El caballito de mar
Por Miquel Planas
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Miquel Planas
Doctor en biología y científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, trabaja en el Instituto de Investigaciones Marinas (Vigo). En 2006 inició la coordinación del primer proyecto centrado en el estudio de poblaciones salvajes y cría en cautividad de especies europeas de caballitos de mar, con el que se consiguieron los primeros ejemplares obtenidos de apareamientos realizados en cautividad y el desarrollo de la primera técnica de cultivo viable y reproducible de la especie Hippocampus guttulatus.
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El caballito de mar - Miquel Planas
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Iconos mitológicos y de la biodiversidad marina
Desde que inicié mi investigación con estos fascinantes seres, con frecuencia muchos de mis amigos, conocidos o perfectos desconocidos han puesto cara de sorpresa, acompañada de una sonrisa más o menos amplia, al enterarse de que mi trabajo como científico estaba dedicado a estos peces. La mayoría, mientras abrían con incredulidad sus ojos de par en par, exclamaban alguna frase corta como: ¡Qué guayyy!
, ¡Qué chuuulo!
o ¡Qué boniiito!
. Otros llegaron más lejos en sus comentarios, señalándome la inmensa suerte que tengo por trabajar con estos animales, cosa que, por otro lado, yo ya sabía. Hay un tercer grupo en el que incluyo a aquellos que te miran como si estuvieran poseídos y que, con cara de escepticismo, te sueltan una frase lapidaria, sin miramientos ni rodeos, que podemos resumir en algo como: Y eso… ¿se come?
. O, peor aún: Y eso… ¿para qué sirve?
. Si tengo que ser sincero, debo decir que a nadie le gusta que se ponga en duda el interés del trabajo que uno realiza. Sin embargo, tengo que aceptar que son precisamente esos comentarios escépticos los que más motivan. Aportar respuestas acertadas no es fácil y mucho menos conseguir un cambio de opinión en el incrédulo o, al menos, un cierto interés. Finalmente, tenemos a los que se limitan a preguntar: Pero... ¿aquí también hay caballitos de mar?
.
Como no tiene el menor interés para el lector, y para mí tampoco, hacer un estudio estadístico de las respuestas recibidas, me limitaré a concluir que, de un modo un otro, el conocimiento que el gran público tiene en general de los caballitos de mar es muy inferior a lo que cabría suponer. Mientras unos buscan simplemente la practicidad (se come o sirven para algo), otros se quedan embelesados con ese halo de fascinación (qué guay o qué chulos) que estos animales provocan por sus mitos y sus formas tan esbeltas, nada comparables a las de otros animales.
Sin lugar a dudas, el caballito de mar es uno de los seres vivos que más ha atraído la atención de los humanos. La fascinación por estos animales ya se puso de manifiesto en civilizaciones antiguas a través de representaciones, generalmente de tipo artístico, de seres que semejan monstruos marinos con cuerpo y cola de pez y cabeza de caballo. Se trata de figuras que fácilmente nos recuerdan a los caballitos de mar actuales, criaturas tan populares hoy en día como en la mitología antigua.
A los caballitos de mar también se les conoce con el nombre de hipocampos, una palabra que procede del griego (ἱππόκαμπος) y que significa caballo curvado
(hippo- ἵππος, caballo
+ kamp(ylo)-καμπύλος, curvado
). En lenguaje científico se les denomina con un nombre similar, Hippocampus, género de peces en el que se incluyen las más de 35 especies de caballitos de mar conocidas hasta hoy y repartidas por todos los mares templados y tropicales. El encanto de estas criaturas marinas ha originado mitos y leyendas desde la antigüedad, pero sobre todo en las civilizaciones griega, fenicia, etrusca y romana. Para los griegos, en la palabra Hippokampos se incluían criaturas, todas ellas mitológicas, que tienen como característica común poseer una parte anterior con forma de animal terrestre y una cola de pez con forma de serpentina. Entre otras podemos incluir el Leokampos (león con cola de pez), el Pardalocampos (leopardo con cola de pez), el Taurokampos (toro con cola de pez) y el Aigikampos (cabra con cola de pez). De una manera u otra, todos ellos nos recuerdan a las sirenas. Tradicionalmente la representación de un Hippokampos consiste en una parte anterior con forma de caballo y una posterior con forma de pez o de monstruo marino.
Durante varios miles de años el poder de inspiración y la imaginación de estas culturas mediterráneas han quedado bien reflejados en mosaicos, esculturas, pinturas e incluso monedas, donde aparecen seres con cabeza de caballo en su parte delantera y cuerpo en espiral, dotados de escamas, cola de pez y en algunos casos hasta de alas. A veces se ha alcanzado un nivel casi divino. El bien conocido Poseidón, dios del mar para los griegos, y su homólogo Neptuno (de los romanos) frecuentemente aparecieron representados montando un hipocampo. Según los poemas de Homero, Poseidón surcaba el mar montado en un carro tirado por veloces caballos muchas veces representados en su parte posterior con colas de