Las aves
Por Aristófanes
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Las aves - Aristófanes
AVES
LAS AVES
PERSONAJES:
EVELPIDES. PISTETERO. ABUBILLA.
UN PARRICIDA.
EL CORO DE LAS AVES. UN SACERDOTE.
UN POETA. UN INSPECTOR. UN VENDEDOR.
MENSAJERO PRIMERO. MENSAJERO SEGUNDO. IRIS.
UN HERALDO. UN PARRICIDA.
CINESIAS, poeta ditriámbico.
UN SICOFANTE. PROMETEO. POESEIDÓN. TRIBADO. HERACLES.
País agreste, lleno de zarzales y peñascos. Al fondo, una selva; a un lado una roca, morada de Abubilla.
En escenas
EVÉLPIDES, llevando un grajo sobre el puño.
PISTETERO, llevando igualmente una corneja; y los dos en busca del reino de las Aves.
EVÉLPIDES.- (Al grajo que le sirve de guía.) ¿Me dices que vaya en línea recta hacia aquel árbol?
PISTETERO .-(A la corneja que trae en la mano.) !Peste de avechucho! Ahora grazna que retrocedamos.
EVÉLPIDES.-Pero infeliz la qué andar errantes en todos sentidos?
Con estas idas y venidas nos derrengamos inútilmente.
PISTETERO.-¡Qué imbécil he sido al dejarme guiar por esta corneja! Me ha hecho correr más de mil estadios.
EVÉLPIDES. -¿Mayor dicha que la de llevar de guía a este grajo, que me ha destrozado hasta las uñas de los pies?
PISTETERO.-Ni siquiera sé en qué lugar de la tierra estamos.
EVÉLPIDES.-¿No podrías tú averiguar desde aquí dónde cae nuestra patria?
PISTETERO.-No, por cierto; ni Execéstides 1 la suya.
EVÉLPIDES.-¡Ay!
PISTETERO.-Tú, amigo mío, sigue esa senda.
EVÉLPIDES.-¡Terrible engaño el que nos ha hecho Filócrates, ese atrabiliario vendedor de pájaros! Nos aseguró que estas dos aves nos
1 Extranjero que quería pasar por ateniense. guiarían mejor que ninguna otra a la morada de Tereo 2 la Abubilla, que fue transformado en pájaro, y nos vendió este grajo, hijo de Tarrélides, por un óbolo, y por tres aquella corneja, que sólo saben darnos picotazos. (Al grajo.) ¿Por qué me miras con el pico abierto? ¿Quieres precipitarnos desde esas rocas? Por ahí no hay camino.
PISTETERO.-Ni senda tampoco, por Zeus.
EVÉLPIDES.-¿No dice nada tu corneja sobré el camino que hay que seguir?
PISTETERO.-Sigue graznando, por Zeus, las mismas cosas que antes.
EVÉLPIDES.-Pero, en fin, ¿qué dice a propósito del camino?
PISTETERO.-¿Qué ha de decir, sino que a fuerza de roer acabará por comérseme los dedos?
EVÉLPIDES.-¡Esto es insoportable! Queremos irnos a los cuervos 3; ponemos para conseguirlo cuanto está en nuestra mano, y no logramos hallar el camino. Porque habéis de saber, oyentes míos, que nuestra enfermedad es completamente distinta de la que aflige a Saccas: éste, que no es ciudadano, se obstina en serlo, y nosotros que lo somos, y de familias distinguidas, aunque nadie nos expulsa, huimos a toda prisa de nuestra patria. No es que aborrezcamos a una ciudad tan célebre y afortunada, siempre abierta a todo el que desee arruinarse con litigios; porque es una triste verdad que si las cigarras sólo cantan uno o dos meses entre las ramas de los árboles, en cambio los atenienses cantan toda la vida posados sobre los procesos. Esto es lo que nos ha obligado a emprender este viaje y a buscar, cargados del canastillo, la olla y las ramas de mirto, un país libre de pleitos, donde pasar tranquilamente la vida. T es el objeto con que nos dirigimos a Tereo la Abubilla para pre- guntarle si en las comarcas que ha recorrido v ]ando, ha visto alguna ciudad como la que deseamos.
PISTETERO.-¡Eh, tú!
2 Rey legendario de Tracia, cambiado en abubilla tras de haber intentado seducir a su cuñada Filomela. 3 «irse al infierno» o «al diablo.»
EVÉLPIDES.-¿Qué hay?
PISTETERO.-Ya hace unos momentos que la corneja me indica que hay que subir un poco.
EVÉLPIDES.-También mi grajo mira con el pico abierto en la misma dirección, como si quisiera señalarme alguna cosa: no puede menos de haber aves por aquí. Pronto lo sabremos haciendo ruido.
PISTETERO. ¿Sabes lo que has de hacer? Dale con el pie a la roca.
EVÉLPIDES.-Y tú, con la cabeza, para que el ruido sea doble.
PISTETERO.-O mejor, coge esa piedra y llama.
EVÉLPIDES.-¡Habrá que hacerlo, claro está! !Esclavo! ¡Esclavo!
PISTETERO. Pero ¿qué haces? Para llamar a la Abubilla, gritas:
!Esclavo! ¡Esclavo! En vez de esclavo debes gritar: ¡Epopoi! ¡Epopoi!4 .
EVÉLPIDES.-¡Epopoi! Tendré que llamar otra vez. ¡Epa poi!
Un criado de Abubilla, Pistetero y Evélpides.
EL CRIADO.-( Representando a un pájaro.) ¿Quién va? ¿Quién llama a mi dueño?
EVÉLPIDES.-¡Apolo nos asista! ¡Qué enorme pico! 5. EL CRIADO.-¡Horror! ¡Son cazadores) EVÉLPIDES. Me causa un miedo indecible.
EL CRIADO.-¡Moriréis!
EVÉLPIDES.-Pero si no somos hombres.
EL CRIADO.-¿Pues qué sois?
EVÉLPIDES.-Yo soy el Tímido, ave de Libia.
EL CRIADO.-¡A otro con esas!
EVÉLPIDES.-Pregúntaselo a toda la caca que llevo en los pies.
EL CRIADO.-Y ese otro, ¿qué pájaro es? Contesta.
PISTETERO.-El Ensuciado, ave de Fasos.
EVÉLPIDES.-Y tú, ¿qué clase de animal eres, en nombre de los dioses?
4