porque no hay duda de que él sobrevivirá cualquier encuentro con Davydd. Él es simplemente muy viejo y débil para sostener una espada. Y todos sus hijos necesitan de una madre.

    Y no hay temor de que pierda su apariencia si va a la batalla, Glenys dijo en tono sarcástico.

    La mujer de mejillas redondeadas le frunció el ceño. No hay necesidad de burlarse de la deformidad del señor, Dios tenga piedad de él.

    Aisling absorbió este intercambio con creciente horror. ¿Qué otros desaires le podrían ocurrir? De repente deseó haber aceptado la oferta de la camisa para remendar. Tenía el gran deseo de apuñalar algo, incluso si era sólo la aguja en una tela.

    Soportó la charla, sin hacer ningún comentario adicional. Parecían contentas de dejarla ahora que le habían dado todas las hirientes y siniestras noticias que pudieron reunir.

    Permitió a sus pensamientos hundirse en la miseria que sentía, sus manos entrelazadas firmemente, sus uñas enterradas entre sus palmas.

    Finalmente, no pudo estar sentada más tiempo y se excusó para tomar algo de aire. Necesitaba tiempo para pensar sola, lejos de miradas observadoras.

    Pájaros posados en los árboles

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