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Fiestas y ofrendas: Levítico
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Libro electrónico416 páginas7 horas

Fiestas y ofrendas: Levítico

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El Dr. Bailey muestra como Cristo se convirtió en el sacrificio final y supremamente cumplió todos los sacrificios del Antiguo Testamento. Fiestas y Ofrendas le ofrece un estudio exhaustivo y profundo del libro de Levítico, proveyéndole al lector un entendimiento de los requerimientos naturales de las fiestas y ofrendas, así como también un entendimiento de su cumplimiento espiritual a través del Señor Jesucristo y en la vida de cada creyente.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 jul 2020
ISBN9781596656451
Fiestas y ofrendas: Levítico

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    Fiestas y ofrendas - Dr. Brian J. Bailey

    estudio.

    CAPÍTULO 1

    LAS OFRENDAS

    1:1-7:38

    Esta sección, dedicada a las ofrendas, comprende seis partes principales:

    1. El holocausto voluntario (1:1-17).

    2. La ofrenda vegetal (2:1-16).

    3. La ofrenda de paz (3:1-17).

    4. La ofrenda por el pecado (4:1–5:13).

    5. La ofrenda por la culpa (5:14–6:7).

    6. Leyes acerca de las ofrendas (6:8–7:38).

    Había cinco ofrendas principales que los israelitas podían ofrecer en el Altar de los Holocaustos: el holocausto, la ofrenda vegetal, la ofrenda de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la culpa.

    Las ofrendas tienen tres cumplimientos básicos:

    1. Fueron cumplidas ceremonialmente por los israelitas.

    2. Fueron cumplidas históricamente por el Señor Jesús.

    3. Deben ser cumplidas espiritualmente por los cristianos.

    Como creyentes, debemos convertirnos en estas ofrendas, como expresó Pablo en Romanos 12:1: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. El sacrificio neotestamentario que ofrecemos es nuestra propia vida; nos convertimos en el sacrificio vivo.

    Por lo tanto, al estudiar estas ofrendas debemos analizar no sólo la forma en que fueron cumplidas por los israelitas y por el Señor Jesús, sino también la forma en que deben cumplirse en nuestras vidas. Éste es el sentido de las ofrendas. Transmiten un mensaje relevante de santidad y consagración para el creyente de nuestros días.

    1. El holocausto voluntario

    1:1-17

    La ofrenda de becerros

    1:1-9

    1:1-3 - Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda. Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová.

    Esto era lo que ofrecía un israelita del Antiguo Testamento, no por obligación sino porque quería expresar su amor por Dios. Por lo tanto, podemos compararlo con el primer mandamiento que Jesús mencionó en Mateo 22:37-38: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.

    1:4 - Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya. Aunque se trataba de una ofrenda voluntaria de una persona cuyo corazón se desbordaba de amor por el Señor, había instrucciones muy precisas con respecto a la manera en que debía realizarse.

    En primer lugar, la persona que presentaba la ofrenda tenía que poner su mano sobre la cabeza del becerro. Mediante este acto, se identificaba con el animal que moriría en su lugar para hacer expiación por su pecado. Esto merece algunas explicaciones, ya que hemos dicho que esta ofrenda era una expresión del amor que un israelita sentía por Dios. Debemos comprender que todos nacemos pecadores y que, como tales, no podemos acercarnos a un Dios santo.

    La sangre del becerro, que representaba la sangre de Cristo, cubría al pecador y permitía que su ofrenda fuera aceptada por Dios. Dios instituyó el holocausto como expiación provisoria del pecado, hasta que el sacrificio de Cristo se encargara de la naturaleza del pecado una vez y para siempre, como vemos en Hebreos 9:26: De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

    1:5 - Entonces degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la puerta del tabernáculo de reunión. La sangre purificaba el altar, que de otra manera habría sido profanado por el pecador.

    1:6 - Y desollará el holocausto, y lo dividirá en sus piezas. Como veremos en los versículos siguientes, este acto de dividir el animal en piezas ilustra el gran énfasis que Dios pone en el cuidado con el que debían presentarse estas ofrendas ante Él. Nuestras ofrendas y sacrificios no son aceptados a menos que los ofrezcamos a la manera de Dios.

    Dios no aceptó la ofrenda de Caín ni aceptó la adoración de los fariseos porque no lo adoraron de corazón (Mt. 15:8).

    1:7 - Y los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego sobre el altar, y compondrán la leña sobre el fuego. El fuego es una parte esencial de todo sacrificio. Representa el hecho de que todas nuestras obras deben ser probadas por fuego. La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará (1 Co. 3:13).

    Oremos para que nuestras obras no sean madera, heno ni hojarasca, porque todas nuestras obras serán probadas por el fuego de Dios, que es un fuego consumidor (He. 12:29).

    Aun la madera tenía que ser colocada en orden, lo que significaba que el sacrificio debía ofrecerse de manera ordenada. Todo tenía que hacerse de una manera que fuera agradable a Dios. La madera es el símbolo de nuestra humanidad. Por lo tanto, debe presentarse de manera seria y aceptable ante nuestro Dios.

    1:8 - Luego los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas, la cabeza y la grosura de los intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar. El holocausto representaba la máxima dedicación a Dios. Exigía una consagración detallada y completa de cada una de sus partes.

    Las cuatro partes principales del animal que tenían que ser limpiadas y consagradas eran:

    1. La cabeza.

    2. La grasa.

    3. Los intestinos.

    4. Las piernas.

    1. La cabeza

    Ésta es la parte de nuestro cuerpo con la que recibimos información, nos comunicamos y dirigimos el resto del cuerpo. Por lo tanto, necesita ser consagrada. Analizaremos los siguientes cuatro elementos de la cabeza:

    1. La mente.

    2. Los oídos.

    3. Los ojos.

    4. La lengua.

    1. La mente. En la mente se realiza nuestro proceso de pensamiento, y ella gobierna las diversas capacidades de nuestro ser. Proverbios 23:7 nos dice que de la manera en la que un hombre piensa, así es él. Por consiguiente, como dice 1 Pedro 1:13, debemos ceñir los lomos de nuestro entendimiento. Dicho de otra manera, debemos controlar nuestros pensamientos para que sean puros y fructíferos. Esto se logra por medio de la meditación constante en la Biblia, como se nos dice en Salmos 1:2: Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.

    La mente es el lugar en que se pelean las mayores batallas de nuestras vidas. El enemigo busca controlar nuestros pensamientos, porque al hacerlo puede tener el control de nuestras vidas y llevarnos fuera de la voluntad de Dios.

    El apóstol Pablo lo dice de esta manera en 2 Corintios 10:4-5: Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. Como dice Pablo en 1 Corintios 2:16, pensemos con la mente de Cristo.

    Los pensamientos vienen de cuatro fuentes principales:

    1. Dios.

    2. Nuestro propio espíritu.

    3. Las sugerencias de los demás.

    4. El diablo.

    Filipenses 4:8 menciona ocho controles por medio de los cuales podemos examinar nuestro patrón de pensamiento: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.

    Debemos analizar cada pensamiento que llegue a nuestra mente, a la luz de estas ocho preguntas:

    1. ¿Es verdadero?

    2. ¿Es honesto?

    3. ¿Es justo?

    4. ¿Es puro?

    5. ¿Es amable?

    6. ¿Es de buen nombre?

    7. ¿Es de virtud alguna?

    8. ¿Es digno de alabanza (glorifica a Dios)?

    Si el pensamiento cumple con estos ocho requisitos, entonces debemos meditar en él. Si no cumple con alguno de los ocho requisitos, debemos rechazarlo.

    2. Los oídos. Cuando nuestros oídos oyen lo que dicen otras personas, asimilamos estas palabras en nuestras mentes y corazones. Tenemos que circuncidar nuestros oídos para escuchar solamente las conversaciones que nos edifican y glorifican al Señor (Hch. 7:51). Debemos evitar aquellas conversaciones que sean negativas y que estén llenas de crítica, porque sólo engendran conflictos. Son por excelencia los conductos de Satanás y sus espíritus malignos, quienes buscan destruir nuestra vida espiritual y la unión y comunión que tenemos con nuestro santo Señor.

    Debemos afinar nuestros oídos para que escuchen la voz del Señor y comprendan lo que Él dice. Isaías 50:4 dice: Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.

    Oremos para que no nos encontremos en la situación de los hijos de Israel, que no comprendieron los propósitos de Dios para sus vidas hasta que llegaron al río Jordán (Dt. 29:4). Nuestro Señor Jesús con frecuencia unió los conceptos de oír y entender. En Mateo 15:10 leemos: Y llamando a sí a la multitud, les dijo: Oíd, y entended.

    3. Los ojos. En Mateo 6:22 Jesús se refirió al ojo como la lámpara del cuerpo. Sin embargo, en el versículo 23 agregó esta advertencia: Pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Es fundamental que hagamos un pacto con nuestros ojos, como lo hizo el patriarca Job en Job 31:1: Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?. Parafraseando Habacuc 1:13, podríamos decir que nuestros ojos, como los ojos de Dios, deben ser demasiado puros como para ver el mal. Pidamos al Señor que purifique nuestros ojos.

    4. La lengua. Como declaró el rey Salomón en Proverbios 18:21: La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos. Que siempre podamos hablar acerca de aquellas cosas que producen vida. Recordemos la advertencia de Jesús en Mateo 12:36: Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.

    Leamos las palabras del apóstol Santiago que describen la lengua: Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así (Stg. 3:2-10).

    2. La grasa

    La grasa está relacionada con la fuerza. Por lo tanto, debemos usar nuestra fuerza para el Señor y dedicársela a Él si le vamos a amar verdaderamente con toda nuestra fuerza, como nos ordena en Marcos 12:30: Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.

    Debemos usar nuestra fuerza únicamente para aquellas cosas que forman parte de la perfecta voluntad de Dios para nuestras vidas. No nos cansemos con la búsqueda inútil de las vanidades de este mundo.

    3. Los intestinos

    1:9 - Y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová. Los intestinos incluyen el corazón, que es el centro del cuerpo, de donde fluyen los asuntos de la vida. Proverbios 4:23 dice: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.

    Nuestro corazón tiene que ser lavado continuamente a través de la obediencia a la Palabra, como vemos en Efesios 5:26: Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra. La sangre de Cristo también nos limpia constantemente a medida que caminamos en la luz, como vemos en 1 Juan 1:7: Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

    Nuestros corazones sólo pueden ser lavados a través de la obediencia y del andar en la luz. Si andamos fuera de la voluntad de Dios y no resolvemos los problemas en nuestras vidas, viviremos resentidos y frustrados. Tampoco recibiremos nuestra recompensa celestial. Por otra parte, el corazón que se encuentra en el centro de la voluntad de Dios es un corazón alegre, que constantemente celebra la bondad del Señor Jesucristo.

    4. Las piernas

    Las piernas están relacionadas con nuestro andar diario y espiritual, porque nos llevan a lugares tanto naturales como espirituales. Por lo tanto, encontramos muchas advertencias en la Biblia con respecto a nuestro andar. El Señor dijo a Abraham: Anda delante de mí y sé perfecto (Gn. 17:1). Debemos andar en los mandamientos de Dios, como vemos en Levítico 26:3: Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra.

    Nuestro andar debe ser limpiado por la Palabra de Dios. Debemos no sólo ser llenos del Espíritu sino también guiados por el Espíritu Santo. Pablo dijo en Romanos 8:14: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Esto se logra por medio de la obediencia a la Palabra de Dios escrita y hablada, porque Jesús proclamó: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4:4).

    Nuestros pies deben estar firmemente plantados en el camino de la justicia (rectitud) y debemos prestar atención a la advertencia del Señor de no apartarnos del camino (Dt. 11:28). No debemos andar en consejo de malos (Sal. 1:1) sino andar con los sabios, para obtener sabiduría. Proverbios 13:20 dice: El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado. Al hacerlo, nuestra vida será olor grato para nuestro Dios.

    La ofrenda de ovejas

    1:10-13

    1:10 - Si su ofrenda para holocausto fuere del rebaño, de las ovejas o de las cabras, macho sin defecto lo ofrecerá. Ahora nos encontramos con lo que tan comúnmente se llama ofrenda de segundo grado, debido a que la oveja tiene un valor inferior al becerro.

    Podemos hacer una analogía en la que la ofrenda del becerro se aplica a un pastor o dirigente, mientras que la ofrenda de la oveja puede referirse a la ofrenda de un anciano. La consagración de un pastor afecta a toda la congregación; por consiguiente, tenía que ofrecerse en la puerta del tabernáculo y la sangre debe ser rociada alrededor de todo el altar. Sin embargo, la ofrenda de un anciano es diferente; era sacrificada a un costado del altar. La ofrenda del becerro puede representar la fuerza de un pastor o dirigente y la ofrenda de la oveja puede representar la sumisión del resto de los ministerios de apoyo.

    1:11 - Y lo degollará al lado norte del altar delante de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor. La ofrenda tenía que ser sacrificada en el lado norte del altar.

    El norte a menudo se relaciona con el pecado, especialmente con respecto a los ídolos que ponen a Dios celoso, como vemos en Ezequiel 8:5-6: Y me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcé mis ojos hacia el norte, y he aquí al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada. Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores

    1:12-13 - Lo dividirá en sus piezas, con su cabeza y la grosura de los intestinos; y el sacerdote las acomodará sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar; y lavará las entrañas y las piernas con agua; y el sacerdote lo ofrecerá todo, y lo hará arder sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová. Las instrucciones restantes con respecto a la oveja son idénticas a las del becerro.

    La ofrenda de aves

    1:14-17

    1:14 - Si la ofrenda para Jehová fuere holocausto de aves, presentará su ofrenda de tórtolas, o de palominos. Este sacrificio se relaciona con los pobres o aquellos que presentaban sus ofrendas en el Atrio Exterior. Ésta fue la ofrenda de José y María el día de la presentación de Jesús en el Templo, lo cual es una clara evidencia de que eran pobres (Lc. 2:24).

    1:15 - Y el sacerdote la ofrecerá sobre el altar, y le quitará la cabeza, y hará que arda en el altar; y su sangre será exprimida sobre la pared del altar. Observamos en este sacrificio que hay poca o ninguna división del ave en piezas (ver el sacrificio anterior). Significa, desde el punto de vista espiritual, que esta ofrenda representa a aquella persona que en su simplicidad desea presentarse como sacrificio vivo al Señor. El sacrificio entero, sin división, demuestra que en el sentido espiritual esta ofrenda de amor quizá sea la de un joven cristiano que no conoce los requisitos de una consagración más profunda.

    1:16 - Y le quitará el buche y las plumas, lo cual echará junto al altar, hacia el oriente, en el lugar de las cenizas. El buche es un ensanchamiento del esófago del ave que sirve para almacenar alimentos. Como se usa para almacenar los alimentos en lugar de asimilarlos, el buche es impuro y, por lo tanto, no forma parte del sacrificio. Las plumas son una cubierta que no forma parte de la carne, y también son impuras.

    1:17 - Y la henderá por sus alas, pero no la dividirá en dos; y el sacerdote la hará arder sobre el altar, sobre la leña que estará en el fuego; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová. Hay otra ilustración que nos puede ayudar a comprender los grados de estas ofrendas; a saber, los tres niveles de madurez cristiana que se mencionan en 1 Juan 2:12-14: Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.

    Hijitos, jóvenes y padres son los tres niveles básicos de la madurez cristiana. Los hijitos pueden ser tipificados por aquellos que ofrecen aves. Estos cristianos nuevos e inmaduros aman a Dios, pero no están profundamente comprometidos con Él. Los jóvenes son fuertes, ya que han vencido al enemigo; y ofrecen las ovejas. Los padres en Cristo ofrecen los becerros, porque han conocido al Padre y, en consecuencia, la plenitud de Sus requisitos.

     2. La ofrenda vegetal

    2:1-16

    Para la ofrenda vegetal no se derramaba sangre. Consistía únicamente en el fruto de la tierra, que representaba la obligación de una persona hacia otra. Por lo tanto, la segunda ofrenda, la ofrenda vegetal, puede compararse con el segundo mandamiento que Jesús dio en Mateo 22:39: Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

    El amar a los demás es el cumplimiento de la Ley, como vemos en Romanos 13:8-10: No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.

    Los mandamientos que tienen que ver con nuestra relación con los demás pueden resumirse en la frase ama a tu prójimo como a ti mismo, porque si uno ama a los demás no los matará, no les robará, no hablará falso testimonio contra ellos ni codiciará sus posesiones. La regla de oro es tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros, como Jesús dijo en Mateo 7:12: Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

    2:1 - Cuando alguna persona ofreciere oblación a Jehová, su ofrenda será flor de harina, sobre la cual echará aceite, y pondrá sobre ella incienso. La ofrenda vegetal era de flor de harina y cubierta con aceite e incienso. La flor de harina representa la Palabra de Dios. Jesús dijo en Juan 6:35: Yo soy el pan de vida. Jesús es el Verbo hecho carne (Jn. 1:14). Debemos estar arraigados y cimentados en amor para que podamos conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento, y ser llenos de ese amor que no busca lo suyo, sino el bien de todos los hombres en todas partes (Ef. 3:16-20). Entonces podremos cumplir verdaderamente con este segundo mandamiento de amar a los demás como a nosotros mismos.

    Para poder amar a los demás, debemos ser molidos como la flor de harina. No deben quedar grumos ni partes ásperas en nuestro carácter, lo cual significa que ni la irritación ni la queja deben estropear el suave fluir del amor del Espíritu Santo hacia los demás.

    El aceite representa la unción del Espíritu Santo, el Espíritu de Paz. El Espíritu Santo es la fuente de unidad entre los hermanos. El incienso representa la fe probada en el fuego, ya que es únicamente a través de la fe en Dios que podemos recibir el amor de Él y liberar ese amor hacia los demás. La interpretación espiritual del incienso puede hacerse mediante la comparación de las nueve plantas y especias que se mencionan en Cantar de los Cantares 4:12-14 y los nueve frutos del Espíritu en Gálatas 5:22-23.

    El primer grado de amor

    2:2 - Y la traerá a los sacerdotes, hijos de Aarón; y de ello tomará el sacerdote su puño lleno de la flor de harina y del aceite, con todo el incienso, y lo hará arder sobre el altar para memorial; ofrenda encendida es, de olor grato a Jehová. Existen diferentes grados de amor. Éste es el primero. Todas las ofrendas tenían que ser ofrecidas por fuego. De esta manera, nuestro amor unos por otros debe ser purificado por fuego para que sea divino en lugar de humano y para que el puro amor de Cristo pueda fluir a través de nosotros.

    Cristo entregó Su vida por Sus discípulos y por el mundo. A medida que nuestro amor es probado y purificado por la fe y somos ungidos por el Espíritu Santo, el amor de Dios fluye de nuestros corazones hacia los corazones de otros.

    Esta ofrenda es muy costosa para nosotros, dado que necesitamos fe para llevar a cabo este acto de amor hacia otra persona. Debemos entregar nuestras vidas por los demás, lo cual puede incluir exponernos al peligro de tener que defenderlos; preocuparnos por ellos a expensas de nuestra propia salud durante un largo período de tiempo; o soportar la infidelidad de un ser amado y aun así irradiar el amor de Jesús hacia esa persona. El amor y la dulzura humana, representados por la miel, no pueden resistir la prueba del fuego. Sólo el amor divino puede hacerlo.

    2:3 - Y lo que resta de la ofrenda será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas que se queman para Jehová. Esta ofrenda vegetal es compartida por los sacerdotes (ministros de Dios). Ellos son bendecidos cuando los miembros de la congregación están llenos de pensamientos

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