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Estudio sobre la vida de Jeremías
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Libro electrónico520 páginas8 horas

Estudio sobre la vida de Jeremías

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El libro de Jeremías es una revelación del corazón y sentir del Dios tierno y amoroso, que extendió Su mano a Su pueblo descarriado. Este estudio del Dr. Brian J. Bailey muestra al Señor como el Alfarero Quien nos está moldeando como al barro sobre Su rueda.  El mensaje de Jeremías nos da ánimo ya que el Señor desea dar una esperanza a aquellos que se han desanimado por errores cometidos en el pasado, al volver a formarlos como una nueva vasija escogida, hecha hermosa para la casa del Maestro.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 ene 2021
ISBN9781596654846
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    Estudio sobre la vida de Jeremías - Dr. Brian J. Bailey

    El libro de Jeremías

    en la casa del Alfarero

    Brian J. Bailey

    Título original: The Book of Jeremiah, In the Potter’s House

    © 2000 Brian J. Bailey

    Versión 1.1 en inglés, revisada en septiembre 2017.

    Título en español: El libro de Jeremías, en la casa del Alfarero 

    © 2006 Brian J. Bailey

    Versión 1.1 en español revisada en julio 2017

    Publicado por Zion Christian Publishers.

    Libro de texto de Zion Christian University.

    Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

    Diseño de portada:

    © 2006 Zion Fellowship, Inc.

    Todos los derechos reservados.

    Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.

    A menos que se indique lo contrario, las citas son tomadas de la Santa Biblia, versión Reina-Valera © 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas Unidas.

    Traducción: Gabriela Belcore y Raimundo J. Ericson

    Edición: Raimundo J. Ericson

    Publicado en formato e-book en enero 2021

    en los Estados Unidos de América.

    ISBN versión electrónica (E-book)  1-59665-484-8

    Para obtener más información comuníquese a:

    Zion Christian Publishers

    Un ministerio de Zion Fellowship, Inc

    P.O. Box 70

    Waverly, NY 14892

    Tel: (607) 565-2801

    Llamada sin costo: 1-877-768-7466

    Fax: (607) 565-3329

    www.zcpublishers.com

    www.zionfellowship.org

    Agradecimientos

    Al equipo editorial de ZCP: Stephen Brogan, Elizabeth Humphreys, Sarah Humphreys,  David Kropf, Justin and Sarah Kropf, Hannah Schrock, Caroline Tham, y Suzanne Ying.

    Al equipo editorial de la versión en español: IBJ Guatemala y Zion Christian Publishers, Waverly, NY en los Estados Unidos de América.

    Queremos extender nuestro agradecimiento a estos amados, pues sin sus muchas horas de invaluable ayuda, este libro no habría sido posible. Estamos verdaderamente agradecidos para la gloria de Dios por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro.

    Prefacio

    El profeta Jeremías, más que ningún otro hombre, tenía un corazón tierno como el de una mujer. Su corazón era como una porcelana fina, frágil y exquisitamente diseñada. Los muchos sufrimientos de Jeremías hicieron de él un hombre profundamente compasivo; sin embargo, su valentía hacía que no retrocediera en ningún momento. Dios lo hizo como a una columna de hierro para resistir a sus muchos adversarios (Jer. 1:10).

    En el profeta Jeremías vemos la mansedumbre y la humildad del Jesús compasivo, además del coraje del Mesías que volcó las mesas de los cambistas y reprendió a los líderes religiosos de su tiempo. Dios dijo a Jeremías: Te he puesto entre mi pueblo como vigía y atalaya, para que escudriñes y examines su conducta (Jer. 6:27, NVI). Jeremías era también el profeta llorón cuyos labios consagrados declararon los tiernos ruegos de Jehová a un pueblo pecador y rebelde.

    El libro de Jeremías es un estudio y una revelación del corazón y los sentimientos del Dios tierno, amoroso, que va en busca de un pueblo descarriado que se encamina obstinado hacia su propia destrucción. Jeremías fue rechazado por su propia generación, pero incontables generaciones posteriores lo han honrado. El libro de Jeremías pone al descubierto también la extraordinaria batalla por las almas de la humanidad que se lleva a cabo en nuestro tiempo. Antes de la Segunda Venida de Cristo, esa batalla se intensificará aún más. Mi oración es que este libro sea una bendición para usted.

    Brian J. Bailey, Ph. D., D.D.

    Introducción

    Jeremías fue uno de los cuatro profetas mayores de Israel. Los otros tres fueron Isaías, quien lo precedió por alrededor de cien años, Daniel y Ezequiel, los contemporáneos de Jeremías que profetizaron durante el cautiverio en Babilonia. Jeremías era más antiguo que ellos en el sentido que comenzó su ministerio en el año trece de Josías, rey de Judá, mientras que los ministerios de ellos comenzaron en el primer y segundo cautiverios respectivamente, durante los reinados de Joacim y Joaquín.

    El libro de Jeremías no sigue un orden cronológico como el de Ezequiel, y tampoco está organizado temáticamente. Para aquellos estudiantes que necesiten esa información para sus estudios, hemos agregado un apéndice con una tabla cronológica que ofrece un panorama más amplio y completo de la vida y los tiempos de Jeremías. En este comentario hemos decidido seguir el formato compilado por los escribas de la antigüedad.

    Además de las referencias históricas que ayudan a entender el contexto de las profecías, el libro de Jeremías tiene numerosos informes literarios sobre temas que han tenido un impacto duradero sobre el pueblo de Israel y también sobre la Iglesia de Jesucristo. Para aquellos que quieran referirse a estas veneradas historias y alegorías, dichos temas están señalados en el siguiente bosquejo de El libro de Jeremías.

    BOSQUEJO

    I.  El llamamiento de Jeremías (1:1-19).

        A.  Introducción (1:1-6).

        B.  Definición del llamado (1:7-10).

        C.  Las dos señales (1:11-16).

              1. La vara de almendro (1:11-12).

              2. La olla hirviente (1:13-16).

        D.  Jeremías es fortalecido contra sus opositores (1:17-19).

    II.  Profecías relacionadas con Judá (2:1–45:5).

        A.  Los doce mensajes proféticos condenatorios (2:1–25:38).

              1. El  pecado consciente de Judá (2:1–3:5).

              2. Judá será juzgada (3:6–6:30).

              3. La adoración hipócrita de Judá (7:1–10:25).

              4.  Judá quebranta el pacto (11:1–12:17).

              5.  La promesa de la restauración de Israel (13:1-27).

              6.  La intercesión a favor de Judá (14:1–15:21).

              7.  La promesa de restauración para Judá (16:1–17:27).

              8.  La casa del alfarero (18:1–20:18).

              9.  Contra los reyes de Judá (21:1–23:8).

            10.  Contra los falsos profetas (23:9-40).

            11.  Las cestas de higos (24:1-10).

            12.  El cautiverio de setenta años (25:1-38).

         B.  Las batallas de Jeremías (26:1–29:32).

              1.  Amenaza contra la vida de Jeremías (26:1-24).

              2  Las naciones que serán entregadas al cautiverio babilónico (27:1-22).

              3.  El conflicto con el falso profeta Hananías (28:1-17).

              4.  Cartas a los exiliados (29:1-23).

              5.  Las cartas de otro falso profeta (29:24-32).

         C.  La futura restauración de Israel (30:1–33:26).

               1.  El regreso a su tierra (30:1-24).

               2.  La restauración de la nación (31:1-40).

               3.  La reconstrucción de Jerusalén (32:1-44).

               4.  La reafirmación del pacto de Dios con Israel (33:1-26).

         D.  La caída de Jerusalén (34:1–45:5).

               1.  Profecías anteriores a la caída de Jerusalén (34:1–36:32).

                    a.  Juicio pronunciado sobre el rey Sedequías (34:1-7).

                    b.  La renovación del pacto de libertad para esclavos hebreos (34:8-22).

                    c.  Los recabitas fieles (35:1-19).

                    d.  El mensaje del rollo (36:1-32).

               2.  Eventos anteriores a la caída de Jerusalén (37:1–38:28).

                    a.  La primera reunión con el rey Sedequías (37:1-10).

                    b.  Jeremías es encarcelado (37:11-16).

                    c.  La segunda reunión con el rey Sedequías (37:17-21).

                    d.  Liberación de la segunda experiencia de encarcelamiento (38:1-13).

                    e.  La tercera reunión con el rey Sedequías (38:14-28).

                3.  Eventos simultáneos a la caída de Jerusalén (39:1-18).

                    a.  El rey Sedequías es capturado (39:1-10).

                    b.  Jeremías es liberado y atendido (39:11-14).

                    c.  La recompensa de Ebed-melec (39:15-18).

                4.  El ministerio de Jeremías después de la caída de Jerusalén (40:1–44:30).

                        a.  El ministerio de Jeremías al remanente en Judá (40:1–42:22).

                        b.  El ministerio de Jeremías al remanente en Egipto (43:1–44:30).

                   5.  El mensaje personal de Dios para el escriba Baruc (45:1-5).

    III. Profecías contra naciones extranjeras (46:1–51:64).

         A.  Egipto (46:2-28).

         B.  Filistea (47:1-7).

         C.  Moab (48:1-47).

         D.  Amón (49:1-6).

         E.  Edom (49:7-22).

         F.  Damasco (49:23-27).

         G.  Cedar y Hazor (49:28-33).

         H.  Elam (49:34-39).

          I.  Babilonia (50:1–51:64).

    IV.  Notas históricas (52:1-34).

         A.  La captura de Jerusalén (52:1-11).

         B.  La destrucción de Jerusalén (52:12-23).

         C.  Los exiliados van a Babilonia (52:24-30).

         D.  Joaquín es favorecido (52:31-34).

    Primera parte

    EL LLAMAMIENTO DE JEREMÍAS

    1:1-19

    A. Introducción (1:1-6)

    B. Definición del llamado (1:7-10)

    C. Las dos señales (1:11-16)

    D. Jeremías es fortalecido contra sus opositores (1:17-19)

    Introducción (1:1-6)

    1:1-3  Las palabras de Jeremías hijo de Hilcías, de los sacerdotes que estuvieron en Anatot, en tierra de Benjamín. Palabra de Jehová que le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado. Le vino también en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto.

    En el comienzo de su ministerio, Jeremías profetizó al mismo tiempo que Sofonías. Se nos dice que Jeremías fue llamado en el año trece del reinado del rey Josías de Judá. En el año dieciocho del reinado de Josías, el Señor dio el avivamiento más grande que Israel haya conocido en toda su historia (2 Cr. 35:18-19). Este avivamiento estuvo liderado por tres jóvenes: Jeremías (de aproximadamente 27 años de edad), Josías (de 26) y Sofonías, quien probablemente tenía algunos años menos.

    El avivamiento de Josías tiene gran importancia para nuestro tiempo, porque precedió al sitio de Jerusalén y su consiguiente caída ante los babilonios. Las Sagradas Escrituras registran tres grandes sitios de Jerusalén, cada uno de los cuales estuvo precedido de un avivamiento muy importante:

    1. El sitio asirio, en el año catorce del reinado de Ezequías, siguió al avivamiento que se produjo en el primer año del reinado de Ezequías.

    2. Los tres sitios principales de los Babilonios (finalizados con la destrucción de Jerusalén en 586 a.C.) se produjeron casi cuarenta años después del avivamiento producido en el año dieciocho del reinado de Josías.

    3. El sitio de Jerusalén bajo Tito en 70 d.C. (que culminó con el saqueo y destrucción del templo) sucedió después del avivamiento de la Iglesia de los primeros tiempos y los ministerios de Juan el Bautista y el Señor Jesucristo.

    El sitio de Jerusalén en los últimos días (Zac. 12) culminará con la Segunda Venida del Señor. No obstante, podemos decir, con total autoridad bíblica, que el último sitio de Jerusalén estará precedido por un avivamiento de alcance mundial, de modo que se cumplan todos los tipos y antitipos. Digno es de señalar que todos estos avivamientos mencionados fueron guiados por hombres relativamente jóvenes: Ezequías y Josías tenían veintiséis años de edad, y Juan y Cristo tenían treinta. Por lo tanto, podemos esperar que Dios use a muchos hombres y mujeres jóvenes durante el avivamiento en estos últimos días.

    El ministerio de Jeremías

    El ministerio de Jeremías puede dividirse en tres partes principales:

    1. 627-605 d.C.  Jeremías profetizó durante el tiempo en que Judá estaba amenazada por Asiria y Egipto.

    2. 605-586 d.C.  Jeremías profetizó mientras Jerusalén era rodeada y asediada por los babilonios.

    3. 586-576 d.C.  Jeremías ministró primero en Jerusalén y luego en Egipto. La tradición señala que murió apedreado en Egipto por los judíos que lo llevaron allí.

    1:4-6 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.

    El llamado del Señor a Jeremías tiene un profundo significado teológico, especialmente para el tiempo en que vivimos. Mientras él estaba en el vientre de su madre el Señor lo conoció y lo ordenó como un profeta a las naciones. Tenemos aquí algo muy similar a las palabras del apóstol Pablo en Gálatas 1:15: Sin embargo, Dios me había apartado desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia (NVI).

    Necesitamos entender que cada uno de nosotros era un alma viviente al ser concebido, tal como señala el rey David en Salmos 139:13: Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Por esta razón, podemos afirmar con toda certeza que el aborto es el asesinato de un niño que aún no ha nacido.

    Otro aspecto del llamado de Jeremías dentro del vientre es que ilustra la verdad expuesta en Romanos 8:29-30: Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

    En Su conocimiento anticipado con respecto a la manera en que cada uno va a responder a Su llamado, Dios elige a las personas para la obra y ministerio que Él quiere que lleven a cabo. En Hechos 9:15-16, Dios llamó a Pablo un instrumento elegido: El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.

    Como hemos leído, el llamado del Señor llegó a Jeremías cuando estaba en el vientre de su madre. Según la tradición judía, Jeremías tenía alrededor de veintiún años cuando Dios lo llamó al ministerio. El Señor dijo a Jeremías que había sido ordenado para ser un profeta. Jeremías respondió: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño (Jer. 1:6). La respuesta de Jeremías es similar a la respuesta de muchos siervos de Dios cuando reciben su llamamiento divino de parte del Altísimo. En el caso de la zarza ardiente, Moisés dio una respuesta parecida; y recordemos que en ese tiempo tenía ochenta años de edad (ver Ex. 4:10).

    Recuerdo bien cómo me sentí abrumado cuando Dios me llamó a mí al ministerio. Sentí en ese momento que había muchas otras personas más capaces que yo. Mientras meditaba sobre esto en ocasión de un culto de adoración guiado por uno de los integrantes del cuerpo docente de la escuela bíblica a la que yo había asistido, ese ministro dijo proféticamente: De los millones de personas que invocan mi nombre, ¿no elijo yo con cuidado a los que llamo a mi servicio?

    Era como si el Señor estuviese leyendo los pensamientos y los intentos de mi corazón en ese preciso instante, lo cual, en realidad, era lo que estaba haciendo. Entonces le pedí al Señor que me guiara para integrarme a Su plan y Sus propósitos para mi vida. Hoy, después de casi cincuenta años en el ministerio, todavía me llena de asombro y profunda gratitud el hecho de que el Señor se dignara elegir para el ministerio a una persona tan indigna como yo.

    Definición del llamado (1:7-10)

    1:7-9 Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.

    Cuando el Señor llama a personas al ministerio, las provee de las herramientas necesarias. Dios dio a Jeremías la seguridad de que lo libraría de sus fuertes enemigos. Dado que el mensajero debía tener el mensaje, el Señor tocó la boca de Jeremías y puso en ella Sus palabras. Cuando predicamos la Palabra de Dios delante de las personas, ministramos como los oráculos de Dios (ver 1 P. 4:11).

    Debemos buscar al Señor para recibir la promesa de Isaías 59:21: Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.

    Entonces el Señor dio a Su profeta Jeremías autoridad sobre las naciones. Las palabras que pronunciaría sobre las naciones serían una sentencia inapelable y tendrían cumplimiento, tanto para bien como para mal. El propósito de las profecías de Jeremías era quitar de Israel el mal y reemplazarlo con el fruto de la justicia (rectitud).

    1:10 Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.

    Los métodos que debía aplicar Jeremías para eliminar este mal se describen en las cuatro acciones siguientes:

    1. Arrancar todas las malezas que están en la tierra de nuestro corazón, como las falsas doctrinas y las obras de la carne (Gá. 5:19-21).

    2. Destruir, en el sentido de derribar la pared de separación entre el hombre y Dios (Ef. 2:14). Se refiere también a la abolición de la enemistad en nuestra mente, que resulta de practicar malas obras, como señala Colosenses 1:21: Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado.

    3. Arruinar, de manera tal que los enemigos de Dios nunca volvieran a levantarse. No sólo aquellos enemigos que son externos a nosotros, sino las ataduras espirituales que nos llevan cautivos en contra de nuestra voluntad.

    4. Derribar, lo que, espiritualmente, puede referirse a deshacerse de toda maquinación malvada y pensamiento maligno, como dice Pablo en 2 Corintios 10:5: Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.

    Las dos acciones siguientes sirvieron para hacer que Israel volviera a ser fructífero:

    1. Edificar, que habla de la construcción de un edificio material y puede referirse a la acción de edificar a la Iglesia (Ef. 2:20-21) y a edificarnos sobre la santísima fe. Judas 1:20 dice: Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo. No sólo debemos derribar y quebrar todo yugo de pecado en nuestra vida, sino que debemos ser edificados en Cristo.

    2. Plantar, que hace referencia a nuestros corazones como el jardín o el huerto del Señor, plantado por Él. Así como a Jeremías se le dijo que plantara, nosotros debemos plantar la Palabra de Dios en nuestros propios corazones y en los de otros, de manera que crezca en nosotros y produzca el fruto apacible de la justicia (Gá. 5:22-23; 1 Co. 3:8-9).

    Las dos señales (1:11-16)

    En los versículos 11 al 16, Jeremías recibe dos señales del Señor: Una vara de almendro (1:11-12) y una olla que hervía (1:13-16).

    1. La vara de almendro (1:11-12)

    1:11-12 La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro. Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.

    El Señor dio en primer lugar a Jeremías una visión de una vara de almendro, que es el primer árbol que brota en el año. Con esto, Dios estaba señalando que lo que Él declararía por medio de Jeremías se cumpliría pronto. No sólo se cumplirían rápidamente las palabras de Jeremías, sino todas las palabras que habían declarado los profetas a lo largo de la historia de Israel. De manera especial, se cumplirían las maldiciones que declaró Moisés sobre Israel, para el caso de que ellos se apartaran de Dios (Dt. 28:49).

    Dios dijo que Él se apresuraría a llevar a cabo estas cosas. Esta afirmación debe entenderse en el contexto de la totalidad del período de reposo de Israel en la Tierra Prometida. El Señor dijo estas palabras a Jeremías en el año trece del reinado de Josías. Aún le quedaban a este rey otros dieciocho años de gobierno. A Josías lo sucedieron cuatro reyes: Joacaz (3 meses), Joacim (11 años), Joaquín (3 meses) y Sedequías (11 años). A Joacaz también se lo llama Salum y a Joaquín se lo llama también Jeconías.

    Aunque Dios dijo a Jeremías que se apresuraría a juzgar a Israel, el juicio no se hizo efectivo por otros cuarenta y un años, cuando Jerusalén finalmente fue destruida en 586 d.C. Dicho sea de paso, el profeta Jeremías habría tenido alrededor de sesenta años cuando se produjo la caída de Jerusalén.

    2. La olla hirviente (1:13-16)

    1:13-14 Vino a mí la palabra de Jehová por segunda vez, diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Veo una olla que hierve; y su faz está hacia el norte. Me dijo Jehová: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra. Esta olla que hervía, lo cual es un símbolo de problemas, estaba orientada hacia el norte. El significado de la señal era que Israel experimentaría tiempos de turbulencia y conflictos muy serios, ya que casi todos los enemigos de Israel estaban al norte.

    1:15-16 Porque he aquí que yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice Jehová; y vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la entrada de las puertas de Jerusalén, y junto a todos sus muros en derredor, y contra todas las ciudades de Judá. Y a causa de toda su maldad, proferiré mis juicios contra los que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron.

    Luego el Señor declara, en esencia, que se cumplirá la profecía de Moisés que se encuentra en Deuteronomio 28:49. Moisés había señalado que este juicio vendría sobre los hijos de Israel si no servían al Señor con alegría. La Biblia señala a menudo la necesidad de servir al Señor con un corazón gozoso (Jl .1:12). Dios traería a todas las naciones del norte contra Jerusalén. La expresión los reinos del norte se refiere a Babilonia y todos sus satélites.

    Jeremías es fortalecido contra sus opositores (1:17-19)

    1:17 Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos. Un profeta y ministro del Evangelio es la voz de Dios para Su pueblo. Por lo tanto, debemos ser siempre fieles en presentar la totalidad del consejo de Dios. De manera parecida a lo que expresó en Su encargo a Josué (Jos. 1:5-9), Dios dijo a Jeremías que no se asustara por la cara que pusieran aquellos a quienes debía entregar el mensaje del Señor. El temor a las personas es una trampa (Pr. 29:25, NVI). Si no somos fieles en la entrega del mensaje puro de Dios, sin adulterarlo y sin diluirlo, el Señor nos avergonzará delante de Su pueblo.

    1:18-19 Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra. Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte. Dios, en Su fidelidad, capacita a Sus siervos para la tarea que les encomienda. Él dijo que pondría a Jeremías como una columna de hierro que nadie podría vencer. Con toda certeza, Jeremías iba a experimentar la promesa de Isaías 54:17: No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti; toda lengua que te acuse será refutada. Ésta es la herencia de los siervos del SEÑOR, la justicia que de mí procede—afirma el SEÑOR— (NVI).

    Segunda parte

    PROFECÍAS RELACIONADAS CON JUDÁ

    2:1–45:5

    A. Los doce mensajes proféticos condenatorios (2:1–25:38)

    B. Las batallas de Jeremías (26:1–29:32)

    C. La futura restauración de Israel (30:1–33:26)

    D. La caída de Jerusalén (34:1–45:5)

    Los doce mensajes proféticos condenatorios (2:1–25:38)

    En Jeremías 2:1 al 25:38 hay doce mensajes proféticos condenatorios:

    1.   El  pecado consciente de Judá (2:1–3:5).

    2.   Judá será juzgada (3:6–6:30).

    3.   La adoración hipócrita de Judá (7:1–10:25).

    4.   Judá quebranta el pacto (11:1–12:17).

    5.   La promesa de la restauración de Israel (13:1-27).

    6.   La intercesión a favor de Judá (14:1–15:21).

    7.   La promesa de restauración para Judá (16:1–17:27).

    8.   La casa del alfarero (18:1–20:18).

    9.   Contra los reyes de Judá (21:1–23:8).

    10. Contra los falsos profetas (23:9-40).

    11. Las cestas de higos (24:1-10).

    12. El cautiverio de setenta años (25:1-38).

    El primer mensaje profético: El pecado consciente de Judá (2:1–3:5)

    En Jeremías 2:1 al 3:5 encontramos los primeros doce mensajes proféticos contra Judá. El primer mensaje profético habla acerca del pecado consciente y voluntario de Judá.

    El amor del desposorio de Israel (2:1-4)

    2:1-4 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová. Oíd la palabra de Jehová, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel.

    El Señor monologa recordando la relación inicial de Israel con Él, cuando el pueblo caminaba a través del desierto a las órdenes de Moisés, rumbo a la Tierra Prometida. Eran un pueblo santo, y todo aquel que lo atacara tocaba a la niña de Sus ojos. Israel buscó la presencia del Señor, de la misma manera que una joven novia busca la compañía de su esposo. Tristemente, los israelitas fracasaron en cuidar su primer amor.

    Es sumamente importante, mis amados, que siempre alimentemos y reavivemos con nuestra esposa o esposo el amor que tuvimos de novios. Muchos matrimonios se derrumban por falta de amor. Muchas parejas se enamoran y se casan, pero luego dejan de amarse porque no alimentaron su amor el uno por el otro. Invierta usted en su matrimonio y cosechará los incontables beneficios.

    En Apocalipsis 2:4 vemos que los creyentes de la iglesia en Éfeso fueron severamente reprendidos por el Señor, porque lo habían dejado y habían desatendido su primer amor. Cuánto necesitamos clamar al Señor como hizo el rey David: Vuélveme el gozo de tu salvación (Sal. 51:12). De un corazón que ama, fluye gozo. Regocijémonos siempre en manera abundante en nuestro amado y bendito Señor, de manera que vivamos en una siempre creciente relación de amor con Él.

    Israel abandonó al Señor (2:5-8)

    2:5-7 Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre? Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad.

    Israel abandonó al Señor. Los hijos de Israel ya no lo buscaban como en los tiempos de su peregrinación por el desierto. Ya no rememoraban todos aquellos acontecimientos asombrosos cuando los ancianos se reunían en las puertas de las ciudades.

    2:8 Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha.

    En el tiempo de Jeremías los ministros no conocían al Señor de una manera personal. No habían experimentado personalmente la salvación de Dios. Los sacerdotes no conocían al Señor; los pastores no andaban en rectitud; y los profetas estaban influenciados por espíritus engañadores. Tal es la suerte de la Iglesia que pierde su primer amor por el Señor.

    Cuán cierto es esto con respecto a las denominaciones y comunidades a través de toda la historia de la Iglesia, que comenzaron por fuegos de avivamientos. Apenas unos pocos años después de la muerte de su fundador tomaron la senda del profesionalismo religioso, y sus ministros en muchos casos no conocían al Señor como resultado de una experiencia personal. Apenas dieciséis años después de la muerte de Juan Wesley, el movimiento metodista prohibía las reuniones al aire libre, que eran uno de los canales principales de todos los avivamientos wesleyanos. Por esa razón surgieron los metodistas primitivos, para llevar al movimiento a sus objetivos originales.

    Vemos este mismo problema en la Iglesia del Nuevo Testamento. El Señor reprendió a la iglesia en Éfeso, que había experimentado un gran avivamiento, porque habían dejado su primer amor (Ap. 2:4). Debemos recordar siempre que, más de lo que desea usarnos en el ministerio, el Señor quiere que tengamos una relación íntima con Él. Nuestro primer llamamiento es a amarlo con todo nuestro corazón.

    El Señor contiende con tres generaciones (2:9-13)

    2:9-12 Por tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. Porque pasad a las costas de Quitim y mirad; y enviad a Cedar, y considerad cuidadosamente, y ved si se ha hecho cosa semejante a esta. ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová.

    El Señor invitó a los israelitas a ir más allá del mar a la tierra pagana de Quitim (Chipre) y al desierto de Cedar. Cedar, el segundo hijo de Ismael, era nieto de Abraham (Gn. 25:13; 1 Cr. 1:29). Se cree que los descendientes nómadas de Cedar vivieron al este de Egipto y al sur de Israel (Gn. 25:18). Dios desafió a esta generación de israelitas a observar que los pueblos paganos no cambiaban sus dioses. Sin embargo, Israel no había permanecido fiel al único y verdadero Dios: Jehová.

    La fuente de agua viva

    2:13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

    El versículo 13 es uno de los versículos claves en el libro de Jeremías. Aquí el Señor habla de los dos males o pecados principales que habían cometido los israelitas. En primer lugar, habían dejado al Señor, la fuente de agua viva. En segundo lugar, se habían hecho cisternas o sustitutos para la Fuente de agua viva. Sin embargo, estas cisternas cavadas con manos humanas estaban rotas y no podían retener el agua. En otras palabras, el Señor les quiere decir que estas cisternas rotas, que eran sustitutos para Él, no podían satisfacerlos.

    Aunque Israel tenía muchas fuentes de agua y manantiales naturales, muchos israelitas construían cisternas para tener agua en tiempos de sequía. Sin embargo, estas cisternas eran bastante frágiles y se podían romper fácilmente en esa región del mundo propensa a los terremotos. Es una lección para todos nosotros. Muchos rechazan a Cristo, la Fuente de agua viva que es el único que puede dar satisfacción, y buscan su satisfacción básicamente en cuatro aspiraciones:

    1.  El amor humano: La búsqueda del amor humano está resumida en su más clara expresión en el caso de la mujer samaritana, quien había estado casada con cinco hombres y que en ese momento vivía con un hombre que no era su esposo (Jn. 4:16-18). Ella buscaba la satisfacción en el amor humano, pero nunca la encontró hasta que conoció a Jesús. Sólo el amor de Cristo puede hacernos sentir realizados.

    2. El deporte: Proverbios 21:17 dice: El que ama el placer [o el deporte] se quedará en la pobreza (NVI). Los deportistas profesionales están entre los que más dinero ganan. ¿Por qué? Porque acaparan el tiempo y la atención de multitudes de personas y las apartan de la búsqueda de Dios.

    Los eventos deportivos de los domingos mantienen a muchísimas personas fuera de la iglesia. No es mera coincidencia que se jueguen los domingos; todo es parte del plan de Satanás para apartar del Señor a la gente. Muchas de las máximas estrellas del deporte terminaron sus vidas en total soledad y miseria. ¿Por qué? Porque el deporte no puede satisfacer las necesidades más profundas de nuestro corazón.

    Cuando yo era joven, practicaba el fútbol semi profesional en Inglaterra. En una ocasión, mientras observaba un partido sentado entre miles de aficionados, el Señor me habló: ¿Qué estás haciendo aquí? Me mostró muy claramente que debía abandonar el fútbol semi profesional si quería dar cumplimiento a Su llamado en mi vida.

    3.  El dinero: Eclesiastés 5:10 dice: El que ama el dinero, no se saciará de dinero. Sabemos que el amor al dinero es la raíz de todos los males (1 Ti. 6:10). Muchas personas pasan toda su vida tratando de ser ricas. Cuando finalmente lo logran, se dan cuenta que no son felices, porque el dinero no puede darnos satisfacción.

    4. El poder o la posición social: Muchos piensan que tener poder o alcanzar una cierta posición social los hará felices, pero estas cosas tampoco pueden satisfacernos. Analicemos la parábola de Jotam en Jueces 9. En esta parábola había cuatro árboles: el olivo, la higuera, la vid y la zarza. Tres de estos árboles daban fruto: el olivo, la higuera y la vid. Solo la zarza, que no daba fruto, estaba dispuesta a gobernar sobre los demás. ¿Por qué? Simplemente porque los otros necesitarían renunciar a su aceite, su dulzura y su alegría, a fin de asumir ese poder.

    El amor humano, los deportes, el dinero y el poder nunca pueden satisfacer los deseos y anhelos más profundos de nuestro corazón. Únicamente Cristo, el cual nos ha sido hecho por Dios, sabiduría, justificación y poder (ver 1 Co. 1:24, 30), puede satisfacer nuestra alma. Yo creo que la mayoría de las personas se esfuerzan por lograr, en el transcurso

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