Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

La muerte te toma por el cuello: Serie N.3 (Las investigaciones del Inspector Constantine), #3
La muerte te toma por el cuello: Serie N.3 (Las investigaciones del Inspector Constantine), #3
La muerte te toma por el cuello: Serie N.3 (Las investigaciones del Inspector Constantine), #3
Libro electrónico303 páginas4 horas

La muerte te toma por el cuello: Serie N.3 (Las investigaciones del Inspector Constantine), #3

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El Inspector Constante Catoschi, Constantino para los amigos, y su equipo; se enfrentan a un difícil caso de asesinatos seriales, teniendo que echar luz a esos delitos ocurridos en una discoteca.

Cuando piensa que esos crímenes podrían quedar impunes, descubrirán indicios que quizás los llevarán a la solución de esos hechos.

Intrigante y diferente, con un personaje que tiene muchos temores, pero que siempre los vence. TE ATRAPARÁ DESDE EL PRINCIPIO.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento26 ago 2020
ISBN9781071564004
La muerte te toma por el cuello: Serie N.3 (Las investigaciones del Inspector Constantine), #3

Relacionado con La muerte te toma por el cuello

Títulos en esta serie (1)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Ficción de acción y aventura para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para La muerte te toma por el cuello

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    La muerte te toma por el cuello - Giuseppe Loda

    Giuseppe Loda

    # # #

    La muerte te toma por el cuello

    Las investigaciones del Inspector

    Constantino

    El Inspector nunca había visto algo tan horrible.

    Pobre muchacha qué fin había tenido y ahora estaba allí, extendida en aquella mesa de frío mármol, con los ojos abiertos hacia lo alto.

    Antes de dejar la morgue le prometió que habría hecho todo para descubrir a quien la había asesinado y lo llevaría ante la justicia.

    Era eso lo que él esperaba, ¿pero los hechos le darían la razón o no?

    Constante Catoschi, Constantino para los amigos, era un inspector de policía de investigaciones, de un pequeño distrito de Brescia. Se consideraba un tipo muy capaz, capaz de superar cualquier obstáculo para terminar resolviendo los casos confiados a él. Pero en la vida real era inseguro e incurría a menudo en situaciones un tanto paradójicas, que trataba de dar vueltas a su favor. Asiduo admirador de Peter Seller, actor protagonista de la conocida serie de películas La Pantera rosa

    En su pensamiento íntimo pensaba que era su heredero en las investigaciones de crímenes atroces.

    Su suerte fue tener como compañera de investigaciones, a la Sargento Lorena Arconi, transferida del distrito de Sassari a Brescia, por un concurso, pero que luego se estableció definitivamente en esta ciudad. Lorena, además de ser su compañera de trabajo era actualmente también su compañera en la vida, y estaban esperando un hijo.

    Constantino afirmaba siempre no tener miedo de nada, pero una sola cosa lo aterrorizaba, la oscuridad. Y por un extraño destino, sus investigaciones se desenvolvían preferentemente en lugares oscuros.

    PRÓLOGO

    -Dale, Ivone, es hora que salgas del baño, ¡de otro modo se nos hará tarde para ir a aquella nueva discoteca!

    -No te preocupes, Lucía, me arreglo un poco el cabello y después el baño es todo tuyo.

    Ivone y Lucía eran dos amigas que estudiaban arquitectura y, para compartir los gastos de alquiler, desde hacía algunos meses compartían el mismo departamento.

    Lucía: morena, alta, cabello algo rizado, venía de un pequeño pueblo en la provincia de Asti, hija única de una familia de granjeros propietarios de un pequeño campo transformado desde hacía unos años en viñedo. Producían vino para una pequeña cooperativa. Sus padres habrían querido que la hija estudiase agronomía para después ayudarlos en la conducción del viñedo, Lucía sin embargo se fue a Brescia contra la voluntad de ellos, donde esperaba convertirse en una exitosa arquitecta.

    Ivone: todo lo contrario de Lucía. Hija del Alcalde de una pequeña ciudad en la provincia de Reggio Calabria, era una muchacha simpatiquísima, rubia, no muy alta, ojos azul claro como dos gotas de rocío cuando por la mañana reflejan los primeros rayos del sol. Parecía más una joven del Norte de Europa que de una de las regiones del Sur de Italia. También  había llegado a Brescia para estudiar arquitectura, aconsejada por un tío parlamentario en Roma, y fue en aquel lugar que encontró por primera vez a Lucía. Desde hacía unos meses compartían el mismo departamento, ubicado en una serie de edificios construidos en los años Cincuenta en la periferia de la ciudad.

    Eran casi las once de la noche cuando las dos muchachas, tomadas de la mano, marcharon hacia la parada del autobús. Algunas amigas les habían contado que había una discoteca que ellas dos nunca habían frecuentado, situada en el lado opuesto de la ciudad, allí iban muchos lindos chicos, y esa noche habían decidido ir a controlar.

    Tenían razón sus amigas: la discoteca era muy grande, pero, si bien era frecuentada por muchachos, aún no habían conocido ninguno. Los jovencitos que estaban adentro parecían más empeñados en embriagarse que en cortejar a las muchachas.

    Estaban sentadas en el bar por la consumición, ofrecida junto al boleto de entrada, cuando Ivone dijo a Lucía que necesitaba ir al baño y que la esperase siempre en el bar: no habría querido a su regreso, perder el tiempo en buscarla.

    CAPÍTULO 1

    Todavía no eran las siete. Después de haber pasado una semana de vacaciones que me fueron dadas por resolver algunos casos bastante complicados, volví a la oficina, donde recibí las felicitaciones de mis colegas.

    No quería recibir todos esos cumplidos, pero en mi corazón estaba feliz y orgulloso, si bien sabía que gran parte del mérito era para mi compañera Lorena, de quien estaba, y hasta ahora lo estoy, enamoradísimo.

    Después de haberles agradecido, fui a sentarme al escritorio y controlé por si hubiese algún informe sobre las nuevas investigaciones que habría debido llevar.

    El escritorio estaba extrañamente vacío. Nunca había pasado antes de ahora

    Esperé entonces a mi jefe, el Capitán Walter Moroni, para pedirle información, hojeando mientras tanto el diario encontrado en un cesto cercano a la máquina de café para ver si había noticias interesantes.

    Me atrajo un artículo en la tercera página en el que estaba escrito que la noche anterior, exactamente a las cinco de la mañana, en el baño de mujeres de la discoteca Bailes Prohibidos ubicada en la zona Norte de la ciudad habían encontrado el cuerpo de una muchacha de aparentemente veinte años, muerta en circunstancias misteriosas. Se decía que el deceso pudiese haber sido causado por una sobredosis.

    Me preparaba a releer el artículo cuando llegó a la oficina el Capitán Moroni que, con una señal de la mano, me indicó que lo siguiera.

    Me levanté y, después de haberme estirado un poco, lo seguí a su despacho.

    -Cierra la puerta, por favor. Debo hablarte, me dijo. Hice lo que me pidió.

    -Jefe, veo que está preocupado. ¿Hay problemas tal vez?, pregunté.

    -Mira, Constantino, vuelves justo a tiempo. Esta mañana me llamó el Jefe de Policía para advertirme que la otra noche, descubrieron una joven muerta.

    -Lo estaba leyendo en el diario poco antes que usted entrase, respondí. Parece sin embargo que su muerte se atribuye a la droga. 

    -Eso es lo que dice el periódico, pero la verdad es otra... Debes saber que la muchacha era sobrina de un famoso diputado, el que, hace poco, me informó que la sobrina con seguridad no murió por sobredosis, sino que parece que fue asesinada.

    -Asesinada... ¿Ya descubrieron quién fue?  Pregunté.

    -¡No! Y es por ese motivo que me pidieron que sea nuestro departamento el que tome el caso.

    -¿Y a quién se lo confiará?

    -Sería mi intención confiártelo: debes tratar de descubrir rápido si se trata de homicidio o si murió por haber consumido droga, de otra forma estaremos en graves problemas.

    -Enseguida me pongo a trabajar, no porque la muchacha sea la sobrina de un diputado, sino para entregar a la justicia al culpable... siempre que sea un delito.

    Después de haber pronunciado estas palabras me preparé a salir de la oficina, pero el jefe me llamó y me preguntó:

    -Constantino, ¿me dices dónde está Lorena? Todavía no la vi.

    -Lorena hoy se quedó en casa. El niño tenía fiebre y prefirió llevarlo personalmente al pediatra. Se reportará seguramente mañana.

    -Está bien, comenzarás la investigación solo hoy. Mañana, cuando venga Lorena, la pondré contigo.

    -Gracias, jefe. ¿Me podría decir dónde se encuentra el cuerpo de la muchacha?

    -Desde ayer por la tarde en el laboratorio del forense.

    Lo saludé y fui al laboratorio para saber si había descubierto algún indicio que me pudiese facilitar para la investigación.

    Eran casi las nueve, cuando llegué al patio y me apuré a entrar en la morgue.

    Un amigo mío, ya pensionado, bromeaba sobre el hecho de que la morgue, a causa del frío, era un lugar que hacía sentir ganas de trabajar. El laboratorio era dirigido por mi amigo Mike, médico forense de la policía desde hacía muchos años. Al entrar fui golpeado por el deprimente olor a formaldehido y por la limpieza que había a lo largo del corredor, así como por el frío polar. Además que era un lugar que nunca quería ver, por desgracia los cadáveres solo estaban allí. Pregunté a mi amigo Mike si ya había investigado el cuerpo de la muchacha.

    -Solo le di una mirada. Ven, te la presento, me dijo irónico.

    Lo seguí por varios pasillos y puertas hasta la gran celda frigorífica. Ya hacía varios años que visitaba este lugar, pero todavía no me había acostumbrado a ver aquellos cuerpos, con aquellas extrañas expresiones en la cara y costuras en el pecho. Cuando abrió la puerta y sacó el cuerpo de la muchacha, ella estaba allí, acostada en ese lecho, si eso se puede decir, con la expresión aterrorizada del  momento de la muerte impresa para siempre en el rostro. Siempre sentía piedad por quien estaba en aquel lugar, pero ver personas aún en la plenitud de la vida, más bien, que debían aún descubrir lo que era verdaderamente vivir con los sueños que alimenta la juventud, me creaba tal nudo en la garganta que, si hubiese estado solo, seguramente habría llorado. La voz de Mike, que me pidió le alcance un par de guantes que estaban en un estante, me hizo olvidar momentáneamente esos tristes pensamientos.

    Mike se puso los guantes y con mano experta me mostró todo su cuerpo, dejando sus partes más íntimas. La víctima, que podría verla con la piel blanquísima, no tenía ninguna señal, ni hematoma que pudiese demostrar la causa de su prematura muerte.

    -Disculpa, Mike, ¿si no tiene ninguna señal quién dijo que fue asesinada? Pregunté.

    -Cuando trajeron su cuerpo aquí, ayer por la tarde, estaba haciendo la autopsia de un hombre muerto en un accidente callejero, así que solo le eché una mirada y, por la expresión de su cara, aunque no sé cómo, estaba casi seguro que había sido sofocada, aunque todavía tengo que hacer la autopsia.

    -Si todavía no estás seguro de la causa de su muerte, ¿quién informó al diputado que su sobrina había sido asesinada?

    -¡Yo seguro que no! Había dejado en la mesa algunas hojas con mis primeras valoraciones y se ve que alguien las leyó, para después informar al diputado. Sabes, para poder hacerse amigos; ciertos personajes recurren a todo, también a informar un homicidio aún antes que este haya sido investigado.

    Si bien no estaba aún seguro al ciento por ciento que hubiese sido asesinada, confiaba mucho en las intuiciones de Mike. Decidí entonces comenzar igualmente a hacer algunos controles.

    Después de una última mirada a la muchacha pregunté a mi amigo cuándo seguiría la autopsia: quería saber enseguida de qué había muerto.

    -Ya que estás aquí podrías darme una mano, me pidió Mike.

    -¿Qué? ¡No querrás que sea tu asistente durante el desmembramiento! Respondí. Habría sido en vedad frustrante ver hundir el bisturí en aquel pobre cuerpo.

    -¡No me digas que eres como esos pibitos que se desmayan cuando ven sangre! Me dijo con una leve sonrisa Mike.

    -En mi experiencia de investigador he visto de todo, y ten por seguro que ver sangre, no tiene ningún efecto sobre mí, y si fuese necesario asistiría sin problemas en una autopsia. Agregué.

    -¡Bien! entonces no hay problema si te pido participar en la autopsia de esta pobre muchacha.

    No alcanzaba a entender si Mike hablaba seriamente, o estaba bromeando. De todos modos me parecía que estaba evaluando mi aguante al ver desmembrar un pobre cuerpo sin que yo haya confirmado alguna duda, y eso no lo podía soportar. Así que descaradamente afirmé:

    -¡Mike! Cuando más pronto comencemos, más rápido habremos terminado y antes podré saber si la jovencita murió por sobredosis. O como afirmas tú fue asfixiada.

    -No te preocupes Constantino, solo debes ayudarme a sacarla del carro y ponerla en la mesa.

    Era solo esa la ayuda que quería, pero ya estaba en el baile y quería demostrarle que no tenía problemas en asistir a la autopsia de aquella joven muchacha. Así que afirmé casi descaradamente:

    -Ahora soy yo que te pido si puedo quedarme, porque antes de hacer cualquier suposición de cómo murió debo tener los resultados de la autopsia.

    -Si quieres quedarte por mí no hay problema, vamos ayúdame a ponerla en la mesa.

    Cuando agarré aquel gélido cuerpo, un estremecimiento de frío me golpeó: pobre muchacha, hasta pocos días antes estaba en la discoteca para divertirse, mientras que después de pocos minutos su cuerpo habría sido devastado  y seccionado por el bisturí.

    Lo ayudé a empujarla a la sala especial, donde lo esperaba un joven estudiante con quien habría hecho la autopsia.

    Vi a Mike y a su estudiante ponerse un largo delantal gris verdoso, botas sobre las que  colocaron bolsas de nylon, cofias también del mismo material y visera completa, como las usadas por aquellos que cortan pasto en las calles. Después de haberme dado la misma indumentaria y pedir que me la ponga, nos acercamos a la mesa, ya estábamos listos para empezar la autopsia.

    Mientras empezaba, Mike trataba de explicarme lo que había estudiado para efectuar de la mejor forma posible su trabajo.

    -Sabes Constantino, me decía. Mi tarea especialmente en un sector delicado como el de la muerte, es a menudo vista como un acto cruel y casi prohibido. En realidad el análisis de un cadáver, además de complejo, puede ser muy importante. Ya sea en el campo de las investigaciones policiales como en el de las médicas. Un arte que en el pasado involucraba maestros de fama internacional como Leonardo Da Vinci.

    Admirando los descubrimientos de Leonardo, muy pocos piensan en el minucioso trabajo de disección sobre los cadáveres que fue necesario para alcanzar el resultado. El objetivo principal de la pintura de Leonardo fue de hecho el de representar visiblemente la naturaleza. Pero el arte de Leonardo fue una espléndida creación, no por cierto una fría representación anatómica. El estudio y la manipulación de los cuerpos muertos se hicieron para construir criaturas vivas en la tela. La intervención del artista en los cadáveres fue mucho más invasiva y destructiva que el trabajo que se hace hoy en el ámbito de la medicina legal y de la anatomía patológica. Para llegar a conocer el cuerpo humano tan a fondo como para poder recrearlo, Leonardo tuvo que hacerlo literalmente  pedazo por pedazo.

    Si bien esa teoría suya me daba mucha curiosidad, quería saber enseguida qué había causado la muerte de esta muchacha. Así que dije:

    -Vamos Mike, no es necesario que me des lecciones de anatomía solo quiero saber cómo murió.

    Él me miró.

    -Constantino no tengo apuro porque este trabajo mío es un arte, casi como el de Leonardo.

    Preferí no decir nada más, de otro modo quizás nunca habría terminado esa autopsia.

    Mike dejó de hablar y tomó el bisturí de la mesita con ruedas que tenía a su lado. Apoyó la hoja cerca del hombro derecho y esperé casi con una mezcla de terror y ansiedad que lo hundiese en aquella tierna carne. Sin embargo antes me dijo:

    -Constantino, ahora prepárate, verás la salpicadura de sangre que sale de la herida ni bien la corte.

    Estaba seguro que me tomaba el pelo, como si yo no supiese que de aquel cuerpo ya de sangre habría salido muy poco, por no decir nada.

    Extrañamente él se detuvo y empezó a explicarme otra vez la historia de cómo empezaron las autopsias:

    Comparada con la devastación realizada por los artistas de tiempos pasados, la obra del médico legal podría ser comparada con una simple operación de apendicitis. Sin embargo, una visión aún muy difundida; ve en las autopsias una inútil crueldad, una suerte de abuso sangriento, reservado a las categorías sociales más débiles. En Italia las autopsias médico legales, que tienen como objetivo determinar eventuales responsabilidades en el ámbito penal, y eso lo deciden los fiscales, son más bien poco frecuentes. Son raras también las autopsias en el ámbito de la anatomía patológica, que normalmente son solicitadas por el médico y son hechas para verificar el diagnóstico y aclarar preguntas clínico científicas. Aun así, la difusión de las autopsias permitiría controlar mejor la real eficacia de las terapias y los fármacos, y de individualizar errores de diagnóstico que normalmente permanecen ignorados.

    La autopsia en la realidad fue imaginada como una suerte de rodajas de diferentes órganos. La autopsia en cambio es un hecho complejo, que requiere una serie de conocimientos y técnicas sofisticadas.

    -Después de haberte explicado parte de la historia podemos comenzar. Dijo Mike.

    -Era hora, sabes que si bien son interesantes estas tus lecciones, no es que me importen demasiado.

    -Mira Constantino que no hablaba solamente contigo, sino también con mi nuevo estudiante, sé que para ti esto no es importante.

    Después de aquellas palabras preferí quedarme en silencio y escuchar mientras Mike, siempre hablando comenzó la autopsia.

    Lo primero que hizo fue una atenta descripción hasta en los mínimos detalles. Anotó cuidadosamente sexo, edad y condiciones generales del cadáver, constitución física, temperatura, signos cadavéricos, tipo de rigidez, manchas, eventuales abrasiones, lividez, pinchaduras de agujas o tatuajes.

    Mike, ayudado por su alumno dio vueltas a la muchacha y controló la integridad de la columna vertebral. Sin haber encontrado nada en particular volvió a darla vuelta.

    -Ahora estamos listos para controlar el interior, dijo volviéndose a su estudiante.

    Hundió  sin ninguna vacilación el bisturí al comienzo del hombro derecho para después bajar hasta el estómago. Después del mismo modo hizo con el izquierdo, pero esta vez no se detuvo en el estómago, sino que siguió hasta la apertura de las piernas. Debo decir que si bien estaba preparado para aquel espectáculo, solo para demostrar a Mike que no tenía razón, me habría alejado enseguida, pero me quedé.

    Siguiendo con su charla, metió dos dedos donde se encontraban los dos cortes cercanos al estómago y usando otra clase de hoja cortó lateralmente la piel del costado y la dejó caer lentamente sobre la cabeza de la víctima, de la misma forma hizo después del estómago hacia abajo. Ver parte del hígado, vísceras y aquella piel humana casi separada y arrollada de una parte a la otra del cuerpo de la joven, me hizo dar ganas de vomitar. Pero una mirada de Mike me hizo entender que debía resistir.

    Pidió a su asistente tomar una especie de pinza grande enganchada en la pared, y después como si nada fuese comenzó a cortar algunas costillas. Con cada corte se escuchaba un ruido parecido a cuando se corta la rama seca de un árbol, era verdaderamente impresionante.

    Después de haber controlado y seleccionado con cuidado cada órgano interno, hígado, riñón, bazo, y aparato genital, se sacó de cada órgano un minúsculo trozo para poder investigarlo a continuación.

    Empezó a revisar la parte superior, el corazón, que según Mike era normal sin ningún daño, mientras en el aparato digestivo y en el estómago encontró rastros de sustancias estupefacientes, pero no la verdadera causa que pudiera haber sofocado y causado la muerte de la muchacha, aparte de algún pequeño rastro de una sustancia blanquecina parecida a la cera que estaba en el aparato digestivo y el estómago, de la que Mike tomó una parte para después analizarla.

    Después de haber visto aquello que había hecho estaba seguro que la autopsia había terminado, y después de haberle agradecido, me preparaba a sacarme el delantal. Pero Mike me hizo saber que no era así. Todavía debía seguir para no tener después que volver a empezar desde donde había dejado.

    Ciertamente él tenía razón y así con una señal de la cabeza le dije que siguiera.

    -Ahora debemos controlar la integridad del cuero cabelludo y el resto dijo volviéndose al joven que tenía delante.

    Después de haber cortado el cabello, cortó el cuero cabelludo, como si fuese una segunda piel, después de haberla cortado la puso a un lado, luego anotó el color y consistencia de las meninges, con una especie de taladro y una hoja finísima, cortó, movió la punta y con la mano sacó parte del cerebro. Viendo ese movimiento suyo, por un instante debí darme vuelta, tenía el estómago revuelto. Afortunadamente después de tragar saliva a voluntad me pareció que todo había vuelto a la normalidad. Vi a Mike que, después de haber observado si había lesiones internas, y constatando que no había nada anormal, tomó también de allí una minúscula parte, después con extrema delicadeza cerró y puso todo en su lugar. Por supuesto que en el límite de sus posibilidades.

    Ahora la autopsia había terminado y el cuerpo había sido armado nuevamente y solo aquella costura con forma de Y se veía en el cuerpo. Lo que me había desilusionado era que no habíamos descubierto cómo había sido sofocada la pobre muchacha. ¿Tal vez había sido una fatalidad nacida de un juego erótico, y eventual consumo de estupefacientes, o un brutal delito?

    Me estaba quitando las diferentes prendas de celofán que tenía puestas para participar en la autopsia cuando el joven estudiante dijo a Mike:

    -Doctor ¿con estos elementos que hemos juntado qué debemos hacer? 

    -Con estas muestras debemos hacer los preparados histológicos: después de una serie de tratamientos químicos llegaremos a obtener los portaobjetos que luego examinaremos al microscopio, y si no logramos aclarar toda la historia, mandaremos las muestras a un laboratorio más avanzado, para cerciorarnos de la presencias en el organismo, de sustancias tóxicas (sospecho envenenamiento, o consumo de fármacos, alcohol o estupefacientes). El conjunto de datos que se obtenga de este procedimiento   será finalmente expuesto a un análisis epicrítico. A

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1