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Timothie Hill y La Capa del Poder
Timothie Hill y La Capa del Poder
Timothie Hill y La Capa del Poder
Libro electrónico199 páginas2 horas

Timothie Hill y La Capa del Poder

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Un estilista con el poder divino de Dios, tiene la tarea de detener la maldad del mismo infierno, que trata de apoderarse de las almas de todos los humanos. Un poderoso ángel, y muchos amigos serán sus aliados contra Bael, un codicioso demonio de gran poder, y Reginald Smith, un viejo amigo de Timothie.

IdiomaEspañol
EditorialNext Chapter
Fecha de lanzamiento18 sept 2020
ISBN9781071566497
Timothie Hill y La Capa del Poder

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    Timothie Hill y La Capa del Poder - Kenna McKinnon

    Capítulo Uno

    Wow, Timothie, me encantan las espinas moradas. La señora se acomodó sobre una silla plateada mientras su estilista pasaba sus manos por su cabello color lavanda. Ella se colocó la capa del salón alrededor de sus hombros.

    ¿Por qué no intentas esto, cariño? preguntó, y giró sobre su brillante bota negra, con las hebillas plateadas brillando bajo el sol que se colaba como la miel a través de las espaciosas ventanas de su salón. Puedo ponerte bajo la secadora, y el color durará mucho más. Luego estilizas tu cabello así y así – así es. Ven conmigo. ¿Una revista? ¿Café? ¿Está la música muy fuerte para ti?

    ¿Prometes que me harás verme más joven de nuevo? La mujer tiró de su lóbulo izquierdo y sonrió. Ella caminó hasta la secadora y se colocó debajo de la cubierta. Timothie trajo su café negro. El rugido de la secadora ahogó el sonido de Jann Arden cantando Under June.

    ##

    En el distrito de Oliver, cruzando la ciudad, el viejo amigo y némesis de Timothie se inclinó sobre un pentagrama tallado en las losas del suelo de su condominio. Algo chapoteaba en el lavabo junto a su codo. Nueva York, en donde trabajó por última vez en publicidad, era un recuerdo accidentado. Solo Edmonton era real; la puerta al infierno.

    Reginald Smith se rio. Nueva York no había funcionado. Lo habían odiado en ese lugar, como la compañía por la que trabajaba en Edmonton lo odiaba hasta que prometió que haría millones con un invento desde el lado oscuro. Estrategia de Mercadotecnia no sabía que estaban lidiando con el lado oscuro. No les importaba el saberlo.

    Gruesos coágulos de sangre, y humo se combinaban para ahogar al regordete hombre rubio que miró hacia los ojos de la invocada aparición. Bael, la cabeza de las sesenta y seis legiones de demonios del infierno, otorgando poderes sobrenaturales a sus esbirros en la Tierra. El labio de Reginald se enroscó debajo de su rubio bigote. Él rara vez hacía uso de la invisibilidad. Seguramente, había otros, más potentes, súper poderes negados para él.

    Él vertió agua bendita en el centro del pentagrama. Bael rugió y fluyó en el sentido de las manecillas por el desagüe colocado en las losas azules, y los símbolos que lo habían invocado. No era aún el tiempo para que el demonio hiciera su aparición conocida en la Tierra. Reginald lo ayudaría con esa terrible tarea cuando el tiempo llegara. Esto solo era un intento de prueba para el hombre y el demonio, y Reginald se aseguró de estar en control. El temía al poder del demonio, pero estaba emocionado también.

    ##

    Timothie lanzó la capa negra con estrellas plateadas sobre sus abultados bíceps. Una ráfaga de aire helado golpeaba las puertas de vidrio y agitaba el letrero al frente de su salón.

    Maude salió por la puerta lateral, sabiendo más de lo que debería en este momento de su transformación. 

    Apaga las luces, dijo mientras caminaba hacia su Mercedes Benz de 1979 estacionado en el bordillo. Humo fue lanzado por el escape mientras el motor rugía por su vida. Ella y su automóvil clásico se desvanecieron de la vista de Timothie mientras retumbaban por debajo del letrero del Olde Towne de Beverley, y al oeste en la Avenida 118.

    ’Adiós, Maude, murmuró el estilista. Desde que sus asistentes, Skye y Paula, se habían ido a casa, el salón ahora estaba oscuro. Mientras flotaba hacia afuera, el viento golpeaba la ágil forma de Timothie hacia un ángulo que recordaba al súper héroe que realmente era. Su capa se ondulaba sobre sus amplios hombros. Él se elevó en el aire. Todo el polvo, viento, y furia, el Ángel del Oeste destelló, y Timothie fue alzado en sus brazos, invisible, y lanzado hasta la cumbre del edificio más alto en esta ciudad de campeones. En una espaciosa habitación de esa imponente torre de apartamentos, el confrontó a su viejo amigo, Reginald, quien se encogía de miedo mientras la oscura espuma que había sido Bael bajaba por el desagüe hacia las regiones inferiores.

    ¿Qué es esto? preguntó Reginald, y extendió sus brazos. Timothie, debes de ser un fantasma.

    Reginald se aferraba intermitentemente a Timothie, y a la bondad del estilista. Los súper poderes de Timothie eran una sorpresa cuando reveló la Capa del Poder que le permitía volar y otorgaba invisibilidad. El arma secreta de su amigo, la Capa, era alarmante para Reginald, cuyos propios secretos eran aún más oscuros y mucho más peligrosos.

    La voz de barítono de Timothie calmó a la figura encorvada quien rociaba agua bendita sobre las losas azules malditas del piso de su pent-house. Soy el espíritu de Draxxt, incapaz de lastimar a un alma de este planeta encantado, la Tierra.

    "Draxxt, ¿ese planeta del que dices que eres? Eres un estilista de Vancouver. No pareces tener familia. Tal vez tu eres un fantasma; un espíritu incorpóreo que puede atravesar paredes. Te conozco, viejo amigo. No puedes engañarme. No te he visto en meses. Ahora solo te apareces aquí, y debo dejar la puerta abierta, porque no creo en alienígenas que pueden atravesar paredes, y no creo en los fantasmas. No eres bienvenido. Lárgate de aquí, pequeño bastardo."

    Nací con dos buenos padres. Ambos murieron en las guerras de los Troll. El rey era como un padre para mí. Escogiste no creer que yo era el favorito de los reyes. Ahora hay algo mucho más grande que nosotros que requiere nuestra atención, ya que estás muy metido en medio de algo terrible.

    No creciste rápido; creciste demente, amigo. ¿Qué es esto de los Trolls? De fondo, un pequeño televisor mostraba al presidente de los Estados Unidos, Dennis Ducksworth, y su política contra la globalización. De alguna manera, las noticias del día parecían encajar con su conversación.

    La magia de los Trolls me envió de vuelta a la Tierra, querido. Tú lo sabes, y creo que estas asustado. Soy un súper héroe en la Tierra, Reginald. Nunca creíste esa parte de mí. Es solo ahora cuando sale, la magia, la bendición, el Ángel de Dios.

    Reginald se talló los ojos. No te conozco como Superman, dijo. Te conozco como un viejo amigo. Creo que dices incoherencias, amigo. No eres de otro planeta, ¡aunque a veces creía que así era! De una manera... El hombre encorvado colocó el lavabo junto a sus pies, y se levantó. "...De una manera, Tim, eres un tonto. Supe todo el tiempo en el que abusaba de ti, cuando dejaste nuestra relación, y ahora que has vuelto así, cuando ya no te necesito más, yo creo que podrías ser un ángel. El matrimonio es muy fácil aquí en Canadá. No funcionó. ¿Ves ahora lo que soy?"

    Timothie frunció el ceño. Si, y eso no cambia nada entre nosotros, cualquier cosa que creíamos saber sobre el otro. Ambos somos espirituales a nuestro modo.

    Un débil aroma a azufre se enredaba entre las vigas sobre su cabeza. Aunque ser espiritual puede ser un arma de doble filo, mi viejo amigo. Escogiste el lado oscuro, y maldito sea Draxxt.

    Su amigo resopló. Te equivocas. Todo ha cambiado ahora que he alcanzado la madurez. Empujó sus lentes más arriba de su nariz. Ahora, tenemos un demonio del que ocuparnos, supongo, y será pronto también.

    ¡No! gritó Timothie. ¡No interfieras con mis poderes!

    Es mi destino.

    Timothie mordió su labio inferior. Soy una fuerza del bien en un universo de maldad.

    Reginald se arregló su recortado cabello. No soy malvado. Bael es malvado. Él es mi sirviente. El hace lo que yo le ordeno ahora que tengo el viejo libro de hechizos de mi madre, y lo uso para buenos propósitos. Él tiene poder, y yo tengo el destino. Ahora sal de nuestro maldito camino.

    Imposible. No puedes usar el mal para buenos propósitos. Ha retorcido tu mente, Reg. Estoy aquí para ayudarte a superar lo que podría ser el peor error de la vida de cualquier persona – entrometerse con fuerzas oscuras.

    No todo es malo, dijo Reginald, sus ojos avellana brillaron con una luz profana. Es placer, Timothie, no es dolor. La fuerza oscura utiliza placer para lograr pasar por esta vida profana que Dios nos ha dado.

    El pent-house parecía agitarse con la fuerza de la tormenta que golpeaba el vidrio de la ventana, y azotaba aguanieve cegadora contra sus reflejos en el cristal. La capa negra estrellada de Timothie se agitaba sobre sus masculinos hombros mientras levitaba un metro sobre el suelo. Invisible para todos los demás, el Ángel del Oeste abrazó al estilista con cabello color sal y pimienta, ojos oscuros, y barba corta, y lo amo con sus tiernos ojos.

    Yo también te amo, murmuró Timothie al Ángel. Ellos unieron sus manos y desaparecieron a través de la pared del apartamento.

    Reginald estaba seguro de que la aparición de su viejo amigo y su anfitrión celestial tenía algo que ver con el demonio Bael a quien había invocado hace poco tiempo. El observo a su reloj de pared. ¡Tres de la mañana! Las losas estaban secas, el lavabo vacío, y Bael se había ido.

    No soy malvado, objetó Reginald.

    Solo fuiste dibujado de esa manera, como Jessica Rabbit. Una voz profunda resonaba desde las esquinas de la habitación – ya sea que la voz se originara de Bael, Timothie, o el Ángel del Oeste, Reginald no estaba seguro. Las clases color crema de su cuarto de entretenimiento estalló con sucias imágenes caricaturescas, caricaturas de presidentes y primeros ministros famosos, él y sus antiguos compañeros posaban de manera obscena a través de toda la extensión de la pared hasta las cortinas venecianas en donde el aguanieve negra golpeaba las ventanas. Ahí estaban Nancy y John, el pequeño Jim, Brandi, Maryjane, Klein, conejos y Elmer Gruñón, el niño gordo de la camisa a rayas que tenía una erección por Lucy, ¡y su madre y padre! Sus amigos y familia, y ahí – ahí estaba un joven Reginald, haciendo lo que hacía detrás de las puertas cerradas saliendo del armario donde había derretido los ganchos y las bisagras. Ahí estaba su primer maestro de piano a quien llamaba Señor Roboto – marchando a través de las paredes en un alboroto de blanco y negro, las imágenes cambiaban a colores neones y se deslizaban fuera de la ventana hacia la noche en donde, Reginald estaba seguro, el mundo entero sabría de sus infidelidades, el obsceno drama de su vida.

    ##

    Timothie, seguro en los brazos del Ángel, se desplomó hacia el Boulevard Ada donde vivía en un condominio con una vista al rio del sur dando cara a una pintoresca y antigua mansión Victoriana. Envuelto en su capa, las extremidades y el cuerpo del estilista permanecieron tibios y secos. Repentinamente estaba en casa. La habitación de Timothie brillaba con luces mágicas. Una lámpara de sal del Himalaya ardía acogedoramente como un caramelo. Retiró su loco edredón en su cama doble, y extendió el cálido terciopelo negro de su capa sobre él. ¡Qué día! No podía dormir.

    El verdadero poder no venía de un demonio como Bael. El demonio le otorgaría poder a aquellos que decían los encantamientos correctos, pero Reginald no pudo invocar al grupo completo de espíritus asistentes. Sus hechizos habían convocado solo a Bael, y Bael estaba limitado cuando estaba solo. La capa de Timothie, por otro lado, poseía habilidades más allá de su imaginación.

    El Troll, Controla-mentes, proveía la perfecta oportunidad para abandonar la seguridad de Draxxt y se unió a la magia que trajo a Timothie de vuelta a la Tierra. Encontró la magia antigua y los libros antiguos. Las plegarias bendecidas aprendidas por el gran Troll eventualmente podrían invocar a un Ángel para ayudarlo en su nueva vida en esta confusa Tierra. Maude, una bruja en Draxxt, vino con él para apoyarlo.

    El Ángel del Oeste, vivo en destellantes y ardientes ojos carmesí, brazos cálidos, y poderosas alas batiéndose, ofrecía una conexión directa a la existencia de Dios a quien Timothie recientemente comprendía. La capa servía como cubierta de cama en la noche, deslizándolo hacía sosegados sueños. Le ofrecía protección y poder durante el día. Le prestaba invisibilidad cuando lo necesitaba, la habilidad de volar más allá de sus sueños de vuelo, y la habilidad para ver espíritus. La capa era su amante y su amiga, y no necesitaba a nadie más. Excepto, claro, por el Ángel quien se lo había proporcionado.

    Él sabía que para un huérfano y un viajero súper humano como el, la magia tenía un precio y él podría pagar caro por ese privilegio. En algún momento en la noche, el sabia, que el Ángel protegía su casa con sus implacables, enormes, y batientes alas.

    Su protector el Ángel del Oeste. Timothie se estremeció. Yo también te amo, murmuró.

    Capítulo Dos

    Timothie removió las sábanas de su pecho desnudo y saltó hacía un lado de la habitación. No había despertador. No necesitaba uno. Él sabía, sin embargo, que se había quedado dormido. El negocio de su salón no podía ser negado, y ayer había sido un día de aventura, y los planes seguían a la visita de Maude para su cabello morado.

    ¡Reginald! recordó. El universo clamaba por redención.

    Timothie sabía que la aparición de Bael era solo la primera de muchas. Reginald, su viejo amigo y némesis, era un anti héroe envuelto en una capa de invisibilidad y poder provisto por el demonio. Había trabajo por hacer, no todo hecho por el súper estilista, pero algo de ello tenía que hacerse esa noche de vuelta en el pent-house de la torre. Él Ángel había susurrado en la oreja de Timothie antes en esa semana que no todo estaba bien en la Ostra, y tampoco en el mundo, y el Ángel siempre tenía razón. La boca de Timothie se curvo hacia arriba en una sonrisa torcida, y su barba corta le sonrió de vuelta en el sudor del espejo.

    Luego de un rápido batido para el desayuno, una ducha, y una afeitada, Timothie se vistió con sus pantalones negros, cinturón vaquero, y su camiseta blanca ajustada sin mangas. Guardó su capa en una bolsa para el gimnasio, abrió la puerta de la cochera contigua, y se lanzó al asiento de su Volvo GT 123 rojo de 1967. El motor ronroneó mientras ponía el primer cambio y rápidamente aceleraba hasta

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