De Jesús de Na zaret, hijo de María y José, solo conocemos su vida pública, la del período que comprende desde su bautismo en el río Jordán hasta su crucifixión y muerte. Los años de su infancia, adolescencia y juventud continúan siendo un auténtico misterio. Tratando de responder a esta interrogante, muchos libros y programas de radio o televisión pretenden rellenar el hueco que significan los “años perdidos” de la infancia de Jesús recurriendo a la lectura de algunos escasos pasajes del Nuevo Testamento o a los siempre controvertidos Evangelios Apócrifos. ¿Qué pueden decirnos estos textos sobre la infancia del Niño Dios?
En lo que se refiere al Nuevo Testamento, de los cuatro evangelios, solo dos comienzan relatándonos el nacimiento y parte de la infancia de Jesús: los de Mateo y Lucas. Su fiabilidad resulta más que dudosa, si se tiene en cuenta que no se trata de fuentes históricas, sino de textos piadosos; que su verdadera autoría se desconoce; y que fueron escritos entre ochenta y cien años después del nacimiento de Jesús. Así pues, y salvo algunos detalles cronológicos, los Evangelios no nos permiten descubrir nada acerca de la infancia del Nazareno. Episodios como el nacimiento en Belén, la visita de los Reyes Magos o la matanza de los Inocentes por parte del rey Herodes deben considerarse simples fábulas sin ninguna verosimilitud histórica (ver cuadro).
Episodios como el nacimiento en Belén, la visita de los REYES MAGOS o la matanza de los Inocentes deben considerarse simples fábulas sin ninguna verosimilitud histórica.
En cuanto a los Evangelios Apócrifos, menos crédito nos ofrece su contenido cuando se nos describe a un Niño Dios que se entretiene