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La ballena gris: Mexicana por nacimiento
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La ballena gris: Mexicana por nacimiento

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La ballena gris nace y se reproduce exclusivamente en costas sudcalifornianas. La conservación de este cetáceo -ausente, por cierto, en la literatura mexicana- constituye un reto para las autoridades mexicanas y para el desarrollo de las salineras de Guerrero Negro, hábitat natural de este mamífero. A partir de una historia general de todas las especies de ballenas, el doctor Fleischer nos ofrece un estudio de la ballena bajacaliforniana, y describe los procesos necesarios para que se determine el número real de ejemplares de esta especie y así verificar si se ha logrado su recuperación poblacional después de las despiadadas cacerías de barcos noruegos y japoneses que se hicieron en el pasado.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 sept 2013
ISBN9786071603494
La ballena gris: Mexicana por nacimiento

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    La ballena gris - Luis A. Fleischer

    conmigo.

    I. Introducción general

    El PRESENTE trabajo es una recopilación ordenada y sistemática de los resultados derivados de 19 temporadas invernales estudiando la ballena gris en aguas mexicanas. Constituye una síntesis de conocimientos derivados de estudios anuales que fueron parcialmente publicados en diversos órganos de difusión y que reflejan cronológicamente el deseo, la dedicación y paciencia que han permitido comprobar y descubrir detalles de la biología de estos cetáceos que nacen y se reproducen únicamente en México. Esta información, aunque de interés para los especialistas y atrayente para el público en general, por muy variadas razones, no ha cumplido su objetivo fundamental, que es difundir este conocimiento, y poner los resultados de la investigación al alcance de la mayoría. Sólo por excepción y en foros limitados, ha alcanzado difusión. Por eso, la intención de esta obra es presentar en un volumen los aspectos más importantes derivados del esfuerzo continuo del Instituto Nacional de la Pesca (INP) y de un grupo de entusiastas investigadores mexicanos, que cada invierno han acompañado y estudiado la ballena gris durante su estancia invernal de reproducción y crianza en México. Además, tal trabajo compensa y recrea a quien lo ejecuta. El libro sintetiza también, en cada sección, varios aspectos ya publicados en la amplia bibliografía existente, resaltando las controversias que aún requieren investigarse.

    La obra consta de cinco secciones: el capítulo I presenta la riqueza faunística comparativa que México posee en sus mares y establece las generalidades anatómicas y fisiológicas de los principales grupos de mamíferos adaptados al medio marino, especialmente de los cetáceos. El desarrollo de esta sección permite entender por qué se considera a la ballena gris mexicana por nacimiento y rompe con la tradicional idea de que la ballena viene a México, resaltando la realidad científica, que no debe olvidarse: la mayoría nace en aguas de jurisdicción mexicana y, en consecuencia, tras iniciar su vida en México, migra posteriormente y se va en primavera a las zonas de su alimentación en el norte. Esta idea es el marco central de su investigación en México. El capítulo II, ofrece en forma detallada, y por primera vez en español, los aspectos de la historia natural más distintivos de la especie, resaltándose sobre todo las diferencias encontradas en las descripciones existentes sobre el tema, e indicando algunos datos básicos que necesitan investigarse, ya que aún no están resueltos, o que las especificaciones son dudosas. Es paradójico que de esta especie de misticeto, probablemente el mejor estudiado en nuestra época, queden todavía diversos aspectos de su biología básica que requieren de estudios conclusivos. El capítulo III, pone en tela de juicio las ideas sobre la importancia que el hombre americano, poblador del Pacífico norte, le ha atribuido a la especie, desarrollándose así la historia de su explotación, en cuatro épocas diferentes, relatoría que se reconstruye por periodos bien diferenciados. El contexto pretende, además, desmistificar la importancia que se le ha atribuido a esta especie como atractivo comercial en ciertas etapas históricas del desarrollo de la región y, asimismo, resaltar anécdotas y mitos sobre los personajes más vinculados a la historia de su explotación. El capítulo lV describe el ambiente físico, geográfico, geológico y ecológico, de los sitios en donde estas ballenas realizan anualmente su reproducción, gestación y nacimiento, señalando las características comunes y las diferencias existentes en los dos grandes complejos lagunares que ocupan en el invierno. Se describe en detalle, paso a paso, el proceso de su investigación en México y los métodos usados en el continuo aprendizaje de contar ballenas, así como las innovaciones y aportaciones originales que, en calidad de contribuciones, se diseñaron. Esta sección relativa a la investigación de la ballena gris, narra el camino científico recorrido durante todos estos años en las frías y muy felices temporadas en las lagunas de procreación de Baja California y se complementa con el extenso trabajo e investigación aérea que de ellas se sigue en la actualidad. Finalmente, el capítulo V presenta los resultados y conclusiones más importantes relacionados con la abundancia y distribución de la ballena gris en aguas de México. Se discuten problemas relacionados con su recuperación poblacional, aunados a los de su conservación, y se ponderan las necesidades de desarrollo regional, temas todos de mucha actualidad. Se hacen notar ciertas actividades humanas en el hábitat crítico de la ballena gris, que constituyen problemas que deben resolverse en el presente. Indudablemente de esto se derivarán acuerdos que moderarán el futuro de la especie. Todos estos temas e ideas originalmente fueron presentados por el autor, a lo largo de varios años, en diversas publicaciones y posteriormente en una disertación (Fleischer, 2001), la que por su importancia, se retoma aquí en forma esencial.

    LA PRESENCIA DE LOS MAMÍFEROS MARINOS EN MÉXICO

    México está situado entre dos regiones zoogeográficas importantes, la neártica y la neotropical, característica biogeográfica que le permite contar tanto en el territorio continental mexicano como en sus mares, con una considerable diversidad taxonómica de especies vinculadas evolutivamente a esas dos regiones, que hacen de México, a nivel global, un país con una biodiversidad comparativa privilegiada.

    La región litoral de México y sus zonas oceánicas de jurisdicción nacional, abarcan en su totalidad cerca de 300 000 km², y existe en ellas una contrastante riqueza que favorece similarmente, la presencia de especies marinas tropicales y de zonas templadas. Las primeras son por lo general muy abundantes como variedades, pero se caracterizan por su baja densidad poblacional y las segundas, concentradas en un número menor de especies, cuentan con biomasas superiores, lo que hace a algunas de ellas atractivas como recursos pesqueros de primera importancia. Estos atributos biológicos son resultado de la suma del proceso evolutivo y de la influencia ecológica de los dos océanos que circundan México, el Atlántico al Oriente y el Pacífico en el Occidente. Ambos con propiedades y características oceanográficas particulares (Fleischer, 2000).

    En estas provincias marinas existe una amplia diversidad de especies acuáticas. Sobresalen los numerosos recursos pesqueros de importancia estratégica para la economía nacional y particularmente las poblaciones de mamíferos marinos, que jurídicamente están consideradas en las aguas de México, como especies sujetas a protección especial condición legal que les asigna prioridad y que asegura su conservación adecuada y responsable. Estas especies están, además, ampliamente representadas en México.

    El primer listado de las especies de mamíferos marinos presentes en las aguas de México se publicó en Fleischer (1979), enumerándose entonces 45 especies en los litorales mexicanos. De éstas, 43 se encuentran distribuidas en sus mares y dos más, aunque anteriormente presentes, ya habían sido erradicadas de sus áreas prístinas de distribución en México. Actualmente sabemos que del total global de las especies de mamíferos marinos subsistentes en el mundo, que suman 119 , se encuentran reportadas en aguas mexicanas 49 especies, de las cuales 47 utilizan en diferentes tiempos las aguas de jurisdicción nacional y equivalen en su conjunto a 39.49% del total mundial existente (Fleischer, loc. cit.).

    Estas especies, según Fleischer (1979), para su estudio en México, se pueden agrupar en tres órdenes taxonómicos principales: cetáceos (ballenas, delfines y marsopas), pinnípedos (focas y lobos marinos), sirénidos (manatíes). Un cuarto grupo, el orden carnívora, aunque estuvo representado en el Pacífico norte mexicano por un miembro de la familia Mustelidae, la nutria marina (Enhydra lutris), fue erradicada de sus zonas preferenciales de distribución a principios de este siglo, existiendo a la fecha, sólo algunos avistamientos aislados y fortuitos de la especie en esa región (Fleischer, loc. cit.; Malpica, 1995).

    Otro criterio práctico de agrupamiento o clasificación generalmente utilizado con estas especies, se fundamenta principalmente en la frecuencia relativa de su distribución, o en el grado de recurrencia o de su presencia en nuestros mares. Esto permite incluirlas también en cuatro grupos principales, que son denominados comúnmente como: endémicas, especies que constituyen parte del patrimonio universal, pero cuya distribución se restringe únicamente a una región del mundo. De ellas, México cuenta con dos especies reconocidas, la foca fina de Guadalupe (Arctocephalus townsendi) en la isla del mismo nombre, ubicada en la región del Pacífico norte y otra, la vaquita (Phocoena sinus), en el alto Golfo de California, privilegio al que México ha sabido responder, garantizando su sobrevivencia para el beneficio colectivo de la humanidad. Otras son denominadas como especies Residentes, ya que están presentes todo el año en alguna zona o región específica. En México entre otras, lo ejemplifican, el lobo marino (Zalophus californianus), distribuido en el noroeste del país; algunos delfines como el tursión (Tursiops truncatus), que habita en variadas localidades de ambos litorales mexicanos, o el manatí (Trichechus manatus), morador restringido actualmente en su rango de distribución al sudeste de México. Otras más son consideradas como especies migratorias, ya que visitan regular y cíclicamente las costas, como la conocida ballena gris (Eschrichtius robustus), objeto central de esta contribución, cetáceo que puntualmente nace en el invierno y se reproduce sólo en aguas de México, y también, otras especies de rorcuales, como las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), las azules (Balaenoptera musculus) y las de aleta (B. Physalus), entre varias más que utilizan regularmente las áreas marinas de México. Finalmente, hay un cuarto grupo denominado como ocasionales o especies raras, de las que la ballena franca del norte (Eubalaena glacialis), la foca fina del norte (Callorhinus ursinus), o el delfín liso boreal o del norte (Lissodelphis borealis) son buenos ejemplos, ya que su presencia no es común, ni cíclica o rutinaria en los mares que circundan México.

    Sabemos entonces que de las 20 familias de mamíferos marinos científicamente reconocidas y distribuidas por el mundo, México posee representantes de 12, que equivalen en conjunto al 60% del total. Esto es un claro indicativo de la riqueza comparativa que poseen sus mares para estas especies de mamíferos adaptadas y dependientes del medio marino.

    De ellas, los cetáceos, con sus dos subórdenes y ocho familias, son los que están mejor representados y en conjunto equivalen a 87.23% de todas las especies de mamíferos marinos de México (Fleischer, 2000). Entre éstas se encuentran además especies como la ballena gris que se reproduce en aguas mexicanas, lo que resalta la importancia comparativa de sus litorales. Se cuenta además con 25% de las especies de sirénidos vivientes y 14.70% de todas las especies de pinnípedos distribuidas en el mundo, que en conjunto suman 12.77% de la riqueza mastozoológica marina de México. Las dos zonas de mayor presencia son el Pacífico norte y en el Golfo de California respectivamente que corresponden a regiones templadas. En ellas habitan las dos especies endémicas ya señaladas, y existe un acervo importante de fósiles de estas especies en diversos sitios de la porción continental.

    La distribución preferencial de estas especies en las aguas jurisdiccionales de México presenta una simetría muy interesante, aspecto que recientemente se ha tratado en detalle en (Fleischer, 2000), ya que concentra por su naturaleza y origen, a la mayoría de las especies en la Zona Pacífico Norte y Golfo de California, regiones que corresponden a ecosistemas con características afines sumando ambas 44% del total de la distribución existente en todo el país. Coincidentemente, se cuenta en ambas vertientes, y en zonas tropicales geográficamente tan opuestas como el Pacífico central mexicano y el Golfo de México, con el mismo porcentaje de especies, contrastando ambas con la zona del Mar Caribe mexicano, donde predominan las especies tropicales asociadas al ecosistema antillano o caribeño y a zonas especiales altamente influenciadas por ríos y sistemas lagunares como el Banco de Campeche. Además de esta riqueza comparativa de especies vivientes existe, como se señaló, un rico historial de fósiles de estos mamíferos acuáticos en zonas continentales o costeras de México.

    Todos estos resultados reafirman la privilegiada situación que tienen los mares de México al contar actualmente con 47 especies de mamíferos marinos, que en diferentes tiempos ocupan las aguas de México complementando de este modo sus ecosistemas y biodiversidad marina.

    CARACTERÍSTICAS DE LAS BALLENAS Y OTROS MAMÍFEROS MARINOS.

    El orden biológico de los cetáceos (ballenas, delfines y marsopas), deriva su nombre del griego Cetus o Ketus que significa Ballena. Los miembros de este grupo de mamíferos marinos son los más altamente especializados al medio marino y se diferencian de los otros tres órdenes que constituyen en su conjunto el grupo, por ser los que están más vinculados al medio acuático. Presentan dos subórdenes aceptados los misticetos (ballenas sin dientes), agrupadas en cuatro familias, de las cuales las aguas de México cuentan con miembros de tres de ellas (Balaenidae, Eschrichtiidae y Balaenopteridae), sumando entre ellas un total de ocho especies, de las 11 existentes en el mundo. En éstas se incluyen prácticamente todas las grandes ballenas, con excepción de tres especies, cuya distribución está vinculada a ecosistemas netamente árticos o antárticos.

    Todos los cetáceos modernos evolucionaron de formas terrestres que abandonando su existencia sobre la tierra, retornaron al mar hace millones de años para explotar un nicho ecológico vacante. Más estable y rico en alimentos, el hábitat marino permitió el rápido desarrollo de características, adaptaciones paralelas y sobre todo, motivó un arreglo evolutivo del cual, los cetáceos actualmente son los únicos mamíferos marinos que dependen y realizan todas las facetas de su ciclo biológico en el mar (Fleischer, 1992).

    La gran diversidad de cetáceos se pone de manifiesto no sólo en el número de especies que forman el orden, sino en sus tamaños, pesos, coloraciones y características morfológicas. Por ejemplo, tomando en consideración algunos de los factores específicamente citados en Fleischer (loc. cit.), como la talla, se puede observar un rango de tamaños que oscila de 1.5 a 30 m de longitud; consecuentemente, pero sin existir un patrón de relación constante, sus pesos varían también, no solamente con las tallas o edades, sino con la diferencia patente entre los dos sexos , ya que existe cierto dimorfismo sexual y las hembras tienden por lo general a ser de mayor tamaño; sin embargo, a pesar de esta diversidad de formas, pesos y tamaños, existen algunas características morfológicas comunes que nos permiten describir y agrupar a los cetáceos.

    Su alta especialización se manifiesta en las características únicas del grupo como la total modificación de las extremidades, las anteriores se transformaron en aletas y las posteriores desaparecieron totalmente en el exterior del cuerpo (se hallan presentes en forma rudimentaria en el interior de la cavidad del cuerpo de algunas especies); la presencia de una cola bilobulada orientada en el plano horizontal (a diferencia de los peces) y que es la principal fuerza propulsora de estos animales. Los nostrilos o aberturas nasales que están colocados en la parte más alta de la cabeza, dan origen a una gran modificación del cráneo, la fusión de las vértebras cervicales y un arreglo de la columna vertebral que implica gran flexibilidad del sistema esquelético en general. Otras cualidades fisiológicas son su alta capacidad pulmonar, mayor que la de mamíferos terrestres de dimensiones comparables. Sistema vascular muy desarrollado que facilita la transportación de sangre y gases en forma más eficiente y que constituye una ventajosa adaptación a los prolongados periodos de apnea durante el buceo; una cubierta aislante formada por una capa de grasa y tejido conectivo, que protege y ayuda eficientemente a la termorregulación, particularidad muy importante para los organismos que viven en un medio que transmite el calor 27 veces más activamente que el aire; aspectos todos relevantes en el éxito que estas especies han adquirido para explotar el medio acuático. Otras peculiaridades interesantes que merecen resaltarse son, sin duda, las relacionadas con la comunicación, navegación y comportamiento, que dan gran importancia al grupo por su alto grado de desarrollo y complejidad neurocerebral que hacen que el hombre dé gran significancia y valor a estos mamíferos marinos (Fleischer, loc. cit.).

    Todos los misticetos presentan dientes rudimentarios únicamente en los estadíos fetales y a diferencia de los odontocetos poseen una abertura nasal externa bipartita, perfil convexo en la parte superior del cráneo (maxila y premaxila) y una construcción esquelética del tórax más rudimentaria, su esternón sólo, está unido a una o dos costillas.

    Muy importantes por su valor sistemático y funcional son, como se puntualiza en (Fleischer, 1992), las placas córneas, barbas o más propiamente denominadas ballenas, con lo que genéricamente se conoce al grupo y que aunque sustituyen a los dientes, no tienen ninguna relación ontogenética, ni filogenética directa. Son estructuras únicas que no crecen de las encías, sino que se derivan del paladar. Son muy distintivas en sus características y formación y permiten dividir al grupo de los misticetos de acuerdo a la estrategia alimentaria en tres grupos, que según Nemoto (1970) se pueden catalogar como:

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