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Cuarenta días y una noche
Cuarenta días y una noche
Cuarenta días y una noche
Libro electrónico85 páginas1 hora

Cuarenta días y una noche

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Información de este libro electrónico

La vida seguirá rodando, rendirse o aprender a rodar con ella es decisión de cada uno. Las cosas como las conocemos no dejarán de pasar, transformar lo que resta y aprender a marcar de alguna manera una diferencia, depende de nosotros.
Mientras algunos se quedan inmóviles esperando a que algo suceda, otros prefieren mover fichas para hacer suceder las cosas, los dos lados de una moneda. ¿Qué lado ocupás vos?
La vida nunca dejará de rodar, ¿vas a rodar con ella o vas a verla pasar?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 dic 2020
ISBN9789874116550
Cuarenta días y una noche

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    Cuarenta días y una noche - Soledad Benitez

    Cuarenta días

    y

    una noche

    Soledad Benitez

    Cuarenta días

    y

    una noche

    Soledad Benitez

    A la persona que siempre confió en mí.

    A mi abuela Julia.

    Prólogo

    Transformar. Transformar el dolor en risas, el silencio en ruido, las tormentas en calmas. Transformar lo que la vida da, para que todo pueda sumar, para aprender de las cosas que restan, y así ser feliz. Con poco o con mucho, aprender a vivir, a sentir. Todo lo que sucede conviene. Transformar las cosas depende de nosotros, somos quienes tenemos que cambiar. Aprender que la vida es un compás complicado, pero que vale la pena bailar a su ritmo.

    No te dejes enroscar. Aprendé a rodar.

    Aprendé a desafiar antes de ser desafiado. Arriesgá. Nunca olvides de tomar el timón y de salir a navegar. Las historias no se van a contar solas, tendrás que ser vos quien se anime a hacerlo.

    Soñá, jamás dejes de soñar.

    Tus ojos

    Yo estaré a un millón de años luz

    Y cuando el mundo enmudece

    Y las promesas engañan

    Nos revolvamos en el jardín por donde nadie pasa.

    Gustavo Cerati

    Tus ojos serán mi refugio en las noches de tormenta, cuando la oscuridad invada mi habitación. Tus ojos me darán la paz en los días de guerra, cuando no encuentre respuestas a mis preguntas. Tus ojos serán mi guía, mis días, mis noches, mis elecciones, mis pasos… porque tus ojos son el reflejo del alma. Dan seguridad, dan fuerza y coraje.

    Amo mirar a los ojos, es como mirar el alma y encontrarte. Mirar la realidad y olvidar el miedo, tener ganas de vivir.

    Porque más allá de las simples palabras, tus ojos me hacen entender que hay un lugar para todo, que todo tiene su lugar, que no existe motivo para llorar, hay mucho que disfrutar aún.

    Tus ojos lo son todo.

    Y en ellos…

    En ellos me pierdo cada vez que los miro, no sé cómo encontrar un significado único para definirlos, estoy segura de que no existe, de que se puede definir de muchas formas.

    Tus ojos son la paz que necesito para caminar con la vida de la mano, a la par, y no quedarme atrás. Tus ojos serán los consejos que algún día voy a necesitar, pero también son los mejores momentos que he vivido y los que habré de vivir. Ellos me darán lo que necesito para sonreír, son más que una simple mirada.

    Cuando sienta miedo o ganas de escapar lejos, hacia otro lugar, sé que si miro a tus ojos encontraré las respuestas, y todo volverá a ocupar su lugar. Sé que puedo confiar en ellos, que jamás me negarán una mirada de paz.

    Y mientras ellos brillen, la vida brillará.

    Y mientras los pueda mirar, aprenderé a volar.

    Cada cual a su juego

    No hay un modo, no hay un punto exacto

    Te doy todo y siempre guardo algo.

    Gustavo Cerati

    Me quedo callada, observo.

    Me quedo quieta y casi no respiro.

    Miro la gente pasar, apurada, casi corriendo, sin mirar a su alrededor, algunas menos apuradas que otras, pero, sin embargo, solo miran su camino.

    Veo…

    Veo y me doy cuenta de que cada uno atiende su juego, ¿será que yo soy una más?

    Celular en mano, auriculares puestos, cálculos en la mente, problemas que hay que solucionar, son síntomas de ¡qué me importa, si yo no estoy en su lugar!. Caminan tan rápido que no se los puede observar bien, casi se chocan entre ellos, pero no hay tiempo de disculparse, están muy apurados.

    Cada cual en su juego y nadie quiere jugar en el lugar del otro, pero yo, que estoy callada y observo, descubro muchas caras tristes, vidas vacías y ojos que ya no encuentran salidas. Yo, que estoy mirando atenta, puedo distinguir la vida que pasa frente a ellos.

    Aquel niño en la esquina, que nadie ve, junto con sus hermanitos, trabaja por monedas para comprar el almuerzo. Quizás esa sea la única comida del día, y tal vez sea pan del día anterior. Alguien los ve y los ayuda, ¿solo uno del montón?, los demás están apurados.

    Miro para otro lado y descubro a una mujer llorando. Llora en silencio, solo ella sabe de su sufrimiento.

    Hay tantas cosas que ver, hay tanto que comprender, pero nadie lo hace. ¡No es mi problema!, algunos piensan, pero el problema es de todos.

    Y mientras miro, pienso.

    Y me duele saber y entender que ninguno de nosotros mira a los costados para notar que muchos necesitamos de la mano del otro. Cada cual atiende su juego.

    Un juego, que debería ser de todos, si camináramos menos apurados. Quizás algún día aprendamos a jugar de la manera correcta.

    Historias de ayer

    Busco alguien, algo, que sacuda mi cabeza.

    No encuentro nada,

    nada, nada personal, nada, nada especial.

    Gustavo Cerati

    Son historias de ayer.

    Son recuerdos de ayer.

    Son historias que se guardarán en cajas de recuerdos para invocar con el tiempo.

    Son historias de a dos, de más que solo dos.

    Son historias locas, rebuscadas, dolorosas, amistosas, y de amores que ya no volverán.

    Si me das un minuto, yo te puedo contar algunos sueños que en aquel baúl han de bailar.

    Si me das todo un día, te muestro algunos de ellos, que de seguro una sonrisa te robarán, ¡historias de ayer! ¡Qué bonitos recuerdos para ver volver!

    En

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