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El Secreto de Ethan
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Libro electrónico442 páginas6 horas

El Secreto de Ethan

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Kelsey Callahan es inteligente, fuertey ferozmente leal a sus amigos. No quiere más que seguir los pasos de su padre y ser una detective como su héroe, Sherlock Holmes.

Amante de los misterios, tiene finalmente la oportunidad de resolver algo por sí misma cuando Ethan, un lindo pero misterioso solitario aparece en su clase. Fascinada y enamorada de él, Kelsey pronto se entera de que hay eventos en juego en la vida de Ethan que son tanto trágicos como peligrosos. Eventos que, a medida que profundiza en ellos, pueden terminar amenazando no solo su relación sino también sus vidas.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento10 oct 2020
ISBN9781393707691
El Secreto de Ethan

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    El Secreto de Ethan - Patrick Hodges

    DESCARGO DE RESPONSABILIDAD POR DERECHOS DE AUTOR

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    Éste es un trabajo de ficción. Cualquier nombre o personaje, negocios o lugares, eventos o incidentes, es ficticio. Son producto de la mente creativa del propio autor. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, o eventos reales es pura coincidencia.

    AGRADECIMIENTOS

    Me gustaría expresar mi gratitud a toda la gente maravillosa que me ofreció su asistencia, consejo y opiniones durante cada etapa de la creación de mi libro, desde el planteamiento conceptual hasta el producto terminado, que ahora estás sosteniendo en tus manos.

    Este libro está dedicado, primero y principalmente, a mi abuela, Florence Delvalle, la matriarca de nuestra familia, quien, tristemente, falleció en abril de 2014, unos pocos meses antes de que mi viaje como escritor comenzara.

    Un millón de gracias a mi increíble, amorosa, y notablemente paciente esposa Vaneza, por darme la inspiración, el tiempo y el sostén sin el cual yo no hubiera podido realizar mis sueños de crear historias para el mundo. Gracias de corazón asimismo para mis padres, Robert y Karen Hodges, quienes insistieron en que usara un inglés apropiado aun cuando yo no quisiera nada menos, y por ser unos estupendos Mami y Papi.

    Gracias a Glenda Rankin por otra ilustración de portada espectacular; ella es absolutamente una gema con la que trabajar, y no creo que yo pueda confiar en nadie más para traer mis personajes a una vida brillante y colorida.

    Gracias a las muchas voces que ayudaron a darle forma a mis ideas hacia una historia con cohesión: Lisa Arroyo, por venir de nuevo con un título brillante; a mis cajas de resonancia, Bryan y Kayla; a todos los autores y amigos que he llegado a conocer y respetar a lo largo de los años anteriores –lo siento, hay demasiados de ustedes en la lista, pero cada uno de ustedes sabe quién es- especialmente a los miembros de la YA Author Rendezvous en Facebook, quienes cada día me recuerdan el por qué amo hacer esto y por qué nunca quiero detenerme.

    Y finalmente, gracias a ti, por permitirme compartir mi historia contigo.

    COMENTARIOS DE LOS LECTORES

    Hodges es un experto en transportarme de vuelta a mis años de adolescente con sus diálogos y rudezas realistas, dándome una sensación de anhelo y nostalgia que perduró largamente después de que hube terminado el libro. Y mientras que la trama principal se desenvuelve alrededor de circunstancias extremas que no son un hecho de la vida cotidiana, a los asuntos usuales para adolescentes se accede a través de los personajes secundarios y de reparto, haciendo de éste no sólo un libro interesante, sino uno que tiene un importante mensaje: aceptar a tus amigos tal cual son.  – K. Howarth

    Patrick Hodges tiene este raro talento de transportarte al centro de sus relatos. Tú realmente sientes como si estuvieras de nuevo en octavo grado con toda la angustia, la torpeza y la excitación asociadas con ser un adolescente. Sus personajes son reales y absolutamente creíbles. Su historia se enfoca en tantos aspectos con los que los adolescentes se encuentran lidiando cada día; aceptación, amistad, acoso, confianza y el primer amor. No puedo expresar cuán enamorado estoy de esta historia. Te hará reír, llorar, jadear de incredulidad, y te traerá memorias de Harry el Sucio. Gran trabajo, Mr. Hodges. 5 de 5 estrellas brillantes. – M. Bryan.

    Una vez más, Patrick Hodges revela una profundidad de visión en la condición humana. Temas tales como las relaciones, la soledad y el amor se exploran con gran compasión y empatía. Los cambios de punto de vista entre Ethan y Kelsey fueron interesantes, dando distintas voces e interpretaciones para el mismo mundo. El autor usa el humor y las bromas ingeniosas con más fuerza en esta novela, lo que le sirve hermosamente para balancear las escenas dramáticas y emocionales e incrementar su vivacidad y credibilidad. Puedo recomendar altamente El Secreto de Ethan para adolescentes, padres y para todos aquellos que enseñan y guían a los niños. Es un imprescindible para la biblioteca escolar. – E. Cooper.

    El estilo de escritura de Hodges se mantiene consistente de libro a libro, poniendo al lector a gusto desde las primeras páginas. Yo disfruté especialmente el prólogo, que ayuda al lector a que tenga sentido aquello que pasó hace tres años y que hizo que Kelsey sea más lo que hoy es. Los personajes secundarios redondearon el elenco bastante bien, cada uno de ellos ayudando a colmar la historia con personalidades que eran indicadoras de todos los detalles que plenan la vida adolescente – indecisión, lujuria, coraje (o a veces la falta de él), y hasta el amor. – B- Rodgers

    ¡Leí El Secreto de Ethan y me hizo alucinar! Yo, como adolescente, pensé que los temas estaban tejidos elocuentemente en la trama y que los personajes eran muy creíbles. ¡Me encontré devorando cada palabra, ansioso de descubrir qué pasaría después! ¡Hágase un favor y lea este libro! – C. Conn

    Prólogo

    ~ HACE TRES AÑOS~

    Oh, Dios mío, está sucediendo de nuevo.

    Hoy fue mi primer día de quinto grado. Me había mudado a Phoenix hacía dos meses. No conocía a nadie, y nadie me conocía. Siempre me había enorgullecido de mi habilidad para pensar de acuerdo a las circunstancias, de adaptarme a mi entorno rápidamente y, más que todo, hacer amigos. Cuando bajé del autobús esta mañana mis primeros pensamientos fueron: Estos son niños, exactamente como yo, y los niños son básicamente iguales dondequiera que vayas. Aun cuando yo sea la chica nueva, estoy segura de que encontraré un lugar para mí aquí en poco tiempo.

    Todavía  me sentía mal por lo que le pasó a Naomi. Traté de llamarla una última vez antes de abandonar Denver, pero ella seguía sin querer hablar conmigo. Lo que no era sorprendente, dado lo mucho que la decepcioné.

    Jackie Mitchell la había atormentado, acosado de tal manera que la habían transferido a otra escuela. Traté de estar allí para ella, de darle un hombro sobre el cual llorar, pero no fue suficiente. Cuando más me necesitó, para salir de los márgenes y ayudarla, me paralicé. Jackie era demasiado grande, demasiado malvada. Y yo estuve demasiado asustada para enfrentarla.

    Justo antes de que comenzara mi primera clase, fui al sanitario de chicas para mirar mi cara en el espejo. Sin sorpresas, me veía igual a como estaba antes de dejar la casa esa mañana: mi cabello arreglado en bucles, y mis frenillos probablemente visibles desde alguna órbita celeste. Pero aún me sentía alegre, feliz de comenzar oficialmente mi nuevo comienzo

    Y entonces empezó.

    ¿Qué estás haciendo aquí? dijo una voz detrás de mí.

    Me volví para ver a una chica que me miraba. Tenía más o menos mi altura, de cabello negro enmarañado, una tez bronceada y una nariz grande. También tenía una sonrisa en su cara, y no era una sonrisa feliz. Tampoco lo eran las sonrisas en las caras de las dos chicas detrás de ella, que también me estaban mirando.

    Sólo revisando mi cara, respondí.

    Bueno, malas noticias, todavía está allí, dijo la chica, y sus dos amigas rieron burlonas. Me miró de arriba abajo, entonces dio un paso al frente. Jesussss... ¿Pecas, frenillos y bucles? Qué ¿tenían una venta de tres por uno en la Tienda de Perdedores?

    Vaya. Yo tenía razón. Los niños SON iguales dondequiera que vayas. Y eso incluye el acoso. Tratando de mantener la calma, la miré justo a los ojos. Muy gracioso. Por cierto ¿quién eres tú?

    Ella dio otro paso al frente, poniendo su gran nariz a centímetros de la mía. Soy Tonya Sykes. Y muevo las cosas por aquí, boca metálica.

    Otro par de chicas entró al sanitario, pero al ver a Tonya y a sus amigas, retrocedieron y volvieron a salir por la puerta. No había más nadie aquí salvo nosotras cuatro. ¿Qué quieres? pregunté.

    Tonya apuntó su dedo hacia mí. Cuando quiera algo, chica novata, lo sabrás, y sea lo que sea, me lo darás. Entiéndelo ahora mismo y no tendré que golpearte. Luego hincó su dedo en mi omóplato y me dio un fuerte empujón.

    No era así como quería empezar mi experiencia en la escuela media. Al encontrarme con su mirada, puse mi mochila en el hombro. "¿Puedo ir a clases ya, por favor" Lo dije con todo el sarcasmo que pude ponerle a la pregunta.

    Se burló de mí por unos segundos, y gradualmente se hizo a un lado para que yo pudiera irme. Lo mismo hicieron sus dos amigas. Agradecida de evitar más problemas, me apresuré en salir por la puerta para ir a mi clase en el aula.

    El resto de la mañana transcurrió sin eventualidades. Mi maestra parecía una gran señora, y aunque algunos de mis compañeros me miraron de manera extraña, llegué hasta la hora del almuerzo sin incidentes.

    Y entonces...

    Salí de la cafetería, y estaba por entrar al pasillo que conducía al área de juegos de los de quinto y sexto grados, cuando escuché una voz familiar a unos veinte metros de distancia. Me volví para ver a Tonya, y a sus dos amigas detrás de ella, confrontando a dos chicas más pequeñas, que tenían sus espaldas contra una pared de ladrillos.

    Miré a las víctimas de Tonya, a las que reconocí como de mi salón de clases. Una era delgada, con el cabello rubio corto y con una manga larga color rosa, y la otra era un poco gordita, con cabello marrón largo y un polo azul cielo. Ambas estaban haciendo su mejor intento para no mirar a Tonya a los ojos. Por sus caras asustadas, supuse que este no era el primer encuentro con Tonya y sus secuaces.

    Me quedé en pie, sorprendida, sin palabras por el déjà vu. En mi mente, imaginé a Jackie empujando a la pequeña Naomi al suelo, riendo cruelmente mientras Naomi lloraba. Ese día me había quedado allí, mirando lo que sucedía, pegada al suelo por el miedo. Miedo de salir lastimada. Miedo de involucrarme.

    Y ahora, menos de  un año después, aquí estaba yo, a mil millas de distancia de donde mi mayor error tuvo lugar, mirando suceder la misma cosa. Otra vez.

    Exploré el área buscando algún maestro, pero no vi ninguno. Sólo una pequeña multitud de chicos que se habían quedado atrás, viendo a Tonya y a sus amigas hacer lo que me imaginaba que venían haciendo desde hace mucho tiempo: empujar a las niñas más pequeñas.

    El tiempo pareció hacerse más lento, y mientras más miraba, más rabiosa me ponía. Podía sentir mi respiración acelerarse, mi corazón empezando a latir, y mis manos apretándose en puños. Mis ojos se entrecerraron y mis dientes rechinaron.

    No, NO voy a cometer el mismo error dos veces.

    Caminé hacia Tonya, quien justo había logrado que las otras dos chicas comenzaran a llorar. Awww, ¿quieres un Kleenex para secar tus lágrimas? Ella se volvió hacia una de sus amigas. Ashley, ¿tienes un trapo para estás dos bebés? Sus amigas sólo rieron.

    Lentamente cerré la brecha entre nosotras. Cinco metros. Me imaginé la cara de Jackie, tres metros. Oí a Naomi llorar. Metro y medio.

    Fue entonces cuando Tonya finalmente me vio. Se volvió hacia mí con una sonrisa. ¡Hey, es la chica nueva! Estaré contigo en solo un -

    Sin siquiera dejarla terminar la frase, me le paré enfrente, giré mi puño y le golpeé la nariz tan fuerte como pude. Ella se tambaleó hacia atrás, perdió el balance y cayó sobre la acera, aterrizando explayada sobre su trasero. Alzó una mano para cubrirse la nariz, mirando hacia mí en completo shock. Un hilo de sangre se escurría entre sus dedos.

    Me planté frente a ella, dándole mi mirada más mezquina, una mirada que también lancé sobre sus dos amigas, por si acaso se les ocurría alguna idea. Levanté los puños para mostrarles que hablaba en serio, y ellas se echaron para atrás unos pocos pasos. Entonces volví mi atención de nuevo hacia Tonya, quien todavía no había encontrado su voz. Su expresión de shock había mutado hacia una de miedo, y una lágrima se había formado en el rabillo de su ojo.

    Sentí que mi cara se sonrojaba mientras gruñía, Yo... odio... el acoso. Ella respondió tratando de echarse para atrás sobre su trasero, en retirada. Era obvio que nadie se había enfrentado a ella hasta ahora. Bien.

    Puedes referirte a ti misma como la jefa, la Presidente o la Reina todo lo que quieras, dije, mirándola directamente a los ojos. Pero si vuelves a echar porquería sobre mí o sobre cualquiera, tú... lo... lamentarás. ¿Está claro? Alcé los puños de nuevo, esperando que ella se levantara y tomara represalias.

    Sin una palabra, se puso en pie y salió corriendo. Sus dos amigas le miraron por unos segundos, y luego se alejaron apresuradamente en la dirección contraria.

    Después de unos momentos de tensión, exhalé aliviada, y sentí mi presión sanguínea volver a la normalidad. Miré alrededor, y me sentí apenada por ver a unos diez niños, chicas en su mayoría, mirándome boquiabiertos. Me volví hacia las dos que tenía a mi izquierda, quienes todavía estaban pegadas a la pared, y me miraban de igual modo.

    ¡Señorita Callahan! dijo una voz de mayor detrás de mí.

    Oh, claro. AHORA se presenta la maestra.

    Me volví para ver a la Sra. Hoffmeyer, mi maestra de aula, caminando hacia mí con una mirada perturbada en su rostro. Cuando llegó, puso sus manos sobre sus caderas y dijo, Yo vi eso, jovencita.

    La chica gordita avanzó medio paso hacia adelante, señalándome. ¡No, Sra. H, usted no entiende! ¡Tonya nos estaba gritando! ¡Ella la detuvo! La chica rubia, que todavía no había apartado sus ojos de mí, simplemente asintió.

    ¿Es eso cierto? me preguntó la Sra. H.

    Asentí tímidamente.

    Ella sacudió su cabeza. Es el primer día de clases, jovencita, debería saberlo mejor. ¡Yo no apruebo la violencia física entre los estudiantes!

    Lo siento, Sra. H, dije. Yo sólo pensé que, usted sabe... alguien debería hacer algo. Miré a las otras dos chicas, que me miraban ahora con sincera gratitud.

    La cara de la Sra. H se suavizó ligeramente. Aplaudo su espíritu, señorita Callahan, pero no sus métodos. Me temo que debo pedirle que me acompañe a la oficina del Director Baird de inmediato.

    Exhalé de nuevo. Okey.

    Me moví para salir caminando cuando la chica rubia me habló por primera vez. Gracias, dijo simplemente, y su rostro estalló en una sonrisa.

    Me aproximé a ella y sonreí igualmente. De nada.

    Um... Yo soy Bryanna. Dijo, extendiendo su mano.

    Tomé su mano y la sacudí con firmeza. Hola.

    Yo soy April, dijo la chica gordita, procurando ella misma un apretón de manos.

    Encantada de conocerte, dije, sacudiendo igualmente la mano de April.

    Ahora mismo, señoritra Callahan, dijo la Sra. H con impaciencia, haciéndome señas para que le siguiera.

    Regreso. Me volví, pero la voz de Bryanna me detuvo una vez más.

    ¿Cuál es tu nombre? preguntó con curiosidad.

    Le devolví la mirada a ella y a April mientras comenzaba a caminar por el pasillo hacia la oficina del director. Sonreí y les dije, Me llamo Kelsey.

    Capítulo 1

    ~Día 1 (lunes)~

    KELSEY

    ¡Bruno! grité, apartando las sábanas.

    Con ojos entrecerrados y cansados, miré el reloj. Marcaba las 6:18 AM. Tenía doce minutos antes de tener que levantarme, pero como era costumbre, Bruno me había adelantado el despertador. Él sólo tenía dos años, pero ya había perdido la cuenta de las veces que me había despertado la sensación de su cola cepillando mi nariz. Lo amaba con ternura, pero eso no quería decir que quisiera que su peludo trasero fuese la primera cosa que viera en la mañana.

    Bruno saltó a la esquina, maullando indignado, como si fuera yo la que interrumpía su día.

    Oh, no empieces conmigo, dije, poniéndome de pie. El verano se acabó, aliento de pescado. Es tiempo de empezar la escuela de nuevo. Se sentó sobre sus ancas, mirándome silenciosamente.

    En un solo movimiento, me libré de la parte superior de mis pijamas y se las lancé. Se abalanzó como un dardo por la hendija de la puerta del dormitorio, que él mismo había creado al entrar.

    Siempre fui una chica de bajo mantenimiento. Me gustaba ir desde cero hasta estar presentable en el menor tiempo posible, de modo que no me tomó mucho tiempo ducharme, arreglar mi cabello, y lograr una apariencia inteligente pero atractiva ante el espejo de mi baño. Me deslicé dentro de un par de jeans azules y un fantástico top a rayas marrones y blancas que había comprado especialmente para el primer día de octavo grado, y me deslicé por el pasillo hasta la cocina.

    Papá estaba sentado en la mesa de la cocina, repasando las páginas de su periódico. Ya había terminado su desayuno, pero un plato de huevos revueltos y gajos de naranja recién cortados que hacían agua la boca me estaban esperando del otro lado de la mesa, junto a un generoso vaso de jugo de arándanos. Estaba hambrienta. Sentándome a la mesa en el lado opuesto a él, tomé mi tenedor y comencé a comer. Me tomé el jugo de arándanos de un solo trago.

    Papá bajó su periódico, mirándome con su usual mirada paterna. "Sabes, Kel, que no pensaré menos de ti si realmente masticas tu comida de vez en cuando."

    ¡Es tu culpa, papá. Estos huevos están taaaaan deliciosos, ¡no puedo evitarlo! Le di un guiño y una sonrisa.

    ¿Quieres la salsa Tabasco, o sólo debo verterla en tu boca?

    Nahh, estoy bien, dije, a través de otro bocado de huevos.

    Su cara esbozó una gran sonrisa. Buenos días, corazón.

    Buen día, papá, dije, vertiendo para mí otro vaso de jugo de arándanos.

    Bruno  te lo hizo otra vez, ¿cierto?

    Le sonreí de vuelta. Si lo sigue haciendo, juro ante Dios que lo voy a convertir en un par de pantuflas.

    Mmmm hmmm, dijo, todavía absorto en lo que fuera que hubiera en la Página Tres. ¿Estás lista para empezar tu año final de la escuela media?

    Muy lista, respondí, succionando la carne jugosa de una cáscara de naranja. La escuela secundaria será más emocionante que cualquier cosa que haya pasado este año

    Me miró. Como dicen por ahí, Kel, ‘ten cuidado con lo que deseas’.

    Sí, pero a veces uno desea algo espectacular y eso es justo lo que uno obtiene. Agité mis párpados para él. Será genial estar de regreso con todas las chicas de nuevo.

    Había visto a mis mejores amigas durante el verano, claro está, pero siempre había una cierta electricidad que sólo estaba presente cuando las cuatro estábamos juntas, lo que no hacíamos desde mayo. Había estado esperando eso todo el verano. ¿Algo interesante en las noticias?

    Sííí, replicó, tomando otro sorbo desde su tazón de café. Aquel tipo, el importador y exportador, que arrestamos hace dos meses, va finalmente a juicio.

    Miré el titular, que decía en letras grandes oscuras, SELECCIÓN DEL JURADO EN EL JUICIO LYNCH COMIENZA HOY.

    Ciertamente recordé el caso. Fue uno de los casos de mayor perfil de la carrera de mi papá. Él había trabajado tanto sobretiempo durante esos meses que tuve que arreglármelas por mí misma la mayoría de esas noches. No me importaba, pero era horrible que ese momento coincidiera con los preparativos de Tom, mi hermano mayor, para su ingreso a la universidad varios a cientos de kilómetros de distancia. Estaba orgullosa de que mi padre hubiera llevado la investigación a una conclusión favorable, porque eso significaba tenerlo de vuelta en casa en las tardes.

    Excelente, dije. ¿Te van a llamar para testificar?

    Probablemente no, dijo él, negando con su cabeza. Lo entregamos todo en la oficina del Fiscal de Distrito el día que le pusimos las esposas. Hay todavía mucho que hacer antes de que lo condenen, pero afortunadamente otros policías harán la mayor parte del trabajo preliminar.

    Increíble, dije, medio interesada. ¿Ganaron los Cascabeles?

    Él sonrió radiante. Tres a dos en diez entradas.

    ¡Hurra! dije, tragando el último mordisco. El sol brilla, los Cascabeles están ganando, y todo está bien en el mundo. Me levanté, llevé mi plato vacío al fregadero, y estaba a punto de salir de la habitación cuando papá habló de nuevo.

    Ummm... ¿no se te está olvidando algo?

    Mis ojos se abrieron, y corrí hacia él, lanzando mis brazos alrededor de su cuello. ¡Que tengas un gran día protegiendo y sirviendo! Planté un gran beso en su mejilla.

    Él besó mi mejilla igualmente, y su grueso bigote me hizo cosquilla como siempre. Anda a patear algunos traseros de octavo grado, Osita-K, dijo él con un gran abrazo sofocador.

    Lo haré, Papi Oso, dije con alegría. En segundos, había agarrado mi mochila y salido por la puerta, rumbo a la parada del autobús.

    Por primera vez voy a la escuela como una adolescente, pensé mientras caminaba por la acera. Algún chico guapo que no sea un completo perdedor deberá prestarme atención este año. April no puede ser la única en nuestro grupo con algo de qué alardear.

    ***

    ¿Así que es cierto? pregunté, suspirando fuertemente. ¿Tú y Trey Wilson tienen ‘algo’ ahora?

    Desde la semana pasada, dijo April. Empezamos a hablar en la piscinada de Amelia Lang en junio pasado, y así como así, me invitó a salir.

    Lo sé, es de lo único que has hablado todo el verano. La miré, indignada. "Espera un segundo... ustedes dos han sido novio y novia por una semana, ¿y tú justo me lo dices ahora? ¡Hablamos todos los días!"

    Lo sé, dijo ella. Yo quería esperar hasta que empezara la escuela para decírselo a todas de una vez.

    Te odio.

    Ella sonrió. No, tú no me odias

    No, es cierto. Suspiré otra vez. Eso es genial.

    ¡Lo sé! ¿Puedes creerlo? Parecía que estuviera a punto de estallar.

    Asentí. ¿Por qué no habría de creerlo? Él estaba en el equipo de futbol, y tú eres una estrella del atletismo. Además, tú eres mi mejor amiga, y yo sé que tú has estado loca por él desde el año pasado. Pero...

    ¿Pero qué? preguntó ella, frunciendo el ceño.

    Antes de que pudiera contestar, Bree y Penny llegaron y se sentaron en nuestra mesa del cafetín. Penélope Collins había estado en la Escuela Media James Madison por un año, y había sido parte de nuestro grupo más o menos la misma cantidad de tiempo. Bree había sido la primera que no había tratado a Penny como la chica nueva, y Penny se había pegado al lado de Bree desde entonces.

    Yo estaba contenta de tener a Penny cerca. Ella había llenado un gran vacío en nuestro grupo después de que las gemelas Jessy y Riley se mudaran a Pennsylvania justo después de su sexto grado, cuando su madre se volvió a casar. Ella tenía una personalidad muy agradable y despreocupada, que se complementaba con un hermoso cabello ondulado, castaño rojizo, que le daba hasta los hombros.

    Hola, chicas, dijo Penny.

    Hola, Penny, Hola, Bree, repliqué.

    ¿Interrumpimos? preguntó Bree.

    Para nada, dije. Sólo le estaba por decirle a April que tener un novio en la escuela secundaria es buscarse un problema.

    Los ojos de Penny se abrieron. ¿De verdad, April? ¿Tú y Trey Wilson andan en ‘algo’ ahora?

    April asintió. Desde la semana pasada.

    Una mirada fulminante recorrió el rostro de Bree. ¿Ustedes se hicieron novio y novia desde hace una semana y no dijeron nada? ¡Te odio!

    Yo sonreí NO, no es cierto.

    Bree también sonrió. NO, no es verdad. Todavía...

    April esbozó una sonrisa soñadora. Creo que él podría ser El Elegido. Bree, Penny y yo nos miramos, y simultáneamente pusimos los ojos en blanco.

    Hey, me di cuenta, dijo April con el ceño fruncido. ¿Cuál es su problema?

    Ningún problema, dije. Es sólo que cada vez que un chico guapo te sonríe, tú crees que es ‘El Elegido’.

    April miró., horrorizada. "¡Oh, eso no es tan así!"

    ¿Recuerdas a Warren Simms? preguntó Penny.

    Puajh, dijo April. Ese pervertido no sería EL Elegido ni que quedara solo ‘uno’ en la Tierra.

    ¿Kyle Crawfish[1]? dijo Bree, sonriendo.

    April puso una cara ácida. Craw-FORD, Bree. Y yo sólo era amable con él porque es amigo de Eric Springer.

    Yyyyyyyyyyyyyyyyyyyy entonces aparece Eric Springer, dije, sonriendo maliciosamente.

    April abrió su boca, pareciendo como si fuese a objetar de nuevo, pero entonces dejó caer sus hombros pesadamente. Está bien, me agarraron en ésta, dijo, sonriendo. Todas nos carcajeamos.

    April era una amiga fantástica. Era una de las personas más listas que conocía, y la primera en ofrecer ayuda cuando la necesitaras, pero siempre se había sentido avergonzada debido a su peso. Desde que tuvo su estirón y se puso en muy buena forma física, había conseguido mucha más atención de los muchachos. Ahora los chicos la miraban por todas las razones equivocadas, y no apreciaban a la chica inteligente que estaba dentro. Ella era rápida y fuerte, y tenía la suerte de estar más... desarrollada que la mayoría de las otras chicas. Podía pasar fácilmente por una quinceañera, o hasta una de dieciséis si se pusiera maquillaje. Su problema era que no había aprendido todavía cómo ser más selectiva con sus enamoramientos. Pero para eso nos tenía a nosotras tres.

    No estoy diciendo que Trey sea un mal chico, April, dije. Yo sólo digo que salir con uno de primer año es peligroso, eso es todo. Él se rodea de chicas de secundaria todo el día, y tú no puedes estará allí para vigilarlo. ¿De veras tú crees que él va a decirle a todos en su clase que está saliendo con alguien que todavía está en la secundaria?

    Él vive a sólo cinco cuadras de mí, Kelse. Nos vamos a ver muy a menudo.

    ¿Y tus padres están bien con eso? preguntó Bree.

    Mientras mantenga mis calificaciones altas y no pierda mis prácticas, ellos están tranquilos.

    Sonriendo, revisé mi mochila, saqué un grueso marcador negro y se lo entregué a April. Entonces mejor toma esto.

    April tomó el marcador con una mirada extrañada en su rostro. ¿Para qué es esto?

    Para aquello, dije, señalando la mochila de ella, que estaba encima de la mesa, junto a la bandeja de su almuerzo.

    Todas volteamos a mirar la mochila de April, donde, en el centro de un corazón perfectamente bien dibujado, todavía se exhibía con orgullo A.H. + E.S.. La cara de April se puso tan roja como una frambuesa.

    De inmediato, April destapó el marcador y empezó a garabatear sobre el dibujo del corazón. Gracias, Detective, dijo. Penny y Bree sólo rieron entre dientes. Gracias a Dios nos tiene a nosotras tres.

    ***

    La clase de Álgebra del señor McCann para el quinto período era justo después del almuerzo y el receso. Yo había oído cosas acerca de él; era como el tío favorito de todos... ya sabes, el chistoso que nunca creció realmente, que no se aparece tanto como tú quisieras que lo hiciera. Él estaba alegre la mayor parte del tiempo, y hasta se reía cuando los estudiantes le ponían sobrenombres tontos, sin importar lo poco halagadores que fueran. Por una feliz coincidencia, April, Bree y yo estábamos todas en la misma clase. De inmediato nos aseguramos de sentarnos una cerca de las otras.

    El señor McCann entró al salón, y la clase se rió de su peluca arcoíris, sus lentes de tamaño exagerado y su nariz de payaso. ¡Bienvenidos al excitante mundo del Álgebra! dijo, demasiado entusiasta como para ser en serio. ¿Me dan una buu-llaa? Todos sonrieron.

    Buu-llaa,respondieron unas pocas voces menos que entusiasmadas.

    Él frunció el ceño. Ok, vamos chicos, dijo, poniendo sus manos por encima de su cabeza ¿Me dan una buu-llaaaa?

    Buuu-llaaa, fue la respuesta, sólo un poquito más fuerte que la anterior.

    Bien, dijo el señor McCann, sonriendo ampliamente. Trabajaremos en eso. Cogió un portapapeles de su escritorio. Yo soy Roger McCann, pero pueden llamarme McPayaso si lo desean... ¡es lo que hace mi madre!

    Algunos chicos más se rieron a carcajadas, incluyéndome. Esto podría ser divertido, después de todo.

    ¡Y ahora que ya saben quién soy yo, permítanme saber quiénes son ustedes!

    Leyó una lista alfabética de estudiantes, a todos los cuales yo conocía; cuando me mudé de Denver a Phoenix hace tres años, supuse que si sabía los nombres de todo el mundo, eso me ayudaría a encajar mejor. Funcionó como un encanto. Bueno, eso y aquella otra cosa.

    ¿Kelsey Callahan? dijo el señor McCann.

    Presente, dije, levantando mi mano.

    Todos me conocían, y, mucho mejor, casi todos se llevaban bien conmigo. Mi enfrentamiento con un cuarteto de acosadoras de octavo grado hace tres años era algo de lo que todavía se hablaba hasta el día de hoy, pero que había sido exagerado casi hasta el ridículo con el paso del tiempo. A veces tenía que recordarle a los chicos que yo no había reducido a los acosadores a una pulpa sangrienta con golpes de kárate, y mi capa de súper héroe estaba pulcramente guardada en lo profundo de mi closet. Recordar aquellos eventos también me hacía pensar en Joshua y Eve, y en la amistad que había construido con ellos a pesar de ser tres años más jóvenes.

    ¿April Hendricks?

    Presente, respondió April.

    Miré hacia la mochila de April, que tenía una enorme y fea mancha negra donde había estado el corazón sólo una hora antes. Esperé que este último romance de April saliera un poco mejor que el anterior; descubrir que Eric había estado enviando mensajes de amor a Elizabeth Cave mientras que todavía estaba saliendo con April requirió dos horas de manos tomadas mientras April lloraba en mi hombro. Realmente no quería que aquella tarde se repitiera.

    ¿Bryanna Rodgers?

    Presente, dijo Bree.

    Bree era como la hermana que nunca tuve. Tenía el cabello rubio corto y una cara linda que hasta este día me recordaba a algún tipo de criatura élfica salida de algún libro de cuentos. Nosotras dos nos las habíamos arreglado para mantenernos alejadas hasta ahora de todo el fiasco

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